Los Hijos de Las Highlands.

By tynarubia

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SECUELA DE LA SAGA HIGHLANDS. PROXIMAMENTE Se recomienda leer antes la saga Highlands (La Guerrera, El Inven... More

Prefacio.
Las Highlands.
Los Herederos
EL BARÓN
Prólogo.
Capitulo 1: Bienvenido a casa.
Capitulo 2: Derecho a
Capitulo 3: Nueces
Capitulo 4: Lo mío.
Capitulo 5: Reclamando
Capitulo 6: He esperado.
Capitulo 7: Mia
Capitulo 8: Encerrada
Capitulo 9: Reunión en familia
Capitulo 10: Laird
Capitulo 11: La señora
Capitulo 12: Rosa
Capitulo 13: Un jardín.
Capitulo 14: El amor
Capitulo 15: Juntos
Capitulo 16: Te amo
Capitulo 17: Todos
Capitulo 18: Unidos
EPILOGO
LAS GUERRERAS
PROLOGO
Capitulo 1: El enemigo
Capitulo 2: El Cazador
EL CAZADOR
Capitulo: La Isla
Capitulo : La Bestía
Capitulo: Una invitada
Capitulo: Un trato
Capitulo : Un clan
Capitulo : El arco
Capitulo: Una historia
Capitulo: Maldito
Capitulo: El enemigo
Capitulo: Sentimientos
Capitulo: Mi tormenta
Capitulo: Aprovechando
Capitulo: Tu bestia
Capitulo: Una flecha
Capitulo: Los Sinclair
Capitulo: A su hogar
Capitulo: Una cuerda
Capitulo: La llegada
LA SEÑORA
Capitulo: El mar
Capitulo: Sigilosa
Capitulo: Enemigos
Capitulo: Precaución
Capitulo: Amigos
Capitulo: Confianza
Capitulo: Una herida
Capitulo: Salvaje
Capitulo: La señora
Capitulo: Envidia
Capitulo: Cariño
Capitulo: Cambios
Capitulo: Juramento roto
Capitulo: Reclamando
Capitulo: Nuestro hijo
Capitulo: Amor
Capitulo: Desafio
Capitulo: Raices
Capitulo: Familia
CAPITULO EXTRA
Capitulo: Mi clan
Capitulo: Aliados
Capitulo: La Guerra
Capitulo: Los vinculos
Capitulo: Ceremonias
EPILOGO
LA DULCE
PROLOGO
Capitulo: En casa
Capitulo: El lobo
Capitulo: Los ojos
Capitulo: Su calor
Capitulo: El dolor
Capitulo: Un beso
Capitulo: El dolor
Capitulo: La desesperación
Capitulo: La herida
Capitulo: El respeto
Capitulo: Una guerrera
Capitulo: El dibujo
Capitulo: Las ordenes
Capitulo: Ver
Capitulo: El significado
Capitulo: Juntos
Capitulo: No te contengas
Capitulo: Una princesa
Capitulo: Paz
Capitulo: La bendición
Capitulo: Reencuentro
Capitulo: Crecer
Capitulo: Mi vida
EPILOGO
LA DIABLA
PROLOGO
Capitulo 1: Un viaje
Capitulo 2: Al norte
Capitulo 3: Un bonito vestido
Capitulo 4: Modales
Capitulo 5: Un arma
Capitulo 6: Un castigo
Capitulo 7: Juguemos
Capitulo 8: Me encantan
Capitulo 9: Libertad
Capitulo 10: Una discusión
Capitulo 11: Preguntas
Capitulo 12: Enemigos
Capitulo 13: Oscuridad
Capitulo 14: Poder
Capitulo 15: Sangre
Capitulo 16: Vida
Capitulo 17: Tres cosas
Capitulo 18: El cambio
Capitulo 19: Decisiones
Capitulo 20: La mirada
Capitulo 21: Una MacClain
Capitulo 22: El vestido
Capitulo 23: La unión
EPILOGO
LA AMAPOLA
Prólogo
Capitulo 1: Los juegos
Capitulo 2: El premio
Capitulo 3: Una promesa
Capitulo 4: Caballero
Capitulo 5: Una jaula
Capitulo 6: Espadas
Capitulo 7: Confesiones
Capitulo 8: La barca
Capitulo 9: ¿Que quieres?
Capitulo 10: El ganador
Capitulo 11: El premio
Capitulo 12: Un beso
Capitulo 13: Perseguido
Capitulo 15: Mía
Capitulo 16: Problemas
Capitulo 17: La partida
Capitulo 18: En casa
Capitulo 19: Libre
Capitulo 20: Te quiero
Capitulo 21: Un regalo
Capitulo 22: La familia
Capitulo 23: Un día especial
EPILOGO
LA CONDESA
PROLOGO
Capitulo 1: La partida
Capitulo 2: Recuerdos
Capitulo 3: A su lado
Capitulo 4: La Corte
Capitulo 5: Familia
Capitulo 6: Amor
Capitulo 7: El baile
Capitulo 8: Música
Capitulo 9: Risas
Capitulo 10: Intenciones y confesiones
Capitulo 11: Un plan
Capitulo 12: La verdad
Capitulo 13: Revelaciones
Capitulo 14: Perdido
Capitulo 15: Sin ella
Capitulo 16: Reacción
Capitulo 17: Un beso
Capitulo 18: El amor
Capitulo 19: Una MacClain
Capitulo 20: Poemas
EPILOGO
LA PROTEGIDA
PROLOGO
Capitulo 1: Una protegida
Capitulo 2: Ella
Capitulo 3: Complacer
Capitulo 4: La historia
Capitulo 5: Peligroso
Capitulo 6: A casa
Capitulo 7: Un beso
Capitulo 8: El secreto
Capitulo 9: La unión
Capitulo 10: Una familia
Capitulo 11: Una gran familia
Capitulo 12: Padre y esposo
Capitulo 13: Una visita
Capitulo 14: ¿Secretos?
Capitulo 15: Decisones
Capitulo 16: Suya
Capitulo 17: La felicidad
Capitulo 18: Raices
Capitulo 19: La ayuda
Capitulo 20: Una exigencia
Capitulo 21: Sintomas
Capitulo 22: El regreso
EPILOGO

Capitulo 14: Confianza

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By tynarubia

-Buenos días -se habia inclinado junto a su silla para susurrarle al oído.

Lucien se tensó, dejando su copa sobre la mesa y girando el rostro para mirarla, tragando saliva.

-Has bajado muy temprano a desayunar -Clere sonrió apartando la silla a su lado y sentándose, rozando su pierna con la de él -¿No podías dormir?

-¿Y tú? -Lucien giró su cuerpo hacia ella, mirandola fijamente.

-He dormido de maravilla -y ella se movió, acomodándose, dejando sus piernas en medio de las de él, sus manos se apoyaron en las rodillas de él y se deslizaron hacia arriba, por sus muslos -Pero creo que podría haber dormido mucho mejor. ¿No crees?

-Si -suspiró apretando la mandíbula -Digo no.

-¿Si o no? -ella amplió su sonrisa, inclinándose sobre él, acercando sus labios a los suyos -¿Estas nervioso Lucien? ¿Te pongo nervioso? -rozó su barbilla con los labios y subió acariciando la piel de su cara, hasta rozar su boca.

Los labios de él se movieron con rapidez, capturando su boca, lamiendo sus labios, mordiéndolos, entrelazando sus lenguas.

Clere gimió, inclinando su cuerpo hacia delante, hasta que sus rodillas chocaron con la silla en la que él estaba sentado y sintiendo la molestia de no poder acercarse más sus brazos se extendieron, sus manos subiendo por su abdomen hasta agarrarse a sus hombros. Y sin dudar, se impulso, alzándose de su silla y cerniéndose sobre él.

Los brazos de Lucien la estrecharon con fuerza, apretándola contra su cuerpo. Sus manos se deslizaron por su cintura, sentándola sobre su piernas, sintiendo como ella gemía arqueándose contra su cuerpo. Beso su cuello, mordisqueándolo, con las manos apretando su trasero, animándola a continuar con el vaivén de su cuerpo.

Jadeó sintiendo como ella tiraba de su pelo y llevado por la lujuria su rostro se escondió en su escote, entre sus pechos, besándolos. El pequeño grito salió de los labios de Clere, alzando el rostro al cielo.

El sonido de la puerta principal del castillo cerrándose hizo que Lucien alzara su rostro bruscamente, apartándose de su escote. La miró, viendo sus mejillas sonrojadas, sus labios hinchados, los ojos reflejando la pasión. Las manos se movieron rápidamente en su cintura, alzándola de su regazo y levantándose trató de apartarse de ella, chocando con su propia silla.

-Tengo que irme -se giró atravesó la sala prácticamente corriendo. Cuando salió por la puerta del comedor, paró justo a unos centímetros de chocarse con Diane.

-¿Estas bien muchacho? -Ella le miró con el ceño fruncido.

-No, digo si -asintió y rápidamente la esquivó y se marchó rápidamente.

Cuando Diane entró a la sala, observó a su nieta parada junto a la mesa, con la respiración acelerada.

-Vas a volar loco al muchacho niña -se acerco a Clere y extendió las manos para acomodar bien su pelo -¿Está cediendo?

-¿Cediendo? -Frunció el ceño sintiendo como las manos de su abuela acariciaban sus mejillas.

-Si cariño -Diane sonrió con dulzura, acomodando el escote de su nieta -¿Se ha declarado ya?

-¿Declararse? -hizo una mueca -Bueno, dijo que íbamos a casarnos.

-Y no parece que te haya gustado -dio un paso atrás mirandola cruzándose de brazos -¿Cual es el problema?

-Es Lucien abuela. Prácticamente todas las mujeres del clan Bukchaman y puede que incluso del clan MacClain y de alguno de los otros clanes han estado en sus brazos -suspiró caminando por la sala -Es un libertino.

-Pero quieres ser tú la que este en sus brazos -Diane sonrió -Dime una cosa. ¿El muchacho tiene algún otro motivo para haber venido hasta aquí? -al ver que ella dudaba se acercó para acariciar su rostro -¿Por qué ha salido prácticamente despavorido de la sala?

-Porque...-Clere se sonrojo.

-No lo dejes escapar cariño, persíguelo. Ese muchacho es tuyo, pero si necesitas estar segura ...-se encogió de hombros y con una sonrisa miró hacia la puerta, donde Helen apareció.

-Buenos días -miró a su hija y a su madre con curiosidad.



Durante el resto del día Lucien Bukchaman estuvo alejado del castillo, claramente evitando encontrarse con Clere, llegando incluso a no estar a la hora de la cena con la escusa de estar entrenando con algunos de sus hombres.

Así que ya bien entrada la madrugada, Clere estaba parada ante su ventana pasando las manos por sus brazos, mirando la luna pensativa.

Con decisión, se acercó a su espejo y observó su reflejo, retocó su cabello, dejándolo caer sobre uno de sus hombro, acomodo su camisola y tomó su perfume, vertiendo unas gotas en su cuello. Atravesó la habitación descalza y abrió la puerta despacio mirado al exterior, para cerciorarse de que no había nadie.

Atravesó el pasillo y tras cruzar el rellano de la escalera se sumergió en la oscuridad del pasillo del otro ala del castillo. Cuando paso ante la habitación de sus padres, sintió los nervios recorrer su vientre, obligándola a acelerar su paso con nerviosismo.

Al llegar al fondo del pasillo, se paró ante la puerta de la habitación de Lucien Bukchaman y sin dudar, su mano se posó en la manecilla y abrió empujando despacio procurando no hacer ruido.

Cerró la puerta despacio y se giró, enfrentándose a una imagen que le quitó el aliento. Lucien estaba tumbado en la cama, con el brazo extendido sobre su rostro, la luz de la luna bañando su piel, resaltando los músculos de su abdomen, con la sabana cubriendo su cintura.

Se acercó a la cama, recreándose en esa imagen, observando cada centímetro de su cuerpo. Alzó las piernas, subiéndose de rodillas al colchón, sus dedos acariciaron la piel de su brazo, subiendo por sus hombros, bajando por su pecho y acariciando su abdomen.

Sintió como los músculos del abdomen se endurecieron bajo sus dedos, su ojos se movieron rápidamente hacia su rostro. Estaba despierto, Lucien Bukchaman estaba despierto y la miraba como si fuera una aparición.

-Clere -susurró su nombre como si estuviera preguntándose si era real.

Sonriendo levemente, ella se movió sobre la cama, inclinando su cuerpo sobre el de él, acercando su rostro, besando sus labios lentamente. Alzó la pierna, sentándose sobre él, sintiendo sus manos apretando su cintura.

Y entonces, se vio empujada a un lado y Lucien saltó de la cama, apartándose de ella rápidamente con la respiración acelerada.

-¿Que estas haciendo aquí? -la miró sorprendido, con la mandíbula apretada.

Sentada sobre la cama, recorrió su cuerpo, siendo consciente entonces de su completa desnudez. Sus ojos permanecieron durante unos segundos mirando hacia su cintura y sin poder evitar sonrojarse, alzo la vista para mirarle a la cara.

-Mierda -Lucien agarro la sabana, tirando de ella para rodearse su cintura con la tela. Volvió a mirarla.-No deberías estar aquí, si tu padre...

-¿No quieres que este aquí? -se bajo de la cama, quedando al otro lado de esta, mirándole.

-Lo que yo quiera no importa -el frunció el ceño -Estamos en la casa de tus padres.

-¿Me deseas Lucien? -se movió alrededor de la cama, dispuesta a rodearla y acercase a él.

-¡¿Que haces?! -nervioso dio varios pasos atrás moviéndose al otro lado de la cama.

-No grites -sonrió dando de nuevo un paso -¿Por qué huyes de mi?

-¿Te has vuelto loca? -apretando la sabana en torno a su cintura, la recorrió con la mirada tensándose -Tienes que irte Clere.

-No voy a irme Lucien -y ella se movió de nuevo rodeando la cama.

-Clere -se apartó, pegándose a la pared, inspirando aire profundamente.

-¿No me deseas Lucien? -se paró ante él mirándole fijamente.

-Maldita sea -tragó saliva -No te imaginas cuanto te deseo Clere, pero no puedes hacerme esto.

-¿Que es lo que no puedo hacerte? -le miró confundida.

-Estoy intentando respetarte Clere, quiero hacer las cosas bien -suspiró, como si estuviera totalmente derrotado -Eres muy importante para mí, quiero demostrártelo.

Por primera vez en mucho tiempo, Clere MacClain se había quedado totalmente desconcertada. Se miraron en silencio durante unos segundos.

-Demuéstramelo entonces -y con todo el valor que pudo reunir, llevo las manos hasta la tela de su camisola y la agarró subiéndola por su cuerpo, hasta sacarla por su cabeza y dejarla caer al suelo.

Sin poder apartar la vista de su cuerpo, con los ojos brillando de deseo, avanzó los dos pasos que les separaban, soltando la sabana dejando que se deslizara al suelo, dejándolo totalmente desnudo.

-Clere -alzó la mano, acariciando su mejilla -Eres lo más hermoso que he visto en mi vida.

Sonriendo levemente, alzó las manos, apoyándola en sus hombros, pegándose a su cuerpo. Acercándose a su rostro, hasta que sus narices se rozaron. Y cuando iban a besarse, Lucien la sorprendió tomándola en sus brazos y llevándola a la cama, tumbándola en ella con delicadeza, cerniéndose sobre su cuerpo.

Beso sus labios de forma tierna, deslizando sus labios, dejando besos por su mejilla, su barbilla, su cuello, bajando a sus pechos. Deslizó las yemas de sus dedos por sus mulos, subiendo a cintura y bajando de nuevo, hasta el interior de los muslos, escuchando el jadeo que escapó de los labios de Clere, cuando sus dedos rozaron su intimidad.

Contuvo su propio jadeo, sintiendo la calidez de ella en sus dedos, mientras la acariciaba.

-Lucien -Clere susurro su nombre enredando los dedos en su cabello, tirando de él mientras sentía su lengua lamiendo sus pechos.

Sin poder contener su propio cuerpo, la Amapola se arqueaba bajo el tacto de él, gimiendo y removiéndose presa del placer que le estaba provocando y entonces, sumida en esa maravillosa sensación, sintió el peso de su cuerpo sobre ella y sin pudor alguno, sus manos se movieron por su espalda, acariciando la piel de sus músculos, bajando a su trasero.

-Dolerá -Lucien habló en un susurro, con voz contenida contra su oído.

-Confió en ti -y con esa respuesta, que había salido de sus labios sin siquiera pensar, había admitido mucho más de lo que ella hubiera imaginado jamás.

Y mirandola a los ojos, Lucien Bukchaman se movió despacio adentrándose en el cuerpo de ella, sintiendo como se tensaba bajo su cuerpo. Y en un último empujón, unió sus labios en un intenso beso, conteniendo la leve protesta que salió de los labios de ella.

Permanecieron quietos durante unos segundos, abrazándose, ambos tensos sintiendo el cuerpo del otro, hasta que él se movió despacio, meciéndose sobre ella, mientras Clere jadeaba apretando los dedos en los hombros de él. 

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