❝ Una mami para navidad ❞ ||...

بواسطة _xYoungOnce

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❝ Todo comienza con el deseo anhelante de una inocente pequeña y termina con una intrusa muy dulce en la vida... المزيد

Prólogo
Capítulo 1;; Regalo de Medianoche
Capítulo 3;; De compras con mamá
Capítulo 4;; Consiguiendo el árbol perfecto
Capítulo 5;; Tristes fiestas
Capítulo 6;; Mamá volvió
Capítulo 7;; Nuevas Sensaciones
Capítulo 8;; Unión familiar
Capítulo 9;; Obra Navideña
Capítulo 10;; Reencuentro familiar
Capítulo 11;; La primera nevada
Capítulo 12;; Amigas
Capítulo 13;; Salida Navideña
Capítulo 14;; Noche buena
Capítulo 15;; Media Noche
Epílogo

Capítulo 2;; Intrusa

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بواسطة _xYoungOnce

— ¡Buenos días!

Yeji apenas entraba a la cocina para prepararse un pan tostado y mermelada con intenciones de volver a su habitación y seguir durmiendo lo que resta del domingo, pero al encontrarse a la maniquí, o más bien a su mamá por esa navidad, con un mandil alrededor de su cintura y una sonrisa radiante casi la hace caerse para atrás.

Se detuvo para admirar la mesa de la cocina repleta de platillos fabulosos.

— ¿Qué es todo eso?

— Comida.

La sonrisa de la mujer le hizo querer devolvérsela, se sentía bien con esas atenciones y entonces pensó que debía aprovecharla mientras la tenía.

Le sonrió de vuelta y fue a sentarse realmente hambrienta pero entonces una duda surgió.

— ¿Y dónde estaba todo esto?

— Aquí, sólo que faltaron muchas cosas. Tenemos que ir de compras.

Aquella frase casi la hace suspirar, siempre había querido hacer eso.

Pov ChaeYoung:

Estaba lista para ir al trabajo, eran las 7:05 AM y con media hora de camino seguro llegaría puntual si no había contratiempos.

Vestida formal bajó por las escaleras, pero su velocidad disminuyó cuando con el olfato pudo identificar el olor de comida recién hecha y sí que olía bien.

Entonces recordó a la mujer de ayer y cambió de dirección para ir a la cocina donde su hija y la empleada comían muy alegremente. Su pequeña reía, estaba hermosa sonriendo y ni hablar de la nueva empleada, eran un par que harían a cualquiera distraerse.

— ¿Cocinaste Nayeon?

— ¡Sí! Y soy muy buena haciéndolo ¿quieres probar?

Quería probar, casi siempre pasaba por una cafetería cercana a la empresa y compraba un café sin azúcar para desayuno pero esta vez cambió el rumbo de lo habitual.

Se sentó frente a su hija que después de dirigirle la mirada cambió su expresión a una más seria.

Eso no fue agradable.

La alegre niñera le sirvió con una dulce sonrisa que le hizo sentir un poco incómoda, o quizás...¿nerviosa? no estaba segura de que era lo que le transmitía.

Probó con una cuchara y sus ojos se abrieron como platos, tuvo que probar un par de veces para asegurarse y en verdad era exquisito.

— ¿Estudiaste cocina?

— No, pero es un don que me dió la magia.

Su hija levantó la mirada a la empleada y notó cómo estaba algo incómoda.

— Yo tengo el don de ganar en videojuegos online y es mágico también.

Niños, su mente aún no comprendía que había de divertido a jugar con esas máquinas. En realidad ¿qué era divertido en la vida?

Terminó de comer y se levantó mirando por última vez a su niña.

— Debo irme, llámame si algo pasa.

— Sí.

Ni siquiera la miró, estaba muy ocupada mirando a su plato aunque en realidad no comía y solo revolvía su comida con el cubierto. Triste y dispuesta a irse escuchó como la voz de la mujer le llamó.

— ¿A dónde va en domingo? Si es correcto saber.

Frunció el ceño y volvió la mirada a la pelinegra la cual había terminado toda su comida en un respiro como ella también lo hizo.

— A trabajar, como todos los días.

— ¿Y qué día descansa?

— Nayeon, no. Mamá trabaja todos los días porque es la dueña de la empresa.

Su madre le dirigió la mirada a su hija pues respondió por ella de manera correcta y dolorosa pues cuando supo que la estaba mirando su mamá se puso más incómoda.

Chaeyoung suspiró dejando a las dos chicas con expresiones únicas, nunca se había sentido tan mal por ir a trabajar. Y lo que más le daba rabia era la confianza que su hija tenía en la mujer cuando ni siquiera la conoce de nada.

Concentrarse en el trabajo fue casi imposible, su mente terminaba viajando a su casa aunque su cuerpo estuviera en la empresa.

— ¿Quiere que cancele la reunión con...

— No.

Se levantó y con esa dura expresión salió de la oficina dejando a su asistente un poco desconcertada con su cambio de actitud y es que antes de haberse entregado sin duda era otra.

Pero a Chaeyoung poco le importaba, sólo quería llegar a casa para saber que hacía esa mujer con su hija.

Cuando llegó por la noche no había ni un sólo sonido en casa, eso era nuevo. Buscó por todo el piso de abajo, nada. Se decidió a subir y encontró la puerta semi abierta de su hija.

Sin hacer ruido se asomó y vio a su pequeña sentada mientras su niñera le cepillaba el cabello que al parecer estaba un poco húmedo, cómo si se hubiera terminado de bañar.

— Fue muy divertido ir de compras juntas.

— Yo también me divertí, Yeji.

Risas, fruncía el ceño tratando de escuchar todo más claramente.

— Sabes, siempre quise una mamá que cepillase mi cabello. Lo veo siempre en las películas.

La ceja de Chaeyoung se arqueó ante la confesión más inocente que pudo haber escuchado salir de los labios de su hija. Por suerte llegó una hora antes y pudo darse cuenta de lo que hacía en su ausencia o lo que pensaba.

De alguna manera se sintió triste por no ser ese tipo de madre.

Decidió no interrumpir, de todos modos ¿qué diría? Pero aún así se quedó ahí mordiéndose el labio inferior con nerviosismo.

Pero unos ojos conectaron con los suyos en un instante, quiso esconderse pero ya era tarde. Se alejó de la puerta por unos pasos y se encontró con la empleada que la miraba como si se alegrará de verla.

— Llegaste, Yeji me dijo que regularmente llegas a casa a las 11 o 12

— Sí, hice una excepción.

— Creo que deberías hacer más de esas. A Yeji le gustaría.

— ¿Y tú qué sabes de Yeji?

Hubo un poco de molestia en su tono, y sí, se arrepintió por la expresión de la empleada que por un segundo recordó que su nombre era Nayeon.

— Pues no mucho, pero me gustaría saber.

Hubo algo de tristeza, ella lidiaba mucho con personas así pero jamás se arrepintió, hasta ahora.

¿Qué estaba pasando?

— Es tarde, deberías ir a tu habitación.

Cambio de tema, se felicitó pues volvió a ver la sonrisa en la bella Nayeon.

— Es cierto, es tarde, debo descansar o me quedaré toda tiesa aquí.

La risa fue contagiosa, le arrancó una sonrisa a la empresaria aunque no entendiera la expresión que fue dicha por la niñera.

Sólo se quedó mirando por la espalda a la mayor y poco a poco a su trasero, vamos ¿la carne es débil?

Se mordió el labio pues lo que vió ahí fue de su agrado pero entonces recordó que se encontraba frente a la puerta de su hija y aclarando su garganta se dirigió al interior de su habitación sin si quiera avisar.

Su hija se encontraba mirando la pantalla de su celular y se contuvo a iniciar una pelea. Sólo se sentó en la cama mirando a su dirección y por el movimiento del colchón fue que su hija dejó el celular para mirarla un poco confusa por su visita. La entendía, nunca había llegado para hablar en su habitación.

— ¿Mamá? ¿Qué haces aquí?

La menor volvió a mirar su celular para ver la hora pues rápidamente volvió a hablar.

— Apenas son las 9:45.

— Lo sé, hoy el trabajo fue poco.

Asintió y de nuevo intervino el silencio muy poco cómodo.

— ¿Qué tal Nayeon? ¿Te ha tratado bien?

La sonrisa dulce de su hija le iluminó la expresión a la mayor.

— Sí, mucho.

— Ya veo ¿qué hicieron?

— Pues... — La mirada de su hija se alejó a sus recuerdos. — Fuimos a comprar primero la comida al súper, fue muy divertido y después paramos por un helado. Llegamos y vimos una película, hablamos también.

Se encogió cómo restándole importancia aunque tenía mucha, por un momento se sintió celosa porque eso jamás lo hacía con su hija por culpa de su trabajo pero después lo entendió, su hija merecía eso y más aunque no fuera algo de su parte.

— Me alegra que haya sido un buen día.

Su expresión feliz se forzó y se notó, o al menos Yeji lo notó porque su expresión volvió a ser una muy indiferente, tomó devuelta su teléfono y el silencio volvió.

— Buenas noches hija.

— Igual.

Cerró la puerta resonando a su espalda el "igual" más seco que escuchó en su vida. Pensó que tal vez su hija algún día llegaría a ser como ella y eso le aterraba.

No, ella sería mejor que ella.

Sí estaba segura

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