El mundo oculto del Espejo [S...

By monicadcp10

6.8K 840 93

¿Conocéis a los vampiros? ¿Habéis escuchado sus historias? Bien. Porque este cuento no va de los vampiros que... More

[Adelanto]
Prólogo
Adiós, Neptuno
Conversión
El Espejo
El rey
Primera toma
¿Por qué a mí?
Asskiv
El diario
Primera Luna llena
Cárcel
Descendencia
Sed de sangre
Poder vampírico
Reina
ESPECIAL - Día del Libro (23 de abril)
Proposición
Contrarreloj
Gota de sangre
Sedientos
Hipnosis
Una lección para el maestro
El anillo
Nolan
Lágrimas de diamante
La carta
Confesiones
Despedida
Incógnitas
Luna de sangre
Nadie podrá
Sin poder vampírico
Duelo
Tigres
La disculpa tardía
Padre
Epílogo
AGRADECIMIENTOS

Liberación

164 19 1
By monicadcp10


Podría haber aparentado normalidad, limpiarme los restos de sangre de la boca y caminar tranquilamente hasta mi habitación. Sin embargo, las palabras brotaron de mis labios antes de que pudiera detenerlas.

—Es de Asmord.

Ya que había dicho la verdad, quise saber cómo se tomaría Hesper aquella noticia. No pareció sorprenderse mucho y eso me sorprendió a mí. ¿Acaso ya se lo esperaba? Quizás el vampiro más poderoso de todos podía saber a quién pertenecía la sangre que olía.

—Vamos, ven conmigo.

No era una respuesta normal, pero, claro, la situación tampoco lo era. Había mordido a mi profesor y había disfrutado como nunca lo había hecho. De solo recordarlo mi cuerpo se estremecía. Mientras bebía de él, habría jurado que una fiebre extraña me había poseído. El calor que había inundado mi cuerpo también había sido extraño.

Seguí a Hesper hasta su morada: la planta más baja de la Academia. El camino fue en completo silencio y con mucha tensión, al menos por mi parte. Me pregunté si querría hablar conmigo a solas, si habría quebrantado alguna norma que desconociera del Espejo. Estaba segura de que me había pasado de la raya. Pero no había sido mi intención, yo solo...

—Siéntate.

Su voz casi me hizo dar un brinco. Sin percatarme, nos habíamos detenido en la sala donde se encontraban aquellos tronos imponentes. El rey vampiro señalaba las rocas donde ya nos habíamos acomodado una vez. Avancé hasta ellas y me senté, aunque no era lo que realmente quería. Tenía los nervios a flor de piel. Lo último que necesitaba era quedarme quieta en un lugar. No obstante, por respeto a aquel poderoso vampiro, acaté su petición. Sus ojos estaban clavados en mí, aunque no directamente en los míos. Era un poco más abajo, como si...

Sentí sus dedos en mi labio inferior antes de poder darme cuenta de que se había movido. Mi movimiento hacia atrás fue involuntario debido al susto. Y cuando lo hice, cuando incliné mi cabeza, pude ver sus dedos manchados con sangre ya casi reseca. Llevé mi mano hasta mi boca. Ni siquiera había pensado en limpiármela. Mi aspecto debía de ser horrible.

—Lo siento —musité, pasándome la mano compulsivamente por los labios, raspando para quitar la sangre.

Hesper me agarró por la muñeca y mi mundo comenzó a desvanecerse. Un instante después, nos encontrábamos en su habitación. Mis ojos se desviaron hacia el baño.

—Adelante —me animó.

Resistiendo mis ganas de echar a correr, caminé hacia la puerta y utilicé el agua para lavar bien mi boca y el resto de mi cara. Me sentía sucia y muy culpable, aunque no sabía exactamente cómo me afectaba lo que había hecho. Noté un ligero temblor en mi mano derecha, algo que solucioné enseguida. Afrontaría las consecuencias de mis actos.

Tras respirar varias veces, salí del baño. Hesper se encontraba sentado en su cama. Cuando sintió mi presencia, giró su cabeza para mirarme. No parecía realmente molesto, sino, más bien, cansado. ¿Estaría pasando por un mal momento? Seguro que haber estado atrapado durante años y saber que no iba a poder salir nunca le había afectado... como a mí.

—¿Te apetece sentarte conmigo? —preguntó, dejando caer su mano sobre la cama.

—Preferiría conocer mi situación ahora mismo —frunció el ceño—. ¿En qué lío me he metido?

Su suave risa me sorprendió o, más bien, me extrañó. Si podía tomárselo con humor, quizás no era tan grave como había temido en un principio, ¿no? Me encontraba absolutamente perdida en aquellos momentos, pero Hesper conseguía transmitirme una sensación de tranquilidad. ¿Les pasaría lo mismo a los demás?

—Nada de eso —respondió—. Solo quería saber lo que había ocurrido y... hablar, si lo necesitas o si es lo que quieres.

Me mordí el labio inferior. ¿Lo quería? ¿Lo necesitaba? Quizás contarle lo que había sucedido no era una idea tan horrible. Después de todo, él podría orientarme mejor que nadie. Quizás conseguía averiguar qué me estaba pasando.

—No puedo controlarme —suspiré y me dejé caer en la cama, a su lado, abatida—. No consigo alimentarme de animales. Pero Asmord consigue sacarme tanto de mis casillas que...

—Lo haces con gusto —terminó la frase por mí.

Yo asentí, avergonzándome por cómo estaba sonando todo fuera de mi cabeza. Era incluso peor de lo que me había imaginado.

—¿Ha sucedido más veces?

—Solo una antes de hoy —aseguré—. Creo que estaba muy hambrienta y... no podía quitarme de la cabeza el sabor de su sangre.

El rey se quedó pensativo unos instantes. El silencio reinaba en el lugar y provocaba que pensara todo tipo de cosas. Al final, decidí preguntar.

—¿Soy alguna especie de caníbal vampira?

Él volvió a mirarme a los ojos solo para contener la risa apenas unos segundos después. Realmente había sido una idiotez lo que había dicho y mis mejillas estaban ardiendo por la vergüenza. Quise golpearlo, casi como si se tratara de Ámarok, pero me contuve. Él no era mi amigo, sino mi superior, el más grande de todos los vampiros.

—No, no, por supuesto que no —y, aunque ya lo había imaginado, fue un alivio escucharlo de sus labios—. Aunque sería interesante, sin duda.

—Pero, entonces, ¿qué me ocurre? —estaba desesperada—. ¿Por qué soy tan rara?

—Ser rara no es algo malo, Kaiserin, no te confundas —su rostro había adquirido un semblante serio—. Los que son diferentes al resto están destinados a hacer cosas que ellos solo podrían imaginar. Quédate con eso.

No era un mal consejo, aunque me resultaba complicado pensar de esa manera. Me habría gustado encontrar a alguien que compartiera, al menos, alguna característica particular conmigo. Pensé que en el Espejo no me sentiría sola, que estaría con más personas como yo, pero no había sido así. Daba gracias por tener a Ámarok conmigo. Al menos podía contar con él.

—No es malo alimentarse de otros vampiros como tú crees —su voz volvió a cobrar vida en la habitación—. Muchos lo hacen, aunque esas personas también suelen alimentarse de animales.

—¿Y por qué atacan entonces a vampiros? —inquirí.

—No los atacan —percibí una leve sonrisa en sus labios—. Normalmente, los vampiros beben de sus parejas. Es una forma de... ¿Cómo decirlo? ¿Excitación sexual?

Sentí que mis mejillas comenzaban a arder. Ojalá hubiera sido por fiebre o por enfermedad, pero era por vergüenza. ¿Qué había hecho? Asmord no... Pero él... ¡Él también me había mordido a mí! Y yo solo me estaba alimentando, solo estaba...

—Ay, por Neptuno... —enterré mi cara entre mis manos.

Hesper rio levemente. Parecía divertido con la situación, pero yo me sentía muy agobiada. Tenía tanto calor que podría estar completamente desnuda y no pasar ni una pizca de frío. Me habían explicado tantas cosas de los vampiros... ¿y no podían haberme dicho algo tan sencillo como eso? Me quería morir en aquel mismo instante.

—Kaiserin, tranquila, no pasa nada —noté la mano de Hesper, caliente, tibia, en mi espalda—. Lo cierto es que me sorprende más por parte de Asmord que por ti.

Normal. ¿Quién podría imaginar a mi profesor jugando con una alumna recién llegada? Se había estado burlando de mí desde que llegué. Pero esa vez se había pasado de la raya.

—¿Crees que debería hablar con él o actuar como si nada hubiera pasado? —froté las palmas de las manos por mi cara y, después, lo miré.

—Te agradecería que no mostraras la información que posees gracias a mí —continuaba sonriendo.

En otras palabras, que actuara de forma normal y que por nada del mundo volviera a permitir que algo como eso sucediera. Esto era de locos, ¡de locos!

—Creo que debería centrarme en mis clases —suspiré; la mano de Hesper comenzó a acariciar mis hombros—. Siento que no estoy avanzando nada.

—Es lógico —asintió—. El primer avance significativo para un novato es cuando aprende a alimentarse por sí solo. Si tú aún no lo has conseguido, tendrás la sensación de estanque.

—De verdad que lo intento... Pero no sé...

—En tu caso es complicado. Asmord me contó los de tus poderes, en especial tu don de comunicación animal. Nunca he tratado con nadie que tuviera ese poder. Imagino que alimentarse de animales no es lo más cómodo en ese caso.

—Con los vampiros no me siento mal —comencé a jugar con mis dedos, nerviosa—. No sé por qué. Quizás porque tengo la sensación de que no voy a matarlos.

—Asmord es un vampiro poderoso. En el momento en que se sintiera en peligro, te separaría de él —afirmó—. Puede que por eso te sientas tranquila y eso te incite a alimentarte de él.

Era una buena forma de verlo. Quizás era así. Nunca había sentido deseos de alimentarme de Kinn, sin embargo. Ojalá pudiera comprender mejor todo lo que me estaba sucediendo.

—¿Y si nunca lo consigo? —musité, más para mí misma que para él—. ¿Y si soy tan especial que tengo que alimentarme para siempre de vampiros? O, peor aún, de humanos...

—No hay humanos en el Espejo, así que no sufras por eso —su mano había bajado hasta mi espalda y continuaba con sus caricias—. Y si tuvieras razón y no pudieras alimentarte de animales, te aseguro que a mí no me importaría hacer de animalillo indefenso para ti.

Quise golpearlo, de verdad, pero me contuve. Su sonrisa se amplió considerablemente. Me gustaba estar con Hesper. Hacía que viera las cosas de manera diferente y, en cierto sentido, era como un amigo. No podía coger ciertas confianzas con él, pero me daba igual. Era sincero y no parecía estar escondiendo secretos, como Asmord.

—Él me habló de una bruja —recordé—. Cuando estaba contándome la historia de este lugar... Mencionó que una bruja había conseguido abrir este lugar para que entraran más especies.

Percibí que el rey se tensaba ligeramente, pero solo fue un instante. Su mano comenzó a acariciar mi baja espalda en círculos relajantes.

—No mintió. Sí que hubo una bruja muy poderosa aquí, conviviendo con nosotros.

Volví a mi costumbre de morder mi labio inferior. En Neptuno, las respuestas que obtenía a mis preguntas siempre eran escuetas y concisas. Si quería detalles, había muchos manuales que podían darme una mayor descripción del caso. Ahora que estaba allí, en un lugar más libre, no podía evitar que mi lengua tomara el control.

—¿Puedo preguntar cómo fue? —acabé preguntando.

Quizás no debería haber formulado aquella pregunta, pero él siempre podía negarse y zanjar el tema de ese modo. No obstante, yo necesitaba saber qué había ocurrido, por qué estábamos allí encerrados y si había alguna manera de salir. Por pequeña que fuera...

—Danira era una bruja extraordinaria —comenzó a contar—. Ella creció en la Tierra y se topó con el lago en uno de sus viajes. Sabía que allí había algo escondido. De modo que permaneció meses en una pequeña cabaña cercana, tratando de averiguar lo que era. Y lo consiguió. Con su magia, ella logró abrir una especie de brecha y entrar en el Espejo. La encontramos en el bosque que rodea ahora la Academia. La acogimos aquí. Para nosotros fue una enorme sorpresa, creo que casi tanto como para ella. Normalmente, los vampiros aparecen en una sala, la sala del Espejo. Pero ella no.

—¿Eso os indicó que ella era diferente?

—Eso y que utilizó la magia contra nosotros —su sonrisa, en aquella ocasión, se me antojó algo amarga—. Descubrimos entonces que era una bruja. Nos ayudó en la construcción de muchos edificios, pero no consiguió encontrar la forma de sacarnos de aquí. Fue una pérdida de tiempo.

—¿Y dónde está ella ahora?

Hesper suspiró. No lo veía del todo cómodo con el tema, así que decidí que ya no indagaría más... por el momento.

—No sé dónde está —su respuesta sonó sincera—. Es una persona difícil de encontrar, si ella así lo quiere.

Me dio la sensación de que había algo allí escondido, bajo esas palabras, pero, tal y como me había propuesto, no dije nada más.

Terminé por irme, finalmente, a mi habitación. No me encontré con nadie, y casi lo prefería. Con tanta información en mi cabeza, no me gustaba la idea de hablarle mal a Kinn. Nadie tenía la culpa de mis quebraderos de cabeza. Por eso, cuando entré y vi a Ámarok, lo primero que hice fue tirarme en la cama.

Veo que no ha ido del todo bien.

No quise hacer ningún comentario. Pero, poco a poco, logré contarle al lobo todo lo que había ocurrido. Él se mantuvo en silencio, tranquilo, atendiendo a todo lo que iba narrando. Sabía que no me juzgaría, pero también sabía que no tendría tapujos a la hora de hablarme. Era un amigo como ninguno, mejor que ninguno. Y tenía muchísima suerte de contar con él.

Vámonos fuera —fue todo lo que me dijo—. No te preocupes por lo demás ahora.

La idea del lobo era enseñarme a cazar aquella misma noche, o lo que quedaba de ella. Según él, estando saciada era el mejor momento para intentarlo.

—Te has alimentado de Asmord, ¿no? —comentó mientras avanzábamos hacia el bosque—. Eso significa que no tienes sed, o no tanta. Es perfecto. No temerás hacer daño a los animales.

Eso, juntado a la idea de que Ámarok no me permitiría hacer algo de lo que me pudiera arrepentir, me hizo ser un poco optimista.

Llevaba ya varios intentos cuando, al fin, sucedió. Perseguí a un ciervo, de tamaño mediano, hasta una de las partes más profundas del bosque. Los ojos del animal estaban dilatados por el miedo y sus latidos embotaban mis oídos: "pum, pum; pum, pum". Si querer prolongar su sufrimiento, avancé deprisa y lo inmovilicé debajo de mi cuerpo. Traté de tranquilizarlo, pero no me escuchaba. Su voz, aterrorizada, estuvo a punto de hacerme desistir, pero aguanté. Saqué mis colmillos y los hundí en su cuello. Bebí un poco, sintiendo aquel líquido delicioso y dulce, a la par que tibio, bajar por mi garganta. Lo saboreé, pero no me invadió el hambre. Saqué mis colmillos de la carne del animal y pasé mi lengua por las dos pequeñas heridas para evitar que se desangrara. Lentamente, dejé de ejercer fuerza sobre su cuerpo. Sus ojos conectaron con los míos.

—No voy a hacerte daño —le dije.

Y no sé si me entendió. Solo puedo decir que lo intenté y que lo dejé libre al instante siguiente. El ciervo se incorporó inmediatamente. Aquellas pupilas se posaron sobre mí un poco más antes de desaparecer entre los árboles.

Es oficial —Ámarok había aparecido a mi lado—. Has conseguido cazar a tu primera presa sin matarla.



—Demuéstralo.

Asmord se había cruzado de brazos cuando le había contado mi hazaña de la noche anterior. Ingenua de mí, había pensado que quizás se alegraría, pero no. En lugar de una felicitación había obtenido una actitud incrédula. Él me pedía una demostración.

En principio no había resultado un problema, pero no sabía si lograría hacerlo. Aquella noche había tenido a Ámarok a mi lado y no me daba miedo perder el control. Pero con Asmord...

—¿Y si intento cazarte a ti?

No me di cuenta de que aquellas palabras habían brotado de mis labios hasta que fueron pronunciadas. Me arrepentí inmediatamente, pero no podía hacer nada. Solo tenía dos opciones: avergonzarme de manera increíble o asumir lo que había dicho y mantenerme firme. Opté, creo, por la segunda.

—Lo de anoche fue un intento de hacerte saltar —su mandíbula se tensó—. No puede volver a ocurrir.

La decepción y la vergüenza se apoderaron de mí en aquel momento. No entendí por qué. ¿Daba eso a entender que yo había pensado en algún momento en repetirlo? No, eso no era posible. Pasé toda la noche tratando de convencerme de esto. Pero tan contrariada estaba que no conseguí demostrar a Asmord que era capaz de cazar.

Los días pasaban y, poco a poco, mi aprendizaje continuó. Las clases para controlar mis poderes comenzaron y todas las noches al amanecer, caía rendida en mi cama. Estaba esforzándome. Quería demostrar al mundo lo que era capaz de hacer. Hesper seguía pasando tiempo conmigo, puede que cada vez más. Y yo cada vez valoraba y apreciaba más su compañía.

La llegada de la siguiente Luna llena no se hizo de rogar. Mis nervios volvieron, pensando, tal vez que aquella vez perdería el conocimiento, que sería tan normal como las demás. Schatt fue la que me condujo a mi celda y la que utilizó las cadenas para aprisionar mis muñecas.

—Es solo por precaución —me aseguró—. Quizás tu primera vez fuera simplemente... extraña.

Y eso era lo que yo más ansiaba. Esperé y bloqueé mis sentidos, incluso, para obviar los gruñidos que ya comenzaban a llegar hasta mí. No ocurrió nada. Por mucho que lo deseó, por muchas lágrimas que escaparan de mis ojos... nada.

Permaneció allí, sentada, lo más quieta posible mientras escuchaba los ruidos procedentes del exterior. Volvía a ser diferente, volvía a destacar. ¿Cuándo acabaría aquella pesadilla?

Un ruido ensordecedor me sobresaltó, hasta el punto de provocar que mi espalda chocara contra la pared. Había sonado... horrible. Un golpe seco y contundente procedente del interior. Había sido uno de mis compañeros o de mis profesores. Me abracé las piernas con mis brazos y traté de prestar la mayor atención posible. Algo estaba arrastrándose... por el suelo. Escuchaba claramente un ligero tintineo, como de algo metálico, quizás, aunque no estaba del todo segura. Fuera lo que fuera, solo tenía clara una cosa: se estaba acercando a mi celda.

La puerta tembló, golpeada por algo que yo todavía no podía contemplar. Mi corazón latía frenético en mi pecho y tuve que recurrir a todo lo aprendido en mis clases para no entrar en pánico. Quién sabía lo que podía suceder si volvía a descontrolarme.

Otro golpe. La puerta se tambaleó y comenzó a ceder. Lo que hubiera allí fuera era fuerte y parecía realmente interesado en echar la puerta abajo. Pero, ¿por qué? ¿Qué criatura podría ser tan necia como para tratar de liberar a un vampiro durante la Luna llena?

Finalmente, la puerta cayó al suelo con un estruendo.Tras abrir los ojos, me encontré con una figura que protagonizaría mis peorespesadillas. Un rostro desfigurado por el odio, unos colmillos afilados yprominentes en una mandíbula desencajada y unos ojos tan rojos como la sangremisma. Solo ellos, junto con túnica negra y el cabello oscuro, podrían habermeindicado que se trataba del propio Asmord... convertido.




Continue Reading

You'll Also Like

1.3K 177 6
Un sucedo que trajo consecuencias y creaciones inesperadas. Descendientes que se encuentran. Seres superiores a otros, pero unidos por el destino. ¿C...
180K 11.3K 55
Alice es un chica que cree que es como todos los demás. Pero cuando conoce a Cedric y se da cuenta de todos los cambios que comienzan a surgir en su...
20.6K 2.7K 26
-¡No te vas ha acercar ni a mi hija, ni a mi mujer! ¡Sobre mi cadáver! Él se encontraba perdido, triste y sin esperanza. Anhelaba dejar de sentirse a...
9K 1.2K 66
después de la muerte de Connor su tía Romina Rodríguez cegada por el dolor de perder a su sobrino y a su hermano promete Venganza es así como empieza...