Amber llevaba cinco días intentando comprender sus dones y practicándolos. Jaden y Lizet se habían ofrecido a ayudarla a entrenar—aunque las veces en las que había practicado con Lizet eran menores a las prácticas que había tenido con Jaden—, y le habían advertido que al no haberlos usado desde una temprana edad, podría costarle un poco dominarlos ahora que sabía que los tenía. Si bien había recurrido a ellos en los últimos días, los dos le mencionaron que lo que normalmente sucedía al tratar de entrenarlos era que su mente los bloqueaba un poco, pues iba a esforzarse más por usarlos correctamente. Había personas que al aprender a usar sus dones a una edad cercana a los diecinueve los dominaban más fácilmente. Pero los dos hermanos creían que a Amber se le complicaría aprender a controlar sus dones de una manera más rápida por todo lo que había estado pasando últimamente en su vida.
Lizet ya le había mencionado que los dones eran controlados por la mente, y que al no tener práctica con ellos podían llegar a ser dominados por sus emociones. En sus entrenamientos Amber no estaba completamente concentrada. Quería más que otra cosa saber dominarlos, pero ella parecía no estar presente cada vez que practicaba. Se perdía pensando en su padre, en cómo su tía los había traicionado y en las pesadillas que había estado teniendo últimamente.
Desde que encontró a Lizet tirada en el suelo del cuarto de Sarah, había estado teniendo sueños similares a los de su premonición. No podía conciliar el sueño más de cuatro horas seguidas y había ocasiones en las que se despertaba gritando.
Había ocasiones en las que la única diferencia que existía entre su sueño y la premonición de Lizet, era que ella estaba muerta.
También estaba preocupada por Alexia, había ido a verla algunas veces, pero la chica seguía dormida. Y no se quedaba mucho tiempo con ella, ya que desde el día en el que Gabriel llegó, él no se movía de la habitación más que para comer, y Amber sabía que su presencia le incomodaba. El chico aún no terminaba de confiar en ella y no lo culpaba, comprendía que estaba molesto y preocupado por lo que había pasado con Sarah, además de que ella misma le había disparado a Alexia.
Todo lo que pasaba por su cabeza era lo que no le permitía controlar bien sus dones, los que tenía en fase delta y theta ni siquiera había logrado hacerlos salir. Jaden le había dicho que era bastante normal y que incluso algunos de los que tenía podría jamás llegar a usarlos, además de que al estar en esas fases era más difícil lograr que salieran, pues eran los dones sobre los que menos control tenía y los más débiles. También le había hecho saber que el desarrollar sus dones hasta la fase beta podía llegar a tomarle algunos años. A todos les tomaba bastante tiempo dominarlos por completo.
Amber sabía que lo que menos tenía era tiempo.
«Amber. Tierra llamando a Amber». La voz de Jaden retumbó en su cabeza.
—No hagas eso. —Una sonrisa burlona se asomó por la cara de Jaden—. Aún es extraño, y ni siquiera puedo regresártelo.
—Pronto podrás hacerlo —soltó rápidamente, a manera de consuelo—. Simplemente tienes que dejar de distraerte.
—No puedo concentrarme —dijo Amber en un tono más bajo.
«Tienes que dejar de pensar tanto las cosas».
Amber estaba sentada al lado de Jaden, ambos habían decidido tomar un descanso del enterramiento y se sentaron en la mesa más cercana a ellos. Aprovechó que él tenía los brazos sobre la mesa para poner su mano izquierda en el antebrazo del chico y le dio una pequeña descarga eléctrica. Hasta el momento la elecroquinesis era el don que mejor manejaba.
—Te lo dije. —El rostro de Jaden dibujó otra sonrisa rápida—. ¿Te detuviste a pensar cómo hacerlo? No. Debes de liberar tu mente para que sea más fácil.
Amber sonrío rápidamente, mientras Jaden tomaba su antebrazo y lo congelaba un poco. Para cuando retiró la mano había una delgada capa de hielo que la chica quitó con la mano derecha.
—¿Tienes los mismos dones que Lizet? —Amber recordó que el día en el que Sarah se fue de El Refugio, ella les había mencionado que había logrado entrar a la habitación congelando la perilla de la puerta y luego rompiéndola. Además de que los dos podían teletransportarse y ambos contaban con telepatía.
—Sí y no. Liz tiene cuatro dones: teletransportación, telepatía, crioquinesis y precognición. Yo tengo otros tres: piroquinesis, plotoquinesis y retrocognición —dijo, mientras hacía aparecer una pequeña llama de fuego y jugaba con ella, pasándola por en medio de sus dedos—. Pero Liz ya tiene dominados sus cuatro dones en fase beta, yo no.
—¿Por qué?
—Ella es más lista. —Jaden sonrió y desapareció la llama de su mano—. Y se lo toma más en serio. Para mi el entrenar los dones es como un juego, hay un momento en el que lo haces tanto que subes de nivel. Y yo a veces juego y a veces no. Lizet entrenó diariamente hasta que tuvo control total sobre los suyos.
Amber quería preguntar cuánto le había tomado a Lizet dominar completamente sus dones, pero se reservó la pregunta para sí misma.
—¿Qué es la retrocognición?
—Puedo ver el pasado, pero es uno de mis dones en fase theta. Sólo puedo ver el mío y el de personas que conozco, y solamente puedo utilizarlo si me duermo intencionalmente en el momento en el que quiero ver algo. —Jaden podía leer la expresión de la chica—. Sirve más de lo que crees.
En ese momento se escuchó el sonido común del elevador llegando al piso. La menor de los Laam salió de él y buscó con la mirada a su hermano y a Amber, cuando los encontró, ellos ya estaban mirando hacia ella.
Lizet caminó hacia ellos a paso acelerado tenía una sonrisa y una mirada de alivio en el rostro.
—Alexia ya despertó —dijo, y soltó un gran suspiro que tenía guardado en el pecho. Inmediatamente dirigió la mierda a su hermano—. Te he estado buscando.
—A veces se te olvida que puedes contactarme desde cualquier lugar.
—Te envíe un mensaje —contestó Lizet, frunciendo levemente el ceño.
«No me refería a eso», la voz de su hermano mayor se coló en su cabeza.
—A veces se te olvida que no me gusta usarlo.
Jaden se levantó rápidamente y movió la cabeza con dirección al elevador mientras volteaba a ver a Amber, quien ya se había levantado. Ambos habían estado esperando que Alexia despertara y querían ir a verla.
—No, esperen. No quiero caminar —dijo, para después tomar la muñeca de su hermana y la de Amber y llevarlos a los tres afuera de la habitación en la que se encontraba Alexia.
Lizet entró primero, seguida por Amber y al último Jaden. Los dos hermanos avanzaron y se quedaron cerca de Gabriel, quien estaba sentado al lado de la cama de Alexia. Ambos estaban callados, y a pesar de que lo que todos habían estado esperando era que la chica despertara, no se veían felices del todo.
—Jaden, Lizet, sólo para corroborar. —Gabriel tomó aire fuertemente y cambió la posición en la que estaba sentado, viéndolos directamente a ellos—. ¿Conocemos a alguien en el Edificio Principal que nos ayude que se apellide Allen?
—No —contestaron los dos al unísono.
Alexia y Gabriel voltearon a verse, la expresión de los dos reflejaba más inquietud que antes.
—Una mujer me ayudó a salir del edificio. — La voz de Alexia ya se escuchaba más clara—. No puedo recordar muy bien lo qué pasó, no he podido recordar cómo lucía, pero su apellido era Allen.
—Wlayshell Allen —dijo Amber, quien se había quedado cerca de la puerta y mantenido en silencio, casi escondida atrás de Jaden y Lizet,
Alexia se incorporó haciendo el torso para adelante, quedando sentada en la cama y buscó a Amber con la mirada.
—Tú la conoces.—La voz de Alexia tenía un cierto tono de esperanza.
—No la conozco, es la hermana de mi madre. Sarah me dijo que...—dejó la oración en el aire, volteando a ver a los que se encontraban presentes en la habitación. La expresión de todos había cambiado al escuchar el nombre de Sarah, veían a Amber esperando que terminara de contarles lo que sabía.
—Estamos jodidos —soltó Gabriel, mientras ponía las manos en sus sienes y comenzaba a masajearlas.
—Amber, ¿qué te dijo Sarah? —La voz de Lizet fue casi imperceptible.
—Me dijo que...—Amber tomó una bocanada de aire y se relamió los labios—. Me dijo que Wlayshell sabía donde se escondían.
Lizet buscó instintivamente la mirada de su hermano, le otorgaba una sensación de protección cada que algo salía mal, pero Jaden tenía la mirada fija en el suelo. Sabía que no podía levantar la cabeza y mirar a su hermana sin que notara que estaba igual o incluso más preocupado que ella.
—Eso es imposible —dijo Jaden de manera rápida, alzando la mirada, que reflejaba más confusión que miedo—. Nadie más que los que teletransportamos a los Defectuosos sabemos dónde se encuentra El Refugio.
—¿Qué? —Ahora era Amber quien estaba desconcertada.
—El edificio desde el que nos teletransportamos es una fachada por si alguien nos ve o nos sigue, no está ni cerca aquí. No hay manera de que vengan.
—Pero ahora Sarah sabe del Refugio —añadió Lizet dirigiéndose a su hermano—. Si su don de la teletransportación está en fase beta, puede regresar sin saber dónde estamos exactamente. Simplemente...
—Debe de querer venir —completó Gabriel.
El ambiente de la habitación estaba tenso, todos respiraban con pesadez y tenían la mirada perdida. Ninguno de los que estaban ahí sabía qué decir, querían alejar la idea de que pudieran encontrarlos, pero era lo único en lo que podían pensar dadas las circunstancias.
—Ella me dijo que yo sabía a dónde ir —dijo Alexia, rompiendo el silencio—. Debió de habernos visto afuera del edificio alguna vez.
—Pero Sarah le dijo a Amber que ella sabe dónde nos escondemos. —Lizet volteó a ver a su amiga—. El haberte visto teletransportarte con uno de nosotros dos no es suficiente para suponer que existe un lugar en el que nos ocultamos.
—A menos de que ya haya estado aquí —dijo Jaden para sí mismo en voz baja, pero no lo suficiente para que no lo escucharan.
—Pero para haber estado aquí debería de ser...—Antes de terminar, Gabriel volteó a ver a Amber, esperando que su suposición estuviera equivocada. Le preguntó a la chica con la mirada, quien sólo se limitó a apretar los labios y asentir con la cabeza—. ¿Crees que haya estado aquí?
—Es posible. —Jaden movía los ojos de un lado a otro, pensando en las probabilidades que había de que Wlayshell ya hubiera estado en El Refugio antes—. Cuando traemos defectuosos en grupos, no tenemos un registro formal de sus nombres. Simplemente se les asigna dónde dormir cuando Lara los anota, pueden dar un nombre completamente distinto al suyo. Incluso si no dio un nombre falso, si ella puede teletransportarse pudo haberse ido.
—Entonces ¿por qué esperar a que Sarah viniera? —preguntó Lizet—. No tiene sentido, ¿por qué ayudó a Alexia a salir del Edificio Principal?
Ninguno de los chicos contestó, no tenían una respuesta a la pregunta de Lizet. Todos sabían que estaban en peligro, que algo malo estaba sucediendo y que probablemente no sabrían como detenerlo. Así mismo, todos estaban cuestionándose como Sarah podía traicionar a gente que era igual a ella, y si Wlayshell había hecho lo mismo.
Sin darse cuenta habían regresado al principio. No habían obtenido respuestas y tenían más preguntas de las que se habían planteado antes de que Alexia despertara.