Bajo mi piel✔️

By andyloe

241K 19.6K 4.8K

Elizabeth Hill tiene claro lo que desea en su vida: ayudar a los niños del orfanato a conseguir un hogar, des... More

Nota
Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Aviso.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Epílogo.
Extra.
Agradecimientos.
Aviso

Capítulo 30.

4.8K 442 36
By andyloe

Hacía frío. Un frío aterrador.

Mi cuello dolía, y era un dolor punzante, como si me hubiera golpeado contra algo extremadamente duro.

Olía como a desinfectante.

Abrí mis ojos, acostumbrándolos poco a poco a la potente luz. Bien, primero que todo, no podía mover mis manos, ni mis piernas. Me fijé en mis pies, que  atados con una cuerda, y estaba muy apretado. Me encontraba sentada en el suelo helado, mis manos también atadas detrás de mí, alrededor del tubo que sentía contra mi espalda.

Mierda, mierda, mierda...esto no es bueno.

Traté de tomar una respiración profunda, pero el miedo y la ansiedad apretaban mis pulmones, y se me estaba haciendo tan difícil respirar.

Tenía que salir de aquí, ahora.

La cosa era, ¿Qué estaba haciendo aquí en primer lugar?

Trate de recordar. Había salido al supermercado, compré las cosas para el desayuno, me encontré con Dean, y encontré el llavero de Sarah.

El llavero de Sarah.

Mierda.

¿Había sido Dean todo este tiempo?

No, no, no, no podía ser él.

Dean no era un asesino.No tenía sentido. Dean había llamado a la ambulancia ese día.

Tire lo más fuerte posible de las cuerdas en mis muñecas, patalee y grité por ayuda. Nadie respondió. No había otro sonido más que el de la máquina en función, y aún no sabía de dónde venía exactamente el sonido de la máquina. Estaba en una bodega, o al menos, eso era lo que parecía. Las paredes estaban sucias, había moho en todas partes y, aún así, olía a desinfectante.

—¡¡Ayuda!!

Tenía ganas de llorar, estaba muy asustada. Tenía miedo de que alguien apareciera de repente para matarme, y esto no fuera más que el juego previo.

No sentía mi celular en mi bolsillo, y aunque no había ni una sola ventana en la bodega, sabía que era tarde, probablemente había pasado horas inconsciente.

Zack.

Maldición, le dije a Zack que volvería rápido, y ahora estaba aquí encerrada y atada, y él probablemente se esté volviendo loco porque no había regresado. Atraje mis piernas hasta mi pecho, y todavía  con las manos detrás de mi espalda, traté de levantarme.

—Esto no puede estar pasando — mi corazón iba a mil por hora, seguí tirando de las cuerdas, como si se fueran a romper con la fricción del tubo —, por favor, por favor, vamos.

No entendía nada, ¿Me habían dejado en esta bodega, atada, para que muriera de frío, o algo así?

De pronto, se escuchó un portazo, y me encogí del miedo.

—¡¿Elizabeth?!

Observe como Dean entraba a la gran bodega por una puerta situada al lado de un casillero. Sus ojos se movían por todas partes hasta que finalmente se posaron en mí.

Y el miedo se hizo más profundo, sólo que ahora, no estaba solamente asustada, sino muy enojada.

—¿Por qué lo hiciste, Dean? ¿Por qué la mataste? — empecé a decir cuando se acercó a mí, su respiración estaba acelerada, tenía el labio inferior partido, y sus manos temblaron cuando agarro mis hombros — ¡¡No me toques!!

Él dio un paso atrás, aturdido, como si lo que acabara de decir no tuviera sentido.

—Quédate quieta — gruñó, pero yo seguí removiéndome para alejarme de sus manos —, para ya, Elizabeth, no soy el malo aquí, estoy tratando de ayudarte.

—No te creo una mierda, Dean — resople con rabia —, vas a pagar por lo que hiciste.

Él se acercó a mí, su cuerpo se pegó totalmente al mío, y toda la valentía que sentía, se esfumó por completo.
Sentí algo afilado en mi muñeca, y jadeé. Inesperadamente, mis manos fueron liberadas. Dean se apartó de mí cayendo a mis pies, y cortó la cuerda que mantenía mis piernas atadas.

Me aparté de él lo más que pude cuando por fin estuve libre. Él levanto las manos en el aire, y tiro lejos la navaja que tenía, dando un paso atrás, habló.

—No he matado a nadie, Elizabeth — su mandíbula se apretó, sus rasgos se volvieron aún más duros, sin embargo, nunca bajó las manos —. No quiero lastimarte. Tienes que creerme, sé lo que estás pensando, pero yo no mate a Sarah, Elizabeth, de verdad que no lo hice.

—Entonces, ¿Por qué estamos aquí, Dean?

Algo en mi creía en él, creía que de verdad no me iba a hacer daño, y que tampoco le había hecho daño a mi hermana.

—Yo no quería que esto pasara — soltó —, tenía mis sospechas, pero nunca pude demostrar nada con alguna evidencia sólida, y luego está ese estúpido llavero, ¿Cómo nunca me di cuenta de eso?

No estaba entendiéndolo.

— Hay que salir de aquí, Elizabeth, ahora — dio un paso tentativo hacia mí —, yo no te haré daño, pero no puedo prometer nada de él, tenemos que llamar a la policía, y salir de aquí.

Lo detuve a mitad de camino hacia la puerta, él ya había sacado su teléfono del bolsillo, y empezó a marcar.

—¿Quién me hará daño, Dean?

Él no respondió, se quedó en blanco, sosteniendo su teléfono aún en su mano.

—Respóndeme.

—Mi padre, Elizabeth.

—¿Qué?

Dean me tomó del brazo y me arrastro hasta la puerta.

—Él fue quien nos trajo aquí, te golpeó por detrás con una con una llave inglesa, cuando encontraste el llavero de Sarah. Trate de detenerlo, pero se ha vuelto loco, me noqueó y me trajo contigo.

—¿Qué es este lugar? — respondí — ¿Por qué tu padre tenía el llavero de Sarah, Dean? — aclare mi garganta, con el corriendo por mis venas, pregunté —: ¿Él lo hizo? ¿Mató a mi hermana?

Sus ojos eran una mezcla de emociones, ese café brillante ya no estaba, en su lugar, había una tormenta oscura de negación.

—Quiero creer que no, Elizabeth, pero ya no estoy muy seguro.

—Dime la verdad, Dean, mírame a la cara y dime que tu padre no mato a mi hermana. Dime por qué te fuiste de la ciudad en realidad.

—¡Porque la amaba, Elizabeth! Estaba enamorado de Sarah, de la novia de mi hermano. No sabes cómo fue para mí, yo estaba con ella esa noche, yo provoqué todo, si ella no hubiera cruzado esa calle, si yo la hubiera retenido un minuto más, no estaría muerta.

El aire dejo mis pulmones. Estaba completamente impactada por esa confesión, porque nunca se me paso por la cabeza que Dean estuviera enamorado de Sarah.

Y de repente, muchas cosas empezaron a tener sentido. Cada vez que los ojos de Dean se ponían inmensamente tristes cuándo nombraba a Sarah, ciertas actitudes celosas cuando Vlad recordaba a Sarah, cuándo había dicho que ella solo quería lo mejor para todos.

¿Sarah lo sabía?

¿Este era el gran secreto que le ocultaba a Vlad?

Si Vlad se enteraba de que su hermano pequeño estuvo enamorado, enamorado completamente de su novia, él iba a enloquecer.

—¿Tú estuviste con ella? ¿Antes de morir?

Él asintió, sus manos convirtiéndose en puños.

—Esa noche la esperé, sabía que Vlad la había dejado plantada y fui por ella. Nosotros...tuvimos un momento, antes de eso. Quería decirle que la amaba, que no me importaba que estuviera con Vlad, maldición, la amaba, como nunca he amado a alguien — suspiró —. Ella no quería escucharme, y cuándo cruzó la calle, un auto a toda velocidad la atropello. La camioneta se me hizo muy familiar, como la de mi padre. Unas semanas después del accidente, antes de irme de la ciudad, le pregunté a papá por qué el frente de la camioneta tenía una abolladura. Él dijo que la había hecho saliendo de la empresa, y Patrick, su compañero en ese entonces, me lo confirmó.

—Lo siento, Dean, yo no sabía que tú...que tu estabas enamorado de ella — dije tratando de procesar todo —, aún así, no tiene sentido, tuvo que haber sido el ¿Por qué otra razón tendría su llavero?

—No lo sé.

Empezó a marcar el número de la policía.

—Sí lo sabes, Dean, no hay otra explicación para eso, ni mucho menos la hay para que me golpeara y me trajera hasta aquí, atándome para que muriera de frio.

—¡No lo sé, Elizabeth! Papá ha estado mal los últimos meses, dice que escucha voces, se ha vuelto agresivo, y hace cosas sin pensar.

—¿Dónde está, Dean?

—Lo dejé inconsciente en una de las oficinas de aquí, tenemos que llamar a la policía y dejar que se lo lleven al hospital.

Me acerqué a Dean y cogí su rostro en mis manos, haciéndolo mirarme fijamente. Él lo sabía, simplemente no quería aceptarlo.

—Tiene que ir a la cárcel, Dean, el simple hecho de que tenga el llavero de mi hermana muerta ya lo hace un sospechoso. Lo que te dijo Patrick es sólo su tapadera, quería ocultar el hecho de que había atropellado a Sarah.

Él suspiró derrotado y bajo la vista hacia sus botas, y cuando sus ojos volvieron a los míos, estaban húmedos.

—No quiero creer que él sea un asesino, pero ha estado actuando extraño, y siempre tuve mis sospechas. Sólo que ninguna era suficientemente sólida. No quiero imaginar que él mató a Amelia, ni que trato de matarte a ti. Traté de advertirte, Elizabeth, pero tu seguías presionando, y presionando...

Me aleje de él, dejando caer mis brazos.

—¿Cómo que trataste de advertirme?

Él hizo una mueca.

—Yo no quería asustarte...

—¡¿Fuiste tú el que mando esa nota?!

—¡¡Estaba tratando de protegerte!!

La ira que sentía en mi interior era gigantesca. No le di tiempo de decir nada más, le dí un puñetazo en su cara, mis nudillos gritaron de dolor, pero no me importó. Él también me había dado un puñetazo, y había dolido como el infierno.

Dean gimió de dolor agarrándose la mandíbula.

—¡¿Qué mierda, Elizabeth?!

—Eso fue por la vez que me golpeaste, y ni se te ocurra excusarte, porque te emparejo el otro lado.

Él masculló un “Perdón”, pero siguió haciendo muecas de dolor, y volvió a marcar en su teléfono.

—Suéltalo.

Una voz nos hizo congelarnos, giré en mi lugar y me encontré frente a frente con Thomas Brown, quién tenía un moretón en su barbilla, como el que le había dejado a Dean. Pero eso no era lo más importante, lo importante era que sostenía una pistola en sus manos, y apuntaba directamente hacia mí.

Levante mis manos, temblando como una gelatina, asustada de cualquier paso que pudiera dar.

—¡¡Suelta el maldito teléfono, Dean!!

Él dejó caer su celular inmediatamente, pero dentro de la silenciosa y siniestra bodega, se escuchó claramente por el megáfono.

—Hola, 911, ¿en qué podemos ayudarlo?

—No te atrevas a contestar, o te vuelo tu linda cabecita — habló el señor Brown con sus ojos fijos en mi —, quédate muy quieta, y nadie saldrá herido.

—Baja el arma, papá.

La pistola se movió en dirección a Dean.

—Cállate, tú también tienes la culpa en esto, hijo. Sí no hubieras interferido, sí no hubieras preguntado nada desde el principio, nada de esto hubiera pasado.

Me moví un centímetro más cerca de la puerta, y del teléfono en el suelo.

—¿Lo hiciste? ¿Realmente la mataste, papá?

El señor Brown tenía una mirada enloquecida, movía la cabeza como tratando de alejar algo, sin embargo, no respondió.

—¡¡Respóndeme!!

—Sí, yo lo hice — dijo apuntando todavía a Dean —, fue un accidente, hijo, yo no quería hacerlo.

Tenía ganas de vomitar, sentía la bilis subiendo por mi garganta, y no podía verlo a los ojos.

—¿Amelia Finnegan también fue un accidente? — escupí con asco — Trató de matarme, también.

Esos ojos oscuros volvieron a mí, una desagradable sonrisa se extendió por su rostro, y el cañón de la pistola apuntó directamente a mi frente cuando quedo a pocos metros de mí.

—Tú eres un dolor de cabeza, si no hubieras insistido, y sí Amelia no hubiera visto nada ese día, si no hubiera empezado a sospechar de mí, todos estaríamos bien.

—Me da asco, espero que se pudra en la cárcel, para siempre.

Él dio un paso más cerca, y yo di uno hacia atrás.

—Estoy lo suficientemente enfermo cómo para no vivir hasta el día del juicio, así que, si fuera tú, iría sacándome esa idea de la cabeza.

Tenía ganas de gritar, de romper algo, de quietarle esa maldita sonrisa de la cara, porque sabía que era verdad.
Y yo quería que sufriera, que se atormentara el resto de su vida por lo que había hecho.

—Voy a matarte, y no podrás detener eso —dijo.

—Dean te delatará, hará que pagues por lo que hiciste.

Él se fijó en su hijo, quién tenía una mirada de completa decepción en sus ojos, y estaba segura, que en ese momento no veía a su padre como lo que era, su familia.

—No sí yo lo mato primero.

El sonido de la maquina paró de repente, y eso distrajo al hombre frente a mí.

Aproveché su distracción y le propine una patada en su espinilla, y cuando cayó al suelo, le arrebaté el arma. Él se recuperó rápidamente y me tiró al suelo, haciendo que el arma se deslizara de mis manos y rodara lejos.

Trate de levantarme, pero Thomas fue más rápido y agarró mi pelo para luego hacer que mi cabeza impactara en un golpe rápido y duro contra el suelo.

Sentí su cuerpo alejarse del mío, pero no podía hacer nada, el dolor en mi cabeza se extendió y empecé a ver luces raras.

Quería vomitar.

Escuchaba forcejeos, probablemente de Dean y Thomas.

No podía moverme, el golpe me había dejado aturdida y no sentía mis piernas, no podía mover ni un músculo. Las voces de los dos hombres se escuchaban tan lejanas, pero sabía que estaban gritando.

—Para, papá, ¡para!

—¡¡Suelta el arma!!

Dean estaba gritando, se escuchó un quejido de dolor de su parte, y sabía que tenía que ayudarlo. Me obligué a calmar mi respiración y a alejar el dolor en la parte posterior de mi cabeza. Palpé con mis manos a mi alrededor, hasta que encontré la pared, y con mucha lentitud, fui subiendo hasta estar completamente sobre mis pies, con mi espalda apoyada contra la pared.

Dirigí mi vista hacia los dos hombres todavía peleando, y en un momento, el señor Brown le dió un golpe tan duro a Dean que éste rodo hacia un lado, con la cara llena de sangre.
El tiempo se detuvo, Thomas Brown cogió el arma y apuntó directamente hacia mí.

Un segundo paso.

Algo oscuro brilló en sus ojos.

No podía moverme, y lo sabía, iba a morir.

—¡¡Papá!!

Un disparo sonó por toda la bodega, y cerré mis ojos.

Un dolor punzante se extendió por mi estómago, solté un jadeo, y sentí como un líquido caliente brotaba de ahí.

En la lejanía, y casi en mi inconsciencia, se escuchó un par de sirenas de policía. Dolía, mi estómago dolía demasiado, y no pude más.

Caí en el suelo, y la oscuridad me envolvió.




Preparen sus pañuelos mis mini Elizabeth's.

-A🌻

                                      

Continue Reading

You'll Also Like

16.4K 896 36
Siempre que un becado entra los malditos más ricos del instituto se encargan de hacerle la vida un infierno. Porque no importa quién seas tú, no impo...
113K 6.8K 24
Un Coronel demasiado reservado, siempre distante de entablar una conversación con los Tenientes y Sargentos, sin pedir reclutas para su propio pelotó...
153K 9.8K 58
Apasionado... Sí, esa era la palabra que definía a la perfección a Nikolay Lowell, un hombre al que le apasiona todo lo que hace y que, a su vez, es...
4.8K 439 60
¿Cómo es que hago para olvidarme de el? ¿Cómo hago para eliminar esa sensación de cosquilleo y los sentimientos que me genera? Mark Campbell era todo...