From Talismans to Blessings {...

By QishanWen

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Wei Ying nuevamente tuvo un accidente con uno de sus nuevos talismanes, tan normal como ha sucedido ya varias... More

Prólogo.
°Capítulo 1°
°Capítulo 2°
°Capítulo 3°
°Capítulo 4°
°Capítulo 6°
°Capítulo 7°
°Capítulo 8°
°Capítulo 9°
ºCapítulo 10º
°Capitulo 11°
°Capitulo 12°

°Capítulo 5°

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By QishanWen

—Suéltame, Lan Zhan —murmuró con molestia, apresurando el paso para regresar al Jingshi lo más pronto posible, ignorando tanto como podía a su esposo y a sus niños, quienes se habían acercado a ellos debido al alboroto.

¡Genial! Ahora todos confundirían las cosas y creerán que el poderoso y limpio Hanguang-Jun se está doblegando por una mujer cualquiera, faltando a su esposo.

Bah, qué más da.

Wei Ying iba caminando completamente furioso, ignorando a la persona que más amaba en el mundo mientras éste seguía sus pasos con desesperación, buscando detenerlo, jalando de sus brazos o atravesándose en su camino, pero como siempre, su esposo fue terco y testarudo, saliendo de sus brazos una y otra vez, omitiendo cualquier plática y solo alegando que necesitaba regresar al Jingshi antes de hacer una escena frente a los junior que venían aglomerándose para ver lo que ocurría.

—Wei Ying —le llamó, más volvió a ser ignorado, llegando ya al jardín que rodeaba el Jingshi. Los discípulos menores se habían quedado atrás hace algunos metros, ni siquiera su hijo se había atrevido a interrumpir aquella escena de sus padres, incluso Lan JingYi había permanecido callado —. Wei Ying, para.

Cuando el menor entró al Jingshi, la puerta fue deslizada y cerrada en su cara, ignorando el mensaje de su esposo por querer estar solo y entrando a la habitación de todas formas.

Lo encontró en la habitación de ambos, con Chenqing girando entre sus dedos mientras él caminaba en círculos o de un lado a otro dentro de esas cuatro paredes, sentándose de golpe cuando sus túnicas blancas hicieron su aparición.

Chengqin nunca abandonó sus manos, seguía bailando entre sus delgados dedos, jalando de vez en cuando alguna que otra hebra de cabello negro que caía por enfrente del cuerpo de la mujer más hermosa que hayan visto jamás esos ojos dorados.

—Wei Ying... —ella extendió una mano hacia él, silenciándolo.

Si cualquier otra persona se hubiera atrevido a hacer esa barbaridad hacia el perfecto Hanguang-Jun, quien fuera... Seguro el segundo jade le hubiera arrancado la mano como mínimo, o lo hubiera atacado, incluso su secta lo estaría respaldando, lista para culpar a esa persona irrespetuosa al haber interrumpido a alguien tan importante como lo era él. Por lo menos, el látigo de disciplina hubiera Sido siquiera mencionado.

Pero pese a eso, Lan Zhan no pudo hacer más que bajar la mirada con aquella seña, guardando total silencio.

En esta ocasión, ni su título ni su secta podían hacer nada, él estaba a merced total de ese hombre, aunque ahora tuviera un cuerpo femenino, él era su ley.

Si Wei Ying le pedía al gran Hanguang-Jun que se arrodillada, lo haría, incluso mataría por él.

Él solo era un peón más bajo el mandato de esa profunda belleza, Wei Ying era su mundo.

Y ahora no le quedaba más que entender que lo que había hecho estuvo mal, había guardado el asunto a su esposo y era entendible que él estuviera molesto.

Después de todo, no es lindo cuando quieren arrebatarte a tu esposo solo para que pueda traer estúpida descendencia a su clan.

—¿Cuándo pensabas decírmelo, Lan Zhan? —su voz sonó un tono más gruesa, demostrando su inconformidad.

Definitivamente el Lan estaba en problemas, sobre todo después de volver a desviar la mirada de aquello plomo en vez de responder.

—¡¿En serio?! ¡¿Cuando tuvieras a tu perfecta y brillante futura esposa preñada, acaso?! ¿O cuando hubiera nacido ya el bebé? —sus palabras eran como cuchillas, ensartando se directamente en el corazón del Lan como un tenedor a un pedazo de carne cruda.

Es tu culpa. Se repitió.

Debió haber hablado correctamente con su esposo cuando todo esté alboroto comenzó con su tío y los ancianos de la secta, alegando que su hermano no parecía tener un futuro fuera de la reclusión forzosa y que el último as bajo la manga de la prestigiosa secta Gusu Lan, era el segundo Jade, Hanguang-Jun, quien aún podía separarse de su esposo manga cortada y traer honor a la familia, formando un heredero con alguna doncella digna de otro clan respetable.

No con un sirviente que volvió a la vida luego de matar a miles.

—No me estás respondiendo, Lan WangJi.

De nuevo no respondió.

Aquellos ojos... Podía jurar haberlos visto por un instante brillar con una intensidad escarlata que le hizo estremecerse, recordando viejos tiempos.

No, Wei Ying ya no era más ese hombre, Wei Ying ahora era su esposo, su pareja, él lo amaba y lo seguiría haciendo porque él no iba a fallarle jamás.

—Tío quiere un heredero... —respondió apenas, sintiéndose nervioso de repente.

—Eso ya me quedó más que claro, ¿No lo crees? —respondió con ironía el menor, provocando otro escalofrío.

Sin duda o, estaba más molesto este día o simplemente estaba siendo un poco más cruel Wei Ying.

En otro momento, quizás ya se hubiera contentado un poco, o por lo menos hubieran preferido hablar después de una ronda de sexo en la que Lan WangJi los fundiría a ambos para desahogar sus sentimientos un poco y hablar con más lucidez, siendo aceptado por su esposo quien no encontraba últimamente otra manera con la cual lidiar con las fuertes emociones.

Tener sexo era una buena forma de descargarse un poco, solo lo suficiente para no sulfurar y hablar racionalmente.

Pero está vez, ni siquiera le había dejado tocarle.

—Hermano no quiere salir de reclusión y... La secta quiere un heredero de la rama principal —su voz era tranquila, pausada y serena, intentando transmitir algo de serenidad a su pareja.

—¿Y mi hijo no cumple con sus expectativas? —preguntó molesta —. Lan Yuan es un Lan en ley y en forma, tuvimos un hijo y ambos lo criamos, tú lo criaste, ¿No es más que suficiente?

Bien, el rabanito había venido a la plática.

Claro que Yuan era un Lan, era su hijo después de todo y jamás lo había dejado de ver cómo tal. Hanguang-Jun desgastó años de su juventud en criarlo por el camino del bien, lidiando con un niño a pesar de ser completamente inexperto. ¿Cómo se le ocurriría a alguien decir que su pequeño no era un Lan? Él era más Lan que incluso JingYi algunas veces.

Pero había un solo, insignificante y microscópico problema.

—Lan Yuan no porta nuestra sangre, Wei Ying, lo correcto es que un heredero de nuestro linaje tome la línea del liderazgo.

¿En serio?

—¿Lo correcto? ¿Le estás hablando al temible e infame Patriarca de YiLing de lo correcto? —los ojos plomo se entrecerraron con ironía —. ¿No has visto con quién estás casado, Hanguang-Jun?

Antes de que pudiera decir algo, con sus ojos dorados abiertos con sorpresa, una risa amarga surcó el aire a su alrededor.

—Creo que lo mejor y correcto, sería que el amable Hanguang-Jun sÍ tuviera ese hijo con alguna cultivadora merecedora, después de todo, estando con un hombre, las posibilidades son mínimas, Lan WangJi —escupió, levantándose de su lugar y acercándose unos cuantos pasos a sus esposo, quien no la perdió de vista en ningún momento —. Deberías escuchar a los ancianos, esposo mío, ellos son sabios, yo no te doy conveniente...

Iba a decir más, quejarse y mandar a volar esa noche a Lan Zhan porque de verdad se sentía furioso, pero definitivamente no vio venir la mano que lo sujetó por el cabello con firmeza, atrayéndolo hacía el cuerpo frente a él que tanto le encantaba, estampando sus labios con brusquedad con aquella boca que tanto placer lograba otorgarle por las noches.

Lan Zhan estaba furioso, y eso era poco. Sus labios, su piel, sus manos, todo ardía en llamas de ira.

Y cuando menos supo, ya había Sido levantada en el aire, siendo sujetada con fuerzas con solo un brazo de su esposo por su pierna y trasero, ayudándole también para que sus piernas se ajustarán alrededor de la cintura del mayor mientras éste seguía demandando sus labios con brusquedad y urgencia, encargándose después, con ambas manos, acariciar la extensión de esas largas piernas, caminando en dirección a la cama.

—Mío —gruñó con molestia sobre aquellos labios que comenzó a morder como castigo para su amante, quien no pudo hacer más que quejarse entre jadeos.

Cuando las rodillas del mayor chocaron contra la superficie de madera de la cama, entonces sus brazos se abrieron, dejando caer el cuerpo que antes mantenía duerme al suyo sobre la superficie blanda de las sábanas.

Fue un golpe en seco, pero no dolió para nada, aunque tener la vista desde abajo con tu esposo asechándote aún de pie, fue algo excitante para Wei Ying.

Lan Zhan lo miraba como su presa, como su fuera su comida ese día, el último alimento que conseguiría durante los siguientes meses entre esa época de sequía. Era como un león con el la última presa de su vida.

Cómo si de ese alimento dependiera morir ya o vivir cien años más.

—Wei Ying es mío... —gruñó, tomando un tobillo del Wei para hablarlo más hacia él con algo de brusquedad.

Al parecer, cualquier rastro de coraje existente, había sido transferido al cuerpo del Lan.

—Y yo pertenezco a Wei Ying, nadie más que Wei Ying.

Lo siguiente que el menor sintió, fueron las prendas de su parte inferior ser arrancadas de su cuerpo con cierto punto de violencia, sintiendo prontamente el aire frío calar en su zona íntima, tratando de cerrar por instinto sus piernas, encontrándose con las manos de su marido como obstáculo.

—No —sentenció.

—Pero...

—Wei Ying ya tuvo su tiempo, ahora es mi turno.

El robo de voz le heló la sangre de sus venas, sintiendo un escalofrío recorre el el cuerpo completo con excitación pura, dejando que sus piernas fueran abiertas hasta donde pudo soportarlo, dándole la vista entera de su intimidad a su esposo.

No hubo preparación, no hubo besos ni caricias extra, sino que en cuanto su esposo vio que su interior comenzaba a humedecerse, bajó parte de sus pantalones, dejando a la vista su miembro medio erecto, sosteniendo lo con su izquierda por la base mientras que con la derecha aún mantenía abierta una de las piernas de su pareja.

Ni siquiera tardó un poco, solo vio a su pareja una última vez, bajó las caderas para poner la cabeza de su miembro entre los pliegues de la intimidad femenina, y arremetió para llenarla de un solo movimiento. Completo. Hasta el fondo.

—¡Oh! —Wei Ying sintió que todo el aire abandonaba sus pulmones, como si la intimidad de su esposo chocará contra su estómago.

Quiso hablar, parlotear, balbucear, cualquier cosa porque así estaba acostumbrado, su boca jamás paraba, ni siquiera en medio del sexo, pero incluso antes de volver a tomar aire, Hanguang-Jun comenzó a arremeter con embestidas bestiales que le provocaron un estremecimiento completo.

Joder.

Verdaderamente había hecho rabiar en ira a su amante.

No pararon ni un segundo para respirar, no tubo las caricias y las atenciones de siempre, solo sentía a su marido entrar y salir de sus paredes vaginales, golpeando con rudeza ese botoncito que le hacía delirar con cada estocada, escuchando también el chapoteo que producían sus cuerpos al unirse entre sus piernas y la pelvis de su esposo.

Todo está húmedo y sudoroso, apenas y podía recuperar algo de aire, todo salía en automático con cada estocada donde no podía hacer más que sostener el de sus sábanas antes de que, de pronto, todo fuera negro en su mirada.

Un chillido brutal salió de su garganta, retorciendo la espalda cuando la sensación -que aún era nueva para su cuerpo- lo llenaba desde la punta de sus pies hasta su cabeza, haciéndole estremecerse con fuerza, sintiendo su interior llenarse.

—Lan Zhan... —mencionó entre un jadeo, aprovechando que, al fin, el brusco movimiento de su esposo se detuvo.

—Silencio.

—No, no silencio, Lan Zhan... —el mayor levantó la vista, sintiendo aún su pecho subir y bajar debido al esfuerzo, sosteniendo entre sus dedos las largas piernas de Wei Ying, quien se levantó aún con el miembro de su esposo dentro suyo —. Perdón por hablarte así, Lan Zhan, es que en verdad tengo tanto miedo de que te alejen de mi lado, sé que es lo que me merezco después de todo lo que causé, pero es que no puedo imaginarme una vida sin ti así que yo...-

Su oración se vio cortada por los labios contrarios, quienes tomaron los suyos ahora en un beso cansado y cariñoso.

—Te lo dije... Yo pertenezco a Wei Ying...

Y sonrió. Sonrió agradecido de que se le hubiera dado una asombrosa segunda oportunidad para poder vivir con la persona que más lo amó en el momento de su muerte, sonrió porque no sabía si era verdaderamente algo bueno que pudiera ser así de inmensamente feliz, pero mientras durara, él sabía que lo iba a aprovechar.

Actualización de mis dos fics en la misma noche Bv Oh sí beibe, ahora a dormir como si no hubiera un fin porque eso de ser niñera me dejó exhausta.

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