La hija de Luthor (adaptación...

By Vale_isa123

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La hija de Luthor, Lena, vuelve de Estados Unidos para estar junto a su padre en Grecia. Lena desconoce las a... More

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XVIII (final)

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By Vale_isa123

Kara tenía sus reflexiones moviéndose dentro de ella mientras miraba pensativamente la ventana. Las imágenes proyectadas detrás de las ventanas eran de un hombre corpulento que había sido acompañado a la oficina por James y Clark. Lo empujaron en una silla y se sentó allí obedientemente. La alta mujer, de cabello rubio agitó la mano desdeñosamente a sus dos secuaces, pero ella miraba por la ventana, con los ojos color del mar Egeo que estaba por debajo. Los dos ayudantes la dejaron sola en la habitación con el hombre robusto y aunque ella estaba de espaldas al hombre, aunque él sabía que tenía la suerte de estar con vida. Atacarla no encajaba dentro de la escena.

Ella suspiró profundamente mientras observaba la hermosa vista. La puesta de sol fue indescriptible. El resplandor naranja amarillento convirtió al mar azul verdoso por debajo en el mismo color suave y apagado rebotando hacia ella desde las casas blancas a lo largo de la orilla del mar.

Kara apretó el puente de su nariz y deseó estar en cualquier otro lugar en ese momento, tal vez en el mar, en su catamarán, acurrucada en los brazos de una hermosa mujer.

Cerró sus ojos y pudo sentir la puesta de sol sobre sus hombros y cómo el viento soplaba con fuerza desde el norte. Casi podía sentir a la mujer en sus brazos. Sacudió un poco su cabeza y abrió los ojos. Este no era el momento para soñar. Además, su negocio no consistía en brindarle exactamente la clase de relaciones con el tipo de mujeres con las que se puede disfrutar de un buen vino y viento en el mar.

Ella necesitaba enfocarse en la tarea entre sus manos. Pasando los finos dedos de una mano por su cabello color dorado, se tragó la nostalgia y la melancolía, eso sólo la haría débil. Necesitaba ser fuerte para estos negocios del Señor Luthor. Después de todo, él le pagaba bien por hacer lo que ella hacía mejor, forzarlos a cumplir la voluntad del Señor Luthor. Otra inspiración profunda de su parte y la mujer con la mirada conmovedora desapareció. Cuando se volvió, el hombre corpulento la miró a la cara y lo que vió lo hizo tragar saliva. Sus rasgos perfectos hablaban muy bien de su pura herencia griega, pero eran esos ojos los que habían hipnotizado al hombre. Momentos antes ella miraba al mundo con unos profundos ojos azules cerúleos, ahora ella volvió la mirada hacia el hombre sentado y sus ojos eran tan fríos y pálidos como el hielo.

"Señor Stefanopoulos... mi nombre es Kara Danvers". Dijo con voz baja desprovista de cualquier emoción.

Él tragó saliva de nuevo, sabía quién era ella. Las comisuras de los labios de Kara se curvaron ligeramente hacia arriba, viendo cómo se santiguaba, con la esperanza de evitar lo que él pensaba que era sin duda el mal de ojo.

Ella no pudo detener la sonrisa indiferente. Los griegos siempre consideraban que las mujeres con los ojos azules eran más capaces que cualquier otro de poder para maldecir a alguien con el mal de ojo. Además de eso, sólo había una cosa que la emocionaba más que ver la expresión en el rostro de un hombre que una vez que se dio cuenta de quién era, y eso era lo que temía.

******

"¿Señorita Luthor?" La azafata se dirigió a la joven azabache que tenía los ojos cerrados. La empleada odiaba molestar a los pasajeros de primera clase, ya que podrían ser muy quisquillosos, pero ésta parecía ser realmente agradable cuando ella había llegado para servir el desayuno. "¿Señorita Luthor?" Repitió.

La pelinegra abrió los ojos para revelar iris de color verde oscuro, el color de un frondoso bosque. Se incorporó un poco, aparentemente sorprendida se había quedado profundamente dormida. Los mechones de pelo de color ébano cayeron en los ojos y, como era su costumbre, los sacudió lejos con una sacudida rápida de su cabeza. Pasando rápidamente las manos por sus cabellos se centró en la azafata.

"¿Sí?" Preguntó, mirando expectante a la joven que se inclinó hacia ella.

"Señorita Luthor, los pilotos han dejado un mensaje para usted". La azafata le extendió una hoja de papel. "¿Lee griego?"

"Sí, gracias." Respondió la morena, abriendo la nota doblada y sonriendo.

Sólo su padre tendría la audacia de hacer que le entregaran un mensaje de emergencia cuando sólo faltaban quince minutos para aterrizar en Atenas. Él le decía que su asistente personal debería estar en el aeropuerto yendo a su encuentro. Lena dobló la nota cerrándola nuevamente y se preguntó quién sería su nueva mano derecha. A ella nunca le había gustado el hombre al que todos llamaban Tusky, pero recordaba la cara de tristeza de su padre cuando le dijo que el hombre al que ella había crecido temiéndole, había sido asesinado en un lamentable atentado con un coche bomba. De eso habían transcurrido cinco años. Ellos culpaban a los turcos o a los albaneses, al igual que los culpaban de todo lo malo que pasaba en Grecia.

Lena se estiró y apoyó el codo en el reposabrazos del asiento, con la barbilla apoyada en la palma de su mano. Miró por la ventanilla del avión y se perdió en las nubes blancas ondulantes. Se sentía extraña estar yendo a casa otra vez, aunque la mayoría de la gente no consideraría a Grecia su país natal, ni tampoco, a primera vista, la tomarían por nativa. Cuando le dijo a la azafata que, efectivamente, hablaba griego, ella respondió con un muy corto, "nai". La mujer miró sorprendida, pero no dijo nada.

Grecia era el hogar de Lena de una especie de manera excéntrica. A medida que le iban contando la historia, de su madre sabía que había nacido con un padre griego y una madre irlandesa. Su padre había ido contra la tradición familiar de casarse con una mujer de sangre griega pura. La historia después de eso era un poco confusa. Ni su madre ni su padre alguna vez le habían explicado demasiado, sino que ella tuvo que reunir las partes, cuando la joven Lena Luthor tenía cinco años, su madre tomó a su hija y se fue de Grecia a Estados Unidos, para no regresar jamás. Lena tenía en la actualidad la doble nacionalidad de ambos países.

Las cosas entre sus padres siempre fueron muy civilizadas. Lena pasaba todos los veranos de su vida en la finca de su padre en la isla de Mýkonos. El resto del año, vivía con su madre en Long Island. Durante los últimos seis veranos, Lena no había ido a la isla griega. La vida universitaria le había estado consumiendo demasiado tiempo y cada verano viajaba alrededor del mundo en una excavación arqueológica. Finalmente, con su maestría de civilizaciones antiguas en la mano y la financiación de la Universidad de California detrás de ella, regresaba a casa de su padre. Ella se había posicionado como segunda al mando de la excavación, sobre todo debido a su herencia y dominio de la lengua y la zona. Fue un esfuerzo conjunto entre los Estados Unidos y Grecia, y la joven Lena iba a aprovechar al máximo su primera oportunidad.

Ella estaba un poco nerviosa por tener que ver a su padre después de tanto tiempo, pero en realidad no tenía nada de qué preocuparse. Lionel Luthor amaba a su hija como si fuera una diosa. Él quería a su hija pequeña más que a nada mientras crecía y el día que se graduó, tenía un BMW M3 convertible de color azul real esperando en la entrada. Cuando le dijo a su padre su asignación en Chóra en el Museo Arqueológico él insistió en que volviera a la casa de la hacienda para vivir. El primer pensamiento de Lena fue poner alguna excusa para vivir por su cuenta en un apartamento, pero puesto que había pasado seis años desde que visitó la isla, decidió dejarse mimar durante un tiempo en la finca y buscar un apartamento una vez que estuviera allí. Unas pocas semanas de vacaciones no podrían perjudicarla, pensó.

El parpadeo de las luces en la cabina la sacó de sus reminiscencias para volver a ajustarse el cinturón de seguridad. Con suerte, la mano derecha de su padre por lo menos sería alguien con quién llevarse bien mientras vivía allí. Se estremeció al recordar las miradas insensibles que siempre recibió de Tusky. Sólo esperaba que éste tuviera un lado un poco más amable.

**********

"¿Qué estás tratando de hacer, que nos maten?" Dijo la mujer rubia entre dientes y tomó la carta de Luthor de las manos del chofer. Pasando por encima de la llamada del hombre escondido, se estrelló contra su pecho "Mierda", maldijo la estupidez del hombre. "Pero, yo no sé cómo luce ella" Tartamudeó él con un fuerte acento.

"No te preocupes... Yo lo hago"

Cada día, durante los últimos cinco años ella había visto la foto en el gran escritorio de roble de su empleador. La chica tenía unos doce años con un cabello negro largo y relucientes aparatos en sus dientes. Era una cosa pequeña, que se veía aún más pequeña encima de un gran caballo negro. Kara no habría necesitado de la fotografía para recordarla, de todos modos. Ella tenía la imagen de la hija de Luthor grabada de niña en su cerebro.

Después de todo, ¿Cuánto más podría haber cambiado ésta chica?

Lena se levantó y estiró los músculos que habían resistido firmemente un vuelo de diecisiete horas desde California. Había tenido que correr un poco para tomar el vuelo con conexión a Amsterdam, pero se quedó dormida y apenas se había movido desde entonces. Haciendo su camino desde el avión, ella temía la espera en la aduana, que junto con el hecho de que no tenía idea de qué se suponía que debía estar buscando, ya estaba empezando a parecer una tarde agotadora. Con la funda de la laptop en la mano, se movió por el concurrido aeropuerto como un viajero experimentado, consciente de los ojos que la seguían en cada movimiento. Ella fue capaz de moverse rápidamente a través de la terminal este hacia la zona de recogida de equipajes.

Ella detuvo a un joven que trabajaba de maletero y lo sorprendió hablando griego, explicándole que tendría una buena propina si él llevaba todas sus maletas y se dirigía a la aduana con ella. El joven inclinó el sombrero hacia atrás y miró de reojo a la morena. Cuando ella alzó unas diez mil dracmas de billetes tentadoramente, sus ojos se agrandaron, pero de pronto su rostro se congeló, no en el dinero, sino en algo sobre el hombro izquierdo de Lena. Su rostro se puso pálido y negó con la cabeza a la azabache, tratando de alejarse de ella. Lena se agarró de su brazo para tirar de él hacia ella.

"No", dijo el joven con fuerza y empujó la mano que aún sostenía el billete crujiente. Como si Lena no entendiera el idioma, él repitió lo mismo.

"¡No!" miró hacia arriba por detrás de Lena y comenzó a retroceder.

La joven mujer estaba muy sorprendida por la conducta atemorizada del hombre. Él se inclinó un poco, girando y casi corriendo lejos. De repente, Lena sintió una presencia detrás de ella. Recordó la mirada del rostro del joven y se volvió con una de sus mejores miradas furiosas americanas.

Ninguna de las dos mujeres recordaría después en algún momento si habían intercambiado alguna palabra durante los primeros segundos. Era como si cada mala película llena de clichés sucediera y el tiempo simplemente dejase de avanzar por unos preciosos instantes. Se sentía mucho más largo cuando las dos mujeres se quedaron mirándose fijamente la una a la otra. Lena miraba hacia arriba a los ojos más azules que algún artista alguna vez hubiera imaginado. La mujer que estaba delante era fácilmente unos 15 centímetros más alta que lo que era la pelinegra. Tenía el pelo largo de color dorado que caía en cascada a través de los anchos hombros y por su espalda, su flequillo había sido arrastrado casualmente hacia un lado. Una ceja arqueada bajo los mechones y Lena creyó ver una mirada definitivamente de diversión, o era de sorpresa, en la mirada contemplativa de la desconocida. La mujer se parecía sospechosamente a un agente federal estadounidense en un traje negro a medida y una blusa de seda de color blanco. Ella parecía muy a gusto mientras sostenía sus manos, pensativamente dobladas, frente a ella.

Kara vio a la morena caminar por el aeropuerto, ordenando a los otros que se quedaran atrás. Ella vio su oportunidad cuando el maletero intentaba robarle. Una vez que la joven se dio la vuelta, le tomó cada pedacito de moderación a la alta mujer para no reír a carcajadas al ver la expresión que ella le estaba dando. A continuación, Kara se encontró atrapada en una mirada que arremolinaba con todos los colores del océano. Ésta definitivamente no era la niña de doce años de edad en la foto. Ésta mujer debía ser alguien completamente distinta. La parte superior de su cabeza sólo se acercaba a la barbilla de Kara, pero su cuerpo era una obra de arte. Era todo músculo liso cubierto por una piel que se veía tan suave, la mujer de cabello dorado tuvo que abrazar sus manos para no alcanzarla y tocarla. Entonces Kara recordó quién era esta mujer y con la misma rapidez en que sus ojos se habían suavizado, su expresión volvió a caer en su fría pretensión.

"Lena Luthor, ¿supongo?"

La voz sobresaltó a Lena de su bruma. La expresión de la alta mujer pasó de la contemplación silenciosa a la severa impasibilidad en un abrir y cerrar de ojos.
"¿Sí?" respondió la morena.

"Mi nombre es Kara Danvers, trabajo para tu padre".

Lena tomó la mano que la mujer le ofrecía y por un segundo pensó en no dejarla ir. No podía entender la sensación cuando era obvia la mirada indiferente de la mujer de pelo rubio siendo sólo un apretón de manos superficial, Lena simplemente no podía explicarlo. Lo curioso fue que la alta mujer también pareció reacia a finalizar el contacto.

"Por favor sígame, señora Luthor" solicitó la mujer más alta, luego se volvió rápidamente y comenzó a caminar, esperando que la siguiera.

"Pero... mis maletas..." comenzó Lena.

"Ya me he ocupado de su equipaje, Sra. Luthor" replicó Kara.

"¿No debería estar en Aduanas?" respondió Lena, ligeramente sin aliento por mantenerse al día con largas zancadas de la mujer.

"Ya han sido tomados los recaudos" replicó Kara, una vez más.

"¡Espere!" Lena se detuvo y finalmente se dio cuenta que estaba prácticamente corriendo para mantener el ritmo. "¿Qué tal si lo hace más fácil y bajamos a un trote lento, huh?" Por primera vez desde que las dos se reunieron hubo un pequeño indicio de sonrisa dibujado en las comisuras de los labios de Kara.

"Lo siento" fueron las únicas palabras que pronunció Kara y le indicó la puerta del coche.

La limusina se detuvo al segundo bordeándolas antes de que las dos mujeres salieran del calor de la tarde. Rápidamente tiró de la puerta para abrirla, Kara dejó ingresar a Lena y se sentó frente a ella al lado de un hombre musculoso de unos treinta años.

"Éste es Clark, también es empleado de su padre. Él no habla muy bien inglés". Ella indicó al hombre sentado a su lado.

El joven fornido sonrió tímidamente a Lena. Sacudió la mano y se alejó rápidamente, disparando miradas nerviosas a la mujer sentada a su lado.

Lena observó y escuchó el inglés de la mujer de cabello rubio, pero no pudo adivinar su ligero acento. La inflexión de su voz cuando utilizaba el inglés era un poco apagada, como si hubiera aprendido inglés en Inglaterra o Australia. No podía ser americano; hablaba la lengua de manera demasiado perfecta. Kara miró por encima del hombro y habló con el conductor en griego, pidiéndole conducir por la carretera portuaria de la pista de aterrizaje. Fue entonces cuando Lena se dio cuenta de que la mujer era griega. La forma gutural que ella puso en la R, una técnica que siempre había sido difícil para Lena, parecía rodar fuera de la lengua de la rubia con una facilidad natural.

Kara levantó el teléfono al primer timbrazo. Ella procedió a dirigir negocios, hablando a veces en griego, y luego en inglés. Ella mantenía una cartera de cuero negro en su regazo y constantemente garabateaba en el bloc de notas en el interior. Todo el tiempo la rubia mantenía un ojo entrenado casual en la mujer sentada frente a ella. La azabache parecía tomar los tratos comerciales con calma y miraba por la ventana, con la barbilla descansando tranquilamente en la palma de su mano. Kara se preguntó a cuántos de estos paseos la chica había ido con su padre, siendo ignorada como en éste, siendo los negocios siempre primeros. De repente, rubia capturó un momento de descuidado dolor en los rasgos de la Lena. Luego, con la misma rapidez éstos se habían ido.

Kara cerró su anotador y apagó el teléfono.

"¿Puedo ofrecerle una copa, señora Luthor?" preguntó Kara, señalando el pequeño bar.

"En realidad, mis amigos me llaman Lena. Me encantaría un vodka si lo tiene"

"En efecto lo tenemos, señora Luthor. ¿Ice... tonic?"

Lena se dio cuenta con una respuesta de cómo iba a ser entre ella y esta mujer. Muy hermosa, pero fría y distante, Lena entendía que ella siempre sería la hija de Lionel Luthor para la desconocida que escondía sus emociones con tanto recelo. Ella negó con la cabeza a la oferta de servicios adicionales.

Kara observó la expresión de Lena mientras vertía la bebida para ambas, ignorando deliberadamente la oferta de llamar a la hija de su jefe por su primer nombre. Ella es una belleza, eso seguro, pero esto es la última cosa que necesitas en tu vida ahora mismo. Sin complicaciones, eso es lo que te prometiste. Y ésta... la hija de Luthor... ella definitivamente podría hacerte la vida más complicada.

Lena tomó la bebida ofrecida de las manos de la mujer de cabello dorado y una chispa saltó entre sus dedos. La joven retiró la mano y miró sus dedos, como si la hubieran quemado.

"Es seco en esta época del año", fue única explicación de Kara, pero incluso ella lo sintió.

Era más que la electricidad estática, era algo producido por el centelleo de un fuego que ardía profundamente dentro de cada mujer, pero que siempre mantenía el control. Tampoco reconoció la causa, pero cada una de ellas, de repente, sintió lo incompleto de sus vidas.

Kara sintió la tentación de sonreír y decirle a la joven que le encantaría llamarla Lena y por un momento, sintió en sus labios como si fuera a decir esas palabras. ¡Rayos!

¿Qué demonios se ha metido en tu interior, Kara... estás jodidamente desquiciada? ¿Qué es lo que vas a hacer... cogerte a la chica? Hazlo y luego estarás debajo de la piedra angular de uno de los nuevos edificios de Luthor. ¡Consigue una mujer!

Lena observó el rostro de la rubia mientras bebía el vodka refrigerado. Era un hielo frío con sabor cítrico, sin embargo, todavía ardía ligeramente a medida que se deslizaba por su garganta. Los ojos azules de la mujer se oscurecieron y ella parecía estar a punto de hablar, cuando las líneas de expresión en su cara se relajaron un poco. Con la misma rapidez, los rasgos bronceados de la mujer se endurecieron y la mirada abierta en su cara se cerró de golpe. Tomó el teléfono una vez más y con enojo abrió el cuaderno en su regazo, ignorando por completo la morena.

El corto vuelo a Mýkonos transcurrió sin complicaciones y Lena encontró otro vehículo antes ser llevada a la pequeña colina de la finca de su padre. Con vistas a la bahía de Tourlos, la casa medieval estaba situada en este modesto acantilado, con vistas a la bahía desde hace siglos. Lena recordó cuando era niña siempre estaba corriendo para escapar por unos momentos a la soledad de la playa.

Había una enorme cantidad de actividad una vez que salió del vehículo. Parte de la confusión se debe simplemente al hecho de que la única hija de Lionel Luthor no había estado en casa en casi seis años. Gran parte de la actividad siguió, sin embargo, rodeada por la alta mujer de cabello dorado. Ella respondió a las preguntas mientras se acercaban y daba instrucciones a los trabajadores, el personal, y los jardineros, mientras que siempre parecía tener un ojo entrenado en el horizonte, la exploración de la zona para algo, Lena no sabía. Finalmente impactó en la pelinegra.

Lena se detuvo y se quedó a sólo un par de metros de la alta mujer. Ella tenía la mirada fija e incrédula en la mujer de más edad y Kara le devolvió la mirada franca con una de las suyas.

"¿Tú... tú eres el mano derecha mi padre?" preguntó Lena con asombro.

"Lo siento, Señora Luthor, yo pensé que lo había dejado claro" replicó Kara rotundamente.

"Ciertamente no lo hizo, pero creo que yo ya sabía eso ¿Le gusta tomarme por tonta, Señora Danvers?" preguntó Lena con un toque caliente en su voz.

Por segunda vez en el día, Lena vio como la rubia estuvo cerca de sonreír.

"¡Señorita Luthor!"

Lena giró y una brillante sonrisa iluminó su rostro, su ira desapareció inmediatamente. "¡Eliza!"

Una mujer mayor, se precipitó hacia las dos mujeres. Ella envolvió sus fuertes brazos alrededor de la morena y la abrazó con fuerza.

"Te he echado de menos en mi cocina". La mujer gorda se echó a reír. "No tengo a nadie para robar dulces de debajo de mis narices".

Lena se puso a reír y se acordó de las veces que la ayudaba en la cocina simplemente para colarse bocados de hojas de parra rellenas que la mujer mayor había hecho a la perfección.

"Hey, yo aprendí a cocinar, robando comida en la cocina". Lena puso en lo que esperaba fuera una expresión ofendida.

"Bueno, al menos algunas niñas aprendieron a cocinar", Eliza reprendió en dirección a Kara.

"Ésta quemaría agua si usted le diera una oportunidad". Señaló en dirección a la mujer dorado.

Por primera vez Lena vio como una pequeña sonrisa reemplazó a Kara del habitual ceño fruncido. Kara se inclinó más hacia la cocinera que era casi tan alta como ella.

"¿Por qué molestarse en aprender cuando puedo conseguir mujeres hermosas que lo hagan por mí?" Ella sonrió.

Eliza se rió de la alta mujer. "Algún día te vas a arrepentir de que no aprender más".

Kara se acercó aún más a la mujer mayor y sonrió. "Si aprendiera algo más sería peligrosa". Terminó con un guiño.

"Lena".

Lena reconoció la voz, incluso antes de que ella se diera la vuelta. "Papá", ella giró y voló una docena de pasos y medio para dónde estaba la alta figura de Lionel Luthor.

Abrazó a la niña y prácticamente la levantó del suelo. El hombre besó la frente de su hija y le susurró algo al oído, a la que ella sonrió y asintió con la cabeza, con lágrimas llenando sus ojos verdes.

Kara y Eliza observaban el intercambio y la cocinera no podía dejar de notar el cambio en la expresión de Kara.

Por un momento, rubia bajó su guardia y sonrió cuando el padre y la hija se abrazaron. Ella parecía estar a millones de kilómetros de distancia, en sus propios recuerdos, pero sólo duró un instante después su fachada impasible se deslizó en su lugar otra vez.

"Espero que esté planeando algo especial para esta noche, ya sabes cómo come mi pequeña". Dijo él con una sonrisa, deslizando un brazo alrededor de la cintura de la joven y acercándola más.

"En efecto lo hice, señor, todos los favoritos de la Señorita Luthor".

"Excelente, gracias". Él despidió a la mujer mayor. "Veo que tú y Kara se han conocido. Kara únete a nosotros en la cena ¿podrás? Tendré un par de invitados dentro. Me gustaría darles la bienvenida a esta casa apropiadamente de nuevo".

"Por supuesto, señor Luthor". Comentó Kara, al darse cuenta de que no era una petición, sino una orden. "Si me disculpan, tengo algo de trabajo que atender antes de eso".

La mujer alta se alejó hacia la parte posterior de la finca sin mirar nuevamente a Lena.

Lena sólo estaba medio escuchando a su padre, con los ojos tras la poco comunicativa asistente personal hasta que la hermosa mujer se perdió de vista.

Kara observaba los veleros en la bahía de Tourlos, de espaldas a los dos hombres sentados. Habían estado con ese informe durante la última hora. Lionel Luthor sentado detrás de un escritorio de caoba antiguo que, Kara reflexionó, debió haber necesitado diez hombres para llevarlo dentro. Clark se sentó en una silla frente a él. Estaban preparando a Clark para ser el segundo al mando, pero él no era un líder. Si algo le sucedía a ella, Clark sería el encargado, y Luthor probablemente sería un hombre muerto.

"Kara ¿qué te parece?" preguntó Luthor.

Kara nunca se apartó de la ventana. Parecía que pasaba mucho tiempo soñando despierta en las ventanas últimamente. Trató de concentrarse en la conversación a mano, pero la visión de un par de profundos ojos verdes no paraba de saltar a la vanguardia de sus pensamientos.

"Creo que es su primer día y usted lo está empujando". Respondió ella finalmente.

Lionel asintió y se recostó en el sillón de cuero. Kara era la única persona viva a la que le permitía hablarle de esa manera. Sus evaluaciones eran generalmente brutales, pero siempre honestas. Miró el informe del investigador estadounidense que había enviado por fax. Si su hija viera los papeles que tenía en la mano, probablemente tomaría el primer avión de vuelta a Estados Unidos. No podía correr riesgos y era necesario saber lo que su hija había estado haciendo de verdad hasta en los últimos años.

Una vez más examinaba los papeles. Ella había tenido un buen número de compañeros en la universidad, gracias a la Santísima Virgen que eran todas mujeres. No lo hizo como parte del exceso, sino que era más bien una adicta al trabajo, al igual que su padre.

"Kara, ¿qué significa esto cuando escribe sobre su orientación para el sexo?" Lionel preguntó a la mujer silenciosa.

Kara permitió que una sonrisa jugara en las comisuras de sus labios. Personalmente, pensó este pequeño bocado era demasiado bueno para ser verdad. ¡Eso significa que ella come conchas, idiota!

Ella agitó la mano a los hombres detrás. "Sólo significa que no se acuesta con nadie", mintió.

"Por supuesto que no lo hace". Luthor parecía ofendido ante la idea. "Ella solo tiene veinticinco años, por el amor de Dios".

La sonrisa de Kara, ocultamente a la vista, se hizo más amplia.

"Ella es una buena chica católica, señor Luthor" señaló Clark. "Aquí dice que ella va a misa al menos una vez al mes y va, incluso a confesarse. Usted sabe que esas chicas estadounidenses ni siquiera se molestan".

Sí claro, apuesto a que los sacerdotes se caen sobre sus dientes apenas llega la pequeña bola de fuego, se rió Kara para sus adentros.

"Clark. Mi hija es griega, no estadounidense". respondió Lionel con frialdad.

Kara podía oír el límite en la voz de Luthor.

"Oh, por supuesto, señor Luthor. Yo sólo estaba diciendo..."

"Cállate, Clark." Kara advirtió antes de que el joven dejara que su lengua lo meta en problemas reales.

"Señor Luthor, si quiere mi opinión, ¿por qué no simplemente deja que las cosas encuentren su propio tiempo en lo concerniente a Lena? Deje que se acostumbre a estar aquí de nuevo y vea cómo actúa una vez que ella se instale en su posición en el museo. La empresa familiar no le concierne durante un tiempo. Tómelo con calma", continuó Kara, dándose la vuelta para finalmente enfrentarse a su empleador y poner una de sus más encantadoras sonrisas. "No tiene sentido que nadie salga herido innecesariamente".

Kara sonrió al anciano cuando él asintió con la cabeza. Él no se dio cuenta de que su sonrisa parecía estar más sinuosamente cuidada.

Tal vez dos docenas de personas se presentaron en la cena de Lionel Luthor. A Lena le dieron varios "oh" y "ah" hasta que se escapó al balcón a respirar un poco del muy necesario aire en ese momento.

"¿Qué sucede, no te gusta ser el heredero aparente?" La voz baja llegó hasta ella desde las sombras y ella reconoció a quién pertenecía el sonido seductor inmediatamente.

Dio la espalda a la voz y miró hacia las luces de la bahía.

"Es igual que ser una yegua premiada, puesta en exhibición para ser vendida al mejor postor". Respondió Lena.

"Ah, pero una buena carne de caballo", Kara salió de las sombras con una copa de vino en la mano. "Las primeras crías, pueden tener un precio muy alto. Uno quiere saber qué estará recibiendo por su dinero".

"¿Y qué es lo que hacen una vez que han invertido tiempo y dinero en ella y no es lo que esperaban que iba a ser?" preguntó Lena.

Kara se acercó por detrás de la joven mujer, tan cerca que Lena podía sentir el cálido aliento de la alta mujer en el cuello.

"Por lo general piensan que todo está en los genes. Ellos piensan que si no pudieron acertar con ésta... bueno, acaban sacándola fuera para reproducirse. Sin nada que pueda hacer durante el día, pero ella decidirá qué semental se montará en ella hoy".

El aliento húmedo de Kara en la parte posterior de su cuello estaba haciendo algunas cosas peligrosas para el resto del cuerpo de la joven. Lena sintió como si la voz de la mujer de pelo rubio se hubiera reducido a un susurro. Sacudió la cabeza y puso un poco de distancia entre la sensual voz y ella misma.

"¿Sementales montándola, eh? Bueno" Lena arqueó una ceja a la alta mujer "ahí está el problema".

Antes de Lena pudiera continuar su explicación una joven sirvienta abrió la puerta del balcón y se dirigió a Lena. "La cena se está preparada para servir, señorita Luthor".

"Gracias, estoy en camino" respondió Lena, dirigiéndose hacia la puerta.

Kara siguió a la morena, disfrutando de la tregua del gato y el ratón. "Es consciente que, como la señora de la casa, se espera que usted bendiga la noche". Dijo Kara en la espalda de la joven.

Lena se detuvo y se volvió para mirar los ojos azules, pero todavía no podía averiguar si estaban serios o burlones.

"Y, ¿debo suponer que usted ha estado rellenando esa posición durante los últimos cinco años?" preguntó Lena.

Kara simplemente inclinó la cabeza hacia un lado, haciendo una leve reverencia en señal de conformidad.

"Señora Danvers, ¿quieres ser la señora de la casa Luthor?" continúo la joven.

Kara se echó a reír. No sólo era la profunda risa gutural muy sexy, pero era la primera vez que Lena oyó el sonido genuino de Kara.

"Eso, señora Luthor, es quizá la cosa más lejana del mundo en mi mente" respondió Kara con sinceridad.

"Bueno, entonces supongo que tendré que arreglármelas de alguna manera" dijo Lena y bruscamente y volvió al comedor.

Lionel Luthor sentó a la cabecera de una larga mesa. Kara estaba sentada a su derecha, Lena a su izquierda. Kara observó levemente divertida, como la joven se levantó para comenzar la cena. El grupo quedó en silencio y miró a la joven. La rubia era tal vez la única en la habitación que se percató de cómo las manos de Lena temblaban ligeramente.

Lena dijo en un rápido Ave María que no iba a avergonzarse a sí misma, a su padre, o dar a Kara Danvers siquiera el más mínimo motivo para decir que te lo dije. Ella pudo haber sido criada en Estados Unidos, pero su madre nunca dejó que se olvide de dónde venía ni la tradición que rodeaba su lugar de nacimiento.

Ella se inclinó y levantó su copa flauta de champagne, mientras al mismo tiempo recogía una nueva pieza de veinte dracmas marcada que colocó boca abajo en un plato pequeño. Ella levantó la pieza brillante y la dejó caer en su copa de champagne. Cuando flotaba en el fondo aguantó el vidrio en alto.

"Para la buena fortuna, buena salud, y para el mar". Lena dijo firmemente "¡Yamas!"

Ella terminó y bebió el líquido burbujeante hasta que la copa quedó vacía. Con una sonrisa en dirección a Kara la azabache mostró la moneda entre sus dientes. Todo el mundo en la mesa sostuvo sus propias copas y el brindis familiar del Yamas, o lo que todos creyeron oír alrededor de la mesa. De Kara, Lena estaba segura que escuchó que murmulló "Touché".

"Me sorprendiste padre. ¿Contrataste a una asistente mujer?" bromeó Lena un poco con su padre.

Lena pateó fuera sus zapatos, metió sus pies desnudos debajo de ella y se relajó en el sofá de cuero en la guarida de su padre. En realidad, Lena esperaba que su padre le contara más sobre la misteriosa mujer retraída.

"No hagas pasar un mal rato a Kara, jovencita". Respondió Lionel. "¿Otra copa de sournáda?" le preguntó.

Lena negó con la cabeza a otra copa de licor. Ella ya estaba fuera de sí con por el vino que había consumido durante la cena. "¿Qué quieres decir con un mal rato?"

"Te conozco, Lena. Sé que tienes el temperamento de tu madre como también sus ojos. Voy a tener que pedirle a Kara que esté contigo cuando vayas a la ciudad o para abajo a los Baka. Ahora, antes de que consigas que se indigne del todo". Lionel levantó una mano para silenciar a su hija. "Ha habido más problemas desde que estuviste aquí en Grecia la última vez. Confía en mí, pequeña, Kara es la persona que necesitas alrededor para que no suceda ningún problema. ¿entiendes?"

"Sí, padre, lo entiendo" respondió Lena con una sonrisa maliciosa, con la cual su padre no pudo evitar reír de nuevo.

"Debes saber que Kara no es una mujer con la que podrás jugar como si fuera una idiota. No lograrás que ella corra tras de ti como el pobre Tusky hizo. ¿Te das cuenta que al pobre hombre casi le diste insuficiencia cardíaca un par de veces? Yo le estoy dando a Kara rienda suelta a tu lado mi querida hija. Ella puede atarte si lo desea". Lionel finalizó cuando ella se giró para servirse otro trago.

Los ojos de Lena se entrecerraron en esa parte y estaba agradecida que su padre se había dado la vuelta dándole la espalda. ¿Atarme, eh? Hhmmm, eso es muy interesante.

"Sólo recuerda no actuar como una adolescente o tienes probabilidades que Kara haga te imponga un castigo. ¿Entiendes?"

¡Oh, esto se pone mejor y mejor!

"Sí, papá... por supuesto".

Lena reunió el tipo de sonrisa inocente que solía usar con las buenas hermanas de la Escuela del Sagrado Corazón para Niñas creyendo que no había forma humana posible de que esta pequeña criatura inocente pudiera haber participado en actos perversos con otras estudiantes.

"Kari... Kari", Clark seguía golpeando la puerta cuando Kara la abrió, con su cuerpo apenas cubierto por la túnica de seda roja que se había arrojado encima apresuradamente.

"¡Será mejor que la isla esté en llamas!" dijo ella entre dientes.

"Tenemos un problema" fue todo lo que Clark dijo.

Kara le dio paso para que le explicara.

"Es la chica, ella..."

"¿Qué pasó?" la voz de Kara se tiñó automáticamente de preocupación.

"No, no de esa forma. Ella está nadando en la piscina"

Kara se quedó mirando al joven nervioso. "¡¿Me estás despertando a medianoche para decirme que ella está nadando en la maldita piscina?!" la voz de Kara se hizo más fuerte con cada palabra.

"Desnuda" terminó rotundamente Clark.

Kara dejó de moverse y de repente se echó a reír en voz baja. "Clark, puedes mirar libremente, sólo asegúrate de que Luthor no te atrape". No me importaría tener que echar un vistazo a eso por mí misma. "Kari, no soy sólo yo el que lo sabe. Todos los muchachos de la hacienda están colgados de la ventana para echar un vistazo. Esto no se ve tan bien en una niña inocente y todo eso".

Kara se rió en silencio para sí misma. Inocente es la última cosa que es.

"Mira, ella es la hija de Luthor, ve y dile a él".

"Aw, Kari, no me hagas hacer eso. Querrá saber cómo lo sé ¿y qué le digo? ¿qué yo también estaba viendo?"

Kara se quedó allí y pasó los dedos por su largo pelo. Un gruñido escapó de la garganta de la rubia cuando entró en la habitación. Rápidamente se puso un par de pantalones de jean y zapatillas deportivas y entró en el salón para encontrar la camisa que había tirado allí anteriormente.

Introduciendo la mano en el brazo de la camisa de algodón levantó la mirada para ver a Clark mirando fijamente a su pecho.

"¡Oh, por el amor de Cristo, Clark es como si nunca hubieras visto un par de tetas antes!" Ella escupió mientras se ponía la camisa sobre los hombros.

"Nunca un par que se viera tan bien" bromeó Clark nerviosamente.

Kara se detuvo y levantó la vista de su tarea de abotonarse la ropa, fijando una mirada fría a su subordinado.

"¡No creo que se vean tan bien cuando estés muerto!"

"Lo siento, Kari", murmuró Clark en tono de disculpa.

"Vamos, vamos a salvar a la princesa" gruñó Kara, avanzando en dirección a la piscina.

***********

Lena odiaba admitirlo, pero lo que ella estaba haciendo, lo hacía porque estaba borracha. Se sentía un poco molesta y no podía dormir, abrió una botella de vino y se bebió consumió un tercio de ella, luego se dio cuenta de que quería ir a nadar.

Una pequeña voz en su cerebro le decía que probablemente no era la manera de comenzar con el pie derecho en la casa de su padre, pero esa pequeña voz estaba nadando contra la corriente de una ola de alcohol y Lena ignoró por completo el sonido apagado dentro de su cabeza. Ella flotaba en la superficie de la piscina, con los ojos parcialmente cerrados y una expresión soñadora en su cara. Dejó que su mente vagara mientras se imaginaba fantasías de diversa naturaleza que se reproducían en su mente. Finalmente, el amante de sus fantasías adquirió un pelo rubio, mirada de ojos azules familiares, con pensamientos de musculosos brazos y piel de color bronce que pusieron al cuerpo de Lena en un estado más agradable. De repente, las luces de la piscina se apagaron y Lena se quedó en tinieblas hasta que sus ojos se acostumbraron a la penumbra que rodea el patio. En ese instante, cuando la oscuridad la rodeaba, se sintió como si su corazón dejó de latir hasta que las luces de la cubierta aparecieron a la vista. Cautelosamente nadó hasta el límite y cuando levantó la vista se topó con la mirada azul celeste que, hace unos momentos, estaba haciendo cosas indecibles en sus fantasías.

Lena cruzó los brazos sobre el borde superior de la piscina y apoyó la barbilla en un antebrazo. "Hola, ahí Kara" dijo con una sonrisa seductora.

Kara inclinó su alta figura sobre una rodilla delante de la mujer joven y sonriente. La rubia estaba tratando de ser dura y ella no podía devolverle la sonrisa a la bella mujer, ni dejar que sus ojos vagaran bajo la superficie del agua. No mires hacia abajo, Kara... hagas lo que hagas, no mires hacia abajo.

Ella levantó una mano y se frotó el rostro, al darse cuenta de que tener a esta mujer todo el tiempo alrededor podría hacer que la maten. Sintió un deseo muy peculiar corriendo a través de ella y sabía que tarde o temprano sería tentada a ceder ante los encantos de la joven. Lo curioso era que no sabía por qué. Ella no era, sin duda, ajena a los placeres de una mujer, pero nunca había tenido problemas para resistir a una antes. Ésta, sin embargo, ésta la afectaba y no podía comprender cómo podía estar pasando por eso.

"Señora Luthor" comenzó Kara suavemente "¿tiene problemas para dormir?"

"Problemas no exactamente. De repente tuve la tentación de tomar un baño" respondió Lena.

"¿Sin un traje de baño?"

"Se siente mejor así" sonrió la morena. "Además pensé que podría ayudarme a dormir".

"¿Puedo sugerirle un vaso de leche caliente como alternativa?" respondió Kara. "Señora Luthor, ¿también podría recordarle que hay un gran número de hombres en esta propiedad y que, en estos momentos, al menos la mitad de ellos están comiendo con los ojos la piscina?"

Lena levantó la vista hacia las ventanas de la gran mansión que rodeaba el patio inferior, dónde estaba la piscina. "En realidad, ni siquiera me di cuenta" dijo ella con una sinceridad fingida que en la que Kara no caía.

En realidad, Lena se había dado cuenta. Ella no tenía mucho de exhibicionista, pero el alcohol ayudó a bajar sus inhibiciones al punto de que ya no importaban. Después de la charla con su padre, Lena sabía que había sólo una cosa que atraería a Kara fuera y era si ella pensaba que la hija de Lionel Luthor estaba en problemas. Por supuesto, Lena no tenía ni idea de lo que iba hacer ahora que había llegado tan lejos. La idea de coquetear con la mujer imponente era una cosa, realmente creer que ella podría seducir a esa belleza era aterrador.

"¿Todavía no tiene sueño?" preguntó Kara en un tono aburrido.

Poniéndose de pie, se acercó a donde bata de toalla de la joven yacía sobre una silla de patio. Kara se dirigió al otro lado de la piscina, por las escaleras en el extremo bajo y levantó la bata en sus manos, lo que indicaba que la natación de Lena había terminado. La rubia tenía una mirada en su cara que indicaba que no estaba acostumbrada a ser desobedecida, especialmente no por esta niña.

Lena notó la expresión y de inmediato se molestó con la actitud de superioridad de la mujer mayor. Ella echó un vistazo al rostro de Kara y agarró el pasamanos de metal a su lado y empezó a sacar su figura desnuda de la piscina, viendo en todo momento los ojos de la mujer de cabellos dorados por algún indicio de una reacción. Lo que ella obtuvo la satisfizo hasta la médula.

Kara estaba segura de que sus ojos se agrandaron cuando vio el cuerpo elegante de la azabache salir de la penumbra del agua. Estaba atrapada en la visión de los músculos agrupándose y flexionando los brazos de la joven mientras sacaba su peso del agua. La forma húmeda goteante de Lena estaba en las sombras como la de Kara estaba clavada en el suelo, en el otro extremo de la piscina. La morena levantó la mano para correr sus dedos por su pelo, escurriendo un poco el agua en el proceso. La Kara miraba y sintió que su estómago se volteaba ligeramente. No podía ver del todo, pero podía notar cómo el pecho de la joven se levantó sensualmente, la luz de la luna brillaba sobre la piel húmeda, cuando Lena levantó los brazos.

Kara comenzó a sentir un intenso calor asentarse entre sus piernas y ella movió sus pies para aliviar la presión de los pantalones vaqueros apretados que estaban colocados en su centro. No le gustaba perder el control de la situación y sin duda había perdido el control de ésta. Esta mujer estaba de pie allí como si esto fuera la cosa más normal del mundo y cuando Lena inclinó la cabeza ligeramente hacia atrás, Kara vio la sonrisa en el rostro de la joven. Oh, no creo que estés dispuesta a jugar con las niñas grandes, querida.

Kara se giró completamente hacia la mujer y le sostuvo la tela de la bata hacia arriba, un hombro en cada mano. Ella le dio una pequeña sonrisa propia y arqueó una ceja en dirección a la chica. Tú vienes hacia mí, pequeña, decía el gesto.

Hubo un pequeño momento de pánico para Lena mientras estaba sintiendo el cálido aire de la noche que rodeaba su cuerpo desnudo, mirando con sorpresa cuando la rubia se mantuvo firme, preparándose para ver si Lena entraría.

En la mente de cada mujer, la primera en bajar los ojos perdería. Kara jugaba con el control y estaba decidida a actuar como si el cuerpo de esta mujer no la afectaba en lo más mínimo. Lena, por su parte, sabía que, si ella bajaba los ojos, sería una muestra de servilismo y ella no estaba dispuesta a tenerla. La joven respiró hondo y caminó con fingida indiferencia como pudo hasta donde estaba la Kara.

Eso es, Kara, hazla venir hacia ti. Por el amor de la virgen, simplemente no mires hacia abajo. Siempre puedes hacerte cargo de ese dolor entre sus piernas con tu propia mano una vez que regreses a tu habitación, simplemente no mires hacia abajo... no mires hacia abajo... no... Oh, Dios mío... ¡pequeña!

Kara no miró hacia abajo. No era nada más que el parpadeo de un ojo, pero Lena lo vió. La rubia se maldijo, pero ya era demasiado tarde, ya tenía la imagen quemada en su cerebro. Curvas en los lugares adecuados, músculos duros en todos los lugares correctos, y sin duda una morena natural.

Las dos sabían quién ganó esta ronda y cuando Lena se paró frente a la Kara, hizo una pausa antes de girarse para permitir a la mujer de cabello oscuro que la ayudara a ponerse la bata. Kara pensó que bien podría ser sacrificada como un cordero, por lo que no sintió ninguna culpa en echar un buen vistazo a la parte trasera bien formada de la morena. Ella giró alrededor de los hombros de la joven para mirarla.

"¿Todavía sin sueño?" preguntó Kara.

"No me siento muy bien... Creo que..." comenzó a decir Lena, entonces ella tenía una mirada extraña en el rostro.

Kara había visto esto abundantemente. Era la expresión distintiva que se tiene justo antes de que pierdan inesperadamente toda su comida sobre sus zapatos.

Kara levantó una ceja amenazadoramente. "¿No vas a...?"

Kara sólo pudo ver como la joven hizo lo que ninguna otra persona podía haber hecho sin perder la esperanza de estar vivos a la mañana siguiente.

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