Las cuatro estrellas (CANCELA...

By carlasart

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Una tranquila ciudad se ve interrumpida por una serie de misteriosos asesinatos y desapariciones. Emma, una n... More

Prólogo
Capítulo 1: la gota de sangre en medio de la acera
Capítulo 2: la ventana abierta
Capítulo 4: La pelea
Día del libro + 150 lecturasss
Capítulo 5: la carta
Capítulo 6: una visita un tanto inesperada
Capítulo 7: Entre paredes
Voy a pausar la historia por un tiempo ( NO VOY A CANCELARLA)

Capítulo 3: el mapa

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By carlasart


  Estuvimos un par de horas hablando sobre lo que íbamos a hacer. Tras mucho pensar decidimos que esa misma noche iríamos al callejón donde empezó todo y vigilaríamos la zona en busca de indicios que pudieran sugerir la presencia del asesino.

No lo había pensado hasta ahora, pero estaba empezando a pensar que Noah era bastante guapo, y puede que hasta me resultase un tanto atractivo. Quité ese pensamiento de mi mente inmediatamente, pues era una tontería, y me acordé de Marco. ¿Estaría preocupado por mí? Luego me acordé de mi familia (o lo que quedaba de ella) y de mis amigos. Pensé en lo mal que lo estarían pasando, pensando que me han asesinado o que me han secuestrado. Un sentimiento de culpa me invadió profundamente. Sentí que mi estomago se encogía y que me comenzaba a marear. Me tumbé en el sofá, inspiré profundamente y cerré los ojos. Podía escuchar los latidos de mi corazón, disminuyendo la velocidad a medida que me relajaba. Una vez tranquila, volví a abrir los ojos. La cara de Noah apareció delante de la mía. Me miraba fijamente. Al verla, me pegué tal susto que casi me caigo del sofá.

- ¿Se puede saber qué haces? - le dije, algo molesta -.¡Menudo susto me has dado!

- Lo siento - me respondió-. Es solo que nunca he tenido un humano vivo tan cerca, y me sentía un tanto intrigado. Me quedé un poco cortada, pues no entendía a que se refería. Técnicamente, había estado muchas veces cerca de los humanos, pues había probado su sangre, pero tal vez lo que intentaba decir es que nunca había tenido a uno en su casa y hablado con él como si fuera una especie de "amigo".

- ¿Te refieres a que nunca has hablado con uno? - pregunté.

- Más o menos - me respondió -. Hablar he hablado con alguno, pero no había convivido con ninguno hasta ahora, y mucho menos haberle protegido.

- Ah. Por cierto, gracias por "salvarme".

- De nada.

Pensé en lo que había hecho por mí, y en la manera en la que me estaba ayudando. Tenía ganas de abrazarle, pero después de lo que había pasado la última vez, decidí preguntarle antes.

- ¿Te puedo abrazar? ¿O es peligroso? - le pregunté.

- Siempre y cuando me avises, supongo que sí. - me contestó -. La otra vez te aparté porque tenía miedo a hacerte daño.

Le sonreí, y acto seguido, le abracé. Él me devolvió el abrazo. A los dos nos hacía falta un poco de cariño, pues después de todo lo que nos había pasado, nos reconfortaba la idea de poder tener a alguien con quien sentirse identificado de alguna manera. Apoyé la cabeza en su hombro. Él me acarició suavemente el pelo, teniendo cuidado de no darme en la brecha. Me dí cuenta de que desprendía un ligero aroma a rosas silvestres. Me pareció raro que, aunque fuese un vampiro, estuviese caliente. Siempre me habían dicho que los vampiros eran fríos como el hielo, pero supongo que se equivocaban. Finalmente, nos separamos y él se sentó junto a mí. Cogió un bolígrafo y una libreta de la mesa y me dijo:

- ¿Al final qué vamos a hacer?

- No sé. Algo se nos ocurrirá. Lo que sí sé es que tenemos que encontrar a Kemilly y a Steph. Y pronto - le respondí.

- Lo primero que tenemos que hacer es ir al callejón en el que comenzó todo, examinar la zona en busca de alguna pista y cuando sea de noche vigilar la zona. Y ya si vemos algo veremos que hacemos.

- ¿Sabes que acabas de idear el plan entero tú solo? - le dije.

- Solo era una idea. - me respondió mientras sonreía y se llevaba la mano a la nuca. - Además, solo la llevaremos a cabo si a tí te parece bien.

- No, no, si a mí me parece bien.

- Perfecto.

Cuando Noah sonrió, me di cuenta de que sus colmillos eran exactamente iguales que los de cualquier persona. "¿Entonces, significa eso que solo los muestra cuando come?" pensé. "¿O no tienen los típicos colmillos de vampiro con los que se les representa en las historias?". No lo sabía, pero no sabía si preguntárselo o no. Tal vez le molestase, pero la curiosidad pudo conmigo y se lo pregunté. Me contó que sí que tenían los colmillos más grandes, pero que solo los mostraban si querían, pues podían hacer que su tamaño disminuyera hasta parecer unos colmillos normales. Dijo que él prefería tenerlos como si fueran humanos porque así se encontraba más cómodo, pues eran más pequeños y no le molestaban al hablar. Luego seguimos hablando sobre más cosas, entre ellas porqué estaba caliente si los vampiros suelen estar fríos. Me explicó que él, al haber nacido vampiro, tenía algunas peculiaridades que le diferenciaban del resto de los vampiros. Estaba caliente porque, a diferencia del resto, su corazón latía de algún modo. También me contó que la mayoría de los vampiros no tienen sentimientos, pues a lo largo de los años los van perdiendo, llegando a un punto en el que no sienten nada. Otros simplemente los ignoran porque sino les hacen daño. Me sorprendieron bastante las cosas que me dijo, pues yo pensaba que los vampiros eran seres siniestros que solo sabían chupar sangre. Ahora, en cambio, me di cuenta de que eran personas normales, con sentimientos, y que tan solo se comportaban de manera agresiva por el rechazo de la raza humana hacia ellos. Me sentí un poco culpable porque, antes de conocer cómo eran en realidad yo también les hubiese rechazado. Un silencio incómodo reinaba en el ambiente y, para romperlo, Noah comenzó a hablar. Hablamos de cómo era la vida humana y de lo aburrida que era. Él me contó algunas anécdotas de aventuras que había vivido (para lo joven que era había vivido unas cuantas) y cómo era la vida de un vampiro. El tiempo transcurrió rápidamente y pronto ya eran las siete de la tarde. Cogimos una bolsa de deporte y metimos en ella dos pares de prismáticos, dos libretas, dos bolígrafos, una pistola (quise preguntarle que cómo la había conseguido, pero me contuve) y una caja de balas de plata. Iba a salir por la puerta principal, pero Noah me agarró del brazo y me dijo:

- Por ahí no - me dijo.

Me arrastró escaleras arriba hasta la última planta y me sacó al balcón.

- Sube - me dijo, refiriéndose a que me subiese a su espalda.

Le miré, confundida, e hice lo que me pedía. Me subí a su espalda, agarrándome a su cuello con los brazos y entrecruzando las piernas alrededor de su cadera. Me agarró de ellas para asegurarse de que no me iba a caer, y sentí que se me erizaba todo el vello del cuerpo mientras un escalofrío me recorría la espalda. De repente, pegó un salto y comenzó a correr por los tejados de los edificios, hasta que llegamos a nuestro destino. Ya en el callejón, nos sentamos en el tejado de un edificio para poder observar mejor lo que ocurría a nuestro alrededor. Noah cogió la bolsa que habíamos preparado y cogió los dos pares de prismáticos. Acto seguido, me dio un par. Como me sentía un poco incómoda sentada entre las tejas de aquel viejo tejado, se me ocurrió que a lo mejor podía sentarme justo en el borde del tejado para que no se me clavaran todas las tejas en el culo. Me senté y, de repente, el techo crujió bajo mí y sentí que me caía. Unas manos me agarraron e impidieron que me cayese. Noah me miró con cara de reproche y me dijo:

- ¿Se puede saber qué haces? ¡Podrías haberte matado!

Traté de explicarle que pensaba que, si me sentaba en el borde, estaría más cómoda y no se me clavarían todas las tejas en el culo. Puso los ojos en blanco y sacudió la cabeza hacia los lados de forma que me daba a entender que lo que yo estaba diciendo era una tontería. Me dio la sudadera que llevaba puesta y me dijo que la pusiese por encima de las tejas para que pudiese sentarme mejor. La cogí y la doble de manera que quedase una especie de cojín y me senté encima de ella. Estaba calentita y olía a él. Miré por los prismáticos, pero no veía nada. Me tumbé sobre las tejas, pero en seguida volví a sentarme al ver que era imposible dormir allí. Cada vez estaba más cansada, y el sueño me iba venciendo poco a poco. Intenté resistirme, pero al final me dormí. Cuando Noah me despertó, habían pasado unas dos horas. Al principio estaba un poco aturdida y no recordaba ni dónde estaba ni porqué hacía tanto frío, pero luego me di cuenta de que estaba en el tejado del callejón. Me incorporé, ya que había acabado hecha un ovillo entre las tejas, y miré lo que Noah me estaba señalando. En una de las esquinas del callejón se podía ver una silueta de algo que parecía una persona. Noah me dio los prismáticos y me dijo que mirase a través de ellos. La sombra parecía de una chica joven, de nuestra edad probablemente. me fijé más y lo que descubrí me dejó helada: ¡era Kemily!

Pero algo no me cuadraba. Su habitual sonrisa había desaparecido y su rostro no mostraba ningún tipo de emoción,. Sus ojos estaban completamente blancos. La habían poseído. Miré a Noah y le dije que la joven muchacha que se encontraba allí era Kemily, pero que la habían poseído. Él me miró, preocupado. Me hizo una señal de que le siguiera, y juntos echamos a andar por el tejado. Con cuidado de no caernos, nos colocamos justo encima de Kemilly. Íbamos a saltar para poder atraparla y ayudarla, pero alguien nos empujó por detrás y ambos caímos a la calle. Noah me cogió y evitó que me estrellase contra el suelo. Nuestro atacante saltó del tejado al suelo. Mientras tanto, Kemilly se había girado y se acercaba a nosotros. Abrió la boca y mostró sus dientes. Tenía los colmillos largos y afilados. Entonces me di cuenta de a qué se debía la mirada que Noah me había dedicado antes. Kemilly se había convertido en un vampiro. Solté un grito, horrorizada. Noah me indicó que me pusiera detrás suyo, de manera que yo quedase contra la pared. Sus ojos comenzaron a ponerse rojos y sus colmillos comenzaron a crecer. Yo estaba asustada, pues veía que Kemilly y nuestro agresor, que resultó ser un hombre de mediana edad (unos 27 años), pelo corto y moreno, peinado hacia el lado, barba y ojos verdes claros, casi amarillos, avanzaban hacia nosotros lentamente. La expresión de su cara me indicaba que estaba muy enfadado. Volví a mirar a Kemilly con ojos suplicantes. "Tiene que haber alguna forma de que Kemilly me haga caso y vuelva a ser ella misma" pensé. "Pero bueno, ahora no hay tiempo para eso, lo primero que tenemos que hacer es encontrar una forma de detener a Kemilly y a su secuestrador".

Miré a Kemilly de nuevo, e intenté que me reconociera, pero fue imposible. Luego miré a Noah. Sus ojos habían vuelto a su color original, pero los colmillos seguían allí. Kemilly mantenía su fría mirada fija en mí, y su acompañante en Noah. Y Noah me miraba a mí, como si me intentara transmitir algo. Escuché una voz en mi mente. Era la voz de Noah. Ahora ya entendía porqué Noah me miraba de una manera tan rara. Estaba intentando comunicarse conmigo a través de telepatía. Me dijo lo siguiente:

*Hola Emma, soy yo, Noah. No te asustes, tan solo estoy utilizando la telepatía. Necesito que, a la de tres, salgas corriendo fuera del callejón, en dirección a la plaza de las Rosas Rojas. Allí, entra en el bar conocido como "Las lágrimas de sangre". Allí, pregunta por Adam. Y recuerda: no puedes dejar de correr hasta llegar allí, pase lo que pase, veas lo que veas, oigas lo que oigas. Allí te pondrán a salvo. ¿Entendido?"

"Sí, pero, ¿qué pasará contigo? No puedo dejarte aquí solo" le respondí.

"Tú tan solo haz lo que te digo, ahora no tenemos tiempo para discutir". Me dijo, poniendo punto y final a la conversación.

"UNO" Miré a Kemilly y al hombre que la acompañaba.

"DOS" Busqué una manera de salir corriendo sin que me atrapasen.

"TRES" Comencé a correr.

Sin mirar atrás, corrí por el callejón hasta salir a la calle. Al cabo de un rato, un tanto asustada, entré en el bar que me había nombrado Noah. En la barra, vestido con un traje constituido por unos pantalones negros, una camisa blanca y una elegante corbata negra, se encontraba el que parecía ser el dueño del bar. Estaba sirviendo unas copas a unos clientes. Esperé a que terminase de servirles y me acerqué a él.

- Disculpe, ¿está por aquí Adam? - le pregunté.

- Soy yo - me contestó -. La cuestión es, ¿quién eres tú?

- Soy Emma - le respondí -. Noah me ha dicho que venga aquí y que pregunte por usted.

- Ven conmigo - dijo-. Tenemos que llevarte a un sitio seguro. Ya hablaremos allí, y tendrás que contarme todo lo que os ha pasado.

Me cogió de la mano y me guió por todo el bar. Me llevó a las cocinas. Allí, se colocó en frente de la despensa y accionó una especie de mecanismo. Éste hizo que la despensa (una estantería) se moviese y dio paso a unas escaleras. Bajamos por ellas. Éstas llevaban a unos pasadizos subterráneos, que estaban iluminados por antorchas que iban por todo el pasillo. Fuimos andando por los pasadizos hasta llegar a una puerta. Ésta era de madera, la cuál estaba tallada con distintos símbolos que no logré reconocer. El pomo de la puerta tenía forma de corazón y era de color dorado, por lo que podía ser de oro. Adam sacó una llave de su bolsillo y la introdujo en la cerradura de la puerta. Al abrirla, pude ver que lo que se encontraba detrás de ella. Era una gran sala de paredes azules, decoradas de terciopelo. En su centro se podía ver una pequeña mesa de mármol. A su alrededor había cuatro sillones de cuero blanco con cojines azules. En el techo había una gran lámpara colgante, de aspecto antiguo. De ésta colgaban cristales, los cuáles creaban pequeños arcoíris en el techo blanco. En la pared del fondo se podía ver una estantería de madera repleta de libros antiguos. A su lado había otra puerta de madera, pero ésta era mucho más simple, pues no estaba decorada. En las paredes restantes se podían ver algunos cuadros y fotografías antiguas, decoradas con suntuosos marcos. En el suelo había una preciosa alfombra blanca con bordados plateados que formaban formas de distintos tamaños. Entramos en la sala, y Adam me indicó que me sentara. Hice lo que me pedía y me senté en uno de los sillones.

- ¿Qué es este sitio? - pregunté.

- Eso no importa - me contestó -. Ahora vas a tener que quedarte aquí hasta que venga Noah. Luego ya hablaré con él y veremos que hacemos contigo.

Le conté todo lo que nos había pasado a Noah y a mí, desde el momento en el que fuimos al callejón hasta cuando salí corriendo. Adam me preguntó que quiénes habían sido nuestros atacantes, a lo que yo respondí diciendo que uno era Kemilly y el otro era un hombre de unos 27 años al que no había visto nunca. Finalmente, Adam se fue. Yo me puse a explorar aquella sala. Lo primero que hice fue abrir la sencilla puerta que había visto nada más entrar en la estancia. Al otro lado de ésta había una pequeña habitación. Sus paredes eran de color blanco. Al fondo había una cama de sábanas de terciopelo rojo y, al lado de ésta, una pequeña mesita. Encima de ésta había una pequeña lámpara de aspecto antiguo. La habitación contaba, a su vez, con una pequeña cómoda llena de ropa (casualmente era de mi talla) y con un baño. El baño contaba con una pequeña bañera, un retrete y un lavabo. Sus paredes estaban cubiertas de azulejos, al igual que el suelo.  Volví al salón y me puse a mirar los libros que había en la estantería. Vi unos cuantos que me interesaron, pero al final me decanté por uno que se llamaba "Orgullo y prejuicio", de Jane Austen. Me sonaba el título, ya que había visto una película que se llamaba igual. Me senté en uno de los sillones, apoyando los pies en la mesa, y comencé a leer. Al cabo de un tiempo, me levanté para mirar si había algún reloj en la estancia. Al final encontré uno en la parte de arriba de la estantería. Le cogí y le coloqué en La mesa. Seguí leyendo hasta las doce de la noche, hora a la que me fui a la habitación. Cogí el reloj y el libro y los dejé en la mesita que había al lado de la cama. Miré la ropa que llevaba puesta. Estaba destrozada. Abrí uno de los cajones de la cómoda y me puse a mirar la ropa que había. Era toda muy vieja (por su aspecto, diría que era de hace siglos) pero al final escogí un bonito camisón blanco. Me metí dentro de la cama (que no era muy cómoda) y me eché a dormir. A la mañana siguiente me desperté y fui al baño. Éste, a diferencia de el resto de las estancias, era mucho más moderno y se notaba que le había limpiado recientemente. Encontré unas toallas y me di un baño. Acto seguido, me vestí con un ligero vestido y ropa interior que había encontrado en la cómoda. No había secador, por lo que tuve que esperar a que mi pelo se secase. Volví a la sala con el libro y el reloj en las manos y continué mi lectura del día anterior. Luego me fui a la habitación y me puse a rebuscar entre la ropa que había en la cómoda, probándome cosas. Encontré unos vestidos muy bonitos, un corsé y varias prendas complementarias a los vestidos. Los vestidos que más me gustaron fueron uno azul con bordados muy elegantes en color dorado y uno rojo de mangas abullonadas y con detalles de tul. También encontré zapatos de distintas tallas y varios pares de zapatillas. Encontré varios de mi talla y me puse unas zapatillas de color blanco. A las once de la mañana (yo me había despertado a la siete) apareció Adam en la sala. Me traía el desayuno.

- ¿Qué tal has dormido? - me preguntó.

- No puedo quejarme - le respondí -. ¿Se sabe algo de Noah?

- Por el momento nos ha llamado para decirnos que está bien, pero todavía no le es seguro venir, pues podría haber gente siguiéndole. Por cierto, ayer se me olvidó decirte que si le das a un botón que hay junto a la estantería, la pared que se encuentra delante del sillón se abre para que puedas ver la televisión.

En cuanto me dijo esto le miré mal, pues me había pasado todo el día intentando no aburrirme. Esperó a que me terminara el desayuno y luego se fue. Encendí la televisión y me puse a ver Stranger Things en netflix. Adam volvió sobre las dos y media para traerme la comida. Me trajo un plato de rabas como primer plato y un huevo con patatas de segundo. De postre me trajo una tarrina de helado de avellanas (mi helado favorito). Me dijo que Noah le había llamado por teléfono preguntando que si él creía que ya era seguro venir a visitarme o si debía esperar un poco más. Éste le había contestado que sí, pero que por seacaso viniese por la noche, cuando ya todo el mundo estuviese dormido. Yo le dije que vale, que gracias por avisar y que, como ya había terminado de comer, podía llevarse la bandeja en la que me la había traído. Seguí viendo Stranger Things hasta las ocho y luego me dediqué a leer un rato. Escuché unos ruidos extraños en los pasillos que había fuera de mi estancia. Las luces comenzaron a parpadear, y se escuchaba a gente peleándose. Me estaba levantando de la silla cuando de repente apareció Noah. Casi le pego pero al darme cuenta de que era él me relajé. O al menos, hasta que le vi cubierto de sangre. Le chorreaba por toda la boca y bajaba por su camiseta blanca, ahora roja. En la mano traía un mapa. Y en el mapa, había cuatro puntos marcados (las cuatro estrellas).




·Hola chicos, perdón por estar tanto tiempo sin subir ningún capítulo, he estado muy ocupada con las cosas de la escuela, etc, pero ahora que estamos de cuarentena intentaré actualizar más a menudo,

os quiere, Carla :)

P.D. Estaba pensando en escribir un fanfic sobre Finn Wolfhard, decidme en los comentarios si os gustaría ;)

No os olvidéis de darle a la estrellita si os ha gustado este capítulo, me ayudaría mucho.

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