El Ascenso De Un Alfa ©

By AMH120

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Noah es un chico que a penas conoce su mundo, pero antes de tomar el cargo como el nuevo alfa; él cree que de... More

Prólogo
Capítulo Uno: El Novato
Capítulo Dos: Lejos De Casa
Capítulo Tres: Una Mano Amiga
Capítulo Cuatro: Perdiéndose
Bonus Familia Hale
Capítulo Cinco: Asesina
Capítulo Seis: Si Puedes Escuchar
Capítulo Siete: Camino A Casa
Capítulo Ocho: Blake Shadow
Capítulo Nueve: Cuando Te Deje
Bonus Familia Hale
Capítulo Diez: Misericordia
Capítulo Once: Resignación
Capítulo Doce: Conóceme
Capítulo Trece: Menguante
Capítulo Catorce: Pronto En Casa
Bonus Familia Hale
Capítulo Quince: Cazador Cazado
Capítulo Dieciséis: Nueva Luna
Capítulo Diecisiete: La Elegí
Capítulo Dieciocho: Cicatrices
Capítulo Diecinueve: Confusión
Bonus Familia Hale
Capítulo Veinte: Tu Decisión
Capítulo Veintiuno: Renuncio A Ti
Capítulo Veintidós: De Nuevo En Casa
Capítulo Veintitrés: Adiós
Capítulo Veinticuatro: Soltarte También
Capítulo Veinticinco: Enemigo Natural
Capítulo Veintiséis: Nuestra Historia
Capítulo Veintisiete: Cambios
Capítulo Veintiocho: Mi Sacrificio
Capítulo Veintinueve: Nuevos Mundos
Capítulo Treinta y Uno: Mío
Capítulo Treinta y Dos: Nubes e Ilusiones
Capítulo Treinta Y Tres: Cuidaré De Ti
Capítulo Treinta y Cuatro: El Hombre De Tu Vida
Capítulo Treinta Y Cinco: Verdad
Capítulo Treinta Y Seis: Tyler Hale
Capítulo Treinta Y Siete: Heredero
Capítulo Treinta Y Ocho: Los Hale
Capítulo Treinta Y Nueve: Nuestro Pasado y Futuro
Capítulo Cuarenta: Volví Por Ti
Capítulo Cuarenta Y Uno: Vuelve
Capítulo Cuarenta Y Dos: Príncipe Demente
Capítulo Cuarenta Y Tres: Por Su Amor
Capítulo Cuarenta Y Cuatro: Todo Cambia
Capítulo Cuarenta Y Cinco: ¿Qué Más Quieren De Mí?
Capítulo Cuarenta Y Seis: Arconte De Luna
Capítulo Cuarenta Y Siete: Familia y Justicia
Epílogo
Agradecimientos
La Creación de un Alfa

Capítulo Treinta: Min Månen

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By AMH120

Noah

Abrí la puerta del baño de mi habitación y dejé mis cosas acomodadas en él mientras estaba preparándome para bañarme.
Estaba muy molesto todavía, sin embargo, también entendía a Mara. No importaba lo que hiciera, yo iba a tener que luchar siempre por borrar un recuerdo que quizá nunca se iría.

Entendía que aún no confiara en mí, sin embargo, yo también había hecho de todo para que ella me creyera. Le daba su espacio, trataba de no ser tan posesivo e incluso había calmado a mis instintos de poseerla, pues quería que ella me lo pidiera. Deseaba hacer las cosas de la manera correcta y eso implicaba que antes de tocarla siquiera, ella me lo pidiera, me deseara.

Y tal vez ni eso era suficiente.

Guardé el anillo de mi madre al fondo de la maleta y me apresuré a meterme al baño para darme una ducha relajante y larga. Quería dormir pues estaba exhausto, sin embargo, al no poder conciliar el sueño con facilidad, tomé la idea de asearme primero.

Y así lo hice.

Mientras el agua me limpiaba sentí como el corazón me latía de manera tranquila, lejos del caos que en mi cabeza sentía que me acorralaba.
Sabía que Mara era una gran mujer, la mejor que había conocido, pero también sabía que yo la había lastimado antes. Que lo hice de una manera en la que quizá jamás lo entendería porque ella nunca me lastimó así. Yo lastimé su corazón y lo sabía, pero de verdad estaba intentando enmendar mi error.

Yo no quería perderla.

(...)

Salí de mi habitación en el medio de la madrugada.
De hecho, ya había perdido la cuenta de las horas que llevaba viendo a Mara dormir. Ella estaba en su cama descansando y sabía que no se había percatado de mi estadía. Estaba tan tranquila que no podía creer que alguna la vez la había visto así.

Jamás la había visto dormir, es más, creo que pocas veces la había visto tan relajada como para hacerlo. Siempre que la veía siendo ella misma, llevaba su corona y se paseaba por el palacio con grandes vestidos, era un milagro que no cayera exhausta, pero ella es así. Fuerte.
Jamás la había visto flaquear aunque el panorama no fuera el mejor. Está tan llena de vida que me parecía por completo otro ser, distaba de ser fría o de parecerlo siquiera, en cambio yo, a veces sentía que no era lo que ella merecía.

Daba mi máximo esfuerzo por estar a su lado. Por estar a su altura.

Ella siempre se mostraba ante mí como toda una reina y a veces me asustaba no estar a su altura. No ser quien ella merecía de verdad a su lado. Me tomaba de la mano y sentía que mi mundo se acompletaba, sin embargo, yo deseaba saber que para ella es igual. Que yo complemento el suyo.
Era indescriptible la manera en la que mi alma se sentía cuando ella me miraba, sentía que al ver sus ojos azules veía el cielo más claro de primavera y que ella me lo regalaba solo a mí. Me sentía tan especial al verme en su reflejo.

No quería perderme de tan bello cielo.

La miré girar en la cama, aún dormida, y tuve que salir de ahí. No quería que me viera en su habitación como si fuese un maldito acosador o un psicópata que la vigilaba cuando ella no miraba.
Bajé las escaleras siendo cauto de no hacer ruido alguno y me metí a la cocina.

Tenía tanta hambre que había olvidado de verdad que tenía sueño también. Creo que para mí era peor estar hambriento a tener que dormir pocas horas.
Abrí la maleta que me dio mi madre y coloqué la comida en el sartén, prendí el fuego y comencé a calentarla. Pocas veces me daba el lujo de cocinar, pues había salido igual a mi madre y no lo hacía del todo bien cuando estaba sólo. Siempre tenía que tener la ayuda de mi padre o de Bastian. Los mejores cocineros en casa.

Pero hoy me iba a arriesgar.

Tomé un par de huevos que había en la mesa y comencé a hacerme una torta casera. Creo que es, hasta ahora, lo único que había aprendido a cocinar sin quemar algo o dejarlo más salado que el mar.
Le puse algo de especias que encontré en un frasco y me deleité con el delicioso aroma que desprendía a la vez que seguía cociéndose en la sartén. Despertando de nuevo mi apetito.

Tomé un plato y serví la comida, sin embargo, al girarme y ver a Mara sentada frente a mí me asusté y di un salto en mi propio lugar.

—¡Demonios!—espeté dejando el plato en la mesa para apagar el fuego de la estufa después—, Mara, me asustaste.

—No pretendía hacerlo, cielo, perdóname —. Sonrió levantando su mentón para oler mi comida desde su lugar—. Huele delicioso.

Yo puse una mano en mi frente y traté de calmarme lo más rápido que pude. Sí, era un lobo, pero incluso así tenía miedo de lo que había en la oscuridad y además era de madrugada. Pude morir del susto.

—Si prometes no hacer muecas al probar mi comida, tal vez te deje comer un poco —sonreí sirviendo un plato frente a ella con la mitad de lo que había hecho—, no soy el mejor cocinero pero me esmero.

—Yo solo sé hacer pasteles —. Murmuró. Sacó un par de servilletas y cubiertos de los cajones de la encimera y después se sentó a comer mientras me miraba en silencio.

Yo me moví para dejar en la mesa dos vasos y serví agua en una jarra para sentarme finalmente frente a ella cuando dejé la jarra en la mesa.
Tomé un cubierto y comencé a comer también.

—La verdad es que no te quedó tan mal —. Murmuró al verme.

—No seré tu chef favorito pero créeme que es lo más comestible que puedo hacer —. Reí sabiendo que era verdad.

No iba a hacer de nuevo pasteles con mamá. Eran piedras.

—No serás el mejor chef, pero tú eres mi persona favorita en todo el mundo.

Yo sonreí y negué halagado.

—Come ya que se enfría y no me haré responsable del sabor —. Reí.

Ella comió en silencio conmigo y me percaté de que, para tener bastante tiempo saliendo, jamás me había sentado a comer con ella en calma. Por lo general nos acompañaba mi familia o la suya cuando me presentaba en el castillo para visitarla.
Algo curioso supongo.

—Noah.

La miré y vi como limpió su boca con una servilleta para después dejarla sobre sus piernas.

—¿Qué pasa?

—Quiero hablar contigo sobre lo que dije.

—Es muy temprano para pelear, cielo —negué—, literalmente, deben ser las tres de la mañana.

Ella hizo una mueca y negó.

—De verdad necesito hacerlo, no quiero bromas.

Yo suspiré y asentí.

—¿Y qué deseas decirme ahora? —. Dije mirando mi plato sabiendo que no iba a comer tranquilo hasta que arregláramos todo esto.

—No quise decir en verdad todo eso, es solo que me dio miedo a... —se calló un segundo y continuó—, tenía miedo a que cuando yo te hablara con la verdad me dijeras o mostraras que no estaba equivocada.

—¿Mostrar? —negué con la cabeza—, Mara, he demostrado que todo lo que hago hasta ahora es tratar de hacerte feliz. Soy literalmente yo el que anda colgando de un hilo en ésta relación, cualquiera que me viera contigo diría que babeo por ti y hasta yo mismo me trago muchas cosas de mi orgullo por ti. No es sencillo ser un lobo y no poder...

Negué en un suspiro y la miré.

—Es difícil hacerte ver lo que te quiero cuando te dejas cegar por cosas pasadas o por lo que dicen los demás.

—Lo sé y perdóname si dudé de ti —tomó mi mano sobre la mesa—, es solo que yo no puedo sentirme segura cuando él se presenta.

—¿Él?

Mara me miró a los ojos y asintió.

—Necesito hablarte de algo importante que sucedió hace unos años, cuando tú regresaste a casa.

La miré confundido, sin embargo, opté por callarme y estar tranquilo.

—Cuando te encontré, como tú, yo no estaba sola.

Mi rostro cambió y ella lo notó.

—Yo no creí que pudiese encontrar a aquella persona que me amara tanto, así que me empeñé en buscar mi propia felicidad y así es como terminé encontrando a Roy —. Negó con la cabeza—. Te juro que me empeñé en buscarte, pero no te hallaba por ninguna parte y terminé liándome con él a pesar de saber que estaba más que loco.

Ella se veía completamente arrepentida y no pude evitar acariciar su mejilla.

—Lo quería, es verdad, pero no pude amarlo y eso causó problemas entre los dos. Quería que me casara con él y yo solo... —. Suspiró—. El viaje a Chicago me ayudó a alejarme de él, después apareciste tú y yo... Yo no quería regresar a casa sabiendo que él me estaría esperando para tomar algo de mí que yo ya no podía dar. Mi corazón te perteneció desde el momento en que te vi.

Una lágrima resbaló por su mejilla y yo la miré confundido. Estaba llorando y no sabía si era por miedo o vergüenza.

—Yo te amo no lo dudes —me miró a los ojos y besó mis manos—, jamás me alejaría de ti.

—Mara —negué—, eso lo sé bien. Pero no sé qué es lo que te hace llorar, cielo. Confío en ti sobre todas las cosas.

—Yo...

Ella cerró los ojos con fuerza y negó con la cabeza.

—Cuando te dejé de nuevo en Månen, volví a casa y le dije a Roy que no podía continuar con nuestra relación. No podía hacerlo sabiendo que tú estabas allí —. Su mirada se perdió y noté que ella intentaba recordarlo todo—. Enfureció, pero no me hizo daño alguno, Gail lo habría matado. Sin embargo, él dijo que no iba a permitirlo y por años desapareció de mi vida.

—¿Te ha molestado de nuevo?

—Ayer, cuando regresé de la junta con el gran consejo, recibí un regalo —me miró preocupada—, era una caja, estaba tan limpia que cuando la abrí temblé al ver una fotografía nuestra. Estábamos en los jardines del castillo y tu cara...

Ella se calló y vi en sus ojos el dolor que le provocaba verme ahora mismo.

—Roy prometió que te mataría, lo sé. He visto como se comporta cuando algo no es a su manera, arrasa con todo a su paso y sé que ni siquiera conmigo se detendría para llegar a ti.

Me sorprendió saber que ella había pasado por todo ello sin mí. Es más, era menor el hecho de que allá afuera había alguien dispuesto a matarme, no era importante cuando se había atrevido a amenazarla a ella.

—¿Estás segura de qué es él?

—Lo conozco muy bien, sé que fue él.

—Ese imbécil —. Gruñí con coraje y me levanté de mi asiento para rodear la mesa y abrazarla a mí—. No me importa, Mara. Ni él ni nadie podrá separarme de ti, jamás. Tendría que pasar por todo un ejército y después sobre mí para llegar a ti.

—No lo conoces...

—Ni tú a mí —la miré y besé sus labios—, no te he mostrado ni la mitad de mi poder y créeme que cuando alguien deseé conocerlo sería su fin.

Si para defenderla me tendría que convertir en un monstruo al que todos temieran, lo iba a hacer, juro que cazaría a cada uno de los seres que quisieran hacerle daño a mi pequeña luna.
Primero tendrían que pasar sobre mí para llegar a ella y eso jamás iba a suceder. Jamás dejaría que alguien la lastimara, y si tenía que romper mil reglas, lo haría sin dudar con tal de tenerla a salvo.

Ella me miró y negó uniendo nuestras frentes.

—Promete que no lo harás —susurró—, promete que no me dejarás jamás.

Yo negué y tomé su rostro entre mis manos para hacer que me mirara.

—Dime algo, min månen —. Sonreí cariñoso al ver su mirada asustada. La quería calmar—. ¿Tú me amas?

—Con mi alma.

—Si me pierdo, ¿Me buscarías?

—En todo el mundo.

—Y si muero, ¿Me seguirías amando?

—Toda la vida.

—Entonces no hace falta ningún otro motivo para estar a tu lado, Maraby —acaricié sus mejillas y ella sonrió aliviada—, mi corazón siempre te va a pertenecer y eso es algo que jamás cambiará.

Ella me miró sorprendida, sin embargo, yo le sonreí al besarla. Sus labios me buscaron con necesidad y yo también lo hice, no hacía falta nada más ahora, no tenía que fingir que ella era mía porque así era.
Ella me pertenecía y yo sabía que mi alma, mi ser y esencia le pertenecía a ella también.

Todo de mí era para ella.

—No hace falta nada más que mi amor por ti para seguirte a donde quiera que vayas, para cuidarte y para amarte toda la vida —susurré en sus labios—, no hace falta nada más que tú para que yo sea feliz, Mara.

—Entonces no dejes que esto nos separe jamás.

—Nunca lo permitiría —. Negué.

Ella me miró contenta y me tomó del cuello de mi camisa para besarme de nuevo con desesperación. Sus labios demandantes eran quienes dominaban y saciaban su sed de mí a toda costa. Quitándome el alma en cada beso que ella me daba.
Mis labios la buscaron en todo momento, sin embargo, cuando encajó sus colmillos en ellos, ella se alejó.

—Perdona —negó—, no debí, es solo que...

—Yo tampoco lo resisto —sonreí y volví a besarla—, te deseo, te pienso y te necesito, Mara.

Ella sonrió y siguió besándome a pesar de que me estaba robando el aliento.

—Te necesito, min himmel.

—Entonces hazlo —murmuró en mis labios—, hazlo ya que no resisto un segundo más.

Yo seguí besando sus labios aún cuando mi corazón y mi instinto me exigían tomarla ya.
No quería ser brusco y tampoco pretendía transformarme en alguien posesivo ahora, pero sí deseaba tener su cuerpo a mi merced como tantas veces me lo imaginé.

La tomé de la cintura para pegarla más a mí y ella soltó un jadeo que fácilmente calló en cuanto me besó.
Ambos estábamos sedientos por el otro y necesitábamos calmar a toda costa el deseo que existía entre los dos. Lo sentía en lo más profundo de ella y si hoy era la primera noche que la tendría a mi merced, lo haría bien.

—Noah... —. Jadeó en cuanto me alejé de ella.

La tomé en mis brazos y ella sonrió cuando comencé a caminar de nuevo hacia las escaleras.

—¿Pretendes darme rosas y velas?

—Pretendo hacerlo bien —negué besando sus labios—, contigo quiero hacerlo todo bien. Siempre.








Nuevo Capítulo.

Espero que les guste mis Wattis. Que ya se viene lo bueno jajaja quisiera dar detalles pero no se puede porque si lo hago les arruino el futuro de al menos dos caps.

¡Nos leemos pronto!

Primera parte del maratón.

#Quédateencasa 💕

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