Reveses de la vida© [COMPLETA]

Galing kay Therinne

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COMPLETA. Margarita una vez escuchó que el amor no debe provocar sufrimiento ni dolor. Que el amor, cuando es... Higit pa

BookTrailer
SINOPSIS
ADVERTENCIA
Elenco:
Reveses de la vida
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 42 (FINAL)
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NOTA DE AUTORA

Capítulo 41

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Galing kay Therinne

Maratón final 4/5

Heart - Sleeping at last

Por eso juzgo y discierno, por cosa cierta y notoria, que tiene el amor su gloria a las puertas del infierno. —Cervantes

Es muy difícil pensar en qué instante la vida se puede venir abajo, en qué momento el destino decidió tomar ese camino. Y, sin embargo, a pesar de ver de forma casi palpable que la vida se está extinguiendo a los ojos, de que los cambios son irreparables e insostenibles, hay algo tan poderoso que puede convertirse en esa variable que, en un pestañeo, vuelve a dar un giro al destino.

Y, en ese caso, fue el deseo a seguir viviendo que viró aquella trágica situación, y que devolvió las esperanzas a Andrew, los padres de Maggie, y a Melissa.

Porque Margarita estaba luchando con todas sus fuerzas.

Estuvo inconsciente dos días enteros en la UCI, pero su estado fue mejorando poco a poco hasta que se volvió estable. La amenaza de infarto se debió ante el esfuerzo que estaba haciendo su corazón, y sumada la presión alta, solo se detonó. Pero lograron estabilizarla, y esto fue un alivio para todos los presentes.

La misma noche del atentado, la policía apareció minutos después de la llegada de los padres de Maggie, estos últimos andaban viendo a su nieta. Por lo que se enteraron hasta después de que, efectivamente, había sido Matías, y lo sabían tras revisar las cámaras de vigilancia que habían en el Teatro Nacional y el resto del centro Histórico de San Salvador.

Andrew estaba vuelto loco por la rabia de la reciente noticia, y tratando de responder a las preguntas que le hacían los oficiales, cuando los señores Castle aparecieron y escucharon que se desconocía el paradero de Matías. Esto los llenó de indignación y acompañaron en el sentimiento de furia a Andrew.

El señor Castle se comunicó con el padre del prófugo, y la sorpresa llenó a todos cuando este les dijo que desconocía lo que había hecho su hijo, y aún más en dónde podría estar. El par de agentes, quedaron de solicitar una orden de cateo para las propiedades de los Hunt, porque era imposible que a Matías se le hubiera tragado la tierra.

Al día siguiente de todo aquello, Fabrizzio apareció y el padre de Maggie casi se le fue encima, exigiéndole respuestas que él decía no tener. Ese día no le permitieron ver a su recién nacida nieta, y tuvo que irse antes de que su presencia causara problemas. Y es que de por sí la tensión en aquel lugar era demasiada, más el sentimiento de frustración. Todos se sentían atados de manos y presos de la impotencia.

La mañana que Margarita regresó en sí, despertó desorientada y lo primero que hizo fue llevarse ambas manos al vientre y ante la ausencia de su hija, comenzó a alterarse, por lo que tuvieron que aplicarle un sedante para poder explicarle lo delicada de su situación médica, y tratar de calmarla con la noticia de que su hija estaba bien.

Cuando el calmante hizo efecto, la noqueó completamente; por lo que no despertó hasta entrada la tarde y pidió ver a su hija, pero le explicaron que cuando ella se estuviera mejor la llevarían a ver a Carina, entonces pasó lo que todos temían: ella comenzó a preguntar.

—Tuviste un accidente, intentaron atropellarte pero uno de los presentes te salvó... —Los ojos de Maggie aletearon y el reconocimiento de los hechos se fue viendo claro en la máquina de signos vitales.

—¿Q-quién fue? —inquirió, no obstante, ella ya tenía una leve sospecha.

El doctor hizo pasar a Andrew, pues este último se lo pidió para poder ser él quien le dijera la verdad. Y así hizo, le relató lo que había pasado aquella noche: el choque contra su auto y el intento de atropello, y que el culpable de ambas cosas era Matías.

Y que no sabían dónde se encontraba.

—Pero no tienes por qué temer, yo estaré aquí para cuidarte, Melissa pasará contigo por las mañanas, tu papá por las tardes y tu madre y yo por las noches. No estarán solas, vos y Carina estarán bien, te lo juro.

—¿Cómo pudo ser capaz? Él está loco —susurró, con los ojos empañados y el miedo claro en su expresión—. Él lo venía planeando desde hace tiempo, porque estoy segura de que fue él quien me estaba observando en el centro comercial.

—¿Qué has dicho? —Y Maggie le contó todo, comprendiendo que ese detalle quizá pudo mantenerlos alerta. Pero ya era demasiado tarde para los hubieras—. Le diré eso a los oficiales, porque seguramente ese tipo estuvo siguiéndote.

—Lo siento mucho, yo debí decirte, yo debí... —Él sacudió la cabeza y se sentó sobre la cama, cuidando de no lastimarla o incomodarla.

La alojó en sus brazos y trató de calmarla, repitiéndole una y otra vez de que ella no tenía la culpa de nada, sino que el único culpable era Matías. Andrew soltó un suspiro, y es que le dolía mucho verla así, pero se juró que encontraría la forma de que eso no se quedara así. Se juró que haría pagar a Matías, aunque fuera lo último que hiciera.

Y la oportunidad se le presentó cuando, al salir de la habitación, lo interceptó Meli. En sus manos traía el celular de Maggie.

—Le acaban de llegar unos mensajes de Larcy... tienes que verlos.

Larcy: estoy cn Matías.

Larcy: piensa huir

Larcy: dile a la policía. Aquí stá nuestra ubicación

Y el último mensaje era un enlace que dirigía a la aplicación del mapa en el teléfono.

—¿Le dijiste a alguien de esto? —Ella negó—, no se lo digas a nadie.

—Cuenta con ello, ¿pero qué piensas hacer? —Melissa lo miró con el ceño enfurruñado, por lo que ella añadió alarmada—: ¿No pesarás ir vos solo? Es peligroso, debes de decirle a la policía.

Pero él no le respondió, dio media vuelta y avanzo con grandes zancadas hasta la salida. Buscó un taxi y le dijo a dónde llevarlo. Y entretanto llegaban a su destino; Andrew no podía dejar de ver el móvil de Margarita, mismo que indicaba, por la aplicación, que el cobarde de Matías se encontraba en Santa Ana, departamento que colindaba con Guatemala. Y la idea de que lograra escapar, lo llenaba de rabia y miedo, porque él no podía permitir tal cosa. No podía.

En el hospital, Melissa se debatía entre contarle o no a su amiga lo que estaba pasando; y del extraño presentimiento que tenía en el pecho. Porque la expresión tan cegada y determinada de Andrew solo podía significar un mal augurio. Llevaba ya diez minutos en la habitación de Maggie, tratando de seguir en su plática y esforzándose por no revelar la preocupación que sentía.

No obstante, ¿debía decirle a Margarita lo que pasaba?, y de que posiblemente Andrew se había ido a detener a Matías él mismo.

—¿Me dirás ya qué te sucede? —Melissa salió de su introspección y volvió a verla.

Su amiga la observaba, había perspicacia y la seguridad de que ya se había dado cuenta de que algo pasaba. La conocía, se conocían tan bien que tal hecho era inevitable. Y segura de que la verdad era mil veces mejor que la mentira, le contó lo que pasaba.

—¡¿Qué?! Andrew no puede hacer esa locura. ¡Por favor llámale!, ¡necesito hablar con él ahora mismo!

Habían pasado casi veinte minutos desde que salió del hospital cuando recibió una llamada de Melissa y se vio tentado en no responder, por lo que la mandó a buzón las primeras dos veces, pero ante la insistencia, atendió.

—Ni se te ocurra ir a ese lugar, ¿me escuchaste, Andrew? No puedes, ¿me oyes? —Era Maggie. El aludido cerró los ojos y soltó un bufido, se escuchaba alterada.

—Amor, cálmate, no...

—¡No, no voy a calmarme! Si vas, olvídate de mí...

—Margarita, escúchame, por amor al cielo —espetó él, con aire contenido y la presión de todo machacándole los sentidos. Escuchó un sollozo ahogado que lo hizo añadir—: Voy para la policía, amor.

—¿No me estás mintiendo? —inquirió Maggie tras un corto silencio.

—Por supuesto que no —dijo, sacudió la cabeza y miró por la ventana que ya estaba llegando a dicho lugar—. Le dije a Melissa que no le dijera a nadie porque quería evitar precisamente esto: que te alteraras, pero creo que ella malinterpretó las cosas, lo siento.

Andrew entregó el celular al jefe de policía que tenía a cargo el caso de Margarita y de él. Pronto corroboraron mediante cámaras de vigilancia que había hasta la salida de San Salvador que Matías viajaba en una camioneta plateada, y que se lo había visto echando gasolina en una gasolinera que colindaba entre San Salvador y el departamento vecino La Libertad.

—Según la ubicación, en esta zona hay un par de puntos ciegos que dan para el pueblo de Jerez en Guatemala, si cruzan será muy difícil dar con ellos, tendríamos que solicitar ayuda de la interpol y el proceso será más tardado.

Andrew sentía que todo comenzaba a complicarse, que era una locura y temió en gran manera de que Matías se fuera a salir con la suya. Y dicha sospecha se intensificó cuando cayó otro mensaje al teléfono de Maggie, de su prima.

Larcy: saldremos a la media noche

Larcy: Matías ya contrató a alguien para que nos saque del país

Faltaban poco más cuatro horas para la media noche. Por ello, y ante la urgencia de levantar un operativo, el jefe de la policía comenzó a hacer llamadas para alertar a la policía de Santa Ana, y para que enviaran agentes a la zona de inmediato. Y mientras se organizaba, en el umbral de la estación apareció Fabrizzio Hunt. Su semblante era sombrío y cargado de preocupación, con él venían otros dos hombres, igual de elegantes que él.

Andrew se hizo a un lado, conteniendo las ganas de cometer la locura que tenía rondando en su cabeza. Hizo sus manos puños, y a pesar de encontrarse en la oficina, alcanzó a escuchar como uno de los hombres le decía al oficial de la recepción que quería levantar una denuncia por desfalco en contra de Matías Hunt.

Y tanto como el par de socios como su padre atestiguaron que el heredero de los Hunt había transferido una fuerte cantidad de dinero a una cuenta bancaria en el exterior. Lo que indicaba que, en efecto, Matías no estaba huyendo solo por los dos atentados de asesinato, sino también por malversación de fondos. Y a partir de aquí, todo comenzó a desmoronarse.

A las nueve de la noche salió un grupo de agentes. En dicho lugar permanecían Andrew y Fabrizzio, ambos esperando por que les avisaran de que habían atrapado a Matías, sin embargo, los sentimientos que los movían a ambos eran diferentes.

Andrew estaba urgido de justicia y con la necesidad de regresarle un poco de paz a Maggie; en cambio el señor Hunt había llegado ahí por las amenazas de sus socios al darse cuenta del robo de su hijo, y cayendo en cuenta de que cuando quiso hacer algo por su hijo, ya había sido demasiado tarde. Las acciones de ambos los habían llevado a ese punto en donde el panorama no pintaba bien para ninguno de los dos.

Casi dos horas después de que se echara a andar el operativo, llegaron noticias a la estación de policía. La cuales decían que habían llegado al lugar en el preciso momento cuando Matías se iba a dar a la fuga, el auto volcó, así como hubo un tiroteo en donde una persona había resultado muerta y a otra gravemente herida.

El semblante de Fabrizzio Hunt palideció, ya que tanto él como Andrew supieron enseguida quién había muerto.

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