Macabra Tentación - 1.El Vínc...

By VeronicaGM

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Detrás de una leyenda siempre hay algo de realidad.Para entender la verdadera historia, debemos conocer todo... More

Elegia
Prólogo
Capítulo I
Capítulo II
Capitulo IV
Capitulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítlo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII
Capítulo XIV
Capítulo XV
Capítulo XVI
Capítulo XVII
Capítulo XVIII
Capítulo XIX
Capítulo XX
Capítulo XXI

Capitulo III

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By VeronicaGM

Aquí vuelvo a subir de nuevo el capítulo III de El vínculo, igual que el resto de la historia. Espero que disfrutéis con los cambios efectuados y los detalles añadidos a la historia!!

La obra está registrada y publicada por lo que está prohibido su copia o reprodeucción. Todos los derechos reservados.

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Capítulo 3

Esa mañana me desperté con un intenso dolor de cabeza, un dolor punzante e insoportable que incluso me provocó nauseas. Alguna que otra vez había padecido dolores de cabeza pero nunca con tal intensidad, cuando intenté levantarme de la cama me mareé y tuve que volverme a echar. Cerré los ojos y comencé a masajear mi frente con los dedos en busca de alivio, finalmente el dolor pareció calmarse y solo en ese momento pude levantarme. La noche anterior me había costado demasiado conciliar el sueño... El extraño encuentro con James me había dejado turbada y no podía parar de pensar en su forma de mirarme, pero sobretodo de preguntarme cómo había sabido que me encontraba asomada al balcón si ni siquiera había encendido el quinqué y todo estaba a oscuras. Eso sumado al extraño suceso de las velas había convertido mi noche en un hervidero de preguntas sin respuesta, por suerte no volvería a ver a James y toda esta tontería se acabaría de una vez.

No me apetecía ver a nadie en esos momentos, con el dolor de cabeza que no terminaba de irse no estaba de humor. Sin ni siquiera abrir las cortinas me vestí y cepillé el pelo, lo dejé suelto recogérmelo solo me provocaría más dolor de cabeza. Salí de la habitación y me dirigí al salón aun algo mareada, antes de entrar dentro Doris salió del despacho de mi padre.

—Buenos días señorita, la escuché bajar. ¿Por qué no me ha llamado para que le ayude a vestirse? Mire que pelo tiene —me preguntó bastante extrañada mientas intentaba poner orden en mi pelo rizado, después frunció el ceño y se cruzó de brazos esperando una respuesta.

—Me levanté con un espantoso dolor de cabeza está mañana y no me apetecía ver a nadie —respondí arrastrando cada palabra como si pesase una tonelada.

Doris me agarró de los hombros y me acompañó al salón; hasta que no estuve sentada no me soltó.

—Enseguida le traeré una infusión de melisa, verá cómo se siente mejor en poco tiempo —me aseguró con gesto de preocupación, algo que le hacía resaltar aún más las arrugas de alrededor de los ojos.

—Gracias Doris es usted un cielo —le agradecí cariñosamente agarrando su mano.

—Ah! Se me olvidaba. Su padre dejó esta nota para usted antes de marcharse —rebuscó en el bolsillo del delantal y sacó de su interior un papel doblado que me entregó.— Enseguida vuelvo.

—No se preocupe le aseguro que no me moveré de aquí —Doris se marchó y abrí la nota para leer su contenido.

Querida Emily:

Anoche ya estabas dormida cuando llegué y no quise molestarte. Las negociaciones con James fueron bien y llegamos a un acuerdo es por ello que está noche será nuestro invitado. Necesito que te ocupes de organizar la cena. Informa a Doris que seremos uno más. Tenemos trabajo atrasado y no sé a qué hora volveremos.

Estupendo (pensé), arrugué el papel, lo lancé contra la pared y este cayó al suelo. Yo solo quería olvidarme de James y el destino se empeñaba en lo contrario. Pensar en que tenía que volver a verle me ponía nerviosa era obvio que nos sentíamos atraídos el uno por el otro y no tenía ánimos para disimular delante de Thomas, era mi prometido y le debía un respeto. Lo peor de todo es que quería verle a solas y preguntarle sobre lo sucedido anoche, mi corazón y mi mente eran un caos, mi corazón sentía una cosa y mi mente me recordaba lo que era correcto. No entendía porque me atraía de aquella forma... Qué clase de embrujo era aquel que me atormentaba desde hacía dos dias, ¿Quién era realmente James y porqué me parecía tan interesante? Estaba segura de que yo provocaba en él las mismas sensaciones, no entendía mucho sobre el amor y estaba segura de que no se trataba de eso pero si no lo era, ¿qué estaba pasando? Obtener respuestas para todas esas preguntas implicaba encontrarme con él a solas y eso era algo que me aterraba.

Me dejé caer sobre el respaldo de la silla y cerré los ojos, la cabeza seguía doliéndome y yo no hacía más que empeorarlo con todo aquello. Thomas no se merecía que tuviese esos pensamientos, él era mi prometido y pronto se convertiría en mi marido y está tontería tenía que acabarse. Si tenía la oportunidad de estar a solas con James tendría que dejar a un lado todas esas emociones y después de preguntar sobre lo sucedido darle a entender que no podíamos vernos nunca más.

Mientras permanecía con los ojos cerrados el olor de la melisa llegó hasta mi nariz, Doris entró de nuevo al salón y depositó la infusión sobre la mesa.

—Aquí tiene señorita, tómesela ahora que está caliente —me sugirió con una sonrisa.

—Gracias —respondí. Inspiré profundamente, el olor de la infusión era realmente reconfortante—. Por cierto Doris mi padre decía en la nota que James será nuestro invitado está noche y que deben poner un cubierto más en la mesa.

—No se preocupe, informaré a la cocinera. Tómese la infusión verá que bien le sienta, si necesita algo llámeme —Doris se marchó.

Cogí la taza entre mis manos y dejé que me calentase, después me bebí la infusión a pequeños sorbos. Al momento me sentí mejor y decidí salir al Jardín, más tarde me daría un baño, que no quisiese entablar ninguna clase de relación con James no significaba que no pudiese estar hermosa para mi prometido y porque no hacérselo pasar un poco mal, bastante mal lo estaba pasando yo con mis dilemas mentales que hasta dolores de cabeza me habían provocado.

Como era habitual a diario agarré el periódico y me lo llevé fuera dispuesta a leer las noticias del día, lo fui ojeando mientras paseaba y como venía siendo normal en el último mes un nuevo asesinato había tenido lugar la noche anterior... El cadáver fue hallado cerca de Leicester Square, desangrado al igual que los otros pero esta vez la víctima era un hombre y no una mujer como venía siendo usual, seguían sin tener pistas y la policía seguía buscando culpables. Las personas asesinadas eran gente pudiente pero estas no eran despojadas ni de sus joyas ni de su dinero por lo que descartaban que fuese algún ladrón, el insólito echo de que todas muriesen desangradas hacía pensar que se tratase de algún loco perpetrando alguna clase de ritual.

Cada vez se volvía más escalofriante todo aquello y nadie se sentía seguro en las calles de Londres por la noche, ya no solo las mujeres debían ir con cuidado ahora los hombres también debían vigilar sus espaldas. Dejé el periódico sobre un banco y recogí unos cuantos ciclámenes del jardín, los usaría para decorar la mesa esta noche.

No tardé mucho en volver a casa hacía un poco de viento y el pelo se movía sin control tapándome la cara, tenerlo tan largo y abundante era realmente molesto en según qué ocasiones. Entré en casa y miré la hora, era casi medio día, debía ser bastante tarde cuando bajé. Aún con el extraño suceso de las velas rondando mi cabeza me adentré en la sala ahora que era de día quería comprobar por mí misma que todo estaba cerrado y era imposible que un golpe de aire las hubiese apagado, Leo ya lo había revisado todo pero necesitaba corroborarlo.

Aparté las cortinas y comprobé que no entrase aire a través de la cristalera ni que las ventanas estuviesen abiertas, como era de esperar todo estaba cerrado. Llegué a la conclusión de que habían sido imaginaciones mías, si seguía dándole vueltas a aquello terminaría volviéndome loca, tantas horas sola en casa empezaban a pasarme factura... La tarde transcurrió tranquila, estaba nublado y no me apetecía hacer gran cosa, aunque no quisiese estaba nerviosa pensando en cómo reaccionaría al volver a ver a James en si podría evitarle durante la cena y en si Thomas se daría cuenta de lo que me pasaba y que ni yo misma entendía aun. Pasadas las seis de la tarde mi padre y Thomas llegaron a casa con su habitual cartera repleta de trabajo, les recibí en hall, Doris recogió los abrigos y los documentos de ambos, después se marchó al despacho.

—Hola hija, ¿recibiste mi nota? —preguntó, después de darme un beso en la mejilla, se le veía contento.

—Sí, informé a Doris que seriamos uno más en la mesa.

—Las cosas salieron rodadas, James estaba muy interesado en la casa y no tuvimos que convencerle. Es justo lo que andaba buscando —añadió Thomas muy satisfecho por la venta.

—Me da pena deshacerme de la casa en la que tantos veranos pasamos en familia pero creo que es lo mejor para terminar de aceptar que tu madre ya no está —me dijo mi padre algo apenado, pero sabía que en el fondo sentía que se estaba deshaciendo de una pesada carga.

—Piense en los beneficios señor, podrá comprar una nueva casa que podrá llenar con nuevos recuerdos —le dijo Thomas, una respuesta que me pareció un tanto fría y fuera de lugar sabiendo lo que aquella casa significaba para mí.

—Quizás tenga razón Thomas, de momento me conformo con haber cerrado un buen trato —estaba claro que sentía más alivio que pena por deshacerse de nuestra casa, por un lado le comprendía, aquel era un lugar lleno de recuerdos y era un tormento para él pensar en volver allí alguna vez.

—Y si ya está cerrado el trato... ¿Por qué invitar a James? —pregunté curiosa.

—James no podía pasarse por el bufete esta mañana para firmar los documentos y realizar el pago. A Thomas se le ocurrió la idea de invitarle a cenar y así facilitarle la transacción a James —me informó mi padre visiblemente satisfecho por la iniciativa de Thomas.

—Entiendo —fue lo único que respondí. Thomas quería cerrar el trato lo antes posible, seguramente obtendría una buena comisión por la venta.

—Y ahora si me disculpáis, he de preparar los documentos para la firma antes de llegué James.

—No se preocupe padre Thomas irá enseguida —le aseguré con una sonrisa, después entró en el despacho del que Doris ya había salido.

Thomas se acercó a mí y me dio un casto beso en los labios.

—Querida tienes un aspecto horrible deberías arreglarte un poco, James llegará a las ocho —sugirió Thomas.

—Lo sé, iba a darme un baño justo ahora —respondí de mala gana ni siquiera se molestó en preguntarme cual era el motivo de mi aspecto simplemente se limitó a juzgarme, aquello solo aumentó mis ganas de lucir lo más hermosa posible esa noche y que se arrepintiese de sus palabras.

—Nos vemos pues en un rato querida he de ayudar a tu padre —tras aquellas palabras se entró en el despacho también.

En ese momento me sentí como una propiedad, un objeto que siempre debería brillar para él. Me quería siempre perfecta lista para alegrar su vista y presumir de su bonito trofeo ante los demás, él siempre afirmaba que me quería y que estaba enamorado de mí pero si realmente fuese así ¿no debería quererme de igual forma estando arreglada que sin estarlo? En esos momentos me cuestionaba si Thomas era de verdad la persona con la que quería pasar el resto de mi vida, era maravilloso en algunos aspectos pero en otros dejaba mucho que desear... Solo quedaba una hora y media para que llegase James debía apresurarme si quería estar lista a tiempo.

Después de preparar la bañera me sumergí bajo el agua caliente y dejé que mis músculos se relajaran, necesitaba despejarme así que permanecí un buen rato dentro hasta que la piel de mis dedos empezó a arrugarse. Salí de la bañera y agarré á bata del colgador, opté por no mojarme el pelo ya que debido a su largura y espesor tardaba bastante tiempo en secarse y no disponía de mucho. Me puse la bata y me dirigí a la habitación para preparar la ropa y los complementos que necesitaba, escogí un vestido en color azul noche decorado con encaje negro en el borde el escote y en la parte de abajo de la falda, no me apetecía llevar un peinado muy elaborado así que preferí dejar el cabello suelto y recoger unos mechones con mi pasador de plata favorito. Me cepillé el pelo para quitar los enredos y después hice sonar la campanilla que tenía sobre el tocador; Doris apareció enseguida en la habitación.

—¿Me llamaba señorita?

—Sí, cierre la puerta y ayúdeme a vestirme por favor —le indiqué señalando la ropa.

Cerró la puerta y comenzamos con la pesada tarea de vestirme, capas de engorrosas enaguas acompañadas de un apretado el corsé que apenas te dejaba respirar y la crinolina que limitaba bastante el movimiento en general. Una vez que Doris hubo terminado de peinarme puse un poco de perfume en mi cuello y me colgué un bonito camafeo antiguo que acompañé con unos pendientes de perlas; ya estaba lista para la cena. Indiqué a Doris que se retirara dándole las gracias por haberme ayudado. Me miré en el espejo y comprobé que todo estaba en su sitio, había conseguido mi propósito estar lo más hermosa posible y no pasar desapercibida para nadie incluyendo a James, estaba furiosa por el comentario de Thomas, pellizqué mis mejillas para que adquirieran un tono rosado y salí de la habitación.

Una vez en la primera planta miré el enorme reloj de pie situado en el hall, faltaban cinco minutos para las ocho, hora a la que debía llegar James. La sola idea de tenerle delante hacía que un hormigueo recorriera todo mi cuerpo, entré en el despacho donde se encontraban mi padre y Thomas, estaban sentados en dos de los sillones de piel tomando una copa de algo que parecía whisky, se quedaron sin palabras al verme entrar.

—Estás preciosa querida, demasiado diría yo para una simple cena —inquirió Thomas mientras me contemplaba de arriba a abajo.

—Hay que causar buena impresión, tú fuiste quien dijo que me arreglase, que tenía un aspecto horrible —le recordé de forma sarcástica.

Yo solía ser una joven que jamás hablaba mal a nadie, prefería permanecer en silencio y guardar mis opiniones para mí misma, dejaba que todos decidiesen por mí y me limitaba a permanecer en un segundo plano. Pero desde la fiesta de compromiso algo había cambiado en mi interior, me había dado cuenta de que podía gustar a otra persona siendo yo misma y que no tenía por qué esconderme o intentar agradar a todos, si Thomas me quería debía aceptarme en todos los aspectos.

—En ese caso nosotros no vamos vestidos para la ocasión —comentó irónicamente mientras tomaba un trago de la bebida.

Cuando estaba a punto de responder llamaron al timbre.

—Estás preciosa hija —me dijo mi padre cogiéndome de la mano—. Vayamos al recibidor, ese debe ser James.

Nos dirigimos a la puerta. Leo el mayordomo ya había abierto y James estaba entrando, al verle de nuevo mi corazón dio un vuelco, estaba guapísimo. Iba elegantemente vestido con un traje de color negro y un sombrero de copa que Leo recogió; llevaba el pelo peinado hacia atrás. Mi padre se acercó y le estrechó la mano.

—Bienvenido a casa James.

—Gracias por la invitación señor Darwin —le respondió mientras observaba la estancia.

Él y Thomas también se estrecharon la mano, tenía un nudo en el estómago, llegó mi turno de saludarle y le ofrecí la mano, cuando se agachó para besarla levantó la mirada y sus ojos se encontraron con los míos, eran más hermosos incluso de lo que recordaba, su aliento estaba helado algo que me hizo estremecer. El corazón me latía apresuradamente.

—Está usted muy hermosa está noche Emily. Le felicito Thomas, tiene una prometida encantadora. —Miró a Thomas dedicándole una sonrisa, este le dedicó una mueca de asentimiento, que no fue muy cordial.

La elección del vestido había sido la acertada, capté su atención e hice que Thomas se sintiese molesto.

—Ya estamos todos, dirijámonos al salón para cenar —informó mi padre.

Una vez dentro nos sentamos como de costumbre Thomas y yo uno al lado del otro, mi padre a nuestra derecha presidiendo la mesa y James frente a mí al lado de mi padre. Leo ya se encontraba allí dispuesto a servirnos la cena.

—¿Tiene hambre James? —preguntó mi padre.

—Lo cierto es que no mucha señor, esta mañana no me encontraba muy bien, si me disculpan no cenaré demasiado, aunque no haré desprecio a una buena copa de vino —mi padre y él rieron con una sonora carcajada.

—Me gusta su actitud James, sírvale al señor un solo trozo de pescado y una buena copa de vino.

—Como ordene el señor —respondió Leo de forma educada.

Leo sirvió a James un trozo pequeño de pescado y a los demás nuestra ración de costumbre. Levanté la mirada del plato un segundo y pude ver que James me observaba, por lo que aparte la vista de su trayectoria, era tan pálido, tan perfecto que me daba vergüenza mirarle, jamás me había sentido así con Thomas. Leo sirvió también el vino a los demás y se retiró.

—Y díganos James, ¿por qué se mostró tan interesado en adquirir esa casa? —preguntó Thomas, que no había hablado hasta ese momento.

—Bueno, como les comenté anoche durante nuestra reunión me voy a establecer un tiempo indeterminado en la ciudad y quería una casa alejada del bullicioso centro de la ciudad para poder trabajar tranquilo y lejos del ruido —su voz sonó distinguida y pausada, acto seguido sorbió un poco de vino de su copa.

—En esa casa le puedo asegurar que estará usted tranquilo y podrá trabajar sin ningún tipo de molestias, tan sólo necesitará un carruaje para desplazarse a la ciudad, queda un poco alejado de Londres —añadió mi padre.

—No se preocupe señor Darwin, yo me encargaré de todo lo demás en cuanto la casa sea de mi propiedad —respondió con seguridad.

No sabía qué precio habían acordado en su reunión la noche anterior pero se le veía dispuesto a pagar cualquier precio por conseguir esa casa, no alcanzaba a entender el porqué. Esa casa llevaba mucho tiempo cerrada, necesitaba reformas y estaba bastante alejada de la ciudad.

—Pues no se hable más, tengo los documentos de la compra preparados en mi despacho para que los firme. A partir de esta misma noche nuestra casa pasará a ser de su propiedad —le aseguró mi padre.

—Me parece perfecto señor, ha realizado una buena venta. Le aseguró que la casa queda en buenas manos.

Se estrecharon las manos y continuamos cenando. James tan sólo jugaba con la comida, esparció el pescado por el plato pero no probó bocado. Durante el transcurso de la cena Thomas le dedicó unas cuantas miradas no muy amigables, tenía la impresión de que no le caía demasiado bien.

James me miró y supe que iba a preguntarme algo.

—Y dígame Emily, ¿está feliz por la proximidad de su boda? —sus ojos se clavaron en los míos.

—Claro, pronto empezaremos con los preparativos —apenas había terminado mi respuesta cuando Thomas intervino.

—Nos casaremos aquí en el jardín, será una boda preciosa —afirmó. Como si tuviese que recordarle que yo era suya e intocable.

—Me alegra oír eso, estoy seguro que su jardín debe de ser precioso, me gustaría verlo algún día —aseguró mirándome fijamente—. Desde la entrada pude ver una enorme fuente.

—Si no tiene prisa quizás Emily pueda enseñárselo antes de marcharse —propuso mi padre. — A esta hora está precioso gracias a la luz de los faroles repartidos por toda su extensión. Hay flores que solo se abren durante la noche.

—Me encantaría verlo desde luego si a usted no le importa claro... —dijo mientras me observaba detenidamente.

—Claro —no atiné a decir nada más, al pensar que estaríamos solos se me formó un nudo en el estómago.

Por un lado quería estar a solas con él para preguntarle sobre el suceso tan extraño de anoche pero por otro me daba miedo y tenía la impresión que era justo lo que pretendía, estar a solas conmigo con la excusa de que le enseñase el jardín.

—Propongo un brindis por los futuros novios —propuso James.

Alzó su copa y todos secundamos el brindis haciendo sonar las copas unas con otras, de nuevo me encontré bajo su mirada penetrante, cuanto misterio encerraban aquellos ojos... Su color casi gris era poco común por no decir que jamás había visto ninguna otra persona que los tuviese de ese color.

—Vayamos al despacho, allí cerraremos nuestro acuerdo con una buena copa de whisky —sugirió mi padre mientras se levantaba de la silla.

—Eso suena muy bien —afirmó James.

Nos levantamos todos, yo apenas había comido nada tampoco, me sentí demasiado cohibida durante la cena. Atravesamos el salón adentrándonos en el despacho y nos acomodamos en las enormes butacas de piel que se encontraban allí, mi padre sirvió el whisky, a mí no me gustaba el alcohol así que no tomé nada. Aquí era donde mi padre y Thomas trabajaban cuando estaban en casa, era un despacho enorme rodeado de estanterías repletas de libros que mi padre coleccionaba, una gran mesa de roble presidia la estancia la cual siempre estaba llena de documentos del trabajo y sobre ella en la pared, colgaba un cuadro de grandes dimensiones de mi madre. Al contemplarlo no puede evitar pensar en cómo la echaba de menos y en sus valiosos consejos que en estos momentos necesitaba, pues no entendía como aquel extraño llamado James me interesaba de aquella forma... Me hice a un lado para que hablasen y en parte también porque no quería que viesen mis ojos humedecidos por las lágrimas. Me senté en el sillón tras la gran mesa, entre tanto papel apenas se me veía.

—Dígame James, la cantidad de la que hablamos... ¿Le sigue pareciendo bien? —preguntó mi padre con cautela.

James dejó su copa en la pequeña mesita de centro que tenía delante, ni siquiera la había probado.

—Por supuesto señor, es un precio más que razonable por una casa en las afueras —afirmó.

—¿No querría verla antes? —le preguntó mi padre.

James le sonrió dejando ver su perfecta dentadura blanca

—No se preocupe señor me fio de su palabra, la descripción que me hizo fue muy detallada y puedo imaginar con bastante precisión que aspecto puede tener.

—Tenga en cuenta que hace más de cinco años que nadie va por allí, el interior de la casa estará bastante sucio y envejecido, y las malas hierbas del jardín bastante crecidas —le advirtió mi padre. Si algo tenía mi padre era la honradez y prefería dejar las cosas claras desde un principio.

—No se preocupe, comprendo en las condiciones que debe encontrarse todo pero yo me encargaré de devolverla a su antiguo estado. El aspecto no es lo que me interesa de la casa si no su ubicación dentro del bosque —aclaró James.

—Por cierto James no debería ir sólo por la ciudad de noche. ¿Está al tanto de los asesinatos acontecidos este mes en Londres?

—Sí, pude leerlo en el periódico de hoy, un echo terrible sin duda, espero que atrapen a ese asesino ­—afirmó—. No se preocupe, tendré cuidado.

Le miré esperando alguna reacción por la noticia pero parecía no afectarle demasiado. No pude ver en su rostro un ápice de preocupación, era como si a él no pudiese pasarle nada o al menos tuve esa impresión. En ese momento James sacó de su chaqueta un sobre que entregó a mi padre.

—Ahí tiene el dinero que acordamos —le dijo a mi padre mientras le entregaba el sobre.

Mi padre lo abrió y contó el dinero por encima, Thomas no había abierto la boca en todo el rato, estaba molesto e incómodo con la presencia de James. Por alguna razón no le caía bien y no le importaba demostrarlo. ¿Habría notado la conexión que existía entre nosotros?

—Muy bien comprobemos que los datos son correctos —se levantó y cogió el contrato de venta que se encontraba sobre la enorme mesa de roble.

—Bien su nombre es James Dupon Wood, nacido en Londres hace 23 años, ¿su padre es francés? —le preguntó.

—Exactamente y mi madre inglesa, cuando tenía cinco años nos marchamos a Francia, esa es una de las razones por las que he regresado a Londres, quería volver a mis orígenes y conocer donde vivió mi madre, ella jamás se olvidó de esta ciudad.

—Y¿dónde están sus padres? —preguntó Thomas.

—Murieron hace tiempo en un accidente, su carruaje volcó y murieron aplastados —por eso me dijo que sabía lo que era perder a los seres queridos, él también había perdido a su madre y también a su padre.

— Vaya lo siento mucho —aseguré.

Thomas en cambio, no supo que decir y se limitó a callarse y dar un trago a su bebida; su intento de desprestigiarle le había salido mal.

—No se preocupe Emily, aunque ya no pueda verles, sigo guardando su recuerdo conmigo.

—Es una pena —añadió mi padre con una notable tristeza en su voz—. Comprendo muy bien como debió sentirse.

Thomas se levantó de la butaca donde se encontraba sentado y se sirvió otra bebida antes de hablar.

—Dejémonos de cosas tristes, no es el momento para eso. Le recuerdo que el propósito de su visita es la firma del contrato James y debería ser un motivo de celebración —le recordó Thomas con muy poco tacto por su parte.

—Tiene razón Thomas, dejémonos de cosas tristes —respondió James con una sonrisa de forma cordial dejando ver que tenía mucha más clase que Thomas.

Mi padre entregó el documento de la venta a James para que lo leyese antes de su firma.

—Como comprobará todo está en orden, yo mismo me aseguré de que todo estuviese correcto —especificó mi padre mientras él lo leía—. Compruebe que el precio de la casa es el que acordamos.

—Todo está correcto señor Darwin así que no hay motivo para alargar más la firma.

—Perfecto acérquese a la mesa —le indicó mi padre poniéndose en pie, Thomas se limitó a observar la escena junto a la ventana mientras bebía.

James se levantó y siguió a mi padre hasta la mesa, este le ofreció una pluma y tinta para la firma. James estampó su firma en el documento y después mi padre. Mientras mi padre firmaba el documento observé que James me estaba mirando por lo que desvié la vista hacia Thomas que no le quitaba ojo de encima ni un segundo, su forma altiva de mirarle no me gustó...

—Si no le importa mañana enviaré a alguien de confianza al bufete para recoger el documento y la llave de la casa.

—No hay problema, estoy seguro de que la persona que envié será de su total confianza y por lo tanto de la mía también —mi padre se puso en pie—. Brindemos para celebrar el cierre de la venta.

Thomas se acercó a la mesa. James y mi padre agarraron sus copas aun llenas de bebida y las alzaron para brindar.

—Debería marcharme, es tarde y tendrán cosas que hacer —dijo James mientras dejaba su bebida intacta sobre la mesilla.

—Como guste James, me alegra saber que la que una vez fue mi casa seguirá estando en bunas manos.

Los dos se estrecharon la mano. Thomas se hizo el disimulado para no dársela sirviéndose otra copa, yo no sabía que hacer... Si ofrecerle mi mano o simplemente decirle adiós, no quería que Thomas se disgustase aún más de lo que ya estaba.

—Casi se me olvida James. Emily le enseñará el Jardín tal y como le prometí, después le acompañará hasta la entrada.

—No se preocupe señor no quiero causar más molestias —respondió James de forma humilde.

—Insisto no se puede marchar sin verlo —insistió— quizás incluso saque alguna idea para su nueva casa, mi esposa tenía un don natural para las plantas y la decoración, usted mismo lo comprobará cuando vea la casa que ha comprado.

—Entonces no puedo rechazar su ofrecimiento sería una falta de respeto por mi parte. Si a Thomas no le importa que Emily me lo enseñe por supuesto —se giró para mirar a Thomas esperando su permiso, este forzó una media sonrisa.

—Por supuesto que no. Muéstrale también en qué parte del jardín se celebrará nuestra boda querida —añadió.

—Nosotros debemos terminar unos asuntos antes de que Thomas se marche también.

— No se preocupe, está en su casa —respondió James

Sí Thomas quería dejar claro que estábamos comprometidos, no quedaba duda que lo había hecho con ese comentario, ya que ni siquiera habíamos decidido en qué parte se celebraría. No sé qué veía en James que tanto le hacía dudar de su honestidad hacia mí, James no dijo nada tan solo se despidió con una reverencia.

Me miró y le sonreí mientras me ofrecía su brazo, no sabía qué hacer, ya que Thomas me miraba de reojo y era evidente que no le hacia ninguna gracia que estuviese a solas con él, no me lo pensé más y agarré su brazo. Thomas me fulminó con la mirada.

—Que tenga buena noche —le deseó mi padre con una amplia sonrisa.

Saltaba a la vista que la opinión de mi padre sobre James distaba mucho de la de mi prometido.

Nos dirigimos a la puerta. Doris nuestra sirvienta le entregó el sombrero y le ayudó a ponerse el elegante abrigo que había traído puesto, estaba guapísimo con él. Era tan elegante que llamaba la atención a primera vista, estaba segura que pronto le saldrían múltiples pretendientas deseando atrapar a tan buen partido. Realmente sería lo mejor para que dejase de pensar en él. Me abrió la puerta y salimos de la casa, cuando estuvimos fuera me ofreció su brazo de nuevo, lo agarré y comenzamos a caminar por el jardín.

—Ha sido una cena encantadora Emily —me confesó.

—Gracias pero usted no comió nada —le reproché.

—Veo que es usted muy observadora. No tenía mucho apetito y como dije no me levanté muy bien hoy, pero no podía despreciar la comida, hubiese sido de mala educación.

Seguimos caminando unos metros más sin decir nada, yo era torpe para iniciar conversaciones y más aún si se trataba de James que me ponía el estómago del revés. Él en cambio se veía seguro de sí mismo. Observaba todo a su alrededor con atención como queriendo captar cada detalle del jardín.

—Por qué no me habla un poco de usted Emily —dijo realmente interesado.

—Bueno poco hay que contar sobre mí, como sabe estoy a punto de casarme —le recordé con la esperanza que no me preguntase demasiadas cosas.

—No quiero saber más sobre eso, me refería a cuáles son sus aficiones ¿qué le gusta hacer? —me corrigió.

No sabía qué decirle, mi vida era de lo más normal además quería preguntarle sobre el suceso de la otra noche pero no sabía por dónde empezar.

—Pues me gusta leer, tocar el piano, pasear por este hermoso jardín que ve y también ayudo en lo posible a mi padre con todo lo referente a la casa, me encargo de la contabilidad y de que todo esté en orden.

Me miró y no pude evitar hacerlo también ya que no había nadie más con nosotros y nos habíamos alejado un poco de la casa y de sus miradas indiscretas. Esta vez no aparté la mirada, me paré a contemplar sus ojos claros, no creía que fuese algo malo fijarme en ellos.

—Vaya así qué toca el piano —comentó sorprendido—. Algún día podría deleitarme con alguna sonata. Quizás cuando arregle la casa y les invite a la inauguración quiera tocar algo para mí.

—Será un placer tocar para usted —aseguré no muy convencida de la idea.

Él sonrió complacido por mi respuesta y me ruboricé, no estaba acostumbrada a que me pidiesen que tocara el piano. Lo cierto era que me daba algo de vergüenza que me viesen hacerlo ya que me dejaba llevar tanto por la música que incluso salía poner caras extrañas. Me detuve al llegar a la fuente.

—Esta es la enorme fuente que se divisa desde la entrada, la hizo construir mi madre —le informé—. Me gusta sentarme aquí, me recuerda a ella.

—Es preciosa, el ángel de piedra es exquisito, tenía muy buen gusto —afirmó mientras la observaba con atención.

—¿Quiere sentarse un poco? —le pregunté.

—Por supuesto su compañía siempre es agradable —me sonrió.

Nos sentamos en uno de los bancos de piedra que rodeaban la fuente. Me fijé en que la noche estaba preciosa, la luna daba un aire misterioso y agradable al jardín. Aquel era el momento perfecto para preguntarle.

—James... ¿Puedo hacerle una pregunta? —le pregunté sin siquiera mirarle.

—Claro puede preguntarme lo que quiera.

—La noche anterior cuando mi padre volvió yo estaba asomada en el balcón porque escuché llegar su carruaje. ¿Cómo supo que estaba allí? —tenía miedo de escuchar su respuesta.

—Bueno no me fue difícil su camisón blanco resaltaba en medio de la noche. Cuando me asomé para despedirme de su padre la vi en el balcón.

—Aun así me sigue pareciendo extraño, usted actuó como si supiese que estaba ahí, incluso aseguraría que ni siquiera se asomó para despedirse de mi padre.

—No vea cosas donde no las hay Emily, simplemente la vi cuando su padre bajó del carruaje y me disponía a despedirme —me aseguró muy serio—. Si me lo permite añadiré que parecía un ángel allí asomada y que no me hubiese importando permanecer más tiempo observándola.

—Créame esa no hubiese sido una buena idea —le dije tras ruborizarme.

Su respuesta me dejó algo turbada, su alago me pareció una forma elegante de desviar mi atención sobre ese tema pero me seguía pareciendo extraño, era como si hubiese sabido que yo estaba allí asomada.

Decidí no insistir más con ese tema, quería aprovechar ese momento para saber más cosas personales sobre él, saber si él se sentía atraído por mí de la misma forma que yo, si me estaba volviendo loca o si por el contrario era demasiado presuntuosa afirmando que él también sentía lo mismo que yo y si así era parar aquella locura. Incluso quizás ya tuviese a alguien esperándole y yo como una tonta me había interpretado sus gestos de forma errónea.

—Dígame James, ¿no tiene a nadie esperándole?

Esa pregunta había sido demasiado indiscreta, pero sentía mucha curiosidad... Quizás por el hecho de que si la tenía me sería más fácil no pensar en él y todo volvería a la normalidad.

—¿Se refiere a alguna mujer? He de decirle que no, nadie me espera. Mi vida es muy ajetreada viajo de un sitio a otro con frecuencia y sería un poco complicado mantener una relación de ese modo ¿no cree?

—Bueno, pienso que si hay amor vale la pena el sacrificio de esperar —mi mente soñadora había hablado por mí, seguro que ahora pensaba que era una cría.

—Emily creo que es un poco ingenua en ese aspecto aún —soltó una risa burlona—. Hoy en día es difícil encontrar a alguien que esté dispuesta a esperar, la mayoría de matrimonios son fruto del interés o pactados entre familias desde temprana edad.

¿Me había llamado ingenua? Era cierto que no tenía mucha experiencia en estos temas y que mis ideas sobre el amor eran demasiado románticas, pero esa respuesta me hizo sentir como una niña tonta.

—Bueno ya veo que me toma por una ingenua. Sí, quizás no haya visto tanto mundo como usted o no sea la clase de mujer que conoce normalmente —comenté con tono sarcástico, en ese instante mis ganas por saber si él se sentía atraído hacía mí desparecieron.

No sé sí dejé claro a qué tipo de mujeres me refería, pero creo que lo entendió. Me levanté dispuesta a irme y dejarle allí plantado, pero cuando lo hice me cogió de la mano. Su frío tacto me sorprendió. Tiró de mí obligándome a sentarme de nuevo.

—No me interprete mal Emily, pero sí es cierto que tengo más experiencia que usted en ese terreno, créame —me recriminó con voz serena.

—Me habla como si tuviese mucha más edad que yo y desde luego no es tanta la diferencia.

—Quizás edad no, pero experiencia sí, como le dije he viajado a muchos lugares y he visto muchas cosas y conocido a muchas personas diferentes.

También era cierto que yo jamás había salido de Londres, ni había conocido a más hombres, tan solo a Thomas y ni siquiera sabía si estaba enamorada de él, solo había escogido lo que mi padre pensaba que era mejor para mí, ni siquiera había experimentado sentimientos hacia nadie, ni nadie los había despertado en mí hasta que conocí a James y me hizo sentir cosas que nunca había sentido.. Cosas que no estaban relacionadas solo con el amor, si no, reacciones que no había experimentado aún en mi cuerpo. En esos momentos me sentía tonta no sabía nada sobre nada.

Me quedé pensativa y James se dio cuenta, sentí como me agarraba la cara con su mano suavemente sacándome de mis pensamientos. Nuestras miradas volvieron a encontrarse y cientos de mariposas se posaron en mi estómago.

—Emily, es usted tan pura... He de confesarle que desde que la vi la otra noche supe que era un ser especial, créame que quedan pocas mujeres con su virtud, no debe sentirse tonta por ello, si no afortunada.

Seguimos mirándonos por un momento, me sorprendí de lo que en dos días aquel joven había despertado en mí. Más sentimientos y emociones que Thomas en un año entero. Siempre me habían inculcado que primero debía de buscar un buen hombre que me conviniese y el amor surgiría con el tiempo, pero no me habían enseñado que hacer cuando surgía por alguien sin buscarlo.

—No deberíamos mirarnos así, hace que me sonroje y soy una mujer comprometida —le confesé, (¡como si él no lo supiese!).

Él rio alegremente.

—Y usted no debería mirarme así tampoco, hace que sea irresistible para mí y es una mujer comprometida.

Las mariposas en mi estómago se multiplicaran por miles al oírle y me confirmó que no estaba loca y que él también sentía lo mismo que yo. Con uno de sus dedos acaricio mi mejilla y caí rendida a su encanto. En un segundo estábamos a escasos centímetros el uno del otro, tanto, que sin darnos cuenta nuestros labios se encontraron y su frío aliento se coló en mi boca acelerando aún más mi corazón, no pude evitar dejarme llevar por el momento. Tuve que hacer un gran esfuerzo para apartarme de él apelando a la poca cordura que me quedaba en ese momento, estaba comprometida y pronto me casaría con Thomas aquello no estaba bien... Me puse en pie rápidamente. James se levantó también.

—Lo siento Emily, yo no he debido dejar que esto llegase tan lejos —en su cara se reflejaba que había cometido un grave error—. No se preocupe, no diré nada a nadie, será un secreto tiene mi palabra.

Yo también había cedido a ese beso no solo fue culpa suya, fue como si sus ojos me hubiesen hipnotizado de alguna forma, un hechizo imposible de evitar.

—No tiene toda la culpa James, yo también podía haberlo evitado y no lo hice —con aquello le estaba dando a entender que me gustaba, algo que tampoco debí hacer—. Será mejor que esto quede entre nosotros y no se vuelva a repetir. Deberíamos volver.

—Sí, yo debería irme ya, es tarde —añadió.

Sabía que no podía repetirse, pero en mi interior hubiera deseado que ese momento no se hubiese terminado nunca. Por primera vez me sentí viva, todo mi cuerpo ardía y seguro que estaba roja al igual que un tomate... No podía dejar que esto me afectara apenas le conocía, solo me había dejado llevar por su extraño atractivo; Thomas era mi futuro algo que jamás debía olvidar, (esto no volverá a suceder nunca) me dije a mi misma.

El camino que conducía desde la fuente a la entrada principal de la casa lo hicimos en silencio, él no sabía que decir y yo tampoco después de lo ocurrido. Desvié la mirada un segundo hacia la casa y pude ver a Thomas tras la ventana del despacho observándonos, ahora me sentía aún más culpable por haber besado a James, esperaba que nunca se enterase, si no, estaba segura que no querría volver a saber nada de mí y sería la excusa perfecta para empezar una pelea con James. Estaba claro que no era de su agrado.

Llegamos a la entrada custodiada por una gran verja de hierro, esta tenía unos bonitos adornos dorados y era lo suficientemente alta para impedir que alguien pudiese entrar en casa. James y yo nos miramos para despedirnos después de permanecer todo el camino en silencio.

—Emily ha sido un placer cenar con ustedes esta noche y que me haya permitido conocer su jardín, por favor discúlpeme por lo sucedido antes, no fue mi intención.

Había sido la intención de los dos, nos habíamos sentido extrañamente atraídos el uno por el otro desde la otra noche cuando Thomas nos presentó, aunque me costara admitirlo era así.

—Fue culpa de los dos, no hablemos más sobre ello, ¿quiere que diga a mi cochero que le lleve a alguna parte? —le ofrecí.

—No se preocupe, iré dando un paseo, donde me hospedo no queda muy lejos de aquí y hace una noche muy agradable. Me ira bien el aire fresco.

Nos miramos por un segundo y se me formó un nudo en la garganta, no sabía cuándo le volvería a ver aunque lo mejor era no vernos más. Quién sabe que podría pasar si estábamos solos de nuevo. Abrí la verja y James se despidió con una reverencia.

—Emily, antes de irme ¿podría prometerme algo? —preguntó preocupado.

—¿De qué se trata James? —pregunté extrañada sin entender a qué se refería.

—Prométame que no saldrá sola de casa, aún no han atrapado a ese asesino y temo que pueda pasarle algo.

—No se preocupe James, no me pasará nada —le aseguré—.Y ahora márchese por favor Thomas nos observa desde la ventana.

—Adiós Emily —me dijo con tristeza en su voz.

—Buenas noches James, tenga cuidado la ciudad es peligrosa por la noche —le dije refiriéndome también al asesino, era de noche y ahora no solo atacaba a mujeres.

Bajo el resplandor de la luna parecía más apuesto de lo que ya era y más pálido que la propia luna que dejaba caer su luz sobre él. Observé por un momento como se alejaba y una extraña tristeza me invadió. Cerré la verja y volví a casa, Thomas me abrió la puerta cuando estaba llegando al porche, entré rápidamente y me agarré a su brazo.

—¿Podemos hablar? —me preguntó con cierto tono de preocupación

—Claro

Me condujo al despacho de mi padre, él ya no se encontraba allí, así que estábamos solos. Me senté en el sofá de piel mientras él se servía otra copa, después se sentó a mi lado.

—Querida, ¿le gustó a James el jardín? —me peguntó con toda intención.

—Desde luego, a quién no le gustaría, es un jardín precioso —le dije, intentando no ponerme nerviosa y que ello llevase a más preguntas.

Bebió un sorbo de la bebida, estaba segura de que me iba a reprochar algo. ¿Nos habría visto desde la ventana? Esperaba que no fuese así, no sabría cómo explicarle lo sucedido.

—Me he fijado que ese rico francés te mira de forma demasiado... como decirlo... Intensa —hizo un mayor inciso en esa última palabra "intensa".

—¿No estarás insinuando que está interesado en mí? —sonreí para quitarle importancia al asunto—. No lo creo, quizás los franceses tienen una forma distinta de actuar que los ingleses.

No se me ocurrió otra excusa mejor para salir del paso y no tuvo mucho sentido porque James también era inglés.

—Podría ser, pero no me gusta cómo te mira —bebió otro sorbo.

No se equivocaba a la hora de juzgarle, pero no debía enterarse nunca de lo sucedido en el jardín.

—Si no te importa me retiro a dormir, estoy algo cansada ̶ no me apetecía seguir con esa conversación.

Me levanté dispuesta a marcharme pero antes de darme la vuelta y sin esperarlo me agarró atrayéndome hacia él y me besó.

—¿Y esto? —le pregunté sorprendida

—Nada un simple beso de buenas noches.

El aliento le apestaba a alcohol, a saber cuántas copas se había tomado en toda la noche. Me pareció que incluso se tambaleaba.

—Yo me marcho ya querida, te dejo que descanses.

—Ten cuidado —le advertí.

—No te preocupes siempre lo tengo.

Creo que no se había percatado del doble sentido de mis palabras, me refería a que estaba un poco bebido.

—Hasta mañana Thomas.

Salí del despacho en dirección a mi habitación, mientras subía las escaleras escuché cerrarse la puerta de casa, Doris acudió a cerrar el cerrojo.

—¿Señorita, quiere que la ayude a desvestirse? —me preguntó desde abajo.

—No se preocupe Doris, yo misma lo haré, vaya a descansar. Buenas noches

Seguí subiendo las escaleras camino a mi habitación, demasiadas emociones en una sola noche, solo quería tumbarme y olvidar todo lo acontecido en el día de hoy.

Al fin estaba en mi habitación, me quité la ropa con todo el esfuerzo que suponía, no era fácil quitarse el corsé sola. Al fin me libre de las ataduras, me puse el camisón y me senté en el tocador. Quité el pasador de plata del pelo y empecé a cepillarlo con cuidado, al contemplar mi imagen en el espejo me di cuenta de que me había convertido en una mujer y ya no podría evadir mis problemas como hacía cuando era pequeña. Mi destino estaba escrito y no podía decepcionar a mi padre con caprichos tontos ni acciones arriesgadas, todo debía seguir su curso sin desviarme hacia otras direcciones. Hasta ahora eso había sido lo habitual hasta que... Mejor no pensarlo más.

Dejé el cepillo sobre el tocador y me metí en la cama, sin poder evitarlo James apareció en mis pensamientos, su frío tacto, sus ojos... (¡Ya basta!), apreté los ojos y al cabo de un rato me dormí. 

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