Quizás todos deberíamos saber qué es lo que pasa en tu vida, quién entra en ella, quién sale, quién se queda, qué sigue igual y qué cambia, tú le cuentas esto a una persona, y da por hecho que jamás te llegará a los comprender, es decir, ¿por qué te iba a entender si ahora no lo hacía?
Todos tenemos derecho a algo, al amor, al cariño, al egoísmo, a regalos, a abrazos, a besos, a la sinceridad de otras personas, y sobre todo al recuerdo.
¿Qué pasa si llega un día y te olvidas de todos tus recuerdos?
Sí, puede que mirándolo de cierta forma sea un punto a tu favor, ya que has olvidado puntos de tu vida malos. Cuando te caíste por primera vez de la cama y empezaste a llorar desconsoladamente porque en el fondo, muy fondo, sabías que has hecho algo mal, que te habían avisado con antelación de que te caerías, y sin hacer caso alguno, finalmente acabaste como te dijeron. O cuando por primera vez peleaste con tu mejor amiga o amigo, sabes que sólo fue un enfrentamiento tonto, ¿pero qué pasa si no te hubieras peleado con él o ella? ¿En todo ese tiempo perdido habríais hecho alguna actividad que desechasteis por vuestra culpa? ¿Por culpa de esa pequeña disputa?
Sin embargo, tampoco es del todo tan malo cómo lo pintas. Quizá gracias a esos errores, ya no los cometes otra vez, quizá caer en la misma piedra sí te enseña a no volver a tropezarte con ella, aprendes de los errores quieras o no. Y gracias a ello, ya no saltas de la cama, por lo tanto ya no te caes (o simplemente aprendes a saltar bien, y ya no te caes de tu bonita y cómoda cama, como yo). O ya das por terminadas todas las peleas, ya no las empiezas, no las sigues, intentas evitarlas con cautela. Sí, alguna que otra vez acabas desistiendo y acabas enfrentada con tu amiga o amigo, pero enseguida a los días o a los minutos terminas deshaciendo ese pequeño conflicto que había habido días atrás .
Los errores son consejos de la vida que tú te das a ti mismo.
Y sería el colmo que termináramos olvidando y borrando de nuestras mentes y recuerdos, esos momentos fantásticos, geniales, inigualables, aquellos que sabes que jamás en la vida se volverán a repetir, que nunca más volverás a tener esa sensación como la que tuviste en ese mismo instante. Cuando viste por primer vez caminar a tu hijo o hija, cuando la escuchaste decir por primera vez "mamá" o "papá", jamás en la vida te perdonarías si te olvidaras de cosas así. O de cuando diste tu primer beso, aquel que tenías miedo de dar y no sabías qué hacer ni qué decir (en algunos casos es mejor olvidarlo).
Lo dicho, todos tenemos alguna razón para no querer olvidar un recuerdo. Todos tenemos que tener el derecho al recuerdo.
¿Y por qué yo no puedo recordar nada? ¿Por qué siento que me pierdo tanto mientras me dicen que no es nada?
***
-¡Ashlove! -grité intentando llamándola pero el ruido de la gente hablando y hablando me impedía que ella me oyera.
Caminé más deprisa para poder alcanzarla. Choqué con una chica rubia, pero finalmente, llegué a mi amiga.
-Hey, Stevens -dijo sonriéndome-, ¿qué tal?
-Bah, ya sabes. He tenido clases las dos primera horas con la profesora Stone, y te prometo que incluso ver sacarse los mocos a Brian el de cuarto es mucho más entretenido.
Se rió, pero puso una cara de desagrado por mi comentario.
-Ni siquiera sé qué hace esa pobre mujer dando clases. Tiene ya como setecientos años, -exageró un poco sólo-, ¿y si es un vampiro?
-Todo tendría sentido, la verdad -admití-. ¿Si no como explicamos cuando se pone a contar batallas de las épocas de vete tú a saber quién?
-Creí que me llamarías loca, me alegro de que ambas pensemos que Stone es un vampiro.
Unas manos se dejaron caer en nuestros hombros haciéndonos girar a ambas.
-¿Quién es un vampiro?
-La profesora Stone -respondí.
-¿Has convencido a Stevens de que Stone es un vampiro? -preguntó a su novia, la cual simplemente asintió dándole un beso-. Pensé que nos costaría más trabajo hacerla creer.
-¿Hacerme creer? ¿En qué?
-En los vampiros -contestó Ashley por él.
¿De verdad se habían creído que yo creía que Stone es un vampiro? Pero lo más importante y extraño, ¿¡de verdad creían ellos que Stone es un vampiro!?
-Hay que decírselo ya, cariño -dijo mi hermano a mi mejor amiga-, no hay que perder el tiempo.
Siguieron discutiendo en el camino hasta nuestra aula, la cual en esta hora nos tacaba a los tres juntos. Ni siquiera sé por qué voy con ellos al lado, es como ir junto a una pareja de enamorados, babosos, cariñosos, empalagosos, asquerosos, repulsivos y adorables, la cual no conoces (pero en realidad yo sí los conozco a ellos, pero empiezan a hablar cosas que solo entienden ellos o se empiezan a besuquear y es como si la gente de su alrededor no existiera en lo más mínimo. Stevens, la chica fantasma aquí).
Entré al aula, siguiéndome por detrás la pareja más asquerosamente unida del instituto, hablando de no sé qué vampiros, no sé qué Stone, no sé qué te quiero. Que les parta un rayo.
Me senté en mi pupitre para esta asignatura (música), y saqué la libreta que llevaba en mi mochila.
El profesor tardaba en llegar y yo seguía dibujando cosas sin sentido alguno en los medianos folios de papel blanco, algunos dibujos eran simples círculos, círculos, círculos y más círculos, cada cual de diferente tamaño, espesor, diámetro... Luego cogía el rotulador con la punta de menor tamaño y comenzaba a decorar esas pequeñas líneas, adornándolas con flores pequeñas, triángulos, espirales, cosas sin sentido.
Dejé el rotulador en mi mesa, haciéndolo rodar hasta el suelo sin querer. Y justo cuando me agaché a recogerlo, una mano proveniente un chico lo cogió antes que yo.
-Supongo que esto es tuyo -dijo una voz masculina en frente mío. No, se me ha caído una cosa, pero no es mía,pensé con sarcasmo, odiaba que me interrumpieran cuando estaba hundida en mis pensamientos dibujando.
Alcé mi mirada para ver quién era el dueño de la voz sexy, digo grave, y me coloqué bien en mi silla, carraspeando mi garganta.
-Sí, es mío -alargué la mano para alcanzar mi objeto, pero él la retiró de inmediato-. Hey, eso es mío.
-Ya, mío no va a ser -dijo sarcástico el chico rubio-. Pero las cosas se piden de una forma concreta.
Suspiré.
-Está bien, -le sonreí y me devolvió la sonrisa, ay qué bonita-, devuélveme mi rotulador o te patearé el culo.
-Hmm, creo que mi madre no me enseñó a pedir así las cosas -me lo devolvió con otra sonrisa en su asquerosa y bonita cara-, pero ha servido, lo usaré más a menudo.
Y se fue a sentar a su asiento donde por fin me dejaría finalmente sola otra vez, disfrutando de mi soltería, mientras Ashley y Luke se besan en la mesa que está al lado de la mía, y yo aquí esperando que Justin se digne a decirme quién malditos es.
Todos los chicos y chicas de la clase se fueron a sentar rápidamente, dándome por hecho, que el profesor por fin había llegado al aula. Cerré fuerte mi libreta y la dejé caer con cuidado en mi mochila, y de esta saqué el material que necesitaba.
-Guardar todo lo que tengáis en la mesa, -comenzó-, hoy haremos una dinámica diferente.
¿Y para eso me hace sacar mis cosas, para luego guardarlas?
Y de nuevo retornó a contarnos qué hacer:
-Buenos, chicos, todos sabemos aquí que odiais los exámenes, actividades, y bueno, para qué mentirnos -dijo causando un montón de murmullos de gente, risas y silbidos-, también los profesores lo odiamos. Así que, para este curso, la profesora Klark y yo hemos pensado quitaros los exámenes en nuestras asignaturas, y proponeros a hacer una actividad práctica -nada más terminar la frase, el murmullo adolescente de la clase aumentó dejando sin poder hablar al profesor Damon.
Tras mandar callar unos varios minutos, sin reslutado, el profesor pegó un grito ensordedcedor que los hizo callar a todos, incluso a los que estábamos callados.
-Como iba diciendo -comenzó-, dejaremos la normal dinámica de todos estos últimos años -repitió-, y haremos una especie de musical. Así combinaremos las asignaturas de música y teatro, y no habrá que estudiar ninguna lección, a parte de los papeles que os toque a cada uno.