The Past Come Back {George Sh...

Par sheIIeyz

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The Past Come Back.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3. {Maratón 1/5}
Capítulo 4. {Maratón 2/5}
Capítulo 5. {Maratón 3/5}
Capítulo 6. {Maratón 4/5}
Capítulo 7. {Maratón 5/5}
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13. {Maratón 1/7}
Capítulo 14. {Maratón 2/7}
Capítulo 15. {Maratón 3/7}
Capítulo 16. {Maratón 4/7}
Capítulo 18. {Maratón 6/7}
Capítulo 19. {Maratón 7/7}
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23. {1/3 mini maratón}.
Capítulo 24. {2/3 mini maratón}.
Capítulo 25. {3/3 mini maratón}.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41. [1/6]
Capítulo 42. [2/6]
Capítulo 43. [3/6]
Capítulo 44. [4/6]
Capítulo 45. [5/6]
Capítulo 46. [6/6]
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capítulo 51.
Capítulo 52.
Capítulo 53. {Maratón 1/5}
Capítulo 54. {Maratón 2/5}
Capítulo 55. {Maratón 3/5}
Capítulo 56. {Maratón 4/5}
Capítulo 57. {Maratón 5/5}
Capítulo 58.
Capítulo 59.
Capítulo 60.
Capítulo 61. {Capítulo final}
Epílogo.
Aviso.

Capítulo 17. {Maratón 5/7}

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Par sheIIeyz

Sentados viendo algún que otro programa en la televisión. No sabíamos de qué trataba, pues ambos teníamos la mente puesta en otro lugar.

-¿Te pasa algo? – Preguntó George esquivando el silencio. – Estás… pensativa.

-No, no. – Negué con la cabeza. – No me pasa nada.

El chico sonrió a mi respuesta y extendió su mano para que yo la entrelazase con la suya.

Me miraba con sus ojos intimidantes. Mi sonrisa aún permanecía en mi rostro.

-Sigues teniendo ese gesto tan inocente… - Musitó.

-¿Enserio?

-Sí. Aun que pienses que has aprendido mucho, no es así. Aún te queda mucho por aprender. – Dijo. – 

Además, sin la chaqueta de cuero pareces de nuevo buena.

Un alivio corrió por mis venas cuando escuchó a George decir eso. ¿Enserio todavía seguiría manteniendo esa apariencia de niña inocente?

Mi mirada se desvió hacia el suelo donde estaba la moqueta color azul, adornando el parqué tan antiguo.

-¿Crees que algún día podré volver a ser como era?  - Pregunté tras un largo silencio.

-¿Cómo eras?

-Ya sabes. Tan inocente, centrada…

Louis frunció el ceño sin dirigirme la mirada.

-¿Acaso estás mal siendo como eres ahora? – Preguntó.

-No, no es eso. Solo que a veces echo de menos el llevar una vida tranquila. Sin drogas ni alcohol. Incluso hay días que echo de menos a mi madre…

-¿Por qué dices eso ahora? Tu madre no te echará de menos, sino hubiera intentado contactar contigo.

-Y lo ha hecho. He sido yo la que nunca ha querido contestarle a ninguno de los mensajes ni llamadas. Ella no sabe donde estoy, o eso creo.

Un silencio incómodo de nuevo. Mi mano notó como la de George dejó escapar fuerza, sin soltarse de la mía.

-A veces creo que no es lo suficientemente valiente para venir a buscarme y pedirme perdón. Y creo que me necesita... – Añadí.

-¿Crees de verdad que te necesita? Yo lo dudo.

Miré frunciendo el ceño a George. Una madre siempre necesita el cariño de su hija, y una hija siempre necesita el cariño de su madre. No sé qué mosca le habría picado.

-¿Y tu madre, George? ¿Acaso la conoces? – Le pregunté saliendo del tema.

-No.

Su gesto se volvió frío cuando le pregunté eso. Su mano soltó definitivamente la mía y se introdujo en su bolsillo, buscando el paquete de tabaco.

-Murió meses después de que yo naciera. – Informó prendiéndose el cigarro. – Me crié con mi abuelo, porque mi padre desapareció después de la muerte de mi madre.

Mi gesto era atento a la confesión de George.

-Lo único que sé es que tengo dos hermanas más, y que él ahora es un gran empresario.

El chico resopló mirando hacia otro lado mientras recordaba las aparentes duras escenas de su infancia.

-Ese hijo de puta me dejó solo con mi abuelo, el que murió cuando yo tenía dieciséis años. A partir de ahí fue cuando empecé a dejar de ver el sentido a la vida. La persona que más quería había desaparecido, me dejó solo. Mis días eran siempre iguales: Negros. Oscuros. Pasaban siempre con la misma rutina. Dejé mis estudios, mis amistades, mis aficiones… Dejé todo. No le veía sentido a nada.

-¿Y no intentaste buscar a tu padre?

-¿Buscarle? – El chico rió sarcásticamente. - ¿Para qué? Lo único que me podría aportar a esas alturas sería dinero, y no quería el dinero de un hombre que me abandonó, de un hombre que solo me aceptaría por compromiso. Preferí ganarme la vida yo solo.

-¿Y es por eso por lo que te refugiaste en esa vida?

-Si te fijas, casi todo el mundo que estamos ahí tenemos problemas. Todo el mundo busca la solución en lo que tú y yo la hemos buscado. El tabaco y el alcohol no solucionan nada, pero es lo único que te ayuda a escapar un poco de la realidad y darte cuenta de la puta mierda de vida que tienes. 

George parecía estar realmente afectado por ese tema. Me junté a él y me acurruqué en su pecho, abrazándole para intentar consolarle.

Su cuerpo rígido solo pasó sus manos débilmente por mi espalda. Sus músculos mostraban rabia. Él mostraba rabia.

-Tranquilo… - Musité mirándole. - Yo ahora estoy contigo.

******

Días más tarde.

-Cógete algo de abrigo, vendremos tarde. – Me sugería.

Le sonreí cuando vi que su cuerpo. Él iba simplemente con su chaqueta.

-¿Acaso iremos a donde hace frío? – Pregunté.

-No. – Negó. – Solo que iremos caminando.

Asentí con la cabeza y descarté la idea de la chaqueta de cuero. Eché pasos atrás y entré en mi habitación, abriendo el armario y rebuscando una chaqueta. Cogí la que más me abrigaría y la encajé con mi cuerpo.

Comencé de nuevo a andar hacia George y le besé la mejilla mientras mi mano tiraba del pomo de la puerta.

-¿Dónde vamos? – Pregunté yo mientras él echaba la llave.

-Es una sorpresa. – Musitó.

-¿Acaso me vas a tener con las ganas de saberlo todo el camino?

-¡Lo has adivinado! – Exclamó. – Buena chica.

Sonreí a su respuesta mientras ambos bajábamos las escaleras del edificio. Su gesto era muy serio, como de costumbre. Sus ojos transmitían tantas cosas a la vez que a veces incluso me perdía.

Mi vida había cambiado y eso era algo innegable. Antes era una chica educada, estudiosa, madura, centrada. Ahora era todo lo contrario. Raro era el día que dejaba un cigarro en el paquete de tabaco o raro era el día que no acompañaba a George a El Foco, donde ya estaba aprendiendo demasiado. La picardía crece cuando afrontas una situación como la mía.

-Gracias. – Agradeció él cuando pisamos el suelo del portal.

-¿Gracias por qué?

-Por escucharme el otro día. Jamás le había contado esto a nadie. Jamás he tenido confianza con alguien como para contarle esto. Tú eres diferente, _____. Eres lo único que tengo desde hace muchísimos años.

Una sonrisa dulce apareció en mi rostro. Me daba cuenta de que la gente tenía una idea tan equivocada de George. Él aparentaba ser un chico peligroso, violento y muy, muy reservado. Sin embargo, él era el ser más indefenso y sensible que yo había conocido y conocería. Lo único que necesitaba George era algo de cariño y alguien en quien confiar para contarle todo su pasado.

-Gracias a ti por todo, George. Me has ayudado tanto…

El chico sonrió y agarró mi mano apresurando los pasos.

Una ventisca de aire nos invadió cuando salimos al exterior. Nuestro pelo fue desplazado hacia atrás y ambos reímos al ver lo despeinados que estábamos.

-¡Estás preciosa! – Exclamó riendo.

-Lo siento, no puedo decir lo mismo. – Contesté.

El chico pasó sus manos por mi cintura y me elevó dando una vuelta en el aire conmigo en brazos. Después, sus labios se posaron en los míos y me soltó en el suelo para darme un abrazo fuerte.

Mi barbilla se apoyó en su hombro abriendo los ojos y observando algo: Un chico estaba intentando recoger un montón de papeles que estaban esparcidos por el suelo. Parecía que el viento había sido el culpable.

-Oh, mira. – Informé a George. – Ese chico necesita ayuda.

-¿Lo dices en serio? Lo está recogiendo él so…

No escuché la frase de George y emprendí camino a ayudar a ese chico. Aparentemente, el cuerpo de George se quedó estancado en el suelo, ya que no acudió a ayudarle.

Me agaché y comencé a coger todos los folios posibles.

-Te ayudaré. – Musité.

El chico dirigía la mirada hacia el suelo, pendiente de que ningún folio se escapase de nuevo.

Cuando escuchó mi voz, levantó la mirada y sonrió. Esa sonrisa y ese atractivo me resultaban familiares.

-¿____? – Exclamó.

-¡JJ! – Contesté.

-¡Qué casualidad! – Añadió.

-¡Sí!- Añadí.

Me puse en pie devolviéndole todos los folios.

-Muchas gracias. – Dijo JJ.

-No hay de qué.

-¿Puedo darte dos besos en forma de agradecimiento?

-Oh, claro.

Mi mano se posó en sus hombros para aceptar los dos besos de ese chico cuando escuché los pasos de George llegar hacia donde estábamos nosotros dos. George se puso a mi lado izquierdo y cruzó sus manos con un gesto frío y serio.

-Mira George, este es JJ. – Informé. – Trabaja en el estanco de aquí al lado.

-Mmm, JJ… - Musitó George.

-Sí, le conocí el otro día. - Dije.

-Ya lo veo. – George miró a los ojos a JJ. Su gesto no me gustaba. – Pareces algo torpe para dejar escapar tus apuntes.

Mi ceño fruncido cuando escuchó a George decir eso.

-Bueno, yo… - JJ intentaba excusarse.

-Pero no pareces nada torpe para darle el teléfono a mi novia, ¿Verdad, campeón? – Añadió.

Mi cara cambió completamente. Mi gestó ahora era de completa sorpresa. ¿Cómo habría cogido George el teléfono? Lo escondí en mis pantalones que… ¡llevé a lavar!

-Vamos, solo fue una broma… - Añadió el chico.

-Una broma… 

George mordió su labio mirando hacia otro lado.

¡Una broma! – Gritó.

El chico empezó a andar en dirección a JJ. Mi cuerpo se puso entre medias para evitar cualquier percance.

-Vamos George, tranquilízate. No ha pasado nada. Él no…

Su mano de nuevo agarró fuertemente mi brazo y me empujó hasta que quede fuera de su espacio.  Mi cuerpo fue a parar hasta una verja, la cual me rajó la mano dejando salir sangre de ella.

Me quejaba y miraba la pequeña herida asustada. Sin embargo, tenía algo más importante en lo que fijarme. 

El puño de George parecía estar calentándose para aterrizar en la cara de JJ, quien estaba totalmente acobardado.

Mi respiración había aumentado y mi otra mano pasaba con cuidado por donde estaba la herida. Mis órbitas de los ojos dejaban escapar lágrimas. Su rabia estaba ahí mismo. Si no me daba prisa iba a pegar a JJ, y él no tenía ninguna culpa.

La mano de George contactó fuertemente con el estómago de JJ, el que se agachó retorcido de dolor. 

Ahora George aprovechó para darle con el codo en la cabeza. JJ cayó en rotundo en el suelo y comenzó a quejarse.

-¡George! – Exclamé corriendo hacia él.

Giró con su pie al chico y se sentó encima de él, repartiéndole puñetazos en la cara.

-¡Para! ¡Para! – Exclamaba.

Me apresuré hasta la situación donde George continuaba repartiendo puñetazos hacia ese chico.

-Joder, para. – Insistía.

El chico parecía ignorar todas mis peticiones y continuaba dando golpes a la cara de JJ, quien ya parecía estar inconsciente.

-¡George, le vas a matar!

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