ME ABALANZO SOLO AL VERLO.
Lo que hace horas sucedió en la habitación de Ander me había dejado destrozada completamente. Valerio me mira confundido hasta que escucha los breves sollozos que salen de mí.
Odiaba estar tan vulnerable.
— Gabriela, ¿Qué ha pasado? — me pregunta preocupado y yo no le respondo, los sollozos son cada vez mas fuertes. — ¿Alguien te ha hecho daño? ¿Es Ander?
Valerio al ver que no le respondo, me agarra de la mano y me invita a pasar a la habitación que había alquilado luego de la pelea que tuvo con Samuel. Era una habitación cómoda supongo, tenia lo básico, de igual forma, Valerio ya no estaba para gastar en excentricidades.
Ambos nos sentamos en la cama y de mi vuelven a brotar pequeños sollozos que trato de controlar para explicarle a Valerio que hago en su habitación a las 3 de la mañana.
— He intentado estar sola pero no puedo con todo esto. — es lo primero que le digo y siento que estoy a punto de derrumbarme. — Siento que no soy tan fuerte para poder aguantarlo. — sollozo y Valerio me abraza. —No entiendo porque me hizo eso — Valerio no dice nada solo deja que me desahogue. — No se que paso y no se en que momento dejo de estar enamorado de mi para enamorarse de otro pero me duele. — susurro. — Me duele y mucho.
— Tranquila — me dice mientras acaricia mi cabello. — Me siento impotente al verte en este estado.
— Es que yo no entiendo ¿Cómo pude no darme cuenta que Ander ya no me quería? — le pregunto en un susurro. — ¿Fui egoísta y solo pensé en mi? No lo se...
— Basta, no es tu culpa. — pone las yemas de sus dedos en mi cara mientras saca las lagrimas que se habían acumulado ahí. — A veces te convences de que quieres a alguien, le idolatras. Pero hace algo y en un segundo toda esa imagen se desmorona...
— No lo quiero ver. — suelto de repente. — Pero no puedo dejar de preocuparme por el, de querer saber como va su tratamiento, como va su vida... — susurro. — Yo solo quiero que sea feliz.
— Es normal, princesa. — murmura con una sonrisa triste. — Cuando quieres a alguien solo te importa su felicidad, por mas que esa ya no seas tu.
— Supongo que es algo que tengo que superar. — se esboza una pequeña mueca en mis labios. — Solo no pensé que se darían así las cosas... Yo no estoy destrozada porque Ander me termino... Yo lo entiendo ¿Sabes? Con todo lo que esta pasando supongo que poner en orden sus prioridades es lo mejor...Pero lo que me duele es que haya jugado conmigo de esa forma por tanto tiempo... De pensar que estábamos mejor que nunca a esto. — murmuro. — No se, me ha chocado y era algo que no me lo esperaba...
— Será difícil por todo lo que pasaron... — agarra un mechón de mi cabello y me lo pone detrás de la oreja. — Pero al final las heridas se cierran y te darás cuenta que tu te merecías mas y que el idiota es el por perderte.
— ¿Estas diciendo que Ander es idiota por engañarme? — suelto una pequeña carcajada aun con los ojos húmedos por haber llorado.
— Lo que creo es que a ti nadie puede hacerte sombra. — me mira fijamente a los ojos y por un segundo me siento nerviosa ante su mirada.
Durante un tiempo mas nos quedamos en la habitación hablando, la amistad que teníamos a había crecido exponencialmente todo este año. Valerio se había convertido en una persona indispensable en mi vida.
En el apoyo que necesitaba.
Si bien expresar todos mis sentimientos con una persona que no sea Ander se me hacia muy extraño, sentía una conexión especial con Valerio a pesar de nuestras personalidades tan opuestas.
Luego de estar dos horas hablando sin parar, me sentía cansada. Apoyo mi cabeza en su pecho y lo abrazo. Valerio de inmediato envuelve sus brazos en mi cuerpo y me da un beso en la frente.
— De verdad no tienes ni idea de cuanto agradezco todo lo que haces por mi. — susurro con los ojos entrecerrados por el sueño. — Eres mi mejor amigo, Valerio.
—Si...Mejor amigo... — susurra. — Descansa, Gabriela.
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SAMUEL AGARRA UN VASO DE AGUA y tira su pastilla para la resaca en el. Ambos llevamos gafas de sol, el por la resaca y yo porque tengo unas ojeras monumentales por no haber dormido en todo el fin de semana.
¿La razón? Ander, claramente.
— ¿Derecho? ¿Enserio? — se acerca Guzmán a nuestra mesa y mira a Samuel con incredulidad —De Gabriela me lo creo, pero de ti.
— Quiero ser abogado, tío. — Guzmán se sienta en nuestra mesa. — Intentar que ningún hijo de puta más se vaya de rositas.
— ¿Te harás juez? —le pregunto. — Solo así te asegurarías.
— Si. — hace un esbozo de sonrisa. — Pero, tu también podrías ayudarme con mi propósito y ser jueza... Me vendría bien una mano.
—Paso. —exclamo con una sonrisa y miro a Guzmán. —¿Y tú? ¿Qué harás?
— Yo quiero hacer empresariales. — lo imaginaba. —Pero meter a hijos de puta en la cárcel también suena bien.
— Estudiar con un colega molaría. — le dice Samuel a Guzmán.
— Guzmán a la publica no va ni de coña. — ambos se ríen ante mi ocurrencia. — Sera para que se muera o para que le hagan bullying por pijo.
— Un par de borracheras más y lo convenzo. — exclama Samuel.
—¡Los cojones! — Guzmán suelta una carcajada y me mira a mi. —¿Sabes que le pasa a Ander? He intentado hablar con el pero esta hecho una cabra.
— No lo se. — respondo cortante.
— ¿Pasa algo? — las miradas de Guzmán y Samuel en mi me ponen incomoda.
— Hemos cortado. — suelto y se forma un silencio incomodo. — Bueno el me ha terminado a mi.
— ¿De que hablas? — me pregunta confundido Guzmán y Samuel se queda callado.
— De eso, que hemos terminado y que no quiere saber nada de mi.
— Tal vez solo es cosa de la enfermedad que se le va a pasar. —apacigua la conversación Samuel. — Puede que este estresado y haya dicho algunas cosas sin pensar.
— Créeme que lo pensó muy bien. — me saco los lentes de sol y los guardo en mi bolso. — Me termino porque ya no me quería y porque esta con otro.
— ¿Con otro? Es que esta loco. — Guzmán se lleva la mano a la cabeza. — ¿Con quién?
— El tío del hospital.
— Joder. ¿Me estas hablando enserio? — asiento. — Este tío esta completamente fuera de si.
— ¿Cómo lo has tomado? — pregunta Samuel.
— Mal. — respondo señalando toda mi cara. — Pero la vida sigue y yo ya me canse de llorar por alguien que no me quiere en su vida.
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SAMUEL SE LEVANTA FURIOSO de la mesa cuando ve a Polo golpeando a Valerio. Yo hago lo mismo, ¿Qué cojones hacia Polo golpeando a Valerio?
Polo estaba por darle un puñetazo a Valerio cuando Samuel lo intercepta y le propina un golpe que lo deja tumbado en el piso. Guzmán se mete en esa pelea para intentar frenarla pero no funciona.
— ¡Samu! Tranquilo. — Samuel le da un codazo a Guzmán que lo hace retroceder y sigue propinándole golpes a Polo.
— ¡Samuel! Para. — lo agarro de la camisa para separarle de Polo. — Samuel que pares, joder.
— Para, Samu. — grita Guzmán y entre los dos lo agarramos.
— Guzmán, agárrale de ahí. —logramos separarlo de Polo y Rebeka quién estaba a lado de Valerio coge a Samuel para que no intente escapar pero lo único que logra es que este le de un codazo en el cuerpo haciendo que se le caiga el eme al suelo.
Azucena sale de su despacho, mira al suelo y ve la droga.
Estaban jodidos, de eso no había duda alguna.
— Joder. — exclama Guzmán y Rebeka se lleva la mano en la cabeza.
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— ¿QUÉ COJONES FUE ESO? — le pregunto a Valerio mientras me siento a su lado. — ¿Sabes en el lió en el que estas metido?
— ¿A mi que me dices? — exclama Valerio. — Todo esto lo comenzó Polo porque el niñato pensó que fui yo quien le vendió a Carla el eme. — dijo mirando a Rebeka quien se encontraba apoyada en la pared.
— ¿Fuiste tu? — Rebeka me mira apenada. — Pudo haber muerto.
— Ya tía fue un error. — exclama Rebeka. — Cuando la vi saliendo de la piscina con Polo me di cuenta de que todo esto se me había salido de las manos.
— Vosotros dos, adentro. — sale de su oficina Azucena y me mira. — ¿Qué haces aquí, Gabriela?¿No deberías estar en clases?
Estaba por excusarme cuando del pasillo puedo divisar a la madre de Polo caminando hacia la oficina de Azucena.
— Azucena, buenas días. — saluda a la madre de Ander. — Buenos días a ti también, cariño. — me saluda a mi con una sonrisa.
— Buenos días, Begoña. — le devuelvo el saludo al igual que Azucena.
— Me gustaría hablar contigo, Azucena. — se acerca a ella. — Tienes un par de minutos ¿Verdad?
— Eh...— balbucea la directora. — Me pillas con un tema bastante prioritario con ellos.
— No creo que sea mas prioritario de lo que tengo que pedirte.
— Enseguida estoy contigo de verdad. — se excusa Azucena. — Hablo con ellos y...
— Siempre puedo saltarte e ir directamente a la junta directiva. — podía sentir la tensión en el ambiente. — Si me estoy reuniendo contigo es solo por deferencia.
Ambas entran al despacho, pero sabia perfectamente por el carácter que manejaba Begoña que de ahí nada bueno iba a salir.
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ENTRO A LA CLASE DE DISEÑO y me pongo a lado de Guzmán. Ignoro la presencia de Ander en clases y me centro en Nadia y Guzmán peleando acerca de la situación de Rebeka y Valerio.
— Si no hubiera abierto la boca nadie se habría enterado. — exclama Guzmán en voz alta haciendo que Polo lo mire de reojo. — Un chivato es lo que es.
— Valerio y Rebeka vendían droga. — replica Nadia y bufo.
Ya estaba cansada de su moralismo.
— No hay que exagerar. — debato. — Ninguno de nosotros somos unos santos. Cometieron errores si, pero no hay que ponerles una cruz por eso.
— A lo que voy. —murmura Nadia. — Es que lo estaban vendiendo en el colegio y Polo solo lo ha denunciado a dirección ¿También van a fusilarlo por hacer lo correcto?
— Ya. — la miro a los ojos. — Si yo hubiera denunciado a tu hermano a la policía por ser un camello. — veo como su cara se endurece. — ¿Ahí si cambian las cosas?
La puerta del salón de clases se abre y entra Azucena con la cara desencajada. — Samuel, Guzmán. Conmigo, por favor.
— ¿Nosotros? — le pregunta Samuel.
— Ahora.
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— A MI HERMANO LO VAN A EXPULSAR ¿VERDAD? — se sienta a mi lado Lucrecia luego de que Guzmán se fuera con Azucena a la dirección. — Con la narcobarbia, joder, sabia que estaba envuelto en mierdas pero no que pasaba droga.
— Lo había dejado. — trato de defender a Valerio — Pero con todo lo de la pelea a Rebeka, no se como excusarlos la verdad supongo que los pillaron en el peor momento...
— Joder...— se pone la mano en la cara. — Estoy harta. — puedo ver dolor en su mirada. — Es un puto bebe que siempre corre a meter los dedos en el enchufe y llevo 17 años tratando de que no se electrocute pero nunca es suficiente y yo ya no puedo mas.
— Lucrecia... — le digo sin dejar de mirar mi ordenador. — Las cosas son así... Por mas que estés detrás de alguien... Nunca podrás controlar todo. Lo sabre bien yo...
— Así que, ¿Es cierto? — me pregunta Lucrecia. — Tu y Ander dejaron de ser la pareja ¿Feliz? Cuando lo escuche de la barbie mentirosa no pensé que era cierto. ¿Cómo lo llevas? Por tu cara, cariño... Supongo que es el quien te termino...
— Esta es la parte donde te mandaría a la mierda por ser una cotilla... Pero no estoy con ganas...La verdad...— me interrumpe.
— No serias tu si no me mandarías a la chingada. — ambas lanzamos una carcajada. — Se que nunca nos hemos llevado bien... Somos distintas, supongo que no congeniamos. — esboza una sonrisa. — Bueno... Solo quiero decirte que... Pases de el ¿Vale? No te merece... Eres Gabriela González de SantCliment siempre vas a merecer mas, cari.