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El día que perdí mi virginidad, a los 16 años, fue el más traumático de todos. Prácticamente había sido una violación y ahora mismo no me apetecía para nada contar esa experiencia.
El caso es que, semanas después me enteré que estaba embarazada del hijo de puta que me utilizó. Obviamente no quería que nadie supiera de mi situación, ni siquiera mi hermano. Así que fui yo sola al hospital con un permiso falsamente firmado por Issac y me dieron unas pastillas para abortar.
Ese día, me hicieron todas las pruebas y análisis de sangres necesarios. En uno de esos test, descubrieron que tenía los genes MAOA y CDH13, comúnmente llamados: los genes del guerrero o del asesino serial.
Esa combinación de genes traía como consecuencia una mayor atracción por las situaciones de riesgo y un aumento en el comportamiento violento.
No le tomé mucha importancia y continúe con mi vida como si nada hubiera pasado.
El problema vino después, cuando mi hermano se mudó a New York por cuestiones de trabajo y me dejó sola, al cuidado de mi vecina Alice.
Esa noche, llegué borracha a casa tras una de las tantas fiestas a las que fui para olvidarme del abandono de la única familia que me quedaba (o eso pensaba yo en aquel momento); y digamos que, en uno de mis ataques de ira, le clavé un cuchillo a mi vecina y terminé matándola en el piso de mi cocina.
Alice vivía sola y no tenía relación con nadie en este pueblo, únicamente con mi hermano que ya no estaba. Por lo que busqué en internet, cómo hacer desaparecer un cadáver y encontré una manera bastante efectiva.
Enterré el cuerpo en mi patio y vacié hidróxido de carbono encima. En menos de una semana no quedó ni rastro de ella.
Días después, pensé todo con más claridad y supe que necesitaba controlar mi genética con algo... Así que me convertí en Toxic Killer.
No mataría a nadie a sangre fría, no me ensuciaría las manos intentando hacer desaparecer un cadáver y, lo más importante, ni una gota de alcohol, ya que eso influía en mi comportamiento agresivo.
Todo me estaba saliendo perfectamente bien. Hasta el día que fallé en envenenar a los Pierce. Ahí la cosa se había complicado... y algo me decía que esto apenas empezaba.
—Los genes del asesino serial... — completé la frase por él en un susurro casi inaudible.
Fue entonces cuando la puerta de la habitación se abrió y apareció Dagan al otro lado.
—¿Cheryl? — cuestionó con sorpresa y su ceño ligeramente fruncido — ¡¿Qué mierda haces aquí?!
—Yo... — no me dejó responderle, ya que me agarró del brazo llevánd0me fuera. Traté de ver quién era la figura escondida tras las sombras, pero fue una acción inútil.
Miles de pensamientos pasaban por mi cabeza. Fuese quien fuese el que haya hablado conmigo, sabía sobre mis genes y posiblemente supiera que yo era Toxic Killer. Tenía que descubrir su identidad... O sea, las sospechas se reducían a dos hermanos: Asher o Edric.
Estaba tan absorta en mis pensamientos que no me había dado cuenta que ya estábamos fuera de la casa.
—Dagan, suéltame — le ordené y este no me hizo el mínimo caso. La situación que estaba viviendo era un auténtico deja vú. — ¡Me estás haciendo daño!
Se detuvo de golpe y se dio la vuelta para enfrentarme.
—Escúchame bien, bicho raro. Por tu propio bien, te aconsejo que no vuelvas aquí nunca más. — dijo con un tono amenazante en su voz — No te acerques a nosotros, no hables con nosotros, no te relaciones con nosotros. ¿Te ha quedado claro?
¿Por qué todo ellos me subestimaban?
—¿Y si no lo hago qué? — contradije mientras me cruzaba de brazos, desafiándolo. Dagan se mordió el labio en un gesto inconsciente y alzó las cejas sin mostrar ninguna debilidad.
—Sí lo harás. Si valoras tu vida, sí que lo harás. — y con esas últimas palabras me empujó fuera de la propiedad.
Caí recostada en el suelo y, mi mano herida por el incidente del espejo, comenzó a sangrarme de nuevo.
Pude ver como las rejas se cerraban frente a mí, y justo detrás, se encontraba Dagan de pie, con su mirada fija en mí dirección.
Parecía la mirada de un asesino mientras asechaba a su presa indefensa.
Me apoyé con mi brazo sano, impulsándome hacia arriba para levantarme del suelo. Me sentía humillada, despreciada y con el ego por el inframundo. Cuando ya estaba completamente de pie, volví a girarme hacia dónde estaba Dagan, pero como era de esperarse, se había marchado... dejándome sola en la oscuridad.
No quise quedarme ni un minuto más en ese lugar. Caminé hacia mi moto y me coloqué el casco.
—Tory — esta se encendió y antes de que me respondiera con su saludo habitual, añadí — Enciende el piloto automático y llévame hasta mi casa.
No podía conducir con mi mano herida, simplemente la ayudaría un poco con el brazo que estaba sano. Me subí sobre ella y le pedí poner la canción Complicated de Avril Lavigne.
Necesito pensar...
(...)
Habían pasado 2 semanas desde que visité la Mansión Blackville. Este mes era decisivo para poder graduarme. Necesitaba obtener buenas notas y desligarme de lo que pasaba en el mundo exterior, y sobre todo, alejarme de los Pierce. No quería ninguna distracción.
El que los chicos aún siguieran vivos, tenía al pueblo preocupado y tenso. Pensaban que Toxic Killer ya no quería saber nada del trato con ellos e iba a matar a todo el que se le pusiera delante.
Pero la verdad, era que me estaba tomando unos días sabáticos. Hablé con el concejal y le ordené que mantuviera a los ciudadanos tranquilos y que no preguntaran, que cuando llegara el momento, se los haría saber.
Con respecto a Asher... Era inevitable no verlo en el colegio, pero hacía todo lo posible por ignorar su presencia. Me sentaba lo más alejada que pudiera de él y pretendía que no existía.
—¿Quién fue Gregor Mendel? — me preguntó Luke, recostado desde mi cama con todos mis apuntes de biología a su alrededor.
Estábamos desde las 5 de la tarde, estudiando para el exámen de mañana. Agatha estaba abajo preparando unos sándwiches mientras yo caminaba de un lado a otro en mi habitación, tratando de responder lo que me preguntaba Luke.
—Ese era el monje... — solté un bufido por lo bajo mientras trataba de recordar lo que había aprendido hacía unas horas — ¡El padre de la genética! Sí, ese mismo es. El que hizo los estudios con guisantes y desveló los misterios de la herencia genética. ¿Verdad? — miré a Luke esperando que me dijera que estaba en lo correcto.
—Nop, te equivocaste — respondió, mientras negaba.
—Joder, Luke. Es mentira. ¡Estoy segura que ese tipo era el de los guisantes! — solté enfadada hacia él. De repente Luke soltó una carcajada y asintió.
—Vale, tienes razón. Solo quería joderte un poco. — entrecerré los ojos en dirección a él y agarré una de mis almohadas para estampársela en el rostro.
Y así fue como empezó una guerra de almohadas entre los dos. En medio de risas, cosquillas y quejidos, Luke lanzó mi vaso de carabela preferido contra la pared. Sabía que había sido un accidente, pero mi enfado aumentó.
—Cher... lo siento — antes de que pudiera terminar, me trepé a horcajadas encima de él y lo seguí golpeando con la almohada.
—¡Era mi vaso preferido! — le grité entre risas y comencé a hacerle cosquillas; hasta que, sin darme cuenta, los papeles se invirtieron y era yo la que estaba debajo.
Tenía agarrada mis manos por encima de mi cabeza, su respiración se encontraba acelerada y su rostro estaba serio mientras me miraba. Un mechón de pelo rubio se le caía hacia delante, dándole una apariencia tierna y adorable.
Esta situación me puso un poco nerviosa, por lo que evité su mirada lo más que pude como una niña pequeña.
De pronto, se escucharon pasos acercarse desde afuera y yo empujé a Luke para que se separara de mí, y este cayó al suelo, dándose un fuerte golpe en el trasero.
—Chicos, traje con mermelada porque... — Aga dejó de hablar en cuanto abrió la puerta y nos vio — ¿Qué carajos pasó aquí adentro? La habitación está hecha un desastre.
—Emm.... ¿pelea de almohadas? — respondí, con una fingida sonrisa de oreja a oreja en mi rostro.
—¿Y por eso estás roja como un tomate? — me preguntó, entrecerrando los ojos. Toqué mi rostro, queriendo comprobar si lo que decía era cierto y eso bastó para que mi amiga empezara a reírse como una loca — ¡Era broma, estúpida!
Y así fue como los tres comenzamos a reírnos como si no hubiera un mañana.
La verdad era que Luke me puso algo nerviosa. Por un momento pensé que me iba a besar y eso bastó para que mi corazón se acelerara en ese instante.
Súbitamente, el timbre comenzó a sonar con insistencia.
—Aggg. ¿Quién coño será? — dejé a mis amigos en el cuarto y bajé en dirección a la puerta principal. Por la pantalla que proyectaba la cámara que había afuera, no se veía nada, estaba todo negro... Parecía que estaba rota.
Así que, sin más preámbulos, abrí la puerta.
Un gran grupo de adolescentes se encontraban del otro lado y traían consigo bebidas, cajas y bocinas.
—Esta es la casa de Cheryl Reed — me preguntó uno de ellos y yo me limité a asentir extrañada. — ¡Pues aquí es la fiesta! ¡Entremos!
Y así fue como la manada de chicos y chicas, comenzaron a abrirse paso en mi casa. La música se empezó a escuchar a través de los parlantes y las bebidas iban a venían.
¿Qué carajos acaba de pasar?
Me quedé petrificada en el umbral de la puerta, no estaba para nada acostumbrada a tener a tantas personas en mi lugar. Luke y Agatha se acercaron a mí, mirando a todas las personas a mi alrededor.
—¡¿Y esta cantidad de gente?! — preguntó mi amigo sobre la música. Yo negué confundida y entonces una chica se acercó a Aga, abrazándola.
—¡Gracias por invitarnos! — abrí los ojos como platos en dirección a mi amiga y ésta me dio una sonrisa de arrepentimiento. La chica se separó de ella y le dio un beso sonoro en la mejilla antes de marcharse.
—¡¿Qué coño hiciste Agatha Winchester?! — le pregunté luego de subir las escaleras para alejarnos del bullicio de gente.
—Lo siento. Lo siento. Es que estaba hablando con Fiore — supuse que así se llamaba la chica de antes — y sonaba muy triste porque se había suspendido la fiesta a la que iba, y puede que yo le haya dicho que tenía una casa a dónde podía trasladar la fiesta... — explicaba mientras bajaba la mirada y se mordía las uñas, nerviosa.
Sabía que había algo más detrás de eso, así que levanté su rostro por el mentón y la obligué a mírame.
—Suéltalo — le ordené y ella dejó escapar un suspiro derrotada.
—Me gusta ¿vale? — confesó, avergonzada de sus palabras. Se me hacía tan tierna cuando se comportaba así, como una niña enamoradiza. Yo la envolví entre mis brazos en un abrazo cálido.
—Me lo tenías que haber dicho antes. — declaré con sinceridad y ella solo me abrazó más fuerte, buscando cariño y aceptación.
—Cheryl — me separé de mi amiga para ver a Luke quién acababa de subir las escaleras — Creo que deberías poner unas cuántas órdenes allí abajo, si no quieres que te destrocen todo. — yo asentí y cuando llegué a la primera planta, me trepé encima del sofá.
—¡Oigan! — nadie me hacía caso, por lo que encendí el micrófono del karaoke y volví a intentarlo — ¡ESÚCHENME! — todos fijaron su vista en mí curiosos — ¡Paren la música un momento!
No me hacían el más mínimo caso, solo se reían de mí. Y ahí fue que me percaté de mi atuendo, un pijama de patitos... sabia elección Cheryl.
—¡SI NO PARAN LA MÚSICA, LLAMO A LA POLICÍA PARA QUE LOS ECHEN DE MI CASA! — grité enfurecida y al instante los parlantes de apagaron.
Respiré profundo para calmarme y coloqué el micrófono en mis labios nuevamente.
—No quiero ver a nadie subiendo las escaleras, la fiesta solo será en el piso de abajo. En el patio trasero pueden hacer lo que quieran, menos ir al invernadero, esa área está totalmente prohibida. La biblioteca es otra área roja, no quiero ver a nadie por ahí. Si me rompen algo, todos tendrán que pagarlo — se escuchaban los bufidos de fastidio de las personas — Y no quiero que venga más nadie ¿Entendido? — algunos rechistaron y otros muchos asintieron.
—¿Y a nosotros nos vas a dejar entrar? — las miradas de todos y la mía, se dirigieron al origen de la voz.
Los hermanos Pierce estaban de pie en el umbral de la puerta.
Edric se encontraba en el centro, llevaba una chaqueta negra de cuero y un pantalón que provocaba que se le marcara absolutamente todo.
El menor de los hermanos traía puesto un pulóver rojo vino, que resaltaba muy bien su torso formado y un pantalón de mezclilla.
Y Dagan... pues digamos que cualquiera estaría babeando al ver su pecho al descubierto con esa camisa negra que llevaba.
Los mismísimos dioses del infierno acaban de entrar en mi pequeño castillo, y la guerra que se avecinaba era inevitable.
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Buenas noches mis venenosos y venenosas!!🤗
Aquí les dejó el capítulo de hoy, sé que deben de estar esperando el próximo con ansias, pero tenga paciencia que todo llega.🥰
PD: Quien shippea a Luke con Cheryl?😏
Los quiero!!💋