La Sombra del Magnate © #2

By Rosmarlynmateo

297K 14.9K 1.5K

La Sombra del Magnate #2 Las inmensas y ardientes llamas de un sentimiento infernal llevaron hasta las ceniz... More

Nota
Tráiler
Prefacio
Capítulo 1
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43

Capítulo 2

11.9K 615 53
By Rosmarlynmateo


Capítulo 2

Alexander Walton

- ¡Mamá! - grité - ¿Y mi regalo? - pregunté mientras me abría paso en la enorme sala.

-Hola Alexander - mi madre me saludó sin mirarme, toda su atención estaba puesta en el celular que tenía en las manos.

-Mamá - la volví a llamar.

Rodeé los ojos.

- ¡Mamá! - ¡ah como me enoja!

- ¿Sí? - dije como si nada.

- ¿Y mi regalo? -pregunté.

- ¿Qué regalo? - ella se quedó mirándome.

- ¿Lo olvidaste? - dije lentamente.

- ¿Qué fue lo que olvidé? - suspiré y la ignoré.

Me volteé para irme, pero en eso llegó mi papá a la sala.

-Sí, sí claro que sí. Mañana a primera hora te lo envío - dijo mi padre mientras habla por teléfono.

Me quedé frente a ellos unos minutos hasta que mi papá terminó de hablar y luego se sentó en uno de los muebles junto a mi madre.

- ¿Papá? - lo miré.

-¡Oh ahí estás! - exclamó mi padre sonriendo, dándome la impresión de que sí se acordó del tema, pero la alegría que se había formado en mi corazón y la sonrisa que llevaba yo en el rostro se fueron así de rápido como vinieron - Según me han dicho estuviste muy bien en la práctica de hoy - él tampoco se acordó.

Es así siempre. Él solo se preocupa por mis prácticas de Arco y flecha, de esgrima, de música y no sé qué más. Él se preocupa por mí, por mi preparación y no está mal, pero ¡ah!

-Realmente me alegro de que hayas centrado toda tu atención en lo que debes.

Suspiré y me retiré de la sala.

Caminé a una de mis partes favoritas de la casa, pero en el proceso me encontré con una de las señoras del servicio.

Laila.

La ama de llaves de la casa.

- ¿Qué haces por aquí sólo? - preguntó - ¿Ya te comiste el pastel que te dejé?

- ¿Cuál pastel? - pregunté.

-El que te hice por tu cumpleaños, mi rey - sonreí.

El ama de llaves se acordó de mi cumpleaños, no me sorprende.

-Me iré a practicar -susurré.

- ¿No te comerás el pastel? - preguntó - Además ya es tarde, ¿no acabas de llegar de tus clases de artes marciales?

-No me comeré el pastel - respondí.

-Está bien mi niño, solo no te desveles. Sé que estás triste porque tus padres no se han acordado de tu cumpleaños, pero no los culpes, ellos tienen mucho trabajo y diariamente están bajo mucha presión. Pero eso no quita que ya te estés convirtiendo en todo un hombrecito, felices trece mi rey.

-Todos los años tienen mucho trabajo, todos los años olvidan esta maldita fecha. ¿Por qué me debería de sentir triste por algo que he normalizado? - pensé.

Me adentré al cuarto gris repleto de cristales incrustados en las paredes, con varias máquinas alrededor.

El gimnasio.

Me fui hasta un pequeño gavetero y entre sus gavetas busqué varias vendas blancas hechas con almidón y alquitrán. Una vez que las encontré me dediqué a enredar un par de ellas en mis manos.

Al terminar saqué apresuradamente mi celular, el cual se encontraba en los bolsillos del jean que llevaba puesto.

En mi celular solo estaban las felicitaciones de conocidos, compañeros del colegio, gente famosa, y la prensa como siempre, metiéndose en lo que no les incumbe.

Las siguientes horas me las pasé sacando todo mi enojo y golpeando un saco de boxeo, hasta que miré el reloj de mi muñeca y me di cuenta de que eran las tres de la mañana.

Mañana debía ir al colegio y también asistir a mis clases de esgrima y piano.

Volví en mí cuando me ponen el té en la mesilla de noche.

Laila una señora de tez blanca como la nieve, ojos claros y cabello canoso de unos cincuenta y tantos de años. Ella es la mujer que cuidó de mí cuando era solo un niño y el verla me trae tantos recuerdos como el que acaba de pasar por mi mente.

-Buenos días mi rey - saludó con la sonrisa que la caracteriza.

- Buenos días, Laila - devolví el saludo.

- ¿Estás durmiendo todavía? - preguntó.

- No - negué - ¿por qué? - pregunté con el ceño fruncido.

-¿En qué piensas? - inquirió.

Sonreí - ¿Recuerdas aquella vez que preparaste el pastel para mi cumpleaños número trece?

- ¡Ay sí, mi niño! - una enorme carcajada brotó de lo más profundo de su garganta.

Hace unos cuantos meses tuve que viajar por unos negocios al hermoso país que es Argentina y fue difícil no ir a visitarla. Hablamos del tiempo que teníamos sin vernos. Nos dejamos de ver cuando tuve que irme a estudiar a Londres, perdimos comunicación y ya cuando regresé ella se había ido a Alemania, vivió ahí durante un tiempo y según supe se fue a Argentina.

El traje que usaría el día de hoy en el desayuno con unos clientes y futuros inversionistas colombianos.

Estos meses han sido sumamente importantes y pesados, abriré una nueva sucursal de Walton Holding Enterprise en Colombia y eso me ha estado robando todo el tiempo.

- Me levanté un poco más temprano a comprar unas cuantas cosas para la comida de hoy y ¿adivina que encontré? - fruncí el ceño.

- Te he dicho que no debes comprar ni hacer nada, en esta casa hay personas que se deben encargar de eso - la miré - ¿Qué encontraste? - pregunté.

- Sé que hay personas encargadas de eso, pero quiero cuidarte mi niño - me sonrió y no pude hacer más que simplemente asentir - Encontré un puesto de tacos mexicanos - alcé una ceja.

A Laila siempre le ha encantado la comida y el sazón mexicano y río recordado que me quería transmitir ese gusto.

Comencé a caminar hacia el baño.

- Estás equivocado si crees que te vas a librar de mí, y de los tacos - alzó las cejas - Te bañas, te pones ropa y bajas a la cocina porque los vas a probar - ordenó.

La miré paranoico.

- No quiero - puse los brazos en jarra.

- ¿Cómo me vas a decir que no quieres algo que nos has probado? - preguntó - Me dejas la muchachada y caminas.

- ¿Muchachada? - Frunzo el ceño - ¿A un hombre de 31 años? - pregunto.

- Todavía haces las mismas rabietas y pataletas que hacías de bebe.

Me dediqué a ducharme y a relajarme totalmente.

Después de diez minutos bajo la ducha, salgo del baño y me adentro a mi closet.

Busqué mi ropa interior de Calvin Klein, me la puse y luego me trasladé a mi habitación e hice una mueca cuando fui a buscar el traje que dejaron encima de mi cama,

¿Quién habrá dejado esto aquí?

Tomé el traje negro de Dolce & Gabanna y luego mis zapatos Santoni del mismo color del traje, por último, llevé mis manos al frasco que posee uno de mis aromas favoritos, Imperial Majesty - Clive Christian, solo con rociar un poco de aquel perfume la estancia terminó por inundarse.

Salí de la habitación, crucé el pasillo, bajé las escaleras y ya estando en el primer piso, me fui hacia la cocina.

- Buenos días - dije.

Laila volteó y sonrió - ¿Te tomaste el té? - preguntó y giré los ojos cuando me di cuenta de que lo olvidé.

- No, no me lo tomé - respondí.

Laila torció la boca convirtiéndola en una mueca.

Se fue hasta unas de las encimera, busca una taza blanca y volvió a servir el té.

- Tómate el té para que luego vayamos con los tacos - me dijo.

Aurora Flecher

- ¡Aleph! - lo llamé - ¿Saliste de la ducha? - pregunté.

Hacían unos minutos lo fui a bañar y al terminar lo dejé secándose el cuerpo, pero algo me dice que no ha salido.

Me adentré a su habitación y me encontré con él jugando con la toalla blanca.

- Ven mi amor, debo ponerte el uniforme - le dije.

Busqué el uniforme que consistía en una camisa de color blanca, un saco y pantalón gris, acompañado de unos zapatos negros pequeños.

- ¿Podemos llamar a mi papá? - me pregunta

- Sí, sí podemos - mi hijo sonrió - llamaremos a tu papá cuando llegues del colegio ¿Está bien? - lo miré.

Mi hijo parece quedarse pesando por lo que, luego de un par de segundos me responde - Está bien.

- Toma tu mochila, la lonchera y vámonos - Aleph hizo lo que le pedí y luego, se fue caminando no sé a dónde.

Minutos después llegó el dueño del transporte encargado de llevar a mi niño a su colegio.

Antes de subir al vehículo Aleph me miró y me preguntó - ¿Me pusiste mi comida favorita?

Asentí con una sonrisa.

En estos dos años he tenido que aprender algo de la gastronomía alemana, pues Aleph es más alemán que estadounidense, pensé que tendría algo de mi país, pero no es así. Tomó todas las raíces de su padre.

La comida favorita de mi hijo es Kartoffelpufferson, panqueques hechos de patatas ralladas o molidas mezcladas con harina, huevo, cebolla y condimentos. Su amor por este platillo nació cuando Alexander lo preparó para él hace un año.

Pero, así como tiene una comida favorita también tiene una bebida y esta es el jugo de manzana con hielo.

Después de qué le sonreí a mi hijo él ingresó tranquilamente al vehículo y antes de despedirme, saludé a Fabián el dueño del transporte.

- Hallo Fabián - sonreí.

- Hallo Aurora - el hombre de pelo rubio y piel pálida me devolvió el saludo.

- Adiós mi niño - miré a mi primogénito con ojos de amor.

Me devolví a la casa y terminé de prepararme para ir a mi trabajo.

Busqué mi bolso y todo lo que necesitaría en un día como hoy.

Alexander Walton

El sabor y el olor inundan cada uno de mis sentidos y no hacía más que preguntarme porqué no había probado esto antes.

- ¿Y bien? - Laila me miró.

- Los tacos de pollo son mis favoritos - admití.

- ¿Ya ves? Solo tenías que probar, si no hubieses sido tan necio cuando eras más pequeño ya estarías disfrutando de esta maravilla hace tiempo.

- Eres una alemana bastante singular, sabes un poco de la gastronomía de cada país - dije.

- Sé un poco de cada cosa - dijo.

- Una chica rubia de ojos claros dejó este sobre para ti anoche - notificó.

Tomé el sobre de sus manos, lo puse en la isla y fui hacía uno de los lavaplatos, me lavé las manos, después extraje la humedad de ellas y luego me encargué de poner las manos en el sobre.

- ¿Es tu novia? - preguntó Laila.

La miré - No - negué.

- Debes tener cuidado, han pasado cuatro años, pero la prensa aún tiene una viva sed con respecto a tu matrimonio y tu hijo - miré sus ojos.

- Tengo cuidado - susurré.

Salí de la casa y me adentré al vehículo.

Mi día se basó en estar de reunión en reunión, firmas de papeles, juntas de último minuto, cambios de fechas de conferencias, reagendar entrevistas con revistas y programas televisivos.

Cuando el reloj marcó las tres de la tarde ya me encontraba en uno de los restaurantes más costosos de Nueva York.

Entré a la estancia y ni siquiera me molesté en mirar el lugar, (ya había venido antes)

El Madison Pee Park me recibió.

Me senté en la mesa asignada y me quedé mirando a la mujer que tenía enfrente.

- Vayamos al grano, Frida - pedí.

- Siempre lo he creído, te ves mucho más guapo e imponente en persona - confesó.

- Eso lo sé. Espero que no me hayas traído a este lugar para decirme cosas que son más que obvias para el resto del mundo y para mí, por supuesto.

-¿Recibiste el sobre qué te envié? - preguntó.

Asentí.

- ¿Por qué no lo dejaste con mi secretaria? - inquirí.

- ¿Para qué lo abrieras dentro de un mes o dos? No, claro que no - contestó.

- Yo no tardo con las informaciones que me interesan - hablé - ¿Revisaste todo con cuidado de detalles?

- Me dediqué completamente a tus exámenes, ese es el resultado. Estás más sano que cualquier ciudadano de este país - respondió.

- Excelente - susurré.

Miré hacía la ventana e hice caso omiso a cualquier pensamiento que tuviera que ver con años pasados.

- ¿No te gusta este lugar?

- Para nada.

- Pero hace unos años si te gustaba - espetó.

- Tú lo has dicho, hace unos años - comenté.

Frida es una analista de tez blanca, cabello rubio, ojos claros y de unos veintinueve años que conocí hace varios años en California. Ella vivía en ese lugar, pero hace dos años decidió mudarse para Nueva York.

Decidí contratarla debido a que, en días pasados, no me había estado sintiendo del todo bien, pero ya veo que todo es producto del estrés de la oficina.

- ¿Y si te invito un trago? - sus ojos y los míos colisionaron.

- Gracias, pero tengo cosas más importantes e interesantes que tomarme un trago contigo.

- Todavía me sigo preguntando que necesita una mujer para enamorarlo a usted Señor Walton.

╔═══════ ≪ •❈• ≫ ═══════╗

Nota de Autora

¡Gracias por leer!

No olviden dejar su importante comentario.

¿Ya me sigues en mis redes sociales?

Instagram: rosmarlynmateoof

Facebook: Rosmarlyn Mateo

╚═══════ ≪ •❈• ≫ ═══════╝

Continue Reading

You'll Also Like

97.7K 5.9K 64
"Donde hay esperanza siempre hay dificultades" (tn_) es una chica inteligente , reservada pero amigable, linda,timida, sufrio de depresion devido a l...
462 86 26
Sherley desde que tuvo a su hijo Eros siempre lo crío con odio a Astrid y a Lucas para poder separarlos, de esta manera su plan incluiría el odio de...
1K 89 23
Las decisiones correctas duelen mas que las incorrecta ¿Estar con ella con riesgo a morir o alejarla pero perdiéndola para siempre?
25.8K 1K 37
Un baile de máscaras. Allí comenzó todo. Alesha podía poseerlo todo, pero así como lo obtuvo... Lo podría perder. Emiliano siempre obtuvo lo que qui...