En manos de la Bestia

By Eva-Mora

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Me encontraba en la misma posición, atada de mis manos, sujeta a una cama, con mis ojos vendados. Horas, días... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Epílogo
Parte 2

Capítulo 3

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By Eva-Mora

Addy...

Al observar la hora en mi celular marcaban las tres de la mañana, por más que quisiera sería complicado conciliar el sueño. Me recosté nuevamente sobre el colchón, con la mirada fija en la oscuridad, los recuerdos comenzaron a llegar como una ola; me acomodé en la cama en forma fetal, abrazándome a mí misma.

Cada recuerdo dolía, deseando que el dolor se marchara, mis lagrimas se liberaron sin poder evitarlo...

En algún punto me había quedado dormida, fue la alarma de mi celular la que me hizo despertar, la noche había sido al igual que las últimas; por más que quisiera no podía dejar de pensar en todos mis problemas.

Me levante de la cama no tenía humor para hacer absolutamente nada, sin embargo, tenía que trabajar.

Era mi segundo día en la casa y estaba viviendo una especie de dejavú, al igual que el día anterior todo estaba en completo silencio. De camino a la cocina no me había topado con nadie.

No paso mucho tiempo para que Mati pareciera.

—Al parecer alguien no tuvo buena noche —podía sonreír, pero no podía borrar lo hinchado de mis ojos por lo que supuse que ella se dio cuenta de mi infernal noche.

—Creo que no me he adaptado a dormir en un lugar diferente a mi hogar —como si eso fuese verdad.

—Lo sé. Debe ser difícil para ti adaptarte, imagino extrañas a tu familia —suspire, si tan solo supiera.

—¿Qué tengo que hacer? —cambie de tema.

—Comencemos con el desayuno, hoy será para dos personas —no me moleste en preguntar, sincerándome un poco todo mi humor estaba encerrado en una caja muy lejos de mí.

Hice lo posible por distraerme en el trabajo, concentrándome en ayudar a Mati con el desayuno; una vez listo me pidió lo fuera a dejar al comedor.

A mi humor no le ayudaba el hecho de que sabía me encintaría con el ogro, aun así, traté de alejar cualquier mal pensamiento y esforzarme en hacer mi trabajo.

Caminé con precaución con la charola en las manos, unos cuantos pasos y llegué a mi destino.

—Buen día Addy —Sam estaba sentado mirándome con su característica sonrisa.

Por breves segundos ignore el hecho de que no estábamos solos.

—Hola —lo saludé con alegría, al mismo tiempo que me concentré en servir la comida

—No te ves muy bien ¿sucede algo? —estaba segura de ello. Por más maquillaje que aplicará no ocultaría las enormes ojeras y mis ojos hinchados.

Por más que me concentre en Sam, sentía la mirada del ogro sobre mí.

—Estoy bien, gracias.

—¿Desde cuándo te preocupas por cómo luce una empleada? —la ronca voz del intimidante hombre se hizo presente, haciendo una vez más que mis vellos se erizaran.

Esa maldita sensación que causaba en mí, no me gustaba.

—Oh vamos Bestia, no tienes que comportarte de esa manera —estoy segura que casi salen mis ojos de su órbita.

¿Había escuchado bien?

Lo observé.

¿Sam dijo Bestia?

Sus ojos de inmediato conectaron con los míos.

¿Él era Bestia?

Era extraño la manera en que me miraba.

¿Cómo demonios, es qué?

Debí de haberlo imaginado, la habitación más grande era de su propiedad, su manera de dar órdenes, su lugar en la mesa; pero había algo que...

—Puedes retirarte —obedecí sin decir nada, mis piernas se sonrían débiles que temía que me fallaran.

Me costaba trabajo aceptar mi tardío descubrimiento.

Gracias al cielo Mati me ordenó que hiciera algo más y de ese modo no tuve que regresar al comedor. Antes de volver a verlo tenía que tranquilizar mi pequeño ataque de ansiedad.

El resto del día están transcurriendo con tranquilidad lo cual me beneficiaba de algún modo. Esta vez me la pase en el cuarto de lavado para encargarme de la ropa subía.

Por gracioso que pareciera todo estaba perfectamente ordenado, cada cesto tenía un nombre y eso indicaba a quien pertenecía cada prenda por lo que se lavaba en ese orden para no mezclar la ropa.

—Chica, sigues aquí —Mati entro al pequeño cuarto.

—Me falta acomodar esta ropa —respondí, señalando la pila de ropa que aún me faltaba por doblar.

—Deja eso ahí. Yo me haré cargo, ya pasan de las siete y no has comido. Anda ve a la cocina te he dejado algo servido —termine de doblar la camisa y la acomode en su lugar.

—Gracias.

—Después puedes ir a descansar.

Tal como Mati dijo, sobre la barra había un plato con pollo y ensalada; tome un poco de jugo de la nevera y me acomode para comenzar a comer. Si no hubiese sido porque ella había ido a buscarme, no me habría dado cuenta del enorme vacío de mi estómago.

Al terminar procuré dejar todo limpio, decidí llevarme un vaso de agua por si en la noche despertaba con sed; serví agua en un vaso y antes de salir eché un vistazo para ver qué todo estuviese en orden.

Mi suerte no podía ser peor ya que al girar para salir de la cocina, tropecé con él.

—Mierda. Deberías fijarte —lo peor de todo fue que debido a mi torpeza derramé el agua sobre él, dejando su playera empapada de agua.

—Lo siento yo... —trate de disculparme.

Y dijo trate ya que una vez más me trataba como si me odiara.

—Olvídalo, solo vete —obedecí sin decir nada.

Después del largo y agotador día, lo menos que necesitaba era conocer la verdadera cara de Bestia, así que deje el vaso sobre la barra y prácticamente corriendo de la cocina.

A pesar de aquella sensación de escalofríos, había algo en el que me intrigaba.

—Addy —tropecé con Sam en el pasillo.

—Perdón no te vi —tenía que dejar de ser tan distraída.

—Si, eso parece ¿Puedo saber si te ocurre algo? —se recargó en la pared, cruzando sus brazos; tendría que ser ciega para no ver lo jodidamente sexi de su pose.

—Estoy bien. Es solo que ha sido un día bastante agotador —pase mi mano por mi cuello, dando un ligero masaje.

—Ah, ya veo —se acercó para acomodar un mechón de cabello detrás de mi oreja y por alguna razón me puse nerviosa.

Me quedé observando a detalle su rostro, el color de sus ojos y su forma de mirarme.

—¿Sucede algo? —la voz de Marcus me saco de mis raros pensamientos, haciendo que ambos giráramos para verlo.

Estaba a unos cuantos metros su mirada por momentos iba dirigida a Sam para después caer sobre mí.

Hubiese jurado que estaba molesto por haber visto a Sam conmigo, era algo que no podía asegurar ya que las veces que había cruzado palabra con él parecía odiarme.

—Nada. ¿Necesitas algo, Bes... Marcus? —dijo Sam.

—No —y si por su manera de hablar era un hecho que estaba molesto.

En definitivo el hombre parecía vivir amargado, no entendía la razón ni tampoco me importaba siempre y cuando no interfiriera con mi trabajo.

Mi cuerpo pedía a gritos correr, así que opté por alejarme.

—Buenas noches, Sam —le sonreí al castaño e ignoré al ogro, no necesitaba ver su odiosa forma de mirarme.

—Linda noche, Addy —seguí mi camino hasta mi habitación, una vez dentro solté todo el aire que tenía retenido.

Me deshice de los zapatos y corrí al baño para darme una refrescante ducha, estaba segura que una vez terminara caería rendida.

Necesitaba dormir, necesitaba estar fuerte, no solo por mi bienestar si no por él.

Tal como imaginé en cuanto me recosté en la cama, mis ojos se sintieron pesados sumergiéndome en la oscuridad.

Ahí estaba él. Sus ojos verdes me veían con intensidad, era como si quisiera decirme algo; podía ver tristeza en su mirada. De pies cerca de la cama extendió su mano, sabía perfectamente lo que quería y por más que quise no pude.

Con cada esfuerzo que ejercía para tocarlo, él se alejaba...

Una vez más desperté con el corazón acelerado, las lágrimas no tardaron en salir. En completa oscuridad me permití llorar, pero aquella sensación de que alguien me observaba estaba presente, recorrí con la mirada cada parte de la habitación, no había nadie.

Sumergida en la oscuridad y soledad de lo que por el momento era mi habitación, me acurruqué en la cama, trataba de pensar en una solución; llorar era lo único que podía hacer, como si eso fuese a resolver mis problemas. Preguntándome una y otra vez lo mismo.

¿Por qué yo?

Desperté igual o más agotada que los días anteriores, la alarma de mi celular aún no se activaba, no tenía energía ni ánimos de levantarme; lo tenía que hacer. Una de las razones trabajar, la otra era solo por él.

Me sorprendió ver a Mati en la cocina, era temprano para que estuviese ahí.

—Buen día, Addy —bebió un poco del contenido de la taza que llevaba en las manos.

—Hola Mati —busqué una taza y serví café en ella. Rogaba para que el líquido me ayudara a despertar.

—El día de hoy tengo que salir para comprar todo lo que hace falta —sobre la barra había una pequeña libreta la cual tenía una especie de lista para hacer el súper —Te encargo que le sirvas el desayuno al joven Marcus, después solo encárgate de limpiar el despacho; el joven tiene una reunión hoy así que debe estar ordenado.

—Si —bebí café.

—¿Hay algo que necesites? —agregó un par de cosas a la lista.

—Estoy bien, gracias —tomo la hoja y la guardo en uno de sus bolsillos.

La hora de servir el desayuno llego, acomodé en la bandeja todo lo que había preparado Mati; antes de dar un paso tuve que tomar un gran respiro. Tenía que reunir todo el valor del mundo para poder soportar cualquier comentario o actitud del ogro.

Rogué porque Sam estuviese presente, de algún modo me hacía la situación más llevadera con Marcus; me desilusione al no verlo, aun así, acomode la charola en la mesa y comencé a servir, la mirada de Marcus estaba en cada uno de mis movimientos, podía sentirlo.

Luche para actuar lo más calmada posible, ignorado lo acelerado de mi corazón y el temblar de mis piernas.

—Por lo que veo, esperabas a alguien más —su voz atrajo mi atención. Imagine que su comentario se debía al plato extra que había servido —Sam tuvo que salir. Puedes comerlo si quieres, llegara tarde y no creo que tenga hambre —metió fruta a su boca, sin quitar aquella odiosa cara de molestia.

—¿Se le ofrece algo más? —ignore todo lo que había dicho, era obvio que solo quería molestarme y no estaba dispuesta a caer en su juego.

—No —tomé la bandeja y comencé a caminar hacia la cocina.

Antes de que pudiese dar un paso más, la voz de Sam me detuvo.

—Addy, buen día —gire para verlo, su característica sonrisa me hizo sonreír.

—Hola —dije sin dejar de sonreír —¿Quieres que deje el desayuno? —mostré la charola que llevaba en las manos.

—Por favor —sus manos estaban detrás de su espalda, como ocultando algo, no le di importancia y comencé a acomodar los platos.

—¿No se supone que estabas resolviendo algo? —había olvidado por un instante que no estábamos solos.

Esta vez Marcus se veía más molesto que de costumbre

—Te aseguró que he hecho mi trabajo a la perfección y todo está listo, no tienes de que preocuparte —respondió sin titubear.

—Si se les ofrece algo, estaré en la cocina —dije en cuanto terminé de servir.

—Espera —observé con atención a Sam —Yo — lucía nervioso —Te traje esto —se acercó para darme una linda rosa roja, la sostuve entre mis manos.

—Es muy linda —antes de poder agradecer cómo se debía, fui interrumpida.

—Puedes retirarte —la voz de Marcus se escuchaba más fuerte de lo normal. Sam lo observo y tomó asiento ignorado el comportamiento de Marcus.

—Gracias —le sonreí a Sam, para después alejarme del lugar.

Coloque la rosa sobre la barra, era inevitable no sonreír ante el bonito gesto de Sam. No lograba entender cómo un chico tan alegre como él, podía soportar el mal humor de un ogro como Marcus.

Sam era demasiado amable, todo lo contrario, a su hermano y por supuesto al ogro; en fin, tenía que dejar de pensar en Sam como algo más que no fuese mi amigo ya que era de la única manera que lo podía ver y en dado caso de que él buscara algo más simplemente no podría aceptarlo.

Decidí desayunar en lo que el par que se encontraba en el comedor terminaba, el tiempo pasó volando y cuando menos lo esperé ya me encontraba limpiando cada rincón del despacho, tal como Mati me había pedido.

¿Qué clase de reunión tendrán?

¿Por qué debe estar todo ordenado?

¿Qué clase de trabajo tenían?

¿A qué se dedicaban?

No tenía que ser adivina para saber que, a algo turbio, pero no estaba cien por ciento segura de qué tipo de trabajos hacían; comencé a sacudir el escritorio, acomodé la computadora, junto a ella había unos documentos, los culés me daba curiosidad saber de qué se trataban.

No seas curiosa Maddison.

Antes de salir me detuve para observar que todo estuviese en orden, mi trabajo estaba hecho y sonreír al ver el resultado.

El tiempo pasaba y Mati aún no regresaba, me parecía extraño que demorara tanto, pero decidí no darle importancia y para distraerme en algo, opte por ir al cuarto de lavado para terminar de lavar algunas prendas.

A pesar de que estaba acomodando y doblando colchas, sábanas, toallas; mi mente viajaba a un lugar muy lejano. Estaba tan distraída que casi grito al escuchar como la puerta se abría de golpe, causándome un susto enorme.

—¡Aquí estas! —puse mi mano en el pecho.

—Oh por Dios, casi me infarto.

—Lo siento, no pretendía asustarte.

—¿Necesitas algo? —estaba tan sorprendida de que él me estuviese buscando que pase por alto su pequeño gesto de amabilidad.

—Sígueme— puse mis ojos en blanco, deje todo lo que estaba haciendo para obedecer su orden.

Como de costumbre me costaba seguir sus pasos, pero a él parecía no importarle; me llevo hasta el despacho.

Fruncí el ceño al no comprender que hacíamos ahí, no lo dudé y entre tratando de que mis nervios no fueran notorios.

Sentado detrás del enorme escritorio estaba Marcus, de pie a un lado del escritorio estaba Sam junto a otros cuatro chicos; yo me quedé cerca de la entrada, casi junto a Joe.

—¿Entraste a mi oficina? —la fuerte voz de Marcus invadió el lugar, a pesar de ello no me deje intimidar.

Tal vez comenzaba a acostumbrarme a su nefasta manera de ser.

—Si. Estuve limpiando —me sentí orgullosa por no titubear.

—¿En dónde demonios pusiste unos sobres que estaban aquí? —señaló su escritorio, decir que se veía molesto era poco, parecía que iba a lanzar fuego por la boca.

—Yo —comencé a jugar con mis manos dejando de lado mi pequeño ataque de valentía y comencé a mostrar lo nerviosa que estaba.

—¡Responde Carajo! —di un pequeño brinco, asustada hasta la médula por su manera de hablarme.

—Bestia. Tranquilízate advirtió Sam.

—¡Tu cállate! —si su mirada fuese láser, Sam ya estaría muerto y después seguiría yo —¡Eres sorda!

—No entiendo de qué habla —golpeo el escritorio.

—Crees que soy idiota ¿dime quien te envío por ellos? —observé a todos los presentes, parecía no afectarle el cómo me gritaba Marcus, la mayoría a excepción de Sam que me veía con tristeza.

—No sé de qué me habla —esta vez golpeó con más fuerza el escritorio.

Sin poder evitarlo mis ojos se inundaron de lágrimas retenidas, me negaba a llorar delante de ellos, pero mi esfuerzo se iría al carajo ya que me estaba muriendo de miedo.

—Revisen su habitación, te advierto si descubro que fuiste tú —hizo una pausa —No solo te arrepentirás de haberlos tomado, te aseguro que desearás no haber puesto un pie en esta casa —limpie mis lágrimas, Sam me veía con pena, yo seguía parada frente a Marcus, quien no dejaba de mirarme; gracias a la enorme mesa de madera no se me había acercado.

Joe y tres de los otros chicos salieron del despacho, imagine que irían a mi habitación.

—Yo no eh tomado nada, solo entre para limpiar —mi valentía regreso y lo mire sin parpadear. No estaba dispuesta a dejarme humillar por alguien como él.

—Eso está por verse —los minutos parecían transcurrir más lento de lo normal, imaginé que los chicos estarían revisando cada rincón de mi habitación.

La puerta se abrió, los hombres entraron, jugué con el dobladillo de mi blusa, mis manos sudaban.

—No hay nada —soltó Joe.

Sabía que no encontrarían nada.

—No encontraron nada, porque yo solo hice mi trabajo y no tome nada que no fuesen los productos de limpieza —lo reté con la mirada.

—Fuiste la única en entrar justo después de que yo dejara aquí los documentos —pasó sus manos por su cabello.

Su paciencia estaba llegado a su límite.

—Eso no significa que yo los tome —parecía que estuviésemos jugando al ping pong, él decía algo y yo de inmediato respondía.

—Entonces desaparecieron por arte de magia —quizás era momento de cerrar la boca, pero no podía quedarme callada.

—O quizás los puso en otro sitio —por dentro estaba temblando de miedo, pero eso no me detuvo y continué retándolo.

—¡Salgan de mi oficina! —su grito resonó en toda la habitación, los chicos comenzaron a caminar hacia la salida; yo seguí su acto —Tu quédate —me señaló —El resto ¡LARGO!

—Bestia. Ya te aseguraste de que ella no ha tomado nada —dijo Sam, al mismo tiempo que se acercaba a mí.

—Di una maldita orden —jalo la silla y se sentó. Ignorado las palabras de Sam.

—Samuel —dijo Joe con advertencia.

Crece miradas con Sam haciéndole ver que estaría bien, que podía irse tranquilo. Antes de salir dio una palmada sobre mi hombro, en muestra de apoyo.

Hace unos momentos estaba segada por alguna clase de valentía, la cual se había esfumado en el preciso momento que me vi sola con él.

Permanecí con los pies pagados cerca de la puerta, en dado caso que tuviese que huir era mejor estar cerca de la salida.

Mordí mi mejilla como si eso pudiese controlar el temblor que comenzaba a atacar mi cuerpo.

Como un maldito león se levantó de su asiento para acercarse a mi como si fuese su presa.

Me quedé en silencio observando cada uno de sus movimientos, poco a poco se fue acercando, al mismo tiempo que yo retrocedía.

Maldije en cuanto sentí como mi espalda chocaba con la fría pared. No tenía escapatoria.

—Así que tú no tomaste los documentos —se encontraba a unos escasos centímetros de mí.

—No —dije al mismo que negué con un movimiento de cabeza.

—No era pregunta —colocó su mano a mi costado cerca de mi cabeza. Me sentí acorralada —Estas nerviosa —levanté la mirada.

Sus ojos verdes parecían conectados a los míos, no entendía porque me resultaban tan familiares.

—¿Por qué estás aquí? —si inclinó lentamente, haciendo que me perdiera en lo fascinante de su mirada —¿Quieres que vuelva a preguntar? —negué.

—Por trabajo —titubee.

La manera en que me miraba no me permitía pensar con claridad.

—¿Para quién trabajas Addy? —trague saliva antes de responder.

—Para usted —sus ojos en ningún momento perdieron el contacto con los míos.

—Te daré otra oportunidad ¿Para quién trabajas, Addy?

—Para usted —repetí sin dudar.

—Estoy siendo lo bastante paciente contigo —mordí mi labio inferior. Su mirada bajo hasta mi boca, levantó su mano para separar mis labios haciendo que dejara de morderme.

Su manera de tocarme hizo descender una especie de corriente eléctrica por todo mi cuerpo.

—Te estoy dando la oportunidad de que digas la verdad, no lo desaproveches. Te puedo asegurar que no querrás verme enojado — volvía a morder mi labio. Esta vez no permití que me tocara.

—No entiendo de qué verdad habla. Como se lo he dicho solo hago mi trabajo. Le agradezco enormemente a Sam por contratarme ya que necesito el dinero, pero si me va a culpar por algo que yo no hice, no creo que deba seguir aquí —solo rogaba porque no me corriera, no podía irme de ahí. Necesitaba el trabajo.

—Estoy realmente sorprendido y cómo veo que no dirás la verdad, tendré que conseguirla de algún modo —si cercanía disminuyo.

Su cálido aliento me golpeó, dificultándomelo respirar con normalidad; mi traicionero corazón amenizaba con salirse de mi pecho. Escasos milímetros y sus labios terminarían por unirse a los míos.

Lo deseaba.

Tome el poco autocontrol que aún tenía para alejarme de él, sin embargo, fue más hábil que yo. Colocó su mano libre justo a mi otro costado, acorralándome por completo.

—¿Para qué has venido, Addy? —cerré los ojos. Por breves segundos pensé que podría ver a través de ellos y descubrir la verdad —Estoy esperando una respuesta —hizo una pausa, parecía divertirse con la situación —O debo llamarte Maddison —abrí los ojos de golpe, estaba sorprendida por la mención de mi nombre.

No olvide por completo el cómo formular palabras, me garganta del sentía seca; un nudo enorme me impedía hablar.

Estaba en completo shock.

Abrí ligeramente mi boca para responder, no pude ya que él término por borrar la poca distancia que teníamos y unió sus labios a los míos...

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