La Sombra del Magnate © #2

Por Rosmarlynmateo

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La Sombra del Magnate #2 Las inmensas y ardientes llamas de un sentimiento infernal llevaron hasta las ceniz... Mais

Nota
Tráiler
Prefacio
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43

Capítulo 3

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Por Rosmarlynmateo

Capítulo 3

Aurora Flecher

El cansancio abundaba en todo mi ser, no podía sentarme en ningún lugar porque corría el riesgo de quedarme dormida incluso estando de pie.

- Mami - la voz de Aleph llamó mi atención.

- ¿Sí?

- ¿Ya podemos llamar a mi papi? - quiso saber.

- Sí - Sonrío - ¿Te cepillaste los dientes? - le pregunté.

- No - negó.

- Ve a cepillarte y regresa que haremos la llamada - Aleph se retiró.

Las piernas me dolían terriblemente y suspiré cuando volví a caer en cuenta de que es lunes.

Sentí mi celular vibrar con intensidad, así que lo saqué de uno de los bolsillos de la cartera negra que tenía a mi lado.

Estaba tan cansada que ni siquiera me molesté en ver el nombre de la persona que llamaba.

- Buenas noches - la voz grave y ronca voz de Alexander llegó hasta mí en un dos por tres.

- Buenas noches.

El sueño pareció esfumarse.

- ¿Me permites hablar con Aleph? - preguntó suavemente.

- Claro que sí - afirmé.

Llamé a mi hijo y en cuestión de segundo lo tenía en frente.

- Tu papá desea hablar contigo - le cedí el celular.

Aleph se sentó en el mueble y yo me retiré buscando darle espacio.

Siempre me he encargado de que las conversaciones entre Aleph y su padre sean totalmente privadas, trato de respetar el espacio de ellos por más corto o largo que sea.

Encontrándome en mi habitación, me dediqué a deshacerme de mi ropa, amarré mi pelo en una cola y procedí a entrar en la ducha, ahí abrí la llave y me relajé inmediatamente siento el agua caliente recorrer cada rincón de mi piel.

Busqué el Jabón de lavanda e hice que el mismo, entrara en contacto con mi piel.

Después de un par de minutos salí de la ducha.

Al entrar a mi habitación no me molesté en buscar la ropa interior, simplemente me fui hasta donde guardaba mi pijama y me la coloqué.

Caminé hacia la sala y me encontré con Aleph hablando con su padre, lo miré y sonreí.

- ¿Papi? - escuché decir a mi hijo - ¿Puedes venir el jueves? Debo llevar a mis padres para la realización de una actividad en familia. ¿Podrás venir? - preguntó nuevamente.

Aleph se bajó del mueble y caminó hacia mí, me pasó el celular, lo tomé y me lo coloqué en la oreja.

Suspiré - ¿Sí?

- ¿Cuál es la hora que corresponde a la actividad?

Miré los hermosos ojos de Aleph que no dejaban de mirarme en espera de la respuesta de su padre.

- Dos y treinta de la tarde - respondí.

- Allá estaré - susurré.

- Te esperaremos - digo sin más.

- Buenas noches - dijo.

- Buenas noches.

Esperaba que colgara, pero no lo hizo. Escuchaba su tranquila respiración a través de la línea telefónica. Miré el techo y luego a mi hijo, hasta que noté que el padre de mi hijo había colgado.

-¿Qué dijo? - preguntó Aleph - ¿Podrá venir?

- Sí, tu padre vendrá y nos acompañará en la actividad - le contesté y no hice más que sonreír cuando veo a mi hijo saltar de felicidad.

Johanna la chica que me ha ayudado con la crianza de Aleph en todos estos años, salió de la cocina - La cena les espera - notificó.

- Gracias Johanna, ya vamos para la cocina - agradecí.

- ¿Cómo te fue en el día Aurora? - preguntó la chica de cabello rojizo.

- Me fue bastante bien, pero ando toda muerta - suspiré con cansancio - Hubo varios casos realmente dolorosos en el hospital el día de hoy - le conté.

- El uniforme de Aleph está completamente listo para mañana, así como cada uno de sus utensilios escolares. ¿Necesitas ayuda con algo más o ya me puedo retirar? - preguntó.

- No Johana, no necesito nada más. Ve a casa a descansar, gracias por todo - le sonreí.

Aleph y yo nos despedimos de Johanna y nos vamos hacia la cocina, nos sentamos en el comedor y alucinamos con la cena.

Realmente le agradezco a Dios por poner a alguien como Johanna en nuestro camino, pues si no fuera por ella no sabría cómo hacerme con el trabajo y Aleph.

Johanna cuida a mi hijo de lunes a viernes y los fines de semana yo cuido de él. Se encarga de lavar nuestra ropa y hacer el desayuno, comida y cena, se queda con Aleph hasta que termine mi jornada de trabajo la cual es hasta las nueve en punto o nueve y media, todo depende de que tan cargado esté el día.

En estos cuatro años he intentado establecer los horarios y los momentos de trabajo, así como los momentos de pasar tiempo con mi hijo. Quiero estar en cada una de sus etapas, no me quiero perder absolutamente nada que tenga que ver con él.

Lo veo disfrutar de su cena y eso me pone más que feliz y me pone aún más contenta el saber que tiene un apetito único.

Escucho el timbre de la casa y frunzo el ceño debido que no estoy en espera de nadie.

- Come tranquilo mi niño - le digo a Aleph y este asiente.

Camino hacia la puerta y observo por la mirilla y el corazón se me llena de felicidad cuando consigo ver a Sara y a Lily.

Abro la puerta rápido y sonrío al confirmar que mi vista no me hizo una mala jugada.

Las tres nos damos un fuerte abrazo y nos miramos como si tuviéramos siglos sin vernos.

- Pasen - abro un poco más la puerta para que puedan pasar.

- ¿Dónde anda el muñeco de nieve? - pregunta Sara con una enorme sonrisa.

- Sí, es cierto. ¿Dónde anda? le trajimos muchos dulces - abro los ojos.

- Aleph está cenando y de verdad no sé quién les dijo a ustedes que él, va a comer dulces, par de apoyadoras - les digo.

- Bueno, para eso estamos las tías, para apoyar, no para regañar, para eso estás tú Aurorita - contesta Lily y Sara la secunda.

Lily y Sara terminan de pasar a la casa y con eso, cierro la puerta.

Hace poco más de dos años Lily se unió a Sara y a mí, convirtiéndonos en una especie de grupo inseparables. Nos llevamos súper bien, el respeto abunda entre nosotras y más que amigas nos consideramos hermanas.

- ¿Por qué no me avisaron que llegarían al país? ¿Ah? - pregunto con fingido enojo.

- Queríamos darte la sorpresa, boba - responde Sara.

Avanzamos hacia la cocina y Aleph al ver a las chicas viene corriendo hasta donde se encuentran.

- ¡Tías! - grita con felicidad.

- Mi amor, hermoso - dice Lily

- Cosito, muñeco de nieve - Sara lo acaricia con amor.

- ¿A cuál de las dos extrañaste más? ¿eh? - pregunta Lily a Aleph - Puedes decírmelo al oído, no se lo diré a nadie, lo prometo.

-Aleph ten cuidado con lo que dirás, traje muchos dulces y no creo que me los pueda comer todos sola - esta vez es Sara quien habla.

Aleph sonríe con diversión.

- No sobornen a mi hijo - río

Aleph se va a terminar de cenar mientras que las chicas y yo nos vamos a la sala a conversar con tranquilidad.

- ¿Cómo están sus chicos? - pregunto refiriéndome a sus parejas.

- Dylan está muy bien, agradezco que no se quedara, así tengo más oportunidad de ver dioses alemanes en la playa - dice Sara

Lily y yo reímos como si fuéramos dos locas.

- Realmente no debo reírme, yo también pienso lo mismo - la secunda Lily.

Me quedo mirándolas.

- No nos mires así y cuéntanos cuando carajos piensas pedir tus vacaciones - habla Sara.

- Ya las pedí, tal vez me den respuesta esta semana - respondo.

Veo que Aleph cruza hacia el baño y no sale de ahí hasta después de unos cautos minutos.

Cuando vuelvo a mirarlo sus ojos podían reflejar el mismísimo cansancio.

- ¿Irás a dormir mi amor? - le pregunto y él asiente.

- Ya vengo chicas - les aviso.

Me voy detrás de mi hijo, lo llevo a su habitación, le pongo el pijama y lo subo a la cama.

Depósito un beso en su frente y me despido de él.

- Te amo mucho amor - sonrío.

Él me mira - Yo también - sonríe.

Apago la luz y salgo de la habitación cerrando la puerta atrás de mí.

- ¿Se ha dormido el muñeco de nieve? - pregunta Sara.

- Sí - afirmé.

- ¿Se durmió sin despedirse de nosotras? ¡ay, Dios mío! - grita Lily

De lo profundo de mi garganta brota una gran risa.

-No te rías, esto es algo muy serio - dice Lily

- Por si no te has dado cuenta traje vino, disfrutemos de esta noche, critiquemos y hablemos hasta de las patas de las moscas - dice Sara mientras se va a la cocina a buscar copas y un destapador.

- No tomaré más de una copa, tengo trabajo mañana chicas - aviso.

- No sea aguafiestas, Doctora Flecher - Sara llega a la sala haciendo un puchero.

Las siguientes horas nos las pasamos hablando de las diferentes cosas de la vida, de Aleph, de Dylan y Mason, los novios de Lily y Sara.

El sueño y el cansancio terminó por vencernos, por lo que tomamos la decisión de que Lily durmiera en la habitación de Aleph (Tuve que ir a buscar al niño de ojos azules a su cama y llevarlo a la mía) y Sara en la habitación de huéspedes.

Antes de irme a la cama el timbre volvió a sonar y esta vez sí que quede extrañada, eran las once de la noche, ¿Quién podría ser?

Me acerco a la puerta y miro por la mirilla y frunzo el ceño cuando me encuentro con el rostro de ¿Harris?

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Nota de Autora

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