Caricias Prohibidas

By juliettamv

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LIBRO I • DUOLOGÍA CARICIAS Leanne piensa que Edward es un bastardo que se cree superior a los demás y Edwa... More

CARICIAS PROHIBIDAS
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPÍTULO 41
CAPÍTULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
CAPÍTULO 46
CAPÍTULO 47
CAPÍTULO FINAL
EPÍLOGO
Caricias Peligrosas

CAPÍTULO 5

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By juliettamv

ARROGANTE
.
Leanne

—Era un imbécil, tenía escrito en la frente que era un arrogante de mierda —me quejo—. El muy imbécil osó hablarme de tal forma solo porque me choqué con él y no le bastó solo eso, lo peor es que la situación le divertía, es un bastardo.

No seas dramática, te lo comías con la mirada —atina David, desde la otra línea telefónica.

—No digas estupideces, ¿acaso viste cómo se comportó? Es un arrogante de mierda, lo tiene escrito en la frente, ya te lo dije.

Leanne te conozco muy bien, no vengas a jugar el papel de la inocente. Te gustó enfrentarte a él.

—No seas ridículo, voy a colgar.

Suelta una carcajada desde la otra línea.

Hablo en serio, ¿no viste cómo te miraba? Te quería estampar contra la pared y no precisamente para gritarte.

—Ajá.

No lo admitirás muy fácilmente y por eso finges desinterés, pero Edward te encantó, admítelo.

—Deja de montarte historias en tu cabeza —le refuto mientras termino de empacar—. Ese bastardo es un maleducado, si hubieras visto la forma en la que se creía superior a todos dentro de ese salón, se le notaba en su mirada y en su comportamiento —suelto un suspiro.

Edward es un poco peculiar en cuanto a su personalidad, pero no creo que haya querido hacerlo apropósito.

—Me da igual lo que tu amigo haya querido hacer o no —aclaro—. Solo mantenlo alejado de mí porque no me interesa ni mucho menos me agrada.

Claro, como quieras —bufa.

—¿En dónde están ahora? —interrogo, cambiando de tema, pues Charlotte y David salieron de luna de miel después de la boda.

En Bora Bora.

—Disfrútenlo, no pierdas el tiempo hablando conmigo.

Cómo diga, señora Vitali.

—Señorita, bruto —me quejo.

Suelta una carcajada.

Claro, señorita, que tenga un buen día, adiós.

—Tú también, adiós —cuelgo la llamada.

Cojo las maletas luego de haber pasado una larga semana en Nueva York entre galas, entrevistas, la boda de David y entre otras cosas. Ha sido una semana extremadamente invasiva, pero admito que me divertí un poco, pude pasar tiempo con Alexander.

Ahora que finalice mi trabajo, simplemente me queda regresar a Venecia, mi lugar favorito y donde vivo al menos por ahora. Abandono la habitación, dejando todo perfectamente ordenado.
Las puertas del ascensor se abren y me meto dentro del cubículo, presionando el botón que se encargará de llevarme a la primera planta del edificio. Una vez las puertas se abren, salgo del interior del edificio, recibiendo el frío de la mañanera ciudad de Nueva York. Trevor guarda mis maletas y me meto en el vehículo que arranca al cabo de unos segundos, trasladándome hacia el jet privado.

***

Me permito respirar el aire de mi apartamento al cual acabo de llegar, sintiéndome libre en Milán luego de haber permanecido en Nueva York durante una semana, una semana que pude compartir con mi hermano hasta que tuve que marcharme. Decidí dejar el pent-house desocupado por un tiempo y mudarme por un tiempo indefinido a mi apartamento que se ubica en la ciudad de Milán en la que me encuentro ahora.

Me dejo caer sobre el sofá con unas inmensas ganas de dormir, me lo merezco después de todo el trabajo que cargué sobre mi espalda en Nueva York. Me permito cerrar los ojos con calma mientras disfruto del ruido de la lluvia que abarca a la ciudad de Milán esta mañana, suena a un buen plan; dormir en silencio relajante, oyendo el sonido de la lluvia con una inmensa tranquilidad. Sin embargo, todo aquello se esfuma cuando oigo cómo las puertas del apartamento se abren, me acaricio la sien sin ganas de reincorporarme del sofá, pues me encuentro bastante cómoda ahora mismo. Aterrizo al instante y recuerdo que les envié un mensaje a mis amigas hace eso de una hora, diciéndoles que les dejaba la puerta abierta para ellas, pero creí que no vendrían.

—¿Qué carajos estás haciendo ahí tirada, asimilándote a una morsa? —exclama Emma mientras que Hailey se sitúa a su lado, arqueando una ceja y examinándome con la mirada.

Conocí a estos dos dolores de cabeza hace muchos años, es una historia muy larga pero bastante divertida que nos gusta recordar ya que no nos agradábamos para nada cuando nos conocimos por primera vez. Emma Brown es una reconocida arquitecta americana que se ha ganado el reconocimiento de todos a base de la carrera que seleccionó para especializarse, se mudó a Milán para expandirse según tengo entendido. Mientras tanto, Hailey es una muy reconocida modelo al igual que yo, también decidió moverse a Milán porque le encanta todo lo que esté relacionado con la cultura italiana.

A pesar de que ambas sean unos inmensos dolores de cabeza cuando se lo proponen, son personas indispensables en mi vida que no estaría dispuesta a perder por nada en el mundo

—¿Qué están haciendo aquí, insoportables? —me quejo.

—Cállate, ambas sabemos muy bien que nos extrañaste demasiado —habla Hailey, cruzándose de brazos.

No puedo evitar esbozar una corta sonrisa y algo me alerta de que van a quedarse por mucho tiempo cuando veo a Emma dejar tres cafés de Starbucks y puedo visualizar que uno de ellos es un café latte, tal como a mí me gusta.

—Ajá —me reincorporo sobre el sofá y cojo el café.

—Traidora, sólo nos quieres aquí por el café —espeta Emma mientras se acerca a mí para darme un beso en la mejilla a la fuerza.

—Cierren la boca y tomen asiento —digo, soltando una corta carcajada—, tenemos mucho de qué conversar y ustedes me deben una explicación acerca de sus paraderos porque no las he visto en meses.

—Exagerada, solo ha pasado un mes —me recuerda Hailey.

—Sigue siendo mucho tiempo.

—¿Qué te sucede? ¿Ya estás en uno de esos días en los que tienes semejantes cambios de humor porque estás con tu periodo? —interroga Emma.

—Cállate, quiero conversar y así me tratan —finjo poner mala cara mientras le doy un largo sorbo al café—. Solo las perdono por el café   —realizo una breve pausa antes de hablar nuevamente—. Ahora, ¿van a ser tan amables de decirme en dónde carajos estuvieron?

—Yo estuve un Australia, un cliente me estipuló una buena cantidad dinero a cambio de un interesante proyecto que acabo de dar por finalizado —responde Emma—, he estado muy ocupada pero ya estoy completamente disponible para ti amore, no te preocupes.

Ruedo los ojos y traslado mi mirada hacia Hailey.

—Estuve en Australia debido a una sesión de fotos —explica ante mi mirada—. Era muy importante y mi representante me dijo que no podía perdérmelo por nada en el mundo.

—¿Y qué hay de ti? —interroga—. Estás haciéndonos muchas preguntas a nosotras, pero ni siquiera nos has dicho en dónde mierda has estado la semana pasada.

—¿Pasaron por aquí? —interrogo.

—Sí —habla Emma—, o al menos lo intentamos, pero la recepcionista ni siquiera nos dejó pasar porque nos dijo que no te encontrabas en Italia y nos echó del edificio como a unas simples subalternas.

Suelto una carcajada ante su desconcierto y su fingida consternación.

—Estuve en Nueva York porque tenía muchas propuestas interesantes que no iba a dejar pasar, eran muy importantes y contribuyeron mucho a mi carrera —digo, dándole un sorbo al delicioso café—, incluso tuve que asistir a la boda de David.

—¿David? ¿El de ojos verdes? —masculla Hailey, frunciendo el ceño mientras le da un sorbo a su café expreso.

—Ese mismo —afirmo—, se casó con Charlotte, la mujer de pelo rubio que mide al menos un metro sesenta y cinco —ambas me miran confundidas. Suelto un suspiro cargado de frustración ante la mala memoria que ambas se cargan—. La rubia sofisticada de pelo rubio, con la que fuimos al restaurante aquella vez que les presenté a David —les recuerdo.

—¡Oh, ya lo recuerdo! —dice Hailey mientras que Emma asiente con la cabeza a modo de que se acuerda—. La mujer agradable que me prestó uno de sus vestidos porque el mío estaba roto. Vaya... ¿Se casaron? Qué bueno por ellos.

Noto como Emma se remueve su asiento algo incómoda, pues a pesar de que no me lo haya comentado del todo, sé que sentía algo muy pequeño por David que quedó en la nada luego de que se enterara que estaba en pareja con Charlotte.

—En fin, ¿qué hay de ti? —Emma cambia de tema, interrogándome—. He oído que eres la sensación del momento, eres la provocadora de los sueños húmedos de los hombres y toda una diosa aparentemente.

—Claro que sí, cara mia —afirmo—, estoy en el mejor momento de mi carrera.

—En el mejor momento de tu carrera que incluso has vuelto loco a un hombre —dice Hailey, haciendo que frunza el ceño.

—¿De qué hablas? —traslado mi mirada hacia ella.

—Eh... —le da un sorbo al café—. Olvidé por completo decírtelo... Brandon me llamó dos veces con la intención de que me comunicara contigo para que lo desbloquees.

—¿Te dijo eso? —interrogo, haciendo que se me hierva la sangre.

—Sí, incluso intentó manipularme para que le dijera en dónde estabas, pero colgué la llamada porque estaba siendo muy insistente. Lo lamento, sé que debí haberte hablado de esto antes, sin embargo, he estado muy ocupada y lo olvidé por completo hasta ahora.

—No importa, gracias por decírmelo de todas formas —agradezco.

—¿Ese hombre te hostiga? —interroga Emma, sonando un tanto preocupada.

Niego con la cabeza, Brandon no sería capaz de hacerme eso ni siquiera en un millón de años, sólo está tratando de superar nuestra ruptura y honestamente, no creo que tenga intenciones de hacerme daño. Aunque, si es muy insistente, pero sé que no será un gran problema, además, si esto se tornara en un asunto grave, tengo miles de abogados y guardaespaldas que estarán encantados de estar a mi disposición.

—Claro que no —niego con la cabeza—, simplemente no puede superarme, dentro de unos meses ya se repondrá y lo superará.

—¿Segura? —insiste.

—¿Por qué no lo estaría? Simplemente está dolido porque decidí terminarle toda una relación mientras que él planeaba un futuro entre nosotros, tampoco es cómo si yo le fuera alguien indispensable. Brandon es un hombre atractivo, podría conseguirse a cualquier mujer que le plazca, la única diferencia es que dudo que encuentre a otra que se asimile a mí —le doy un sorbo al café.

«No tan atractivo cómo el hombre de la boda de David» Una voz en mi cabeza me traiciona y me tenso con él simple pensamiento de recordar la prepotente mirada de esa bestia que tuvo la decencia de apodarme cómo insolente.

—Tienes el ego por las nubes —dice mientras también un sorbo a su café. Me encojo de hombros, no es que haya dicho alguna mentira, me considero una mujer extremadamente atractiva pero no me creo superior a los demás, esa es la única diferencia si me pongo a pensar, ya que jamás he despreciado a alguien de forma cruel.

—No es para tanto, solo repito lo que Brandon me dijo mientras estábamos juntos. 

—Entonces, ¿qué hay de ti? ¿Qué hay de tu vida amorosa, hay algún hombre que esté interesado en tu cuore?

—No voy a negar que hay demasiados interesados, pero nadie me convence —admito—, sin embargo, la soltería me encanta y no es cómo si dependiera de una relación con un hombre. A veces, es bueno estar sola.

—Ahora sabemos porque tu humor ha sido una mierda últimamente; no has tenido sexo con absolutamente nadie —se burla Emma y le lanzo uno de los cojines que se encuentran sobre el sofá, haciendo que suelte una carcajada—. ¿Ni siquiera tienes un bendito consolador para tranquilizarte por las noches?

—Tengo uno, pero no soy una obsesiva compulsiva que necesita masturbarse todos los días para estar de buen humor.

Hailey rueda los ojos.

—Al menos cuéntanos si conociste a algún hombre guapo o algo por el estilo —inquiere, sonando entusiasmada.

—Conocí a uno, pero resultó ser un idiota —admito con furia mientras le doy un sorbo al café que complace mi paladar—. Su nombre era Edward Haste y actuó como un completo imbécil, aún tengo ganas de abofetearlo.

—¡No puede ser! —exclama Emma—. ¡¿A ese hombre, el mismo Edward Haste?! —asiento con la cabeza—. ¡¿Pero qué carajos es lo que estás diciendo?! Ese hombre está para chuparse los dedos.

Me cruzo de piernas con tan solo recordar la forma en la que me habló y la forma en la que me miró con sus aires altivos, tan solo le faltó ofrecerme dinero para callarme, aunque tampoco me hubiera sorprendido esa acción viniendo de un bastardo así.

—Era atractivo —admito—, pero eso no quita que sea un completo idiota que resultó ser un narcisista de mierda.

—Cómo digas —Emma se levanta del sofá—. Tenemos hambre, prepáranos uno de esos hotcakes nutritivos que a ti te gustan.

Ruedo los ojos antes de levantarme del sofá también, con estas dos puedo esperarme cualquier cosa.

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