A la mañana siguiente, Xiaoxi arribó al lugar donde Baisong le había pedido ir.
La alberca semi olímpica estaba cerrada ¿Por qué la citó ahí?
En lo que su amigo llegaba, sacó su teléfono para ver si tenía alguna llamada perdida de Jiang Chen.
No fue así. Más sin en cambio, quién había enviado mensajes de forma constante había sido su primo Gu Wei, preguntándole cómo había resultado la noche de picnic.
"Primo, sólo a mí me puede ir mal" le respondió y volvió a guardar el teléfono en su pantalón.
–¡Hey! ¡Xiaoxi! –escuchó un murmullos detrás de un árbol –por aquí. Sígueme.
Era Wu Baisong. Xiaoxi, con cuidado de que nadie la estuviese viendo, corrió en la misma dirección por la cuál su amigo había desaparecido.
–Baisong... –susurró al no verlo.
–Por aquí. Ven –una mano se asomó por la rendija de una puerta. Xiaoxi fue hasta allí y segundos después desapareció detrás de ella –Ya puedes alzar la voz. Bienvenida.
Baisong y Xiaoxi caminaron a través de un corredor angosto y después, aparecieron frente a la alberca donde solía practicar Baisong fuera de clases.
Xiaoxi ya había estado ahí en varias ocasiones apoyando a su amigo, pero esta vez, algo que la dejó sorprendida, fue una piña flotante que había sobre el agua.
–Cierra los ojos y cuenta hasta cien –Xiaoxi dudó por un instante en obedecer o no a su amigo –confía en mí –sin más, Xiaoxi cerró los ojos –Baisong desapareció del escenario y cuando Xiaoxi llegó al número setenta, se escuchó un gran chapuzón.
Asustada, abrió los ojos y miró con dirección a dónde el agua caneteaba.
–¡Ven! ¡Te enseñaré a nadar!
Entre las manos, llevaba un flotador en forma de piña.
–No me aguantará.
–Lo hará. Anda.
Con timidez, Xiaoxi se subió sobre aquella cosa flotante y poco a poco fue yéndose más al centro, guiada por Baisong.
Al principio sólo fueron vueltas en círculo, en lo que Xiaoxi agarraba confianza y se sintiera libre al estar sobre aquella piña flotante. Después Baisong comenzó a hablar.
–Hay que sentir el agua con el corazón ¿No te gusta estar sentada en el agua?
–Sí –la voz de Xiaoxi sonaba apagada.
–¿No es una sensación genial?
–Sí
–¿No sientes que nada es para tanto?
–¡Sí! –gritó Chen Xiaoxi.
–¡Entonces grítalo!
Con fuerza, Xiaoxi tomó aire, se agarró con fuerza y gritó:
–¿A quién le importa el cambio de escuela? ¡Púdranse todos! ¡Soy la mejor, soy la más lista y la más bonita!
–Eres la mejor, la que disfruta de la vida y es más feliz –le siguió Wu Baisong.
–¡NADA ES PARA TANTO!
–¡NADA ES PARA TANTO!
Jugaron un rato más en el agua y más tarde, Wu Baisong llevó a Xiaoxi a comer al restaurante más cercano.
–Baisong, gracias –dijo Xiaoxi con sinceridad.
Wu Baisong al momento de ver los ojos de Chen Xiaoxi supo inmediatamente que sus sentimientos hacía ella no volverían a cambiar. Ella era como una hermana pequeña a la que quería proteger.
Incluso si Xiaoxi se cambiaba de país, él iría a protegerla. No quería verla sufrir.
–Xiaoxi, siempre seremos amigos.
Baisong sonrió. Xiaoxi también.
Ambos sabían el significado de aquellas palabras.
Procurarían no romperlas.