Era la yugular de un septiembre coloreado de venas rojas y cuervos blancos.
El asesinato de tus besos...
Me ha llenado con heridas llenas de soledades y versos...
Con un dolor de enviciados recuerdos.
Que me rodean en las madrugadas.
Coincidir con ella en esta vida.
No era un mito.
Era un acto de Dios.
Me enamoré de ella...
Así como los cielos desfiguraban la simetría de la luna en la medianoche.
Ella, tan distante como la curva de un menguante colgado de fantasía.
Bella y sanguinaria como una escritura
Leída e incomprendida.
Infierno amor de inviernos...
He venido aquí con dos sonrisas y un cuchillo.
He esperado tenerte en mis mágicas pesadillas.
Pero cada vez que me despierto...
Me volteó y amanezco con mentiras y engaños.
¿Hasta cuándo debo de fingir que no te extraño?
Es verdad...
El cinismo muere desbocado... Y nunca degollado.
Es fácil dar el primer paso cuando eres ciego de lo que se esconde detrás de la puerta.
Promesas, juramentos, lugares, memorias...
Tengo una vista descabellada desde el rincón del asiento de la clase...
Te amaré desde esta distancia.
Desde esta esquina de amistad.
A mí manera, no solo eres mía... Sino eterna y perfecta.
Te amo dulce amiga.
Con las mentiras que te crees.
Con tus depresivas historias que te acompañan.
Con todos los demonios suicidas que amas y te niegas abandonar.