DRAKONS: Hijos de la Luna

By Minnaliquid

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En la antigüedad el mundo fue dividido en 4 puntos principales. 4 Jinetes Originales que resguardaban el bien... More

Sinopsis
Sobre la Historia
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
II Parte: Estigmas del Sol
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
III Parte
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
IV Parte
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo Final.
Agradecimientos.

Capítulo 25.

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By Minnaliquid

Yo no me caracterizaba por ser una persona ansiosa. De hecho, tener la sangre fría cuando se trataba de tomar decisiones era lo que me había permitido convertirme en un rastreador élite de las fuerzas de Loftus. Matar sin ningún remordimiento en mis primeros años en el ejército me había permitido escalar rápido de puesto hasta ser la mano derecha de Luke.

Sin embargo, justo ahora me encontraba tan nervioso que no podía dormir. Faltaba poco para que amaneciera, así que no tenía caso que siquiera pensara en descansar. Había enterrado la bolsa con la cabeza del padre de Sahale a unos metros de distancia de donde nosotros estábamos acampando. Tendría qué avisarle a Luke que debíamos regresar a Reg y no solo eso, tendríamos que armar un ejército con los Adhlex más poderosos y con todas las criaturas del bosque que pudieran ser nuestros aliados. Se rumoraba que los Harp eran aliados de los demonios nocturnos, los cuales eran bastante fuertes. Nosotros necesitábamos encontrar o atraer a alguien que nos pudiera ayudar.

Si bien sabía que Rahe estaba de nuestro lado, no podía contar con ella como parte de nuestras fuerzas pues ni siquiera sabía cuándo y cómo aparecería nuevamente. Sahale tenía sangre de ángel y; aunque era poderoso, su sello seguía intacto y él desconocía la fuerza que poseía.

Decidí que Korë dejaría de permanecer en mi muñeca, necesitaba protección absoluta contra lo que sea que fuera una amenaza, incluyendo a Sahale.

Luke estaba haciendo la segunda y última guardia de la noche. Laelaps al notar mi inquietud se acercó para sentarse junto a mí en la manta que había colocado hace un par de horas para dormir. El lobo se recostó sobre mis piernas. Yo pasé mis manos por su cabeza y detrás de sus orejas. A pesar de saber que él era una imponente criatura que podría acabar con mi vida si él lo quisiera, justo en este momento, solo buscaba algo de cariño.

—Voy a necesitarte, voy a necesitarte mucho —dije mirándolo fijamente—. Por favor, dime que me ayudarás...

Pasé con lentitud la mano por la cadena que estaba alrededor del cuello del lobo, admiré la piedra preciosa color ámbar que estaba colgando de él. Suavemente la toqué con la punta de mis dedos y repentinamente sentí que amaneció.

Como si me hubieran transportado a un lugar completamente diferente, como si se tratara de un paraíso al que yo no había visto nunca. Solté el collar y miré a mi alrededor. Los árboles estaban frondosos, había hojas verdes en cada una de sus ramas, las aves habían anidado en ellos, los colores rojo y azul de sus plumas resaltaban, la claridad del cielo me impresionaba, pero el aroma de las flores amarillas que crecían en el pasto bajo mis pies era lo más maravilloso que había olido en años.

Observé todo cuanto me rodeaba, pero no con tal de ponerme a admirar el paisaje sino para tratar de encontrar a mis acompañantes. El lugar era exactamente el mismo. El árbol en el que habíamos hecho las vigías estaba a unos metros de mí, lo sabía porque le había hecho un pequeño corte con la espada de Harvir en una de las raíces que sobresalían del suelo.

-Es un placer por fin volvernos a encontrar, Arawn -alcé la vista y noté que había una mujer no muy lejos de mí.

El corazón me dio un brinco, la familiaridad de su apariencia casi me destruye los nervios. Ella me veía fijamente, aunque sus ojos lucían más cansados y había canas en las hebras de su cabello negro, podía asegurar que conocía esa sonrisa radiante. La mujer también tenía seis lunares en la frente, así como un collar idéntico al de Laelaps colgado en el cuello.

Llevaba un vestido blanco adornado con hilos de oro. Sobre sus hombros había una capa azul, con dos botones de plata que tenían el sello de Reg. Sabía perfectamente quién era ella y estaba seguro de que la había visto alguna vez antes.

—No te preocupes, no estás perdido —quise decir algo pero no estaba seguro de cómo comenzar—. Me da gusto saber que sigues cuidando de mi pequeña como acordamos.

—¿Su pequeña?

—Yo soy Rahe de Tallulah —informó haciendo que mi corazón se acelerara—, mi hija Rahe es tu nueva reina.

—¿Cómo es que...? ¿Dónde estoy? —miré a mi alrededor y ella sonrió. Aunque lucía diferente a su hija en algunos aspectos como el tamaño de sus ojos, la estatura y el largo de su cabello, todo en ella gritaba que eran familia.

—Estás dentro de Ellyllon —arqueé una ceja sin entender de qué me hablaba—. La piedra que Laelaps mantiene alrededor de su cuello, se llama Ellyllon, contiene mi espíritu y también contiene todos mis recuerdos de vida. Tan solo espera...

Un segundo después de que ella terminara de hablar, sentí que algo bajo mis pies se movió, al volver a buscarla ya no estábamos en el bosque rumbo a Loftus, sino que estábamos en el salón principal del castillo de Reg.

Había un baile, la música inundaba el salón y las risas de los presentes decoraban la fiesta que con mucho esmero se había preparado. A lo lejos podía ver a la reina Tally, quien se sostenía del brazo de su esposo Doroteo. Ambos admiraban con una sonrisa a una pequeña niña de tal vez unos cinco o seis años de edad que bailaba con mucha más diversión que elegancia en el centro de la pista.

Junto a ella vi a dos niños de más o menos su misma edad, ambos eran rubios, tenían los ojos verdes. La niña que bailaba con la princesa Rahe podría reconocerla en cualquier parte pues la había cuidado por años. El niño solo reía y tonteaba con ellas, mientras que la gente les aplaudía y los vitoreaba.

No sabía por qué estaba reviviendo justo este momento, pero sabía que en alguna parte de aquí, un Arawn novato debería de estar cuidando la mesa donde el Rey Maximus y Dean se encontraban, pues estábamos en la ceremonia de cumpleaños de la princesa de Reg, una temporada después de que se firmaran los acuerdos de paz. Esta era de mis primeras misiones, solo acompañar a los reyes a ceremonias simples. Luke estaba cerca de aquí, vigilando que yo no hiciera ninguna estupidez.

Me sentía extraño, creía que la gente me vería si hacía algún movimiento, pero el poder de Ellyllon impedía que eso sucediera.

—¿Ya sabes qué haces aquí? —la voz de la reina Tally me hizo girar sobre mis pies y encontrarla muy cerca de mí. Ya no estaba con Doroteo sino conmigo, vestida de gala como entonces. Ella me tomó por el brazo y me hizo caminar hacia donde estaba la pista de baile—. Esos niños eran nuestro más grande tesoro, todos aquí pensaban que el pequeño Alex y mi linda Rahe se casarían, pero yo no estaba de acuerdo. No había nada en ese niño que me agradara.

—Si la hubiera prometido en matrimonio, tal vez los acuerdos de paz se habrían respetado por más tiempo —ella me miró y sonrió asintiendo con la cabeza.

—Eso mismo me decía mi esposo, pero yo sabía que no le podía confiar la vida de mi pequeña a un ser que no sentía ni una pisca de amor por nada.

Ambos miramos hacia el frente, Rahe tropezó con su vestido y se fue de bruces contra el suelo. Se escuchó el golpe tan fuerte que pensé que se había hecho daño. Creí que se había golpeado la cabeza contra el mármol. Un grito de dolor le siguió a ese sonido sordo, la gente se levantó pero nadie se acercó. Por instinto quise caminar hacia ella, pero el brazo de Tally me impedía ir. Fue entonces cuando noté cómo sucedía un cambio en la piel de la princesa. Sus brazos comenzaron a llenarse de lunares, los gritos de dolor ahora eran de rabia. Tanto la princesa Lyuben como Alex corrieron hacia sus padres por miedo a que esa criatura los atacara. Nadie hacía nada. Nadie se movía, nadie hablaba. Todos observaban a la pequeña y ella nos veía a nosotros con ojos furiosos, seguramente preguntándose por qué nadie se acercaba a ayudarle.

Entonces aparecí, tenía tan solo quince años, era joven y estúpido, pero sabía lo que hacía. Me acerqué a la niña la tomé en mis brazos y la levanté del suelo. Ella me miró sorprendida y sonrió cuando moví sus manos para inspeccionar que no tuviera ninguna cortada. Como no fue así, sacudí su vestido y luego con mucho cuidado la hice dar una vuelta para que ella siguiera bailando. Los lunares desaparecieron, la gente comenzó a hablar nuevamente y la música regresó la vida en el salón. Una vez que me aseguré de que ella estaba bien di un paso hacia atrás y ella sonriente comenzó a bailar hacia donde estaban sus papás.

Yo no recordaba que eso hubiera sucedido, tampoco recordaba que yo la hubiera protegido incluso desde entonces, pero sabía que Tally me estaba dando un mensaje y que Rahe seguía necesitándome.

—Míralo bien —escuché que decían detrás de mí. Ahora Doroteo se encontraba a mi espalda con Tally de su brazo— Ese niño cuidará de nuestra pequeña, ese niño se convertirá en un gran guerrero y jamás permitirá que nada le pase a nuestra pequeña.

—Ese niño es parte del ejército de Loftus, ¿estás segura de lo que hablas? Parece más como un enemigo que como un aliado —Tally sonrió y asintió, luego pude notar como su mirada se fijaba en mí, como si estuviera consciente en aquella época de mi presencia en el futuro.

—Claro que lo estoy.

Un segundo después me encontraba en el bosque otra vez. El aroma de las flores me había traído de vuelta y la reina estaba aún más cerca de mí, ella me miraba con atención.

—Tienes una misión en el mundo Arawn, esa misión es proteger a mi pequeña. Ya estaba escrito.

—Pero yo... —dudé poniendo las manos sobre mi rostro— ella es tan poderosa ahora y yo no sé cómo hacer que ella esté a mi lado. No sé cómo hacer que me obedezca.

—Es que ella jamás ha sido obediente. Ella siempre ha sido rebelde, tenaz y fiera... pero siempre encontrará la forma de hacerte saber que respeta lo que haces y sé que te seguirá a dónde sea. La guerra que se avecina será mucho más oscura que todas aquellas que hayas pisado y no habrá otra igual. Ella va a necesitar de ti y espero que tus convicciones y tu amor por ella sean firmes pues va a necesitarte.

—¿Qué debo de hacer? —pregunté—. ¿Cómo le digo a Sahale que asesinaron a su padre sin que intente correr a Loftus para matar al rey?

—Le resta familia, tienes que convencerlo de rescatarlas. Su padre no es lo único que perderá si él no llega a tiempo. Tienen solo hasta medio día de hoy antes de que una a una mate a las mujeres que le quedan.

—¿Medio día? —pregunté y ella asintió.

—Necesitarán utilizar los poderes de Atkia —ella alzó la mano y me mostró una piedra parecida al diamante, la cual había sido utilizada en el rito en el que me trajeron a mí de vuelta a la vida—. Protege a Atkia, Ellyllon, la sangre de Rahe y el corazón de Shaw, pues juntos y en las manos equivocadas, será la muerte segura para todos.

—Lo intentaré —prometí.

Tally se acercó a mí, puso sus manos donde estaba mi corazón y sonrió al sentir bajo su palma el latido que su hija había restaurado.

—Leyla Kamat, ya está preparando un ejército para cuando ustedes regresen a nuestras tierras. Ella alertará al pueblo y en la costa del mar Ruddwick, más aliados se nos unirán. En cuanto estén dentro de nuestro perímetro la guerra iniciará. No tardes tanto tiempo pues no puedo hacer esperar a la muerte.

—Está bien —prometí.

—Trae a todos cuanto puedas contigo, necesitarás toda la ayuda posible —las flores a mi alrededor comenzaban a marchitarse, los árboles volvieron a ser tenebrosos y de aspecto lúgubre, el cielo sobre mí se tornaba oscuro provocando que un escalofrío me recorriera la espalda—. Rahe y Shaw se enfrentarán, uno morirá.

—De acuerdo...

—Arawn —el olor de la fogata que Luke y yo habíamos hecho durante la noche comenzaba a llegar a mi nariz, estaba a punto de terminar la conversación—. Sé que encontrarás la forma de hacer a Rahe recordar.

Abrí los ojos cuando sentí que alguien me sacudía con fuerza mi hombro derecho. Luke estaba apoyado sobre su rodilla frente a mí. Yo no recordaba haberme quedado dormido, así que no entendía por qué estaba en el suelo y por qué él me veía de esa forma.

—¡Despierta! ¡No es momento para dormir! —alcé la vista, Korë estaba en su forma natural, dispuesta a atacar a lo que sea que estaba amenazándome.

Laelaps gruñía frente a mí, las ondas de calor que desprendía me estaban haciendo sudar y Luke más que confundido lucía desesperado.

—¡Aléjate de mí! —gritaba Sahale, me levanté rápido del suelo, mis ojos se estaban acostumbrando a los inicios de la luz del día.

Luke alzaba las manos tratando de calmar a Sahale, pero él sostenía el bolso en el que Rahe había traído la cabeza de su padre. Había lágrimas en sus ojos, este miraba al cielo y comenzaba a gritar desesperado en búsqueda de respuestas.

—¡¿Por qué?! —gritaba desesperado— ¡¿Por qué lo hizo?!

—Chico... nosotros sabemos tanto como tú, pero... tienes que calmarte, desde aquí no podemos hacer nada —Luke intentó consolarlo.

—¿Quién lo encontró? —preguntó poniéndose de rodillas— ¿Por qué estaba aquí?

—Rahe lo trajo —dije cautelosamente.

No me había dado cuenta de que la espada de Harvir no la tenía cerca. Sahale la sostenía con fuerza, tanta que sus nudillos se hacían blancos, las venas de sus brazos se marcaban y sus estigmas recorrían su pecho y su cuello.

Umbrá aterrizó cerca de él, si antes lucía amenazante, esta vez se veía como si tuviera mucha hambre. Sahale se puso de pie, limpió sus lágrimas y con una mueca de desprecio alzó el rostro.

—¿Ella lo mató?

—¡Claro que no! —dije alzando las manos— Ella solo vino a mí a decirme que... regresáramos. Dijo que teníamos que volver.

—¿Y abandonar a mi familia? —alzó el bolso y su mano comenzó a temblar— ¿o lo que queda de ella?

—Sahale... —di un paso hacia adelante— Estamos tratando de ayudarte, si te pones ahora en nuestra contra lo único que harás es desaprovechar la oportunidad. Si Rahe está pidiendo que regresemos... es porque sabe algo que nosotros no.

—Por favor, deja de defenderla... ella ya no es nuestra princesa...

—Sahale, ella nos está ayudando...

—¿Cómo lo sabes? —preguntó, le miré fijo, motitas de sangre impregnaban sus ojos. Por primera vez comencé a sentir miedo de que las cosas se salieran de control. Miedo de que él nos matara aquí. Nuestra fuerza jamás se compararía con la de un Jinete Original.

Tragué saliva y solo me encogí de hombros, tratando de parecer un poco despreocupado.

—Es Rahe, ella no le haría daño a nadie.

—¡Mientes!

Una onda expansiva de energía nos arrojó lejos de él. Luke y yo fuimos despedidos a varios metros de distancia, Umbrá gruñó y comenzó a atacar a Alana. Korë sin dudar empezó el ataque hacia Sahale, quien esquivaba el fuego como si fuera un experto.

Luke sin preguntar nada más inició su ataque. Esquivó la defensa de Sahale hasta que estuvo a un paso de distancia. Sin que mi amigo lo premeditara, Sahale lo tomó por el cuello y enterró sus uñas en su cuello. Luke convirtió su cuerpo en metal provocando que las uñas salieran de su piel. Haciendo su mano más pesada golpeó a Sahale haciéndolo retroceder dos pasos. Aunque éramos cinco contra dos, no estaba seguro de que le ganáramos en un duelo.

—Sahale... —intenté hablar de nuevo pero Umbrá lanzó un fuerte ataque de fuego que nos envolvió a todos. Laelaps se cubrió con su propia energía, mientras que Luke convertía su cuerpo en metal.

Rápidamente creé una barrera de mi propio fuego que detuvo su ataque, pero era demasiado difícil de contener. Korë, preparó su vuelo y levantándome del suelo me alejó de la zona de ataque. Laelaps lanzó una bola de fuego azul hacia Sahale, pero era como si algo en su interior se hubiera despertado, pues los lunares en su cuerpo comenzaban a llenar cada parte de su piel.

Como si se tratara de una manzana al aire, Sahale golpeó con el dorso de la mano el ataque del lobo dirigiéndolo hacia el árbol en el que habíamos hecho vigía anoche provocando que éste se rompiera en pedazos, haciendo que las ramas y astillas de lo que quedaba flotaran a nuestro alrededor.

Luke corrió hacia él con la espada en la mano, Umbrá quiso atacarlo con su cola llena de púas pero Alana se adelantó para cubrirlo con su cuerpo, ambos dragones comenzaron una riña entre ellos. Umbrá, siendo más grande y más pesado logró morderlo en el cuello y encajar sus fauces en su piel desgarrando parte de ella.

Laelaps desplegó sus alas y siguió su ataque hacia Sahale. Luke quien ya lo estaba enfrentando con su espada, únicamente lograba cortar parte de la tela que Sahale vestía. Jamás lo había visto tan furioso, jamás lo había visto tan decidido a matarnos.

Mostrando las garras que él poseía, apretó la espada de Luke con sus manos sin importar que el detener el ataque le provocara heridas en las palmas de las manos. Las garras de Sahale no eran ponzoñosas como las de Rahe, pero eran igual de peligrosas. Luke convertía su piel en metal tan pronto como su enemigo trataba de desgarrarle alguna extremidad. Sin embargo, él era tan veloz que a veces no lograba premeditar sus movimientos.

Los años de experiencia le permitían a Luke seguir peleando, pero yo sabía que los mismos le exigían a su cuerpo un aguante que él ya no tenía. Sahale le arrebató la espada y comenzó una pelea cuerpo a cuerpo contra él. Con Harvir en sus manos y la espada de Luke, era casi imposible no recibir un corte.

Umbrá estaba neutralizando a Alana, manteniéndola contra el suelo mientras devoraba su cuello. El daño en ella provocaba que Luke menguara sus fuerzas. Laelaps atacaba al gran dragón rojo pero era casi imposible que lograra causarle un daño real a semejante amenaza.

Korë me dejó caer sobre Umbrá, alcé las manos y redirigí el fuego de sus fauces hacia adentro de su cuerpo, provocando que él diera pasos hacia atrás como si tiraran de las riendas de un caballo para hacerlo caminar en reversa, necesitaba apartarlo de Alana. Si la asesinaban, Luke moriría y todo lo que habíamos hecho hasta ahora se echaría a perder por un malentendido.

Alana furiosa y con la energía que le quedaba para pelear, en conjunto con Laelaps dirigieron un gran ataque de fuego directo hacia el pecho de Umbrá, desprendiendo las escamas en la piel del dragón. Korë se convirtió en una especie de enredadera que envolvió el cuerpo del dragón sometiéndolo y haciéndolo caer hacia el suelo frente a nosotros. Por más que este quería expandir sus alas, Korë no se lo permitía y yo tampoco lo dejaría ir hasta que estuviera seguro que él dejaría de atacarnos.

Sahale golpeó a Luke tan fuerte en el rostro que por un momento lo vi tambalear; sabía que eso no era suficiente para que él cayera, pero no fue hasta que noté cómo sus ojos se impregnaban de una tinta negra que sus rodillas se doblaron y cayó frente a su contrincante, como si estuviera pidiendo piedad.

Corrí hacia donde estaban los dos, no iba a permitir que le hiciera nada. Sahale sin dudar, desgarró la garganta de Luke y al girarse hacia mí, noté cómo blandía la espada de Harvir, y la incrustaba en mi abdomen.

Pude sentir cómo me atravesaba hasta sobresalir por mi espalda. Gruñí al sentir el sabor a hierro mi boca, la sangre nunca había sido de mi agrado y menos cuando se trataba de la mía.

-Eres... un... estúpido, hacemos todo esto para ayudarte -gemí, la sangre comenzaba a salir por mi boca, no podía controlarlo.

-No te necesito más... -Sahale me escupió en la cara y juré que en cuanto esto acabara, yo mismo le metería la cara en mierda de vaca hasta que se la tragara.

Korë comenzaba a debilitarse, pues yo estaba perdiendo mucha sangre. El amarre de Umbrá se deshizo. Yo caminé hacia atrás, permitiendo que Harvir, la espada que Rahe me había obsequiado se deslizara por mi piel hasta estar fuera de ella. Puse mis manos sobre mis heridas o al menos lo que podía alcanzar de ellas y quemé mi propia piel hasta que esta dejara de sangrar.

No sabía cuánto duraría con vida antes de desmayarme por desangrarme internamente, pero estaba harto de que este niño bonito me tratara como a un sirviente y que además me cuestionara por todas las decisiones que tomaba.

Observé a Luke, él estaba aún de rodillas, no podía emitir ni un sonido, era como si algo dentro de su cabeza le estuviera robando el aliento.

—Eres un ladrón de mierda que no merece todo lo que hemos hecho por ti -informé- no me importa quién eres, te mataré.

Sahale sostenía la espada de Harvir, pero esta comenzó a quemarle las palmas de las manos. Él la soltó y cuando él se distrajo para observar el daño, corrí hacia él llenando mis manos de fuego y golpeándolo con fuerza directamente en el pecho. Aunque trató de cubrirse, la onda de poder lo hizo arrastrarse unos metros hacia atrás. Levanté con el pie la espada y sonreí al ver que aún podía sostenerla.

Sahale corrió hacia mí, levanté una cortina de fuego entre los dos, al detenerse arremetí contra él con la espada, trató de cubrirse con ambas manos pero la espada cortó la piel de sus brazos provocando heridas graves. Él gritó y yo seguí sin siquiera sentir arrepentimiento. Puse una mano contra su pecho y volví a atacarlo con fuego, su piel comenzaba a ceder, él trató de tomarme por el cuello, pero lo empujé para alejarlo, sus garras estaban fuera por lo que me arañó el rostro al separarse de mí.

Sahale se sonrió, bajó los brazos hacia los costados y la sangre caía a borbotones de sus heridas. Los estigmas en su piel comenzaban a iluminarse y a escribir símbolos en él, sin importarle caminó hacia mí y entonces una nube de oscuridad comenzó a cubrirme los ojos dejándome completamente ciego.

No sé cómo mis rodillas se doblaron, mi cuerpo se sentía tan débil que apenas podía mantener mi corazón latiendo. Me costaba respirar y lo que era peor, podía sentir cómo en mi cuerpo se formaban más y más heridas que Sahale me provocaba y yo no podía hacer nada pues no podía moverme. Lo único que 'veía' eran recuerdos e imágenes de Rahe en la mazmorra, de los restos de Lyuben en una caja asquerosa a las puertas de Loftus. Una y otra vez los recuerdos se repetían, una y otra vez dolían. Gemí sintiendo que la sangre de la herida que me habían hecho en el estómago se abría.

-¡Cobarde! -grité, pues eso es lo que era. Necesitaba utilizar su don para poder dejarme fuera de juego y era la única forma en la que ganaría-. ¡Maldito cobarde!

Caí de cara contra el suelo, sintiendo que me faltaba el aliento. Me quedé ahí hasta sentir que no podía resistir más. No podía morir, no podía morir así. Había hecho una promesa. Había hecho mil. Ni siquiera recordaba cuántas me faltaban por cumplir, pero estaba seguro de que las lograría todas. Me intenté levantar, puse ambas manos en la tierra debajo de mí. Empujé con fuerza y gruñí al sentir que todos los huesos de mis brazos se comenzaban a doler, como si fueran a quebrarse uno por uno. Pero no, no me quedaría aquí.

La oscuridad se vino abajo. Mis ojos volvieron a la normalidad. Yo estaba en el mismo bosque, los dragones habían dejado de pelear, Luke estaba a lo lejos, sin conciencia y frente a mí estaba un poderoso demonio con el pie sobre el cuello de Sahale ahogándolo hasta que su rostro se volvió rojo.

Sahale estaba en el suelo, con la piel de sus brazos hecha jirones. Podía ver cómo le habían triturado los huesos de sus piernas y cómo había sangre por todas partes, como si lo hubieran arrastrado por los alrededores a propósito. Su cuerpo estaba lleno de cortes y tierra, no sabía qué era lo que lo había sucedido mientras yo estaba en esa habitación oscura. Pero sabía que tenía que ver con ella tratando de asesinarlo.

-¡Maldito traidor! -escupió Rahe-. ¡Estoy harta de ti!

Ella pisó con más fuerza el cuello de Sahale, este aunque trataba de levantarla, ni siquiera podía mover su cuerpo. Me levanté tan rápido como pude y alcé la mano hacia Laelaps, este se acercó a mí corriendo y cuando estuvo lo suficientemente cerca quité el collar que llevaba en su cuello.

Rahe tomó la espada de Harvir y la colocó justo en el centro del pecho de Sahale. Sosteniéndola con ambas manos la alzó y yo rápidamente puse el collar de Laelaps en su cuello. La piedra quedó justo en el centro de sus pechos, comenzó a brillar y noté que los ojos de Rahe volvieron a su dorada tonalidad.

-Oye -dije tomando sus manos, viéndola fíjamente. Las venas debajo de sus ojos volvieron a ser rosadas y su piel dejó de verse pálida. Sahale casi perdía la consciencia-. Detente.

—Casi te mata... -escuché que ella me decía sin mirarme.

—Pero no lo hizo, no lo iba a hacer —dije aunque no estaba muy seguro de eso—. Por favor, detente. Lo necesito con vida.

—No es cierto —aunque recordaba que él no podía morir a manos de un ser mortal, sabía que había formas en que un demonio sí pudiera asesinar a un ángel; así que no quise arriesgarme a comprobar todas estas historias y teorías— ¿Para qué lo quieres con vida? No hace más que estorbar.

—No quieres que nada nos suceda, él es el único ser que puede curar nuestras heridas —ella entonces volvió su rostro hacia nosotros y notó las cortadas de mis brazos, desgarres en la piel de mis pectorales, los huesos rotos en mis manos y la profunda herida de mi estómago, la cual seguía sin dejar de sangrar. El cuerpo inerte de Luke, me preocupaba también— Si muere, nadie podrá curarnos. ¿Es lo que quieres? ¿Quieres que muramos todos aquí?

—¡Te dije que hablaras con él! —me gritó con tanta fuerza que su poder me hizo caer de espaldas-. Tú dijiste que lo matarías y ahora no quieres que lo haga.

Gemí y divertido comencé a reír, estaba tan débil que ya ni siquiera sabía si yo podría esperar lo suficiente como para que Sahale intentara ayudarnos.

—Solo estaba enojado —intenté decir, mi voz apenas era un susurro.

—Yo también lo estoy —ella alzó el pie y dio dos pasos hacia atrás— ¿te vas a morir ya?

-No...

Umbrá se acercó a nosotros, esta vez no intentó atacar a ninguno. Rahe caminó hacia él y arrancó del collar la piedra de Atkia que él protegía. Ella se acercó al ángel que apenas respiraba y la colocó sobre su pecho.

Traté de ver lo que ella hacía para que él recuperara la consciencia pero solo noté cómo puso la piedra sobre el pecho de él. Luego con la espada de Harvir que estaba en el suelo junto a mí, hizo un pequeño corte sobre el sello del sol que tenía él grabado en la mano y la poca sangre que le quedaba cayó sobre la reliquia sagrada. Colocó la piedra encima de donde debería de estar el corazón de Sahale. Él buscando aire comenzó a respirar a bocanadas desesperadas. Rahe lo observaba con atención y la escuché hablar nuevamente.

—Tienes solo una oportunidad de vivir —Sahale le miraba con tremendo horror— Si amenazas a tus aliados nuevamente, me encargaré de ser yo la que te arranque de la faz de la tierra. No me mires como si me desconocieras, pues realmente no soy esa princesa a la que le pediste un favor. Soy esa que en las noches se encarga de darte pesadillas, soy esa que vive de la sangre, y esa que sin piedad te arrancará la cabeza si vuelves a cometer un error.

—Mataron a mi padre —sus ojos se llenaron de lágrimas, ella simplemente se levantó para alejarse de él— por favor...

-Cúralos a todos y regresen, tu hermana Taima es la siguiente.

Antes de que pudiera decir otra cosa, ella desapareció y mi consciencia detrás de ella también.

A Sahale le tomó cerca de dos horas curar nuestras heridas. Es cierto que nadie hablaba sobre lo que había sucedido. Sobre el ataque de ira que lo había cegado y la manera tan estúpida en la que nos enfrentó a nosotros. Si bien a nosotros nos había sanado, nuestros dragones se encontraban un poco débiles, pero aún podían volar distancias largas. Alana, la dragona de Luke, la cual había sufrido grandes daños fue tratada con la misma piedra de Atkia. A Sahale no le quedó más remedio que preparar con todo lo que tuviera a su alcance curaciones para todos, pero más para los dragones, quienes habían sufrido mucho más daño.

Le expliqué la gravedad de la situación en la que estábamos. Le dije que teníamos que regresar lo más rápido posible a Reg, pues la muerte estaba cerca y no podíamos esperar un día más. Mientras lo hablábamos, él lucía fuera de sí. Era como si su alma ya no estuviera dentro de su cuerpo. Contestaba cosas sin sentido, como si no tuviera opción, era casi como una almeja hueca que solo obedecía. Cosa que me fastidiaba bastante. Sahale explicó que necesitaba concentrarse para poder localizar al resto de su familia, pues no estaba seguro de conservar algún tipo de pista para seguir su rastro. Se alejó de nosotros y Umbrá se retiró con él. Cuando regresó, traía el rostro desencajado y lucía aún más derrotado.

—Los tienen en Loftus, debieron haberlas capturado otra vez...

Sahale no decía nada más, solo estaba ahí, sentado en las raíces de un gran árbol. Umbrá no estaba cerca y Laelaps trataba de acercarse a él buscando algo de atención. Luke se me acercó y me tomó por el brazo.

—Ven —nos alejamos un poco de donde estaba. Yo no sabía qué era lo que quería decirme, pero estaba seguro de que tenía un plan.

—¿Qué sucede?

—¿Realmente amas a esa niña?

—¿Por qué me estás preguntando todo esto?

El soltó un suspiro, parecía desesperado y al mismo tiempo molesto.

—Solo contéstame.

Observé a Luke y este me miraba fijo. Sentí que el corazón se me aceleraba, mis ojos se fueron a Sahale, quien tapaba su rostro con ambas manos. Apreté los labios y asentí con la cabeza.

—Sí, lo hago.

—Bien —dijo él extendiendo las manos— Dame la espada.

—¿Qué es lo que vas a hacer?

—Creo que los Harp saben quiénes son los que están envueltos en esta misión. Hasta donde sé, yo he sido exiliado pero no hay nada que me conecte con esta guerra.

—¿Qué estás diciendo?

—Iré... iré al castillo y trataré de sacar al resto de la familia de Sahale.

—¿Estás loco? ¡Cualquier acercamiento a ellos te matará! —negué alejando mi espada de él—. ¡No voy a dejar que hagas esto!

—No te estoy preguntando, Arawn.

Me alejé y negué, como si eso fuera suficiente para persuadirlo de la decisión que él ya había tomado. Hace unos minutos el hombre que está sentado en las raíces del árbol estaba por asesinarnos, y aquí estaba el único mejor amigo que había tenido en mi vida a punto de sacrificarse por él y por la mujer que yo amaba.

—¿Y tu esposa? ¿Y tu hija?

Luke sonrió y extendió las manos.

—Estoy seguro de que Emilia entenderá. Además, si me das tu espada, hay una gran posibilidad de que yo pueda regresar...

Toqué la empuñadura con una sola mano y luego la extendí hacia donde estaba él. Luke la tomó con suavidad y pensé que la espada respondería, le quemaría la mano como le pasó a Sahale, pero esto no sucedió. Luke solo la sostuvo y la midió en un movimiento.

—Regresen, trataré de alcanzarlos en cuanto pueda. Alana no durará demasiado en vuelo, pero estoy seguro de que podré encontrarles.

—Que no te maten.

—Jamás lo harían —Luke se alejó de mí y antes de que pudiera intentar convencerlo de quedarse, Alana se acercó y lo levantó del suelo alejándolo con velocidad de nosotros.

Sahale se levantó y caminó hacia mí.

—¿Qué está haciendo?

—Haciendo lo que prometimos —él me miró— salvará a tu familia. 

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Sabía que él acabaría con mi vida, mi mera presencia lo ameritaba. Y quizá, después de todo, no mereciera más que eso; había buscado mi propia muerte...