Caricias Prohibidas

By juliettamv

628K 42.1K 4.4K

LIBRO I • DUOLOGÍA CARICIAS Leanne piensa que Edward es un bastardo que se cree superior a los demás y Edwa... More

CARICIAS PROHIBIDAS
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPÍTULO 41
CAPÍTULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
CAPÍTULO 46
CAPÍTULO 47
CAPÍTULO FINAL
EPÍLOGO
Caricias Peligrosas

CAPÍTULO 8

13.4K 871 93
By juliettamv

ARROGANTE
.
Leanne

Visualizo a David y por inercia, me levanto de la tumbona mientras Charlotte avanza hacia él, depositándole un beso en los labios.

—¡No puedo creerlo! —exclama Cindy, de forma estruendosa—. ¡David! ¡¿En serio trajiste a Edward de regalo?!

—¿Regalo...? —espeta éste, visiblemente confundido.

—Charlotte me dijo que tú te encargarías del regalo.

—Ah... —Suelta una risita—. Claro, lo había olvidado.

Avanzo hacia David y deposito un beso sobre su mejilla a modo de saludo. Me es imposible saludar al otro imbécil ya que la rubia se le cuelga como si se tratara de un su juguete preferido, pero me importa una mierda, ni que mi vida dependiera de un puto saludo de Edward Haste.

Me regreso a la tumbona, tomando asiento sobre esta. Vuelvo a tomar el malteado al cual le doy un sorbo. Volvemos a quedarnos a solas junto con Charlotte y Cindy ya que el otro par se regresa a sus habitaciones para ponerse sus trajes de baño.

—¿Edward no te agrada? —interroga Charlotte, tomando asiento sobre la tumbona que se sitúa al lado de la mía.

Abro la boca para responder a su pregunta, sin embargo...

—¿Cómo que Edward no te agrada? —interviene Cindy, sonriendo—. ¡Es el hombre más atractivo del mundo!

—No porque sea atractivo significa que tenga que gustarme —digo, mirándola—. La belleza no lo es todo.

—La belleza lo es todo —asegura—. Edward es un gran hombre.

¿Tanto lo conoce? Ni siquiera se ve como el tipo de hombre que socializa con todo el mundo, ¿pero quién soy yo para opinar? Me da igual. Le doy otro sorbo a la malteada, manteniéndome en silencio.

Al par de minutos, Edward y David regresan. Evito mirar al otro sujeto, pero básicamente la tarde se basa en que los demás mantienen una conversación hasta el atardecer.

Cuando ya está anocheciendo un poco más, me levanto de la tumbona, excusándome con los demás, diciendo que me encuentro sedienta y me dirijo hacia la barra que se encuentra aquí afuera. Tomo asiento sobre uno de los taburetes y el barman se acerca a mí.

—¿Qué desea, señorita? —interroga.

Observo el menú con atención, conozco a la mayoría de los tragos exóticos, son típicos de Italia. Simplemente le suelto un trago en común para que prepare y se dispone a realizar la acción.

Mientras tanto, observo el hotel y las personas que salen de la piscina. Noto la mirada de unos cuantos hombres que me sonríen desde sus tumbonas, pero los ignoro, ahora mismo solo me gustaría enfocarme en estas vacaciones. 

—Señorita. —El barman me llama y me extiende mi trago.

—Gracias —pronuncio.

Me dispongo a darle un sorbo al trago que sabe exquisitamente bien, entrecerrando los ojos.

—¿La estás pasando bien?

Una voz que reconozco al instante capta mi atención y observo a David, quien acaba de tomar asiento a mi lado.

—¿Y tú? —interrogo.

—Más que bien —responde.

El barman le ofrece una bebida a David, pero este se niega. Posteriormente, procedemos a mantener una conversación.

—¿Por qué estás aquí conmigo? —interrogo.

—La voz chillona de Cindy ya me está dando jaqueca. —Suelto una corta carcajada—. Además, Charlotte acaba de irse a la habitación, me dijo que quería descansar un poco.

Asiento con la cabeza.

—¿Cómo estuvo la luna de miel?

—Perfecta.

—¿Follaste mucho? —interrogo.

—Más que tú.

Ruedo los ojos ante su respuesta y termino de beberme el trago. Me levanto del taburete y lo observo.

—¿Vas a quedarte aquí? —interrogo.

—No, ya es un poco tarde. Los demás ya están en sus habitaciones.

Ni siquiera me di cuenta de aquel detalle.

—¿Saldremos a algún lado? —interrogo mientras avanzamos hacia el interior del hotel.

—De momento no —responde—, ha sido un día un poco agitado por el viaje. Saldremos mañana por la mañana en el yate que Cindy rentó, por el mediodía tendremos un almuerzo en el restaurante del hotel y por la noche iremos a otro restaurante.

Eso significa que podré cenar en la habitación a solas. Que buen plan.

—Ok.

Nos metemos dentro del ascensor y presiono en botón que nos lleva a la planta en la que se encuentran nuestras habitaciones.

—Te veo mañana, idiota —digo cuando me encuentro frente a la puerta de mi habitación.

—A ver si puedes dormir con esa falta de sexo —se burla.

—Cállate.

Lo oigo soltar una carcajada y termino por encerrarme en mi habitación. Avanzo hacia la cama y me meto dentro del cuarto del baño, en donde abro el grifo de la ducha.

Me desvisto y me meto debajo del chorro de agua, sintiendo como se me relaja el cuerpo ante el agua caliente. Una vez la ducha finaliza, me visto con ropa de dormir, me cepillo el pelo y me dejo caer sobre la cama.

Llamo al servicio del hotel a través del teléfono que se encuentra sobre la mesita de noche y ordeno un platillo italiano suave de verduras y un buen vino. Cuelgo la llamada al haber realizado mi pedido y me acaricio la sien antes de enfocar mi atención en mi teléfono.

Nos intercambiamos un par de mensajes con Emma y Hailey a través de correos electrónicos, quienes me cuentan qué han estado haciendo en los últimos días. Usualmente, conversamos a través de las todas las noches a menos que nos encontremos juntas. 

Dejo el teléfono a un lado cuando tocan la puerta de la habitación y corro hacia esta, encontrándome con una mujer vestida formalmente que lleva una bandeja junto con una botella de vino.

—Señorita, su pedido —dice y me hago a un lado, dejándola pasar. Deja las cosas sobre la mesa y me observa—. ¿Requiere de algo más?

—No, no se preocupe, muchas gracias.

Me dedica un asentimiento de cabeza y procede a abandonar la habitación. Quito la tapa de la bandeja y observo la comida que me coquetea con ganas de que la digiera.

El mal hábito me gana y al no querer cenar sobre la mesita que dispone la habitación, ceno sobre la cama. Es un mal hábito que suelo hacer cuando me encuentro muy cansada y la verdad que ahora mismo solo me apetece saborear este platillo junto con el delicioso vino tinto que ordené.

Posteriormente a haber cenado, dejo las cosas en orden y me dirijo a cepillarme los dientes antes de regresar a la cama.

Apago las luces, me cubro con los cobertores y me dejo dominar por el sueño profundo. Al día siguiente, me despierto a eso de las nueve de la mañana con demasiada energía.

Tiendo la cama, reviso un poco mi teléfono y me visto con un traje de baño negro. Decido llevar por encima del traje de baño un vestido sencillo junto con unas sandalias.

Charlotte me envía un mensaje comunicándome que Cindy ha dicho que nos encontraremos a eso de las diez en el yate en la bajada de la playa y que en este tiempo podemos desayunar en nuestras habitaciones o bajar a desayunar en el restaurante del hotel. Sin embargo, opto por llamar al servicio del hotel y pedir que por favor me traigan el desayuno a la habitación.

Al cabo de unos minutos, traen el desayuno que trata de un café espumado y unos hotcakes nutritivos con frutas y crema. Luego del desayuno, me preparo un poco más para ir al yate, colocando un poco de protector solar sobre mi piel para evitar enrojecimientos. Tengo la piel bastante sensible y eso a veces me provoca terribles hinchazones.

Al cabo de unos minutos, abandono la habitación, salgo al exterior y bajo hacia la playa, en donde visualizo al yate.

—Ya te estabas tardando —dice Charlotte, recibiéndome. La observo con la bikini blanca que le contrasta la piel.

—Sí, se me fue un poco el tiempo.

Me empino un poco más dentro del yate y Cindy se aparece. Se me abalanzada encima y me da un abrazo.

—¡Buenos días Lea! —exclama.

—Buenos días.

Me aparto un poco y observo el mar en el cual reina la tranquilidad. El agua cristalina deslumbra la superficie y me imagino que debe de estar bastante tibia al encontrarnos en un clima de mucho calor.

—¿Ya nos vamos? —interrogo.

—Falta Edward —atina David, sonriéndome—, ¿o querías dejar a nuestro amigo en el hotel?

Me cruzo de brazos sin responder.

—Allí viene —dice Charlotte.

Por inercia, me volteo sobre mis talones, contemplando la escena que se alza ante mi mirada. Observo a Edward venir hacia nosotros con el traje de baño negro, su torso desnudo, al cual no le había dado mucha atención en el día de ayer, se ve iluminado ante la luz del sol con los abdominales y músculos que se le marcan.

—Está tan bueno —murmura Cindy, mordiéndose el labio inferior.

Edward termina de acercarse y es Cindy quien lo recibe con los brazos abiertos, aunque él la ignora. Avanza hacia David, quien también lo observa.

—¿Estás esperando un beso o qué? —interroga Edward, mirándolo.

—Claro amor, vayamos a nadar un poco —se burla David.

Edward pasa por mi lado al punto de rozarme la piel, llevándose mi hombro por delante.

—¿Cuál es tu problema? —interrogo.

Se vuelve hacia mí, haciendo contacto visual.

—¿Te dije algo?

Su tono de voz me saca de las casillas, sus acciones y la forma en la que disfruta ser venerado por todos en este yate me enfurece.

—¿Ya van a pelear, tortolitos? —interviene David.

—No. No me gusta perder mi tiempo en personas que no me interesan —dice Edward, mirándome. Ruedo los ojos.

Todos se mantienen en silencio y Cindy vuelve a colgarse del brazo de Edward entre chillidos.

—¡¿Te gusta nadar?! —interroga Cindy—. ¡Siempre quise que nademos juntos! 

Edward no responde, solo la observa en silencio mientras la hace a un lado, sin embargo, ella no deja de sonreír en ningún momento.

—¿Ya nos vamos? —interroga David.

—Sí.

David se encarga de conducir el yate hasta que nos detenemos en un punto en específico un poco más alejado del hotel. Pasamos el mediodía allí durante eso de una hora hasta que regresamos al hotel para almorzar, luego de almorzar regresamos al yate y nos detenemos en otro punto en específico mucho más relajante que el anterior.

—¿Quién va a tirarse al agua primero? —interroga David, acercándose a mí.

—Vete a la mierda —digo cuando me toma del brazo—. ¡David!

Me devuelvo hacia atrás al ver sus intenciones de lanzarme por la borda. Sin embargo, en un rápido movimiento resulta siendo él quien cae por la borda cuando le doy un empujón con la mano derecha.

Suelto una corta carcajada y traslado mi mirada hacia Charlotte, quien cambia su expresión al instante.

—A mí no me lances, yo no he hecho nada.

—Mierda, Leanne —David se aparece totalmente empapado por el agua mientras se pasa las manos por el pelo.

—¿Cómo estuvo el baño? —me burlo.

Rueda los ojos y Charlotte le extiende una toalla con la que empieza a secarse. Por inercia, traslado mi mirada hacia Cindy pero no la veo en su lugar, tampoco a Edward.

Avanzo hacia el bolso que traje conmigo y saco mi teléfono mientras David y Charlotte conversan. Por inercia, me alejo un poco de la pareja que parece estar muy cómoda y le marco a mi padre. Hoy es martes y se supone que tiene una cita con el doctor.

Me contesta al primer tipido.

—¿Qué sucede? —interroga desde la otra línea.

—¿Asististe a la cita con el doctor que tenías programada para hoy para que te hagan un chequeo? —me muevo un poco sobre mi lugar.

Ah, eso... le dije al doctor que la cancele, iré mañana.

Dejo escapar un suspiro, pasándome una mano por el pelo. Era de esperarse, no sé por qué creí que haría las cosas de forma correcta.

—Papá, ya hablamos de esto, ¿por qué te empeñas en poner tu vida en riesgo?

Bambina no te preocupes, estoy bien.

—Era solo un chequeo, ¿te costaba mucho asistir?

Se queda en silencio durante un par de segundos.

Te prometo que mañana asistiré.

—¿Lo prometes en serio o estás excusándote? —interrogo—. Solo quiero lo mejor para ti.

Lo prometo, mañana asistiré.

—Papá...

Te lo prometí, no voy a romper la promesa —demanda.

Poso una mano sobre la baranda del yate.

—¿Me llamarás mañana y me dirás qué has ido a tu cita con el doctor entonces?

.

—Está bien, llámame mañana.

Lo haré, adiós.

—Adiós —cuelgo la llamada.

Observo el mar en el cual reina la serenidad y observo el cielo que está un poco atardecido. Ya ha pasado un poco más de tiempo desde que llegamos. El clima ha sido caluroso y lo sigue siendo. Supongo que lanzarme al mar a nadar un poco no vendría mal.

Sin embargo, antes de que pueda moverme de mi posición, oigo una risita femenina proveniente de Cindy. Frunzo el ceño ligeramente y avanzo hacia la izquierda.
Observo a Edward fumar tranquilamente mientras Cindy se inclina hacia él y parece susurrarle algo, no obstante, este no parece prestarle mucha atención. Estoy a punto de voltearme sobre mis talones para largarme cuando la chillona voz de Cindy me interpela.

—¿Qué haces, Leanne? —interroga. Me vuelvo hacia ella.

—Hacía una llamada —respondo y por inercia, traslado mi mirada hacia el hombre de ojos azules que también también me observa.

—Me pareció que estabas mirándonos.

—Oí risas y sentí curiosidad, es todo. De todas formas, estaba a punto de irme.

Cindy sonríe y noto como Edward le susurra algo en el oído. La rubia lo mira confundida durante un par de segundos y este le rodea la cintura con la mano. Sin embargo, antes de realizar la más mínima acción, su mirada cae sobre la mía.

—¿Vas a quedarte ahí mirando? —interroga Edward. Su grave y profunda voz me llega a los oídos como un vaivén. De nuevo, me siento rabiosa ante la arrogancia que desprende al mirarme.

—No te preocupes, no planeaba quedarme por mucho tiempo. No eres el centro del mundo.

Suelta a Cindy y se acerca a mí. Cualquiera se sentiría intimidado ante su prepotente mirada, pero a mí no me produce eso.

—Eres un arrogante de mierda —suelto.

—Y tú una insolente.

Doy un paso más hacia él.

—Bastardo —murmuro. Me volteo sobre mis talones para largarme, pero me toma del brazo.

—¡Edward! —chilla Cindy—. ¡¿Y yo que soy?! ¡¿Tu pintura?! ¡Suéltala!

Idiota. Ruedo los ojos. Me suelto del agarre del imbécil y me alejo de ellos, regresando con David y Charlotte.

Me deshago de mis sandalias y del vestido veraniego que llevo encima.

—¿Alguien va a darse un baño? —ironiza David.

—Y sin que nadie me empuje.

Suelta un bufido ante lo que digo y me lanzo a la superficie de un clavado. Finalmente, la tarde se basa en eso; todos estamos en el yate. Más tarde, a eso de las siete de la tarde, regresamos al hotel porque empieza a refrescar un poco.

Me siento exhausta cuando llego a mi habitación después de la tarde, y aunque desee dormir, quedamos para ir al bar esta noche.

Continue Reading

You'll Also Like

4.2M 295K 40
Por una venganza Zeus Areleous decide buscar a la candidata perfecta para ser su esposa, y así vengarse de la mujer que años atrás le rompió el coraz...
17.8K 957 31
aviso: no sé escribir :') Una cosa importante, es que nunca había escrito historias antes, así que, si hay algo que podría cambiar para mejorar les a...
1M 29.5K 32
Cuando las personas que más amas, te rompen, es difícil volver a unir esos pedazos. Victoria Brown, creía que cuando amas, la brecha para perderte a...
7K 889 21
La mayoría de niñas sueñan con tener en un futuro la familia perfecta, muchas no lo logran y otras tienen el privilegio y suerte de conseguirlo. Ese...