[La simple idea de perderte significa que todo se hundiría]
—Maite.
Me quedé completamente inmóvil cuando pronunció mi nombre.
—¿Qué pasa? iba a la pieza del Rena a buscar unas frazadas que me pidió la Feña y...
—Escuchaste—terminó por mi.
Asentí con la cabeza.
—Baja a ver la película...
No me detuve a mirarlo otra vez, iba a entrar a la pieza y él me tomó el brazo para darme vuelta y quedar mirándolo justo a los ojos.
—Maite, lo lamento, en verdad lo hago—murmuró.
—No tienes porque hacerlo, Erick—contesté casi en el mismo tono—Después de todo, matabas por ser padre y ahora lo serás en partida doble.
Me encogí de hombros y ahora si al fin pude entrar a la pieza del Renato. Apoyé mi espalda contra la pared y solté un suspiro. ¿por qué siempre las cagaba tanto? ¿por qué tenía que meterme en cosas que no eran de mi incumbencia... Siempre era lo mismo conmigo pero aún así no entendía.
Cuando salí de la pieza agradecí mentalmente no encontrarme con el Erick otra vez pero aquella sonrisa se desvaneció cuando vi que el único lado libre en donde podía sentarme a ver la película, era a un lado de él. No sé si habrá visto mi cara, pero se corrió un poco y se lo agradecí mentalmente antes de pasarle la frazada a la Feña y sentarme.
Cuando en la película pasó algo que me dio miedo, en un acto de un inercia me agarré del brazo del Erick y cerré los ojos fuerte, los volví a abrir cuando pasaron al menos 10 segundos y él estaba mirándome con una sonrisa en su boca.
—Siempre te han dado miedo estás weas—susurró.
Asentí con la cabeza y corrió el brazo, tardé algunos segundos en darme cuenta para que quería que lo hiciera. Antes, cuando veíamos una película de terror y me daba mucho susto, la única forma que tenía él para tranquilizarme era poniéndome una mano en la espalda y hacerme cariño en movimientos circulares. Posicioné mi cabeza en su pecho, corrió un poco mi pelo y metió la mano por debajo de mi polera. No sabía si tenía más miedo por la película o por no saber cómo iba a reaccionar más tarde porque obvio, todos sabemos cómo es el Erick al siguiente día.
Iba a abrazarlo pero me arrepentí.
—¿Puedo?—pregunté.
—Tú, puedes hacer conmigo lo que quieras—murmuró.
Sentí, literalmente, un orgasmo. Mi corazón latió con más fuerza de lo normal y tuve miedo que el se diera cuenta, no quería que después de todo lo que habíamos pasado supiera que me hacía sentir débil... Porque en estos momentos, lo único que quería era dejar todo atrás y besarlo hasta que me cansara, aunque probablemente nunca me cansaría de aquello. ¿Qué mierda estaba hablando? Él tenía novia embarazada y yo tenía novio que estaba esperándome en casa.
Pensando en pura mierda me quedé dormida en el pecho del Erick, desperté cuando sentí que unos brazos me tomaban para después elevarme.
—Bájame Charles, yo puedo caminar—murmuré.
—No creo que el Charles te haga caso porque soy el Erick—dijo y entonces abrí los ojos para darme cuenta que él me tenía en brazos y estaba caminando conmigo hacia no sé donde.
—¿Y los chiquillos?—pregunté.
—Se fueron a dormir hace rato...
—¿Y por qué no me despertaste mejor? Si de verdad yo puedo caminar sola.
—Terminamos de ver la película hace media hora y eso llevo intentando despertarte, no te puedo dejar durmiendo aquí porque te va a doler la espalda—abrió la puerta de la pieza y me dejó sentada en la cama.
—Lo lamento.
—No importa, es lindo verte dormir otra vez—rió—¿Te incomoda si duermo con bóxer nomás?
—No es que te vaya a mirar durmiendo... Pero hace frío.
—Me incomoda mucho dormir con tanta ropa.
—Lo sé.
—Date vuelta—pidió.
Le hice caso y a los segundos sentí como sus pantalones caían al piso. Apagó la luz, se acostó y aproveché la oscuridad para ponerme el pijama y observar un poquito mi abdomen, después me acosté y me tapé hasta el cuello.
—Erick, con respecto a lo de la Flavia, no quería decirte eso. No sé cómo te sientes con la noticia y...
—No quiero hablar de eso, Maite—me cortó.
—Estaré contigo si lo necesitas, solamente quiero que sepas eso.
—Gracias, pero de verdad no quiero hablar de eso, por favor—su voz sonó seca y entendí que mejor me callaba, así era el Erick; una hora tierno y veintitrés un pesao culiao.
Decidí dormir.
Desperté la mañana siguiente, miré el teléfono, eran las diez en punto. Solté un bostezo y estiré mis brazos.
El Erick aún dormía, me acomodé en la cama y levanté un poco el pijama para ver mi guatita, la acaricié y solamente me dediqué a pensar cómo sería después cuando naciera. ¿Sería una niña? Porque siempre quise una niña para hacerle peinados bonitos, en cambio el Erick siempre quiso un niño para enseñarle a jugar a la pelota, pero sea como sea lo vamos a amar con el alma. Solo esperaba que las cosas no se compliquen, que nuestra relación de papás no se complique y no afecten al bebé, de experiencia propia sé lo malo que fue para mi no estar con mi papá y no quería eso para mi hijo.
—¿En qué piensas?—preguntó Erick sacándome de mi trance temporal.
—En el bebé.
Asintió con la cabeza y se acomodó en la cama, en la misma posición que estaba yo. Tomó el teléfono y se mantuvo ahí pegado.
—La Flavia irá hoy a tomarse los exámenes de sangre—dijo. Dejó el teléfono a un lado y me miró—No me costó procesar mucho que nosotros dos seríamos papás, porque era algo que siempre quisimos, pero con la Flavia nunca hablamos de eso.
—Tendría que haber sido al revés, ¿o estás contento porque tú ex tendrá un hijo tuyo y no tu novia?
Se encogió de hombros.
—No es seguro aún, los test de embarazo fallan ¿verdad?
—La mayoría de las veces no.
—Sé que será difícil cuando el bebé nazca, Maite—murmuró. Se paró de su cama y se sentó en la mía—Pero te juro que yo estaré contigo siempre, cuando me necesites, cuando el bebé lo haga. Sé lo difícil que es crecer sin un padre, tú también lo sabes y no es solo por eso.
—¿Y por qué más es?—pregunté temerosa.
—Porque me fascina estar contigo.
Pasó un brazo por encima de mis hombros y el otro lo dejó en mi guatita.
—Encuentro que aún no se nota tanto—solté una risa.
—Es porque estás demasiado flaca—sonrió—Aprovecha que no está tan grande, después puro en cama nomas...
—No me desagrada la idea de estar en cama.
Erick se agachó hasta la altura de mi abdomen.
—¿Vas a dejar descansar a tu mami?
Sentí como el bebé se movía inmediatamente en forma de respuesta. El Erick me miró con una sonrisa de oreja a oreja.
—Que emocionante, sabi que no veo la hora de por fin tenerlo en mis brazos.
—Tengo miedo igual, sé que te dije que si me hubiera pasado eso otra vez ya lo tendría claro, pero no sé...
—Tranqui Maite, no te va a pasar nada—de subió otra vez y me abrazó—La Rena nos dijo que todo estaba perfecto y tenemos que confiar en ella. Y pucha, yo creo que tú eres la única que puede sentir si algo anda mal.
Sentí su respiración en mi cabello, me tranquilizó. Estuvo hablándole al bebé un rato más, le decía cosas que me sacaban carcajadas a mi y para más remate le estaba cantando canciones de Ñengo Flow y Anuel. Al rato nos vestimos y bajamos a tomar desayuno juntos, el Charles andaba entrenando y la Feña estaba hirviendo agua.
—Buenos días Feña—dijimos los dos al unísono. La Fer nos miró y soltó una carcajada.
—Se ven felices, ¿pasó algo anoche?
Feña culia, hizo que mis mejillas se pusieran rojas hasta que me ardieron.
—Me llamó la mamá del Charles, me pregunto si podían venir de sorpresa, ¿no les molesta?—preguntó la Feña—Vendría la mamá, la Cami, el pololo, el Maxi, el Ale y el Alvin.
—Bacán, el medio vacile se formó entonces—celebró el Erick.
—Ya no veo la hora de bailar cumbia hasta las cinco de la mañana—dije y luego solté una carcajada.
—Tsh, no vayas a bailar mucho nomas que se te caerá mi sobrino—se burló la Feña.
—Puta que molestan—dijo el Erick después de mirar su teléfono y pararse de la mesa.
Se alejó lo suficiente para no escuchar lo que nosotras hablábamos.
—No me vay a creer quien probablemente está embarazada—elevé una ceja. Disculpa Dios, pero me hiciste demasiado copuchenta.
—¿Me estay que la Brasileña?—asentí con la cabeza—Puta el Erick que es tonto, se notaba kilómetros que la mina quiere plata.
—¿Por qué dices eso?—pregunté.
—Bueno porque ayer el Erick le dijo al Charles que le hiciera una transferencia a la Flavia porque él ya había superado el límite ¿te cachai cuanto es el límite?—asentí con la cabeza—Y le transfirió pal pasaje.
—En todo caso el Erick debe saber, no creo que sea tan loji para no cachar que lo quiere por la pura plata—me encogí de hombros—Aparte no sabemos sus sentimientos reales..
No pude seguir hablando. Sentí como un or de ojos me quemaban en la espalda. Me di vuelta temerosa y me encontré con el Erick apoyado en la puerta mirándome fijamente con una ceja elevada.
¿Por qué soy tan hocicona?
———————-
Ya chikiiiis, nuevo cap 💖 espero la hayan disfrutado y perdón por lo corto
#pathyactualizabbporfa
#pathyteamo❤️