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By prettyanakin

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By prettyanakin


𝟤𝟦 | 𝖴𝗇𝖺 𝗏𝖾𝗋𝖽𝖺𝖽𝖾𝗋𝖺 𝗉𝖾𝗌𝖺𝖽𝗂𝗅𝗅𝖺

En cuanto Olivia había podido divisar la aldea de Vitalia justo frente a sus ojos, decidió que hasta allí había llegado su compañía con Ari. La tensión que se había calado entre ellos la estaba perturbando, aún incluso cuando Frands intentaba charlar animadamente para alivianar aquella sensación de incomodidad que los perseguía desde que se habían separado.

Con un particular movimiento de manos se alejó de su lado rápidamente en dirección al palacio que se imponía delante del tercer sol del ocaso.  Oyó un leve murmullo del rubio detrás suyo, sin embargo no volteó para escucharlo mejor, solo se apresuró aún más. 

Había algo extraño en ella, desde que había llegado a ese lugar. 

No comprendía de que formas podría poner en palabras clave lo que sentía, como una sensación que no le producía el más minímo placer se había acaparado a un lado de su corazón produciendo un sentimiento de pesadez y sobre todo culpa. No podía comprender porque desde que había puesto por primera vez los ojos en Ari Frands su pecho se sentía particularme comprimido, incluso se atrevía a decir que hechizado. 

No podía, ni debía, permitirse pensar demasiado en aquello, porque rebuscarle una respuesta solo llegaría a inventarse sentimientos que juraba no tener. Simplemente deseó que aquellas locas ideas se alejaran de su mente de inmediato, que dejaran de torturar a su pobre consciencia que no había tenido un descanso en demasiado tiempo. 

Se apresuró a adentrarse a los aposentos que le habían proporcionado y encerrarse allí durante el resto de la tarde con la intención de no cruzarse con nadie más. Aunque estar sola era incluso más peligroso, porque el silencio abruador solo le abría las puertas a su mente a divagar entre sus más profundos pensamientos. 

Decidida a no dejarse llevar por la soledad, se recostó sobre su cama de mantas blancas y elevó sus manos hacia el techo de la habitación, visualizando su tan característica estela esmeralda pasear entre las yemas de sus dedos, produciendo una sensación de cosquilleo que la hizo sonreír levemente. Había extrañado jugar con su energía. 

Se alegraba de haberla recuperado tan rápido, sobre todo porque la habían ayudado a huir de una situación incomoda y embarazoza. Continuó jugando con ella, formando pequeñas figuras en el aire como si sus dedos fueran lapicitos hasta que en un momento, y sin recordar como, se quedó profundamente dormida.













Olivia se había acostumbrado rápidamente a la vida en aquella mísitica aldea. Después de varias semanas, ya se levantaba temprano, justo en cuanto los primeros sonidos de algunos animales que las personas poseían comenzaban a emitir sus cantos mañaneros. Aquella mañana en particular había despertado incluso más temprano de lo que alguna vez lo había hecho, se sentía con tanta energía dentro suyo que deseaba ya mismo ponerse en marcha a hacer realmente lo que sea. 

Una gran parte suya odiaba haberse acostumbrado y formar una rutina en aquel lugar que aún no podía llamar casa. Lo odiaba porque sabrando a sus comidas, sus sonidos y sus modos de vivir. Y porque se estaba encariñando con la gente que allí residía, porque estaba formando amigos que sabía que el día que volviera a Nueva York iba a extrañar con locura. Odiaba estar acostumbrandose. 

Pero otra parte de ella, la que estaba cansada y la que había pasado mucho tiempo enjaulada atada a un chaleco de fuerza y un collar neutralizador, la parte de ella que había estado separada de sus seres queridos y que había sido tratada como una asesina se sentía en paz, sentía que aunque le faltaba tiempo podía llegar a llamar casa a Vitalia, que podía darle paso a esa sensación de pertenencia que hacía un largo tiempo estaba intentnado rechazar. 

Se podía visualizar a si misma levantandose temprano para poder entrenar junto a sus nuevas amigas, o seguir yendo de excursión con Ari y Bellamy a los lugares más fascinantes que su mente jamás hubiese sido capaz de imaginar. Se podía ver asistiendo al futuro matrimonio de Vanya y su prometido. Aunque ella jamás fuera capaz de contraer matrimonio con otra persona porque si no era con Pietro no sería con nadie.

Porque estaba cansada de que no valoraran todo el sacrificio que había hecho siendo tan solo una niña de trece años. Estaba cansada de las criticas que siempre había recibido, cansada de las traiciones que había sufrido y de como nunca tenían paz, como siempre había una nueva amenaza. Aunque de pequeña le gustaba la acción y la euforia, ahora solo podía pensar en sentar cabeza y estar tranquila. Se había acostumbrado. 

Se levantó de la cama apresuradamente, como cada vez que su cerebro sobrepensaba las cosas y se aprusó a vestirse. Sonrió levemente al ver su abarrotado closet, Edvin se había encargado de abastecer sus prendas en todas las formas y colores que tenía, argumentando que sentía que ella era su musa y que realmente le inspiraba a realizar muchos bocetos. Y a Olivia le gustaba sentir que ayudaba a alguien que parecía no tener mucho que hacer. 

No se preocupó demasiado en que prendas elegir, simplemente tomó uno de los tantos vestidos verdes que poseía y sus botas, vistiendose rápidamente. Se sentía particularmente energetica. Se trenzó el cabellos en varias tiras que caían sobre el resto de cabello suelto y así salió de la habitación, corriendo por los pasillos hasta llegar a la puerta entreabierta de la habitación de su hermano. 

La relación entre Bellamy y Olivia no había hecho más que crecer durante su estancia en Vitalia, se habían vuelto tan cercanos como lo eran los mellizos Maximoff. Se sentía como aquellas amistades que al poco tiempo parecían conocerse de años, sabiendo gustos, actitudes y sentimientos de solo verlos. Así eran ellos, complotandose para hacer enojar a Alison y corretear por Vitalia, haciendo que Kalevi desatendiera sus responsabilidades. 

En puro silencio, siendo lo más cautelosa que su energía retenida le permitía, se aproximó hacia su mellizo y tiró de las sabanas blancas, provocando que el mayor se incorporar automaticamente. Bueno, no es como que Bellamy tuviera un sueño realmente pesado, un simple sonido ya provocaba que se despertara, como un sexto sentido. 

-¿otra vez? -preguntó el castaño adormecido, pasando sus grandes manos por su cabello mientras tomaba asiento. -Es como la cuarta vez que me despertas antes de que suenen las campanas. 

Las campañas de la iglesia vitaliana sonaban sin falta todos los días a un horario definido, pero realmente no estaba muy segura aún de como funcionaba el horario en aquella tierra. 

-Me desperté sobrecargada de energía, necesito que hagamos algo -exclamó elevando la voz sin notarlo, bueno, no hasta que el mayor se llevó las manos a los oídos, irritado-, lo siento. 

El mayor asintió, aunque realmente prefería dormir unas horas más ya que su noche había sido realmente estresante y un poco movida, y comenzó a prepararse para salir. Olivia sonrió contenta como una niña pequeña, feliz de que le cumplieran los caprichos. Bellamy siempre cumplía sus caprichos. 

Había tomado asiento sobre la cama tranquila, moviendo los pies, que no llegaban a tocar el suelo, hasta que notó algo que le llamó la atención. Rápidamente se incorporó y caminó hacia su hermano, tomandolo del cuello de la camisa para observar bien de cerca. -Bell, ¿eso es una marca de beso? -Preguntó, entre sorprendida y pícara. 

Kalevi sintió sus mejillas acalorarse de una manera pateticamente rápida, por lo que rápidamente empujó levemente a la rubia y se encaminó a la otra punta de la habitación, fingiendo que buscaba que chaqueta colocarse. -No es eso, es un golpe. 

La rubia dejó salir una sonora carcajada que retumbaría a lo largo del gran palacio, recorriendo cada pasillo como un esco fantasmal, ya que después de todo, la mayor parte de la estructura se encontraba vacía. -A mi no me engañas, crecí en Nueva york, eso es una marca. No sabía que tenías novia.

Bellamy negó con la cabeza dejando salir un suspiro, procurando intentar olvidar el asunto, aunque se percató de colocarse alguna prenda que tapara su cuello, porque si su hermana lo había visto a esa distancia, era probable que otros también lo hicieran, y eso no era propio de un principe. 

Rápidamente ambos abandonaron los aposentos del mayor en dirección a la salida del castillo, esperando no cruzarse con nadie que pudiera delatarlos por salir tan temprano o peor, con su madre. Mientras Bellamy apresuraba su paso, intentando huir de la sonrisa socorrona que la rubia llevaba en los labios, Olivia se preguntaba si su novia secreta era Karim, los había visto particularmente juntos muchas veces. 

Sea lo que sea, prefirió dejar el tema pasar. Sentía que ya lo habái incomodado lo suficiente como para seguir hostigandolo para conseguir respuestas, y ella era experta en saber que así no conseguiría nada. 

-Primero iremos a buscar a Ari -informó Kalevi, sin voltear, aún el rojo de sus mejillas no podía disiparse-. No podré acompañarlos a lo que sea que hagan, pero tendrás compañía. 

-Si sabía que no podía lo hubiese venido a buscar a él en un principio -murmuró la rubia, decepcionada de no poder pasar tiempo con él. Aunque luego del accidente realmente no habían vuelto a tocar el tema, se llevaban relativamente bien y los momentos a solas ya no eran incomodos, prefería pasar tiempo con su hermano. 

Tal como ambos hermanos intuían, el primogénito de los Frands ya se encontraba a las afueras de su hogar simplemente admirando el amanecer de las dos lunas, como cada mañana. Una vez el rubio se habái animado a invitar a la rubia a ver el amanecer vitaliano que definitivamente era muy distinto a lo que estaba acostumbrado a ver en Nueva York, pero la rubia se había rehusado inmediatamente.

Era algo tan íntimo y romántico que sabía que solo podría compartir con Pietro. 

-Pero si son mis mellizos favoritos -exclamó Frands, a modo de saludos apenas los visualizó.

-Y el único par de toda Vitalia -ironizó el mayor, aunque la sonrisa genuina en su rostro delataba que en realidad le había hecho gracia. -Bueno, los voy a tener que dejar, tengo cosas que madre me ha mandado a hacer. 

Sin más, sin dejarlos siquiera despedirse, Bellamy se alejó de ellos tan rápido como había llegado, dejandolos con las palabras en la boca. Olivia sintió que quizá realmente le había molestado al mayor su insistencia en cuanto a la marca, pero hacía días que Bellamy estaba actuando demasiado extraño y quizá recién ahora lo estaba notando. 

-Bueno, ya que estamos solos, aprovechamos para ir a la cascada, ¿te gustaría? -preguntó el rubio, levantandose del pequeño banquito en el que estaba sentado. Olivia asintió, la cascada de colores era la cosa más fascinante que había visto en su vida. -Bien, buscaré unas cosas y vuelvo, esperame aquí.

Olivia asintió sin más, aunque el rubio ya no podía verla porque se había perdido en la oscuridad del interior de su hogar. Aunque prefería olvidarse completamente del asunto, porque no era de su incumbencia y ya lo había incomodado demasiado, no podía evitar preguntarse quien sería la amante secreta de su hermano. Sin embargo, no pudo pensarlo demasiado, ya que Ari volvió a salir de la edificación cargando con una pequeña mochila. 

-¿Lista? 

-Si, vamos antes de que Bell se arrepienta y quiera acompañarnos -bromeó, robándole una sonrisa a su acompañante.

El camino fue demasiado tranquilo y en un comodo silencio hacia la hermosa cascada de Vitalia, aquella que según lo que había podido estudiar en los viejos testamentos, aportaba la energía que mantenía aquella bioluminicencia que caracterízaba aquel lugar. Olivia había quedado fascinada la primera vez que la había visto, por lo que pronto, al volver a casa, se internó en las viejas bibliotecas a leer todo lo que tuviera que ver con la mítica de aquella tierra que desconocía. 

Había aprendido muchas cosas en cuanto a Vitalia. Las antiguas escrituras estaban plasmadas sobre un amarillento papel tan delicado que si no era tratado con el cuidado adecuado era probable que sus hojas se rompieran al más mínimo movimiento. Según aquel autor desconocido, Vitalia era una nación regente oculta ante el ojo del ser humano, al igual que Wakanda, preferían vivir en la oscuridad antes que tener que asumir todo lo que la política gubernamental conllevaba. 

Las cascadas Naia, como se le llamaba a aquel lugar tan mágico del que Rogers no podía despegar la mirada, eran las portadoras de la energía de aquella nación. Su fuente de poder se encontraba en su núcleo, debajo del agua, protegida por una gran fauna, y según las antiguas leyendas, una criatura que no dejaría que nadie se aproximara, a menos, claro, que se tratara de los miembros de la realeza vitaliana. 

La primera reina de Vitalia había sido Epona, la antigua diosa de los caballos, la fertilidad y la naturaleza. De acuerdo a la historia, Epona había nacido de un milagro de la naturaleza. Aunque su historia verídica era demasiado confusa, se decía que su madre había jurado la vida de su bebé a una antigua Wicca, a cambio de una misión conferida por la misma bruja. La historia dice que la madre había fallado y que la bebé había sido maldecida. 

Fueron los Padres de Todo quienes decidieron dar clemencia a la pobre infante, otorgandole el título de diosa cuando su "maldición" resultó ser un don que ayudaría al planeta tierra. Epona creció y se educó para hacer valer su milagro. Muchos años después, del propio milagro de su don, fue concebida su único hijo heredero, Cernunnos, dios de la naturaleza, la flora, la fauna, la fertilidad y la prosperidad. 

Cernunnos y una simple mortal vitaliana concebieron a Belenus, a quien se le atribuían los dones referidos a la luz. Una antigua teoría decía que ella era la responsable de la bioluminicencia que la tierra poseía. 

Fue decadas y decadas de linaje los que llevaron a la diosa Litavis, quien concebió de la misma forma que la mayoría de sus antecesoras a jord, la reina y diosa regente de la fertivilidad. En la tierra era conocida como Alison Milanne, y ella dio a luz, con ayuda de un mortal, a Ovalia y Jborn Jordottir, o conocidos como Olivia Rogers y Bellamy Kalevi. 

Los libros tenían poca y escasa información sobre los últimos herederos al trono, más que la forma en la que habían sido concebidos y sus habilidades. Ovalia Jordottir había naciado con el título de regente diosa de la naturaleza y Jborn Jordottir llevaba con orgullo el título de Dios de la guerra y la protección. 

Olivia se había sorprendido cuando había descubierto todo aquello, pero no podía hablarlo con nadie, porque de todas formas para el resto aquello no era noticia. 

-¿Ovy, estás bien? -La voz preocupada de Ari Frands la sacó de sus pensamientos abruptamente, descubriendo que sin notarlo habían llegado a la cascada. 

La rubia asintió distraídamente -Si, me distraje pensando. 

El muchacho asintió sin estar demasiado conforme con la respuesta, pero pronto se dispuso a comenzar a sacar las cosas de su mochila rápidamente. Realmente no había planeado que harían aquel día, a decir verdad contaba con la presencia de Bellamy en aquella reunión, sin embargo improvisó un pequeño desayuno en la cascada, lugar favorito de la rubia. 

Muchas veces, cuando nadie podía encontrarla, era Ari quien recordaba donde podría estar. Olivia solo podía acudir allí para pensar en todo lo que extrañaba. 

-¿No te parece demasiado romántico? -preguntó Rogers, con un leve sentimiento de incomodidad que prefería desechar, porque luego de una larga charla le había dejado claro que sus sentimientos estaban en otra persona. 

Frands se rascó la nuca nervioso y negó -Es un simple desayuno princesa. 

Olivia se rio sin poder evitarlo y tomó asiento sobre el suelo, justo frente a las cascadas que con su sonido estridente lograban alivianar la situación. -Era un chiste, Ari. 

-Ojalá no lo hubiera sido. 

-¿Qué?

Ari Frands muchas veces se había considerado a si mismo como un galán en su generación. Sabía que era apuesto, que poseía una carísmatica personalidad y que era encantador, pero era un cobarde con todas las letras, por lo que poder expresarse le había costado semanas de preparación frente al espejo. -Que ojalá no hubiera sido un chiste, Ovalia, que ojalá fuera un desayuno romántico. 

Olivia se deslizó sobre el suelo hacia atrás, alejándose de él antes de que pudiera atacarlo con su energía que ya amenzaba con salir de sus manos, lo sentía en la picazon de sus falanges. -Ari, ya lo hablamos, yo...

-Si, ya lo sé, pero no puedo evitarlo princesa, me enamoré de usted y aunque no lo había planeado así, realmente quería que hubiese  sido más romántico, me gustaría pedirte que seas mi novia. 

La mandibula de Olivia se abrió levemente queríendo dejar caer todo lo que sentía, pero las palabras se habían quedado atoradas en su gargante sin dejarla responder. Ari se había confesado, a pesar de que sabía de la existencia de Pietro, aunque sabía que ella no podía quererlo de la misma manera. 

-Esto está mal, yo me tengo que ir... -Sin embargo, nunca logró alejarse, porque el rubio la había tomado de la mano y la había obligado a mirarla a los ojos. 

Olivia quiso alejarse inmediamente, no obstante, por alguna razón no podía alejar sus ojos de los celestes del rubio. Por un momento se sintió hechizada, sin sentir la motivación suficiente para alejarse de él, por lo que dejó de forcejear para escapar. Aunque una lágrima se dejó caer sobre su mejilla que Ari se encargó de limpiar. -¿Qué me estás haciendo? ¿Por qué no me puedo alejar? -susurró atemorizada. 

-Perdón Ovy -susurró su contraparte, acercando sus labios a los suyos en un suave rose que a Olivia le hizo doler el pecho demasiado fuerte, consiguiendo así alejarse, sintiéndo como un deja vu atravesaba la situación, porque aquello ya lo había vivido y con la misma persona. 

Antes de que Ari pudiera decir cualquier cosa, Olivia se impulsó con su energía y se alejó hacia el palacio real, adentrandose violentamente sin detenerse hasta llegar a la oficina de Bellamy, donde atravesó la puerta hecha una furia. -Quiero irme, quiero irme a mi casa Bellamy. -Exigió furiosa, perdiendo toda la paciencia que había tenido durante semanas. 

Bellamy, que había estado concentrado en una gran pila de libros, se sobresaltó ante el bullicio y se acercó corriendo hacia la puerta a cerrarla, para que ningún fisgón pudiera oir su conversación. -¿Qué pasó?

-Ari me está hechizando, estuvo a punto de besarme, me pido un noviazgo y yo apenas pude resistirme, quiero irme. 

Kalevi suspiró pesadamente y se aproximó hacia ella para guiarla hacia el sofá. -Ovy, tranquilizate, debes estar confundida y...

-No, sé que me estaba hechizando, lo sentí Bellamy. -espetó molesta, volviendo a levantarse, se sentía encerrada. -Quiero volver a mi casa, con Pietro, con mi papá. 

El corazón de Bellamy se debilitó cuando se hermana se arrodilló en suelo y se tapó el rostro, dejando salir varios sollozos de frustración que había acumulado en tan poco tiempo. El mayor se llevó las manos al cabello, porque sabía que si su hermana se alteraba de más llamaría la atención. 

Se aproximó hacia ella una vez más y la abrazó, conteniendola. Quería poder protegerla de todo aquello. -Olly, lo siento tanto por esto, pero no puedes dejar Vitalia. 

La menor quitó su rostro de entre sus manos y lo observó dolida, con el rostro lleno de lágrimas y los ojos temerosos de perder su libertad. -¿De qué estás hablando? Tu me trajiste, ahora dejame ir. 

-No puedo Olly, quisiera poder ayudarte pero no puedo. 

-¿Por qué? -inquirió, alejandose de él al sentirse traicionada. 

-Mamá quiere que hagas algo y hasta que eso no suceda no puedo dejarte ir. -Trató de explicar, intentando acercarse pero perdiendo en el intento. Olivia no quería ser tocada. 

La rubia negó. -No me importa, tienes que dejarme ir, dijiste que me ibas a proteger. 

Aquello fue suficiente para que Bellamy se pusiera a llorar, porque él realmente no quería traicionarla de aquella manera. El quería protegerla, protegerlos a los dos. -Si tu te vas, van a matar a Ari por no cumplir lo que se le encomendó -exclamó sin poder resistirse. 

-¿Qué?

-Tienes que casarte con él, o lo van a matar y no puedo permitirlo.

Olivia volvió a estallar en llanto, abrumada por todo lo que oía y lo que sentía. -No me importa, debo irme. 

-A mi si me importa -volvió a gritar en un susurro, atemorizado de que alguien en el pasillo pudiera oirlos. -. ¿La marca que me viste hoy? Es de él, es mi novio y mamá lo está obligando a hacer esto por su propio capricho y está amenzado y es todo tan confuso que jamás vas a entenderlo. 



Oki, voy a dejar el capítulo hasta acá porque siento que es demasiada información y ya quedó muy largo para mi gusto 

Okey, me gustaría saber que opinan de todas las revelaciones, sé que parece muy adelanto y de hecho lo está, pero es que si pongo absolutamente todo lo que tengo en la cabeza podemos estar 38 años más escribiendo esto así que lo estoy adelantando, incluso para que no se les haga tan molesto de leer

¿Qué personaje les gusta más y cual menos?
 ¿Qué piensan de Olivia?
¿Y de bellamy?
¿Les gusta esta trama?

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