LOS ESTUDIOS ARROJAN QUE TIENES LEUCEMIA, no sabemos con exactitud que tipo de Leucemia es la que tienes. Te tenemos que hacer más pruebas y estimo que de aquí a unos días estarían los resultados. Lo siento mucho.
Leucemia
Cáncer.
Las palabras del médico retumban en mi cabeza todo el tiempo. No podía dormir, no tenia ganas de comer y menos de estudiar. Trataba de hacer mi mejor esfuerzo para que no se notara mi preocupación, lo que menos quería era alarmar a Gabriela y a mi madre.
Ellas no merecen sufrir por toda la mierda que me esta sucediendo.
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— AYER EL COLEGIO FIRMÓ UN PROGRAMA DE ESTUDIOS con la Universidad de Columbia en New York que garantiza el posterior acceso a esa universidad a los que postulan. El programa y los estudios universitarios estarán totalmente financiados.
— ¿Vas a postular? — me pregunta Gabriela.
— No, que va a ser. — la miro. — Con mis notas a lo mucho ganaría una beca para una universidad de...— siento la mirada de mi madre en mi y hago silencio.
— Los candidatos presentaran un proyecto académico propio de aquí a final de curso y el ganador... — Samuel la interrumpe.
— ¿Financiados por quién? — le pregunta.
— Por un generoso patrocinador.
— Decia que el ganador...— vuelve a interrumpirla.
— ¿Ayer mismo se firmo? Porque ayer mismo estaba la madre de Polo en tu despacho. — siento a Gabriela tensarse al igual que a mi madre quien se queda callada por unos minutos sin saber que contestar.
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— MIRA, si la editorial de la madre de Polo quiere patrocinar la beca ¿Qué pasa? Es que no pasa nada, eres tu el que esta todo el día ahí...— Samuel la interrumpe.
— A ti que ya te tienen comprada, pero al resto aún no.
— No nos tienen que comprar, a Polo le han dejado libre oficialmente. — interviene Nadia.
— ¿Te vas a presentar a la beca, Nadia? — le pregunta Gabriela mientras inclina su cabeza en mi hombro.
— ¿No la has escuchado? — Samuel se voltea a verla. — Ella se quiere llevar el premio sin que le coma la puta culpa.
— Mira si Nadia quiere apuntarse a la beca, que haga lo que considere oportuno. — le contesta Guzmán. — A lo mejor es lo que deberíamos hacer todos, dejar esto atrás.
Gabriela lo mira confundida, se que ella esperaba una reacción distinta de Guzmán. Yo solo espero que sus palabras sean sinceras.
El rencor es algo que ya no me puedo permitir.
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— LA HA ACEPTADO HARVARD Y OXFORD. — le digo a Polo mientras se termina de limpiar la mancha de champán que le tiro Lu en la camisa. — Hice lo que tenia que hacer, no quiero ser un obstáculo en su vida.
— Ella la esta pasando mal, Ander. — responde. — Se le ve bien, es buena ocultando sus emociones pero eso no quiere decir que no este sufriendo.
— ¿Tu crees que yo no estoy sufriendo? — alzo la voz. — No puedo dormir, todo lo que como lo vomito, la quimio cada vez se hace mas jodidamente difícil de aguantar y la extraño ¿Vale? la extraño como no tienes idea y me da una rabia inmensa verla con Valerio.
— Ander...— lo interrumpo.
— No digas nada. — miro al suelo. — Todo lo que hago, lo hago por ella porque la amo y porque no se merece pasar toda una vida con un chaval enfermo. — suspiro. — Ella merece conocer el mundo, vivir nuevas experiencias ¿Yo que le puedo ofrecer? Solo días interminables en un hospital de mierda.
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— TE AMO MUCHO. — la miro a los ojos. — Lo digo enserio.
— Yo también te amo, cariño. — sonríe mientras me acaricia la mejilla. — Pero eso a que viene, ¿Pasa algo?
—¿No le puedo decir a mi novia lo mucho que la amo?
— Pues si. — responde. — Solo que me agarraste desprevenida.
— Eres lo mejor que me ha pasado, ahora y siempre. — sus mejillas empiezan a tener destellos rojizos. — Eres tan perfecta, tan increíble y yo solo soy un chaval promedio, al menos cuando jugaba tenis podías decir que estabas con un campeón.
— Ander, sigo estando con un campeón. — me mira a los ojos. — Un tío que supo darse su lugar y que dejo de hacer lo que mas odiaba. ¿Cómo no me voy a sentir orgullosa de eso?
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— ANDER, ¿CÓMO VAS A IR SOLO AL HOSPITAL, TRONQUI?— desde que le había contado de mi enfermedad en un momento de vulnerabilidad, no me dejaba tranquilo.
— Pues andando, en bus, en cabi.
— Ya. — me mira. —¿Y tu madre? ¿Y Gabriela?
— No lo saben y no lo van a saber.
— Pero...— la interrumpo.
— ¿Está claro? —Rebeka me mira resignada y con lastima. Esa es la razón por la que no quiero contarle a nadie.
No podría soportar que mi madre o Gabriela me den esa mirada de lastima todos los días.
— Vale, vale. — anoto los números del producto que quiero comprar en la maquina expendedora. — No digo nada si voy contigo.
— Ni de coña. — respondo sin mirarla.
— ¿No? Pues es una pena, porque entonces esta menda se va a ir directo al salón de clases a hablar con Gabriela y se lo va a cascar antes de que caiga esa coca cola. Tú veras, pibón.
— ¿Ver, qué? — Rebeka y yo nos tensamos al notar la presencia de Gabriela detrás nuestro quién nos mira confundida esperando una respuesta.
— Nada tía que este que no me quiere prestar los apuntes de literatura. — miente Rebeka rápidamente.
— Es que tu también que se lo pides a Ander. — se ríe. — Tiene los apuntes mas desastrosos que conozco. Yo te los presto, no te preocupes.
— Ya guapa, gracias que eres un cien. — le sonríe a mi novia mientras yo pienso en todo el daño que le estoy haciendo a Gabriela mintiéndole de esa forma.
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— MI PADRE ME DESHEREDO. — le dice Valerio a Gabriela.— Ahora si, oficialmente.
— Pero eso ya lo sabias. — le contesta. — No es como si te llegara de sorpresa.
Me mantengo callado sin saber que decir.
— Lo se, guapa. — se sienta encima de nuestro escritorio. — Pero tenia fe de que se olvidara lo molesto que esta conmigo.
— ¿Dónde te estas quedando? — le pregunto y voltea a mirarme.
— En mi coche, ¿Dónde mas?
— Samuel esta buscando compañero de piso. — le sugiero. — Podrías vender tu coche...— me interrumpe.
— ¿Vender mi coche? ¿Qué bicho te ha picado, Ander? — se ríe. — Mi dignidad no esta a la venta.
— Una vida digna es tener un techo, no un coche. — replica Gabriela. — No seas un crió Valerio.
— Es que yo lo que quiero es seguir viendo mi paleta de colores que es muchísimo mas interesante que la escala de grises de Samuel.
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— JODER, ANDER, DI ALGO. — exclama Rebeka frustrada. — Canta, baila, pero deja que te entre un poco de aire.
— Que pesadita, coño. — le respondo. — Si soy para dentro, soy para dentro.
— Eres un cabezón de manual.
— Ya y tú no deberías estar aquí.
— Mira en eso tienes razón. — se acomoda el cabello. — Aquí quién debería estar es tu madre y Gabriela.
— Y dale.— se me esta agotando la paciencia. — Voy a entrar ahí, me dirán el tratamiento, no va a ser para tanto y me iré a casa. Punto. No entiendo que puta necesidad tengo de contárselo a la gente.
— Bueno, a mi me lo has contado.
— Digo a la gente que me quiere. —me mira dolida.
— Oye, que yo te quiero.
— Tu no me quieres, yo te pongo.
— Es una manera de amar, pibón. — suelto una carcajada y me mira sorprendida. — ¿Has visto lo bien que se siente uno cuando deja que le entre un poquito el aire?
— Oye, cuéntame algo tuyo. — le insisto. — Un secreto, algo que no sepa nadie. Como tu sabes lo mio.
— Pues. — alarga la palabra. — A ver, es una cosa, que tampoco es para tanto. Creo que, aveces me pone alguna tía.
— ¡Ah! Enhorabuena. — le doy una palmadita en su hombro. — Nadia ¿No?
— Que va. — me mira. — Tu novia.
— ¿Enserio? — asiente. — Es normal, que le pone a todos hasta a Omar que es 100% gay, fíjate.
— Ya pero que tu eres el tío suertudo que se la folla. — responde. — Sabéis lo doloroso que es para mi entrar a clase y veros besandose, vosotros sois como mi fantasía bisexual hecha realidad.
— Joder, ya no podre besarme con Gabriela sin pensar que te vas a calentar de tan solo vernos. — me da un golpe en el hombro y me rió. — Y de chicos, ¿Quién te pone?
— Samuel. — la miro confundido.
— No, no te creo. — Samuel no parecía su tipo ni de coña. — El no puede ser.
— Si, hijo, si.
— Hombre morbo tiene. — asiente. — Yo le daba.
Nos reimos hasta que la enfermera me llama para que pase al consultorio y es ahí donde me doy cuenta mi realidad. —¿Ander Muñoz? Podeis pasar.
La seguimos en ese enorme pasillo rumbo al consultorio del medico. No se si era por los nervios que tenia pero sentía que el tiempo se pasaba muy lento ahí.
Estaba bloqueado.
— Lo que tienes es Leucemia linfocitica aguda. — explica el doctor. — Es un cáncer de crecimiento rápido.
La cara de Rebeka cambia ante la ultima oración y me mira esperando alguna reacción de mi parte.
— Eso significa que tenemos que ser más rápidos que él. — el doctor me entrega un folleto. — Esta misma semana empezamos la quimio y te prometo que vamos a atacarle con todo lo que tenemos. Seran dos ciclos de seis semanas y se van a hacer largos, no te voy a engañar.
Quería llorar, quería romper todo pero mi cuerpo no reaccionaba.
— El tratamiento sera intensivo y también se van a intensificar los efectos secundarios. Esta todo en el folleto. — lo señala. — Pero te digo ya que es difícil, que evitemos el cansancio, las nauseas, los vómitos, los mareos.
Mi mente esta en blanco.
— También dolores nerviosos en las articulaciones. No tendrás ganas de comer, de salir o de prácticamente nada. Y si, lo más probable es que se te vaya a caer el pelo. Es lo primero que me preguntáis todos.
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SALIMOS DEL CONSULTORIO EN COMPLETO SILENCIO. Sigo caminando hasta que Rebeka me llama, se lo que me va a decir.
— Que sí, Rebe, que lo voy a contar ¿Vale? — trato de calmarme. — Nada más llegue a casa, te lo prometo.
— Si, eso también. — suspira. — Pero que... que tu te vas a morir de viejo. Lo sabes ¿No?
No le respondo
No sabia que decirle.