Mi Tormento Favorito©+18 [MC...

By Cinnluna06

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La vida de Amber y Evan da un giro inesperado cuando secretos del pasado se ven mezclados con el presente de... More

*A V I S O*
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Epílogo [P1]
Epílogo [P2]
¡3 PARTE YA DISPONIBLE!

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By Cinnluna06

Amber POV

El mensaje de Chris era conciso, me preguntó cómo me estaba yendo en París lo cual me dejó estupefacta, no le había contado que me iría a París pues aunque habíamos quedado mejor como amigos preferí no decírselo y tomarme un tiempo para mí, sin contarle las cosas que haría de por medio hasta que yo sintiera que era tiempo suficiente para volver a comunicarnos, debí adivinar que seguro Karen le contó algo, recé para que no le mencionara que Evan estaba aquí porque ahora sí se armaría una catástrofe en todos sentidos.

—Bien, la verdad tengo mucho trabajo, ha sido una experiencia muy buena.

—Me da gusto, la verdad es que Karen me dijo que te fuiste a París ya que pasé por tu departamento pero no te encontré así que no quería preguntarle a Mía o Florence, me dio vergüenza, solo quería saber si estabas bien.

Empezaba a sentirme aliviada, solo un poco, Karen no le había contado lo de Evan pues de otra forma me habría preguntado inmediatamente por eso.

—Estoy muy bien, gracias por preguntar, ¿Cómo van las cosas por allá? ¿Qué tal el trabajo?

—Excelente, abrirán una nueva sección en el programa así que todos están como locos, ¿A qué hora es en París?

—Pasada de las doce, por cierto, siento haberme tardado en contestarte, sé que me enviaste el mensaje a buena hora pero me ocupé con el trabajo.

—No hay problema, no quiero molestarte en absoluto, espero que cuando vuelvas al menos podamos hablar de toda esta nueva experiencia.

—Seguro que sí.

—Cuídate, Amber, adiós.

Me quedé viendo la pantalla, nuestra conversación había sido corta y muy básica y lo extraño es que no me molestó que lo fuera, no era nada que me causara alguna sensación rara, me pareció buen gesto que Chris quisiera saber de mí y que se haya interesado pero ni su repentina aparición pudo hacerme olvidar lo que había pasado en la tarde de hoy; ese beso entre Evan y yo, bajo la lluvia de París se estaba convirtiendo en el recuerdo más mágico que haya podido tener, era hermoso y disfruté reviviéndolo cuando me recosté en la cama, acariciándome los labios para simular el toque de sus labios sobre los míos una vez más.

Su mirada después de besarme todavía me sofocaba, enloquecía a mi corazón y me robaba de nuevo los suspiros que siempre iban acompañados de una prominente necesidad y deseo que no podía controlar. Dejaré que seas tú quien me diga hasta dónde puedo llegar contigo, recordé sus palabras en lo que trataba de asimilar esta excitación recorriéndome las venas, sus labios, maldita sea, cuanto había extrañado sus labios, sus besos, había olvidado cuanto lo necesitaba y ahora que estaba aquí toda la ansiedad por tenerlo de nuevo me dominaba.

Te necesito Evan Ross, necesito tu amor, pero también necesito alejarme antes de ceder ante la peor tentación de todas, que es caer en tus brazos otra vez.


(...)

Evan POV

Le fui quitando pedazos pequeños a mi panecillo de vainilla y mermelada de frambuesa en lo que terminaba de leer El fantasma de la ópera, me faltaban menos de treinta páginas para acabarlo oficialmente, mi hora de comida era perfecta para adelantarle y distraerme un poco; me encontraba en la cafetería de nuevo, comiendo en una mesa ante toda la gente que buscaba una ya que como era evidente todos comían a esta hora. De vez en cuando miraba hacia la ventana para ver si Amber pasaba cerca y  así alcanzarla, tenía algo para ella.

Dejé mi panecillo a medio comer y cerré el libro de inmediato, salté de la silla y corrí afuera cuando la vi pasar, tropecé con algunas personas que entraba y obstruían la puerta, ignoré un insulto en francés y corrí detrás de ella.

—Amber —grité su nombre una sola vez, ella se volvió casi de inmediato.

Me posicioné frente a ella, llevaba una adorable cola de caballo y un abrigo que acentuaba su cintura, unas mallas que dejaban mucho a la imaginación, estaban pegados a sus piernas y unas botas largas que le daban altura.

—Quería esperar a la hora de comida para entregarte esto pero no te vi, ¿No comerás?

Se mordió el labio y se echó un mechón de pelo que se le había soltado.

—Comí en mi cuarto de hotel pues  tengo algo de trabajo.

Busque en el bolsillo de mi chamarra el sobre que contenía el boleto a la obra que iríamos a ver con Sebastian, se lo entregue y ella se le quedó viendo con una expresión extrañada, lo sacó y vi que una pequeña sonrisa se dibujaba en sus labios.

—Cierto, lo había olvidado.

—Está bien si no puedes, dijiste que podrías mientras no tuvieras trabajo, Sebastian me los mandó apenas ayer, claro que estás a tiempo de decidir si podrás ir o no.

Siguió viendo el boleto, escuchándome.

—Son para mañana —le informé por si es que buscaba la fecha.

—Oh —exclamó, formando una "o" pronunciada, levantó su vista hacia a mí, me apreté las entrañas, quería suplicarle que viniera con nosotros pero no quería manipularla, ni interferir en su decisión. —Creo que sí  podré ir, hoy puedo adelantarle al trabajo que es para mañana, estando en mi habitación le he podido adelantar mucho así que  no habrá problema en que me tome una noche para salir.

—¿Estás segura? No es obligación.

Ladeó la cabeza, dudosa.

—¿No quieres que vaya?

No aparté mis ojos de ella, aguantándome una risa, así que solo sonreí a medias.

—Yo te compré el boleto, yo te invité, por supuesto que quiero que vayas.

No estaba seguro de si me había regresado la sonrisa pero sea lo que haya imaginado no fue un gesto hostil, pero juraba que me sonreía.

—Bueno, entonces iré, ¿Qué debo llevar? ¿Algo formal? Nunca he ido a una obra de teatro, menos en París.

—Lo que tú quieras, lo que sea cómodo para ti.

—No quiero desentonar.

Sonreí abiertamente, no pude resistirme a su buena intención.

—Yo llevaré un suéter o un abrigo, Sebastian seguro irá con saco porque es un poco exagerado —reí en voz baja —Estoy seguro de que lo que tú lleves puesto no desentonará pero si quieres podemos ir combinados. 

Se le cayó un poco la expresión ante mi inocente broma así que intenté solucionar mi imprudencia.

—Me refiero a que si llevas algo elegante puedo usar algo igual o si es algo muy informal también puedo llevar algo parecido.

—Mm...—meditó en silencio, sus ojos se pasearon en todos lados menos en mi rostro hasta que rápidamente se decidió —Parecería más adecuado si vamos como todos los demás, sin causar impacto ni nada pero sin dejar de ser elegantes.

—¿Te refieres a ser informales pero no del todo?

—Bien, llevaré un pantalón de mezclilla negro y una blusa con encaje en las mangas, ¿Eso suena muy formal?

Sonreí y la miré con intensidad pero no la demasiada para no causar aquella mirada que si bien me advirtió no quería que le volviera a dar y es que sinceramente con la descripción que me dio de su vestimenta, me fue difícil resistir la tentación de no ser insinuante.

—No, en absoluto, es muy adecuado —sonreí a medias, obligándome a permanecer lo más respetuoso posible y lo lograría pues no querría arruinar lo amena que estaba siendo la conversación. —Entonces, ¿Te veo a las ocho? Sebastian se ofrecerá a llevarnos, finalmente le han entregado su auto así que no necesitaríamos ir en bus otra vez.

—De acuerdo —musitó con cierta timidez, el recuerdo la embargó tanto como a mí, ojalá hubiéramos tenido esperanza de que volviera a repetirse aquel beso pero yo no podía lanzarme hacia ella para robárselo, aunque lo deseara con todas mis fuerzas.

No dijo nada más, solo pasó a un lado mío para seguir su camino, esperé a que estuviera a una distancia alejada para volverme hacia ella y ver como caminaba hacia la salida, no me resistí y la imaginé con aquellos pantalones y su blusa con encaje, morí de ganas por que llegara el día de encontrármela con lo que fuera que llevara puesto, aunque a decir verdad tuve la fortuna bendita de algunas veces verla con su mejor vestimenta, su desnudez.

(...)

Toqué la puerta de su habitación exactamente a las ocho en punto, me acomodé el suéter que llevaba y las solapas de la camisa que llevaba debajo, este suéter era mucho mejor que los que tenía pues compré este en la tarde de ayer exclusivamente para este evento pues los que Tom me regaló no eran tan dignos de una buena velada como esta. Amber abrió la puerta y mostró el outfit que me mencionó, unos pantalones negros pegados a sus delgadas piernas, unas botas con tacón ancho y una blusa en color rosa pálido con un escote bonito que llevaba encaje alrededor como también en las mangas de ¾.

Le eché un vistazo de pies a cabeza, ella ruborizó, agarró una chamarra y después cerró la puerta detrás de ella.

—Te ves muy guapa —me atreví a decir, esforzándome en tener compostura, realmente me petrifiqué, había olvidado lo apantallante que se veía cuando llevaba su cabello en ondulaciones sueltas.

—Gracias —susurró, bajando la mirada y caminado hacia adelante.

—Sebastian está abajo —le di el paso y ella siguió caminando, fui detrás de ella pero decidí que era mejor ir alado, no quería que se sintiera presionada.

Cuando llegamos, Sebastian también alardeó lo bonita que se veía Amber, ella solo sonrió y agradeció de manera amistosa, los dos nos fuimos juntos en la parte de atrás, sentí que ella estaría más segura si le hacía compañía, no percibí tensión o incomodidad así que eso fue buena señal; sacó su celular y le tomó fotos a la ciudad desde su ventana, ella estaba fascinada con la ciudad, se asombraba cada vez que veía a la gente, la calle, el tráfico, era algo nuevo para ella y es que París en la noche era bastante bonito, sonreí a escondidas, había lugares que le encantarían si me diera oportunidad de mostrárselos, quería hacer por ella todo lo que estuviera en mis manos para que disfrutara la ciudad conmigo.

Llegamos a la ópera de Bastilla, se veía afuera los posters donde se anunciaba la función de esta noche El fantasma de la ópera; Sebastian estacionó y él fue el primero en bajar, estos años de terapia y buena ayuda psicológica habían logrado que Sebastian tuviera una confianza en si mismo tan enorme que salir al público ya no le era un reto o una lucha, el amor propio que tenía era bastante así que cuando la gente lo vio pasar él solo decía que se había caracterizado de Eric y eso hacía reír a muchos.

—¿Te leíste el libro, Amber? —le preguntó Sebastian en broma.

Ella negó con una sonrisa apenada.

—Lo siento, no lo he leído pero busqué algunas reseñas, es una historia muy hermosa.

—¡Lo es! —respondió abriendo un poco los ojos —Terminé de leerlo por quinta vez, siempre me ha gustado el libro y ahora con mi situación es como si el libro fuera una clase de ironía, sobre todo por mi apariencia, antes pensaba que Eric era un egoísta por obligar a Christine a quedarse con él, chantajeándola pero supongo que él solo quería tenerla porque la amaba y veía cuanto potencial tenía, para él ser "el ángel de la música" para Christine pareció haberlo hecho feliz cuando ella escogió a...

Frenó, se tapó la boca con la mano e inmediatamente se disculpó.

—¡No debería decirlo! No te arruinaré el final, perdón. —rió entre dientes —Aun así no siento que me parezca a Eric hablando en lo personal, él es un asesino, loco que solo pensaba en sí mismo. ¿Cuántas veces lo has leído tu Evan?

—Tres —dije, haciéndole una mueca —Pero volví a leerlo hoy en la mañana y por cierto, deja de darle a Amber spoilers ella querrá leerlo después.

—Está bien, Sebastian me está haciendo una buena reseña.

Sebastian le agradeció a Amber con una sonrisa.

—Te encantará la obra, a mi madre le gustaba mucho, nosotros éramos muy tontos para apreciar la buena historia que es.

—¿Éramos? —enfaticé con duda, alzando una ceja.

Sebastian me propinó un golpe en el costado que logré esquivar, Amber se alejó de nosotros y prefirió acercarse al boletero que ya estaba dejando entrar a todos a la sala, fuimos detrás de ella y buscamos nuestros asientos enumerados, yo tuve que salir al baño ya que no quería incomodar a nadie por tener que levantarme a media función, al salir vi un pequeño puesto de recuerdos que vendían ediciones del libro que podías comprar cuando salieras de ver la obra, me acerqué y compré una versión de bolsillo para Amber, le escribí una dedicatoria simple y lo guardé debajo de mi suéter cuando regresé a la sala. Amber estaba sentada entre nosotros dos por lo que ella estuvo muy cómoda hablando con Sebastian, cuando empezó la función y todo quedó a oscuras, noté que se deslizaba en su asiento más hacia mi lado, como si no quisiera que hubiera un distanciamiento entre nosotros; miré hacia el frente, esperando que mi semblante no expresara lo encantado que estaba pues tenía su hombro rozando el mío y pegándose a mí poco después.

No voy a tocarte, ni incluso besarte si no me lo pides, si no me lo pides, me repetí una y otra vez, aunque mi resistencia se estuviera rompiendo poco a poco. Esto era mi tortura sin duda alguna, desearla tanto sin poder tocarla era un castigo insoportable.

(...)

Amber desbordaba encanto por la obra cuando salió, expresó su felicidad diciéndole a Sebastian lo mucho que amó al personaje de Raoul y Christine, lo mucho que lloró cuando Christine cantó la canción Wishing You Were Somehow Here Again pues la canción era hermosa, esa misma la cantaba Christine para su padre fallecido a quien extrañaba mucho y creyó que había enviado a su "ángel de la música" para ayudarla a cantar mejor, quien después resultó ser Eric y descubrió que era una farsa.

Caminamos hasta el auto en lo que Sebastian iba al baño, lo esperamos por cinco minutos hasta que no resistí y saqué el libro debajo de mi suéter, titubeando, estaba nervioso, no sabía si lo aceptaría o me lo lanzaría a la cara.

—Sabía que te gustaría tenerlo para leerlo después —comenté, poniéndome frente a ella, acerqué el libro mientras ella puso una expresión de muda sorpresa, no se movió solo me contempló —Lo compré para ti, tuve la molestia de ponerle una dedicatoria, espero te guste.

Ella tomó el libro con lentitud, sus ojos estaba llenos de ilusión, eso no se pudo ocultar, fijó la vista con intensidad en el libro y abrió la primera hoja, la que tenía mi dedicatoria, levantó sus ojos con una sonrisa dulce y atrapante, me dejó más enamorado que nunca.

—Gracias, esto es muy considerado de tu parte. Me ha gustado de verdad.

Sonreí sin evitarlo, sus ojos tenían intención de algo, lo podía leer pero yo no podía actuar, debía esperar su permiso, nos miramos uno al otro por unos segundos, no podía permitir desperdiciar esta oportunidad, me lo agradecía con el corazón, me podía sentir digno de ella otra vez aunque fuera por este momento.

—Al menos si lo lees, ¿Pensarás en mí? Cuando estemos separados porque ya no vivo en Chicago pero es una buena forma de permanecer contigo, no quisiera que me recordaras como ya sabes, la última vez que nos vimos antes de encontrarnos aquí.

—Sí, recuerdo esa última vez —susurró con desánimo, su semblante lo decía todo —Supongo que borrar el recuerdo será difícil pero está es una buena manera de reemplazarla. Y sí, pensaré en ti cuando lo lea, ahora ya será inevitable no hacerlo.

Reímos entre dientes, era una risa compartida que recordaría en mucho tiempo, este era un recuerdo hermoso que me llevaría por siempre cada noche cuando la deseara tanto, cuando quisiera tenerla a mi lado para abrazarla o acariciarla, memorizaría cada aspecto, cada grito silencioso que daba su cuerpo para que me acercara.

—Supongo que no te veré mañana ni pasado mañana, me voy en dos días, me hubiera gustado llevarte a muy buenos lugares, a donde solíamos ir mi madre, Karen y yo pero Sebastian es buen explorador, puedes pedírselo y no perder la oportunidad de conocer París.

—¿Te vas en dos días? —parecía indignada, parpadeó —¿De verdad?

Asentí.

—Estaría encantado de quedarme porque ahora hay muchas razones para hacerlo, más que mi trabajo pero no quiero decepcionar a Tom, él confía en mí. Como dije puedes pedirle a Sebastian un tour por París, tendrás increíbles tomas y recuerdos maravillosos.

—Ya tuve un recuerdo maravilloso —admitió, examinándome, hubo un silencio que pareció ser eterno pero sus ojos hablaron por ella cuando dio un paso hacia a mí para clavarse en mi mirada —Un beso bajo la lluvia de París es mejor y es por mucho el sueño de cualquier mujer. 

Sentí que mis ojos se suavizaban al responder, tenía un deseo profundo queriendo florecer en ese instante al desear tocarla, abrazarla y besarla como despedida pero de nuevo me resignaba a tener que esperar a que sus deseos compartieran el mismo rumbo que el mío.

—Ojalá pudiera darte más recuerdos maravillosos además del beso bajo la lluvia de París —susurré con tono emotivo, me apreté los labios, porque ya no podía resistirme a más, mi autocontrol era peligroso. —Y me gustaría seguir compartiéndolos contigo.

—Creo que tú y yo sabemos que necesitamos más tiempo para resolver algunas cuestiones, no volveremos a vernos después de este viaje.

—¿Eso deseas?

Se petrificó, me vio a los ojos, en espera de poner en orden sus pensamientos o sus deseos.

—¿Tú lo deseas? —me preguntó, esperanzada de una respuesta sincera.

Inhale y exhalé con fuerza, no la engañaría más eso estaba claro.

—No, yo quiero seguir permaneciendo en tu vida pero tú tendrás que decidir de qué manera, no volveré a lastimarte.

—Necesitamos aclarar esto de una vez —en ese instante Sebastian se acercaba, ella rápidamente habló antes de que él llegara y la escuchara —Deberíamos ir a otro lugar ahora que ya estamos afuera.

Sebastian llevaba las llaves del auto en la mano, jugaba con ellas pero antes de que nos metiéramos le dije que me recomendara un restaurante bueno para poder ir a cenar y que estuviera cerca del hotel de Amber y el mío, él ofreció a llevarnos sin ningún problema ya que él no tenía hambre, además debía volver a casa para terminar una pintura que dejó a media acabar y ahora que había visto la obra se sentía inspirado por la gama de colores.

Subimos al auto y la distancia entre Amber y yo era normal, ya no era distante en absoluto, eso me daba mucha esperanza, ella no quería mantenerme alejado. 

—Sebastian, creo que cambié de opinión —interviné de inmediato a medio camino, justo antes de que pudiera llegar al restaurante —El hotel donde me hospedo tiene un exquisito restaurante bar, además si se hace tarde podré llevar a Amber a su hotel caminando. ¿Qué dices, Amber?

—No hay problema. —aceptó

—Tienen una increíble comida gourgmet y una buena selección de postres.

—No lo dudo, si te pareció bueno, no creo que para mi sea lo contrario.

—Será lo mejor que has probado

Ella se apretó los labios, ocultando una sonrisa y el rubor de sus mejillas invadió todo su rostro, me echó una mirada rápida y miró hacia el frente, hablando muy bajito de nuevo para no ser escuchada por Sebastian.

—Ya veremos.


Uyyyy Chicas, de aquí en adelante se viene lo bueno :3 estos son los capítulos que esperaba que ya se estuvieran subiendo, estarán más largos, para que ya no se queden con las ganas de leer, yo sé lo que eso hahaha. 

Espero todas se encuentren muy bien en casa, sigan las indicaciones y por favor no salgan, las quiero mucho y nos leemos el sábado.


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