En manos de la Bestia

Oleh Eva-Mora

42.3K 2.6K 122

Me encontraba en la misma posición, atada de mis manos, sujeta a una cama, con mis ojos vendados. Horas, días... Lebih Banyak

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Epílogo
Parte 2

Capítulo 6

1.8K 108 11
Oleh Eva-Mora

Maddison...

Sin decir nada extendió el celular para que yo lo tomara, un tanto dudosa lo agarré tratando de que mis temblorosas manos no le dejaran caer, lo acerque a mi oído sin dejar de ver la manera en que Alexander me observaba.

—Addy ¿Hola? ¿Sigues ahí? —no podría describir el enorme alivio que sentí al escuchar la voz de Sam —Esta bien. Se porque no quieres hablar conmigo y lo entiendo —comenzó a decir sin permitirme hablar —Te pido una disculpa, sé que estas molesta, no tienes una idea de cuanto lo lamento —suspiro —De verdad me fue imposible ir por ti, tuve que atender algo que me encargo Bestia. Debí decirte, le pedí a uno de los chicos que te llevara. Por favor Addy no te quedes callada, dime que no estás enojada —una vez que mi alma regreso a mi cuerpo, pude reaccionar y respondí de la manera más tranquila que me fue posible.

—Si. Gracias. No estoy molesta —de reojo observe a Marcus que no dejaba de observarme, tenía sus manos hechas puños —Puedes estar tranquilo, aunque tengo que admitir que me hubiese gustado que me avisaras —hice una nota mental para guardar el número de Sam en mi agenda, no quería pasar por la misma situación una vez más.

—Lo sé. Pero créeme me fue imposible, hasta ahora eh tenido tiempo de tomar mi celular, ¿te parece si te veo mañana? —el hombre junto a mi estaba que echaba fuego.

—¿Mañana? —no entendía para que me quería ver, habíamos convivido lo suficiente los últimos días y no necesitaba que Alexander me hiciera una escena por aceptar ver a Sam.

—Si ya sabes, para ir por ahí a tomar algo —no era buena idea aceptar.

—Mmm... no creo que pueda.

—Si no aceptas, quiere decir que estás molesta —solté una sonrisa por su intento de chantaje.

—Llámame mañana y vemos que hacemos —gire para ver a Alexander, estaba segura de que en cualquier momento estallaría.

—Ten por seguro que lo haré, que tengas linda noche.

—Igualmente —termine la llamada con una leve sonrisa en mi rostro.

Estuve a punto de morir de un infarto, gracias a Sam. También gracias a él había conseguido relajarme un poco.

Como era de esperarse al terminar la llamada la tensión invadió por completo el interior de la camioneta, sabía que a Marcus no le parecía para nada mi amistad con Sam, aun así, no permitiría que él tuviese algún derecho sobre mi como para prohibirme algo.

—Así que vas a salir con Samuel mañana —si sus hermosos ojos verdes fuesen una filosa navaja, en ese momento estuviese muriendo desangrada por lo penetrante de su mirada.

—En primera no tienes por qué meterte en mis asuntos —dije sin titubear —En segunda yo no te pregunto a ti cosas de tu vida personal y en tercera ¡QUE TE IMPORTA! —no supe que le causo tanta gracia, ya que, en lugar de enfadarse por mi respuesta comenzó a reír.

—Maddy, Maddy, Maddy —movió su cabeza de un lado a otro negando —Deberías hacerme caso y evitar retarme, créeme cuando te digo que no te gustará verme enojado —mi valentía se había esfumado y preferí reservarme mis comentarios.

Recargue mi cabeza en el cristal de la ventanilla, Marcus no había intentado nada más. El silencio en lugar de tranquilizarme, me incomodaba.

Me sorprendió un poco lo rápido que llegamos, para ser sincera no me había percatado del camino que habíamos tomado y si así fuese tampoco me lo hubiese memorizado ya que estaba muy oscuro. Lo único que podía recordar era que la mayor parte del camino estaba rodeada de árboles.

Marcus abrió la puerta de la camioneta para descender de ella —¿Vas a bajar o quieres que te ayude? —tome mi bolso, para bajar del auto.

—Gracias por traerme —iba a comenzar a caminar, su voz me detuvo.

—Pasaré por ti mañana, espero le digas a Sam que ya tienes planes —de un rápido movimiento se acercó a mi para darme un corto beso en los labios.

No estaba segura de que juego trataba de jugar, tampoco estaba dispuesta a dejarlo ganar. En cuanto reaccione y antes de que se atreviese a seguirme, camine o más bien corrí lejos de él.

De alguna manera me tranquilizaba saber que él no sabía el número de departamento en que vivía.

En cuanto cerré la puerta me quedé recargada en ella, en ese momento me sentí capaz de respirar con tranquilidad. Mis ojos recorrieron el lugar, no me había dado cuenta de que tanto extrañaba mi hogar, hasta que me encontraba de regreso en él.

Recorrí el interior, todo estaba tal como lo había dejado; observé cada uno de los rincones con nostalgia, mi mirada se ancló en la pequeña cajonera, sobre ella aún estaba el portarretrato con su foto, me acerqué un tanto temblorosa la sostuve entre mis manos.

Sin poder evitarlo mis lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas, era inevitable no llorar. Un nudo se formó en mi garganta, mis piernas se sentían débiles. Múltiples pensamientos invadieron mi cabeza. de sólo pensar en que algo le estuviera pasando, me deje caer de rodillas sobre el frio suelo.

—No tienes una idea de cuanto te extraño —hablándole a aquella foto y al mismo tiempo deseando que me respondiera —Me haces falta, no imaginas cuanto —solloce —Te prometo que voy a hacer lo que sea por mantenerte a salvo —abrace el pequeño cuadro de madera con tanta fuerza, aferrarme a ella era lo único que podía hacer para sentirme más cerca de él, solo podía tenerlo junto a mí de ese modo...

Su voz llamándome.

Mis pies parecían pegados sobre el suelo, no podía llegar hasta donde él estaba.

Su voz seguía llamándome, gritando mi nombre.

Temerosa abrí aquella puerta, ahí estaba él.

Sus hermosos ojos verdes me veían sin parpadear, extendió su mano tratando de llegar hasta mí. La distancia incrementaba, entre más me esforzaba en llegar hasta donde él estaba, más lejos lo sentía, cada vez se alejaba más...

—No! ¡No! ¡No! —abrí los ojos gritando.

Solo fue un sueño.

Pase mi mano por la frente limpiando el sudor, no me había dado cuenta en qué momento me había quedado dormida, pero como cada vez que lo hacía, aquellos sueños me perseguían y se sentían como si fuesen reales.

Observé la hora en mi celular, las cuatro de la mañana, definitivamente no conciliaría el sueño nuevamente así que me levante. Deje su foto sobre la cama suspire al verla. Me acerqué para tomarla y guardarla en un lugar seguro, no necesitaba que si alguien aparecía la viese.

La mañana me sirvió para poner en orden mi departamento, no había mucho que hacer, pero eso era mejor a estar pensando en cosas que solo me hacían daño. Observé la hora y tenía el tiempo justo para llegar a mi cita, tomé mi bolsa, mis llaves junto con mi celular, para después salir implorado con cada paso que daba que todo saliera bien.

Sabía perfectamente lo que me deparaba el destino, aun así, trataba de mentalizarme en que todo estaría bien.

Después de mi desagradable encuentro no tenía nada de humor, mis ánimos estaban por los suelos, hundidos hasta lo más profundo de la tierra; por estúpido que fuese pensé que me iría bien con mi cita, pero no.

El destino seguía en mi contra.

"Tienes que hacerlo Maddy"

"Tienes que hacerlo"

Esa frase daba vueltas constantemente en mi cabeza, no había mucho que pudiese hacer salvo regresar a mi departamento para tratar de descansar, la falta de sueño estaba matándome. Quizás dormir un poco me ayudaría a sentirme mejor, no podía darme el lujo de enfermarme y mucho menos con lo que estaba por venir.

—Oh por Dios —coloque mis manos sobre mi pecho.

Al entrar a mi departamento me di el susto más grande de mi vida o por lo menos eso pensé en ese momento. En mis planes no están encontrarme a Marcus sentado con su mirada fija en mí, su sonrisa envío una pequeña punzada en mi pecho.

¿Qué podía hacer? ¿Y si había descubierto todo?

Me sentía temerosa de dar un paso, no estaba segura de que pudiese permanecer por más tiempo de pie.

—¿Qué haces aquí? —dije ocultando a toda costa mi sorpresa.

Sentí un poco de alivio al ver como de manera descarada comenzaba a reír, eso significaba que no estaba en problemas ¿o sí?

—A mí también me da gusto verte —cerré la puerta.

Me quede recargada sobre ella, dejando caer mi bolsa al suelo. El miedo se esfumó para ser sustituido por enojo. Me molestaba que estuviese en mi hogar, no tenía derecho a invadir de esa manera mi espacio.

—¿Eres sordo? ¿Si sabes que es un delito entrar sin permiso a la casa de alguien más? —obvio que comenzaría a reír por lo que dije.

Como si le importara algo tan insignificante siendo su trabajo algo peor.

—Vine a verte —di unos cuantos pasos cerca de él.

—Nos vimos ayer. Hoy es mi día de descanso y me gustaría estar sola —señalé la puerta —Así que vete —en cuanto vi que se levantó me hice a un lado, pensado que obedecería mi petición, como era de esperarse fue todo lo contrario.

En realidad, se había levantado para acercarse a mí, sin darme tiempo a reaccionar me tomo por la cintura, la firmeza de su agarre hizo que mi cuerpo de inmediato reaccionara de una manera que odiaba que lo hiciera.

Estábamos a escasos centímetros de distancia, sus manos aferradas a mi cintura, mi corazón comenzaba a acelerarse, sus ojos no perdían el contacto con los míos.

—Tu departamento es muy acogedor —se inclinó para susurrar cerca de mi oído.

No podía dejar que se saliera con la suya. Estaba segura de que se divertía al ver la manera en que mi cuerpo reaccionaba cada vez que estaba cerca.

—Vete. Tengo una cita con Sam y debo estar lista —su mirada bajo a mis labios, mordí mi labio inferior.

—¿Con Samuel?

—Si. Quedamos de ir a dar la vuelta, así que vete —sin soltarme comenzó a reír.

—Mientes. Yo mismo me encargue de que Samuel esté lo suficientemente ocupado como para que tenga tiempo de llamarte —arrúguenla frente. Me molestaba que se creyera más listo, me fastidiaba que tratara de actuar como si le importara lo que yo hiciera.

Estaba preparada para patear sus bolas, a ver si de ese modo seguía sonriendo de esa forma.

—Suéltame —por más que luche para soltarme de su agarre, fue inútil.

—Me gritas que te suelte, pero tu cuerpo me dice otra cosa. Decirte, Maddison —se inclinó acercando su rostro a mi cuello, pasando su nariz sobre él, trazando círculos comenzó a aspirar mi aroma. Conforme más tiempo pasaba, más me perdía en la sensación placentera que me hacía sentir.

Se detuvo.

—¿Quieres que me aleje? —junto su frente a la mía —Responde Maddy ¿Quieres que me aleje? —su mano entró bajo mi blusa, para comenzar a acariciar mi espalda.

Aquel simple acto envío pequeñas descargas sobre mi vientre.

Abrí y cerré la boca para responder, pero no podía emitir palabra alguna —Dilo, Maddison. Dime que me alejé —se acercó aún más, podía sentir su aliento mezclarse con el mío.

Cortos centímetros separaban sus labios de los míos, mi garganta se sentía completamente seca, pase mi lengua sobre mi labio inferir. Su mirada analizaba la mía, estaba esperando a que fuera yo quien diera el primer paso; no podía, había algo que me impedía hacerlo.

Odiaba las enormes ganas que tenia de besarlo y a la vez quería correr lejos de él, pero una vez más aquellas ganas de besarlo se hacían presente.

Estás loca, Maddison.

Aquella vocecita en mi cabeza está apunto de volverme loca.

Tienes que hacerlo Maddy.

Mordí el interior de mis mejillas como si ese acto fuese a controlar el en mi cabeza.

¡A la mierda todo!

Como un animal seguí mis instintos, rompiendo la diminuta distancia que nos separaba uní su boca con la mía.

Una vez más me encontraba en manos de la Bestia y no estaba segura de que pudiese huir de él...

Sus labios devoraban los míos, como si cada parte de él me quisiera demostrar lo mucho que me había extrañado, sus manos subiendo y bajando por toda mi espalda, mis manos aferradas a sus cabellos. Nuestro acto cada vez subía más de intensidad, el placer que ambos sentíamos era indescriptible, mi cuerpo chocó contra la pared; sus manos bajaron a mi cadera acercándome más a él.

Sin dejar de besarnos me levantó, haciendo que enroscará mis piernas sobre su cadera; acto que le dio acceso a mis glúteos, los cuales no desaprovecho y estrujo con fuerza.

Sabía perfectamente que mi estúpida debilidad lo sé mi debilidad había sobrepasado los límites, era claro que en ese momento mi cabeza creía que estaba con el chico del cual me enamoré perdidamente años antes.

Si era él, mi Alexander...

Pudimos estar por más tiempo unidos, pero la falta de aire nos hizo separarnos, nos quedamos en silencio tratando de regular nuestras respiraciones. Nuestras miradas conectadas me permitieron ver sus pupilas dilatadas, al igual que yo estaba deseoso de algo más.

Por más que deseara que algo más pasara, no podía permitirlo. No sin antes hablar con él.

—Esto no está bien —dije en cuanto pude recuperar el aliento —Debemos hablar, hay algo que...

—Shhhhh —puso su dedo sobre mi boca, impidiendo que dijera algo.

Nuestros cuerpos aún estaban juntos, con una de sus manos impedía que me separase de él.

Dio un beso en mi mejilla, lentamente comenzó a bajar sus labios sobre mi cuello, llevando con él hacia mi habitación; no me pregunte como era que sabía el camino ya que imaginé había inspeccionado muy bien mi departamento antes de que yo llegara.

¿Enserio Maddison, vas a acostarte con él? ¿Estás preparada para estar de esa manera con él?

Mis pensamientos comenzaban a causarme pánico, no estaba segura de que fuese la mejor decisión estar con él sin antes hablar.

Se detuvo al sentir el borde de la cama, me bajo para quedarse por unos minutos en silencio, me observaba con tal intensidad que hacía a mi cuerpo temblar. Estaba nerviosa, no era una inexperta con respecto a estar con él íntimamente, pero quizás mis nervios se debían a que fue con él mi primera vez. No tenía idea de cómo sería volver a estar con él de esa manera tan intima.

Sus ojos no perdieron contacto con los míos, analizándome detenidamente, esperando a que lo detuviese. No. No lo haría, por alguna razón necesitaba que continuara.

—No soy aquel chico que conociste —colocó un mecho de cabello detrás de mi oreja —Puedo irme si así lo quieres de lo contrario una vez que comience no me detendré y créeme no seré delicado —sus palabras en lugar de preocuparme me hicieron desearlo más.

Una vez más era yo la que iniciaba el acto, uniendo sus labios con los míos.

Esta vez tal como lo dijo no fue delicado, su boca se adueñaba de la mía con fervor, su lengua reclamaba cada parte de mi interior, sus manos se aferraban a mi cuerpo con miedo de que me alejara.

—Mmm —gemí en su boca.

Su mano subió hasta mi seno, acariciándolo con fuerza, mi cuerpo temblaba por la intensidad de su tacto. Mi vientre enviaba pequeños choques a mi entrepierna, no estaba segura de que con solo tocarme de esa forma pudiese robarme un orgasmo, pero al parecer estaba a punto de suceder.

Dando un pequeño mordisco en mi labio inferior, dio por terminado nuestro beso para alejarse. Sin perder el tiempo hizo desaparecer mi ropa, dejándome únicamente en ropa interior.

Sus ojos recorrieron mi cuerpo semidesnudo. Estaba segura de que no era como lo recordaba, mis pechos habían crecido al igual que mi trasero, mis caderas estaba más anchas, al igual que él yo también había cambiado.

—Maldita sea —pasó su dedo índice cerca de mi clavícula —Eres jodidamente perfecta —desabrocho mi sostén para quietarlo de mi cuerpo.

Mis pechos completamente expuestos a su mirada lasciva, me excitaba el simple hecho de ver la manera en que él observaban cada uno de ellos. En un acto de valentía tomé el borde de su playera para quitarla de su cuerpo, me sorprendí al ver la cantidad de tinta negra que había por gran parte de su dorso; dibujos que estaba segura que tenían algún tipo de significado, decidí reservar mis preguntas para otra ocasión.

Desabroche su pantalón, descendiendo lentamente por sus piernas, dejando ver su prominente erección bajó su bóxer.

Recostándome sobre la cama se detuvo frente a mi para apreciar mi cuerpo el cual todavía era cubierto por mis diminutas bragas. Lentamente comenzó a acercarse, subiendo a la cama, recargando sus codos a mis costados se colocó sobre mí, procurando que gran parte de su peso estuviese sobre sus brazos.

Dejo un corto beso sobre mis labios, descendiendo lentamente sobre mi cuello, permitiéndome sentir la humedad de sus labios sobre mi piel; deteniéndose sobre mi seno mordisqueo mi pezón haciéndome soltar un gemido al mismo tiempo que una corriente descendía por mi espina dorsal, su lengua jugaba con mi pezón trazando círculos sobre él. Su mano bajo a mi entrepierna trazando círculos sobre mi pubis, arque mi cadera para que su toque fuese más abajo.

Me queje en cuanto detuvo su acto, dejándome ver su maquiavélica sonrisa.

—Te gusta que te toque —no me sentía capaz de responder —Dilo Maddi. Pídeme que te toque —pretendía que le suplicara.

No lo haría, solo comencé a negar.

—Me encanta que no seas una sumisa.

Estaba a punto de hablar, su boca selló mis labios, su mano llegó hasta mi clítoris trazando círculos alrededor.

De un rápido movimiento tiro de mis bragas, rompiéndolas las alejo de mi cuerpo, colocándose entre mis piernas bajo su bóxer dejándome sentir su miembro cerca de mi entrada.

—Ah... Mmm...

Su atención regresó a mis senos, encargándose de que cada uno fuese lamido, mordisqueado, chupado.

Mis gemidos hacían eco en la habitación, junto a nuestras respiraciones.

—Estas, lista para mí —dijo al pasar su pasar su miembro por mi entrepierna y sentir la humedad que había ocasionado en mí.

Sin darme tiempo a reaccionar de una sola estocada entreno en mi —Mmm... Maldita sea, eres jodidamente perfecta.

Sus movimientos se fueron intensificando, sus envestidas cada vez eran más fuertes, provocando en mí, oleadas de placer. Aferre mis manos sobre su espalda, nuestros cuerpos chocando una y otra vez, cada parte de mi pedía más de él, no faltaría mucho para que ambos llegáramos al clímax, sus manos estrujaban mis pechos. Sus besos, sus caricias, cada parte de mí, quería más...

Clave mis uñas en su espalda al sentir que estaba llegando a mi límite, el pequeño gruñido que salió de su garganta me hizo saber que ambos nos sentíamos igual; un estallido hizo vibrar mi vientre, después de eso pude sentir como él se corría dentro de mí. Me golpeé mentalmente al percatarme que olvidamos usar preservativo, no podía creer que mis alocadas hormonas pudieron hacer que se me olvidara algo tan importante. Tendría que llamar a la farmacia para pedir la píldora de emergencia, no estaba preparada para ningún tipo de sorpresa.

Dejándose caer sobre mi cuerpo, enterró su cara sobre mi cuello tratando de controlar su respiración.

—Eres mía Maddison —no era un maldito objeto como para que dijera eso, retuve mis palabras en cuanto soltó algo más —Te quiero —aún estaba en la misma posición, lo cual agradecía ya que no quería que viera mi reacción al decirme aquellas palabras, preferí guardar silencio.

No quería que se volviera un momento incómodo por no responder de la misma manera, pero no estaba segura de poder decir lo mismo. De lo que estaba segura era que hablaría con él, tendría que decirle la verdad...

—Es como un sueño. No creí estar nuevamente así contigo —se acomodó de lado, recargando su cabeza en su brazo para poner toda su atención en mí.

—Jamás pensé volver a verte.

—No creo en el destino. Se que por alguna razón llegaste hasta mi —traté de ocultar lo mucho que me afectaban sus palabras —Me importa un carajo cuales sean esas razones, me gusta que estés a mi lado.

Su forma de ser conmigo era completamente diferente a cómo actuaba con los demás, aquel hombre del que varios temían para mí era alguien diferente.

—No pensé que podías ser tierno —quise borrar cada palabra en cuanto me di cuenta que lo dije en voz alta.

—Ah... así que soy tierno —de un hábil movimiento se puso encima de mi —Tendré que ver qué tan tierno piensas que soy después de que te haga venir y gritar mi nombre —sus labios cayeron sobre mi cuello, dejando mordiscos sobre él.

—Alexander, detente —no, no quería que lo hiciera

—Te demostrare que tan tierno soy, no podrás caminar en dos días —el calor en mi cuerpo ahúmenlo.

—Tengo que levantarme.

—No creo que puedas hacerlo —continuo con su ataque.

—Tengo que hablar a la farmacia —termino por ceder.

—Bien. Daté prisa que aún no terminamos —se acomodó a un costado, yo seguía sin moverme, tenía que levantarme para pedir las pastillas, pero me detuve.

Tomando un gran respiro para agarrar valor, me quede recostada sobre la cama.

—Hay algo que quiero decirte —evite mirarlo a los ojos así que me concentre en ver un punto fija hacia la pared —Antes tengo que hacer una llamada —sonrió.

—Maddy —me aprisionó entre sus brazos —Quiero que seas mi mujer. En realidad, ya lo eres, pero quiero algo más serio, quizás lo que te propongo puede ponerte en riesgo, aun así, lo haré. Ya que soy demasiado egoísta para dejarte ir, te quiero a mi lado, no me importa lo que tenga que hacer, prometo protegerte —no estaba segura de que decir ante sus palabras.

Debí quedarme a su lado y soltar de una vez la verdad, no lo hice.

—Ahora regreso —enrolle la sábana alrededor de mi cuerpo —Hay algo que quiero decirte —me levante de la cama para ir por mi celular.

Después de dar mil vueltas regrese a mi habitación, completamente decidida a confesarlo todo, tenía mucho miedo de su reacción, a pesar de ello esta vez no me quedaría callada.

Una vez más mis planes se veían afectados.

—Los siento... debo irme —dijo mientras se abrochaba el pantalón. Por breves momentos sentí que me abandonaría como en el pasado —Hay un problema con uno de los cargamentos —quizás era una señal para que no dijera nada.

—¿Ocurre algo? —cuestione.

—Al parecer robaron mercancía de una de mis bodegas y tengo que hacerme cargo, prometo regresar más tarde —termino de poner sus zapatos para acercarse —Aún tenemos algo pendiente —beso mi frente.

Termino de colocarse su camisa, se acercó para besarme, simplemente me quede ahí sin decir nada, observando cómo se alejaba...

Lanjutkan Membaca

Kamu Akan Menyukai Ini

7.9K 712 20
Esta no es la típica historia en dónde el hombre engaña a la mujer, y ella se desmorona y aguanta todo. En esta historia esto no pasa definitivamente...
1.9M 134K 90
Becky tiene 23 años y una hija de 4 años que fue diagnosticada con leucemia, para salvar la vida de su hija ella decide vender su cuerpo en un club...
135K 29K 59
La mano del rubio se coló bajo la máscara del anbu acariciando su rostro suavemente, los azules lo veían con debilidad y un gran amor, Itachi se dejó...
2.3M 60.4K 13
«Antes compartiamos recuerdos. Ahora solo formo parte de ellos.» Grace Abrams tenía de todo, sin embargo la autoridad paterna interfiere con su deseo...