𝗖𝗢𝗙𝗙𝗘𝗘: EBRIO
❪ Cherry. ❫
BIEN, CONTEXTO Hazel y Cha-cha habían salido después de que la persona mas inteligente de la habitación soltará toda la información al ver qué destruían sus pastillas frente a el.
El inteligente era Klaus.
Ahora, estábamos en un armario, con incontables nudos sujetandonos y cinta en la boca.
Klaus estaba totalmente perdido, inmerso en sus pensamientos, Ben también estaba ahí, aunque se mantenía bastante callado.
De un segundo a otro, el castaño comenzó a tener alguna especie de ataque, así que lo patee en la espinilla, llamando su atención para que volviera en si, cosa que al parecer, funcionó.
—¿Pueden creer lo desafortunados que son? —mire confundida a Ben cuando dijo eso —Si solo hubieran secuestrado a Klaus, podría buscar a Cherry para que lo sacará, pero los capturaron... ¡A los dos!
Ni siquiera el mismo creía en lo que decía.
Escuche un ruido, provenía del exterior del armario, mire a Klaus con los ojos bien abiertos y ambos comenzamos a golpearnos contra el armario tratando de llamar la atención para que quien sea que estuviera afuera pudiera oirnos.
Por favor abra el armario, por favor abra el armario.
—¿Saben que es lo peor de estar muerto? Que los veo, como arruinan su vida, que ustedes la desperdician como si fuera cualquier cosa —lo escuchaba, sabía que en algún momento llegaría. Y tenía razón, pero no quería escuchar lo egoísta que estaba siendo, no ahora, ni en esta situación. Trate de ignorarlo, haciéndome creer que el sermón solo se dirigía a Klaus —También es para ti, Cherry. Estar aferrada a un chico que dice que te ama pero, al parecer, no ha notado que no estás —golpe bajo, lo acepto, un golpe demasiado bajo.
No era un dolor común, no dolía como su desaparición. Era ardiente, un ardor que se instalaba como un nudo en mi garganta y se extendía hasta mi estómago, que me hacía incomodar y molestaba. Quemaba.
Pero lo hacía aún más el saber que quien notaba todo aquello no estaba ahí, al menos no físicamente. Dolía aún más que fuera tu hermano, muerto, quién te recordara tu posición.
❪ Omnisciente. ❫
—NO PUEDO CREER que hayamos perdido a Cinco, si Cherry se llegará a enterar...
—De todas las personas en el mundo, ¿Te da miedo tu hermana que parece una niña de once años? —Diego interrumpió a Luther con diversión.
—Doce —corrigio el de ojos claros.
—Da igual, no lo perdimos —se desvió el moreno —Se que debe estar por aquí.
Ambos decidieron separarse, buscando al uniformado por todo el edificio, y buscando piso por piso hasta el último de ellos.
—¿Encontraste algo? —pregunto Diego una vez estuvo nuevamente frente a Luther.
—No —nego el más grande, caminaron unos pasos hasta detenerse frente a un barandal, tratando de recomponerse de la busqueda.
Estuvieron apenas unos segundos en silencio, los suficientes hasta que el moreno habló.
—¿Quieres saber por qué me fui? —el rubio se confundió, lanzandole una mirada extrañada.
—¿De que hablas?
—Porque me fui de la academia —explico Diego, apoyando sus antebrazos en el barandal.
—¿Porque no soportabas que yo fuera el número uno? —mas que una pregunta, la había formulado como la respuesta perfecta, en tono burlón y con una sonrisa egocéntrica apoderada de su rostro.
El moreno bufó.
—No —contradijo indignado, rodando los ojos —Porque eso es lo que haces a los diecisiete años, te mudas, creces... Tomas control de tu vida —explico con obviedad, con una mueca notoria en su semblante.
—¿Entonces el rumor de que te fuiste porque papá no aceptaba la relación que tenías con Cherry no era cierto? —al oír aquello, el cuerpo del moreno se tenso, desvió su mirada de Luther, centrandola en el frente, aunque no hubiera mucho que pudiera ver.
—No sé quién lo inicio, pero no es cierto —se límite a murmurar, Luther asintió, aunque no creía en ello del todo —Yo ya era un adulto.
—Por supuesto, eres todo un adulto —murmuro Luther de manera sarcástica, ganándose una mala mirada del moreno.
—Al menos tomo mis propias decisiones —ataco directamente, haciendo a Luther bufar —Nunca has tenido que buscar un trabajo, o pagar cuentas... ¿Has estado con una chica si quiera? —aquello último pareció incomodar al rubio, que se removió en su lugar, tragando saliva.
—No se de qué hablas —trato de desviar la atención en el tema.
—Escucha, quieres culparme... Culparnos, por irnos, bien, entonces hazlo —nego incrédulo —Pero quizá no es porque nos fuimos, quizá es porque te quedaste —se alejo de aquel barandal donde había estado apoyado, dando un par de pasos para observar mejor a Luther
—Me quedé porque todo el mundo me necesitaba —explico apenas pudo, sintiendo un nudo en su garganta instalándose. Trataba de convencerse a sí mismo de que no se había ido por esa razón, aunque si era sincero ni el mismo podía creerlo por completo.
¿Por qué no se había ido como los demás lo habían hecho?
—No, no fue por eso —Diego insistió —Te quedaste porque te aferrarte al pasado. Te aferrarte a la academia, a papá... A Allison.
—¿Y no lo hiciste tu? No... Tu no lo hiciste, por eso te fuiste, por eso nos dejaste. Quizá si te hubieras aferrado, si te hubieras aferrado a lo que tuviste con Cherry...
—¡Le hacía daño! —interrumpio de un segundo a otro, dejando atónito al más alto, entonces se apresuró a continuar, antes de que Luther pudiera replicar —Esto no se trata de Cherry, ni de mí. Papá está muerto, y ahora mamá también lo está. Somos huérfanos de nuevo y las cosas jamás volverán a ser como lo eran antes.
Habían pasado los límites, habían pasado sus límites. Habían llegado al borde de un precipicio sin fondo.
El pasado de los Hargreeves, lo que había ocurrido en la academia. Habían creído que lo habían superado, habían creído que finalmente lo habían olvidado, pero no había sido así. Porque jamás tuvieron la oportunidad de sanar las heridas que vivir ahí les había generado, las marcas de haber crecido de aquella forma, de haber sido criado como si de máquinas se tratarán.
Un quejido cercano llamo su atención.
—¿Dónde están tus padres? —una voz femenina cuestionó.
—Vaya, eso fue fácil —murmuro Luther.
—Llamare a seguridad —la misma mujer que pronunció aquello se apresuró a caminar en dirección a la búsqueda de seguridad, sin notar que la atención de ambos hermanos estaba en ella.
Dirigieron su mirada a aquella esquina, y el ceño de ambos se frunció. Al menos lo habían encontrado.
Cinco, medio inconsciente, particularmente ebrio y con la mitad de un maniquí a un lado.
author's note:
no es cierto, no son 52, son 51 JAJAJDHDH. al parecer no me sabía el orden de los números y me salte el 20 la primera vez, ayquepena.