Jordi se había ido tan solo unos segundos después de que Rubén se hubiese puesto a su lado, pues su padre llegó a recogerle, así que no tuvo oportunidad de decir ninguna cosa ridícula relacionada con comer fibra.
De momento todo parecía estar bien, de momento.
Ninguno de los dos jóvenes decía nada. Por un lado estaba Rubén, quien se limitaba a ver su alrededor mientras sonreía, y por otro estaba Raúl; él también veía su alrededor, pero con el deseo de matarlos a todos.
—Está es una escena familiar, es casi como un deja vu —se atrevió a decir Rubén, pues estaba ahí los dos, en el mismo lugar y esperando a que fuesen a recogerles—, solo que tu no estás viendo mis mangas de cerca.
Raúl hizo el máximo esfuerzo por sonreír como respuesta, pero una parte de su cerebro solo quería decirle a ese chico alto que en realidad le estaba oliendo todo el brazo porque tiene un fuerte aroma a puro Otaku y así esté lo tomaría como un tipo sumamente desagradable, causando que ya no quisiera acompañarlo a comer caldo de pollo.
—No te voy a mentir, tío; cuando nos conocimos me diste algo de miedo, más porque casi te mato en el baño, después me diste mucho más miedo porque pensé que olías mi brazo —confesó el más alto, con un tono risueño, pero a Raúl eso no le causaba ninguna gracias—. Te lo digo porque ya somos amigos, y supongo que tú tenías una imagen parecida de mi.
¿Amigos? ¿Desde cuándo acá que un amigo tuyo invite en tu nombre a un tipo a comer caldo de pollo y que estés a punto de llevar a ese tipo a tu casa lo vuelve tu amigo?
—Yo creía que eras de esos raros que tienen un cojín con minutas de anime —contesto el contrario, controlándose para no decirle que en realidad lo veía como un friki mugroso que besaba su almohada por las noches, imaginando que es una chica porque nadie lo quiere.
—En realidad tengo un cojín con la cara de mi mejor amigo —solto Rubén. Al notar la cara de completa confusión que puso Raúl, añadió:—. Es una larga historia.
Genial, ahora Raúl tendría que llevar a un completo psicópata a su casa para alimentarlo con un caldo de pollo, el cual tendría que preparar él mismo porque su madre lo mando por un tubo cuando le pidió que lo preparase.
En estos momentos la única salida que podría quedarle a Raúl era que cuando su madre llegase, está estuviera de pésimo humor y no lo dejara llevar una visita a casa. Después de todo, su madre llamo “raro” a Rubén, así que esa idea no le sonaba para nada descabellada.
—Creo que esa es tu señora madre —aviso el más alto, viendo con algo de dificultad a causa de la luz solar. Y efectivamente; era la madre de Raúl quien apenas se había estacionado al otro lado de la calle para esperar a su hijo.
—Corre —solto Raúl, con un poco de entusiasmo, para posteriormente tomar a Rubén del brazo y llevarlo prácticamente a rastras.
No tardaron nada en cruzar la calle, pues a Raúl le venía valiendo lo mismo las personas que iban pasando, si un coche a toda velocidad los atropellaba o si una ballena voladora le daba por caer encima de ellos. Lo único que le importaba era que su madre no le permitirse llevar a un amiguito a casa.
—Si que llevas prima por llegar rápido —le dijo su madre, una vez que estuviera frente del vehículo—. Venga ya, sube al coche.
—¿Mi buen amigo Rubén puede venir con nosotros? Quiero que pase toda la tarde conmigo —pidio a su madre, con una sonrisa super fingida en el rostro.
La mujer dirigió su vista a Rubén, quien hizo un ademán de saludo y le sonrió, pero ella no parecía tener ninguna emoción pintada en el rostro.
Raúl estaba por cantar victoria. Conocía bien a su madre, y sabía perfectamente que cuando tenía esa mirada era porque estaba pensando las cosas fríamente. Estaba completamente seguro de que no le permitiría llevar a Rubén.
—Vámonos rápido, deje a tu hermana sola con tu hermano y los dos sabemos lo peligroso que eso es —fue la respuesta de la mayor, sorprendiendo por completo a su hijo, quien tuvo que limitarse a asentir y entrar al auto, siendo seguido por su buen amigo.
Para Rubén era más que obvia la mirada molesta que el contrario tenía en esos momentos, pero no tenía la más mínima idea de que él era causante de dicha molesta, en cambio; creía que sería genial acercarse a otra persona del club de teatro, así podría pasársela con alguien cuando Miguel Ángel lo abandonará.
Nadie decía nada, Rubén porque estaba en una enorme fantasía donde tenía un nuevo amigo completamente diferente a todas las personas que conocía, Raúl porque estaba muy ocupado odiando su vida, y la mayor porque no sabía cómo podría iniciar una charla con el nuevo amigo de su hijo, sobre todo porque solo lo había visto una vez y fue cuando esté le devolvió la chaqueta a su hijo.
Realmente la mujer sentía que debía romper ese silencio, así podría hacer que ambos jóvenes se sintieran algo más cómodos, además de que si ese chico extraño iba a pasar toda la tarde con Raúl, al menos tendría que saber lo básico sobre él.
—Entonces —hablo la mayor, llamando la atención de los dos muchachos—, te llamas Rubén ¿verdad?
—Si —contesto el anteriormente nombrado, sintiéndose algo pequeño ante la mirada que le dedicaba la madre de Raúl por el retrovisor.
—¿Vas en la misma clase de Raúl? —lanzó otra pregunta.
—No —respondio simple, pues realmente no sabía cómo seguirle la charla a la mayor.
—¿Y como se conocieron?
Raúl estaba a punto de contestar, pero la mirada de su madre le daba a entender que no quería su respuesta, si no la de Rubén.
—Los dos estamos en el mismo club... y así —dijo empezando a sentirse nervioso, pues todo apuntaba que estaba en medio de un interrogatorio.
—Entonces recién lo conoces, pero supongo que se llevan muy bien —añadio la mayor. Su hijo no llevaba a casa a cualquier extraño, si no mal recordaba, los únicos que solía llevar era a Borja, Ismael, Jaume y debes en cuando a Jordi.
—Raúl es super majo... siempre y... me agradaba mucho... también me prestó su abrigo cuando no lo lleve —solto sin pensar mucho en sus palabras, mientras desviaba la mirada hacia la ventanilla—... también creo que se peina super bien.
—Super majo ¿eh?
—Conmigo, es super majo conmigo —aclaro, algo alarmado por no haberse expresado bien— no hablo de que es super guapo... tampoco creo que sea feo, tiene lo suyo, pero... me refería a que es super majo... conmigo.
—Tiene lo suyo —dijo la mujer, recordando las palabras del menor, mientras acomodaba el retrovisor.
—O sea, tiene guapura... no es feo, no piense que a eso me refería... ehh... Auron es cien por siento guapo —aclaro.
En estos momentos, Raúl sentía unas ganas inmensas de abrir la puerta del auto a todo movimiento y lanzarse sin cuidado por está. Con suerte algún camión lo aplastaría y terminaría con su sufrimiento.
—¿Auron? —pregunto con curiosidad la mujer— Tal parece ya se tienen apodos y todo.
—Mamá, por favor —le rogó Raúl, deseando que todo eso terminará de una vez.
Lamento si hay algún error super hardcore. Mi hermana está súper ocupada y ella es la que me revisa los capítulos ಥ‿ಥ
*Aclaraciónes*
-Raúl cree internamente que Rubén tiene olor a waifu :v
-La señora mami de Raúl tiene las sospecha de que su hijo es de dudoso proceder umu
Espero que les guste el capítulo, porque a mí sí. Recuerden que yo les quiero mucho mucho ( ╹▽╹ )💜