"Dancing with the Devil." | J...

By Myhem18

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🌹 ESTA HISTORIA NO ME PERTENECE. TODOS LOS CRÉDITOS CORRESPONDEN A @BooDarkness ÉL ME HA DADO EL PERMISO COR... More

sᴜᴍᴀʀɪᴏ.
ᴀᴅᴠᴇʀᴛᴇɴᴄɪᴀs.
ᴘʀóʟᴏɢᴏ: ɪ // ɪɪ.
ᴘʀóʟᴏɢᴏ: ɪɪ // ɪɪ.
ɪ: ɪɴᴠᴏᴄᴀᴄɪóɴ.
ɪ: "ᴅɪᴏs ᴛᴇ ʙᴇɴᴅɪɢᴀ".
ɪɪɪ: "ᴍᴀʟ ᴘᴇʀsᴏɴɪғɪᴄᴀᴅᴏ".
ɪᴠ: "ɴɪɴ̃ᴏ ғᴀᴠᴏʀɪᴛᴏ".
ᴠɪ: "ᴄᴀsᴛʀᴀᴛɪ".
ᴠɪɪ: "ʟᴇɴɢᴜᴀ ᴀғɪʟᴀᴅᴀ".
ᴠɪɪɪ: "ᴅᴀɴᴢᴀ ᴄᴏɴ ᴇʟ ᴅɪᴀʙʟᴏ" ᴘᴀʀᴛᴇ ɪ/ɪɪ.
ᴠɪɪɪ: "ᴅᴀɴᴢᴀ ᴄᴏɴ ᴇʟ ᴅɪᴀʙʟᴏ" ᴘᴀʀᴛᴇ ɪɪ/ɪɪ.
ɪx: "ɪɴᴛᴇʀᴄᴀᴍʙɪᴏ ᴅᴇ ᴀʟᴍᴀs".
x: "ᴀᴍᴀʀ ᴀʟ ᴅɪᴀʙʟᴏ ᴅᴜᴇʟᴇ".
xɪ: "ʜᴀʟʟᴏᴡᴇᴇɴ".
xɪɪ: "ᴄᴏɴғᴇsɪᴏɴᴇs ᴀ ᴍᴇᴅɪᴀɴᴏᴄʜᴇ".
xɪɪɪ: "ғᴜᴇɢᴏ ɪɴᴛᴇʀɪᴏʀ".
xɪɪᴠ: "ᴇʟ ᴘʀɪ́ɴᴄɪᴘᴇ ᴅᴇʟ ɪɴғʀᴀᴍᴜɴᴅᴏ".
xv: "ᴘᴜʀᴏ ᴘᴇʀᴏ ᴄᴜʟᴘᴀʙʟᴇ".
xᴠɪ: "ʀᴏᴍᴘᴇ ᴄᴏʀᴀᴢᴏɴᴇs".
xᴠɪɪ: "ᴀ ʟᴀ ʜᴏʀᴀ ᴅᴇ ᴍɪ ᴍᴜᴇʀᴛᴇ".
xᴠɪɪɪ: "ᴄᴀᴍɪɴᴏ ᴀʟ ᴅᴇsᴄᴇɴsᴏ".
xɪx: "ʜᴏɢᴀʀ, ᴀɢʀɪᴅᴜʟᴄᴇ ʜᴏɢᴀʀ".
xx: "ʟᴀ ᴘʀᴏᴍᴇsᴀ ᴅᴇʟ ᴅɪᴀʙʟᴏ".
🌹 ᴘᴀʀᴛᴇ ɪɪ 🌹
xxɪ: "ᴘᴏʀ ʟᴏs ʙᴜᴇɴᴏs ᴛɪᴇᴍᴘᴏs".
xxɪɪ: "ᴀsí ᴇs ᴄóᴍᴏ sᴇ sɪᴇɴᴛᴇ".
xxɪɪɪ: "Qᴜᴇ ᴇᴍᴘɪᴇᴄᴇ ᴇʟ sʜᴏᴡ".
xxɪᴠ: "ɴᴜᴇᴠᴏ ᴄᴏᴍɪᴇɴᴢᴏ".
xxᴠ: "ᴠᴀᴄíᴏ".
xxᴠɪ: "ᴄᴏɴғᴇsɪᴏɴᴇs ᴄᴏɴ ᴇʟ ᴅɪᴀʙʟᴏ".
xxᴠɪɪ: "ᴏᴊᴏ ᴘᴏʀ ᴏᴊᴏ".
xxᴠɪɪɪ: "ᴄᴏɴsᴇᴄᴜᴇɴᴄɪᴀs ɪɴғᴇʀɴᴀʟᴇs".
xxɪx: "ʟᴀ ɴᴜᴇᴠᴀ, ʏ ʟᴀ úʟᴛɪᴍᴀ".
xxx: "ᴇʟ Áɴɢᴇʟ ᴅᴇ ʟᴀ ᴍᴜᴇʀᴛᴇ". ғɪɴᴀʟ ɪ/ɪɪ.
xxx: "ᴇʟ Áɴɢᴇʟ ᴅᴇ ʟᴀ ᴍᴜᴇʀᴛᴇ". ғɪɴᴀʟ ᴘᴀʀᴛᴇ ɪɪ/ɪɪ.
ᴇᴘÍʟᴏɢᴏ: ᴘᴀʀᴛᴇ ɪ/ɪɪ.
ᴇᴘÍʟᴏɢᴏ: ᴘᴀʀᴛᴇ ɪɪ/ɪɪ.
ᴇxᴛʀᴀ ɪ.
Extra II.

ᴠ: "ᴀᴛᴀϙᴜᴇ ᴀʟ ᴄᴏʀᴀᴢᴏ́ɴ".

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By Myhem18

Sus ojos permanecían abiertos, pero no podía mover su cuerpo, ni tampoco hablar. Se sentía como estar dormido, pero con la mente alerta a lo que sea que sucediese.

La altísima figura, cubierta por una enorme capa negra, al punto en que ni siquiera su rostro era visible, se encontraba en un rincón de su habitación. Inmediatamente supo que se trataba de la misma figura que había visto en el accidente de la carretera, rumbo a la iglesia. Ésta no hacía nada más que permanecer de pie allí, pero Taeyong sabía que, incluso sin ver su rostro, lo estaba observando.

La desesperación que intentaba contener, poco a poco, parecía querer esfumarse, pero sintió el miedo extenderse por su pecho cuando la figura avanzó a paso rápido hacia el lado izquierdo de la cama, inclinándose hasta estar a la par de su oído izquierdo. La respiración de aquella "cosa" era pesada, desagradable, pero cuando le susurró al oído fue mucho peor. Tenía una voz tranquila, pero grave y amenazante. No entendió absolutamente nada de lo que decía, porque hablaba en otro idioma.

Taeyong sintió muchísimos escalofríos, la necesidad de respirar hondo, pero sentía como si un peso muerto estuviese sobre su abdomen, obstruyendo su respiración. Sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas pero, antes de siquiera intentar gritar con todas sus fuerzas, en tan solo un parpadeo, logró tener dominio sobre su cuerpo.

Respiró hondo, sentándose y viendo a su alrededor con paranoia: no había absolutamente nadie, tan solo plena oscuridad y un malestar, el cual le indicaba que el diablo estaba presente. Podía respirar, podía moverse, y nada iba a dañarlo. Suspiró entrecortadamente antes de volver a recostarse con lentitud, intentando no romper en llanto y llevando su mirada lentamente hacia el rey del inframundo, el cual estaba con su espalda contra el respaldo de la cama.

— Tuviste una parálisis de sueño —Le dijo al mundano, viéndolo fijamente, sin expresión alguna.

Taeyong no comprendió si se debía a que se encontraba dormido o desprotegido pero, de manera tímida y disimulada, se acurrucó contra el torso del rey del inframundo, aún sin dejar de ver a su alrededor. El silencio permaneció hasta que fue capaz de regular los acelerados latidos de su corazón, con la paranoia disminuyendo ante la calidez de la piel contraria, incluso por encima de la ropa.

— ¿Alguien se salva de ir al infierno? —Preguntó en un tono casi inaudible, temiendo una respuesta que -muy probablemente- recibiría.

— No, y es por eso que las personas no realizan pactos conmigo muy a menudo —Respondió Jaehyun, llevando uno de sus brazos por detrás de los hombros del adolescente. Aquello lo relajó aún más—. Tú me sorprendiste.

— ¿Lo hice?

— Me maravillaste. Nunca vi a nadie tan puro verse tan malditamente bien al hacer un ritual de invocación.

Las mejillas de Taeyong ardieron de manera feroz, recordando en qué condiciones se encontraba cuando decidió permanecer bajo el agua. Aún se sentía extraño para él, jamás hubiese creído que se atrevería a realizar una locura como aquella.

También recordó cuando Jaehyun le confirmó el haber sido él quien lo ahogó con su peso. Sin embargo, estaba oscuro, y el diablo no podía ver en la oscuridad...

¿O si?

¿Acaso lo vigilaba cada segundo? Supuso que sí, ya que siempre sentía aquella protección, aquel malestar, aquel... agradable pero extraño calor. Era una suerte para Taeyong no poder verlo a los ojos, porque si así fuese, luego de saber que ambos habían estado mucho más cerca de lo usual, o que había una pequeña probabilidad en que Jaehyun estuviese presente mientras tomaba un baño, moriría de vergüenza siquiera antes de que éste último pudiese llevar su alma.

— ¿Te has llevado el alma de alguien importante? —Se atrevió a preguntar, curioso.

Jaehyun asintió lentamente ante la pregunta de su niño favorito—. Me he llevado el alma de muchas personas importantes, hace cinco años que no lo hago.

— ¿Cúal fue la última?

— Marilyn Monroe —Respondió, sin dudas ni vergüenza.

La sangre de Taeyong se heló, y si no fuese porque estuviese hablando con el diablo, lo hubiese echado a patadas de su casa, no sin antes hacerle saber lo horrible que aquello lo había hecho sentir. ¡Se trataba de la mismísima Marilyn Monroe! ¡Su modelo a seguir! A escondidas, claro. Aquella dulce, fuerte y triste mujer había vendido su preciosa alma al diablo...

...al cual no le importó.

Aquello provocaba un profundo malestar en Taeyong, debido a que hace días convivía con la presencia de Jaehyun. Le gustaba, sí: podría estar teniendo una atracción más allá de lo físico con el rey del inframundo. ¡Era imposible! No solo se trataba de su apariencia, si no de la manera en la cual lo hacía sentir, omitiendo el inevitable malestar de su presencia. Le gustaba la protección que sentía cuando estaba con él, la manera en la que sus fuertes y cálidos brazos lo envolvían.

Sin embargo, no era tan torpe, como aparentaba.

Últimamente, el frío era anormal, el insomnio aumentaba, y todo lo que veía al cerrar sus ojos eran imágenes perturbadoras. El pitido de su oído izquierdo comenzaba a hacerlo sentir que podría sangrar y, por supuesto, ¿cómo olvidar el obvio rechazo a todo lo que tuviese que ver con Dios? Sumando sus cambios de humor y la creciente rabia cuando su mirada se encontraba con la de su padre.

Algo estaba muy mal con él, aumentaría, y lo sabía. Se sentía como si su alma se fuese de su cuerpo, poco a poco, e intentaba no pensar que, en algún punto, tan solo sería una desesperada alma atrapada en el pequeño espacio rojo de uno de los ojos de Jaehyun.

Le dolía.

— Taeyong —Lo nombró con voz ronca. Siempre sonaba como si recién hubiese despertado, y aquello erizaba la piel del castaño—. Voy a enseñarte algo: cada vez que alguien pide por mí, es porque saben que voy a llevarme sus almas —Comenzó—. Así es el mundo, ¿o me equivoco? La gente pide algo a alguien más, fingiendo no querer nada a cambio pero, al fin y al cabo, siempre lo hacen. Siempre quieren ese "algo", pero no saben si serán capaces de recibirlo o no. Conmigo es diferente.

— ¿Por qué? —Se atrevió a preguntar el mundano.

— Porque yo cumplo —Respondió el diablo, casi de inmediato.

Taeyong suspiró—. Ni siquiera sé exactamente lo que he pedido.

— Lo sigues pidiendo, e inconscientemente, pero no voy a decírtelo —Se encogió de hombros, desinteresado—. Simplemente voy a cumplirlo.

Taeyong no insistió, no quería exigir saber mucho más, incluso si moría por ello. Dudó unos silenciosos minutos antes de decidir formular una última pregunta:

— ¿Jae... Jaehyun? —Corrigió rápidamente, ruborizándose casi de inmediato ante el apodo -bueno, casi- con el cual había llamado al diablo. No debía tratarlo con tanta confianza, debía de agradecer el que Jaehyun no exigía que lo tratase de "usted"—. ¿Hay alguna manera en la cual no me sienta... tan mal? Siento, uhm —Pensó por un momento, observando hacia otro lado e inconscientemente formando una trompita con sus labios. Solía hacer aquello cuando pensaba mucho, y Jaehyun supo admirarlo—. Siento como si fuese a desmayarme, pero nunca lo hago. Aquella sensación...

Jaehyun negó lentamente, interrumpiendo su oración—. Es parte de todo esto. Te acostumbrarás.

— Es extraño —Sus ojos se entrecerraron entre la oscuridad del cuarto, sintiendo que pensaba en voz alta—. Siento algo mal en mí, pero me siento bien cuando estás cerca —Se atrevió a decir—. Como... protegido.

La mano del diablo tomó la barbilla de su niño favorito, alzándola. Éste último cerró sus ojos debido a que no soportaría verlo fijamente. No quería apartarse, y Jaehyun aprovechó aquel momento para admirar las bellas facciones en el rostro del mundano: precioso, fuerte pero frágil, como la porcelana.

— Eso es porque estoy aquí —Habló suavemente—. Recuerda mis palabras: nómbrame, y haré algo al respecto —Taeyong sintió el aliento del diablo sobre sus labios, y su respiración se cortó, manteniéndose de aquella forma mientras recibía un suave beso en su frente—. Niño, es hora de soñar.

Instantáneamente, el sueño comenzó a reinar en la mente de Taeyong, el cual volvió a dormirse y a revivir toda perturbadora pesadilla que anteriormente había tenido, incluso descansando en paz.

— Buenos días —Anunció Taeyong en un canturreo, adentrándose a la cocina.

— Buenos días, cariño —Su madre respondió de espaldas, cortando rebanadas de un budín de pan que había preparado y poniéndolos en pequeños platillos floreados—. ¿Cómo has amanecido? —Se giró con uno de los platos en mano, viendo a su hijo y abriendo sus ojos de par en par—. Dios bendito —Su voz se entrecortó y el platillo cayó al suelo, haciéndose añicos en menos de un segundo.

Su hijo se veía más delgado, luciendo aún más diminuto de lo usual, con sus labios del color de una servilleta, al igual que su rostro. El hematoma bajo su ojo, provocado por la ira de su marido, continuaba intacto, respaldado por bolsas oscuras bajo ambos ojos. No lucía para nada sano, y aquello la desesperó aún más, porque quería protegerlo de absolutamente todo. Un nudo se instaló en su garganta mientras recordaba el cambio de temperatura que su hijo había sufrido tan solo un par de días atrás. ¿Debería de volver a llevarlo al hospital? El doctor Choi había dicho que si algo así volvía a suceder, debería de regresar de inmediato.

— ¡Mami! —Exclamó el adolescente, preocupado ante la inesperada reacción de Seohyun—. Quédate en tu lugar, iré por una escoba —Buscó a su alrededor, hallándola y tomándola mientras se acercaba—. ¿Qué sucedió? ¿Por qué soltaste el platito de aquella forma? —Interrogó mientras barría rápidamente, rogando que su padre no llegase—. ¿Te lastimaste? ¡Traeré vendas!

Seohyun lo detuvo con rapidez, viéndolo fijamente mientras negaba con lentitud, sin poder creer lo descuidada que había sido con su hijo pequeño. Incluso si no era un bebé, para ella continuaría siéndolo siempre.

Rápidamente lo envolvió en brazos—. ¡Cielo! ¿Te sientes bien? ¿Por qué luces así? —Su voz temblaba—. Desayunamos algo y vayamos al hospital, ¿está bien?

— No, no, no. Estoy bien —Rápidamente cubrió con una mentira el hecho de que su cuerpo luciese como el de un cadáver—. Estoy bien, solo dormí muy mal —Aquello último era verdad.

Su madre lo soltó, guardando silencio mientras su hijo barría los cristales del suelo con rapidez, arrojando todo a la basura. Aquella charla se anuló cuando su padre y hermana bajaron por las escaleras, preparados para desayunar. Era muy temprano, necesitaban ir a la iglesia, y aquello preocupaba de sobremanera al menor de los Lee.

Su padre -al igual que su madre- lo interrogó por su apariencia, y el adolescente respondió lo mismo, siendo capaz de controlar su ira o sarcasmo. Se limitó a desayunar, bebiendo su jugo exprimido y comiendo un trozo de pastel que había comprado su madre en una tienda cercana. La comida no le había caído tan mal, y todo iba extrañamente bien...

...pero no podía ser normal.

Parpadeó un par de veces, llevando su mirada a la ventana. ¿Por qué lucía como si fuese de noche? ¡Apenas era la hora del desayuno! Se empeñó en observar mejor el cielo, notando claridad en éste, pero ni siquiera estaban los rayos del sol. De hecho, no había sol.

¿Era posible que desde la llegada de Jaehyun todo se volviese, literalmente, oscuro?

Oyó a su familia comentar sobre actividades que harían durante el día, finalmente hablando de compromisos que debían de realizar en la iglesia. Nuevamente, Taeyong no sintió que moriría por la simple mención de ésta.

No la sentía desde el día en que insultó a su padre. Su escuela estaba repleta de estatuas santas, y hablaban más de Dios que de cualquier cosa. ¿Jaehyun lo habría hecho? ¿Lo estaba "protegiendo" de sí mismo?

— Taeyong —Llamó su padre, y él castaño lo observó inmediatamente, notando un semblante lleno de preocupación—. Iremos a la iglesia, pero tú te quedas aquí a descansar, ¿está bien? —Ambos asintieron lentamente, de acuerdo, y Seohyun lucía más tranquila con aquella decisión.

El teléfono comenzó a sonar por encima de "Dominique", y Eunseo se disculpó antes de ponerse de pie, dispuesto a contestar el llamado. Por las expresiones de su madre y hermana mayor, Taeyong podía deducir que aquella no era una simple llamada, pero la música y el pitido en su oído izquierdo no le permitían oír la conversación.

Minutos después, su padre regresó, observó a su familia por un momento y se sentó a un lado de su esposa.

— Cariño, me ha llamado Jinwook —Le comentó a Seohyun—. Él vendrá junto a Sunnie y los niños. Dice que quiere que nos disculpemos por haberles dado comida en mal estado —Suspiró antes de observar fijamente a la mujer, con un semblante serio y mandíbula tensa.

Seohyun llevó sus manos sobre las de su marido de manera fugaz, negando mientras comenzaba a tartamudear, y Taeyong ocultó su impotencia mientras bebía de una cálida taza de té.

— Lo siento, amor —Se disculpó—. Y tranquilo. Tú no has hecho nada mal, pero si quieren una disculpa, se las daré. Recuerda que Dios lo ve todo —Aconsejó la mujer.

Eunseo le agradeció con una ligera sonrisa, y todo parecía, muy lentamente, estar volviendo a la normalidad.

El hombre observó a sus hijos—. Por favor, apenas terminen de desayunar, necesito que vayan a sus cuartos y se vistan. Seohyun, prepara agua para el té y algo delicioso —Ordenó a su esposa, la cual asintió. Llevó su mirada hacia su hija mayor y le sonrió amablemente—. Ryujin, ayuda a tu madre a limpiar —Por último, miró a su hijo menor—. Taeyong, tú descansa un poco y vuelve cuando lleguen tus tíos.

— Yo puedo ayudar a limpiar —Sugirió el castaño.

Seohyun estuvo a punto de hablar, pero su marido la interrumpió:

— Nosotros no hacemos eso —Simplemente dijo, poniéndose de pie—. Hagan lo que dije —Y se fue escaleras arriba, hacia su habitación.

Taeyong se vistió rápidamente, sonrojado y sin poder dejar de pensar en que el diablo merodeaba por allí. Hacía mucho frío fuera, pero debido a que estaría dentro de su casa, simplemente usó su ropa casual: calcetines largos, blancos, pantalones cortos, negros, desde la cintura hasta arriba de las rodillas, camisa blanca abotonada hasta el cuello y guillerminas negras.

Observó su reflejo por unos segundos, acomodando sus cabellos hacia un lado, como habitualmente los peinaba, y suspiró profundamente. Según él, lucía horrendo.

— Perfecto, mi niño favorito —No pudo evitar intentar ocultar una sonrisa al oír la voz de Jaehyun a su lado.

Giró hacia la izquierda, viéndolo en el rincón de su cuarto con una de las comisuras de sus labios alzadas. Aquella sonrisa demostraba de todo, excepto algo bueno.

Se acercó lentamente a Taeyong, mientras éste último viendo por el espejo cómo el diablo le envolvía la cintura con sus cálidos brazos, por detrás, encontrando sus miradas por el espejo. Su oído no molestaba tanto cuando se veían por el reflejo, lo cual agradecía pero, de todas maneras, debía de apartar la vista.

— Mira cómo me veo... —Se lamentó el castaño en voz baja, notando aún más lo deteriorado que lucía, con su pálida piel, ojos oscuros y cuerpo mucho más delgado. Todo estaba mal con él.

— Te ves emocionado por recibir a tus primos —Las manos repletas de anillos de oro del diablo estuvieron sobre su cintura, girándolo para dejarlo frente a él—. Lo estamos, ¿verdad? Veamos... ¿Qué les haremos hoy? —Alzó una de sus cejas.

Taeyong mordió su labio inferior, bajando la mirada—. Creo que no deberíamos hacer nada... —Comentó, sintiéndose culpable.

Bastante vergonzoso había sido lo que Jaehyun les había hecho a los adolescentes.

El silencio reinó por unos segundos antes que los brazos del diablo lo envolviesen de manera más posesiva, por la cintura. Le alzó el rostro por el mentón, sorprendiéndolo y dejándolo ruborizado mientras sentía los labios de Jaehyun rozar su mejilla derecha. El roce de sus labios ardió un poco, pero todo era tan cálido a su alrededor, al punto en el que Taeyong deseaba que aquello durase para siempre.

— Nómbrame...y haré algo al respecto.

¿Por qué no dejaba de repetirlo?

Una vez oyeron la puerta principal de la casa abrirse, seguido de voces diferentes, ambos alzaron sus cabezas hacia el techo antes de volver a verse. El diablo lo observó fijo, con su cabeza ladeada, soltándolo lentamente antes de dar unos pocos pasos hacia atrás y detenerse. Lucía intimidante, neutro y paciente por algo cruel pero inesperado.

Taeyong simplemente se volteó y salió del cuarto, subiendo los escalones y caminando por el pasillo hasta llegar a la sala, en donde estaban por sentarse sus tíos y primos: Gyumin, Geunsoo, Goeun. Era algo chistoso que todos los nombres tuviesen la misma inicial, pero el castaño no lo admitía porque era una buena persona, y no le gustaba burlarse de su familia... al menos de manera coherente.

— ¡Yong! Hola, querido —Su tía abrió sus brazos hacia su sobrino favorito y éste último, encantado, se dejó llenar de mimos con una adorable sonrisita, provocando que un pequeño hoyuelo sea visible en una de sus mejillas. Sunnie tomó el rostro del adolescente y lo observó con su ceño fruncido—. ¿Has estado comiendo bien? Mira tu hermoso rostro... ¿Qué te ha sucedido en el ojo?

— Me golpeé corriendo —Mintió, apartándose para saludar al resto de su familia. Sin poder evitarlo, sonrió de más cuando tuvo que dar un beso en las mejillas de sus primos, los cuales lo fulminaban con las miradas mientras él se sentaba en el sofá más grande.

El tío de Taeyong, Jinwook, observó fijamente a su hermano, sin siquiera sonreír un poco. Todos estaban sentados en sus respectivos sitios, y la sala había quedado en un incómodo silencio, con la familia observándose entre sí.

— ¿Quieren...? ¿Quisieran budín de pan? —Ofreció Seohyun amablemente.

— Quiero mis disculpas.

— Jinwook... —Sunnie intervino, aún con su ceño fruncido mientras observaba a su esposo con notable desaprobación. Dirigió su mirada oscura hacia su cuñada y le sonrió con amabilidad—. Claro, de seguro está muy rico.

Seohyun estuvo a punto de comenzar a servir, pero notó que había olvidado los pequeños y muy bonitos platillos floreados. ¡Se habían roto cuando había visto a su hijo en la mañana! ¿Qué excusa le daría a su marido? Antes de siquiera poder decir algo, Taeyong se levantó con rapidez del sofá.

— Yo voy —Dijo rápidamente, encontrando su mirada con la de su progenitora.

— De acuerdo, bebé. No olvides los cubiertos y las cucharas para el té. ¡Oh! —Taeyong se detuvo a medio camino cuando notó que la mujer continuaría pidiendo cosas—. Fíjate en el refrigerador si ha quedado pastel, tal vez nadie quiera budín de pan —Finalizó.

— Nosotros lo ayudaremos —Dijo Gyumin, poniéndose de pie, al igual que sus dos hermanos—. Son muchas cosas.

Taeyong formó una línea con sus labios mientras su cuerpo se tensaba, nervioso, caminando hacia la cocina y sintiendo los pasos detrás suyo. La puerta se cerró una vez los cuatro estuvieron dentro de la cocina, y el castaño los ignoró por completo, caminando hacia la encimera y haciendo puntitas de pie para alcanzar otros platillos de la encimera.

Una mano tomó su brazo con fuerza, girándolo bruscamente y provocando que viese con sus ojos bien abiertos a Gyumin, el cual se inclinaba de manera muy amenazante hacia el castaño.

— Mira, no sé qué mierda fue lo que hiciste aquel día —Comenzó, sin continuar por el miedo, a pesar de fingir valentía.

Taeyong alzó ambas cejas—. ¿Yo? ¿Qué hice? —Sabía perfectamente a lo que se referían, pero él no había sido.

Goeun dio un paso desde su lugar—. No te hagas el idiota. ¿Cómo crees que sea posible que a los tres a la vez nos haya sucedido?

Taeyong no quería gozar la situación. En serio, no quería, pero...

—... ¿Qué les sucedió exactamente?

Gyumin lo tomó del cuello de la camiseta, pegándolo a la encimera—. Eres un brujo.

El ceño de Taeyong se frunció, molesto pero sin dejar los nervios de lado. No le gustaba que lo acusasen de cosas que no eran ciertas, incluso si tenía algo que ver en el asunto.

— No soy nada de eso —Se quejó debido al agarre reafirmándose en su pobre camisa la cual, seguramente, ya estaba dañada.

— ¡No es casualidad! Eres un brujo y voy a decírselo a tus p-... —Un ruido proveniente de un rincón de la habitación lo interrumpió.

Todos observaron hacia aquel sitio, notando que uno de los veinte crucifijos que colgaban de la pared se había caído al suelo. Permanecieron en silencio unos segundos, y el agarre de Gyumin en la camiseta de Taeyong comenzó a ser más débil cuando todos los crucifijos de la habitación comenzaron a temblar. Los tres hermanos retrocedieron, asustados.

— ¿Qué está pasando? —Preguntó Goeun, asustado.

De manera inesperada, todas las cruces se giraron bruscamente, dando la clara señal de que allí dentro no había nada bueno.

— ¡AAAAAAAAAH!

— ¡MAMÁAAAaAAaaAAaaa!

— ¡BRUJO, BRUJO! ¡ERES BRUJO!

Los primos de Taeyong huyeron de la habitación, cerrando la puerta detrás de sí mismos. El adolescente corrió al refrigerador en cuanto oyó las voces del resto de su familia, preguntando qué había sucedido. Tomó el platillo del pastel con un brazo, con el otro buscó muy rápidamente unos cubiertos, hallándolos en el segundo cajón de una de las encimeras. Una vez obtuvo la cantidad exacta de utensilios, caminó rápidamente hacia la puerta, notando de reojo las cruces volver rápidamente a la normalidad.

En cuanto abrió la puerta, empujando con su cadera derecha, sus primos comenzaron a gritar, apuntándolo e intentando esconderse detrás de sus padres.

— ¡FUERA COSA HORRIBLE! —Exclamó Geunsoo.

— ¡ES EL ANTICRISTO! —Goeun lloriqueó.

—¡Ya basta, los tres! —Jinwook alzó la voz, observando a sus hijos con clara desaprobación, avergonzado—. Su primo no es nada de eso, así que dejen de molestarlo y avergonzar a nuestra familia. ¡Estoy harto de ustedes!

— ¡Papá, lo juramos! —Gyumin intentó convencer a su padre antes de observar a su tío Eunseo—. Hizo que los crucifijos se voltearan. Lo juramos, en serio. Vengan, vamos a ver —Tomó la mano del padre de Taeyong, y los tres arrastraron a los hermanos Lee hacia la cocina.

— Por el amor de Dios —Ryujin se acercó hacia su hermano menor, dispuesta a ayudarlo—. ¿Qué sucedió?

Una vez acomodaron todo en la mesa ratona, Taeyong se sentó a un lado de su tía, la cual lo veía fijamente, apenada. Observó a su hermana y a su madre con un semblante neutro, copiando la expresión que Jaehyun siempre hacía.

— Mientras me decían cosas horribles, un crucifijo se cayó y se asustaron —Mintió—. ¡Oh, rayos! Olvidé los platitos —Volvió a hacerlo, con un pucherito haciéndose presente en su labio inferior, decepcionado.

Era increíble lo bueno que se había convertido mintiendo pero, de todas formas, no le fascinaba.

Minutos después, todos regresaron, y sus primos lucían muy avergonzados. Jinwook ofreció unas disculpas por el terrible comportamiento de sus hijos, y también por haber acusado a la familia de ofrecer comida en mal estado. Todo parecía ir bien, a excepción de las miradas de sus primos en él. Su tía Sunnie los vio de manera amenazante, provocando que ya no lo estuviesen observando.

Taeyong no tenía tanta hambre pero, de todas formas, comió una rebanada de pastel, notando de reojo a Jaehyun en un rincón de la sala, a lo lejos. Sus miradas se encontraron y, a pesar del constante pitido en su oído izquierdo, éste no pareció aumentar. ¿Acaso la lejanía tenía algo que ver? Taeyong desearía poder verlos de cerca, descubrir miles de tonalidades dentro de esos preciosos ojos oscuros con menos de la mitad de bordó. Ambos se observaban fijamente, y el adolescente sentía un poco de miedo, pero también una desesperante necesidad: ser envuelto entre los brazos del rey del inframundo.

Jamás creyó que se encontraría en aquella situación, deseando algo tan demente como aquello.

Se limitó a ver los ojos de Jaehyun por un largo rato. Éste le devolvía la mirada y lentamente sonreía de lado. Fue entonces cuando Taeyong volvió la vista al frente para ver a su familia, que notó a su hermana fruncir el ceño. De inmediato sus mejillas se volvieron rojas y bajó la mirada a su rebanada de pastel, terminando y dejando el platillo en la mesa ratona frente a él para darle un gran sorbo a su té de manzanilla. Finalmente se sentó derecho, de forma educada e intentó escuchar la conversación de su familia pero, nuevamente, hablaban de Dios.

Un chiflido sin melodía alguna se hizo presente, pero Taeyong pareció ser el único que lo oyó, así que buscó con la mirada a Jaehyun, el cual se encuentra detrás de sus primos, los cuales veían de manera paranoica a su alrededor, asustados. Geunsoo, sin embargo, observó fijamente a Taeyong, el cual intentó disimular el estar notando algo detrás de sus familiares.

<< Dime qué quieres que les suceda >> Oyó la voz de Jaehyun en su mente. << ...Vamos. Será divertido. >>

Lo primero que se cruzó por la cabeza de Taeyong fue la palabra "asustar", y el diablo sonrió un poco ante aquello. No porque fuese malvado, comparado a lo que ha hecho en toda su existencia, era una tontería. Más bien, sonreía por la verdadera inocencia que estaba atada al alma de su niño favorito.

Sin dejar de ver a éste último, se inclinó lentamente hacia la oreja derecha de Geunsoo, el cual era el más paranoico de los tres. Los ojos del rey del inframundo se volvieron aun más oscuros, sus pupilas se dilataron y la sonrisa que le dirigió al adolescente fue lo suficientemente escalofriante para erizar su piel.

Sin esperar más, un "Boo" demasiado grave y algo distorsionado salió de la boca del diablo. Geunsoo prácticamente voló del sofá, gritando y comenzando a llorar. Taeyong se quedó en su asiento, asustado por la manera en la que los ojos de Jaehyun cambiaron, y su voz...

...el hermoso océano había desaparecido y ahora tan solo había una oscura fosa llena de almas.

Fue cuando, finalmente, Jinwook decidió que era hora de llevar a sus hijos a casa, que observó sospechosamente a su sobrino, el cual corrió la mirada de inmediato.

Culpa. Eso era.

Cuando sus tíos y primos abandonaron la casa, Taeyong ayudó a su madre a limpiar toda la sala, incluso si su padre le comentó que aquello no era el trabajo de los hombres. Ryujin se había terminado de preparar para ir a la iglesia, y Taeyong comentó que deseaba dormir un poco antes de que sea mediodía. Aquel día tenía escuela, también. Su madre, nuevamente, ofreció quedarse en la casa, pero éste se negó.

Cuando finalmente estuvo solo, bajó a su cuarto, cerró la puerta detrás suyo y giró sobre sus talones, observando a su alrededor.

Temía que aquel Jaehyun de ojos negros volviese a aparecer, y aunque temía llamarlo, necesitaba ser envuelto por aquellos brazos... incluso si aquello era pedir demasiado al diablo.

— ¿J-Jaehyun?

— Niño —Taeyong observó hacia un rincón de su habitación al oír la voz provenir de allí, y su corazón comenzó a latir normal en cuanto notó los ojos de Jaehyun normales—. ¿No me digas que eso que huelo en ti es-? —Se acercó mientras comenzó aquella pregunta, quedando frente al adolescente. Lo tomó de la cintura e inclinó su rostro hacia el cuello del castaño, inhalando profundamente. La piel de Taeyong se erizó—. Culpa —Afirmó.

Taeyong bajó la mirada en cuanto el diablo lo observó fijo. Estaba avergonzado de sí mismo, de su comportamiento.

— Ellos son... son solo tontos adolescentes. No saben lo que hacen —Defendió a su familia, incluso sin tener que hacerlo, ya que sabía que le hacían la vida casi imposible.

— Como dije: Eres puro —Repitió el diablo, y una leve sonrisa surgió en sus labios—. Lo noté en tus ojos cuando no dejabas de mirarme.

Las mejillas de Taeyong ardieron como el mismísimo infierno, pero no pudo evitar sonreír solo un poco mientras su corazón latía rápidamente—. Yo... creo que quiero dormir un poco —Ladeó su cabeza en cuanto Jaehyun se apartó un poco—. Lo necesito, al menos antes de ir a clases.

Este último le tendió su mano repleta de anillos al adolescente, el cual la tomó sin dudar, notando que encajaban perfectamente. El diablo lo guió hacia la cama, lo sentó y se inclinó solamente para quitarle los zapatos con lentitud. Se volvió a poner de pie mientras el mundano se recostaba en la cama, dejando un espacio para el diablo, el cual ni lo dudó e hizo lo mismo que Taeyong, rodeando el cuerpo de éste con uno de sus brazos.

Ambos estaban cerca, y a pesar de que Jaehyun lo observaba fijamente, mientras acariciaba los cabellos de la frente de su niño favorito, éste veía fijamente los anillos en los largos dedos del diablo. En un parpadeo, unas rápidas imágenes se hicieron presentes: Bosque, árbol, mano con anillos, ventana y nieve. Frunció su ceño con confusión antes de que sus ojos se cerraran, agotado.

— ¿Te he conocido antes? —Preguntó con las pocas fuerzas que tenía.

Oyó una ronca risa, y se durmió con unas últimas palabras en su mente:

— He vigilado tu alma incluso antes de que estuviera en tu cuerpo, y siempre ha sido mía.

Doyoung y Taeyong salieron de la clase de coro con sus papeles en mano. El de cabello azabache se acercó al primer cesto de basura que halló en el pasillo, haciendo pedazos la autorización con la firma falsificada de su padre -que no aceptaron- y tirándola dentro para, luego, patear al mismísimo aire con enfado.

— Es injusto. Iba a ser un increíble viaje —Se quejó. No podía creer que no le habían dado permiso de ir a la excursión. ¡Había hecho todo lo que le dijeron!

— Lo siento, Doyoung —Dijo Taeyong, aún algo ausente, con su mirada perdida en algún lugar.

Sentía que todo iba bien, incluso mejor que antes. No sentía el malestar, y cuando había ido al baño del establecimiento notó en su reflejo lucir mucho mejor que antes. Cuando despertó para ir a la escuela, Jaehyun no estaba, y en la siesta que tuvo no solo había dormido excelentemente, si no que también había tenido un sueño precioso.

Todo parecía ir exactamente como antes, excepto por el hecho de que sentía un gran, gran, graaaan vacío en su interior, y todo por la notable ausencia de Jaehyun.

Ni siquiera lo veía de reojo, quería llorar.

— ¡Y yo! Iba a haber fogata, íbamos a merodear por el bosque. Íbamos a nadar. ¡A nadar en invierno! ¿Comprendes eso?

Taeyongdespertó de su trance al oír aquello. ¿Nadar? Oh, no. No, no, no.

— Yo no sé nadar —Confesó.

— ¡Pues yo te hubiera enseñado si hubiese estado allí! —Doyoung suspiró, frustrado.

Una vez fuera, ambos se quedaron en la entrada, esperando que los recogieran sus respectivos padres. Taeyong nuevamente notó que el sol no estaba a la vista pero, sin embargo, podía ver la luz de éste sobre la piel de Doyoung. Él, en cambio, no tenía nada más que sombra.

— Taeyong, no te ofendas, pero he querido preguntarte algo en todo el día —Murmuró su amigo, girándose para poder ver al adolescente, el cual siente que ha hecho algo malo. Últimamente siente aquello todo el tiempo—. ¿Por qué te ves como la mierda?

Taeyong se sonrojó ante el insulto y acomodó su cabello hacia un costado—. Oh, no he dormido bien estos días, y eso suele arruinarme —Mintió.

— ¿Qué hay del moretón en tu ojo?

— Me golpeé —Otra mentira más.

Doyoung alza ambas cejas antes de negar—. Taeyong, más de la mitad del pueblo recibe dura disciplina de sus padres por mal comportamiento. Créeme, tengo golpes todo el tiempo —Sonaba desanimado, pero luego observó al frente antes de reír con sarcasmo—. Realmente espero que en los siguientes siglos nuestros castigos sean castigos para los que nos castigan —Rió por cómo lo había dicho, y Taeyong hizo lo mismo—. ¿Te imaginas si sucede? Me volvería rico.

—Doyoung, es 1967. No creo que estemos vivos para los siguientes siglos —Negó el castaño.

— No me rompas el corazón de esa manera, Taeyong—Ambos volvieron a reír.

Se despidieron cuando el padre de Doyoung frenó con su vehículo cerca de la acera. Una vez aceleró, Taeyong suspiró profundamente, cerrando sus ojos.

Un malestar se instaló de manera desprevenida en su pecho, el pitido de su oreja aumentó un poco, obligándolo a abrir sus ojos y suspirar nuevamente -ahora de alivio- al notar al diablo por el rabillo del ojo.

— Jae —Susurró, más tranquilo. Ya no tenía miedo de usar aquel apodo.

— Mi niño favorito. ¿Cómo estuviste sin mí?

— No te vi al despertar.

— Tuve que bajar por unos asuntos.

El ceño del adolescente se frunció, sin comprender—. ¿Baj-...? —No terminó su pregunta debido a que lo asimiló casi de inmediato. Bajar, infierno. ¡Claro!—. Oh. Bueno... ¿Todo en orden?

— Por supuesto.

Taeyong notó el auto de su padre llegar, con su madre conduciendo. Ésta tenía una amplia sonrisa, el castaño simplemente la observó por unos segundos. ¿Había sucedido algo, o tan solo su padre le había permitido que use el vehículo?

— Te extrañé —Dijo, claramente dirigiéndose al diablo antes de comenzar a caminar rápidamente hacia el vehículo.

Una vez subió, siendo bombardeado por preguntas sobre cómo estuvo su día y demás, se sintió tranquilo de ir rumbo a su casa con Jaehyun vigilando.

Una vez Seohyun y Taeyong llegaron a la casa, la mujer comentó alegremente el estar preparando lasaña para la cena. Camino a la sala, le indicó a su hijo que prepararía té y algo para comer en la merienda, pero la charla finalizó en cuanto notaron a Eunseo, Ryujin y Gyumin sentados sobre el sofá más grande del cuarto. Su primo le sonrió, su hermana mayor tenía los ojos llorosos y su padre parecía estar a punto de matarlo.

... ¿Qué estaba sucediendo?

Su madre y él se observaron antes de volver la vista al frente, confundidos.

— Taeyong, siéntate —Su padre dice con calma. Oh, no. Ese tono...

Taeyong de inmediato caminó al sofá del frente de su familia, en uno individual. Se quitó la mochila y la dejó a sus pies para luego poner sus manos con dedos entrelazados sobre su regazo, observando con miedo a su padre, el cual no cambiaba su expresión.

Finalmente Eunseo alzó su mano, sosteniendo en ésta dos colillas de cigarrillos y uno a medio fumar. También habían fósforos—. ¿Qué es ésto?

El adolescente parpadeó, perplejo. Jamás ha visto a su padre sosteniendo un cigarrillo, es extraño. Tragó saliva antes de responder:

— ¿C-Cigarrillos? —Tartamudeó, temiendo decir algo mal.

Su padre se levantó bruscamente del sofá y dio unos pasos hacia su hijo, inclinándose para intimidarlo intencionalmente y acercando los cigarrillos a la cara del adolescente.

— ¿Me repites lo que acabas de decirme?

Taeyong observó a su alrededor, buscando a su madre con la mirada, viendo a Ryujin luego y, finalmente, a su primo, el cual cubrió sus labios con una de sus manos para intentar no reír. Dulce, dulce venganza.

Sus ojos se llenaron de lágrimas antes de volver a ver fijamente a su padre, el cual tenía su rostro rojo, y le temblaba la mano.

—P-papá. ¿Qué sucede? —Tragó el sollozo que se avecinaba, intentando ser valiente.

Un profundo gruñido salió de la garganta de su padre antes de tomarlo por la manga de la camiseta, levantándolo bruscamente del sofá individual y arrastrándolo hasta la cocina, sin molestarse en cerrar la puerta. Lo dejó frente a él y agitó los cigarrillos en su cara.

— ¿Quieres saber qué sucede? —Ríe con sequedad—. ¡El irrespetuoso de mi hijo fuma a escondidas como si fuese un traicionero! ¡Un pecador!

Seohyun entró a la cocina inmediatamente, comenzando a llorar. Sabía que esta vez no podría controlar a su marido.

Nunca podía.

— Eunseo, por favor...

— ¡Cierra la boca, Seohyun! Tú... —Apuntó a Taeyong con su dedo índice, respirando profundo antes de exhalar bruscamente, negando con la cabeza—...no puedo creer que me sigas viendo a la cara.

— Eso no es mío —Rápidamente respondió Taeyong, con su voz temblorosa, formando una línea con sus labios y entrecerrando sus ojos cuando su padre comenzó a agitarlo desde su camiseta.

— ¡ESTABA EN TU CUARTO Y TÚ ERES EL ÚNICO QUE SE LA PASA ALLÍ!

— ¡Yo no he puesto eso allí! Lo juro. Yo jamás haría eso —Inevitablemente, las lágrimas comenzaron a caer por su rostro.

Tenía miedo, quería ir a su habitación y refugiarse en los brazos de...

— ¡ME HAS PUESTO EN VERGÜENZA FRENTE A NUESTRA FAMILIA! ¡FRENTE A LOS OJOS DE DIOS! ¿QUÉ CREES QUE DIRÁN EN LA IGLESIA SOBRE ESTO? —Nuevamente agita los cigarrillos en la cara del adolescente—. ¿CREES QUE ACEPTARÁN A UN VAGO, FUMADOR Y PECADOR?

— ¡Yo no fumo! ¡Créeme a mí!

— No puedo creerle a un mocoso. Me has dicho cosas... repulsivas el otro día —El agarre en el brazo de Taeyong aumentó—. ¿Acaso necesitas más disciplina?

— Eunseo, por favor. Él no ha...

— ¡CIERRA LA BOCA! —Un gemido doloroso escapó de los labios de Seohyun en cuanto Eunseo soltó a su hijo y su palma impactó fuertemente contra la mejilla de su esposa.

Taeyong retrocedió rápidamente, hiperventilado y temblando. ¡Aquello era su culpa! Tenía que serlo.

Ryujin llegó rápidamente a la cocina, analizando la situación y acercándose a su madre, abrazándola y observando a su padre de manera acusadora, llena de ira, sin saber exactamente qué hacer. Tampoco podría decir nada, o correría la misma suerte que Seohyun.

Eunseo parpadeó por unos segundos antes de volver su vista a su hijo.

— Mira...lo que me has hecho hacer —Sus orificios nasales se agrandaron antes de acercarse y tomar el cabello de Taeyong, arrastrándolo fuera de la cocina—. ¡ME HICISTE GOLPEAR A TU MADRE!

El adolescente podía oír los sollozos de su madre y los gritos de su hermana, indicándole que se detuviera.

Tropezó en las escaleras ante el dolor que sentía en su cuero cabelludo, se estaba ahogando en su propio llanto y su vista se oscurecía un poco por los nervios. Parpadeó rápidamente al notar luego de unos segundos que se encontraba en el cuarto de sus padres, sentado en la punta de la cama de éstos. Eunseo cerró la puerta y se giró para ver a su hijo. Lucía tranquilo, y si Taeyong no lo conociese bien, parecería que estaba a punto de pedir unas disculpas.

Su padre arrojó las colillas de cigarrillo al suelo y llevó el único que estaba por la mitad a su boca, prendiéndolo con un fósforo de la pequeña caja que aún sostenía en su tensa mano.

Taeyong intentó no continuar ahogándose con su llanto, ignorando el dolor en su cuero cabelludo, en sus piernas, y observando con terror a su padre, viéndolo calar del cigarrillo antes de apartarlo de su boca y exhalar el humo.

Ambos se observaron por unos segundos en los cuales el castaño intentaba mantenerse callado... porque sabía exactamente lo que iba a suceder.

Eunseo dio un paso al frente antes de poner el cigarrillo en posición vertical y decir:

— Extiende tu brazo.

Los sollozos de Taeyong volvieron a hacerse audibles mientras negaba rápidamente, retrocediendo un poco en la cama, sin fuerzas. Aquel hombre se había vuelto loco—. N-no, no. Yo no l-lo hice.

— Extiende tu brazo —Repitió su progenitor, sin dejar de avanzar hacia él.

— No.

Todo pasó demasiado rápido: Eunseo tomó el brazo de Taeyong con brusquedad, pero este último pudo proporcionarle una patada en el estómago, alejándolo. Sintió que no tenía aire, no podía creer que aquello estaba sucediendo.

—¡JAEHYUN! ¡JAEHYUN, JAEHYUN!

Tan solo el primer llamado fue necesario.

Su padre estaba avanzando hacia él pero, de pronto, quedó inmóvil. Exhaló e intentó inhalar, pero no se le hacía fácil. Llevó una mano a su pecho a la par que soltaba los cigarrillos, y en segundos estaba desplomado en el suelo.

<< Nómbrame y haré algo al respecto. >>

Un ataque al corazón, esa fue la obra del diablo.

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