"Dancing with the Devil." | J...

By Myhem18

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🌹 ESTA HISTORIA NO ME PERTENECE. TODOS LOS CRÉDITOS CORRESPONDEN A @BooDarkness ÉL ME HA DADO EL PERMISO COR... More

sᴜᴍᴀʀɪᴏ.
ᴀᴅᴠᴇʀᴛᴇɴᴄɪᴀs.
ᴘʀóʟᴏɢᴏ: ɪ // ɪɪ.
ᴘʀóʟᴏɢᴏ: ɪɪ // ɪɪ.
ɪ: ɪɴᴠᴏᴄᴀᴄɪóɴ.
ɪ: "ᴅɪᴏs ᴛᴇ ʙᴇɴᴅɪɢᴀ".
ɪɪɪ: "ᴍᴀʟ ᴘᴇʀsᴏɴɪғɪᴄᴀᴅᴏ".
ɪᴠ: "ɴɪɴ̃ᴏ ғᴀᴠᴏʀɪᴛᴏ".
ᴠ: "ᴀᴛᴀϙᴜᴇ ᴀʟ ᴄᴏʀᴀᴢᴏ́ɴ".
ᴠɪ: "ᴄᴀsᴛʀᴀᴛɪ".
ᴠɪɪ: "ʟᴇɴɢᴜᴀ ᴀғɪʟᴀᴅᴀ".
ᴠɪɪɪ: "ᴅᴀɴᴢᴀ ᴄᴏɴ ᴇʟ ᴅɪᴀʙʟᴏ" ᴘᴀʀᴛᴇ ɪ/ɪɪ.
ᴠɪɪɪ: "ᴅᴀɴᴢᴀ ᴄᴏɴ ᴇʟ ᴅɪᴀʙʟᴏ" ᴘᴀʀᴛᴇ ɪɪ/ɪɪ.
ɪx: "ɪɴᴛᴇʀᴄᴀᴍʙɪᴏ ᴅᴇ ᴀʟᴍᴀs".
x: "ᴀᴍᴀʀ ᴀʟ ᴅɪᴀʙʟᴏ ᴅᴜᴇʟᴇ".
xɪ: "ʜᴀʟʟᴏᴡᴇᴇɴ".
xɪɪ: "ᴄᴏɴғᴇsɪᴏɴᴇs ᴀ ᴍᴇᴅɪᴀɴᴏᴄʜᴇ".
xɪɪɪ: "ғᴜᴇɢᴏ ɪɴᴛᴇʀɪᴏʀ".
xɪɪᴠ: "ᴇʟ ᴘʀɪ́ɴᴄɪᴘᴇ ᴅᴇʟ ɪɴғʀᴀᴍᴜɴᴅᴏ".
xv: "ᴘᴜʀᴏ ᴘᴇʀᴏ ᴄᴜʟᴘᴀʙʟᴇ".
xᴠɪ: "ʀᴏᴍᴘᴇ ᴄᴏʀᴀᴢᴏɴᴇs".
xᴠɪɪ: "ᴀ ʟᴀ ʜᴏʀᴀ ᴅᴇ ᴍɪ ᴍᴜᴇʀᴛᴇ".
xᴠɪɪɪ: "ᴄᴀᴍɪɴᴏ ᴀʟ ᴅᴇsᴄᴇɴsᴏ".
xɪx: "ʜᴏɢᴀʀ, ᴀɢʀɪᴅᴜʟᴄᴇ ʜᴏɢᴀʀ".
🌹 ᴘᴀʀᴛᴇ ɪɪ 🌹
xxɪ: "ᴘᴏʀ ʟᴏs ʙᴜᴇɴᴏs ᴛɪᴇᴍᴘᴏs".
xxɪɪ: "ᴀsí ᴇs ᴄóᴍᴏ sᴇ sɪᴇɴᴛᴇ".
xxɪɪɪ: "Qᴜᴇ ᴇᴍᴘɪᴇᴄᴇ ᴇʟ sʜᴏᴡ".
xxɪᴠ: "ɴᴜᴇᴠᴏ ᴄᴏᴍɪᴇɴᴢᴏ".
xxᴠ: "ᴠᴀᴄíᴏ".
xxᴠɪ: "ᴄᴏɴғᴇsɪᴏɴᴇs ᴄᴏɴ ᴇʟ ᴅɪᴀʙʟᴏ".
xxᴠɪɪ: "ᴏᴊᴏ ᴘᴏʀ ᴏᴊᴏ".
xxᴠɪɪɪ: "ᴄᴏɴsᴇᴄᴜᴇɴᴄɪᴀs ɪɴғᴇʀɴᴀʟᴇs".
xxɪx: "ʟᴀ ɴᴜᴇᴠᴀ, ʏ ʟᴀ úʟᴛɪᴍᴀ".
xxx: "ᴇʟ Áɴɢᴇʟ ᴅᴇ ʟᴀ ᴍᴜᴇʀᴛᴇ". ғɪɴᴀʟ ɪ/ɪɪ.
xxx: "ᴇʟ Áɴɢᴇʟ ᴅᴇ ʟᴀ ᴍᴜᴇʀᴛᴇ". ғɪɴᴀʟ ᴘᴀʀᴛᴇ ɪɪ/ɪɪ.
ᴇᴘÍʟᴏɢᴏ: ᴘᴀʀᴛᴇ ɪ/ɪɪ.
ᴇᴘÍʟᴏɢᴏ: ᴘᴀʀᴛᴇ ɪɪ/ɪɪ.
ᴇxᴛʀᴀ ɪ.
Extra II.

xx: "ʟᴀ ᴘʀᴏᴍᴇsᴀ ᴅᴇʟ ᴅɪᴀʙʟᴏ".

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By Myhem18

Una preciosa mañana en Surrey, Inglaterra, con el cielo celeste formado con bonitas nubes y el radiante sol creando el más hermoso paisaje, en un banco de un parque vacío se encontraba aquel adolescente, no más de diecinueve años, con cabello rubio, ojos oscuros, pálido y muy, muy neutro. Traía ropa normal, excepto por su camiseta, que tenía un logo de alguna tienda barata del lugar. Observaba todo con total tranquilidad, disfrutaba del cantar de los pajaritos y de la preciosa vista.

—¿Esto es lo que haces? —Aquel adolescente alzó la mirada lentamente para encontrarse con el mismísimo diablo a un lado de aquel banco—. ¿Meterte en tus ilusos recipientes? Digno de ti usarlos.

Jaehyun. El arcángel más precioso, el más realista y pecador. El gran error. El diablo. Ni siquiera lo miraba, también observaba el paisaje, pero más acostumbrado a verlo, y estaba bien, ya que el rey del inframundo llevaba bastante tiempo en la tierra, vigilando a cierto niño de cabello castaño.

— Quiero que sepas que Mark Lee estuvo totalmente de acuerdo con permitirme hospedarme en su cuerpo, y tendrá lo que merece —Dice el rubio. Su voz es suave, no hay maldad, ni bondad. Solo es tranquila, pero neutra.

Jaehyun finalmente lo observa—. Estoy de acuerdo. Todos deberían de tener lo que se merecen.

El ceño del tal Mark se frunce levemente y ladea tan solo un poco su cabeza—. ¿Puedo preguntar desde cuándo te importa que la gente obtenga lo que merece, si es que te refieres en algún sentido positivo?

— No se trata acerca de ningún sentido positivo, es sobre el sentido común. Los buenos deberían de obtener lo bueno, y los imbéciles deberían de obtener la mierda.

— ¿Incluso si te gustaría que los buenos tuviesen lo malo, también?

Jaehyun rió seco mientras le sonreía de lado, arrogante—. Tú eres el imbécil mayor —Dice.

Nunca le ha tenido miedo. Siempre lo había enfrentado, porque no podía matarlo. No podía. El diablo vuelve la mirada al frente y suspira, lentamente poniéndose serio al estar sumergiéndose en sus pensamientos.

— ¿Qué crees que debería de suceder? —Dice el adolescente, volviendo la vista al frente.

El silencio reina en el lugar por unos segundos—. Taeyong merece ser feliz, y sé que es difícil de entenderlo, pero lo es conmigo —Dice. Y se oye tan simple, pero no lo es.

Más aún cuando sabe que el idiota que está dentro del cuerpo del tal Mark Lee lo sabe todo, y no piensa decírselo.

— ¿Y tú? —Observa al diablo—. ¿Eres feliz con Taeyong?

Jaehyun observa fijamente los ojos de aquel adolescente y lentamente comienza a fruncir el ceño antes de decir: — No me vengas con esas estupideces de telenovela —El tal Mark ve al frente y ríe silenciosamente—. ¿Desde cuanto preguntas por mi felicidad?

— No me importa —Rápidamente contesta—. Solo quería saber si eres tú siendo egoísta, o eres tú realmente preocupado por un humano.

Jaehyun ríe secamente, alzando un poco las cejas—. ¿Crees que todos los que habitan esta tierra piensan en los demás? La mayoría piensan en sí mismos —Se defiende. Si, era egoísta, muchas veces. ¿Quién no lo era? Nuevamente el silencio reina por unos pocos segundos—. Me importa su futuro. Su futuro es conmigo, tú y yo lo sabemos.

— No. No lo sabes.

Jaehyun comienza a sentir el enojo crecer en su pecho. ¿Este era Dios refregando en su cara la falta de conocimiento? ¿Siendo egocéntrico? ¿O solo le estaba diciendo la verdad? El diablo lo mira, sus ojos se han oscurecido un poco y abierto más. Respira hondo, y un gran viento provoca que las nubes comiencen a aparecer de a poco, tapando el sol.

— Quiero que viva por siempre, conmigo —Dice, más bajo, manteniendo su tono tranquilo—. Y estoy en busca de una manera.

— ¿Es por eso que estás aquí? —El rubio frunce un poco su ceño—. ¿Crees que yo puedo darte la manera? —El diablo se mantiene en silencio, tan solo viéndolo. Si, así era, pero no lo diría en voz alta. El adolescente se acomoda en el banco—. Amo mi creación —Jaehyun gira sus ojos ante aquello, y éstos se vuelven un poco más claros—. Pero seamos claros: Él te eligió a ti.

— Y ambos sabíamos que pasaría, porque tú pretendías no escucharlo.

— Porque tú te metiste en mi camino —Corrige de manera suave el creador de todo, nuevamente viendo al diablo, el cual nuevamente tiene los ojos oscuros—. Jaehyun... —Niega lentamente y, con paciencia, se pone de pie—. Tal vez, si no te hubieses entrometido, lo hubiese salvado, de todo esto. No malinterpretes mis palabras, pero fue a causa de tu egoísmo el que él esté de esta manera.

¿Había manera de no malinterpretar aquello?

— Era inevitable no entrometerme, tú jamás hiciste algo para que no me invocara. Yo respondo cuando llaman, ¿Podrías tu decir lo mismo? ¿Qué pasó con "Libre albedrío"? ¿Nos lo metemos por el culo, padre? —Preguntó al final de manera sarcástica, poniéndose frente al rubio, el cual negó.

— Por supuesto que no. Taeyong tuvo, tiene, y siempre tendrá su libre albedrío, y lo que él decida hacer con éste, tú no lo sabrás.

— No te preocupes —El diablo finge estar desinteresado, viendo hacia otro lado—. Voy a conseguirlo, quieras tú o no.

— ¿Si? ¿Por qué? ¿Porque lo amas? —La mirada de Jaehyun va fijamente a los ojos de aquel recipiente en el que Dios se refugiaba.

— Cierra.la.boca.

— ¿No puedes amarlo? ¿O no quieres?

— ¡No es de tu maldito asunto lo que yo haga! —Alza su voz, y el banco en donde anteriormente Dios reposaba y admiraba la vista arde en llamas. Ninguno parece inmutarse por aquello.

— Tienes que entender que tampoco es tu asunto lo que él decida hacer —Dice el adolescente luego de unos segundos—. Te duela o no, Taeyong decidirá su propio destino. Podrás ser dueño de su corazón, pero no de su vida.

Jaehyun se aparta lentamente. Las llamas se reflejan en sus ojos bordó—. No soy ni pretendo ser el dueño de su vida. Pretendo darle lo que quiere, y voy a hacerlo. Con o sin tu ayuda —Y en un parpadeo, ya no está.

Las llamas se apagan lentamente, el banco queda hecho cenizas, y Dios alza su vista al cielo antes de cerrar sus ojos y soltar un gran suspiro.

Porque lo que esperaba para aquel humano que creyó no ser oído era un gran drama, peso en los hombros.

Un trabajo. Una oportunidad.

La única para poder estar junto al amor de su vida.

Aquella noche Jaehyun llevo al niño de vuelta a aquella cabaña de su infancia, de la misma manera. Le desató el calcetín de los ojos, lo acompañó a su cuarto, lo ayudó a vestirse con su ropa de dormir y se acostó a un lado. Hablaron por el resto de la noche, compartiendo besos y caricias.

Jaehyun le contó historias entretenidas acerca de gente a la que había conocido en siglos pasados, le confirmó dudas de creencias que los mundanos tenían, y luego informó a Taeyong sobre más funciones en el infierno.

En sí, el infierno no era un lugar, pero también tenía muchos lugares. Todas las puertas que Taeyong había visto antes de bajar las escaleras que llevaban al despacho del diablo eran diferentes áreas, que incluso llevaban a otras. Estaba "La fosa de las almas", y era como un mar de fuego donde las almas de las personas nadaban, quemándose una y otra vez, por el resto de la eternidad.

Otra de las puertas trataba sobre un salón donde un demonio en específico usaba miles de bonitos escenarios que habían en la mente de las personas para torturar, volviendo todo bastante perturbador.

También estaba esta parte del infierno que se hacía llamar "La nada misma". No era exactamente la nada, pero se basaba en un lugar oscuro, con relámpagos cada cinco segundos. Habían unos fierros enormes que se sostenían de quién sabe qué, cruzados. Los demonios colgaban con ganchos enormes desde la piel a las personas, y las dejaban allí. Por más que éstas intentaran hablar, no serían escuchados por los demás, ni podrían comunicarse entre ellos.

La última que Jaehyun le había contado era "Pesadillas". Básicamente, un cuarto que te lleva a tu peor pesadilla, volviéndola repetitiva por el resto de la eternidad.

Y habían miles de otras secciones, pero Taeyong prefirió no oír más. Los besos regresaron, y el castaño no pudo evitar aferrarse más al rey del inframundo, el cual lo cubrió con su cuerpo. Sus lenguas se encontraron, se acariciaron y minutos después sus cuerpos estaban frotándose entre sí.

— Jae... —Suspiró y ladeó su rostro cuando el diablo comenzó a repartir húmedos besos por la piel de su cuello—. Q-Quiero...

—Te doy lo que quieras.

Un sonidito escapó de la boca del menor ante las succiones que le brindaba su esposo en el cuello, y una sonrisita comenzó a crecer en sus labios por lo que éste le había dicho.

— Una casa, lejos —Comenzó—. Ambos.

— Desnúdate —Ordenó el diablo. El adolescente lo observó por unos segundos mientras sentía el rubor hacerse presente en sus mejillas antes de llevar sus manos al borde de su camiseta, levantándola hasta quitarla por su cabeza, despeinando su cabello—. ¿Qué más?

— Que nadie nos persiga —Sentía la mirada del diablo en su cuerpo, las caricias en su cintura, el frío de sus anillos—. Quiero poder brindarte todo lo que nunca nadie te brindó, darte todo el amor que mereces —Jaehyun detuvo sus caricias y alzó la mirada, observando fijamente los enormes ojos de su esposo. ¿Realmente había dicho aquello? ¿Realmente lo amaba tanto? ¿Realmente creía que una cosa como él merecía su amor?—. Y será grande. Será el amor más grande que alguna vez alguien haya sentido —Baja la mirada, con vergüenza—. N-No hay nadie que sienta lo que yo siento por ti, Jae.

Los brazos de Jaehyun rodean mejor la cintura del niño, y se ha quedado sin habla. Es la primera vez en mucho tiempo que no sabe qué decir, pero no es la primera vez el no saber cómo actuar.

Sigue sus instintos. Una lenta y ladina sonrisa se forma en sus labios, y se inclina para besar los labios del niño con demasiado afecto, sentimiento y profundidad. Le come la boca, esperando que el mundano pudiese entender todo lo que pasaba por la cabeza del arcángel, aunque probablemente no sería así.

Terminaron de desvestirse entre besos, y con las mantas cubriéndolos debido a que el rey del inframundo no quería a su esposo enfermo, se acomodó entre las piernas de éste y adentro su prominente miembro al interior del más pequeño, el cual jadeó algo fuerte, un poco agudo. Rápidamente llevó una de sus manos a su boca, y Jaehyun le lamió la mandíbula antes de llegar a su oreja entre besos por su piel.

— Un día estaremos completamente solos, en nuestra casa... —Se adentró hasta el fondo, completamente. El adolescente dobló los deditos de sus pies—...y te voy a hacer gritar tanto que harás eco en el infierno —Le quitó la mano de la boca para besarlo, ahogando los gemidos en su boca, mordiéndole el labio inferior.

El vaivén fue lento, y no porque no pudiese ir más rápido, pero esa noche... esa noche el diablo le estaba haciendo el amor. Se estaban sintiendo lento, delirante, de todas las formas posibles. Ambos se besaban, y besaban porciones de piel del otro. Jaehyun le besaba detrás de la oreja, mordía el lóbulo y le apretaba las nalgas. Taeyong le mordía suavemente el hombro, se sostenía de sus bíceps y movía, inconscientemente, sus caderas ante el vaivén.

Todo iba perfecto. El exquisito placer fluía por ambos cuerpos, la capa de sudor cubría éstos, el clima en la habitación había ascendido y se estaban sofocando en el otro de la manera más delirante. Las sábanas se habían arrugado, las mantas estaban en el suelo cuando Jaehyun invirtió las posiciones.

Quedó sentado para que el adolescente pudiese sostenerse de su cuello, y él pudiese alzarlo por las caderas en cada subida y bajada, ayudándolo. Taeyong podía sentir el glande del diablo rozar una y otra vez su punto dulce. Se estaba muriendo por llegar al clímax, pero todo era tan lento y maravilloso que no podía permitirse ir más rápido.

No fue luego de unos minutos después que, al ver como las piernas del adolescente temblaban un poco, el rey del inframundo volvió a dejarlo delicadamente bajo su cuerpo, y aumentó un poco el ritmo del vaivén cuando ya ambos necesitaban realmente aquella hormigueante sensación.

Los labios de Taeyong estaban presionados, soltando exhalaciones bruscas por la nariz y, de vez en cuando, unos cuantos jadeos bajos, con sus ojos entrecerrados. Entreabrió sus labios cuando los de Jaehyun van a la piel en su cuello, lamiendo, besando, succionando y mordiendo. Todo es demasiado. La cama comienza a rechinar, comienza a sentir el hormigueo, el delirante placer. Su espalda se arquea, llegando al clímax, con su cuerpo tensándose por unos segundos y su esencia saliendo de su miembro, manchando ambos cuerpos.

El diablo continúa impulsándose en el cuerpo de su esposo, aumentando las embestidas entre gruñidos e insultos. Finalmente el vaivén se vuelve más lento, y Taeyong puede sentir un líquido llenando su interior.

Ambos cuerpos quedan abrazados, sudorosos, pegajosos. Jaehyun se acuesta a un lado de su esposo y lo atrae a su pecho, haciendo un movimiento con su mano para que las sábanas los cubra, y la manta vuelva del suelo, sobre ellos. Taeyong oculta su rostro en el cuello del diablo, suspirando.

Ambos se quedan en silencio por un par de segundos, tan solo mimándose con caricias en sus cuerpos, besos suaves y cortos.

— ¿Vas a irte? —Pregunta Taeyong, sin abrir sus ojos. Siente que está a punto de dormirse, pero necesita respuestas a su duda.

— Sí.

Abre sus ojos y alza la mirada, frunciendo levemente su ceño. Luce preocupado. Jaehyun no evita acariciarle la mejilla. Se ve bonito, recién follado.

— Pero... ¿Volverás?

Jaehyun le besa la frente—. Por supuesto. Siempre vuelvo a ti.

Y Taeyong le sonríe antes de ser besado. Finalmente cierra sus ojos y se acomoda nuevamente, dispuesto a dormir.

Eran las cinco a.m cuando, abrazado al amor de su vida, descansó.

Habían pasado dos días, la navidad había llegado.

Taeyong amaba la navidad, porque habían luces, y nieve, y chocolate caliente con galletas. Amaba todo lo que estuviese relacionado, las tradiciones que tenían con su familia, los obsequios.

Pero ahora, a sus dieciocho años, tan solo quería acostarse en su cama, y ser besado por el diablo hasta que sus labios no pudiesen más.

Si, probablemente si alguien oyera sus pensamientos lo creerían algo perturbador, pero era todo lo que quería. Hacía frío, y necesitaba el cálido cuerpo de su esposo pegado al suyo, envolviéndolo, cubriéndolo. Necesitaba ser amado de todas las maneras posibles, sostenido, besado.

Y estaba de un humor tremendo, porque algo muy extraño le había sucedido. Fue segundos antes de despertar, pero siente que fueron horas. Creyó que era un sueño, pero jamás había observado algo en un sueño con tantos detalles. Pudo verse a sí mismo, sus brazos estirados. Vestía una camisa negra, como la de Jaehyun. Sabía que estaba en un hospital, y frente a él, en una camilla, una niña con cáncer dormía.

Sabía que esa niña se llama Yeji, sabía que tenía cinco años, sabía toda su vida.

El escenario cambia. Ahora está caminando hacia algo que luce como una cama, pero no puede observar bien, porque todo está nublado. Se sienta, y la persona a la que no logra observar bien, la cual está en aquella cama, se alegra de verlo.

Un escalofrío, el cambio de temperatura en su cuerpo, estar haciendo algo que jamás consideró bueno pero ahora... ahora era normal. Cotidiano.

Despertó, pero se volvió a dormir. Y ya no tuvo ese tipo de sueños, tan solo pesadillas. Como siempre. Su primo estaba de pie en el umbral de la puerta de su cabaña, y le preguntaba una y otra vez por qué no lo sacaba del infierno, porqué era malo y no lo ayudaba.

Finalmente despertó.

Esa mañana se había levantado, ignorando al cuervo que lo observaba desde una rama de un enorme árbol, cerca de su ventana. Ésta daba a aquel bosque en el que le temía desde pequeño, así que no observaba tanto por la ventana. De todas formas, se le hacía chistoso temerle a algo inexistente y estar casado con el rey del inframundo. Es decir, el rey de toda pesadilla.

Sentía una nueva emoción realmente extraña. Sentía un poco de enojo debido a que sus manos le temblaban levemente, y había tristeza en su pecho, y ganas de llorar. Sentía que sabía el motivo, pero que jamás podría explicarlo, y era aquello que lo hacía enfadarse de la nada.

Había preparado un chocolate caliente para su hermana y para él, era su forma de pedir disculpas. Sus primos lo ignoraron cuando él ofreció prepararles algo, y estaba bien. Había ido a buscar unas galletas a la pequeña cocina, dispuesto a volver al living donde Ryujin y sus primos estaban sentados, conversando. Se quedó en ésta, del otro lado de la puerta entreabierta cuando oyó que lo nombraban.

—...Taeyong salió afectado en todo ello.

— Ryujin, escúchanos. Mantente alejada de él. Es el anticristo —Uno de sus primos dijo. Taeyong intentó no burlarse mentalmente, tan solo frunció un poco su ceño.

— Chicos, no sean así. Entiendo que siempre han tenido problemas con él, pero es un ángel. Solo... tiene algunos problemas.

— ¿Ah, sí? ¿Cuales?

— Pues... mamá y papá no lo saben pero, honestamente, yo creo que anda en drogas. A veces habla solo, o se pone de diferente humor, o dice cosas extrañas. También se pone mal, hemos tenido que ir al hospital muchas veces. Se enferma.

— Es porque es el anticristo. Ryujin, te lo digo. Lo es. Es el anticristo, y nosotros lo sabemos. Él mató a Gyumin.

Una punzada atravesó su pecho y tuvo que sostener ambas tazas con más firmeza. Entonces, ellos definitivamente lo sabían.

—... ¿Qué?

— Lo hizo. Justo después de que Gyumin lo molestó, le cortaron su... bueno. Ya sabes. Y murió desangrado. ¿No te parece una coincidencia?

— No —Su hermana respondió de inmediato, negando. Se oía un poco molesta—. Taeyong jamás haría eso. Él... es incapaz de hacerle daño a alguien.

No, no era incapaz.

— Está bien si no quieres creernos, pero es la verdad. Y nosotros nos encargaremos de que pague por ello.

Taeyong se congela un poco mientras oye el incómodo silencio que se hace presente en aquella habitación. ¿Acaso sus primos podrían haber invocado al demonio? ¿Podrían querer matarlo? Debía de decirle a Jaehyun... ¿Debía?

— Ustedes no van a tocar a Taeyong —Su hermana defendió de inmediato aquella amenaza de parte de sus familiares. Taeyong sintió un calor agradable en el pecho, hacía mucho no sentía que su familia estaba para él, solo sentía que le tenían lástima—. Yo los apuntaré a ustedes si les sucede algo, y saben que todos van a creerme. Lo saben.

Se oye una risa seca de uno de sus primos—. Malditas mujeres, solo sirven en la cocina.

Fue como si algo tomara control en el cuerpo de Taeyong. Se adentró al cuarto donde sus primos y hermana estaban, le dio las tazas a Ryujin con total tranquilidad y suspiró antes de girarse hacia Geunsoo, el cual había dicho aquello. Usaría el temor que le tenían para que nunca más hicieran sentir inferior a su hermana, o a otra mujer.

— Repítelo —Su primo alza la mirada hacia el castaño. Taeyong comienza a sentir el malestar haciéndose presente en su estómago, Jaehyun llegando, pero está muy tenso para prestarle atención—. Repíteme lo que le dijiste a mi hermana.

— Taeyong... —Ryujin lo intenta llamar, pero no se pone de pie. No cree que su hermano sea capaz de golpear a alguien.

— Te voy a partir la cara —Nunca se había sentido con tanta adrenalina, con tanto enojo. Estaba enojado. ¡Estaba tan enojado!

— ¡Taeyong! —El nombrado gira su rostro hacia su padre, el cual está entrando a la habitación. No luce enojado, pero luce indignado, sorprendido por la reacción de su hijo. Normalmente éste se quedaría callado—. ¿Qué está pasando aquí?

Taeyong regresa su mirada a Geunsoo, el cual ve a su tío con pánico, en busca de alguna salvación. El castaño observa de reojo al diablo, el cual está de pie en una esquina de la habitación, con sus manos en los bolsillos de su pantalón y viendo a su niño favorito fijamente, sonriendo de lado, mostrando uno de sus hoyuelos.

— L-Lo siento. Taeyong, lo siento —Los ojos de su primo comienzan a llenarse de lágrimas. Sabe que ha metido la pata, que podría morir en segundos, minutos, tal vez en un par de días, y nadie lo sabría.

El pequeño observa fijamente a los ojos a su familiar, y su enojo se convierte en ira. Ira hacia él mismo, por asustar, por sentirse más poderoso que los demás al tener de esposo al mismísimo diablo. Jaehyun lentamente fue borrando su sonrisa, porque podía sentir lo que su niño sentía, y hubiese sido divertido si el enojo era hacia alguien más, pero sabía que era odio propio, personal.

Taeyong de inmediato se aleja de su primo, pasando por un lado de su padre y subiendo las escaleras. Oye como Eunseo le llama y lo sigue, pero no se detiene. Está tan enojado, quiere golpear, romper, gritar, y más. Llega al cuarto donde se estaba quedando y no evita azotar con fuerza la puerta. Jaehyun se encuentra en un rincón.

— Taeyong.

— Déjame esto a mí —Dice rápidamente antes de que su padre entre también al cuarto, cerrando detrás de sí.

— Yong, cálmate. Cálmate, ¿Está bien? Tu primo... es un idiota. Y lo sabes —Es la primera vez que oía a su padre hablar así de su familia. ¿Realmente habrá cambiado?

Taeyong se queda de pie, lejos de su progenitor, tan solo observándolo fijamente. Jaehyun se pone de pie detrás aun cuando su querido suegro no puede verlo. Es su forma de proteger al adolescente sin meterse en el asunto. Taeyong había dicho "no", y aunque antes hubiese mandado a la mierda a quien sea, a su esposo lo respetaba.

— Escúchame —Comienza Eunseo, con calma, alzando un poco sus manos y viendo fijamente a su hijo—. Debes calmarte, no vale la pena.

— Son unos... —Negó lentamente, riendo seco y silenciosamente—...la hicieron sentir mal.

— Lo sé. Y yo me encargaré, pero tú... esto no está bien. Yo... no quería opinar, te lo dije. Hay algo que te sucede, y creo saber qué es —Ambos quedan en silencio mientras los ojos de Taeyong lentamente comienzan a llenarse de lágrimas, y un nudo se le forma en la garganta. No va a llorar, no lo hará. Traga con fuerza—. Taeyong, necesito que me digas la verdad.

Comienzan a temblarle las manos—. ¿Qué?

— ¿Asesinaste a tu primo?

— Cuida su boca —Jaehyun dice rápidamente a su esposo, con tranquilidad, pero no luce de la misma manera. Sus ojos lentamente se van volviendo rojos, el malestar se intensifica.

— No.

— ¿Asesinó a tu primo?

— N-No.

Eunseo lo sabe. Sabe que su hijo miente, sabe que éste jamás diría que sí, porque aún no confiaba en él. Niega lentamente antes de dar un paso hacia atrás. No puede creerlo. Su hijo de dieciocho años no solo estaba metido donde no debía, sino que también era cómplice de la muerte de su sobrino... y de quién sabe qué más muertes.

— ¿Cómo... — Eunseo exhala. Esto no estaba bien. Taeyong se mantiene callado, con Jaehyun detrás. Ambos observan a Eunseo de la misma manera: Con desafío, enojo. Taeyong tiene más culpa en sus ojos, a Jaehyun todo le importa una mierda—.¿Cómo haces para cargar con algo así sobre tus hombros? Eres cómplice.

Taeyong estalla nuevamente. Ni Jaehyun se ve venir el que éste tome el reloj de la mesa de noche y lo arroje contra la pared, cerca de su padre, rompiéndolo en mil pedazos.

Ahora sí no se quedaría callado, ahora sí diría todo lo que quería decirle al infeliz de Lee Eunseo. Él jamás había pensado en sus sentimientos, ¿Por qué Taeyong debía de pensar en los suyos? ¿Por qué Taeyong no se hartaba de pensar en los demás, cuando nadie pensaba en él?

— ¡Deja de hacerme sentir culpable! —Grita, dando un paso. El diablo suspira, satisfecho de ver la cara de susto del hombre mayor.

— No. Taeyong, yo j-

— Es lo que siempre haces. Siempre quieres hacerme sentir que todo lo que hago está mal, incluso cuando esto no estaba pasando. ¡Cuando todo era normal!

— No, no. Un momento. Yo no dije eso. Yo no intento hacerte sentir culpable —Se pone de pie frente a Taeyong, firme.

— Cierto, eres una persona buena, a la cual le importa no dañar a alguien antes de decir las cosas en voz alta —Aplica el sarcasmo. Jaehyun opina internamente que ama el sarcasmo de su esposo, pero no es buen momento.

— ¿Y tú? — Eunseo alza un poco su voz—. ¿Pensaste las cosas antes de hacerlas?

—Yo no maté a nadie. NADIE. ¡Nada de esto hubiese sucedido si hubieses sido un buen padre y me hubieses creído cuando te dije que ese cigarrillo no era mío! ¡Si tú me hubieses creído, Gyumin hoy solo sería un torpe que intentaba molestarme, y tú no hubieses tenido un infarto! —Alza más su voz, y no tiene miedo. Se siente poderoso, tan poderoso como para hacerle frente a su padre a pesar de ser más bajo que éste último, y usar todas sus fuerzas para brindarle un empujón y tambalearlo hacia atrás—. TODO se trata de ti, y tu maldita irresponsabilidad respecto al lamentable papel de padre que te traes. De no ser por tu falta de tacto y atención hubiese sido feliz. ¡PERO NO! ¡JAMÁS TUVISTE NI UN POCO DE EMPATÍA! ¡EL PESO QUE ESTÁ EN MIS HOMBROS ES POR TI! ¡TÚ PUSISTE ESTA RESPONSABILIDAD EN MIS HOMBROS, Y ES POR ESO QUE TE ODIARÉ HASTA QUE ME MUERA!

El silencio reina en la habitación por varios segundos. Padre e hijo intercambian miradas, el rey del inframundo se mantiene observando a ambos, esperando.

—...Taeyong.

El nombrado traga con fuerza y no puede aguantar el llanto. Sus ojos nuevamente se llenan de lágrimas y niega lentamente—. Entiende que ya no confío en ti. Solo... —Retrocede—...déjame solo, por favor.

Eunseo sale del cuarto de inmediato, sintiendo la culpa carcomiendo su ser. Lo merecía, merecía el rechazo de su hijo. No supo aceptar que éste lo había tratado bien incluso luego de todas las porquerías que hizo.

Pero no iba a rendirse, le dejaría su tiempo.

Dentro del cuarto, Taeyong exhala entrecortadamente antes de bajar la mirada y cerrar sus ojos con fuerza debido a que aún la ira no se va del todo. Respira profundamente por la nariz antes de comenzar a darle golpes con su puño al armario frente a él.

— Suficiente —Jaehyun le toma la muñeca, deteniéndolo. Sus nudillos se hinchan casi de inmediato, hay un poco de sangre en ellos, y tiembla. Tiembla completamente.

Jamás se odió con tanta fuerza, jamás quiso no sentir una sola cosa. Jamás se había enojado tanto, ni reaccionado así. No sabía qué le sucedía. ¿Será que, después de todo éste tiempo, realmente se estaba volviendo malo? ¿Cómo pudo hablarle así a su padre? ¿Asustar a su primo? Miles de comentarios machistas en el mundo, en la iglesia, que se había callado toda su vida pero, de repente, era como si hoy explotara por todos ellos.

Solloza bajo, casi silenciosamente mientras el diablo lo atrae a su pecho. Le está matando el dolor de cabeza, no siente sus dedos.

— Solo quiero que esto termine —Tiene que hacer mucha fuerza para hablar, debido a que el nudo en su garganta lo está matando—. Ya no quiero sentir esta culpa, ya no quiero sentir nada. Por favor, necesito dejar de sentir. Voy a volverme loco —Jaehyun reafirma los brazos alrededor de la cintura del más bajo al sentir que las piernas comienzan a fallarle—. No necesito esto.

Lo guía hacia la cama y lo acuesta. Nota como la mirada de Taeyong está perdida en el techo y lucha por respirar bien, preso de la ansiedad que rasgaba su pecho con lentitud, con crueldad. Le quita las zapatillas y el suéter antes de acostarse a su lado y arrastrarlo contra su pecho.

— Mírame —Dice. Taeyong alza la mirada y las narices de ambos se rozan—. Lo decía en serio —El ceño del adolescente se frunce ante aquellas palabras—. "Te doy lo que quieras." Y si todo lo que me dijiste hoy es lo que quieres, te lo daré.

Taeyong se acurruca en los brazos de Jaehyun y éste comienza a susurrar palabras en aquel idioma inentendible, provocando que el adolescente se relaje, las lágrimas se detengan y, poco a poco, éste caiga dormido. El diablo lleva una mano a la del menor, la cual está lastimada y le besa los nudillos ensangrentados. Poco a poco, éstos están como nuevos, sin ningún rasguño.

Lo atrae más cerca y se pasa la noche acariciándole la espalda, el cabello, oliendo éstos últimos, y pensando. Debía de estar preparado para lo que sea que vendría, porque su niño... su dulce niño se estaba rompiendo.

Taeyong despertó ante la canción navideña resonando en el piso de abajo. Jingle Bell Rock. Una de sus canciones navideñas favoritas. Agradeció despertar así, pero recordaba las situaciones antes de dormir y tan solo quería seguir haciéndolo.

No fue hasta que sintió besos en su barbilla, y sonrió. Abrió sus ojitos para encontrarse con el rey del inframundo, aun sosteniéndolo en brazos.

— Jae...

— Aborrezco la navidad... pero esa canción no está nada mal. Me trae recuerdos —Comenta.

Taeyong alza sus cejas antes de comenzar a refregar sus ojitos, intentando quitar un poco el sueño. Se estira pero se vuelve a abrazar a su esposo.

— ¿Si? ¿Bobby Helms también te vendió su alma? —Bromeó el adolescente. Rogaba porque fuese una broma y el diablo no terminara confirmándolo.

— No. Recuerdo a cierto niño de cabello castaño, aproximadamente unos cinco años, cantando esta canción con malas pronunciaciones y saltando en medio de la sala —Dice, como si nada. Taeyong alza la mirada y lo observa fijo. Jaehyun alza una de sus cejas—. ¿Qué? Te lo dije: He vigilado tu alma incluso antes de que entre a tu cuerpo, y siempre ha sido mía.

— Sí, pero no sabía que estabas desde hace mucho —Algunos recuerdos surgieron en la mente del castaño, pero no eran exactos. Recordaba una mano, recordaba esconderse, jugar con alguien, morir de risa y cosquillas—. ¿Y yo te he visto? —Jaehyun asiente.

— Has hecho más que verme. Podremos hablar de eso otro día —Y lo harían. Jaehyun le contaría lo adorable que era, cómo le gustaba dar abrazos, jugar a las escondidas, y que le hiciesen cosquillas. También las veces que lo había consentido con dulces y helado—. Deberías de comer eso.

—... ¿Mh?

Taeyong se gira detrás suyo cuando Jaehyun asiente con su cabeza, señalando aquel lugar. En la mesa de noche hay una taza que contiene chocolate caliente, y a un lado hay una porción de pastel de chocolate. El adolescente frunce un poco su ceño mientras se sienta.

— ¿Quién ha traído esto? —Pregunta mientras toma con cuidado la taza y sopla el contenido caliente antes de olfatear. Huele exquisito.

— Tal vez Santa Claus —Dice el diablo. Claramente bromea. Se sienta y apoya su espalda contra el respaldo de la cama y la pared, observando a su niño favorito beber su chocolate caliente. Éste le dejó bigotitos en su arco de ángel, y Jaehyun relame sus propios labios, tentado a quitarle aquello con su lengua—. ¿Qué tal está?

— Perfecto —Se estremece. La bebida caliente y el clima frío no lo ayudan, aún más si sigue en pijama y no está cubierto—. Vaya.

— ¿Tienes frío? —Taeyong asiente y deja con cuidado la taza en su mesa de noche, dispuesto a tomar una manta—. Mejor ponte tu suéter navideño.

— Jae, no tengo suéter nav... —Deja de hablar cuando observa en la punta de la cama, doblado, un suéter de lana rojo, con ciervos blancos y pequeños árboles verdes. Vuelve su mirada hacia el diablo, el cual tan solo lo observa de manera neutra—. ¿Quién ha traído eso?

— Santa.

— Jae —Taeyong no puede evitar soltar una risita, alegre. Eso alivia el peso en sus hombros. Toma el suavecito suéter, pasa sus brazos por las mangas y su cabeza por el agujero, acomodándolo en su torso. Le queda bien, algo grande. Es calentito—. Tengo un suéter navideño —Dice de manera dulce, emocionado.

Jaehyun le tira de la mano, y el adolescente termina en su regazo, acurrucado contra él. El diablo le alcanza la taza para que siga bebiendo. Jingle Bell Rock cesa, It's the most wonderful time of the year comienza. Los ojos de Taeyong brillan con emoción.

— ¿Quién está abajo?

— Nadie. Santa está poniendo la música —Dice el diablo. Taeyong intenta apartar de su cabeza el hecho de que su familia se fue sin él, realmente lo hace, porque Jaehyun está haciendo algo que está llenando su pecho de amor.

— Jae... —Dice luego de beber de su chocolate caliente. Nuevamente tiene bigotitos, y el diablo no pierde la oportunidad de limpiarlo por su cuenta, con su lengua. Deja un beso suave y casto en los labios de su niño, y cuando ambos se apartan éste último tiene sus ojos llenos de lágrimas, pero continúa sonriendo—...Gracias.

El diablo tan solo pasa sus dedos pulgares por las lagrimitas que amenazan por salir. No es muy bueno recibiendo agradecimientos, porque jamás había hecho algo así por nadie.

— ¿Todo en orden? —Taeyong asiente, sorbiendo su naricita, aún con una sonrisa y dejando la taza en la mesa de noche—. Eso espero. Santa dejó más regalos bajo tu cama, deberías de verlos.

— ¿Ahora?

— Sí.

Y Taeyong se baja todo emocionado, se arrodilla a un lado de su cama y comienza a sacar completamente emocionado muchos paquetes. Sus regalos fueron muchos vinilos de sus artistas favoritos, y algunos nuevos. Calcetines navideños, un cuaderno de tapa negra con una pluma y tinta, libros respecto a teorías de universos paralelos que había sacado de su despacho (confiaba en que Taeyong no revelaría nada del futuro), más anillos y un reloj de bolsillo en números romanos.

A Jaehyun le importaba una mierda la navidad, Jaehyun ni siquiera quería saber cómo festejaba cada persona, y lo fue descubriendo los años que pasó junto a su, ahora, esposo. Esas luces, árboles, regalos, buena música. Familia unida, amigos.

El diablo jamás lo confesaría... pero su niño era su familia.

Su niño merecía todo lo bueno en el mundo. Y se lo daría, comenzando por cosas leves como éstas.

Y era una promesa.

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