-Para, para. – Exigía el chico mientras continuaba con sus manos tapando su rostro.
Mi respiración agitada se estancó cuando vio el corte en la ceja izquierda, el pelo liso y castaño, su flequillo decorando su frente. La chaqueta de cuero y esas enormes botas.
Bruce continuaba a su lado, ladrándole.
Bajé el paraguas mientras él me miraba acobardado por los golpes que le había ofrecido.
-Pero, ¿Eres idiota? – Le exclamé, ahora ofreciéndole golpes con las palmas de mis manos en sus trabajados brazos, aun que sin éxito. – ¡Casi me da algo!
El chico esbozó una leve sonrisa y colocó sus manos rápidamente en mis brazos, para pararme.
Sus manos tocando mis brazos hicieron que desconectase de la realidad y por un momento solo me perdiese en esos ojos azules que tan bien se apreciaban.
-Sólo quería verte. – Musitó entre risas.
Mi mirada aún bloqueada permanecía observándole. El chico esperando una respuesta.
-¿Enserio ves normal el colarte por…?
-Por la ventana. – Me ayudó señalando a la ventana de encima del cesto de Bruce.
-Por la ventana. – Añadí. - ¿…En casas ajenas?
-Lo hice para verte. – Contestó.
-Suéltame. – Pronuncié enfadada. – Y vete de aquí.
El chico obedeció y al fin recuperé mi postura habitual. Él se alejó un poco de mí.
-¿No puedo quedarme?
-Están mis padres. Si te ven nos matan.
-Me dijiste que estabas sola.
-Te mentí.
George comenzó a andar a través del pasillo, perseguido por Bruce y sus constantes y poco intimidantes ladridos.
-Bonita casa. – Exclamaba.
Me apresuré hasta ponerme a su lado, intentando detenerle.
-George, por favor…
El chico sonrió pasando su grande mano por mi pelo, retirándolo de mi cara.
-Eres muy guapa. – Susurró.
Mis mejillas se ruborizaron cuando escuchó eso salir de la boca del chico. Susurrando, a apenas dos centímetros de mí.
-Gracias… - Balbuceé.
El chico continuaba acariciando mi pelo mientras yo le miraba tragando saliva.
-Vete. – Insistí.
-Vente conmigo.
-Tengo que estudiar.
-Esta noche hay una carrera en El Foco y yo correré en ella. Me encantaría que vinieses a verme.
Mi mirada y la suya contactando y encajando a la perfección. Ambos sintiendo nuestras respiraciones cerca, muy cerca. Mi cuerpo intimidado ante tal imposición de ese chico. En mi cabeza, el asentimiento del plan con Alison.
-No puedo, George. – Contesté. – He quedado.
-Aplaza tu plan.
-No puedo. Es mi amiga.
-Que venga contigo. Solo necesito tenerte a mi lado. Sé que me darás suerte.
El aire llenando mis pulmones mientras él esperaba ansioso una respuesta. Sabía que si no aceptaba el ir, estaría en mi casa hasta que lograse convencerme, y mis padres estarían a punto de venir.