TenYi
Tal y como lo prometió te ayudó a ponerte al corriente con la coreografía, fue muy paciente y nada estricto.
Un día mientas te enseñaba la última parte casi te caes, a la hora de dar el paso retrocedidte mucho y chocaste con la pata de la bocina, esto provocó que tu pie de doblara y cayeras.
—¡Ying! —Ten llegó rápido a tu lado ayudandote a parar y llevandote a uno de las bancas.—¿Estas bien? ¿Te duele?
—Estoy bien, tranquilo, solo me duele si me sigues apretando como lo estas haciendo. —te soltó y solo reiste. —Estoy bien, solo me caí no es como que me fuera a morir. —reiste pero a él no le hizo gracia. —Mal chiste.—te levantaste e hiciste pequeños movimientos en círculo para tu tobillo.—¿Ves?, como nueva.
—Tienes que tener más cuidado, Ying te puedes fracturar a la próxima, muchos no de recuperan y solo por seguir con sus sueños aguantan el dolor.
—Lo sé, lamento que te te preocuparas pero algo tienes que saber de mi y es que tanto tiempo en el ballet hizo a mis tobillos muy fuertes así que me pase algo así es cosa de nada.
—Solo quiero tu bien, Ying, no quiero que nada malo te pase.—estaba demasiado cerca de ti y no sabias si era bueno o malo.
Su cercanía te ponía nerviosa, el corazón se trata quería salir y palpitaba muy rápido tanto que temias que lo escuchará.
—¿Te pongo nerviosa? —¡ah caray! no sabias que estaba pasando pero te gustaba.
—No.—te estabas muriendo por dentro, querías probar esos labios pero justo cuando estaban tan cerca él se separó.
—Sigamos.—te quedaste atónita, él siguió como si nada, mientras tu seguias asimilando lo que paso.
Desde ese día él actuó como si nada hubiera pasado pero la confianza se hizo más grande, te hablaba con normalidad al igual que jugaba contigo.
Estabas muy confundida pero aún así tu igual seguiste como si nada.
Había momentos en que lo volvía a hacer, hasta que un día tu se la aplicaste, pero mejor, llegaste y te sentaste en sus piernas para después esconder tu rostro en su cuello y solo respiraste muy cerca, ni siquiera lo tocaste, él hasta cerro los ojos pero cuando menos se dio cuenta te levantaste, le sonreiste y te fusite, fue tan gracioso ver su cara de confusión.