Mi Destino [Ineffable Husban...

By Bruja_EspirituGris

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πŸ”ž ⚠️ Lectura +18 ⚠️ --------------------------- El destino siempre parece querer jugar con nosotros. Con sit... More

*Aclaraciones y Advertencias*
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By Bruja_EspirituGris

Dedicado a Tebotebito 💖💖

Caelum era un hermoso reino durante la primavera, es por eso que siempre era el anfitrión durante las festividades a esta estación. Aunque era meramente simbólico, era una festividad para dar gracias al colorido panorama, esperar un buen augurio de lluvias favorables para las cosechas y por supuesto, darle un adiós a la temporada de invierno ya que en ese reino era de los más fríos durante esa temporada y era un alivio verse sustituido por la calidez de la primavera.

Había todo tipo de entretenimiento como música, bailes al aire libre, los niños y las mujeres solían trenzar hermosas coronas con flores y al atardecer daban un rico banquete en el Jardín del Edén. La bebida mas abundante en esta festividad era el vino, el té y el jugo de temporada, lo que mas se degustaban eran los pasteles y los platillos a base de vegetales. Por no hablar de la actividad favorita de todos; que los niños pintaran huevos coloridos, los cuales los adultos esconderían en el bosque para que los niños los buscaran un rato después.

Además, después de un largo periodo de guerra, parecía buen momento de simpatizar con otros reinos aliados para traer tiempos de paz.

Un pequeño niño de blancos cabellos y bellos ojos azules, de aproximadamente seis años amaba estas fiestas debido a que podía jugar con mucha mas libertad que de costumbre, sin las molestas restricciones de etiqueta y comportamiento. Había mas niños de su edad jugando alrededor y ciertamente a los adultos no parecía importarles la diferencia de clases sociales, pues en esta festividad participaban todos sin importar su casta y atendían con calidez y cordialidad a los invitados de fuera.

Tracy le había dado una canasta llena de pétalos de camelia rosa para esparcir como el resto de los niños, símbolo de una primavera prospera.

-¡Michel! Feliz Primavera.- Le gritó a su hermana mayor mientras le arrojaba pétalos de su canasta. La chica tomó al niño por la espalda y lo atrajo hacia si misma y sopló en su mejilla provocando un estruendo, haciéndolo reír.

-Eso te ganas por travieso, Aziraphale.- Lo soltó y le dio un medallón de madera con un conejo tallado en el centro.

-Gracias Michel.- Le sonrió.

Justo en eso sintió alguien colocándole una flor en sus suaves y frondosos rizos blancos. Un niño un poco mayor que Michel, de ojos violeta y de amable sonrisa. Aziraphale agradeció el gesto y le arrojó pétalos en la cara, haciéndolo reír. Luego de eso, volvió a correr de manera inquieta entre los invitados.

Mientras corría alegremente con su cesta entre los setos, tropezó con alguien, haciéndolo caer.

-Lo siento mucho.- Se disculpó inmediatamente.

Era otro niño, sus ropas eran oscuras y su pequeña gabardina tenía adornos que se asemejaban a las plumas de un cuervo. Su cabello rojo contrastaba con su vestimenta tan oscura y lo tenía a la altura del mentón. Debía ser hijo de uno de los reinos invitados ya que para el Festival del Equinoccio de Primavera era común que los de Caelum vistieran ropa colorida en tonos pastel. Además, tenía unos bellos ojos dorados, como dos pares de ámbar en la luz del sol.

-Fíjate por donde corres.- Espetó este de mal humor.

-De verdad lo siento.- Se disculpó nuevamente y extendió su mano para ayudarlo a levantarse.

El chico de ropas oscuras al principio pensó en declinar la ayuda, pero al fin y al cabo estaba en un reino extranjero y su padre le había dicho estrictamente que se comportara, por lo que no le quedo de otra que aceptar su mano. Se sorprendió de la piel extremadamente suave de aquel niño de ojos azules.

-¿Te gustaría un panecillo? Es lo menos que puedo hacer después de hacerte caer.- Ofreció Aziraphale con una sonrisa.

El niño de cabello rojo no era de degustar cosas dulces, pero algo en su interior le hizo aceptar su ofrecimiento, por lo que solo asintió. Aziraphale busco a su nodriza y le pidió una de las mini tartas para su invitado, por lo que ella accedió de buena gana, le gustaba que su pequeño protegido fuera tan considerado con todos y que ya tuviera un nuevo amigo.

-Toma, esta es de fresas con crema.- Dijo mientras ofrecía el pequeño postre en sus manos.

-¿Tu no comerás?- Pregunto extrañado al ver que solo tenía una tarta.

-Puedo comer mas tarde. Me siento mal por haberte tirado por estar haciendo el tonto corriendo de aquí para allá.- Dijo apenado.

El niño tomo el postre y lo dividió por la mitad.

-¿Que haces?- Pregunto Aziraphale sorprendido al ver que le extendían la mitad.

-No comeré si tu no comes. Yo... te agradezco el gesto.- Dijo algo apenado, como si no supiera mostrar gestos de gratitud. Aziraphale sonrió. 

Acepto su mitad para no incomodar a su nuevo amigo, aunque rara vez no le importaba incomodar a alguien, siempre era de decir o hacer lo que pensaba. Se sentaron cerca de la fuente principal de los jardines del palacio y comieron.

-¿Quieres ir conmigo después a buscar los huevos? Seguro los adultos ya están por terminar de esconderlos.- Preguntó con la boca semi llena.

-¿No se supone debemos competir entre quien los toma primero?- Cuestiono el niño pelirrojo.

-Eso dice mi hermano Gabriel, pero he visto que algunos niños van en equipo y me gustaría ir con alguien, bueno, si no te molesta. Entenderé si los quieres buscar por tu cuenta.- Titubeo, pesando en que aquel niño quería ir solo.

-No, esta bien. Podría ser divertido acompañarte. Me ayudarás a ganarle a mi hermana.- Respondió tranquilo.

Mas pronto que tarde, los niños fueron llamados al centro del jardín por las sirvientas encargadas de cuidarlos, casi todas eran Betas y una que otra Omega. 

-Bien niños, ya hemos escondido todos los huevos. Quien encuentre mas, su familia tendrá el privilegio de soltar a la Liebre de Primavera.- Dijo una mujer Omega a todos los niños participantes.

Todos los niños salieron despavoridos en cuanto les dieron la señal para buscar la mayor cantidad de huevos posibles. Aziraphale y su nuevo amigo tomaron camino para buscar juntos.

-Encontré uno.- Anunció Aziraphale, tomando un huevo de color rojo escondido en un arbusto.

-Yo también.- Dijo mientras tomaba uno azul al lado de una roca. Lo observo con detenimiento.- Tiene el color de tus ojos.- Rio él mientras alzaba el huevo.

-Pues este tiene el color de tu cabello.- Alzó uno pintado de rojo.

Continuaron buscando juntos mas huevos escondidos, hasta que de repente el cielo se comenzó a tornar gris, se escuchaban a lo lejos unos leves truenos, parecía imposible que hace unas horas el clima estaba de lo más alegre. Todos los invitados corrieron a refugiarse en las carpas o en las posadas aledañas al Edén. Pero los dos niños que se habían amistado no corrieron con la misma suerte, encontrando un refugio bajo un arbusto, algo lejos de donde estaba las mesas y fuera de la vista de las cuidadoras, tampoco correr era una opción, el camino se había enlodado y podían resbalar.

-Maldita lluvia. Encontré muy pocos huevos.- Bufó Crowley al ver la mísera cantidad de cuatro.-¿Y tu? Había visto que tenías tu canasta rebosante de ellos que daba gusto ¿Qué pasó?- Preguntó al ver que Aziraphale no traía su canasta.

-Yo...-

-No me digas que los perdiste durante la carrera.-

-Se los di a otro niño.- Confesó avergonzado.

-¿¡Tu que!?-

-Iba corriendo y tropezó, todos se le rompieron y comenzó a llorar. Dijo que se los iba a regalar a su madre. Yo tenía bastantes y... se los di.- Escondió su cara entre sus manos por la vergüenza. El otro chico no pudo evitar soltar una risa.

-No se si eres muy lindo, o muy tonto.- Se rió, aunque no parecía decirlo con mala intención.-Puedo compartirte de los míos. Solo tengo cuatro, dos para mi y dos para ti.-

-Oh, no puedo hacer eso. De por si tienes pocos, te los ganaste con tu esfuerzo.-

-Jeje, suenas un poco como mi padre.- Rió el niño pelirrojo.- Esta bien. No te daré los huevos, pero puedo darte otra cosa a cambio.- Comenzó a desabrocharse el prendedor de plata brillante que tenía en su chaqueta, en forma de cola de serpiente.

-Tampoco puedo aceptarlo...-

-¡Vamos! Es un regalo. ¿No vas a rechazar un regalo, cierto?-

Recordó que su madre le decía que era descortés rechazar un regalo, mas siendo de la realeza, por lo que tomo el prendedor.

-Es bonito.- Lo admiró con detenimiento, ninguna de las joyas de la familia real era parecida.- También tengo algo.-

-Pero no es necesario que me des nada...-

-Lo se, pero como eres amable, me gustaría darte algo similar. Un regalo de amistad.- Dijo el con una sonrisa.- Además, ¿No vas a rechazar un regalo, cierto? Mamá dice que es de mala educación.-

-Ngk.- Protestó el niño de ojos ámbar.

Aziraphale soltó el prendedor que sostenía su capa, que era de oro y tenía formas de alas alzando el vuelo.

-También es bonito ¿Estas seguro que puedo tenerlo?- No iba a negar que le gustaba, también podría decir que en su reino no tenían nada parecido.

-Absolutamente.- Sonrió.

Se quedaron un rato protegiéndose de la lluvia, pero esta parecía no tener un final.

-Si no regreso ahora, papá enloquecerá, mamá seguro esta muy preocupada por mi, papá seguro me regañará porque me alejé.- Se lamento el niño de ojos azules. 

-Mamá seguro me dará una reprimenda.- Se estremeció el otro niño.- Pero no podemos salir con semejante clima. La ultima vez que salí con una lluvia como esta, termine en cama con fiebre durante dos semanas ¡Dos semanas sin poder salir a jugar! ¿Puedes creerlo?-

-La mía me prepara sopa. Aun cuando mi cuidadora insiste en que es su trabajo, pero yo ya estoy grande para niñeras.- Alardeó.

-¿Quieres ser mi amigo?- Pregunto de repente el niño de ojos azules.

-¿Amigos?- 

Sostuvo el broche en su mano con firmeza, que a pesar de ser de metal, se sentía bastante cálido y se lo llevo hacia su pecho.

-¿Por qué no? Sería agradable.- Respondió con una sonrisa.

Se quedaron un rato en silencio hasta que el niño de vestimentas negras empezó a titiritar de frío, haciendo que el niño rubio se pegara a el para brindarle calor. En un principio lo desconcertó, pero al ver que la sensación de frío disminuía, se pego mas a el, disfrutando del momento. Inhalo levemente haber si podía captar las notas de su aroma, pero todo lo que pudo encontrar fue leves toques de chocolate. Por supuesto; el era muy joven para saber a que casta pertenecía, e incluso el la desconocía de si mismo, por lo que su olfato no estaba del todo desarrollado. Aun así fue relajante el leve aroma que emanaba el niño rubio.

-¡Oh Dioses! Aquí están.- Se asomo una mujer de rostro amable, cabello rubio, casi blanco y brillantes ojos azules, aliviada de encontrar a los dos pequeños. Estaba mojada, así que se podría deducir que llevaba algo de tiempo fuera, probablemente buscándolos. 

-¡Mamá!- Gritó el niño rubio y se abalanzó a los brazos de la mujer.

La mujer abrazo a su pequeño, inundado el ambiente de una fragancia de jazmín con notas de vainilla. Duraron un rato abrazados, hasta que la mujer dirigió su mirada al niño de cabello rojo y aun sin soltar a su hijo, extendió una de sus manos para alcanzarlo, dándole una sonrisa amable. Su piel era suave y fría al contacto, aunque por alguna contradictoria razón, desprendía también mucha calidez.

Ya fuera de los arbustos, divisaron que la mujer venia a acompañada de tres guardias; uno de ellos sostenía un paraguas sobre ella para evitar que se mojara, otro de ellos tomo al niño pelirrojo para cargarlo y camino junto que su señora, ya que solo disponían de un paraguas y el otro guardia simplemente les cuido las espaldas de regreso. Aziraphale se aferraba a ella mientras lo cargaba, restregando su pequeña y tierna nariz en su cuello, muy cerca de su marca, el niño pelirrojo supo que era una Omega. A ella no parecía impórtale que las faldas de su vestido rosa pastel quedara hecho un desastre de marcas de lodo, solo le importaba darle tiernas palmadas a su hijo en la espalda de vez en cuando.

Fueron llevados al la carpa donde se refugiaban los nobles, donde en la entrada, una mujer de cabello rubio dorado abrazó al niño pelirrojo y murmurando lo preocupada que estaba. Había una niña junto a la mujer, de cabellera negra rebelde, esta solo rodó los ojos.

Los niños fueron llevados junto con otros nobles al castillo, aparentemente se habían llevado bastante bien, cosa que ponía algo tensos a sus progenitores, dos Alfas que luchaban por no abalanzarse el uno sobre el otro por las apariencias. Pero las madres de los respectivos niños no parecían tener problema en ello. De hecho con su solas miradas parecían alentarlos

Le pidieron a Tracy que cuidara de los niños y esta les dio un baño caliente para que no se resfriaran. Le enterneció ver como chapoteaban la tina llena de burbujas y jugaban a los piratas con los barcos de juguete de Aziraphale, aunque este replicaba que los piratas eran malos y aterradores, esto solo animo al otro niño a hacer gruñidos de pirata mas fuertes.

Al terminar el baño, estos continuaron su juego a al calor de la chimenea en la habitación de Aziraphale, donde esta vez jugaban con unos soldaditos de juguete.

-Mi hermano Gabriel dice que cuando crezca, será Capitán como lo fue su papá de verdad.- Dijo mientras hacia una formación con los pequeños muñecos.

-¿No dijiste que era tu hermano?- Preguntó confundido.

-Su papá de verdad murió. Era amigo del mío, así que es mi hermano de mentiras. A el y mi hermana de verdad, Michel, les gusta mucho todo eso de lo militar.- Explicó.

-¿Y a ti? ¿Qué te gusta?- Siguió preguntando. La sonrisa del niño se iluminó y fue corriendo hacia su estante, donde tenia miles de libros y sacó uno grande.

-Me gustan mucho los cuentos; hadas, sirenas, dragones. Mi papá dice que nada de eso es real pero que importa, es maravilloso lo que puede hacer la imaginación. Algunos otros te trasportan a otra tierra.- El brillo de entusiasmo en sus ojos era conmovedor.

-¿Me mostrarías?-

-¡Si, si, si! ¡Ven!- Celebró Aziraphale, invitándolo a subirse a su cama.- Este se llama Las Mil y Una Noches, proveniente de las tierras de Oriente Medio.-

Comenzó a relatar a la luz de una vela, la historia de como una joven le contaba maravillosas historias a su esposo el Sultán, las historias eran muy diferentes entre si, incluían cuentos, historias de amor, tanto trágicas como cómicas, poemas, parodias y leyendas religiosas. Le gustaba también la voz de aquel niño de ojos azules, tan entusiasta para tener cinco años. No supieron en que momento ambos cayeron dormidos con el libro en las manos.

A la mañana siguiente encontró su cama vacía, cuando pregunto a su madre donde estaba su nuevo amigo, ella le dijo que era de otro reino y cuando el clima se calmó, tuvieron que partir muy temprano, pues ellos vinieron como invitados para intentar limar asperezas del pasado con sus respectivos reinos y tenían que regresar para su propia festividad.

Ni siquiera se habían dicho sus nombres. Todo lo que tenia de recuerdo de aquel día de primavera con ese niño era el prendedor que le había dado, así que lo atesoro, tal vez nunca en la vida volvería a ver a su nuevo amigo.








Ahhhh ya quería subir este capitulo desde hace mucho :3

En este caso pensaba en Ostara que es el equinoccio de primavera, marca el fin del invierno y el comienzo de la época del renacimiento (primavera). Tiene muchas similitudes con la Pascua. Vamos que sería como un típico festival de primavera.

Apuesto a que nadie nunca le prestó atención a este dialogo 🤣🤣🤣

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