Eros cayó al suelo producto del fuerte golpe que le había causado Agapios.
- Debés ser más rápido - gruño su amigo mientras lo veía intentando levantarse-. Los tipos con quienes nos encontraremos no son unos crios.
- Lo sé - articulo Eros intentando recobrar la respiración-. Por esa razón no voy a rendirme tan fácil - agregó acercándose hasta él para tumbarlo de un solo movimiento.
- Mierda - gruño el ex militar cuando se llevo la mano al costado-. Me has dado un buen golpe, hasta me sacaste el aire - apenas pudo decir.
- Creí que Serena era la única que te daba unas buenas palizas - articulo gracioso Eros-. ¿No han pensado en volver a la milicia?
Agapios negó con la cabeza y se coloco de pie.
- Hace mucho renunciamos a regresar, estamos mejor así, somos una familia, los niños hacen nuestra vida feliz.
- ¿Cómo fue la primera vez que cargaste a tu hija? - preguntó nervioso su amigo. Lo de ser padre era algo nuevo en su vida y no quería arruinar las cosas-. ¿Que sentiste?
- No sabría explicarlo, estuve muy apegado a Samuel primero, él era un bebé cuando Serena lo tomó como suyo, cargarlo por primera vez es darte cuenta que no podrás soltarlo nunca más. Es así como se siente ser padre.
- Supongo que temo a fallarle a Isabella - se llevo la mano a la nuca nervioso.
- ¿Bromeas? Simpre tuve algo claro de tu y Zeus, serias mejor en el papel de papá que él - soltó una carcajada que provocó otra de parte de su amigo.
- Tienes razón simpre me han agradado los niños. El bebé es algo que no esperabamos, pero he de admitir que es lo más bonito de ella y yo.
- Así es - le palmeo el hombro-. Cuando te enteras de que tu mujer va a darte un hijo ya no hay vuelta atrás, los pañales te esperan y el olor a popo de bebé no es para nada agradable.
Eros dibujo una sonrisa con aquello le causaba gracia escuchar que Agapios ahora llevaba una vida lejos del hombre amargado que conoció años atrás.
- Creo que deberiamos regresar a casa ya - respondió Agapios mientras observaba su reloj de mano.
- ¿Que te parece una carrera en nuestras motocicletas de regreso a casa, como lo hacíamos años atrás? - enarcó una ceja Eros-. ¿Que dices?
- No somos unos adolecentes - bufó Agapios.
- Siempre con ese malhumor- sonrió él mientras se ajustaba el casco-. Creo que la vida familiar te llevo a convertirte en un osito de miel.
- ¿De que osito de miel hablas? - enarcó una ceja el ex militar.
- ¿Qué otra razón habria para no competir?
Agapios soltó un suspiro y luego subió a su motocicleta ajustandose el casco.
- Veamos quien ha perdido experiencia con los años.
- Veamos... - dijo en respuesta Eros mientras ajustaba sus manos en su moto.
- No puedo creer que este haciendo esta idiotez contigo.
- Y yo menos que te haya logrado convencer - articulo Eros. La escena le parecía de lo más graciosa.
Ambos contaron hasta tres y después salieron disparados por la carretera. Agapios llevó la delantera por algunos minutos pero después fue sobrepasado por Eros.
Le basto sólo dos minutos para dejarlo atrás. Siempre había sido el más rápido de los tres y ahora la escena era como devolverse diez años atrás.
***
Eros abrió sus ojos de repente cuando sintio a Isabella removerse entre las sábanas, se giro hasta ella y la vio con gotas de sudor por toda su frente.
- Bella... - intento moverla al escucharla balbucear incoherencias-. Bella... - susurro esta vez pasando sus manos por su rostro, sudaba frío y su respiración era agitada.
- ¡No, por favor no! - la castaña se levantó con lágrimas en los ojos y temblando.
- Tranquila, es sólo una pesadilla - la intentó consolar su marido y ella negó con la cabeza.
- Era muy real, no quiero seguir sintiéndome así.
Él la atrajo hasta su cuerpo rodeandola con sus brazos, Isabella había cambiado mucho desde el accidente con las pastillas. La mayor parte del tiempo estaba en la habitación, le daba miedo salir y encontrarse con esa mujer.
- Estoy aquí, no voy a dejar que nada malo te suceda.
- Lo siento aquí - se llevó la mano al corazón -. Es como si lo apresionaran, algo no me gusta de todo esto. Por favor no creas que estoy loca.
- Claro que no, es normal que estes asi, has pasado por mucho estrés, es lógico que puedas sentirte así.
Isabella estaba convencida de que no era sólo el estrés, algo malo intuía.
- ¿Quieres un poco de agua? Te sentirás mejor
- De acuerdo - respondió ella.
Eros abandonó la habitación para ir hasta la cocina, de regreso notó unos papeles ocultos detras de uno de los muebles.
Los tomó en su mano y los leyo.
En cada uno de esos papeles había una amenaza con hacerle daño al bebé para Isabella de parte de Ángela
¿De que se trataba todo esto? ¿Isabella acaso lo sabía? y si era así ...¿Porqué ocultarlo de él?
Todas esas preguntas y más divagaban ahora por su cabeza, no podía tomarlo con calma. Ángela simpre estropeaba todo.
Resignado decidió guardarlas y subir de regreso a la habitación sin decirle nada a su esposa.
***
Selena atravesó la oficina de Eros al notar que no había bajado al almuerzo. Se la había pasado todo el día metido allí sin decir nada y la situación la tenía preocupada.
- Eros hijo, ¿Qué estás pensando ahora en hacer? - preguntó nerviosa su madre.
- Tratar de evitar que esa mujer se ponga en contacto con mi esposa.
- Amor...
- ¿Sabías que hace dos días encontré cartas en las que la amenazan? No sé quien las trajo y menos quien las ocultó de mí. Pero lo voy a descubrir.
Selena tomó un fuerte suspiro y luego respondió.
- Fui yo, yo las oculté de ti.
Eros pestañeo varias veces sin creerlo.
- ¿Porque lo hiciste? - replicó molesto.
- Porque podría tratarse de una trampa para que fueras en busca de esa mujer, ni siquiera sabemos si está aquí y tú corres a lo primero que encuentres de ella.
- Debiste decirmelo mamá.
- Sólo quería que no te dejarás llevar por tus impulsos, cuando estuvieras más calmado te lo diría.
- ¿Bella lo sabe?
- Por supuesto que sí, la pobre las leyó todas.
- No me dijo nada - país sus manos por el oriente de su nariz preocupado-. ¿Qué sucedió después de que las leyera?
- Estaba asustada, leer cosas tan horribles estando embarazada no es algo agradable para una mujer. Ha sido fuerte por ti, pero el estrés es algo serio.
- No ocultes las cosas de nuevo mamá, te dije que yo mismo me haría cargo de esa mujer.
Eros abandonó la oficina para dirgirse a la habitación y ver a su esposa, pero le sorprendió verla en el jardín jugando con su hermana.
Sonrió al verlas riendo entre sí y simulando tomar el té.Luego se acercó hasta ellas para saludarlas.
- Eros, le estaba diciendo a mi hermana que podemos comprar osos para el cuarto del bebé ¿Que opinas?
- Me parece una idea estupenda,pero Bella no puede salir de la casa Marie.
- De hecho he acordado en ir con Roxi y Marie a elegir algunas cosas.
- Bella... - protestó su marido y ella se puso de pie alejandose de Marie.
- Sé que diras que no debería dejar la casa, pero los guardias irán con nosotras, además no es bueno el que me quede encerrada todo el tiempo.
- Cariño aún esta reciente todo, deberías reposar un poco en cama.
- Ya pasó el tiempo que recomendó el médico, y también me siento un poco mejor. Me va a servir distraerme.
- Está bien, pero que los guardias no se separen de ti.
- Así será - le devolvió un beso en la mejilla ella-. Te tengo otra noticia.
- ¿Acaso ya sabes que será? - preguntó emocionado.
- No, aún es muy pequeño - sonrió ella-. He aprobado para un curso de cocina, durara cerca de cinco meses así que podre asistir sin ningún problema de que se cruce con el parto.
- Eso es... Maravilloso respondió él mientras la abrazaba-. Siempre supe que eras la mejor en la cocina.
- "Se llega al corazón de un hombre por la comida" - respondió ella con gracia.
- Tú llegaste a mi corazón de la forma mas dulce y tierna,sin darme alguna señal entraste en el.
- Te amo Eros - susurro ella dándole un beso en la comisura de sus labios.
- Te amo más - agregó él.
***
- ¿En verdad esa mujer cree que si dejas a Eros ella tendrá alguna oportunidad con él? - interrogó Roxana mientras Bella miraba unas mantas para bebés.
- No quiero hablar más de esa mujer - suspiro ella.
- Esta completamente chiflada, la obsesión por tu marido no tiene un límite en esa cabeza. Ya le quemó todas las neuronas que tenía.
- Eros me preocupa, las cosas en la casa ya no son las mismas, aunque lo intentemos la sombra de Ángela nos sigue a todas partes, no hemos disfrutado de nuestro matrimonio como deberíamos de hacerlo - dijo en respuesta mientras intentaba tomar fuerza-. No te puedo negar que pensé en la idea de abandonar la casa e irme a otro lugar con Marie.
- ¿Qué estás diciendo? - preguntó su amiga incrédula-. Ahora la que enloqueció fuiste tú.
- Dije que "pensé la idea", las cosas cambiaron cuando me enteré que estaba embarazada. No podía hacerle eso a Eros.
- Sé que tienes miedo de todo, pero Marie está ahora contigo, ya habrá una solución para todo y las cosas se normalizaran. Creeme. Y tu marido está emocionado con el bebé, así son los hombres con el primer hijo, estar juntos es lo mejor que pueden hacer.
- Espero que así lo sea - susurro la castaña-. No deseo nada más que protegerlo.
- ¡Hermana, hermana! - gritó la pequeña Marie desde una esquina de la tienda-. Ven, mira que hermosos portaretratos, ¿podemos llevarlos?
Isabella se acercó hasta donde estaba su hermana y vio los portaretratos que ella tenía en las manos.
- Son preciosos - articuló la castaña-. Se verán bien en la casa.
- ¿Nos podremos tomar una foto con el tío Eros?
- Sí mi ángel, podemos hacerlo.
- ¡Super! - exclamó la niña mientras metía las cosas al carrito.
Las mujeres siguieron recorriendo la tienda y después decidieron ir a una boutique de ropa. Roxana estaba dispuesta a regarlarle un vestido a Bella por su próximo cumpleaños.
- Este se ve precioso, anda pruebatelo - insistió la rubia al tomar en sus manos un vestido holgado de color verde menta.
- ¿Crees que me vea bien, cuando... Ya sabes cuando este mas redonda - soltó una carcajada la castaña.
- Eres muy hermosa, seguro que te ves bien, las embarazadas se ven muy lindas con vestidos veraniegos.
- Vale, voy a medirmelo - contestó ella mientras se acercaba al probador.
Los hombres de seguridad la seguieron, pero las empleadas del almacén no les permitieron entrar a los cubículos de mujeres así que esperaron afuera.
- Roxana tenía razón, se ve precioso - respondió Bella al verse en el espejo.
Dió media vuelta para salir del cubículo y encontrarse de frente con Ángela.
Su vista se fijó en ella, lucía distinta. Ya no tenía su cabello oscuro, ahora llevaba un color mas claro, y usaba lentes de contacto azules.
- ¿Te parece familiar mi atuendo?- dio media vuelta la ex secretaria-. ¿Donde crees haberlo visto?
- Ángela vete y no hagas nada estúpido - le reclamó ella.
- Ahora sí me parezco a ti, tal vez de esa forma me ame - respondió llevandose las manos al vientre-. También seré madre. Seremos una familia feliz cuando tu salgas de nuestras vidas.
Isabella buscó entre sus cosas el celular para alertar a Eros o tan sólo gritar pero Ángela le cubrió la boca llevandola hasta la pequeña bodega de atrás.
- ¡Quita tus manos encima mío! - gritó la castaña haciéndola a un lado-. ¡Ayuda!
- Voy a darle un hijo a Eros, voy a ser su esposa y tú te iras de su lado.
- ¡Estas loca, él nunca te va a amar, recapacita ya! - grito al mismo tiempo en que forcejeaba con la perilla de la puerta.
- ¡Este bebé es de Eros, sólo puede querer a mi bebé no al tuyo!
- Eso no es cierto, ¿Cómo puedes usar a una criatura para tus planes? Es realmente horrible.
- ¿Porqué? ¿Porque te eligió a ti? Siempre estuve ahí, en una esquina, arreglando su agenda, tratando de elegir todo en su vida, hasta la decoración de la maldita casa y luego apareciste tú, una simple cocinera llega y me lo quita.
- No te robé nada, tú no eliges si las personas te aman o no, siento que hayas decidido tomar una mala vida, pero piensa en ese bebé. El no tiene la culpa de nada.
- Ya no me voy a preocupar de nada, cuando acabe contigo. Eros olvidará que alguna vez tuvo algo contigo - respondió antes de abalanzarse contra ella.