Pov Chaeyoung:
Todo había sido agradable. Desde que llegó a casa se sintió un hogar cálido, de lo que había carecido en tanto tiempo. Ver la sonrisa de su hija al darle la sorpresa del árbol y todo un salón bien decorado no tenía precio pero sabía que valía mucho más de lo que podría pagar hasta la persona más poderosa y millonaria en este mundo.
— ¿Te gusta cómo se ve, mamá?
La pregunta le hizo doler el corazón, en ese momento casi pudo ver a la pequeña bebé recién nacida que cargaba en brazos, ella pedía su aprobación, no podía creer lo mucho que la amaba y deseaba abrazarla.
Parpadeó un par de veces para evitar llorar y asintió mirando cada rincón, sin duda sin importar a dónde mirara todo gritaba "¡navidad!".
— Me encanta, ¿Cómo lograron hacer todo esto solas?
— Será nuestro secreto.
La niñera le guiñó a su hija la cual sonrió con la misma complicidad, la madre sólo pudo fruncir el ceño no muy feliz por no poder ser parte de lo que sea que se decían con sólo miradas.
La noche fluyó agradable, Nayeon había preparado chocolate caliente y galletas mientras conversaban.
— No veo por ninguna parte la foto del papá de Yeji.
La menor miró rápidamente a su mamá pues cómo ella parecía afectada con el comentario. Bebió un sorbo para humedecer su garganta seca pues en verdad se sentía molesta con la sola mención del hombre.
— Él nunca fue parte de la vida de Yeji, me dejó cuando tenía apenas tres meses de embarazo.
La mujer asintió esta vez con un semblante menos alegre.
— Ya veo, ahora entiendo porque solo hay fotos de usted y su hija. Por cierto, ¿Por qué ya no hay fotos recientes?
De nuevo el ambiente estaba denso, en verdad estaba empezando a hacerla rabiar sin embargo para su sorpresa su niña fue la que intervino esta vez.
— Mamá está más ocupada por su puesto de trabajo, así que ya no salimos.
La niñera asintió pero ahora nadie aparentó estar contenta.
— Eso es muy triste.
La menor se mordió el labio avergonzada, ante la mirada de su hija se sentía una basura y sabía que no era culpa de nadie más que de ella misma.
— No creo que debas meterte en mi relación con mi hija.
Se estaba dejando pisotear mucho por una completa extraña, tenía que poner un alto.
— Yo, lo siento, no estoy segura de lo que se me tiene permitido y lo que no.
— Mamá...
— No Yeji, ve a tu habitación ahora. Necesito hablar con Nayeon a solas.
La niña frunció sus cejas mirando a dirección de la niñera, se levantó tomando su mano y apretándola suavemente, cómo sí se preocupara por ella.
— Buenas noches Nayeon, hasta mañana. — Luego se dirigió a su mamá un poco más cohibida. — Buenas noches mamá.
Y se fue.
Retuvo aire cuando miró a la mujer que sólo al conectar miradas le dedicó una dulce sonrisa, poco antes planeaba reñirla pero por supuesto eso no debía cambiar sus planes en lo absoluto.
— ¿Qué estás planeando? ¿Por qué siempre tienes que hacerme ver mal frente a mi hija?
— ¿Qué? No, yo no...
— Deja de fingir.
La voz de la pelicorto se elevó y también dejó su asiento pues no sabía ni cómo es que había guardado tanto en su interior. Sólo se dejó fluir.
Pero la niñera parecía aún no entender la gravedad, ella también dejó su asiento para estar en más sintonía con la madre sin embargo la cercanía que sus cuerpos habían creado pusieron bastante nerviosa a la madre de la pequeña.
Podía ver con más claridad su rostro y eso era en verdad una distracción, cada vez se sentía menos molesta y casi olvida la razón de su reclamo. Trató de apartar la mirada antes de que fuera demasiado tarde pero la dulce voz de la niñera la hizo regresar.
— Dígame qué es lo que no debo decir frente a su hija, no era mi intención. Apenas llevo una semana aquí, no sé muchas cosas.
Estaban apenas a un metro del árbol, el calor de las velas la marearon al igual que la cercanía de la mujer, su olor.
Respiró profundamente pero no pudo controlar más el deseo que nació desde aquella noche que la contrató. Había tomado con sus manos los brazos de la niñera y estaba apunto de hacer una locura, tenía unas ganas irresistibles de besarla y aún más al notar el ligero sonrojo de sus mejillas.
El enojo se volvió un profundo deseo que tuvo que desahogar pero justo cuando aproximó el rostro a los labios que por naturaleza eran rojos vio cómo ella dió un paso atrás con miedo y eso causó que casi cayera sobre el árbol, por suerte estaba bien aferrada a sus brazos y le ayudó a alejarse de ahí sin causar desastres o es lo que creían pues cuando Chaeyoung se fue de ahí sintiéndose por completo rechazada la niñera corrió trás ella gritando totalmente alarmada.
— ¡El árbol! ¡El árbol! ¡Se quema!
— ¡Ve por Yeji y sácala de la casa! — Ordenó Chaeyoung .
Ella sabía dónde estaba el extintor así que no dudó en ir por él y al regresar al salón vio al árbol envolviéndose en llamas. Era una triste imágen que tuvo que cubrir con el gas del extintor elevando llamas y apagando por otras partes del árbol. Muchos retratos cercanos al árbol se los llevó el fuego y todo eso lo pudo ver sólo cuándo el fuego se había extinguido.
Los pasos apresurados de su hija no se hicieron tardar, a su costado su hija mostraba una triste expresión al ver todo hecho cenizas. Para Chaeyoung lo más difícil de ver era como todos esos bellos recuerdos se habían quemado con el árbol, las fotos eran testigos de que alguna vez su hija fue feliz a su lado.
Ahora no había nada, la tristeza la envolvió pero de repente una brisa a su lado le hizo ver qué no estaba sola, la niñera con una sonrisa amable se dirigió ambas.
— Lo siento, voy a limpiar todo esto...
— No. — Fue dura en expresión y tono. — Nadie va tocar nada de esto.
— Mamá, yo te ayudo...
— Que no Yeji, ve a dormir. Pasan de las 12 y mañana hay clases.
Bastante dura para su gusto, la menor con una expresión de enojo se fue de ahí corriendo pero fue seguida por Nayeon y justo en las escaleras se giró para ver a su madre por navidad.
— ¿Puedes dejarme sola ahora? Quiero dormir.
— Pero, yo pensé que te habías sentido mal por lo que dijo tu mamá y quizás querías un abrazo...
— ¡No! ¡Dios no! ¡Tu no sabes nada! ¡Mi mamá no me hace sentir mal! ¡Déjame en paz!
La pequeña corrió hasta el segundo piso y a la lejanía se escuchó la puerta siendo golpeada con fuerza al cerrarse.
A la mañana siguiente todo parecía silencioso, se suponía que iría a trabajar pero no lo hizo por primera vez en mucho tiempo. Se encontraba en el salón de cuclillas buscando alguna foto que pudiera salvar del accidente del día anterior. Apenas y encontraba trozos pero no veía ningún rostro.
— Dejé a Yeji en el colegio. — Anunció una voz atrás.
— Gracias. — Dijo sin vida, se sentía tan triste, tan mala madre.
Las fotos se trataban de su pequeña hija, a la hija que mandó a dormir de la peor manera. Los pasos de la niñera se aproximaron y justo detrás de su cabello susurró.
— Hice el desayuno, ¿Podrías comer un poco? No quiero tirarlo a la basura.
Pudo sentir el calor de su aliento y eso le hizo cerrar los ojos, estaba tan molesta por esos nuevos sucesos que no sabía lo que era. Nayeon tenía algo que le afectaba tanto como nadie lo había hecho. Era aterrador. Tragó saliva y con resignación cedió.
— Está bien, ahora voy.
Cuando entró a la cocina no la vió así que entró con confianza tomando el primer plato que vio, se sentó a comerlo y estaba cómoda, muy cómoda hasta que la vió entrar y la hizo tragar un bocado que no había masticado bien así que al pasar por su garganta sufrió.
Odiaba sentirse así frente a una mujer, siempre que salía con mujeres o se acostaba con ellas se sentía en completo control. Ella había arruinado esa costumbre suya y más sabiendo que tenían ningún tipo de relación íntima.
Siguió comiendo con aparente tranquilidad pero entonces Nayeon tomó asiento frente a ella dedicándole una mirada que no flaqueó en lo absoluto.
Y eso sólo confirmó más el hecho de que no le atraía de ninguna forma, parecía una mujer heterosexual.
— ¿Te molestaste conmigo por lo del árbol?
El apetito se fue y tuvo que parar con el desayuno.
— Ayer el árbol no fue lo que me afectó, fueron las fotos y los recuerdos que fueron quemados. — Era tan obvio pero al parecer para la mujer frente a ella no.
— Oh, sí. — Ella rompió el contacto visual y lo dejó caer hasta el suelo, parecía que ahora de verdad entendía la situación. — Lo siento, no fue mi intención...
— Creo que fue mi culpa por querer besarte.
— ¿Qué? ¿Besar?
De nuevo Nayeon la miraba con una enorme intriga, como si rogara que le confirmara lo mucho que quería besarla.
— Sí, ayer era lo que iba hacer. — Debía admitir que fue difícil decir aquello pero en el rostro de la chica no hubo ni un solo repudio, al contrario.
— Lo siento, yo, yo no sé muchas cosas.. — Hasta parecía arrepentida por rechazar el beso.
Pero no iba a ilusionarse a ese nivel, no debía.
— No te preocupes, fue un atrevimiento de mi parte. No debí hacerlo en primer lugar.
Se levantó de ahí, no estaba cómoda estando de ese lado. Rechazar siempre era lo suyo, ser rechazada era completamente diferente y ahora que lo vivía por primera vez le enviaba malestares desde su estómago hasta su pecho, sólo quería irse y así lo hizo.