Stay With Me.

By hyori17

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Después de tanto tiempo, Catalina vuelve a encontrarse con su primer amor, mismo que resultaba imposible debi... More

¡Anunció!
Prólogo
Conocerte.
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#02
#03
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#6
#07: Fiesta de cumpleaños.
#08 Fiesta de cumpleaños.
#BookTrailer 1
#09
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🌻N O T A🌻
#39
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#44
#45
#46
Capítulo Final parte I.
Capítulo Final parte II
Epílogo.
💫AGRADECIMIENTOS💫

#38

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By hyori17

Capítulo largo.

Capítulo 38| Miénteme y dime que me amas.

Kevin Britt.

Meses después.

Su llamada me había puesto de los nervios, oír su voz suplicándome a que fuera al hotel que se estaba hospedando aun en la ciudad me puso alerta. Había dejado a mi hijo al cuidado de Max, tuve una pequeña discusión con él pero no iba a dejarla así como ella decía que estaba.

¿Y cómo estaba?

Enferma.

No perdí el tiempo y salí como un demente en el auto hasta el hotel en donde Rebeca Ford se estaba hospedando. Y así que, aquí estaba yo tocando la puerta de la habitación hace no más de cinco minutos.

¿Por qué demonios no abre la puerta?

Estoy demasiado preocupado por ella, le escribí que ya estaba aquí a fuera en el pasillo esperando a que me abriera pero simplemente me había dejado el visto.

— ¿Rebeca?

No respondió.

Apoyé mis manos sobre la puerta y las hice puño, cerré los ojos por unos segundos pensando en cómo demonios entrar a la habitación.

¿Debería ir avisarle algún trabajador del hotel?

— ¿Rebeca estas bien?— Volví a preguntar.

— No...—Intentó gritar desde el otro lado de la puerta.

Su voz se escuchaba cansada, dolida.

— Ábreme la puerta, por favor.— Le exigí.

A los pocos segundos la puerta se abrió dejándome ver el aspecto de mi ex novia, su vestido de pijama de seda rojo con su bata mal abrochada fue lo primero que noté y luego lo mal que se veía.

Entre a la habitación sin esperar su autorización y vi todo el desastre que ahí estaba. Los jarrones, la bandeja con platos, vasos tirados y rotos en el suelo; la ropa de su maleta esparcida por la alfombra gris. Y sin más vuelvo a concentrarme en ella, la miré de pies a cabeza sin ningún tipo de vergüenza.

Y entonces me fije que sus pies estaban sangrando por los trozos de vidrios que ella había roto porque sin duda ella lo hizo.

— ¿Rebeca qué...?— Su mirada estaba perdida, sus ojos inyectados en sangre e hinchados me dio una maña señal. Con cuidado estiré mis dedos para tocar su mejilla y apenas lo hago la alejo como si hubiese rozado el fuego.— Estas ardiendo en fiebre.

— N-no tenía a nadie más a quien llamar.— Habló con voz débil.

Sabía que no quería molestar a su amiga mucho menos en el estado avanzando de su embarazo. Así pasé por su lado a buscar su bolso y su celular para llevarla algún hospital cercano.

— No pienso ir al hospital.— Habló cubriéndose más con la bata roja.

Me giré hacia ella furioso.

— ¡Mírate! Apenas y puedes mantenerte de pie, así que iremos al hospital para que te revisen.

— Sabes que odio los hospitales.— Pasó por mi lado dirigiéndose a la cama.

Suspiré.

Rápidamente fui al baño y coloqué el tapón para llenar la bañera con agua fría, al tenerla hasta la mitad fui en busca de la rubia que estaba cubierta con las sabanas de la cama.

— Te voy a meter a la bañera, Rebeca.

Ella me miró con ojos cansados.

— No, será mejor que te vayas.— Dijo enterrando su rostro entre sus manos.

— No he venido hasta aquí por nada.

Sin darle tiempo a que dijera algo más la tomé en mis brazos llevándola al baño. Intento zafarse pero apenas tenía fuerza de su cuerpo, antes de que pudiera meterla ella escondió su rostro en mi pecho.

— No...Kevin, no.— Sollozó.

¿Qué está pasándote?

— Por favor, es por tu bien.

Arrugó entre sus dedos mi camisa azul, me pidió que la bajara y se quitó la bata junto con su vestido de seda, quedándose únicamente en ropa interior. Con cuidado la ayude a meterse a la bañera, soltó un gritó y apretó mi mano pidiéndome a que no fuera de su lado.

Su cuerpo estaba tiritando y su pecho subía y baja con mucha desesperación. Me esforcé en tranquilizarla mientras que ella lloraba pidiendo que esta tortura acabara.

Soltó mi mano y se abrazó las piernas con los brazos y nuevamente con la mirada perdida. La deje un momento sola para ir a buscarle ropa seca, cogí ropa interior y la sacudo por si hay trozo de vidrio en la prenda y luego unos short y una blusa con tirantes.

Antes de volver al baño miró el celular de Rebeca que se encuentra sobre la cama y veo la foto de su ex esposo acompañado de una hermosa mujer.

Cogí el celular y leo la descripción:

"Estamos felices de anunciar a nuestros amigos y familiares que ¡mi novia y yo estamos esperando a nuestro primer bebé! Queríamos estar muy seguros antes de dar la noticia, así que ahora dejo algunas fotos de como la mujer que amo me ha dado la noticia".

Dejé el celular donde estaba y voy al baño, Rebeca seguía aun en la misma posición. Me arrodillo frente a la bañera dejando la ropa sobre la tapa del inodoro y cogí su mano.

— Rebeca, mírame.— Le pedí.

Lo hizo, acuné su rostro entre sus manos con ternura.

— ¿Por qué te torturas?— Se relamió los labios.

— Porque aun lo amo.— Contestó sin titubeo.— Él quería hijos y yo no quise dárselos.— Sollozó.— ¿E-eso me hace ser menos mujer?

— No, no, no, por supuesto que no.— Le digo rápidamente.— Hay muchas mujeres que simplemente no desean traer a una persona al mundo. Y si el...

— Al principio intento obligarme a que tuviéramos un bebé.— Toqué su frente y la fiebre se le estaba bajando.— Pero le dije que no quería y no quiero tener hijos, Kevin. Después lo entendió y me dijo que aun así me amaba y que quería seguir a mi lado, pero sé lo mucho que le ilusionaba tener un bebé...y aun así él y su amante se encargaron de romperme el corazón.

Lloró mucho más fuerte maldiciéndose a sí misma por lo infeliz que se sentía, que no con todo el dinero que ella tenía se sentía feliz, al contrario...se sentía sola.

Cuando salió de la bañera le ayude a vestirse, no puso ningún "pero" y la lleve nuevamente a la cama, llame a servicio de limpieza y algo para que le trajeran de comer. Me encargue en pagar los daños que Rebeca había causado, mientras que ella estaba aferrada a mí con sus ojos cerrados.

Seguramente se quedó dormida.

Cuando el servicio de limpieza se fue me encargue en curarle las heridas de los pies a Rebeca aprovechando que aun dormía y al terminar me siento nuevamente a su lado.

— Kevin...

— ¿Si?— Me recuesto a su lado al momento de oír mi nombre salir de sus labios, su brazo me rodea y se apega más a mí.

— Miénteme y dime que me amas.— El tono en que me lo pidió me partió el corazón.

Aprieto los ojos.

— Rebeca, no...

Ella me corta.

— Por favor, miénteme.

Sus ojos se llenan de lágrimas otra vez. Suelto un suspiro largo y busco sus ojos.

— Te amo, Rebeca.— Digo.

Y lo que le dije fue evidentemente una cruel mentira.

***

Absorto en mis pensamientos de la noche anterior continúo mirándome en el espejo. Me abotono la camisa que he elegido para la ocasión y vuelvo a revisar mi vestimenta. Sí, creo que para haberme amanecido cuidando de Rebeca luzco muy bien para esta noche. Hoy en la mañana se había casado oficialmente (por tercera vez) Robert y Nina en el civil y no alcancé a llegar, seguramente ese será uno de los regaños que recibiré apenas llegue a la fiesta por parte de mi mejor amigo y de su padre.

Estoy agotado pero necesitaba asegurarme que aquella rubia no cometiera alguna locura, charlamos por horas hasta que logre convencerla a buscar ayuda profesional.

Conecto mi mirada a través del espejo, fijándome en el color gris de mi traje. La puerta se abre y el rubio de mi amigo entra con una copa de vino mirándome con cara de pocos amigos.

— ¿Seguirás echándome bronca por haber ido a verla?— Le pregunto.

Max se apoya contra la pared y le da un largo sorbo a su vino tinto. Llevaba puesto un chándal gris y unas pantuflas del mismo color dejando a la vista su torso desnudo. Antes de que yo llegara se estaba divirtiendo con una mujer nueve años mayor que él pero a decir verdad me pareció una mujer muy atractiva y estoy segurísimo que aquella aventura de una tarde está casada.

— ¿No te das cuenta que Rebeca solamente te esa usando? No sé en qué momento se volvió un grano en el culo.— Dijo.— Es que hombre no logro entenderte.— Seguí mirándolo por el espejo.— Hace un par de meses nos amenazó, te chantajeo para que le dieras un poco de amor y luego volvió a mandarte a la mismísima mierda. ¿Y ahora vuelve a buscarte?

Apreté la mandíbula.

— Rebeca me necesitaba, está muy mal y he decidido ayudarla a buscarle ayuda profesional.— Mi amigo se echó a reír.— Se siente demasiado sola, tiene ceberos problemas con ella misma que debe resolver pero no puede hacerlo sola.

— ¿Cuándo será el maldito día en que dejes de ayudar a todo el mundo y te ayudes de una vez por todas a ti mismo, Kevin?— Max parecía furioso.— ¡Y no me vengas con que no la necesitas! Ambos sabemos que la noche de tu accidente aun te persigue por las noches, es una suerte que Sam tiene el sueño pesado y no te oye gritar el nombre su madre muerta.

— Max...— Intento que paré.

— Por una vez haz algo por ti, hombre, tuviste la oportunidad de estar con la mujer de la que estás enamorado y también la dejaste ir ¿por qué?— Quiso saber.— ¿Por qué no te quedaste luchaste por lo que sientes?

— ¿No crees que ya es suficiente?— Me giré hacia él.— Y si me fui de esa casa y me alejé de ella es para que después no duela tanto cuando me vaya a Francia.

Suspiró.

— Vas a recordarla a cada segundo y eso amigo.— Sonrió.— Va a dolerte muchísimo más.— Porque lo que sientes por esa chica es muchísimo más fuerte por lo que llegaste a sentir alguna vez por tu ex novia.

Me lo quedo viendo con la mandíbula apretada.

— Tienes razón, pero no pienso interponerme en su relación mucho menos sabiendo la situación de salud en la que esta su novio. Y volviendo a Rebeca le ayudare a buscar ayuda y te juro que no la volveré a ver.

— A mí no tienes que jurarme nada, júratelo a ti mismo.

Dicho eso mi amigo sale de la habitación. Suelto un sonoro suspiro y vuelvo a mirarme al espejo.

Vaya noche que me espera.

***

— Me voy a la fiesta, Max.— Dije ante el umbral.

Cuando Max vio que no iba a llegar a tiempo a la boda se encargó en llevar a mi hijo a donde se iba a realizar. Así que en estos momentos Sam está en casa de Robert donde será la fiesta, toda su familia, amigos estarán presentes.

— Tráeme pastel.— Es lo único que alcano a oír antes de cerrar la puerta detrás de mí.

Había unos cuantos vehículos estacionados tantos en el jardín delantero de la casa como en frente de esta. Y apenas me bajé de mi coche, vi a Catalina bajarse de un jeep, rodeó el vehículo y abrió la puerta trasera para bajar una silla de ruedas.

— Papá mando a colocar una rampla para subir a la carpa.— Le oí decirle su novio apenas ella abrió la puerta del copiloto.

— E-eso e-es m-marav-villoso, le da-daré las gra-gracias a tu pad-dre.— Dijo él.

Cuando vi que Catalina iba ayudarlo a bajarse no tarde en acerque a ellos para prestar de mi ayuda. Sus ojos color miel se fijaron en mí y me regalo una pequeña sonrisa.

— Déjame ayudarte.— Luke asiente, pasé mi brazo por la parte de atrás de su espalda para afirmarlo y él al apoyar sus pies en el pavimento flaquearon y rápidamente lo a sujeto con mucho más fuerza para evitar que caiga.

Catalina le acomoda la silla y con cuidado lo siento en ella.

— Gr-gracias.— Dice.

Catalina vuelve a regalarme una sonrisa de labios cerrados y se dirige con su novio a la carpa donde es la fiesta.

Catalina vestía con un hermoso vestido color bermellón, liso, de cuello redondo. Es acampanado y sin mangas, unos tacones del mismo color. Y su cabello lo llevaba en un moño de bailarina con dos mechones delgados sueltos en ambos lados de su rostro

Ya dentro en la fiesta me acerque a felicitar a los recién casados y, como esperaba Robert me había regañado por no haberme presentado esta mañana. Me separo de ellos un momento y veo a hijo jugar con Ángel, corrían de un lugar a otro riéndose a carcajadas.

— Para mi boda también fuiste con un traje gris.— Oí la voz de Melanie detrás de mis espaldas y me giré hacia ella, lucia con un vestido largo color negro con un escote corazón, estaba estampados con flores negras y perlas.

Su vientre de siete meses ya era notorio y sus manos no dejaban de acariciarlo, sonreí y estiré mi mano para acariciar su vientre ya bastante crecido.

— El gris me queda bastante bien.— Le contestó.— ¿Ya le tienen nombre a la bebé?— Negó con la cabeza.— ¿Y eso?

Iban a tener una niña, en la pequeña fiesta que organizaron para saber el sexo de su bebé estaban todos seguros que iba a ser un niño pero el deseo de James de querer una niña se hizo realidad. No fue con el típico globo no, sino que el cuñado de mi mejor amigo hizo todo un espectáculo para saber el sexo de su tercer sobrino/a. Unos de sus amigos manejan una avioneta y con ello revelaron género.

— James no se decide con los nombres.— Soltó una risita.— Tiene muchos en mente.— Se ríe.

Lo supuse.

— ¿Y cuáles?

Se puso a pensar mientras veíamos como los novios bailaban en medio de la pista.

— Ariadne, Bianca y Hope son sus favoritos.

— Me gusta Ariadne.

— Estoy de acuerdo.— Ambos sonreímos.

James llego a los pocos minutos uniéndose a nuestra conversación. Decidimos irnos a sentarnos a nuestras respectivas mesas, Melanie estaba sentada junto a sus padres y su hijo menor, mientras que James y yo nos sentamos un poco más alejados de ellos. Ángel y Sam no tardaron en venir hacia nosotros, le arreglé la corbata de su elegante trajecito y nuevamente se marchó a jugar con su amigo.

Me tomé molestia en echarles un vistazo a los demás invitados. Conocía a unos cuantos, los había visto alguna vez aquí en alguna comida que organizaba Robert una vez por mes, otros salían en revistas y muy reconocida nacionalmente. A simple vista tenían ese aspecto de: riqueza, esa certeza de que nada les faltará en la vida, el de tener derecho a todo y tú no por ser menos al no tener poder y dinero. Siempre me preguntaba si alguna vez en la vida les había hecho falta algo, si es que con el dinero lo tenían todo ese todo a lo que llamamos felicidad.

Yo no nací en cuna de oro como muchos de aquí, sufrí abuso físico por parte de mi familia, fui menospreciado por mi progenitora por ser hijo de una violación. Mi padre de lo poco y nada que recuerdo es que cuido de mí y decía lo mucho que me quería hasta que murió y me dejo en manos de mi madre y de mi hermano mayor, ¿pero después? Me echaron como un perro y fueron mis tíos quienes cuidaron de mí hasta que decidí venirme con James a esta ciudad.

Nunca tuve nada, siempre me sentí un completo inútil por vivir acosta del dinero de Robert al llegar a su casa como un acogido, nunca me reclamo nada y nunca me pidió nada a cambio de vivir bajo su techo. Pero quería devolverle el favor, quería agradecerle por haber recibido así en su hogar como un hijo más y se lo demostré. Estudié y me esforcé muchísimo para abrir mi primer restaurante hasta que tuvo la fama que tuvo y logre abrir más en otras ciudades.

¿Y se siente orgullos?

Pues sí, él mismo me lo dijo al vernos después de años.

"Eres como un hijo y siempre serás un orgullo para mí".

Esa fueron sus palabras y aquí estoy ahora, no lo obtuve para nada fácil y me costó demasiadas lágrimas para tener lo que tengo ahora. No soy multimillonario pero tengo suficiente dinero para darme ciertos lujos para Sam y darle lo mismo al nuevo miembro de la familia que pronto estará con nosotros.

Mi vista se detiene entonces en Catalina que estaba sentada en el regazo de su novio, se estaba riendo de algo que él le decía y se veía tan hermosa cuando sonreía.

— ¿Estas bien?— Preguntó James.

Volvió a sentarse al otro lado de la mesa, no sé en qué momento se había ido.

― Sí.― Miento. Solté un pequeño suspiro, dándome cuenta lo mal que me hace verla con su novio.

― Deberías ser menos obvio, amigo.― Lo miré.― Hace mucho tiempo me di cuenta de lo que sientes por mi hermana.

Mierda.

― ¿Qué?― Me giré por completo hacia él, James apoyó sus brazos sobre el mantel blanco.

Alzó la comisura del lado derecho.

― Y ella es el motivo por el cual decidiste ir vivirte con Max.

Suspiro porque sé lo mucho que mi mejor amigo me conoce y mentirle sería peor, pero también sé que va llenarme de pregunta cuando admita de mi propia boca que su hermana menor me vuelve loco, que estaba enamorado de ella. No estaba en mi planes decirle a James ni mucho menos a Robert por lo que siento por Catalina, a James porque no quería arruinar nuestra amistad porque aunque no lo demostrase muy a menudo sé lo mucho que significa Catalina en su vida. Y Robert es otro caso, no quiero que imagine cosas erróneas de mi si llego a decirle lo que siento por su hija pero he sido muy obvio y si James ya se dio cuenta yo creo que él también.

― James...

― No tienes que negármelo frente a mis narices, pero quiero hacerte una pregunta.― Le sostuve la mirada.― Voy a preguntar esto una sola vez y espero que seas sincero conmigo.

Tomé una respiración profunda.

Sé cuánto odias las mentiras, James.

― Te escucho.

― ¿Llegó a pasar algo entre Catalina y tú?― Era más que obvio que preguntaría aquello.

<< ¿Le dirás la verdad?>>

― Sí.― Admito y apoyó mis brazos sobre el mantel blanco también.― No voy a entrar en detalles y...

― Tampoco te los estoy exigiendo.― Me cortó.― Nada más quería que me lo confirmaras.

James se pone de pie, me da una sonrisa que por primera vez desde que nos conocemos que no logro descifrar.

― ¿Te molesta lo que yo siento por ella?― Melanie se viene hacia nosotros con Luke tomado de las manos.

― No. Lo único que voy a pedirte no como mejor amigo sino como el hermano de aquella chica.― Ambos miramos en dirección a Catalina, quien estaba a la altura de su novio arreglándole el cabello mientras aquel chico rubio le sonreía con amor.― Es que no le hagas daño, creo que tiene suficiente con que cargar.― Melanie se detiene frente a su esposo y vuelven a irse.

Suspiró.

Voy al bar a buscar una bebida. Me abrí paso entre las mesas cubiertas de manteles blanco, que tenían cubiertos y copas.

― Quiero un tequila, por favor.― Le digo al barman, al llegar al frente.

― En unos segundos, señor.

El barman me sirvió lo que pedí y le agradezco, cogí el vaso y comencé a caminar por alrededor mientras me bebía mi vaso con tequila. Charle con unas cuantas personas, rechace sutilmente a unas lindas jovencitas que me invitaron a bailar hasta que me senté frente a la pista de baile donde estaba bailando Catalina junto con su padre.

― ¿P-podrías al-alcanzarme mi be-bebida, po-por favor?― Giré mi rostro encantándome con el novio de Catalina.

Le alcancé su bebida y se la di.

― Gr-gracias.

— Desde que Catalina está contigo se le ha visto muy feliz.— Le digo, puedo sentir sus ojos puestos sobre mí.— Es una chica muy hermosa y encantadora, puedo entender lo que viste en ella.

— ¿E-Estas e-enamorado d-de e-ella, v-verdad?— Miré al chico.

— Como tú también lo estas de ella.— Le contesté.— Esa mujer me provoca tantos sentimientos que no sé cómo explicarlos.

— T-Te pr-pro...— Se detiene un momento, noté como sus manos se vuelven puño tras la dificultad que tiene al hablar.— Pro-prova amor.

Sonreí.

— Sí, me provoca amor.

— E-ella lo-logra i-iluminar el m-mundo d-de cu-cualquier pe-persona. Y gr-gracias a e-esa mujer y-yo conocí l-lo que e-es el a-amor, l-lo que es sentirse f-feliz.

Catalina estaba enamorado de este chico y puedo darme cuenta de lo que vio en él, a pesar de las circunstancia sigue sonriendo y mirando el mundo con color.

— Me alegra mucho que estés en su vida, Luke.— Le digo con sinceridad.

Saca del bolsillo de su saco una hoja doblada, la mira por unos segundos y luego me la extiende a lo que yo lo miré con el ceño fruncido.

— ¿Es para mí?

— Q-Quiero qu-que lo le-leas cua-cuando es-estés solo.

— Luke, no tienes que...

— ¡Amor!— Catalina se pone a la altura de su novio y le da un fugaz beso en los labios.— ¿De que hablaban?— Preguntó.

Miré a su novio.

— D-de l-lo mala qu-que eres ha-haciendo gru-grullas de papel.— Se echó a reír y no pude evitar reírme junto a él.

Catalina rueda los ojos.

— Me estoy esforzando así que no le creas nada de lo que te diga, Kev.— Sonrió.— ¡Mira quienes llegaron!— Ambos miramos hacia la entrada de la carpa, sus dos mejores amigos habían entrado, su amiga Lisa vestía con un vestido rosa palo dejando a la vista su abultado vientre de embarazo y su amigo vestía con un traje azul oscuro.— Vamos a saludarlos.— Le dijo a Luke.— En seguida volvemos.

Luke me sonríe y es llevada por su novia donde están sus amigos. Decido salir un momento de la carpa para tomar un poco de aire y decido leer lo que sea que haya escrito Luke para mí.

Kevin:

Cuando leas esto, tal vez ya estés de vuelta de tu largo viaje en Francia y estés dispuesto a luchar por la mujer que amas. ¿Y Sabes? Catalina llego hablarme mucho de ti, de tu historia y de lo que deseabas hacer con aquel niño que esperaba un hogar. Siempre pensé que personas así ya no existían en el mundo, pero vaya, estás tú.

Y me gustaría decirte tantas cosas que no lograre decirte en persona, en primer lugar quiero que cuides de ella cuando ya no esté aquí porque va a necesitarte, porque sé lo mucho que has significado en su vida como ella en la tuya. Lo segundo es que no me quedaba muchísimo tiempo de vida, tras una larga conversación con mis padres y mis dos hermanos mayores había decidido dejar el tratamiento al darme cuenta que no estaba siendo mucho por mí, y sí, iba alargarme un poco más de tiempo de vida pero eso no es lo que quería para mí ni muchos menos para ella como para mi familia.

No iba ser yo mismo estando en una cama postrado ver como mi familia y la mujer que amo sufren por el estado lamentable en que el estaré hoy tal vez en meses o en semanas. Estoy consciente también de que haber entrado a la vida de Catalina le traería dolor y pena, y espero que un día, cuando esa tristeza se vaya de su corazón por mi ausencia, encuentre esa felicidad que tanto se merece y que yo no alcanzare a darle.

Y tú tienes que estar ahí para ella, enamórate una y mil veces de esos ojos color miel como lo hice yo alguna vez. Porque estoy seguro que en su corazón sigues tú y algo más Kevin Britt.

Tú también debes hacer algo asombroso y es ser feliz, porque todos merecemos amar y ser amados.

Luke.

Nota La carta que le escribió Luke a Kevin fue escrita por su madre ya que por su dificultad de escribir se le hizo difícil. Luke pensaba entregárselo (más bien Carla) cuando muriera pero vio que era necesario dárselo antes como para preparar y estar al pendiente de Catalina cuando ya no fuera capaz de mover un musculo más.


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