Lycans II: Apocalipsis

By FreyaConnor

1.5M 138K 172K

El tiempo ha pasado. Una nueva guerra esta por iniciar. Los Lycans ya no están a salvo. El mundo ha cambiad... More

Apocalipsis
...
Prefacio
Personajes
BOOKTRAILER
Capítulo 1
Capítulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Aviso
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 37
Capitulo 38
Capitulo 39
Capitulo 40
Capitulo 41
Capitulo 42
Epílogo
Lycans III: Apoteosis

Capitulo 23

33K 2.6K 2.4K
By FreyaConnor



Mehgan

No podía parar. ¿Porque no podía parar? ¿Porque no me detenía? ¿Porque era tan difícil?

Moví los papeles frente a mí hacia un lado, tratando de no lanzarlos al suelo. Y, sin poder evitarlo, las lágrimas volvieron a emerger. Muchas, tantas que me era imposible parar. Se sentía horrible, era como ahogarse, no encontrar ni un poco de aire. Arañaba todo lo que podía el aire a mí alrededor, pero no había nada o nadie que pudiese ayudarme. Nada. Nada. Estaba sola. Quería detenerme. Pero no podía.

Mis jadeos formaban sonidos que hacían eco en la oficina de Nathan, rebotando contra las paredes y volviendo directamente hacia mi cabeza. Golpeándome, atacándome, matándome. Me estaba desgarrado, rompiéndome, y nadie se daba cuenta. ¿Porque nadie se daba cuenta?

¿Por qué nadie me ayudaba?

Porque no vales la pena, nunca lo has valido.

El ataque a mi respiración se pronunció, y, sin poder mantenerme de pie, caí hacia atrás. La silla se movió, y termine cayendo al suelo. No podía conseguir suficiente oxígeno. No podía respirar. Me lleve las manos al pecho, asustada, adolorida, rota. Solo quería dejar de llorar. Solo quería dejar de sentirme... Así.

Acostúmbrate.

— ¡No, no, no! — Me recosté del suelo, haciendo una pequeña bola, tratando de alejar las malas sensaciones de mi mente apretando mis piernas. No funciono. — no...No...

Acércate, acércate, acércate, acércate, acércate, acércate, acércate...

— ¡Cállate!

La voz paro. Y mi llanto también.

Trate de ponerme en pie lo más rápido que pude, sosteniéndome del pequeño escritorio que estaba a un lado del de Nathan. Logre sentarme, y sentí claramente como mis ojos comenzaban a hincharse. Tenía suerte, la oficina estaba insonorizada. Solo esperaba que no hubiese nadie cerca que me viera salir con el rostro demacrado.

Había papeles sueltos por toda la mesa, los más importantes estaban apilados en un costado del escritorio y aquellos que eran invaluables, estaban dentro de los cajones. Luego de limpiarme la cara, procedí a organizarlos mientras trataba de ingresarlos en el sistema de la computadora. Mire mi reloj; recién eran las siete de la mañana. Tome los documentos y comencé a apilarlos en el escritorio de Nathan, cuando alguien toco la puerta y luego la abrió.

Era Edward.

—Hola. — saludo, moviendo una carpeta amarilla entre sus dedos.

Le di una mirada fugaz, y luego volví a ver los documentos.

—Hola. —salude, de vuelta.

La habitación se quedó en silencio, un silencio incomodo muy atípico de mí. Pero, honestamente, tenía algo de resentimiento hacia él. Si, sabía que la situación había sido bastante peligrosa, pero él me había avergonzado frente a todos, y, además, había sido muy brusco. Ni siquiera me había dejado darle una explicación. Algunas veces olvidaba que el podía ser cruel... Muy cruel.

— ¿Estas bien?— me pregunto. Asentí tranquilamente sin alzar la mirada.

De pronto estaba nerviosa, me moví un poco el cuello de tortuga hacia un lado y me volví hacia la mesa para comenzar a mover los papeles. ¿Qué estaba haciendo...?

Lo oí entrar a la habitación y perdí completamente el hilo de lo que hacía, pero aun así no deje de mover mis manos sobre la mesa, pretendiendo hacer algo que en realidad no estaba muy segura que era. ¿Cuentas...? ¿Dónde demonios estaba la hoja amarilla de ingresos? ¿Y la...?

Un mal movimiento de mi muñeca lanzo mi lapicera fuera del escritorio, pero Edward la atrapo en el aire con tanta rapidez que me sobresalte. Luego, lo extendió hacia mí.

—Eso se ve complicado.

Asentí de nuevo.

— Lo es. —Mire disimuladamente la puerta, esperando que se fuese, pero no lo hizo. Carraspee. —Me gustaría hacerlo sola, ¿Podrías...?

— ¿Estoy interrumpiéndote? — pregunto el, alzando las cejas.

—Sí.

— ¿Cómo? ¿Con mi sola presencia?— dijo, señalando su cuerpo. Tenía puesto un suéter blanco y pantalones holgados negros, además del pelo completamente desordenado. Necesitaba un corte de pelo.

—No, solo quiero estar sola. —Luego, sin darme muchos rodeos, añadí: — ¿Podrías salir, por favor?

El me miro de un modo que podía interpretarse dolido, pero era imposible. Luego, se acercó y se sentó en la silla junto a mí. Suspire de impaciencia.

—Nathan te manda esto. — El me entrego la carpeta. La sostuve. — Lamento... Lo de ayer.

Lo mire directamente a los ojos, el me devolvió la mirada. ¿Realmente se estaba disculpando? Como no dije nada, él se vio obligado a seguir hablando.

—No debí tratarte de ese modo. Fue algo... brusco.

Si, tenía razón. Pero él era brusco para todo, así que, en cierto modo, no era su culpa. Yo estaba teniendo una batalla de sangre y lágrimas en mi cabeza... ¿Cómo decirle que tal vez había llegado en el momento preciso?

—Este bien. — le dije, sonriéndole. No podía estar molesta con ninguno de ellos. Además, Edward me caía bastante bien, dejando de lado que a veces era una especie de roca. No sabía porque, pero él se portaba distinto conmigo. Era más... Más todo. Pensar en ello me saco una sonrisa amplia. — Solo te estabas preocupando por mí, eso es tierno.

La expresión de Edward cambio drásticamente y él se alejó un poco de mí en su silla. Lo oí carraspear.

—me preocupo por todos. — dijo. Ladee la cabeza.

—Pero a veces pareciera que te preocupas más por mi...— comente, riendo. — Eres un buen amigo.

El asintió, sin mirarme, Su expresión se volvió algo más dura de nuevo. Luego se inclinó para tomar un caramelo del pequeño cenicero que estaba a un lado mío. Me encontré a mí misma retrocediendo un poco por su cercanía, y, por alguna extraña razón, aquello me causo un escalofrió. Edward tomo el caramelo, y volvió a su antigua posición para comerlo. Mis ojos cayeron en su boca moviéndose y su mandíbula. Y, por puro impulso, alce la mano y le moví el pelo hacia atrás. Edward se sobresaltó, pero no me quito la mano o algo así, lo cual agradecí.

—Necesitas un corte de pelo urgente. — le dije, retirando la mano. Claro, probablemente a él no le gustaba mucho que le tocaran. Era como Elsa, incómodamente imposible de integrarse.

Me volví de nuevo a los documentos, aun con el allí sentado, y seguí trabajando.

Me caía bien Edward, era un chico amable. Igual que Nick.

(...)

Amber.

Me encontraba en el taller. Habia dejado a Camille durmiendo como un tronco en mi cuarto y había planeado comenzar el dia haciendo una sesión de concentración intensa, algo de enfoque que me ayudara al control de mi nueva y alocada habilidad, cuando, de la nada, y hablo enserio de la nada, mientras bajaba las escaleras, me fui de lado.

O, como debía decir ahora, invertí la gravedad hacia mi derecha. Y caí, literalmente, hacia la pared de mi derecha como si fuese el suelo. Mi pelo por toda l pared y difícilmente para mi levantarme. El mundo se había movido noventa grados a la derecha y yo comenzaba a querer matar a alguien, porque, maldita sea, ¡Ya esto estaba volviéndose una mierda!

Kate me encontró, llamo a Nathan y los dos se me quedaron viendo unos cinco minutos enteros antes de reírse.

Si, reírse.

Mi indignación fue tanta que mi grito de queja despertó a Camille.

—Oh, mi amor, — Kate reía como si hubiese pasado mucho tiempo sin hacerlo. Hasta parecía que iba a llorar. —Tienes que entenderme. Pareces una lapa en una roca.

—No es gracioso. — me queje, como si tuviese cinco años. Nathan, aun riendo y casi sin aire, asintió.

—Lo... sabemos... No... te... preocupes....

Su risa era tan contagiosa que yo termine riéndome también, y, adivinen que, mi gravedad volvió a la normalidad después de unos cuantos segundos de una buena risotada mañanera. Kate me llevo a desayunar de la mano, por si me sucedía de nuevo. En la cocina ella y su esposo se repitieron la escena uno al otro mientras se reían, y, en lugar de enojarme, me hizo reír con ellos. Honestamente, si eso le hubiese sucedido a otro yo me habría reído mucho.

—Ah, Amber, dile a Camille que Nancy consiguió todas las pertenencias que ella tenía en las residencias de tu universidad. — me dijo Nathan, pasándome una taza de café. — Le diré a los chicos que se las entreguen en un rato.

Asentí. — Muchas gracias, Nathan.

El me sonrió, asintiendo, y luego se puso junto a mí. — También nos entregó otra cosa, y tiene que ver contigo y Mehgan. Pero creo que debemos hablar eso nosotros primero, ¿Esta bien? A solas.

Asentí, preocupada, y mire a Kate. — ¿Es algo malo?

Kate no pudo decir nada, porque Mehgan entro en la habitación y saludo a todos. Me di cuenta de que Nathan y Kate cambiaban sus expresiones al verla, volviéndolas mucho más tranquilas. Una sola mirada más hacia Nathan y me di cuenta que era mejor que no mencionara nada a Mehgan sobre lo que me acababan de decir. Solo esperaba que no fuese nada malo.

Fui al taller con mis planes iniciales, puse algo de música, y me senté en medio de la sala de entrenamiento, justo sobre las colchonetas que eran bastante mullidas y cómodas... Excepto cuando te lanzaban contra ellas.

Respire calmadamente, inhalando y exhalando sin mover nada más que mi pecho. Sentidos al máximo, y cuerpo totalmente preparado. La tensión en mis manos y mis brazos era incomoda, como colgarse sosteniéndose de las piernas y que tus manos simplemente no puedan mantenerse ajunto a ti porque la gravedad hace que caigan. Eso me sucedía a mí, pero yo estaba de pie, y evitar que mis brazos subieran era bastante más complicado de lo que puede narrarse. Y, ciertamente, dolía un poco.

Centre mi mente en algo importante; concentración, enfoque... Evolución. Controlar esta nueva habilidad tenía que ser mi prioridad en todos los sentidos, no como mi antigua yo; Esa a la le fastidiaba un montón tener que practicar con Nathan para controlar su habilidad mental. Eran otros tiempos, y no quería ser la que se quedase atrás.

Paso una media hora de meditación hasta que por fin pude controlar el insoportable peso de mis brazos. Suspire tranquila, y fui a tomar algo de agua. Mientras bebía, un mechón de mi pelo fue succionado hacia arriba, pero lo baje de un manotazo. Ojala todo hubiese sido así de simple.

Mi meditación se extendió un par de horas que se hicieron eternas. Durante ese tiempo logre ver varias cosas de mi habilidad que, a la antigua yo, le habría costado semanas de entrenamiento. Primero que todo, la habilidad era más de emoción que de movimiento físico. Totalmente diferente a la de Andrew; sus ondas electromagnéticas podían ser activadas con su mente, pero para direccionarlas él se veía obligado a levantar una mano, o el brazo entero y de esta forma poder darles una trayectoria especifica que su mente por sí sola no podía hacer. Mi habilidad era todo lo contrario, pude darme cuenta, luego de varios intentos fallidos en los que me hice varios moretones, que no se trataba de hacia donde se movieran mis manos o mis piernas, sino, más bien, hacia donde se sintiera mi mente.

Para hacerlo más simple, si yo pensaba arriba, me iba hacia arriba. No necesitaba señalar hacia arriba para que mi cuerpo supiera que hacia allá debía ir. Mi mente simplemente estaba en... ¿Cómo decirlo? ¿Piloto automático? Sea como fuese, había un problema que era algo más doloroso que controlarlo, y este era; Aterrizar. ¿Cómo demonios lo hacían los estúpidos superhéroes? Yo me golpeaba cuando mi cuerpo cambiaba la gravedad, y el sentido me lanzaba como una maldita bala hacia arriba o los lados tan de la nada que yo no tenía mucho tiempo para acomodarme y terminaba haciéndome golpes fuertes. Sanaban rápidamente, por supuesto, pero yo esperaba que con la práctica la manera de aterrizar se me hiciera tan fácil que no me hiciera algún tipo de daño.

Había algo que tenía que admitir y es que, ¡Cielos!, era emocionante. Así debía sentirse Andrew cuando usaba su habilidad. Emocionado, exaltado, con suficiente adrenalina en el cuerpo para lanzar un camión muy muy lejos. Era genial, dejando de lado que podía romperme algo si me caía, correr y moverme por el techo. Solo un par de pasos, pero ¡Eso era algo!, justo antes de volver a caer de nuevo. Era como la matrix, o algo así.

En una de las pruebas tuve de público a Nick. Yo corrí, comprimí mi mente hasta hacer que ella me obedeciera e invertí la gravedad hacia la pared derecha. Dos pasos sobre ella, y luego un nuevo cambio de gravedad que me lanzo hacia el techo. Un mal cálculo que costo un golpe en el brazo, pero salve el movimiento dando una vuelta y corriendo in detenerme. Finalmente, volví al suelo. Tropecé y estuve cerca de caer, pero, por primera vez, tuve un aterrizaje limpio y sin lesiones. Nick vitoreo, y yo me le uní, jadeante.

— ¡¿Viste eso?! —Exclame. Nick atravesó todo el pedazo que nos separaba para darme un abrazo.

— ¡Fue increíble! ¡Y muy bien ejecutado!

Me sonroje un poco, —Ay, gracias. En serio, jamás creí que podría aprender a controlar una habilidad tan rápido.

El sacudió la cabeza.

—La segunda habilidad no es tan confusa como la primera, Abby. Es más fácil de controlar, y, además, ¡Tú eres ahora una máquina de pelea!

Suspire, sentándome sobre las colchonetas del suelo. Por fin podía tener un descanso.

—Gracias, Nick. —susurre, viéndolo sentarse junto a mí. Le bese la mejilla. — No sabes cuándo te extrañe. Me hiciste mucha falta.

Nick hizo un pequeño puchero. —Tú también me hiciste mucha falta a mí. Necesitaba hablar con alguien, y sin ti era complicado.

—Pero, ¿Qué hay de tus hermanas?— le pregunte, recogiéndome el pelo. Nick se rio.

—Son chicas geniales, y me quieren mucho. Yo también las quiero, pero...— el ladeo la cabeza—A pesar de que sé que son mis hermanas, no hay demasiado vínculo, ¿Me entiendes? —Asentí —Supongo que es porque no nos criamos juntos, no tenemos nada en común y, bueno, es difícil no pensar que mi madre se deshizo de mí y no de ellas.

La última frase me saco una mueca triste. Poniéndolo así, era bastante doloroso.

—Lo hizo por tu bien. — Le dije, — Sin Nathan y Kate podrías...— me detuve a pensarlo. Sin Nathan y Kate, todos nosotros habríamos estado en manos de Exterminadores, o con alguien peor. Podríamos estar hasta muertos. Esa reflexión me hizo agarrarles mucho más cariño. Suspire. —Podríamos haber acabado muy mal.

Nick me sonrió, una sonrisa genuina. — Sé que lo hizo por mi bien, Abby. Pero también sé que estaba aterrorizada de que su niño de cinco años rompiera mesas con las manos, se asustó tanto que tuve que deshacerse de mí.

—Así suena a que le tienes mucho rencor. — susurre, frunciendo el ceño.

— No tengo resentimientos con ella. — Me dijo, y sonaba sincero — Pero si conmigo. Supongo que me pregunto que habría sido de mi vida si yo hubiese sido normal.

Su declaración me saco un escalofrió. También me hacia la misma pregunta, no tan constantemente como un año antes, pero muy de vez en cuando, ella venía a mí. Aunque era algo extraño que Nick pensase eso. Después de todo, él era muy calmado.

—Ese viaje te hizo pensar mucho, eh...— susurre, dándole un golpecito en el hombro. El asintió. — ¿Fue malo?

— ¡Oh, no, claro que no!— En realidad, parecía que el viaje le había dado mucho que pensar, pero no se veía triste o nostálgico. Era como si se le hubiesen aclarado varias dudas. —Fue...— un brillo sospechoso le cruzo la mirada. Fruncí el ceño. —Fue... alucinante.

Nos quedamos callados un segundo. Analice su cara y, para bien o para mal, me di cuenta de que tenía cara de tonto. Entonces, el me atrapo mirándolo y me hizo una pregunta que cambio el tema rotundamente.

— ¿Y tú qué? Háblame de Francia.

Ignorando el hecho de que había cambiado el tema deliberadamente, le hable todo lo que pude de Francia. De Camille, de las chicas de mi piso en las residencias, de los profesores, de las calles, de la deliciosa comida, del idioma, de aquella vez en la que casi dejo que me atrapen Exterminadores por pura risa, del montón de cosas que me di cuenta podía conseguir con solo pedirlo debido a mi cambio físico abrumador, y, finalmente, de mis 'conquistas'.

— ¿Así que a no eres...?— parecía que no le gustaba hacerme esa pregunta. Reprimí la risa — Ya sabes... Mmmmm, ¿Ya no nos perseguirán las arpías?

Me hice la que no entendía poniendo cara de perdida, y el siguió.

—Ya sabes... ¿Ya estuviste con un hombre?

—Estoy contigo ahora. — le dije, frunciendo el ceño. Nick hizo una hueca se cruzó de brazos.

— ¡Sabes a que me refiero, no me hagas decirlo! —El que rehusara a hablarme libremente del tema me hizo tanta gracia que largue una carcajada.

—Puedes decirlo, Nick, nadie nos está oyendo. —Porque, OBVIAMENTE, no iba a hablarle de ello en la sala de entrenamiento, donde los demás tontos podían oírnos. Me lo había traído al cuarto de interrogatorios que tenía las paredes insonorizadas. Así me sentía mucho más segura.

—Bueno, ya, —Nick se sonrojo un poco. Ternurita. — ¿Ya has...?

—Sí, Nick. —lo corte, limitando su auto vergüenza. — Se ha ido.

El asintió, —Bueno, no me mires así. Es que eres Amber. — él se encogió de hombros. — ¿Quién fue el chico?

Por un segundo me permití sonreír de un modo que hacía mucho no hacía. Y mire a Nick de vuelta.

—Con Charlie.

— ¿...Y Quién es Charlie?— me pregunto Nick, curioso. Baje la mirada, y luego, cuando la volví a alzar me di cuenta de que me había sonrojado. Carraspee.

—Un chico con el que Salí. — le dije, encogiéndome de brazos.

Nick frunció el ceño. —No parece solo un... chico.

Sonreí de lado— No lo fue.

Se lo conté.

Le conté que le había conocido un mes después de haber llegado. Charlie tenía el pelo ondulado, era delgado y tenía la sonrisa algo torcida. Definitivamente era muy distinto a mi prospecto de chico en general. Usaba sudaderas o camisetas a cuadros y le gustaban mucho los libros. Era la clase de chico callado que hacia chistes de vez en cuando y, dios, dibujaba fantástico. Me gustaba mucho. Las cosas se dieron como debían darse, y...

—...Un tiempo después él tuvo que salir del país. —culmine. —La decisión fue mutua. El no quería tener que dejarme esperando al estilo cartas a Julieta, y yo, definitivamente, no iba a tener una amor a distancia. Es decir, mira a Cameron, si no tuve una relación con el mucho menos iba a tener con Charlie. Yo...

— ¿Ósea que querías más a Cameron que a Charlie?

Quede en la nada. Estúpido Nick y sus preguntas tan pragmáticas. Negué. —No, creo que me enamore tanto como con Cameron. Pero no me gusta eso de la distancia, ¿Me entiendes? Es un asco.

—Es comprensible. —Me dijo, — ¿Él fue bueno contigo, no?

—Sí, lo fue. — le explique, sonriendo—De hecho fue muy tierno, me hizo un...

— ¡Eso no lo quiero saber!

— ¡Te iba a decir que me hizo un regalo! —Ambos nos reímos como dos idiotas, luego continúe—Fue un collar, y es muy lindo.

—Estoy feliz por ti. — me dijo, luego de un rato, añadió — ¿Y él fue el único?

Le hable de Carlos que, honestamente, había sido lindo, pero muy normal y finalmente...

— ¿No lo conocías, Amber?—exclamo el, cuando le hable de Shane. — ¡Y aun así lo hiciste con el!

— ¡Si lo conocía, idiota! — Exclame, dándole un manotazo en el hombro— ¡Y bájale a tu indignación, estamos en el siglo XXI!

—Pero, ¿Y si hubiese sido un exterminador?— gruño él.

—No lo era, tonto. — le dije. —Llevábamos viéndonos un tiempo.

— ¿Cómo hiciste con los demás?

— ¿Cómo?

—Los demás pretendientes.

Me encogí de hombros, y fruncí el ceño. — ¿Cómo estás seguro de que hubieron otros?

—Amber, tú eras muy linda cuando llegaste aquí. Pero linda al estilo tierno y adorable. Has cambiado mucho, te ves preciosa. Eres como nosotros, básicamente un imán. Estoy completamente seguro de que hubo más pretendientes. ¿Alguno trato de dañarte, o...?

—No lo habrían logrado aunque hubiesen querido. —le explique. Yo les habría roto algo antes incluso de que me tocaran. —Ya basta de mí, ¿Qué hay de ti?

Nick apenas me oyó puso una cara rara, pero no tuve tiempo de preguntarle porque nos interrumpieron abriendo la puerta. Era Camille.

— ¡El señor Nathan los está llamando, está aquí afuera en...eh... ese lugar donde entrenan! Ya vengan.

(...)

Nathan estaba hablando cuando nosotros salimos, y Zack estaba junto a él. Parecía que estaba siguiendo sus instrucciones mientras movía ágilmente una metralleta que se ajustaba perfectamente a su brazo derecho.

—... Y Nancy me trajo varias como regalo, ¿Qué tal están?

Zack estaba en navidad. —La tía Ancy siempre tan dedicada, ¡Una Sig Sauer! ¡Solo las fuerzas especiales tienen de estas! — El hizo un movimiento para abrir el arma, y sonrió— Modelo M240 y munición de 7,62 milímetros. Creo que voy a llorar.

Camille estaba observando todo a lo lejos, sorprendido y algo temeroso. Nathan, al verme, se me acerco.

— ¿Qué tal estas? ¿Cómo han ido esos entrenamientos?

—En realidad, muy bien. —le explique felizmente lo que había logrado y Nathan sonrió como un padre orgulloso escuchando todo lo que tenía para decirle.

—Entonces, ¿Qué tal si la pones en práctica a ver cómo te va? —fruncí el ceño. — ¿Crees que podrías usarla para defensa propia si alguien te ataca? ¿O tal vez aun necesitas un tiempo para acostumbrarte?

Esta vez Zack me miro, y yo sentí la necesidad de asentir, no estando en realidad muy segura de sí estaba lista para usarla en una batalla.

Nathan no necesito oír nada mas— ¡Bueno, entonces a ver! Señorita Camille, ¿Si es tan gentil de ir por los demás chicos a la casa por favor?

Camille obedeció, y mientras ella iba por los demás, Zack se me acerco.

— ¿Estas segura de que puedes hacer esto, Abby?

—Por supuesto que sí. — confirme, con mucha seguridad. Seguridad que realmente no sentía, porque, vamos, apenas podía correr y no reventarme la cara, ¿Cómo iba a ir a pelear con alguien? Sea como fuese, de algún modo tenía que practicar para no romperme algo. ¿Y qué mejor forma que con todos mis estúpidos?

Camille llego con todos los demás, excepto Cameron, ella me leyó la mente al verme y simplemente se encogió de hombros y sacudió la cabeza. Suspire y me fui al centro de la sala.

— ¿Qué hacemos aquí? — pregunto Edward, en voz alta. Andrew, junto a él, sonrió.

— ¿A quién vamos a matar?

Zack se rio, y Nick y Edward comenzaron a hablar con Andrew, mientras ellos discutían estupideces atisbe a ver a Mehgan entrar a la sala algo perdida. Tenía el pelo en un moño y si me vio, entonces hizo lo posible por no decirme nada y simplemente salió del taller. Los demás no la vieron, así que simplemente me quede pensativa. Paul fue el último en llegar, y al verlo Nathan atenuó las luces del techo hasta que la mitad de mi visión fue nocturna y la otra diurna.

Los chicos miraron confundidos hacia los lados, y luego Nathan hablo en voz alta a lo lejos.

—Quiero saber cuánto control tiene Amber de su habilidad.

Luego de esa frase tan limitada y poco explicativa, apago las luces por completo. Me asuste, y pensé rápidamente que esto no podía ser idea de Nathan. Él era más pasivo y habría esperado que mi habilidad se desarrollara un poco más, esto tenía la pinta y gritaba a todas luces TIA ANCY. Tenía que haber sido su idea, yo había pasado mucho tiempo bajo su foco luminoso de locura y a ella le encantaban las emboscadas en la oscuridad porque decía que de esa forma desarrollábamos mejor visibilidad nocturna.

Mi pánico momentáneo se calmó un poco mientras me llevaba las manos a las rodillas. Inhala, Exhala, visión periférica. Zack a tres metros, Paul a seis, Andrew un poco más cerca y Nick y Edward mirándose las caras como si no entendieran a quien debían atacar primero.

Necesitaba tomar ventaja si no quería que las emociones me jugaran una mala pasada y por idiota terminara en el techo de nuevo, asique, apretando los ojos, lance un golpe con la pierna al suelo. Mi habilidad mental se activó con el brusco movimiento, los chicos gritaron y todos dieron varios pasos hacia atrás, alejándose de mí.

— ¡Oye, no seas tramposa! — me grito Zack.

El siguiente en atacar fue Andrew, predecible y algo alocado, lanzo una onda que me hizo retroceder, y, de no ser por mi fuerza, habría salido volando.

Escuche a Camille, desde algún lugar seguro, exclamar. — ¡Amber, no dejes que ese tonto te gane!

Andrew le insulto. Edward se rezago y multiplico, creando un grupo poco distinguible de rubios mirándose unos a otros. Nick fue el único que no resistió la fuerza de la onda y cayó al suelo.

— ¡Ay, no! — exclamo el— ¡Esto no lo extrañaba!

Sentí un brazo en mi espalda y un golpe en las piernas justo cuando me preparaba para atacar de nuevo. El aire se tranco en mi garganta, y Paul, con fuerza pero también con poca brusquedad, me doblego contra el suelo.

Edward soltó una risa, y entonces, yo levite. Un segundo en el aire, Paul me soltó por la sorpresa, y yo di una vuelta en el aire, yendo directamente al techo. No me lastime porque logre girar a tiempo para aterrizar a cuatro patas. Suspire de alivio.

Zack grito.

Andrew también. — ¡Nathan prende la luz es como ver un demonio! —probablemente porque mi pelo estaba vuelto un desastre. Enojada, y tambaleante me puse de pie. Era complicado. Y, mi visión se confundía mucho. Los chicos estaban de cabeza de pie sobre el piso real, mientras que yo estaba de vuelta. Se me escapo una sonrisa, y entonces, sintiendo esa adrenalina que tano me gustaba, entre de vuelta al juego. Corrí, y aunque perdí estabilidad un poco, no me caí. Luego, me lance, invertí la gravedad y caí sobre Paul. El grito, pero era un estratega nato, así que atrapo mi ataque bloqueándome con ambos brazos. Me dio cosquillas, así que me reí y me sacudí, la sensación hizo que mi pelo comenzara a volar.

Alguien encendió las luces, y usando esa distracción, yo me solté de Paul. Rodé por el suelo y choque con Edward, el trato de atraparme, pero yo invertí gravedad y fui hacia el techo. No sé cómo, pero en el camino le atine un golpe en la cara que lo lanzo hacia atrás. Alguien se rio de él y esta vez si caí mal en el techo y me rompí el labio. NO había hecho ni una mueca cuando sentí que alguien tiraba de mi pie, y luego otro par de manos en el otro.

— ¡Suelteeenmeeeeee!

En lugar de estar peleando, parecía que estábamos divirtiéndonos. Volví a caer al suelo, el normal, y Andrew me atrapo y evito que me lastimara. Le di las gracias antes de empujarlo al suelo.

La pelea quedo a medias, a medias porque consiguieron atraparme y envolverme en una manta. Me entregaron a Nathan envuelta como un burrito express con el pelo tan desordenado que era difícil hasta ver. Honestamente, yo me estaba riendo tanto que no parecía un fracaso.

Kate compro comida china para todos y comimos mientras nos reíamos de las idioteces que habíamos hecho. Camille, vestida, gracias a dios, con su propia ropa, parecía llevarse extremadamente bien con Nick. Cameron no apareció en el almuerzo, y mucho menos después de él. Me pregunte si Kate le habría llamado, o si le preocupaba donde estaba. Quise preguntarle, pero no lo hice. En parte porque mi mente no quería saber y porque tal vez era algo que no quería escuchar. Pero comenzaba a preocuparme, y, tarde o temprano, yo iba a saber que estaban ocultándome.

Como Nick y Camille se estaban llevando tan bien, el me pregunto si podía enseñarle algunas tácticas con armas en el taller. Yo le dije que no tenía que pedirme permiso, pero que no le entregara las armas cuando estuviesen cargadas. Ellos se fueron al taller y Kate me pidió que la acompañase al supermercado a hacer las compras. Zack nos acompañó y cargo a Dalton durante todo el camino.

Tenía que admitir que era tierno que fuese tan unido al bebe, porque, vamos, ¿Cuándo en tu vida has visto semejante vínculo entre un hombre y un niño? Aunque, si lo pensaba bien, la única persona que podía llevarse tremendamente bien con un niño tenía que ser Zack. Él pensaba y actuaba como ellos la mayoría del tiempo.

— ¿Por qué me miras así? — me pregunto Zack, cuando llevaba casi cinco minutos enteros mirándolo fijamente como una idiota. Sacudí la cabeza.

—Te ves muy tierno con Dalton. — le dije, pasando la mano por sobre la cabecita del bebe. Dalton se rio y se metió la mano la boca, babeando todo.

—Pues, gracias, es mi superpoder. —Presumió el— Los bebes me aman.

—Todos te aman. — le dije, en parte bromeando. Pero el soltó una risa algo avergonzada y bajo la mirada.

—No todos. — dijo, después.

Bufe, dándole un golpe en el hombro. —No seas bobo, claro que sí. Ahora, pásame la mantequilla que está justo detrás de ti.

Cuando volvimos la casa estaba muy en calma. Los chicos debían estar haciendo cosas cada uno por su lado y mis amigas, que hasta ahora estaban integradas, una más que otra, debían estar con ellos. Zack y yo nos pusimos a guardar lo que habíamos comprado mientras Kate iba a cambiar los pañales del bebe. Pusimos todo sobre la cocina y abrimos un paquete de galletas mientras lo hacíamos. Zack puso música, y se puso a cantar usando una cuchara llena de chocolate.

— ¡...Ni se te ocurra, Zack!— le grite, cuando me amenazo con la cuchara de chocolate. — ¡te juro que te voy a golpear!

—Como si no lo hubieses hecho ya. — Y me lleno de chocolate.

Era la guerra.

Le lance una harina a medio abrir a la cabeza, llenándolo de polvo blanco por todos lados. El hizo cara de indignado, y arremetió con más chocolate. Me levanto y me hizo cosquillas con tanta fuerza que sentí que me iba a orinar mientras me reía.

— ¡POR FAVOR, PIEDAD!

— ¡Es muy tarde para la piedad!

Paramos cuando Kate entro a la cocina y Zack me soltó bruscamente. Caí al suelo llevándome en el camino un jugo de naranja del que habíamos estado bebiendo. El jugo cayó sobre mí, con harina y chocolate. Alce la mirada para observar a Kate. Le sonreí— Konichiwa, Kate, ¿Qué tal va la vida?

Kate se cruzó de brazos, sacudiendo la cabeza.

—Cuando terminen de jugar, limpiaran la cocina. — nos dijo, reprimiendo una sonrisa. Luego, se fue. Zack y yo explotamos en carcajadas, y él me ayudo a levantarme. Me estaba sacudiendo todo el pegote de comida fusionada cuando, de la nada, me beso la mejilla.

Lo mire sin dejar de reír. — ¿Y eso porque fue?

—Solo porque sí.

(...)

Acababa de salir de la ducha, en la cual casi me había dormido, porque me era difícil conciliar el sueño durante la noche. Estaba algo paranoica con mi habilidad inestable y todo eso. Me aterraba pensar que podía darme vuelta durante la noche y ¡Patapum! Poner de vuelta toda la casa. Sabía que no me haría daño, pero aún me daba algo de miedo.

Me encontré con Mehgan en el camino, traía en los brazos un grupo numeroso de papeles. — ¡Hey, déjame te ayudo!

Me le acerque y extendí los brazos, pero Mehgan siguió caminando. —No, estoy bien.

Luego se detuvo. Confundida, me acerque a preguntarle si realmente no necesitaba ayuda, pero me di cuenta de que no parecía estar allí. Tenía la mirada algo perdida, y los ojos fijos en el pasillo de la escalera. Puse las manos sobre sus muñecas, sin saber qué hacer.

Estaba por llamarla a su nombre, pero me mordí la lengua e hice una pregunta que había estado queriendo hacerle durante mucho tiempo, pero Mehgan se escabullía cada vez que yo iba a preguntárselo.

— ¿Qué estás viendo?

Mehgan no respondió inmediatamente, sino que se quedó mirando la pared con los ojos llorosos, silenciosa. Sus manos comenzaron a temblar levemente. — Aun no puedo verlos. — me susurro. —Los escucho.

Espere un segundo, aun sosteniendo sus muñecas, y luego la mire. — ¿Qué escuchas?

Mehgan soltó los papeles y yo los atrape a tiempo para evitar que se desparramaran por todos lados. La oí jadear, y me preocupa. — ¿Qué pasa? ¿A quiénes oyes?

Ella se encogió de hombros. Sus ojos seguían algo húmedos, pero no estaba llorando. Comencé a ponerme nerviosa, — ¿Qué escuchas? — repetí.

Mehgan suspiro, y se me acerco. — Ahora puedo verlo. — dijo. La situación estaba comenzando a asustarme, y yo había visto muchas cosas extrañas en mi corta vida como para asustarme. Fruncí el ceño, y fue cuando sentí el frio recórreme la espalda. Un frio tétrico y helado que me recorrió el brazo y la muñeca izquierda, además de parte del omoplato. Moví el cuello, trague duro, y, le seguí la corriente.

— ¿Qué es?

—no lo sé. —susurro.

— ¿Dónde está?

Mehgan esta vez me miro, lucia preocupada. —Detrás de ti.

Ambas nos sobresaltamos cuando un sonido fuerte y contundente resonó en el pasillo. Mehgan sacudió la cabeza y me muero confundida.

— Oye, ¿De dónde sacaste esos papeles? He estado buscándolos por una hora entera. — temblando, se los pase. Busque en su expresión algo que me dijera que recordaba nuestra conversación: pero sus ojos claros estaban calmados, su corazón latía con la regularidad usual y sus pupilas tenían un tamaño normal. Se veía relajada y no lucia para nada asustada. Aunque, eso sí, tenía ojeras enormes.

—Y-yo...— titubee — T-tú....

Mehgan frunció el ceño. Parecía realmente preocupada. — ¿Estas bien? ¡Estas pálida!

Abrí la boca, pero nada salió. Mire detrás de mí, la pared, de un tono azul claro y con un tapiz de motivo azul oscuro, estaba en perfecto estado. No había nadie, ni nada. Volví a mirar a Mehgan, y ella me miraba aun esperando una respuesta. Sacudí la cabeza, pero antes de decir algo, Nathan apareció.

—Amber, aquí estas. Estaba buscándote.

Mehgan se sobresaltó. — ¡Nathan! Ya casi termino con estos documentos, los ingrese y estoy haciendo el balance general de las primeras dos cuartas partes, ¿Podría hacer lo que falta?

Nathan parecía genuinamente sorprendido, pero, me di cuenta, estaba preocupado. Por supuesto, no lo demostró. — Eso es fantástico, eres una excelente trabajadora. Puedes hacer todos los que quieras, pero no te presiones demasiado, Mehgan, tendrás tiempo para terminarlo.

Mehgan me sonrió, le sonrió, y se fue.

Cuando desapareció yo mire a Nathan con los ojos muy abiertos, y el asintió calmadamente, dándome un pequeño abrazo— ¿Estas bien?

Negué, abrazándolo de vuelta. — ¿Qué acaba de pasar?

—Acabas de sentir la fuerza de un Nigromante, Abby. Ven, tenemos que hablar.

(...)

Estaba sentada sobre la cama de Kate y Nathan, y aun temblaba un poco. Kate estaba recostada de la puerta y tenía una mueca. — ¿Fue muy real?

—Fue un frio...— le dije—... Muy, muy fuerte. Creí que simplemente era frio normal, es decir, es noviembre y está a punto de comenzar a nevar. Nunca pensé...

—Es muy común que un Nigromante cambie factores ambientales mientras hace magia, es muy complejo también. — me dijo ella, sentándose junto a mí. — ¿Te duele algo?

— ¿Uh?

—Algunas veces los Nigromantes dañan sin darse cuenta. Revísate los brazos. —Lo hice, y, en realidad, tenía un pequeño corte en el codo. Sorprendida, me gire hacia Kate.

— ¡Oh, dios! ¿Y si daña a alguien más?

Kate rio— Calma, boba, solo tenemos que vigilarla y hacer que se enfoque en cosas diferentes. Ese trabajo que hace para Nathan viene en un momento excelente. Su mente se mantendrá muy ocupada.

Suspire. ¿Qué más podría hacer Mehgan? ¿Estaba volviéndose loca? ¿O qué demonios?

—Aun no entiendo realmente que implica ser un Nigromante. Creí que solo veían muertos y esas cosas, es decir...— suri un escalofrió—... Ella realmente creía que había alguien detrás de mí, parecía muy segura.

—Ay, Amber. Los Nigromantes son más que simples brujos oscuros. Son...—Se va interrumpida por Nathan, el entro a la habitación cargando un libro que desprendía mucho olor a polvo. —Al fin, pásamelo.

Luego de cerrar la puerta y ponerle el seguro Nathan camino hacia nosotras. —Aun este algo pálido. Creo que deberías respirar un poco antes de que te diga lo que se viene.

Ellos aún no me habían explicado con certeza que iba a sucederle a Mehgan. Sabía que venía la segunda fase, pero... ¿Qué implicaba?

Tome aire y asentí, para que el empezara a hablar.

— Los Nigromantes son brujos oscuros, y durante toda su vida tienen un pie en el mundo vivo, y el otro en el... Más allá. — Explico — La fuerza de voluntad que deben usar para no irse al otro lado por cuenta propia debe ser muy fuerte. Y, normalmente esa fuerza es fuerte y estable luego de que pasan la segunda fase. Esta fase es tan peligrosa porque es donde están vulnerables ante el lado oscuro, no saben muy bien controlarse y están indefensas a lo que hay de ese lado. Tienen que aprender a resistir.

— ¿Resistir qué?

— Las voces. — explico el — Los sonidos, las ilusiones, todo está dentro de su cabeza, y es real. Los Nigromantes más poderosos no son aquellos que controlen sus habilidades completamente, son los que evitan la muerte y la oscuridad. — EL suspiro — Esto podría matarla porque Su mente busca estabilizarse entre ambos mundos, es como tener un pie en el mar y el otro en la tierra. Ella sabe que está en la arena, y que es segura, y que allí está a salvo. Pero las corrientes del mar tiran y tiran de su cuerpo, intentando arrastrarla hasta las profundidades para ahogarla. Su parte mente evoca voces, sonidos, ilusiones, que debe aprender a controlar, y si no lo hace, la harán enloquecer completamente hasta llevarla al suicidio, y así el mar se llevara su cuerpo sin vida.

— ¿Cómo...? ¿Cómo...?

— Su mente estará un tiempo debatiéndose en que elegir, su parte lógica luchara para no sucumbir ante el deseo de la muerte, mientras que la oscuridad dará una fuerte pelea, para hacerla morir.

— ¿Morir? ¿Por qué querrían que muera esas.... Eh... voces?

—Un brujo oscuro es un peligro para demonios y espíritus oscuros. Es muy poderoso para ellos, sabe demasiado, por eso siempre tratan de llevárselo de ese mundo. Y la única manera de evitarlo, es que ella pelee contra su propia mente.

— ¿Mehgan tiene que decidir? — Pregunte, con un hilillo de voz.

— El tiempo lo dirá, Abby. — El suspiro de nuevo. — Solo tenemos que tenerla siempre vigilada. Las Nigromantes entrenan desde su nacimiento para el momento en que sus habilidades despiertan, porque ninguno de nosotros hemos luchado contra un oponente tan fuerte. Mehgan no tendrá que combatir mano a mano, tendrá que pelear contra ella misma.

— ¿Y si pierde? Nathan, ¿Qué pasara si pierde la pelea?

— Nos encargaremos de que no pase. — murmuro Kate.

— ¿Qué pasara si pierde, Nathan?

— La muerte es la única salida para alguien que pierde una batalla contra su propia mente.

Nos quedamos en silencio, un silencio fúnebre. Me pase las manos por la cabeza, angustiada.

— ¿Cuánto tiempo dura esta fase?

—Eso depende. — Dijo Kate— La de tu madre duro una semana. Fue muy difícil, tuvimos que llevarla a una cabaña para tenerla vigilada. — le mire la cara y me di cuenta de que su expresión era preocupada. Como si no le gustaran los recuerdos.

— ¿Cómo sabremos si ya logro pasar esa fase?

—Solo ella podrá decírnoslo.

El libro que Nathan había traído lo había encontrado la tía Ancy en su viaje a Australia. Hablaba, en unas pocas hojas, de los Nigromantes y de la época de la primera Serafín. Aun Nathan y Kate no se habían puesto a hacer cuentas, pero debía ser muchísimo antes de que Maggie y Castiel existieran. Tal vez un par de siglos antes.

Mientras Nathan hablaba, diciéndome dónde y como lo habían encontrado, yo me moví hacia la ventana para abrirla un poco. Desde donde estaba se podía ver todo el espacio entre la casa y el taller, y Camille estaba saltando extasiada mientras miraba a un enorme lobo marrón menearse de un lado a otro. Se me escapo una risa, mientras veía como se le unían un par de lobos más. Quería unírmeles, pero también quería leer el libro, así que cerré la ventana y volví mi atención a los adultos.

—Ten. —El libro era muy ancho, y la cubierta se veía muy antigua. A pesar de que olía a viejo, no parecía estar en estado deplorable. En realidad estaba muy bien conservado para lo antiguo que parecía ser. Lo abrí con cautela; las pocas hojas que tenía estaban algo amarillento y onduladas, pero no del todo.

Había un patrón extraño en su escritura. Aunque podía entender el idioma en el que estaba escrito, parecía que lo había escrito alguien con una letra bastante fea. Había un dibujo rojo rodeado de palabras que se repetían en la portada. Las palabras eran Estigio y Descenso, y eran tan curvas que era difícil saber si realmente decían eso. Pase un par de páginas, que en lugar de letras tenían dibujos raros, y por fin llegue a algo que era interesante.

Era un párrafo de casi cuatro líneas completas. Pero era inentendible. Al final de la página había letras que parecían menos alargadas y más redondas, es decir, que no era la misma persona que lo escribía.

Las páginas se siguen perdiendo, tememos que estén tratando de ocultar lo que tanto tiempo nos costó construir. No le hemos dicho a la reina, pero el vino aquí e hizo muchas cosas. Nos pidió que no dijéramos nada, y se llevó....

La hoja estaba rota, impidiendo saber en qué terminaba. Ahora entendía el desespero de Harry Potter en el último libro cuando no podía encontrar el final de la carta que su madre le había escrito a Sirius Black. Era asfixiante pensar que un pedazo de papel sabía más que tú.

Seguí leyendo.

En la parte de los Nigromantes me recorrió un escalofrió. Las palabras estaban escritas con fuerza, haciendo que la tinta saliera más gruesa e inestable: Hoy murió una de las Nigromantes. Los que lloran su perdida solo son familiares, los demás estamos agradecidos de que la situación no se llevaran más vidas. Los nigromantes deben ser vigilados, porque son propensos a matar más rápido que cualquier persona. Deben ser vigilados, y si no consiguen superar la segunda fase, entonces deben ser sacrificados.

Solté el libro un momento y compartí una mirada con Nathan, el tenia los labios fruncidos en una expresión dolida. Jadee—Oh, no. — Luego, ladee la cabeza—Pero Mehgan es fuerte, ella...

—Ella pasara esto. — me dijo Kate, dándome una palmadita en el brazo. —No hay de qué preocuparse.

Pero Nathan no creía lo mismo, podía verlo en su expresión. Si no hubiese lugar para alguna duda, ellos jamás me habrían dejado leer el libro.

Seguí leyendo, y llegue a una parte que me confundió mucho.

Decía; El movimiento inexacto del círculo es lo que lo vuelve letal. El templo está construido de manera que la fuerza ejercida por fuera afectara directamente al centro. Algunos creen que la concentración mágica podría destruirlo, pero otros sabemos que el Templo de Samael es imposible de derribar.

Al ser creado para funcionar con la magia del Serafín, podrá pasar cientos de años en pie. Lord Gabriel fue muy específico para su construcción, así que nos hemos tomado mucho tiempo para hacerlo. Esperamos poder complacer sus deseos. No podemos equivocarnos, pues todos nosotros estamos en sus manos divinas. Decepcionarle seria perjurio al trono, a la reina, y, ante todo, a Dios y a sus fieles.

Deje el libro a un lado un segundo, pero luego volví a leer la misma página una y otra vez.

—Sabemos que hablan del Ángel Gabriel, pero aún estamos confundidos del contexto en el que esta escrito. — me dijo Kate. — Hay muchos más como este, pero ninguno explica realmente...

— ¿Quién era la reina durante esta época? —pregunte.

—Admeg Ravenwood, asesinaron a sus padres cuando aún tenía doce años. Se convirtió en reina a los catorce y permaneció en el trono hasta los dieciocho. —me explico Nathan. —Pero, ¿Cuáles eran sus relaciones con los ángeles?

La heredera al trono y el ángel mensajero más poderoso mencionado en la biblia y los escritos religiosos. Tenía sentido. En mi sueño lo decían.

Bufe.

— Lo vi en uno de mis sueños. — Nathan y Kate fruncieron el ceño. Yo me di cuenta, incomoda, que no sabía exactamente que pintaba Cameron por aquí. — Admeg estaba comprometida con el ángel Gabriel, y él fue quien mando a construir El Templo de Samael.






Jola, ¿Que tal estuvo el capitulo? ¿Tienen alguna incertidumbre sin responder? ¿Que creen que esconde El Templo de Samael? 

Por otro lado, ¿Que pasara con nuestra pobre Mehgan? 

Ahora, para los que no sepan, me abri una cuenta en Litnet y estoy publicando el primer libro de Lycans por ahi. no, eso no significa que dejare de publicar, ni que abandonare wattpad, ni nada, solo estoy publicando por alla. 

 Para quienes pregunten, muchos preguntan, SI hay un grupo de whatsapp. Voy a dejar el link en el comentario justo AQUI: 

Para otros que aun no saben, Los personajes SI TIENEN redes sociales. Todos tienen instagram. El mio es @venusmortem ,  busquenme, siganme y vean mis historias destacadas donde estan todos los perfiles. :D Las administradoras son un amors.

Por otro lado, cree otra cuenta aqui en Wattpad que es esta ---> @FreyitaConnor , aqui es donde espero pronto subir otra clase de libros, ya saben esas tipo fanfic, porque no me gustaria mezclar mis historias originales con las basadas en otras vainas. Si no te gustan los fanfics, esta bien, te entiendo, no a todos nos gusta el cringe. Si SI te gusta, entonces nos vemos por alla. 

Jeje, chaus. Los ama

 -Freya.

Pd: ¿Que tal anda esa cuarentena, eh? 

Continue Reading

You'll Also Like

139K 13.6K 32
La vida real no es lo que parece. Libro 1 #184 vampiros 24/07/17 #55 vampiros 25/07/17 #46 vampiros 26/07/17 #43 vampiros 27/07/17 #31 vampiros 5/08...
1.8M 5.8K 35
AMANDA FAIRFAX VIVE EN UNA SOCIEDAD DOMINADA POR LAS MUJERES Durante el deslumbrante baile que marca su debut social, tiene solo unos instantes para...
151K 18.5K 26
Libro #2 de Los hijos de la luna Shayne había despreciado toda su vida a los omegas, considerándolos inútiles, inservibles, por su posición como alfa...
5.8M 273K 61
Él es salvaje, pero no sabe ni lo que es un beso. Marien va a quedar fascinada por su naturaleza y va a querer enseñarle. Un apuesto joven de ojos ve...