Baam al ver más gente se empieza a emocionar, era como si Dios se sintiera mal por la mala suerte que tuvo hace tres días y lo esté consintiendo actualmente. Parecían buenas personas, pero más importante han de venir de un grupo más grande y Rachel podría estar con ellos.
—¡Hola! Es un gusto toparnos con más personas.
Khun sintió el amable ánimo de su compañero con un balde de agua fría. Incluso el ojimiel se les acerco más con una sonrisa. Confía en la gente muy rápido, se repitió. Y aunque no tuviera que, pensaba en cuidar a ese chico.
—¿Ustedes cuantos son? —preguntó quién Khun asumió que era el líder, Hatsu.
—Mi nombre es Baam. Él es mi compañero, Mr. Khun.
—No sabíamos que había más sobrevivientes en el área. Si gustan pueden venir con nosotros a nuestra base.
Baam volteé a ver a Khun, suponía que buscaba su aprobación antes de aceptar.
—¿Me dejan hablar con mi compañero un momento? —dice sin esperar una respuesta y jalando a Baam para alejarse de ellos.
—¿Mr. Khun...?
—¿Qué piensas al respecto?
—Dicen que con ellos están los sobrevivientes del área, quizá Rachel este con ellos.
—¿Rachel?
—Oh, es la chica a la que busco.
—Te seré franco, no quiero ir con un grupo muy grande de gente, lo considero poco efectivo a la larga.
—Pero Mr. Khun... ¿qué pasa si Rachel esta con ellos? Aparte, ¿no sería bueno saber cuánta gente sigue viva? —y el mencionado suspira a lo dicho.
—Bueno, pero no hay que quedarnos mucho tiempo con ellos, ¿Okay? Luego pueden empezar a depender de nosotros para su supervivencia y será difícil zafarnos a las buenas.
Baam asiente emocionado y vuelve con el otro grupo.
—¡Mr. Hatsu! Nos encantaría ir con ustedes.
—Perfecto, otras dos bocas que alimentar —se escuchó el murmuro de alguien a lo que el pelinegro de dio un codazo.
—Bien, ayúdenos a llevar medicinas.
Todos los presentes se pusieron a ayudar en lo que podían y a escondidas Baam y Khun se comieron un par de las municiones que traían. Claro que Baam no estaba cociente de ello porque Khun le dijo que las acababa de encontrar.
Ya de regreso el peliazul no se despegaba del azabache, tenía un raro presentimiento al lugar a donde se dirigían. Tampoco dejaba de dar malas miradas a todos ya que aparte del pelinegro con la espada todos parecían estar inconformes con su presencia.
Después de caminar por varios minutos y estar matando uno que otro zombi que los descubría llegaron a una escuela que tenía sus rejas cerradas. Khun la reconocía, era una de las prepas locales que había cerrado hace poco.
El primero en escalar sin mucho problema fue Hatsu, ya que el paso todos le empezaron a lanzar las bolsas que traían con medicina y empezaban a escalar también. Para la sorpresa de muchos, Khun y Baam saltaron la reja tan rápido como lo había hecho el espadín, los demás de ese grupo los vieron con envidia.
—Son mejores de lo que pensé, no fue un error traerlos con nosotros —halago Hatsu.
Khun no respondió, pero Baam agradeció.
Ya que todos estaban del lado seguro de la reja empezaron a adentrarse al edificio. Por la puerta había dos personas. El ojimiel se les quedo viendo y se preguntó si habría gente haciendo guardia en todas las entradas, si llegaba a ser el caso debía de haber bastante para poder cubrir todos los turnos.
Khun por el otro lado se concentró más en la reacción que tuvieron esos dos "guardias" al verlos llegar. A lo lejos parecían tener una pequeña sonrisa, pero cuando vieron las nuevas caras sacaron una cara de desagrado. Eso le dijo dos cosas: A la gente de aquí no le gusta la idea de rescatar personas ya que no les importa realmente la supervivencia de otros. La segunda es que no todos se llevan bien. Si se tuvieran al menos poca confianza los guardias hubieran siquiera preguntado sobre las nuevas caras y no se quedarían solo con una mueca.
Después de pasar la entrada todos se dispersaron y solo se quedó Hatsu.
—Vengan conmigo, tenemos que asignarles una habitación.
Los tres caminaron en silencio, uno que no duro mucho porque apenas abrieron la puerta de la habitación un grito se escuchó.
—¡Hatsu! ¡Hijo mío me tenías preocupado! Se tardaron tanto que ya casi anochece.
¿Hijo?, pensó Baam.
—Tenemos a gente nueva —respondió el pelinegro sin inmutarse a lo anterior.
—¿¡KHUN!? —grito de nuevo el de traje deportivo apenas despejo sus ojos de las hojas que traía.
—Oh, hola Leesoo.
—¿Se conocen?
—¡Claro que nos conocemos! Solíamos participar en las mismas competencias de matemáticas. No esperaba que nos encontráramos tan pronto, pero me alegra verte.
Khun solo asintió con una pequeña sonrisa, después de todo era de las pocas personas que podía llamar amigo. Aunque no es como si se lo fuera a decir.
—Como tú gran amigo es el encargado de la logística de este lugar, haré lo posible para que no tengan que compartir habitación —hablo Leesoo con grandes ánimos.
—Una habitación... —susurró Baam para sí, una bella sonrisa adornaba su rostro.
Ese día sería la primera vez que estaría en una habitación.
Los últimos dos días durmió en la terraza con Khun y antes de ello no había día que no tuviera que conformarse a las frías noches de la calle. El pensamiento de que estaba a punto de cumplir uno de sus pequeños sueños lo alegraba demasiado.
—Te ves muy feliz —le habló la voz que ya eran tan conocida para él.
—Mr. Khun eso significa que compartiremos habitación.
—Exactamente.
—¡Entonces será nuestra casa! Ahí viviremos juntos, ¿verdad?
El grito de alegría sorprendió a Khun, las palabras que habían escuchado incluso lo llegaron a sonrojar un poco.
—¿Casa? ¿De que estas hablando, Baam?
—Casa es el lugar en donde duermes todos los días, Mr. Khun. Como dormiremos juntos ahí significa que será nuestra casa —le respondió Baam como si le estuviera diciendo el hecho más obvio de todos.
Los tres oyentes no supieron que responder a tal explicación. Iban a corregirlo, pero sonaba tan seguro y feliz que decidieron dejarlo para otro momento.
—Quiero suponer que nos darán una habitación, pero por el favor que dices hacernos supongo que generalmente son para tres o más personas, ¿no se hará algún conflicto?
—Correcto, suelen ser para 5. Personalmente creo que es bueno cuando se trata de gente en la que confías, pero como no sería su caso dudo que sea conveniente. Aparte de que te conozco y no quiero que termines golpeando a alguien. Solo guarden el secreto yo me encargo de lo demás.
—Muchas gracias, a los dos.
—No agradezcas —Hatsu tomo las llaves que le paso Leesoo— Ya no queda habitaciones en este piso, tendrán que ir al de arriba.
Los dos volvieron a agradecer. Escucharon las instrucciones que les dieron y antes de salir del salón Baam pregunto por su amiga. La respuesta fue negativa y no tuvo de otra más que conformarse.
Lo primero que hizo el dúo fue ir al garaje a ver si aún quedaba algo con lo que se pudieran tapar esa noche e ir por la porción de comida que les tocaba ese día. Lamentablemente no había más que una colcha u una sábana junto con una almohada. Khun maldecía la situación. Si no hubieran ido con ellos ahorita podrían estar en alguna casa gozando de una gran cama.
Cuando fueron a la cafetería a tomar la porción que les tocaba de comida tuvieron que hacer fila. En ese rato Khun noto un par de cosas.
Uno: la mayoría de la gente se ve deprimida.
Dos: no hay nadie menor a los 14 años.
Tres: hay tanta gente que no hay unidad en general, todo el mundo está en lo suyo.
Cuatro: los pocos que le dirigen la vista le dan malas miradas.
Baam le da un suave golpe para sacarlo de sus pensamientos cuando es su turno. Ahí se toparon con una chica siendo la guardiana del lugar.
—No los había visto antes. Tienen unas lindas caras, espero y que sus habilidades tampoco decepcionen —dijo la de ojos dorados con una sonrisa coqueta, pero se podía notar la arrogancia en la voz.
—Nada de qué preocuparse.
La sonrisa de Andorssi se extendió por el ultimo comentario. Antes de que se fueran cambio su vista a la otra persona y le guiño el ojo.
Baam no tenía ni idea de que significaba ese gesto, pero podía deducir que era un detalle de atención. Que una chica tan bella como lo era la que estaba enfrente le dedicara un guiño lo hizo enrojecer levemente y junto con una sonrisa le agradeció por los alimentos antes de irse.
Khun no dijo nada, pero realmente no le había gustado la escena anterior. Y no es ningún tonto, el mismo sabe que tuvo celos. Lo que no sabía era de que clase.
¿Sería alguna reacción por querer proteger a Baam? ¿O había algo más? Intento no quebrarse mucho la cabeza con ese tema y se convenció que el tiempo le responderá esas preguntas.
—Mr. Khun tú puedes quedarte con la almohada y las colchas, estoy acostumbrado a dormir en el piso no tendré ningún problema con hacerlo de nuevo.
—Ni lo pienses, no es opción.
—Pero Mr. Khun, ¿entonces como nos dividiremos?
—Me gusta el frío, yo puedo dormir sin colcha. Me quedare solo con la sabana.
—No es justo para usted...
—No está a discusión.
—Esta es nuestra casa, usted no puede decidir las cosas sí solo.
Khun dio un suspiro que a los ojos de muchos interpretarían como frustrado. En lo que lleva con él se ha dado cuenta que realmente es muy inteligente y aprende a una velocidad monstruosa, pero cuando se trata de conocimiento común no podía estar peor. Era como tratar con un niño.
—Baam casa es un tipo de edificio, esto es un salón que ahora usamos como dormitorio.
—Entonces creo que debí entenderle mal a Rachel... ¿o me habré confundido con hogar?
Rachel. De nuevo, pensó Khun.
— Cuéntame Baam, ¿quién es Rachel?