Escapando del infierno (+21)

Par girl_blue_666

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Adrien nunca había viajado a Estados Unidos, pero cuando tienes una ex psicópata, cualquiera lo hace ¿No? Pu... Plus

PERSONAJES
Praesagium
⚠️ ADVERTENCIA ⚠️
CAPÍTULO 1 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 2 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 3 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 4 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 5 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 6 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 7 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 8 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 9 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 11 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 12 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 13 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 14 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 15 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 16 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 17 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 18 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 19 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 20 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 21 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 22 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 23 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 24 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 25 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 26 (CORREGIDO)
Capítulo 27 (CORREGIDO)
CAPÍTULO 28 (CORREGIDO)
Capítulo 29 (CORREGIDO)
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36; Parte 1
Capítulo 36; Parte 2
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40 //FINAL//
Epilogo
Praesagium
⚠️ NOTICIA IMPORTANTE ⚠️
EXTRA
EXTRA 2
EXTRA 3
EXTRA 4
EXTRA 5
CONTINUACIÓN
EXTRA 6

CAPÍTULO 10 (CORREGIDO)

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Par girl_blue_666

Hanna Morgan

— ¡Si quieres dejarme solo en este cruel mundo solo dímelo!

Thomas se cruza de brazos mirándome y yo me deslizo por la camilla hasta cubrirme hasta la cabeza con la sabana.

— Melo.

— ¡AH! ¿¡AHORA TE CREES COMEDIANTE!? — Arranca la sábana de golpe y me cubro el rostro con mis manos mientras mi mejor amigo me sigue gritando.

Estoy demasiada hundida en la mierda ahora mismo como para pedirle que deje de gritar. Llegaron hace media hora y el príncipe azul me abandono con todos ellos. Thomas me grita, Tania me mira negando, Ryan está sentado a mis pies mirándome preocupado y Ryder... Ryder es genial, entro felicitándome por sobrevivir a mi primer coma etílico, me dijo que lo invitara para la próxima.

Y Sean no está aquí, por qué... no lo sé, no está.

Adrien salió corriendo cuando él pelinegro comenzó a gritar y no lo culpo, yo hubiese hecho lo mismo. Abro un poco mis dedos para ver por qué Thomas se calló, pero ya no está ahí parado, probablemente fue al baño.

Bajo mis manos suspirando y una mano tibia toma una.

— No debí dejarte sola.

Miro al rubio mayor a los ojos y percibo su lamento. Tiro de su mano haciendo que se siente más cerca de mí, tomo su mano con las dos manos y dejo un beso en el dorso de esta sonriéndole ligeramente.

— Hubiese bebido la botella entera con o sin ti.

Ryan ríe negando y me abraza contra su pecho dejando pequeños besos sobre mi frente.

— Pero no te hubiese dejado sola.

— Claro, por qué tu presencia hace maravillas, ¿No? — Rio apartando mi rostro de su pecho y lo miro a los ojos.

— Para ti siempre lo mejor de mí. — Me guiña un ojo sonriendo y rio abrazándolo otra vez.

»— ¿Prometes nunca más beber hasta terminar echa mierda?

— No, me conozco, no cumpliré. — Ryan me da un suave golpe en la cabeza. — Pero prometo decirte cuando quiera tu presencia maravillosa junto a mí, ¿Sirve?

— Sirve.

Se aparta cuando Thomas entra otra vez a la habitación y sigue gritándome qué no me refugie en Ryan por qué sigue enojado.

— Hazlo parar por favor. — Murmuro.

— Nop, te mereces cada uno de sus gritos. — Besa otra vez mi cabeza y se aparta yendo al sofá donde está su hermano.

— Bien. — Me giro hacía Thom y me cruzo de brazos. — Una botella de tequila entera nunca más.

— Ni de vodka. — Sé cruza de brazos mirándome mal.

— ¿En serio? — Le miro dolida y él asiente. — Bien, ni vodka ni tequila.

— Okay. — Suspira y se sienta a mi lado abrazándome con fuerza. — Amo tu resistencia, pero no puedes cambiar vicio por vicio. Después de todo, te haces el mismo puto daño con tequila que con...

Se calla de golpe cuando la puerta de la habitación se abre y un hombre alto con dos vasos entra.

— ¿Es un frappe de fresa? — Sonrío viendo el vaso de transparente en su mano derecha. — ¿Es para mí?

Miro sus ojos azules esperanzada y él ríe asintiendo. Se sienta sobre la camilla extendiéndomelo.

— No había fresas frescas, asique por el momento, ten. — Lo recibo y le doy un largo trago cerrando los ojos.

Qué suero ni que nada, frappe de fresa a la vena será lo que me hidrate.

— ¡No puedes darle algo de fresa! — Thomas mira mal a Adrien, el cual bebé de su café confundido.

»— ¡Es una adicta, a una adicta no le das de su droga luego de tener una sobredosis! — Trata de quitarme el vaso, pero le doy una mirada seria que sabe que, si me toca, le diré a Ryder que está loco por él.

»— ¿Ves lo que provocas?

— Pero es un frappe, es inofensivo. — Él castaño sonríe divertido.

— ¡NO PARA HANNA! — Thomas se cruza de brazos. — Es como si le dijeras; "Oh bien hecho, sigue bebiendo hasta tener cirrosis, después te doy fresas".

— Estoy aquí. — Frunzo el ceño.

— No para mí, voy a ignorarte una semana, para que veas cómo sufriré yo cuando mueras de intoxicación. — Thomas me mira mal y sale de la habitación luego de despedirse de todos.

— ¿Habla en serio? — Adrien mira a todos los de la habitación hasta llegar a mí.

— Obviamente, es Thomas. — Murmuro y vuelvo a atragantarme con el frappe disfrutando cada segundo que lo tengo en mi lengua.

— Iré a dejarlo a su departamento, no trajo su auto. — Ryder se levanta y deja un beso en mi frente antes de chocar su mano con la de Adrien.

»— Recuerda, Hanna Banana. A la próxima me invitas. — Me guiña un ojo divertido y sale del cuarto.

— ¿Cuánto más tienes que estar aquí? — Tania se sienta a mi lado acariciando mi cabello con cariño. Y es raro, no raro por la forma en la que lo hace, sino que las emociones que me transmite con ese simple gesto me calienta el pecho.

— El doctor dijo que podía irse cuando quisiera, pero que él personalmente prefería que se quedará hasta que estuviera hidratada otra vez. — Responde el oficial de policía desde el sofá.

»— ¿No tienes que ir a ver esa casa Tania? — Mira a la chica morena frunciendo ligeramente el ceño.

— Sí, pero pensaba dejarlo para otro día para quedarme aquí con Hanna.

¿Qué?

— ¿Quieres cuidarme? — La miro confundida.

— ¿Si? Somos amigas Hanna, tu estuviste para mí y ahora yo estoy aquí para ti. — Sonríe ligeramente y no sé qué decirle.

Miro a Tania pensando en lo diferente que es ella a las "amigas" que tuve alguna vez. Ella me está ofreciendo su amistad no para acercarse a mis hermanos, tampoco para tener estatus social... Debo parecer una idiota mirándola con la pajilla entre mis labios sin sorber de ella.

— ¿Hanna...?

— Ve, yo estaré bien, cuando salga te llamo. — Ella asiente. Saca algo de su bolsillo y me extiende un bálsamo labial.

— Lo compre de camino, tus labios están muy secos. Y nunca te ha gustado tener los labios secos.

— Gracias. — Tomo el bálsamo y lo acaricio con mi pulgar suavemente. Es de los de un dólar. — Es de fresa. — Rio y la miro divertida. — ¿Cómo lo compraste sin que Thomas se diera cuenta?

— Ryder estaba sentado a su lado, no sé dio cuenta de muchas cosas. — Ríe levantándose y mira a Adrien. — ¿Vas conmigo o te quedas con Hanna?

— Voy. — Se levanta y le sonríe ligeramente. — Yo igual quiero que me llames cuando salgas.

Me mira divertido.

— Solo te llamare para que me des una buena cogida. — Le guiño un ojo y él ríe negando saliendo de ahí con Tania.

— Sorprendente que todavía no follen. Le doy tres semanas más. — Ryan se acercó sentándose otra vez en la camilla y me mira divertido.

— Creo que no podre con él. — Murmuro y le doy otro trago a mi frappe.

»— El príncipe azul solo hace el amor, y no haré que me ame para que me folle.

— Cierto, por qué ahora estás ocupada enamorando al adolescente, ¿No? — Alzo una ceja mirándole divertida.

— ¿Celoso de un crío que no me ha follado, Oficial Steven?

— Celoso de un crío que no la ha follado, señorita Morgan.

🚬🚬🚬🚬

Bebo la séptima botella de agua del día y la lanzó al basurero volviendo a la mesa de pool con Ryan. Hoy tenía día libre así que vino a cuidarme el culo al penthouse.

El rubio golpea la bola blanca, la cual golpea la número cinco, fallando a la hora de meterla en el hoyo.

— Vaya oficial, otra prenda por favor. — Sonrió divertida mientras pasó la tiza por la corona del taco de billar. Ryan me mira mal y comienza a quitar los botones de su camisa negra.

Oh sí, mi cuarto negro es mucho mejor que el cuarto rojo.

»— Lento, Oficial. Quiero grabarme este momento, por qué desde ahora meteré cada una de mis bolas y usted tendrá que desnudarse para mí.

— ¿Tanta fe se tiene, Señorita Morgan? — Ríe suavemente quitando los últimos botones y se quita la camisa lentamente mirándome a los ojos. Bajo mi mirada y voy observando detenidamente su torso. Es delgado y está marcado gracias a todos los ejercicios que hizo en la academia.

Bendito sea el ejercicio.

Miro su marcada V que es cubierta ligeramente por su pantalón y vuelvo a mirarlo a los ojos.

— No fe, Oficial. Conocimiento de mis habilidades.

Hago puente con mi mano izquierda alineando el taco hacia la bola blanca y miro fijamente mi siguiente objetivo; La bola doce. Mi brazo retrocede con un agarre firme en el taco y lo deslizó hacia adelante con un movimiento certero logrando meterla en el hoyo de la esquina.

Ryan maldice divertido y le da otro trago a su vaso de agua. Si, el trato era que yo bebería agua solo si él igual lo hacía.

Doy una vuelta alrededor de la mesa viendo como la bola deja de moverse y me pongo en posición viendo la bola once. Desde el lugar que estoy, es muy difícil darle ya que delante de ella hay una bola rayada de Ryan. Miro su alrededor y sonrió al ver cuál será mi jugada. Me paro en diagonal y golpeo la bola de marfil viéndola chocar con fuerza contra la pizarra, rebota y golpea la bola once sin tocar la bola rayada. La once avanza con algo de lentitud hasta al agujero medio al costado y entra haciéndome reír.

— Vaya aflojando su cinturón, Oficial Steven. Tendrá que quitárselos pronto.

Miro a Ryan divertida y avanzó hacía él sin perder de vista la bola blanca. Me inclino hacía la mesa y en un fácil movimiento la bola diez entra en un hoyo también.

No es por presumir, pero desde los quince juegos Pool, muchas veces incluso en The Auream con los grandes. Ver sus caras de impacto por qué una niña, una mujer, les ganaba golpeando bolas, valía la pena, valía cada movimiento.

La nueve entra igual de rápido que la bola azul y miro con una gran sonrisa al oficial frente a mí. Ryan solo me mantiene la mirada y sus manos bajan a su cinturón aflojándolo, yo solo puedo reír ante su rendimiento.

Conozco a Ryder desde los dieciocho, fue la primera persona con la que nos topamos cuando llegamos a San Francisco con Thomas. Paro el auto de pelinegro haciéndome creer que no lo conocía y trató de asustarme. Para sorpresa de él, en ese entonces era una chica destrozada que buscaba grandeza y no se iba a dejar intimidar por un policía.

Resulta que no era policía real, en ese momento solo sacaba multas y Thomas se rio de la cara de su amigo cuando le dije unas cuantas cosas a la cara. Luego de eso solía ir varias veces al departamento de Thomas para encontrarse casualmente conmigo.

Él fue el número uno en el conteo de hombres que cogí, su hermano — El cual había vivido hasta ese entonces en Los Ángeles con su madre. —, fue el número dos y de los demás no me acuerdo.

Conocer a Los Steven fue una de las mejores cosas que me han pasado.

Y no hablo por los buenos polvos que hemos tenido, han sido buenos amigos al igual que Thomas, les conté el motivo por el que me escapé de casa, les confié una parte dolorosa de mi vida, y ellos lo apreciaron, lo apreciaron tanto que hasta el día de hoy siguen en mi vida a pesar de la mierda de persona que soy.

No cualquiera me hubiese dado una oportunidad sabiendo mi pasado.

— Debes a enseñarme algunos trucos.

— No puedo, cariño. Ryder me suplicó de rodillas que no te enseñara mis trucos, quiere ser mejor que tú.

— ¿Y supo suplicar de rodillas? — Ríe con malicia y le imito golpeando la bola negra con la blanca.

— Supo, pero no como usted oficial. — Miro divertida la bola negra perderse en el hoyo de la esquina y me giro hacía Ryan

»— Ahora desnúdese para mí, porque aceptó jugar sabiendo que le ganaría.

— Algún día le ganaré, señorita Morgan.

— Espere sentado, Oficial Ryan. — Rio divertida apoyándome en la mesa viendo cómo se quita el cinturón.

Las puertas del cuarto negro se abren de golpe y me giro confundida. Estoy lista para golpear al guardia que se atrevió a entrar antes de mi follada diaria, pero me tenso al ver que no es un guardia.

Son dos y otra persona.

Sasha ROM.

— ¿Por qué no me sorprende encontrarte con un hombre? No rindes honor a tu apellido...

— ¿Honor? Por favor, es Ryan.

Sasha mira a mi amigo que comienza a vestirse y alza una ceja.

— Ah.

— ¿Qué hace aquí? Creí haber sido muy clara cuando dije que no quería a esta mujer en mi casa. — Dejo el taco sobre la mesa y miro a los guardias cruzándome de brazos.

— Es su madre, señorita Morgan, debíamos dejarla entrar.

— Y una mierda, largo, están despedidos. — Los miro fijamente. — Y quiero que llamen a otros dos antes de irse, voy a necesitar hombres de verdad para que la echen.

Ambos hombres salen sin decir anda y Sasha bufa antes de caminar a mi mini bar.

— Pon tus manos sobre algo y te las corto.

— Puedo tocar lo que se me da la gana, incluso a tu juguete llamado Ryan. — le guiña un ojo al rubio y comienza a prepararse un Martini. — Estás más guapo que la última vez que nos vimos.

Respiro profundamente al ver que ya comenzó a coquetear, Ryan deja un beso en mi frente susurrándome que nuestro encuentro queda pendiente y sale del cuarto negro sin despedirse de Sasha.

»— Qué mal educado para representar al país.

— ¿Qué quieres? — Mantengo mi distancia y ordenó las bolas de marfil con cuidado sobre la mesa de billar.

— Mi cumpleaños se acerca, no quiero que vayas.

— No tenía pensado ir. — ¿Que tan lento moriría si le lanzo la bola ocho en la puta cabeza?

— Pero tu padre si quiere que vayas.

— ¿Y desde cuando te interesa lo que mi padre quiere?

— Desde nunca. — Se alza de hombros mirándome y se quita su gran abrigo de piel de zorro. Debe ser piel real, el dinero de Ian no paga imitaciones ni mucho menos cosas sintéticas.

»— Pero lo amo así que iras, lo saludaras y luego volverás a este... — Mira mi cuarto negro haciendo una mueca. — Penthouse de chica pobre.

— ¿Qué te hace pensar qué voy a complacerte? — Avanzó hacia ella tragándome mi miedo y alzo mi mentón haciéndole frente.

— Qué es mi puto cumpleaños, Dios Hanna. ¿No te es suficiente con hacerme la vida una mierda? — Rueda sus ojos celestes y le da un trago al Martini que se preparó.

— Ah, ¿Quieres hablar de hacer mierda una vida? — Alzó una ceja cruzándome de brazos y ella me ignora.

— Artemio me llamó, dijo que conoció a ese tal Reed... deberías llevarlo, quiero conocer al chico qué finges amar.

Me tenso y ella se da cuenta. Sonríe con malicia y ríe mirándome de pies a cabeza.

»— Por qué obviamente no lo amas, ¿Cómo podrías amar?

— De la misma forma que tú amas a Ian, obviamente.

— Cierra la puta boca. — Me mira mal y vuelve a darle un trago a su Martini. — Irás a Las Vegas, llevarás a tu noviecito y me compraras algo bonito.

»— Después volverás aquí y esperaremos un mes para tu cumpleaños. Tomarás tu cargo dirigiendo las drogas de tu padre y luego te casaras...

— Oh Sasha. — Rio recordando mi plan y me afirmo de la barra inclinándome hacia ella. Fijo mis ojos en los celestes de ella y me lamo los labios resecos.

»— No voy a hacer nada de lo que me digas, Ya no tengo siete años.

— Harás cada cosa que yo te diga si no quieres que la pequeña Alex...

— Atrévete. — Aprieto mis puños con fuerza. — Tócale un maldito cabello, y hablaré. No, no solo hablare, voy a montarme un puto circo sobre tu cuerpo moribundo, por qué no te mataré, te haré sufrir cada maldito segundo de...

— Bla, bla, bla. — Sasha tira su cabello rubio hacia atrás y luego toma mi mentón con fuerza. — No harás nada, ¿Sabes por qué? Por qué no eres nadie comparada conmigo, solo eres mi copia de mierda.

»— Cómo me hubiese gustado que el doctor no quitara el cordón de tu asqueroso cuello. Deseaba con mi vida que murieras.

Me mira asqueada y luego toma su abrigo. Saca algo de su bolsillo y lo tira sobre la barra.

»— Todavía puedes hacer mi sueño realidad, drogadicta de mierda.

Sin decir más sale del cuarto negro.

Mi cuerpo se desespera al ver la bolsa transparente con polvo blanco dentro.

Las palmas de mis manos pican, mi boca se humedece y mi nariz pica por inhalarlo.

Los recuerdos de mi adolescencia vuelven, la euforia, la ausencia de problemas, la alegría y la diversión estallando como fuegos artificiales me obligan a tomar la bolsa.

Fantasía en D menor de Mozart comienza a sonar en el piano al otro lado de la pared y suspiró profundamente.

Vuelvo a dejar el polvo en la barra recordando la angustia después de cada probada. Recordando la decepción en el rostro de mi padre, mi proceso de abstinencia qué era interrumpido por mi madre que dejaba bolsas de coca bajo mi almohada cada noche. Las veces que estuve a punto de meterme a la bañera con mi secador rondan por mi mente. Las veces que pensé qué los cuchillos de Chad parecían demasiado fáciles de robar.

La razón por la que comencé a meterme cocaína a los trece años me obliga a volver a tomar la bolsa.

La mirada de Henry al verme tirada en el suelo de mi baño con espuma saliendo de mi boca.

Mi primer amor rechazándome a los diecisiete por enterarse de mi pasado con las drogas.

Una recaída donde perdí el conocimiento.

Tanner muriendo a mi lado ahogado con su propio vómito.

Thomas en el funeral de su hermano.

Thomas dándome otra oportunidad para vivir ofreciéndome irme con él a San Francisco.

La vuelvo a bajar y suspiró profundamente negando. He pasado por mucho, si, demasiado, pero no lo vale la euforia provocada por esta mierda, prefiero las fresas.

No a la falopa, si a las fresas.

— No soy tan débil ahora, Nieves. — Dejó un casto beso en la bolsa transparente con el clímax de Fantasía de fondo. Salgo del cuarto negro con la cabeza en alto y la bolsa intacta en mi mano.

En mi piano Sasha sigue tocando y probablemente deslumbraría a Adrien por la forma en la que lo hace.

Quizás le mentí un poco al ruso, si, aprendí en mi escuela privada a tocar el piano, pero también en casa, escuchando y viendo a Sasha.

Aguanto las ganas de bajarle la tapa en los dedos y bajó al primer nivel. Voy a mi terraza y tiró la bolsa transparente viéndola hacerse diminuta mientras cae los cincuenta pisos.

Saco mi móvil y marcó su número con una sonrisa.

¿Qué quieres?

— Sasha me dio polvo de hadas.

¿QUÉ? ¿ESTÁ EN EL PENTHOUSE? VOY A IR A GOLPEAR A ESA ZORRA.

Sonrío escuchando la desesperación de Thomas.

— Si, está aquí tocando piano, recordándome que todo lo que yo hago, ella puede hacerlo mejor.

Odio a tu madre, no sabes cómo me gustaría depilarle el coño con pinzas. — Bufa frustrado. Se queda unos segundos en silencio y luego se aclara la garganta. — ¿Qué hiciste? Hanna por favor dime que no te metiste el puto polvo de hadas.

— Lo hice volar. — Rio todavía mirando la calle a la distancia.

¿Qué significa eso? Hanna por favor se sincera, no quiero perderte a ti también.

La culpa me amarga la boca.

— No me la metí, la tiré por la terraza y no me perderás, trozo de mierda.

— Eso espero zorra de mierda, recuerda que debemos llegar juntos al infierno. Debes presentarme a lucifer para qué sea mi Sugar Daddy, ¿Recuerdas?

Rio con él limpiándome los ojos y asiento, aunque no pueda verme.

— Si, recuerdo cada promesa de ebrio qué me has hecho, Thomas loco Howell.

El chico ríe y nos quedamos en silencio unos segundos.

Los recuerdos del funeral de su hermano vuelven a mi mente. No nos conocíamos, pero él se enteró qué Tanner murió a mi lado y se acercó a mí.

"Si me hubiese pedido ayuda para salir, yo se la hubiese dado. ¿Quieres que te ayude a ti?"

Fue lo que me dijo, recuerdo qué le dije que no había forma que me ayudara, estaba jodida y era cuestión de tiempo para que me encontraran muerta. Mala idea decir eso en un funeral, el pelinegro comenzó a llorar y lo consolé llorando también por qué no me gustaba la mierda que era mi vida.

En ese cementerio nos hicimos amigos llorando y moqueando como niños.

"Si quiero ayuda, pero ya nadie tiene esperanzas en mi"

Thomas me sonrió.

"Yo las tendré, chica rubia, pero déjame decirte desde ya que soy gay"

¿Quieres venir a quedarte aquí? Hay un agujero que da al departamento del gordo Erick y creo que, si tenemos suerte, podemos ver cómo se masturba con anime.

— Qué asco, Thomas. — Rio arrugando el rostro. — Le entro, en media hora estoy allí.

¿Media hora? Pensé que eras Hanna Morgan.

— En diez minutos estoy allí.

Así me gusta, sáltate todos esos semáforos y lúcete como siempre, nena. — Un beso chillón resuena contra el parlante. — Tu eres mucho mejor que Sasha, no dejes que juegue con tu mente.

— Nunca más. — Corto la llamada suspirando y guardo el móvil en el bolsillo de mi jeans ajustado.

Los demonios me reclaman.

Dos ya aparecieron, faltan tres.


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