Eros se despertó a la mañana siguiente, dejó a Isabella dormida sobre la cama y luego se acercó hacia uno de los muebles del camerino para tomar su ropa de allí. El griego observo una llamada en su móvil de parte de su hermano, marco el número y abandonó el camerino para conversar con él.
- ¿Porque mierdas no contestabas el teléfono? – pregunto su hermano del otro lado de la línea.
- No lo he escuchado, ¿ahora que te sucede? – pregunto el menor de los Aereleous.
- ¿Dónde estás?
- Estoy en el bote con Isabella, ¿porque?
- ¡Mierda!, sal tan pronto como puedas de ahí – gruño su hermano mayor.
- ¿De qué hablas, como que salga del bote? Estoy en medio del mar.
En ese mismo instante, el griego observo la cubierta del bote sumergirse por el agua.
- Joder... - susurro dejando a un lado el teléfono y corriendo hasta la cubierta para estabilizar el bote.
Forcejeo unos cuantos minutos para evitar que se inundara pero todo parecía inútil.
- Mierda, debo ir por bella, de lo contrario nos hundiremos también.
Eros se devolvió al camerino y vio a un lado del mar una lancha aparecer de la nada. Ángela estaba rodeada de más de un hombre armado.
- Buen día señor Aereleous – dijo la ex secretaria.
El griego enarco una ceja al ver su atuendo, lucia idéntica a Isabella.
- ¿Que? ¿Mi figura se te hace conocida? – pregunto la mujer mientras sonreía-. Tienes tan solo dos opciones: venir conmigo en la lancha y salvarte, o dejar que mis hombres te disparen.
- Estas loca, si crees que iré a algún lugar contigo – gruño entre dientes el-. ¿Has sido tú? debí imaginármelo. Nunca vas a dejar a mi familia en paz.
- Yo debí estar a tu lado, debí quedarme en esa casa, pero esa cociera, llegó a arruinar, mis planes. No sabes cuánto la odio.
- Jamás te vendí una ilusión conmigo. ¡Estas demente! ¿Qué te hace creer que voy a intentar estar contigo después de dañar a mi esposa y a mi hijo?
Ángela hirvió en coraje, no podía dejar que se fuera con esa mujer de nuevo, la locura y los celos la habían trasformado en un ser irracional.
- ¡Detente, ni un paso más! – grito sosteniendo un revolver en sus manos-. Si te atreves a moverte, te disparo.
- ¿Eros... - la figura de Isabella cruzó la puerta del camerino. Asustada veía la escena desde donde se encontraba.
- Ve adentro Isabella – susurro su esposo.
- Aléjate de esa mujer – contesto su esposa.
Ángela dejo de apuntarle al griego para esta vez dirigir su arma a la castaña.
- Qué bueno que apareces, bella.... – arrastro sus palabras con sorna y gracia-. No creas que me olvido de ti tan fácil.
- Ni te atrevas a disparar – el griego se cruzó en medio de su objetivo-. Tendrás que dispararme a mí para hacerle algo.
Ángela apretó sus labios, parecía que todos sus planes se hacían añicos. El sonido de unas detonaciones la hicieron girarse para darse cuenta que uno a uno los hombres que la acompañaban caían muertos a un costado suyo.
- Que mierda... - visualizó un bote cercano, habían tres hombres en él podía reconocer al hermano mayor de Eros, pero el otro era la primera vez que lo veía.
Eros abrazó a Isabella cuando pudo llegar hasta ella, parecía que Ángela tenía su tiempo contado para ir a prisión.
- No crean que me doy por vencida – la mujer volvió a apuntarle a la castaña.
El griego reacciono rápidamente arrojándola a un lado, tomo el arma que había empezado a llevar desde que entrenaba con Giorgio Bonatti y le disparo a la mujer que cayó herida al bote.
- ¡Eros! – grito su esposa al ver que el caí a un lado también.
Isabella se acercó a su marido, viendo la mancha que empezaba a crearse en la camisa.
- Eros, Eros... -lo movió de un lado a otro dejando caer sus lágrimas-, No te vayas, por favor no quiero que mueras... - susurraba abrazada a él.
Zeus fue el primero en descender del bote auxiliar para ir hasta donde su hermano se encontraba, Isabella estaba hecha un mar de lágrimas, la herida parecía grave.
- Lo mejor es que te regreses al bote con los demás – la intento calmar su cuñado.
Ella negó con la cabeza sin dejar de sostener la mano de su esposo.
- No me iré sin él.
- Bella, escucha a Zeus – escucho el leve sonido de su voz-. Voy a estar bien.
Isabella apartó sus lágrimas de sus mejillas, se deshizo del collar que meses atrás le había dado su suegra y lo puso en las manos de su esposo.
- Sé que va sonar como una tontería, pero desde que lo llevo conmigo se ha vuelto como mi amuleto. Quiero que lo tengas, así nuestra familia no se va a separar – dijo intentado disimular su tristeza.
- Lo voy a conservar – respondió él mientras acariciaba sus cabellos.
Giorgio se encargó de Ángela junto a Agapios para que la policía se hiciera cargo de ella. El recorrido desde el punto en que se encontraban hasta el hospital era muy lejano, y les preocupaba que la situación de eros pudiera ser peor.
***
Meses después...
- Su nombre es Ares – pronunció Selena cuando se acercó a la sala de espera en que estaba toda la familia reunida-. Su cabello es rubio claro como el de Eros, tiene una carita preciosa, y sus mejillas son rosas ... - suspiro encantada.
- ¿Puedo verlo abuelita? – pregunto la pequeña Isa.
- Ah cariño, lo veras todo lo que quieras, pero debemos esperar ahora esta con sus padres.
Zeus se abrazó a su esposa sonriendo, su sobrino se había adelantado una semana antes de lo planeado.
- El abuelo estaria encantado de conocerlo – susurro el mayor de los hermanos.
- Su mayor ilusión era ver a tu hermano casado..., Hefesto era tan sabio – susurro Selena sosteniendo una placa con las iniciales de la familia-. Incluso hizo una especial por si Eros tenía un hijo. Creo que debería llevarla.
- El abuelo era un hombre increíble, mi hermano y yo aprendimos mucho de él.
Selena se devolvió a la habitación en la que su hijo y su nuera estaban, se quedó unos segundos en silencio al ver la escena de Eros cargando al bebé.
- Tienes las mejillas rojas como una manzana.. Eres preciso, ralamente lo eres – susurraba el griego haciendo pucheros.
- Su cabello es más claro que el tuyo – contesto su esposa-. Es un mini tú.
- Tu eres mi amor, eres mi amor.... – movió su cabeza en dirección a su esposa y se acercó con el bebé en brazos.
Selena sonrió y finalmente golpeo la puerta para entrar.
- Adelante mamá– contesto hijo al verla en la entrada.
- La familia está emocionada por ver a Ares, yo... quise traer antes esto para él.
Se acercó hasta la pareja y les entrego la caja en las manos de eros.
- Tu abuelo tenía una tradición muy especial para todos, y Ares es parte de la familia también.
Eros abrió la pequeña caja y encontró la placa que por generaciones había estado en su familia, la a grabada en cursiva y con una escritura detrás.
Para mi nieto favorito, espero que tu hijo pueda disfrutarlo. Deseo que tenga el coraje y el espíritu libre que te caracteriza Eros. Me has enseñado más de lo que tú puedas aprender de mí, ahora quiero que aprendas algo de mí, y es lo valiosa que es la familia. Para él o ella con todo mi amor.
Hefesto.
- El abuelo y sus cosas sentimentales – contesto él intentando contener las lágrimas-. ¿Qué dices Ares, te gusta? – le preguntó al bebe.
- Claro que le gusta, porque es como lo describio tu abuelo – susurro Isabella-. Nuestro pequeño Ares.
Pasaron algunos minutos reunidos con la familia, todos querían tomarle fotos al bebé, la familia estaba reunida para una fecha especial.
- Lamento interrumpir, tengo que llevarme el bebé para la sala de cuneros – susurro una enfermera entrando a la habitación-. Podrán llevarlo a casa en cuanto firmen la salida.
Isabella tomó a su hijo en brazos y se lo entregó a la mujer con la certeza de que lo vería después.
- Es un angelito... - susurro la enfermera al sostenerlo-. Voy a cuidar muy bien de él, no se preocupen.
La mujer abandono la habitación mientras eros se dirigió a recepción a firmar los documentos.
- No te preocupes pequeño, mamá va a cuidar muy bien de ti. Pronto conocerás la casa que tengo para ti – Ángela se percató de que nadie la viera escapando del hospital. Se las había arreglado para entrar sin despertar sospechas. Ahora ella tenía al hijo de Isabella y Eros en sus manos.
Su venganza había sido perfecta.
- Tu reemplazaras a mi bebé, solo así podremos ser una familia feliz – respondió ella mientras tomaba el elevador que la conduciría afuera del hospital.
***
Isabella espero a Eros, había demorado más de lo esperado. Después de algunos minutos más, el griego volvió a atravesar la puerta de la habitación, su cara lucia pálida y sus ojos cristalinos.
¿Cómo iba a decirle?
- ¿Qué sucede Eros? ¿Dónde está Ares? – pregunto su esposa-. Ha pasado media hora desde que se lo llevaron y nadie ha vuelto a decir nada de mi hijo.
- Él...
- ¿Qué sucede? - Pregunto ella levantándose nerviosa de la cama.
- Está siendo revisado por el médico – tuvo que mentirle, no podía verla destrozada y hecha añicos. Acababa de dar a luz y una noticia de esa magnitud la volvería loca.
- Ya lo han examinado, el médico me dijo que no había nada malo en él, ¿porque no traen a mi bebé?
- No te preocupes cariño – susurro acercándose a ella-. Muy pronto lo tendremos aquí, ya verás – le dio un beso en la sien para intentar calmarla.
- Siento que algo no está bien, si estuviera bien, lo tendría conmigo.
- Ya te dije que no tienes de que preocuparte más que de descansar, Ares estará con nosotros, y después iremos a casa con Marie y los demás.
Isabella se abrazó a su marido, sentía que algo le estaba ocultando, sin embargo decidió confiar en sus palabras sin saber el caos que se estaba empezando a crear a su alrededor como una tormenta de arena.