Escapando del infierno (+21)

By girl_blue_666

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Adrien nunca había viajado a Estados Unidos, pero cuando tienes una ex psicópata, cualquiera lo hace ¿No? Pu... More

PERSONAJES
Praesagium
⚠️ ADVERTENCIA ⚠️
CAPÍTULO 1 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 2 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 3 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 4 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 5 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 6 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 7 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 8 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 9 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 10 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 11 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 12 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 13 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 14 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 15 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 17 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 18 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 19 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 20 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 21 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 22 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 23 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 24 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 25 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 26 (CORREGIDO)
Capítulo 27 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 28 (CORREGIDO)
Capítulo 29 (CORREGIDO)
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36; Parte 1
Capítulo 36; Parte 2
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40 //FINAL//
Epilogo
Praesagium
⚠️ NOTICIA IMPORTANTE ⚠️
EXTRA
EXTRA 2
EXTRA 3
EXTRA 4
EXTRA 5
CONTINUACIÓN
EXTRA 6

CAPÍTULO 16 (CORREGIDO)

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By girl_blue_666


Hanna Morgan

Entro a mi cuarto escuchando cada palabra de Alex sobre Diego. Me detengo en el marco de la puerta y veo detenidamente mi cuarto.

Una cama enorme en el centro con un cobertor blanco en ella, un sofá a un costado y una pequeña mesa para té a su lado, nunca la use para el té, muchas veces la use para formar líneas de coca.

Junto a la ventana sigue mi escritorio con los libros de mi último año. Me siento en la blanda silla y acarició la tapa dura de uno, lo abro todavía escuchando a Alex hablar y tragó saliva al ver garabatos y corazones. Leo uno.

"Aarón y Hanna para siempre"

Qué ridícula.

Cierro el libro poniéndolo debajo de los demás, miro las cartas selladas de universidades prestigiosas. Todas siguen ordenadas alfabéticamente como la última vez que las toque. Miro algunos apuntes de mis clases y luego giro en la silla prestando atención a lo que habla Alex.

— Entonces me subió a sus hombros y saque fotos muy hermosas de la ciudad, iré a buscarlas. — Me sonríe ampliamente y sale corriendo del cuarto.

Rio negando, me afirmo de la silla y me impulso con los pies haciendo que la silla se deslice hasta el otro costado del cuarto.

Mi primer teclado sigue intacto, tocó algunas notas y sonrió al ver que está desafinado. Miro el estante a un lado y mis composiciones siguen allí, nunca fui capaz de tocarlas en público, Aarón fue el único que las escucho todas.

¿Adrien querrá escucharlas?

Tomo una con cuidado de no estropearla y paseo mis ojos por la tablatura escuchando en mi mente cada nota cuando la recuerdo. La dejó donde estaba y comienzo a tocar el teclado, suena mal pero aun así mi canción suena hermosa.

Dejó de tocar al escuchar pasos en el pasillo y giró la silla viendo a Alex entrar con una carpeta verde. Me pide que me acerque moviendo su mano y abre la carpeta sobre mi cama sacando las fotos.

Me acerco en la silla y recuesto mi torso sobre la cama viendo las fotografías. Tiene talento, las luces neón de los edificios se veían borrosas en algunas mientras que todo lo demás se veía con nitidez. Otras eran del horizonte anaranjado con la vista de la cima de los rascacielos en la parte de abajo. Tomo una de Diego y podría jurar que las luces detrás de su cuerpo no son reales, sino que son hechas en una computadora.

— Alex esto es...

— ¿Te gustan? — Sonríe ampliamente con sus ojos llenos de ilusión.

— Me encantan, ¿Por qué Diego no ha subido está a Instagram? — Rio y le extiendo la foto cuando comienza a guardarlas.

— No sabe que existe. — Murmura divertida y alcanzó a ver cómo sus mejillas se sonrojan.

Las alertas se encienden.

— ¿Alex Morgan?

— ¿Por qué me llamas por mi nombre completo? — Ríe divertida mirando la foto del moreno.

— ¿Te gusta tu profesor particular? — Alzó una ceja y ella se sonroja más todavía y me mira como si me hubiese vuelto loca.

— ¿Gustarme Diego? ¡Iu Hanna! Lo conozco de toda la vida, es como un hermano más. — Deja de mirarme y guarda la foto con cuidado junto a las demás.

— Ya tienes dieciséis Alex, es normal que sientas atracción por un chico o una chica...

— ¡No me gusta! — Ríe avergonzada y sonrió ampliamente.

— Claro que te gusta, incluso le sacas fotos a escondidas. ¿Él sabe? — Miro la puerta abierta de mi cuarto y me inclino hacia ella.

Alex mira la puerta al igual que yo y niega.

— No va a saberlo nunca, tiene tu edad, ¿Te das cuenta de los años que nos llevamos? Todos dirían que realmente es un pedófilo si él me correspondiera.

— Cierto. — Asiento lentamente. — ¿Las gemelas saben?

— Solo Cass, Meg por otro lado le coquetea mucho. — Frunce el ceño y no puedo evitar reír ante sus celos de adolescente.

Es normal que le guste el latino, es el único chico atractivo que ha visto en persona. La razón de eso es que Alex no ha salido nunca de los terrenos de la familia, a diferencia de los demás, ella ha sido la única que ha sido educada en casa. Las gemelas igual iban a serlo, pero Cass es buena con las palabras y convenció a nuestro padre para que las dejaran ir a la escuela privada.

— ¿Qué hay de papá? ¿Sigue odiándolo?

— Pues... Ahora le dirige la palabra, aunque se molestó la semana pasada porque me sacó a escondida de los guardias para ir a fotografiar las montañas. — Ríe un poco y se tira sobre mi cama suspirando dramáticamente. — Lo nuestro es un amor imposible.

— Que dramática, creo que te estas juntando mucho con Henry. — Sonrió divertida y ella ríe comenzando a hablar otra vez de lo genial y hermoso que es el chico.

Diego es uno de los amigos normales que tuve durante mi adolescencia, no era un pijo ni tampoco un drogadicto, en realidad él me regalaba botellas de aguas en la tienda de su padre cada vez después de unas líneas.

A los dieciocho antes de irme, él comenzó a salir con una chica de diecisiete, la cual, al terminar con él, lo denunció porque ella era menor de edad.

El caso nunca llegó a nada porque había mucha evidencia de que era una relación amorosa por ambas partes, se llevaban solo un año, pero de todas maneras lo tacharon de pedófilo en la ciudad.

Incluso su padre lo sacó de la tienda porque espantaba a la gente.

El chico había comenzado su carrera de pedagogía en historia solo hace unos meses y sin trabajo, la ansiedad de como pagaría su carrera se lo comía vivo. Entonces antes de mi recaída y la muerte de Tanner, lo contrate para que fuera uno de los profesores particulares de Alex.

Desde entonces vive en la Mansión Morgan.

— ¿Crees que papá lo aceptaría como mi novio algún día? — Me mira esperanzada y yo estiro mi mano hacía su cabello con una sonrisa.

— Sabes que somos las consentidas de papi, se enojara por un tiempo, pero lo aceptara.

— Eso espero, porque me gusta mucho. — Ríe tomándose las mejillas sonrojadas y rio negando.

— Y así tuviste el descaro de mentirme hace un rato.

Me sonríe con inocencia y arrastró la silla otra vez al escritorio.

— Oye Hanna, ¿Crees que pueda irme pronto a vivir contigo al Penthouse? — Avanzó hacia ella y me recuesto a su lado sonriéndole.

— Creo en eso. — Mentí viendo cómo sus ojos brillaron de emoción y no aparté la mirada.

Eso de que no se puede mentir mirando a los ojos es una gran mentira.

Papá fue muy considerado al darme su perfección en la hora de mentir.

Alex sonrió y asintió complacida con mi respuesta. No me gustaba mentirle a Alex, pero a lo largo de mi vida he aprendido que una mentira piadosa es mil veces mejor que la verdad.

La adolescente de ojos celestes volvió a mirar la puerta abierta y luego me miro con malicia.

— ¿Cómo conociste a Adrien?

Supe desde el momento que vio a Adrien que pensó que era mi novio, cómo la chica no sale mucho, no tiene ni la menor idea de mis aventuras de una noche. Ni tampoco de que nunca tendría un novio como él.

Comienzo a contarle la historia del extranjero y ella me escucha atenta con una mirada divertida. Obviamente me salto muchos detalles como que la primera vez que nos vimos yo estaba montando a Ryder.

— Ustedes dos son tan chismosas. — Giro rápidamente mi rostro y sonrío al ver a Cass entrar. Se sube a la cama con nosotras y le desordena el cabello a Alex haciendo que la chica se queje.

»— Hanna, ya habla sobre ese bombón que trajiste. — Mueve sus cejas arriba y abajo y yo sólo niego divertida.

— Cuidado Cassie Morgan, el hombre es mayor que tú. — Miro de reojo a Alex y ella me mira mal sonrojándose.

— Ah no te preocupes por mí, yo me preocuparía por Meg, ya se olvidó de Diego y ahora está espiando la sala de juegos para ver a ese macho fortachón. — Ríe alzando su brazo y hace como si tuviera músculos.

— ¿Escuchaste eso Alex? Se olvidó de Diego. — Miro a mi hermana menor divertida.

— Oh si Alexita, yo que tu ataco ahora. — Cassie rio roncamente. — Grrrr. — Ronronea haciendo como si su mano fuera una garra y no puedo evitar reír.

— No las soporto a ustedes dos juntas. — Se levanta con el rostro enrojecido tomando su carpeta y sale de mi cuarto.

— ¡NO OLVIDES BESARLO COMO BESAS A TU OSO DE PELUCHE!

— ¡CASS SHHH!

Rio con mi hermana sobre mi cama y me siento arreglando el borde de mi vestido.

— Hey, es la menor, debes tratarla bien.

— Ay por favor, solo nos llevamos un año. — Ríe sentándose y mira mi vestido detenidamente para luego mirar su ropa holgada.

— ¿Algún día dejaras de acomplejarte? — Alzó una ceja hacía ella y suspira profundamente.

— Para ti es fácil decirlo, tienes un cuerpo perfecto y yo... — Hace una mueca. — Si usara ropa de mi talla todos comenzarían a criticarme y a compararme con Meg.

— ¿Y qué importa? Ya lo hacen de todos modos. — Me levanto extendiéndole una mano y ella la acepta. Avanzo con ella hacía mi gran armario y busco entre mi ropa de la adolescencia, ese vestido qué nunca pude usar.

»— ¿Ya tienes tu vestido para la graduación?

— No pensaba ir. — Se alza de brazos y sigue viendo mi ropa la cual es muy parecida a la de ella, solo qué colorida.

— Usa el mío. — Abro el protector negro y se lo extiendo a mi hermana con una sonrisa.

— Te veías como una jodida princesa, si tan solo todos te hubieran visto usarlo. — Lo mira maravillada tocando la tela y niega. — No es mi talla.

— No me jodas y pruébatelo. — Salgo del armario cerrando las puertas y voy hacía mis repisas buscando la tiara que me mandó la escuela por haber sido la reina del baile, reina que no se presentó.

La tomo con cuidado y suspiró profundamente.

No me arrepiento de haber faltado, si hubiese ido no estaría donde estoy ahora, era mi baile de graduación o viajar con Thomas a San Francisco.

Tampoco tenía acompañante para ir si me hubiese quedado, Aarón dijo que no iría al baile con una drogadicta.

— Hannita.

Alzo mi mirada y estiro mis comisuras al ver a la chica del vestido rosa pálido. Meghan entra sonriendo y me abraza con fuerza.

»— Sabía que vendrías, muy en el fondo yo sé que la amas.

Dejó de sonreír y le correspondo el abrazo apoyando mi mentón sobre su cabeza.

— Lo único que amo relacionado con ella es que no tuviera control sobre sus piernas y las abriera para darme un montón de hermanos feos.

Meg ríe suavemente y se aparta de mi mirando la tiara.

— Es hermosa, la última semana vine muchas veces a probármela. — La toma y se la pone en la cabeza mirándose en el espejo en la pared. Sonríe y toma los bordes de su vestido haciendo una reverencia elegante.

Mientras que Cassie es bruta y mal hablada, Meghan es delicada y adorable. Eso es resultado de que cuando pequeñas Cass se juntara más con Chad y Meghan con sus amigas pijas.

»— Todos dicen que es probable que yo gane.

— Obvio que ganarás, siempre que los Morgan están en esa escuela ganamos, belleza natural, hermanita. — Le guiño un ojo divertida. Ella ríe negando mirándose todavía y luego deja de moverse cambiando su expresión a una triste.

— ¿Qué hay de Cass? Sé sentirá mal si no gana ella.

— A Cass le importa una mierda ganar una estúpida corona. — Rio sentándome otra vez en mi cama. — Sin ofender claro. — La señalo divertida y ella se sonroja más quitándose la tiara.

— Dice eso, pero yo compartí vientre con ella, odia cuando yo recibo halagos y a ella solo le dan esa mirada por la ropa que usa.

Asiento lentamente y me miro al espejo frente a mí.

La belleza de Los Morgan esconde muchas inseguridades.

— Yo encuentro que su ropa es Cool.

— ¿Y si es tan Cool por qué nunca usas ropa holgada? — Alza una ceja cruzándose de brazos hacía mí.

— Por qué me veo mil veces más sexy con vestidos ajustados, ¿No crees? — Rio con malicia levantándome y pasó mis manos por mis costados moldeando mi figura.

Meg me mira avergonzada y no puedo evitar reír más.

»— Te diría que cuando grande tendrás mis curvas, pero eso es imposible, nadie nunca será tan sexy como yo.

— Ya se había demorado la llegada de la Hanna narcisista.

— ¿Verdad? — Rio admirando el reflejo de mi cuerpo.

— No alcanzó el cierre.

Ambas nos giramos hacia las puertas de mi armario.

Cass lucía un hermoso vestido literalmente como el de una princesa. Era más celeste de lo que recordaba y se arrastraba en el suelo más de lo normal ya qué ella es más baja.

— Meghan tacones.

La chica asiente y sale corriendo de mi cuarto. Me acerco a la castaña acomodando las mangas caídas sobre sus brazos y la tela que comienza a caer desde su cintura.

— No me pondré tacones.

— Si te pondrás, ahora Shhh.

Subo el cierre con cuidado y estiro de la tela para que suba en sus omoplatos, pero no logro que suba por completo. Cass se queja cuando enderezó sus hombros.

— Hanna no subirá...

— No seas tonta, tus pechos no son tan grandes.

— Hanna, no subirá. — Repite con un tono decepcionado. Sigo intentando y ella se aparta. — Soy gorda, no va a subir.

Dejó el cierre y tomo su rostro frunciendo el ceño.

— No eres gorda.

— Lo soy. — Se aparta con los ojos aguados y levanta la tela celeste desde la abertura de la pierna mostrándome su vientre. — Nunca me quedará tu vestido por qué soy gorda.

Miro su vientre y comienzo a reír a carcajadas. Cass me mira confundida y trato de dejar de reír cubriéndome la boca.

— Nena no eres gorda, solo eres una vaga que no va al gimnasio. — Rio y pinchó su vientre con un dedo. — ¿Cuantos kilos son? ¿Unos cinco de más? Puede que no seas delgada y menuda como Meg, pero eso no te convierte en una gorda.

— Todos van a empezar a diferenciarnos por qué ella es la delgada y yo la gorda.

— ¿Y desde cuando eso te importa?

— Desde que el chico que me gusta, le gusta Meg.

Ya me olvidaba de que son adolescentes.

— ¿Qué hay del pelirrojo?

— Solo salía con él para darle celos a mi crush, pero cómo soy gorda no le importo.

— Cass, deja de decir que eres gorda, hay personas que en vez de cinco kilos de más tienen cincuenta, y ellos tienen que hacer muchas mierdas para poder bajarlos, y no siempre lo logran. Tú en cambio con una rutina de gimnasio los bajaras en ¿Cuánto? ¿Tres meses?

»— Y si ese chico no gusta de ti solo por esos cinco kilos de más, es un imbécil. ¿Entendido? Tú y Meghan son muy diferentes, y si le gusta ella no es por su físico, es por su personalidad, ya llegara alguien a quien sí le guste la mierda que eres. — Sonrío y ella ríe abrazándome con fuerza.

— Solo tú puedes terminar un discurso para la autoestima diciendo que soy una mierda.

— Ah, pero es que te conozco, y pobre del alma que quiera pasar su vida contigo. — Reímos juntas y vuelvo a su espalda tratando de subir el cierre una vez más. — Enderézate, esta vez si sube.

Me hace caso y con algo de dificultad, logro subirlo por completo.

»— ¿Qué te dije?

— Qué soy una mierda. — Murmura divertida y le doy un golpe en la cabeza riendo.

— Supéralo.

— ¡Aquí están los tacones! — Meg entra agitada y me extiende unos tacones de cristal sonriendo.

— Quiero unos de estos. — Murmuro y me agacho con cuidado poniéndolos en los pies de Cass.

Meg sonríe yendo por la tiara y la pone en la cabeza de su hermana.

— Te ves tan hermosa.

— Yo creo que me veo como una mierda.

— Una mierda Sexy. — Ella concuerda conmigo asintiendo y Meg nos mira confundida. Tomo la mano de Cass y la llevó frente al espejo en la pared.

— ¿Creen que los chicos se caigan de culo si me ven?

— Si Chad te ve, no te dejara salir nunca más en la vida, ¿Quieres correr ese riesgo?

— Nah, dejémoslo entre nosotras. — Ríe y saco mi móvil del bolsillo de la chaqueta. Nos tomamos unas cuantas fotos y luego escuchamos risas ruidosas en el pasillo.

Las tres nos giramos hacía la puerta y no pasó mucho hasta que vemos a nuestros dos hermanos mayores cargar a Adrien. Es algo gracioso de ver ya que es igual de alto que Derek y musculoso que Chad, y ni así se lo pueden.

Lo dejan sobre mi cama y se arrojan sobre ella riendo.

— Les dije que lo cuidaran.

— Lo cuidamos. — Habla el rubio desde la puerta y se tambalea divertido.

— ¿Cuánto lo hicieron beber para que no pueda caminar por sí mismo? — Me acerco a la cama y tomo el rostro de Adrien dándole suaves golpes.

Está muerto de ebrio.

»— ¿Cuánto bebió?

— Ni siquiera sé cuánto bebí yo. — Habla Chad.

Miro preocupada a Derek y él ríe a carcajadas.

— Es muy malo en el póker y en el pool, pero tiene un gran aguante con el vodka y el whisky.

— Pero no aguanto el tequila, cayó rendido al tercer shot. — Chad se sienta en la cama.

Mierda.

Toco el rostro del hombre tomándole la temperatura y me relajo cuando no está frío ni con fiebre.

— Relájate, tu prometido no se va a morir, ya lo vio Ethan y dijo que solo tenía que dormir. — Derek me sonríe ligeramente y luego desordena mi cabello.

— Son unos idiotas. — Habla Cass y los tres se giran hacia ella mirándola asombrados.

Chad abre tanto los ojos que creo que pueden llegar a salirse, se levanta asustado y se quita la sudadera con torpeza para luego cubrir el pecho de Cass.

— Tu eres una idiota, te ves horrible. ¿Cómo puedes andar así? Ni creas que usaras esa mierda en tu graduación, no quiero ir a golpear adolescentes hormonales.

— Yo puedo golpearlos, no te preocupes. — Lo mira mal y le tira la sudadera en la cara.

Chad tira la prenda al suelo molesto y se levanta mirando mal a Cass. Estos dos tienen peleas dignas de pandilleros, y Meg alcanza a actuar antes de que los puños vuelan por mi cuarto.

— Hey ya, calma. Chad estas muy ebrio, ve a darte un baño. — Se pone entre los dos hermanos que ahora mismo están gruñendo y rio junto a Derek mirándolos.

»— ¡Ahora! — Grita con las mejillas sonrojadas y Chad gruñón sale del cuarto chocando su hombro con Henry al pasar. — Ustedes dos igual, papá está por llegar y no le hará gracia verlos así.

Señala a Derek y a Henry, sin embargo, ninguno se mueve. Meg bufa y sale del cuarto tirando de la mano de Cass.

»— Vamos a mostrarle tu nuevo look a Alex.

— ¡Yo creo que te ves genial, Cass! — Derek grita riendo y se levanta con lentitud para no caerse. Se gira hacia mí y señala a Adrien. — No soltó nada, hiciste bien al elegirlo.

— Lo emborracharon para hacerlo hablar, ¿Porque no me sorprende? — Alzo una ceja y él sonríe ligeramente desordenando mi cabello.

— Me alegra que estés aquí, todos te extrañamos mucho.

— Yo no. — Habla Henry desde la puerta.

— Él igual te extraña.

— Lo sé. — Ambos reímos y Henry nos llama idiotas. — Vayan a ducharse, apestan a alcohol.

Derek asiente y camina hacía la puerta, toma la camiseta de Henry para llevárselo con él, pero antes gira su rostro hacia mí con una sonrisa divertida.

— ¿Para la próxima jugaras con nosotros?

— Haré que terminen como el ruso. — Señaló a Adrien con la cabeza y Derek ríe saliendo de mi cuarto. Henry se suelta de su agarre y me mira fijamente.

»— ¿Sucede algo?

— No te extrañe. — Escupe con odio sin entrar a mi cuarto.

— Bien.

— Ojalá te hubieras quedado en tu penthouse de mierda.

— Quería hacerlo.

— Te odio tanto, Hanna.

— Yo te amo Henry. — Le miró fijamente y él hace una mueca de asco.

— Eres igual a Sasha, vienes cuando quieres y...

— Ve a ducharte Henry, estás muy ebrio. — Me trago el nudo en la garganta y él se endereza.

— Púdrete. — Me enseña el dedo medio y sigue avanzando por el pasillo.

Suspiró profundamente emociones y aprieto el cobertor bajo mis palmas con fuerza.

Una mano tibia cubre la mía y le da un apretón débil.

— No habla en serio. — Su voz está enronquecida por el alcohol y habla lentamente.

— Duerme, ruso.

Apartó su mano con cuidado y él vuelve a ponerla sobre la mía apretándola con más fuerza esta vez.

— Háblame, alemana.

Me recuesto a su lado y entrelaza su mano con la mía mientras miro su rostro cansado.

— ¿Por qué debería hacerlo? No recordaras nada de lo que te diga. — Sus ojos se abren y me pierdo en el azul intenso de ellos.

— No importa, quiero verte feliz otra vez.

Siento una presión en mi pecho y no puedo evitar reír.

Feliz dice.

»— ¿Por qué Henry es así?

— Henry me odia porque soy igual a Sasha. Para él yo nunca cambie, siempre seré una... — Drogadicta. — Mala persona.

— No eres una mala persona, Lauralei. — Sus ojos vuelven a cerrarse y sus labios se estiran en una sonrisa que me deja ver la mayoría de sus dientes blancos.

— Espero que te olvides de mí segundo nombre cuando volvamos a San Francisco. — Murmuro y acaricio su mejilla sin dejar de ver su sonrisa.

Es hermosa.

— Hanna Lauralei Morgan. — Dice mi nombre como si lo saboreara y dejo mi pulgar sobre su labio inferior sonriendo.

— Hanna Lauralei Morgan ROM. — Lo corrijo.

— Tu nombre es tan caliente como tú, ¿Cómo es eso posible?

— Lauralei no es sexy. — Rio bajo y él me imita sacudiendo ligeramente su cuerpo.

— Es sexy, ¿Sabes qué significa? — Susurra.

— ¿Sabes qué significa? — Alzó una ceja divertida y él asiente lentamente.

— Significa Seductora y tentadora.

— ¿Cómo sabes eso? — Abre sus ojos y desliza su mano hacía la mía apartándola de sus labios.

— Quiero tener tres hijos, ¿Lo olvidas?

— ¿Y les buscaste nombres antes de siquiera tenerlos? — Rio y él asiente.

— Todos lo hacen, dime el tuyo.

— ¿Qué cosa?

— El nombre de tu futuro hijo, del que tendrías si no fueras estéril.

Siento una punzada en mi vientre y sigo mirando sus ojos.

— Audrey.

— Es un nombre bonito.

Asiento cerrando mis ojos con fuerza y siento su mano acariciar mi mejilla con cuidado.

»— Serias una gran madre, Hanna.

— ¿Cómo sabes eso?

— Porque te veo.

Abro mis ojos al sentir su aliento chocar con mi rostro y miro fijamente su mirada azulada.

»— La protegerías de todo el mundo, y nunca dejarías que le pasara lo que te pasó de pequeña.

El miedo corre por mi cuerpo ante su confesión y él acaricia lentamente mi mejilla bajando su mirada a mis labios.

— No, no sé qué te pasó, pero algo te pasó y eso sigue atormentándote. — Junta sus labios con los míos en una suave caricia y vuelve a mirarme a los ojos. — ¿Quién te quito tu inocencia?

— No sabes una mierda de mí, asique no hables. — El pánico corre por mis venas y trato de mantenerme calmada para no delatarme.

— Déjame saber.

Vuelve a juntar sus labios con los míos y esta vez sí me besa. Mueve lentamente sus labios contra los míos y yo sigo su ritmo cerrando mis ojos.

Así no preguntara idioteces.

»— Déjame escuchar tu cuento, hermosa princesa.

Susurra contra mis labios antes de volver a juntar nuestras bocas en un beso mucho más intenso.


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