paper hearts. » caché. [adapt...

By softshameless

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Ésta historia no es mía. Todos los derechos reservados a @Paper_Crush, quién me dio el permiso para adaptar... More

Aclaraciones.
Argumento.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36 |1|.
Capítulo 36 |2|.
Epílogo.
Paper hearts.
Capítulo: extra.
♡.

Capítulo 7.

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By softshameless

Poché estaba con sus brazos apoyados en la mesa leyendo las noticias desde su celular, ya que esa mañana no pudo leerlas, mientras que Daniela estaba cocinando su cena. 

—Mañana tenemos trabajo.—dijo Daniela, intentando comenzar una conversación. 

—Sí, de hecho hay una noticia aquí muy interesante.—respondió Poché sin quitar su vista de su celular.—Al parecer una pelea entre una pareja terminó mal, pero no aseguran nada—suspiró.—, es cuestión de segundos para-...—notó cómo le llegaba el mensaje que esperaba, el señor Germán.—Soy la encargada del caso.—volvió a suspirar, con el pasar del tiempo simplemente perdió el derecho a opinar. 

—Oh, ¿y qué piensas de eso?—preguntó, dirigiendo su mirada a ella. Poché se encogió de hombros, leyendo la nueva información que venía junto al mensaje del señor Germán. 

—Pienso que fue el chico. Aquí dice que la chica fue asesinada por unos pocos cortes con un cuchillo, fue en una cocina.—dijo, intentando armar la escena en su cabeza.—El chico dice que no fue él, no había nadie más, y los tipos de sangre no coinciden. Listo.—suspiró, dejando su celular a un lado. 

—¿Tan rápido?—preguntó Daniela, sirviendo en una taza el preciado café de Poché. 

—Ya envíe mi informe, ahora sólo tengo que esperar más información. Así trabajo.—dijo viendo cómo Daniela ponía su café y un sándwich frente a ella.—¿Es para mí?—la miró sonrojada, mientras que la chica asentía. 

—Para ti.—sonrió Daniela, sentándose con una taza de café entre sus manos. Poché notó que Daniela no había preparado nada de comer para ella. 

—Para nosotras.—sonrió, tomando la mitad del sándwich para entregárselo a Daniela quién la miraba un poco confundida, sin embargo lo recibió un poco sonrojada. 

—Para nosotras.—repitió Daniela, con una inevitable sonrisa, no se esperaba ese gesto de parte de Poché. 

━━━━━━ ◦♡◦ ━━━━━━

—Sí, ya envié el informe. Quizá el abogado del chico me contacte.—respondió Poché por teléfono, mientras Daniela estaba sentada en su silla leyendo una copia del informe que había enviado Poché.—Muy bien. Adiós.—dijo antes de colgar el teléfono y dirigir su mirada a Daniela.—Creo que debo conseguir otra silla.—bromeó Poché. 

—Oh, es que es muy cómoda—rió Daniela, mirándola.—, pero no te preocupes, muy pronto me levantaré. 

—No sé cuánto tiempo sea muy pronto para ti—rió un poco.—, pero esta abogada necesita sentarse.—volvió a reír. 

—¿Llegó el abogado del chico?—preguntó Daniela confundida, viendo cómo Poché leía el mensaje que había recibido. 

—Sí.—respondió en un suspiro. 

Todos notaron como un hombre de cabello castaño, que aunque estuviera peinado no tan cuidadosamente hacia atrás, tenía algunos mechones que sobresalían por su frente, ojos del mismo color y traje formal, iba acompañado por un hombre notoriamente menos formal que él. Caminaban rápido directo a la oficina de María José Garzón, algunos lo lograron reconocer. 

—¿Cómo te atreves a decir que mi cliente es el asesino?—preguntó directo, intentando ocultar la sonrisa que le provocaba verla. Poché expuso una sonrisa irónica y dio media vuelta para encontrarse con aquellos ojos marrones profundos, que alguna vez brillaron por ella. 

—¿Si no lo es entonces por qué necesita un abogado?—preguntó, ladeando su cabeza. 

—Por esa misma razón, cariño.—respondió dejando ver su sonrisa, la cual era acompañada por unos hoyuelos.—Porque lo estás inculpando de ser el asesino y no es cierto.—Poché negó con su cabeza. 

—La ley no se basa en que es lo cierto y lo que no, se basa en lo que puede demostrar—sonrió con suficiencia, cruzándose de brazos.—, y yo te lo puedo demostrar. 

Todos los que presenciaban la escena la miraban expectantes, callados cómo Poché dejaba a cualquiera. 

—Yo no hice nada, señorita.—intervino el joven. Poché lo vio por primera vez y lo analizó de inmediato, muñeca derecha vendada. 

—¿Qué te pasó en la muñeca, joven?—preguntó directamente. 

—No tiene que responder nada ahora.—respondió el abogado. 

—Porque precisamente el apuñalar a la chica el cuchillo que usaba se le resbaló de su mano, provocando un corte profundo, el cual se combinó con la sangre que había en la blusa de la víctima.—sonrió.— O negativo es un tipo de sangre poco común, afortunadamente el de la chica era A positivo, lo que ayudó a diferenciarlos.—suspiró al ver cómo los dos se quedaron sin palabras.—La próxima vez procura defender a alguien menos tonto, Mario. 

—¿Mario?—preguntó en un susurro Daniela, ese era el famoso ex esposo de María José Garzón. Ex sólo de título, ya que pudo notar que también llevaba puesto su anillo de casado. 

—Oh, cariño—rió el hombre.—, debes de ser un poco menos rencorosa. ¿Ves a este hombre?—colocó su brazo encima de su hombro.—Es un pobre chico que no tiene nada en la vida. Un asesino.—habló fingiendo lástima.—¿Quieres que pase el resto de su miserable vida en la cárcel?

—Los asesinos deben estar en la cárcel—le respondió entre dientes.—, todos y cada uno, tú lo sabes muy bien. 

—Oh, por favor, amor.—dijo Mario sin quitar sus ojos de los de ella.—¿Segundas oportunidades?

—No creo en ellas—suspiró pesadamente.—, la vida tampoco.—el castaño asintió, dándole la razón. 

—Entiendo a lo que tu odio te lleva—respondió apretando inconscientemente el agarre del chico.—, pero también debes entender que nadie tuvo, tiene o tendrá la culpa de la causa de tu odio. 

—Por favor—respondió Poché, no quería extender más la conversación.—, si ya no hay nada que decir, déjame sola.

—Muy bien—respondió soltándolo al fin.—, siempre preferiste huir de tus problemas que enfrentarlos.—suspiró y la chica puso sus ojos en blanco.—No quiero verte en otro juicio, no así—rió.—, así que-...—miró al joven.—, ahora que sé que mi ex esposa es la encargada del caso, puedes conseguir otro abogado.—dijo, ya no le interesaba nada más. El chico abrió sus ojos sin poder creerlo.—Sí, o mejor entrégate, hazte el favor.—palmeó un par de veces su hombro antes de colocar sus manos en los bolsillos de su pantalón, comenzando a caminar y que el joven desesperado lo siguiera. Los reencuentros nunca son buenos, y menos para esta ex pareja. Todos los espectadores simplemente volvieron a sus cosas. 

—¿Estás bien?—le preguntó Daniela preocupada. Poché sólo asintió sin verla.—¿Qué pasó?—Poché negó con su cabeza, intentando volver a calmarse. 

—Yo sólo...sólo necesito café.—susurró un poco nerviosa. 

—Creo que necesitas más que eso.—respondió, envolviéndola con sus brazos. 

—Yo-...—susurró, sin saber que responder o qué hacer. Un abrazo, una sensación que había dejado de sentir hace mucho.—Necesitaba más que eso.—volvió a susurrar, cerrando sus ojos. Ver a Mario después de tanto tiempo, después de tantos sucesos, le recordaban cosas que le seguían cada día, cosas que quizá pudo haber evitado, cosas que simplemente no debieron de suceder.—Un abrazo no es suficiente, Daniela.—susurró casi inaudible. Daniela sonrió. 

—Quizá uno que dure toda la vida.—respondió en un susurro, sonriendo, aunque Poché no lo supiera.—¿Sería suficiente para ti?—sintió cómo Poché negó con su cabeza. 

—Mi vida se acabó hace mucho.—susurró, sintiendo sus ojos cristalizarse inevitablemente. Daniela suspiró, tenía que hacer algo, tenía que mantenerla fuerte. 

—Tengo suficiente vida para ambas.—respondió suavemente.—Sí la tuya acaba, la nuestra comienza.—Poché se separó un poco para verla a los ojos. Los ojos de Daniela, a diferencia de los suyos, expresaban mucho. 

—¿A qué te refieres?—susurró detallando el color de sus ojos. Daniela se encogió de hombros. 

—Nuestro amor hipotético.—se le ocurrió decir, provocando una pequeña risa en Poché.—Sé que los reencuentros no son buenos, pero por favor, si hay algo de lo que quieras hablar-...—

—Lo siento porque me hayas tenido que ver así.—suspiró Poché, separándose completamente.—Las cosas entre Mario y yo no terminaron bien.—frotó sus ojos con sus manos. 

—Pude notar algo de eso.—respondió Daniela suavemente.—¿Él es el hombre del que escribes?—se atrevió a preguntar y Poché sintió su corazón detenerse. 

—¿D-de qué hablas?—tartamudeó. 

—Leí tu escrito el otro día, escribes tan hermoso—sonrió sinceramente.—, pero a la vez tan doloroso. ¿Ese maravillo hombre del que tanto escribes...es tu ex esposo?—Poché negó con su cabeza nerviosa. 

—¿Por qué lo leíste? No podías hacer eso.—logró formular. 

—Lo siento.—se encogió de hombros, intentando acercarse a ella.—¿Es él?

—Tengo que-...—dijo con la voz apagada, antes de salir de allí de forma apresurada para dirigirse a alguna parte de la firma. Daniela iba a seguirla, ya que se preocupó por ella, pero un hombre se cruzó en su camino, justo cuando iba a salir tras ella. 

—No lo hagas.—dijo Sebastián de brazos cruzados.—¿Por qué le preguntaste eso?

—No pensé que se pondría así por su ex esposo.—respondió cruzando sus brazos también. Sebas suspiró. 

—Ese es el problema—respondió un poco melancólico.—, ella no escribe sobre Mario.—Daniela no entendía. 

—¿Entonces de quién?—preguntó confundida.—¿Hay otro hombre en su vida?

—Había—respondió suavemente.—, ese maravillo hombre le arruinó la vida a María José por accidente. 

—¿Cómo pueden estar las palabras "maravilloso" y "arruinar" en la misma oración?—preguntó Daniela, sin poder entender. 

—Porque la llegada fue maravillosa—ladeó su cabeza.—, y la ida desastrosa.—suspiró.—Poché nunca volvió a ser la misma y te pido que respetes eso. 

—Pero yo quiero ayudarla.—respondió sinceramente. 

—Todos queremos, y nadie puede. La única persona capaz de ayudarla es ella misma—dijo, encogiéndose de hombros.—, por eso no la presiones, por favor.—pidió, antes de volver a su oficina. 

—La única persona capaz de ayudarla es ella misma.—susurró Daniela para sí misma, cuando Sebastián se fue.—Quizá no lo han intentado lo suficiente.—sonrió completamente decidida a ayudar a Poché, su amor hipotético. 

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