XIII

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El viaje en coche en el distrito histórico de Kolonáki fue relativamente silencioso, con las mujeres perdidas con sus pensamientos privados. Kara empujó el coche en un garaje subterráneo moderno y caminaron los dos bloques a un edificio de ladrillo de cuatro pisos. "¿Una agencia de viajes?" Lena cuestionó cuando ella vio el letrero, entonces se preguntó por qué una agencia de viajes necesitaría un edificio tan grande.

“No realmente”. Kara respondió, manteniendo la puerta abierta para que la mujer más pequeña entrara.

Salieron del ascensor en el cuarto piso y Kara abrió el camino a través de un pequeño laberinto de oficinas. Finalmente se detuvo frente al escritorio de una mujer mayor. La desconocida tenía gruesa montura de gafas y el pelo castaño rojizo que hace tiempo habían perdido su color natural.
"Dile a Jack que estoy aquí, voy a estar en la sala de conferencias". Kara dijo brevemente y luego acompañó a Lena a una habitación que de hecho podría considerarse como una sala de conferencias.

"Toma asiento, regreso en un momento. ¿Quieres algo de beber?" Preguntó Kara.

Lena negó con la cabeza y observó a la rubia cerrar la puerta detrás de ella. La joven estudió su entorno sin entender lo que sucedía. La supuesta sala de conferencias estaba apartada, una gran mesa rodeada de sillas de respaldo alto y un gran espejo adornado en la pared. ¿Una agencia de viajes que no se parece en nada a un sitio de negocios? Lena meditó silenciosamente.

Kara se puso de pie con los brazos cruzados en una habitación contigua que estaba completamente a oscuras. El espejo en la sala de conferencias le permitió ver a Lena sin que ella pudiera verla. Kara pudo ver las ruedas girando en el interior del cerebro de su amante.

"¿Estás completamente loca?" dijo una voz de hombre entre dientes detrás de ella.

"Buenas tardes, Jack". Kara le respondió, sin apartar sus ojos de Lena.

"Realmente me gustaría saber, ¿has perdido por completo esa mente griega tuya, ¿qué hace ella aquí?"

"Ella tiene que saber la verdad".

"¡Mierda! Necesitas redención y como tú te la estás tirando, crees que ahora es el momento de decir la verdad".

Kara volvió la cabeza y sus ojos azules se pusieron pálidos. "¿Me estás vigilando ahora?"

“¡Estoy vigilando tu alrededor! Sucede que eres un bien valioso dentro de nuestra organización...”

“Es por eso que debería poder hacer algunas demandas de vez en cuando” interrumpió Kara.
“Creo que las estás haciendo. ¿Qué demonios creíste que fue el asunto de Míkolos?” El hombre se acercó al espejo y se frotó la cara con la palma de su mano, suspirando profundamente. "Sí, bueno, es fácil ver el porqué de la atracción. Dime Kara, ¿qué tan mal estás?”

"Estoy enamorada de ella", contestó. Entonces, ¿por qué no puedo decírselo? “Esta no es la forma en la que todo debería suceder, ¿sabes?” Kara dijo casi para sí misma. "Quiero que le digas la verdad".

“Sabes que ella se lo dirá al viejo una vez que yo lo diga. No hay forma de que ella se siente y solo observe. No, olvídalo”.

"Este no es un punto negociable" susurró Kara, volviéndose con cara de enojo hacia el hombre.

“Y, ¿qué verdad quieres que le diga? ¿La manera en que yo lo veo o la manera en que tú lo ves?”

"¿Qué demonios se supone que significa eso?”

“Significa, ¿debo decirle que planeas la caída de su padre?” gruñó el viejo.

"Sólo tienes que decirle lo que ella necesita saber” respondió Kara.

“Así que le digo a ella que eres la creación de Luthor, pero no le digo que a cambio yo voy a girar mi cabeza mientras le pones una bala la cabeza a su padre por lo que le hizo al tuyo”.

Kara se quedó en silencio y bajó la cabeza, llevando su mano para frotar la parte posterior de su cuello. Jack era duro, pero ella sabía que el hombre trataba con duras verdades todos los días. Ella lo admiraba y Jack le dijo numerosas veces que lamentaba que la Oficina no se hubiera enterado de ella antes. Él dijo que habrían hecho un gran equipo del lado correcto de la ley.

“Eso sí no le digas nada sobre mi padre, ¿está bien?” preguntó Kara.

"Ella estaba allí, ¿cómo puede no saber ya de él?”

"Ella era una niña pequeña. No recuerda lo que pasó ese día. Tiene pesadillas y no quiero realizar un desbarajuste para el que no estamos preparadas para hacerle frente”. Kara respondió con sinceridad.

"Oh, maravilloso", respondió Jack. "Me quedo atascado con la dura tortillera y su demente novia”.
Tan rápido que nunca lo vio venir, el cuerpo del hombre se estrelló contra la pared, los fuertes brazos de la mujer lo sujetaban en un fuerte agarre.

"Ella es una dama y más te vale por tu maldito bien que la trates de ese modo”, dijo la rubia con voz áspera.

“Está bien… está bien” dijo Jack con la voz ronca.

Kara aflojó su agarre y el hombre trató de recomponerse. "Vamos". Él dijo al fin.

“Pensé que quizá me habías abandonado aquí” dijo Lena.

Kara volvió a entrar en la habitación seguida de un hombre de unos cuarenta y tantos años, tal vez cincuenta. Estaba en forma y tenía un poco de gris en la sien. Lena pensó que el hombre le recordaba mucho a su padre.

"Nunca". La mujer alta respondió, tomando la mano de Lena en la suya. "Lena Luthor, me gustaría que conocieras a Jack Armstrong".

"¿Armstrong?" La morena le preguntó con una sonrisa divertida.

"Ni siquiera pienses en ello". Jack sacudió la pequeña mano que se le ofreció.

"Oh, por favor". Lena no pudo resistir.

"Está bien". Él dijo, poniendo los ojos como si hubiera escuchado esta línea un millón de veces.

"Jack Armstrong... ¿el de All American Boy?"

Incluso Kara se rió de la diversión demostrada por Lena, y la incomodidad que el agente exhibía.

"Mi padre tenía un gran sentido del humor." Jack respondió.

Una vez que Lena y Kara se acomodaron en sus asientos Jack se puso su mejor cara y comenzó.

“Señora Luthor, yo soy un agente especial que trabajo para la Oficina Federal de Investigaciones de los Estados Unidos. Estoy aquí en Grecia para dirigir una operación para atrapar a un criminal que ha logrado mantenerse un paso por delante de la ley durante mucho tiempo ya. Estamos aquí trabajando con los miembros de la Interpol, porque este criminal representa una amenaza para la seguridad nacional de más de un país. El nombre de ese criminal es Lionel Luthor”.

"Esto debe ser algún tipo de error. Mi padre no es un criminal”. Lena dijo entrecortadamente mirando de Kara al extranjero. "¿Kari?" Lena dijo a la mujer de cabello dorado.

Kara puso una mano sobre la más pequeña de Lena que descansaba sobre la mesa. "Te dije que estas cosas iban a ser muy difíciles de escuchar. Yo no quería que las descubrieras de esta manera, Lena, pero me preocupo demasiado por ti para verte atrapada en el medio de este modo”.

“Señora Luthor, ¿sabe lo que es un traficante de armas?” preguntó Jack Armstrong.

“¿Armas? ¿Me estás diciendo que mi padre vende armas?" Lena preguntó con voz aturdida.

"No sólo armas. Armas de fuego militares… todo, desde granadas de mano a misiles ligeros, tanques, M-50, misiles de tierra-aire, armas de alto calibre de destrucción. Ahora está empezando a hacer un montón de negocios con los países del tercer mundo. Tenemos mucho temor de que él pueda haber conseguido algunas armas nucleares”.

"¿Los libios?" Lena preguntó casi en un susurro.

“Inteligente dama. Sí, las personas con las que almorzó el otro día se encuentran entre las personas que nos preocupan. Estamos en una especie de punto muerto.

Sabemos dónde Luthor vende las armas, pero lo que realmente necesitamos saber es dónde él las recibe. Sin alguna prueba real, la extradición será casi imposible".

Lena lucía como una mujer a la que se le hubiera dicho algo imposible y estaba tratando de digerir la información. Cuando la azabache levantó la vista, Kara tenía la cabeza baja mirando sus manos en el regazo.

"¿Qué tienes que ver con todo esto, Kari?"

"La Señora Danvers trabaja para nuestra organización, nosotros la colocamos como la asiste te de Lionel Luthor” intervino Jack.

"Y, Tusky… ¿fue su coche bomba realmente un accidente?” Preguntó Lena, de repente sospechosa.

"Digamos que la desaparición del señor Tuscadaris fue fortuita”. Él respondió siniestramente.

"A mí me suena como que su gente no es mucho mejor de las personas que intentan atrapar”. Lena dijo con sarcasmo.

"Créanme, señora Luthor, lo somos” se apresuró a decir Jack. "Estos hombres matan a las personas. Hombres, mujeres, niños, no importa si se atraviesan en su camino”.

Armstrong dio marcha atrás cuando captó el fuego azul que emanaba de los ojos de Kara. Esta mujer solía ser una asesina sin corazón y él no tenía prisa por saber sus límites en la actualidad. Dios ayude al primer idiota que intente poner una mano sobre la hija de Luthor. Él considerablemente va a desear mejor no haber nacido.

“Señora Luthor, ¿sabe que las pequeñas armas tipo las que su padre comercia reclaman unas 200.000 vidas cada año? ¿Usted sabe por qué tantos civiles están muriendo en supuestos conflictos militares? En la Primera Guerra Mundial, por ejemplo, 5 millones de personas murieron, y el 80 por ciento de ellos eran soldados. En la Segunda Guerra Mundial, 60 millones de muertos y la mitad eran soldados. Desde 1945, 30 millones de personas han muerto en las guerras y el 80 por ciento eran civiles. Los hombres que trafican pequeñas armas son personalmente responsables de mantener algunas partes de esta región del mundo en un estado casi permanente de guerra o guerra civil”.

“Está bien, es suficiente” Kara dijo con los dientes apretados. "Vamos a mantener el rumbo, ¿de acuerdo?"

"¿Así que toda esta charla acerca de tu pasado?" Lena miró a su amante. "¿Realmente eres un agente del gobierno?"

“No, cariño. Lo que te dije es cierto. Yo… yo…” tartamudeó Kara.

“La señora Danvers está trabajando para nosotros a cambio de inmunidad por los delitos que pudo haber cometido mientras vivía en las Islas Griegas”. Armstrong intervino. "Ella no es exactamente de los que vienen por su propia voluntad. Tiene su mano atrapada en la caja de galletas proverbialmente, con la pistola humeando y todo".

Lena miró a Kara quien bajó la mirada al suelo. La pelinegra le devolvió la mirada de cuestionamiento al agente frente a ella, una silenciosa petición para continuar.

“Ella asesinó a un muchacho… El muchacho equivocado”.

"Kari… ¿mataste a un muchacho?” Lena preguntó mientras la cabeza de Kara se alzó para mirar a Armstrong.

"Él tenía veintitrés años".

"Él también era el hijo de un diplomático". Añadió Armstrong.

"Estaba matando a las chicas que trabajaban en los muelles". Kara se dirigió a la azabache explicándole. "Contrataba a una puta y entonces él cortaba su garganta por el solo gusto de hacerlo. La policía no iba a hacer nada al respecto por lo que yo lo hice".

“La embajada lo habría manejado”. Armstrong interrumpió.

“Iban a mandarlo de regreso a su propio país, donde él podría hacérselo a las chicas de allí. ¿Dónde está la justicia para las mujeres asesinadas aquí?" Kara dijo entre dientes.

La morena entendió que estos dos debían haber tenido esta conversación antes, ya que cada uno retrocedió a su respectiva esquina. Tampoco parecían a punto de ceder en sus puntos, pero Lena se sintió algo aliviada del por qué Kara mataría a un hombre a sangre fría.

"Bueno, es un punto discutible”, Armstrong se volvió hacia Lena. "Resultó que Kara tenía un subordinado que se estaba muriendo de ganas de convertirse en jefe. Él la llevó ante el muchacho. El arma fue literalmente disparada cuando la policía se presentó, ese fue el momento en que me presenté. Su posición dentro de la organización de Luthor nos brinda la oportunidad perfecta para llevar este pequeño imperio hacia abajo. Ha tomado casi cinco años, señora Luthor, para llegar a este punto. Estoy bastante interesado, ¿qué vas a hacer con toda esta información que te he dado?"

"Yo... yo no lo sé". Lena respondió honestamente.

"Tenemos tres maneras en que podemos jugar esto. Permítame decirle cuáles son sus opciones de ahora en adelante. En primer lugar, usted puede regresar a Estados Unidos y se le notificará cuando todo haya terminado. Tu padre es muy probable que pase el resto de su vida en prisión. En segundo lugar, usted puede seguir viviendo en Grecia, pero si le dice una palabra de nuestra operación a tu padre, o cualquier persona que pueda decírselo a su padre, no me dejaras otra alternativa que la de procesarla a usted también. Eso significa que es probable que usted termine en una celda contigua a la de su padre".

"Está bien, no creo que necesite amenazarla" intervino Kara.

"Simplemente estoy explicando cuáles son sus opciones". Explicó Armstrong.

"¿Dijo que había una tercera opción?" Lena dijo en voz dura como una roca tipo actitud californiana.

"Sí, usted puede unirse a nosotros".

"¡No!" Kara gritó, poniéndose de pie.

"Creo que esa es la decisión de la joven. Ella podía ofrecer lo que necesitamos. Podría ser capaz de obtener información que nos coloque un paso más cerca".

“Maldita sea Jack, no presiones” Kara gruñó.

"¡Es suficiente!" Lena dijo en voz alta.

La pelinegra se puso de pie y se acercó a una de las ventanas, pensó que era extraño que un lugar tan desagradable tuviera una hermosa vista de Atenas. Ella sacudió la cabeza ligeramente para eliminar el carácter soñador y finalmente levantó la mirada hacia el hombre.

“Señor Armstrong, al parecer usted ha conseguido una mala impresión de lo que significa ser griego. No tengo ninguna intención de ir en contra de mi familia en esta etapa. Me ha dicho muchas cosas, pero no ha ofrecido ni una pizca de evidencia para respaldar estas acusaciones”.

"Touché, señora Luthor. Tiene razón, pero creo que podemos ofrecerte eso”. Armstrong se volvió hacia Kara. "¿Por qué no le muestras un par de cosas en la sala de archivos?". Concluyó.

Kara lo tomó como que su tiempo había finalizado. Extendió el brazo, más para que Lena caminara delante de ella, que para ser capaz de tocarla. En su corazón, ella podía sentir lo que su joven amante debía haber estado pensando de ella. Sin previo aviso, Lena deslizó su mano en las de la Kara y la apretó suavemente. Kara recompensó a la joven con una pequeña sonrisa que se inundó con partes iguales de alivio y asombro.

Cuando las dos mujeres caminaban por la puerta con una mirada ligeramente hacia atrás en dirección a él, captó la mirada en cada una de sus caras. Una vez que cerraron la puerta tras ellos, Jack se dejó caer en la silla con un gemido.

“Esas dos van a arruinar mi carrera, lo sé”. Dijo con un suspiro de exasperación en voz alta.

Lena vio como rollo tras rollo de películas de 8 mm se proyectaban en una pantalla blanca frente a ella. Cientos de cintas de vídeo fueron apiladas alrededor de la habitación todas con la etiqueta “Luthor”. Las lágrimas cayeron mientras veía a su padre, el hombre que creció adorando, en el centro de cada sangrienta escena de hombres siendo fusilados, aunque la calidad dejaba algo que desear, no podía haber error. Miró cientos de fotografías fijas y escuchó conversaciones grabadas hasta que Kara pudo ver que su amante había llegado a su límite. Las dos mujeres caminaban a paso lento a través de los jardines bajos de la Acrópolis. Ni una palabra se dijo ente ellas. Subiendo por el largo tramo de escalones de piedra, Lena giró a la derecha para que estuviese delante de lo que quedaba del gran templo de Atenea. Sacó una moneda de veinte dracmas y la colocó suavemente en la pared, como siempre lo hacía. No tenía ni idea quién recogía las monedas, pero lo hacía desde que era una niña pequeña cada vez que su madre la llevaba a la Acrópolis, ella le enseñó a Lena a rendir homenaje a la antigua diosa griega.

"Mi madre me dijo que, si yo creía con todo mi corazón, Athena me haría más fuerte”. explicó Lena sus acciones. La morena se sentó pesadamente en un bloque de piedra y lloró. "No me siento muy fuerte” dijo sollozando Lena.

Kara sostuvo la pequeña figura mientras lloraba. No había palabras que pudiera ofrecer, pero poco a poco, el amor y la fuerza dentro de la rubia fueron transferidos de sí misma a su amante.

En el momento en que llegaron de nuevo a la finca de Kara, su silencio se convirtió en cómodo y ya no temeroso y tenso. Pasaron la mayor parte de la noche en ese agradable silencio, envuelta una alrededor de la otra en una gran alfombra en la sala de estar. Kara abrió las puertas del patio para dejar entrar el aire fresco de la noche sólo para que pudieran encender un fuego en la chimenea y ver las llamas que hipnóticamente bailaban a través de las paredes. Kara yacía tendida en una vieja camiseta y boxers, Lena apoyándose en sus brazos llevaba una corta camisa de seda.

Lena pasó las manos a lo largo de los brazos fuertes de Kara, deleitándose en la sensación de los músculos bajo sus dedos. Su toque se convirtió en una caricia y pronto su mano bajó por el hueco entre los pechos de la rubia.

Kara, mientras tanto, estaba tratando de recordar cómo respirar. Ella sabía en su corazón que la azabache no la querría de ese modo otra vez, que había destruido la confianza que existía entre ellas. Kara estaba muy contenta con simplemente de reconfortar a Lena y tratar de ser una amiga de la joven. El único problema con ese plan, como Kara lo veía, era que Lena no parecía estar cooperando. La joven parecía tener una agenda propia.

"¿Lena?" Kara cuestionó, levantando el rostro de la joven. La mirada que vio en realidad hizo que su corazón saltara un par de compases más rápido y estaba de repente confundida. "Pensé... yo pensé que no me querías más..." Se interrumpió, sin saber cómo verbalizar todo lo que sentía.

Lena miró profundamente a los ojos de zafiro que la interrogaron y trató de dar la mejor sonrisa que pudo dadas las circunstancias. "Te lo dije, Kari, yo te amo. Pensé que tal vez no querías estar conmigo".

"¿Qué? Cariño, ¿qué te hace pensar eso?"

"No sé lo que voy a hacer con todo esto. No estoy segura de lo que debo hacer. Todavía soy la hija de Luthor".

"Lena", Kara levantó la barbilla de la mujer otra vez para mirar directamente a los ojos. "Yo voy lo entenderé, no importa lo que decidas hacer, amor". Luego envolvió a la mujer en sus brazos y Lena se inclinó hacia el toque poderoso.

Ella todavía me quiere, pensó la rubia en completo asombro. Kara estaba absolutamente sorprendida por la infinita capacidad de la joven para amar... para amarla. Esta nueva conciencia la emocionaba y la aterrorizaba a la vez.

Las manos de Lena finalmente reanudaron su viaje a lo largo de la piel de su amante. Ella levantó la camisa ligeramente para dejar que sus dedos se deslicen en patrones circulares sobre la piel tensa del abdomen de Kara, dejando vagar y haciendo círculos perezosos. Sonrió para sus adentros cuando vio que los músculos se apretaban bajo sus dedos. De repente un deseo abrumador se apoderó de ella. Ella quería a esta mujer, quería que la tomara y no con una mano cariñosa y apacible, sino de una manera que nunca había expresado su pasión antes. Tenía la extraña sensación de que su amante de pelo dorado estaría más que feliz de cumplir su deseo. Ella levantó su camiseta y pasó la lengua por el pezón que ya estaba erecto de deseo. Mordisqueó la apretada carne, produciendo un gemido en Kara.

“Oh, siiiii, bebé” gimió la Kara cuando Lena chupó con más fuerza, mordiendo la carne tierna.

Los delgados dedos encontraron su manera de entrelazarse a sí mismos en el cabello oscuro de Lena. Kara arqueó la espalda y apretó la cabeza morena más fuerte en su pecho, deleitándose con el áspero tacto. En algún lugar de la parte posterior del cerebro de Kara pensó que ella debía tomar el control de su vida sexual, pero la pelinegra parecía tener un sentido de determinación y las sensaciones físicas que producía en su cuerpo eran tan abrumadoras que ella no podía hacer nada más que respetarlas.

Lena deslizó su mano en la cintura de los pantalones cortos de su amante y de pronto se dio cuenta de que Kara no llevaba otra ropa interior. Sus dedos jugaban con los dorados rizos sedosos, no dirigiéndose más abajo por el momento. La morena se apresuró a ponerse en pie.

“Ya vuelvo. Asegúrate de tener esto fuera para cuando regrese” Le ordenó a la aturdida Kara.

"Oh, bebé... ¿ahora tienes que levantarte?" Kara jadeó.

En el momento en que las palabras salieron Lena estaba a mitad de las escaleras. Kara se dejó caer de nuevo en el suelo, pero cuando oyó las pisadas de su amante que regresaba a la escalera, se dio cuenta de que todavía estaba vestida. La mujer más alta se escurrió de sus pantalones cortos y rápidamente tiró de su camisa, recordando el final de la despedida de la azabache.

Espera un minuto, Lena ¿me pidió que me desnude? Hhmm, Lena dándome órdenes, esto podría ser interesante. Así que, ¿qué es lo que tienes en mente para esta noche, pequeña? ¿Necesitas expulsar a un poco de vapor?

Cuando Lena llegó a la sala de estar captó a su amante desnuda mirando el fuego, con la sonrisa más erótica en su rostro.

"Así que, ¿vas a compartir esa fantasía?" Preguntó Lena. Kara finalmente se dio cuenta de la morena de pie justo enfrente de ella. Ella vio como Lena tiró una manta doblada en el suelo.

"¿Esa fue la gran emergencia?" Preguntó Kara, sentándose.

"En caso de que me dé frío". Lena mintió, buscando hacia abajo y agarrando el dobladillo de su camisa y tirando de ésta por encima de su cabeza en un rápido movimiento.

Ella se sentó a horcajadas en los muslos musculosos de Kara. La rubia presionó a Lena más cerca de ella y la pelinegra envolvió sus dedos en los mechones oscuros y sin contemplaciones la besó metiendo su lengua en la boca. Era una pequeña lucha por el control, Kara cedía rápidamente, comprendiendo la necesidad de Lena de tener el control en esta noche. No era la cosa más fácil que había hecho, pero el fuego que estaba encendiendo su amante y el dolor palpitante que se había iniciado en su centro, la convenció de dejar a su amante salirse con la suya.

Lena comenzó a darse cuenta del poder que tenía sobre su compañera cuando se trataba de placer. Sus fantasías y apetitos eran lo que mantenía el pequeño escenario tocando. Afortunadamente, Lena conocía el cuerpo de su amante lo suficientemente bien como para burlarse de ella continuamente dejándola al borde del abismo, sólo para frenar a un ritmo lento y frustrante. Sosteniendo las muñecas de Kara y no permitiendo que la rubia la tocara, ella chupaba y mordisqueaba la piel de su amante hasta que Kara se quejó por la liberación.

Lena metió la mano en los pliegues de la manta que adquirió anteriormente, retirando con cuidado el consolador que se escondía allí. Situada encima de su amante, puso el juguete en su mano y apretó el extremo grande en la humedad de Kara, provocándola con un pequeño movimiento circular contra su sexo. La intensa reacción de su amante fue todo lo que podía haber esperado.

Un gemido gutural escapó de los labios de Kara "Oh, Dios, ¡siiiiiii!” La rubia arqueó la espalda y abrió las piernas más amplias. "Oh, por favor... por favor, bebé, ¡hazlo!” Ella suplicó.

Había muy poco de ternura involucrada. Lena deslizó el falo en un movimiento rápido, enterrando el objeto dentro de su amante. Kara gritó de placer mientras sus paredes interiores lisas se expandieron y el tronco se retiró hasta la mitad y luego empujó de nuevo hacia delante. Lena estaba de pronto siguiendo el ritmo que las caderas de su amante establecieron mientras que la rubia le rogaba que fuera más y más rápido. El hambre de Lena igualaba, si no superaba el de su pareja y su empuje aumentaba en velocidad y fuerza hasta que Kara estaba agarrando a la alfombra en el suelo, como si simplemente necesitara tener algo a tierra para asirse a sí misma. Las caderas de Kara cumplieron con cada uno de los empujes, enterrando tanto del falo como ella podía, con la respiración entrecortada y desigual.

Lena nunca se había sentido estando fuera de control. Ella nunca había tomado una mujer de ese modo y la descarga de adrenalina que tuvo en la simple observación de su amante retorciéndose debajo de ella fue suficiente para traerla cerca del borde. Rápidamente se sentó a horcajadas sobre un muslo de acero y dejó pasar su centro húmedo en toda la pierna musculosa hasta que la fricción era más de lo que podía soportar. Kara gimió al sentir el sexo húmedo de su amante frotarse contra su pierna. De repente, las únicas sensaciones que la rodeaban, se convirtieron en la sensación de las piernas de su amante envueltas alrededor de su muslo y los deliciosos golpes entre sus propias piernas.

Ambas mujeres casi gritaban mientras el orgasmo de Kara la golpeó, su cuerpo encorvado en el intenso placer, los temblores de su cuerpo causaron que Lena siguiera tras ella.

El pequeño cuerpo de la morena se dejó caer en su amante, ambas mujeres tratando desesperadamente de atraer el oxígeno muy necesario a sus pulmones. Lena deslizó el juguete del cuerpo de su amante, produciendo otra serie de estremecimientos en la mujer debajo de ella. Rodó sobre su espalda y sin mediar palabra, Kara le dio la vuelta y se acurrucó contra la suave piel del cuello de la azabache. Lena se abrazó a su amante y en cuestión de momentos, cada mujer había caído en un sueño exhausto.

"Buenos días", Kara murmuró adormilada.

Ella abrió los ojos para ver un par de profundos ojos verdes que la miraban fijamente. Kara se sorprendió de que su amante se despertó antes que ella. Estaba más desconcertada porque por lo general no dormía así. Su rutina habitual de sueño era para descansar durante tres o cuatro horas y luego estar lista de nuevo para la acción. Ahora, cada noche que pasaba junto a la morena que actualmente se envolvía a su alrededor, terminaba estando tan relajada que dormía a pata suelta toda la noche.

"Buenos días". Lena respondió, pero con su ceño fruncido junto con una expresión de preocupación.

"¿Qué pasa?" Kara se apoyó sobre un codo, segura de que era algo que ella había hecho.

“Yo… yo supongo que estoy un poco sorprendida de que todavía estés hablándome”.

“¿Qu…? Cariño, ¿por qué piensas que podría no hablar contigo?”

“Después de lo de anoche…” La pelinegra se fue apagando.

“Yo, creo personalmente que anoche fue increíble”. Kara arqueó una ceja y le dio una pequeña sonrisa. “Siento haberme quedado dormida tan rápido sobre ti. Definitivamente me dejaste exhausta”.

“Yo… bueno, no quise… yo nunca he…”

“¿Nunca has hecho el amor de esa manera antes?” Kara le sugirió.

Lena asintió. "Yo no te he hecho daño ni nada, ¿verdad?"

"Oh, cariño", Kara sacó a la mujer de sus brazos. "No me has hecho daño".

“Siento como que te tomé contra tu voluntad o algo”.

Kara se alejó de la figura pequeña y puso su mejor mirada de indignación. "Lena", dijo arrastrando las palabras: "¿De verdad crees que me podrían tomar contra mi voluntad?”

Finalmente, la morena levantó los ojos y una sonrisa tímida relajó sus facciones. “Okay, entendí el punto”. Lena sonrió a su amante. "Sin embargo, no sé de dónde salió eso. Es como si de pronto tenía el deseo de estar contigo de ese modo. Al igual que yo tenía que ser capaz de manejar algún tipo de poder o control ¿Es absolutamente terrible? ¿Te sientes como si yo te hubiese usado?”

Las lágrimas se agruparon en los ojos de Lena y Kara la abrazó contra su pecho. "No, cariño, no siento nada de eso. Lo que yo siento es que soy muy amada".

Kara se preguntó cómo debía combatir los temores de la pequeña mujer. ‘¿Debería decirle la clase de sexo a la que estoy acostumbrada? ¿Cómo podría explicarle que el sexo duro y doloroso rápidamente se puede convertir en placer en las circunstancias adecuadas?’ Kara no tuvo que preguntarse demasiado porque Lena le ganó de mano.

“¿Ese es el tipo de sexo con el que estabas acostumbrada con las mujeres, Kari?” Preguntó Lena, sintiéndose de repente muy ingenua.

"Sí y no. Sí, estoy acostumbrada al sexo duro. Creo que no he hecho el amor con una mujer antes de ti, Lena. No, porque yo nunca he permitido que una mujer me tome anteriormente, de una extraña manera, tú eres la primera”. Hizo una pausa para revelar una sonrisa avergonzada.

"Entonces, ¿por qué me dejaste?"

Kara miró fijamente a los profundos ojos verdes de la mujer en sus brazos y respondió con el corazón.

"Porque yo sabía que podía bajar la guardia frente a ti. En mi mente siempre he equiparado ser la compañera sumisa durante el sexo con debilidad. En mi negocio, las personas buscan descubrir debilidades y usarlas en contra. Yo sólo estoy entrenada para no ceder el control ante cualquiera. Me alegro que me hayas probado que mi teoría era errónea. Te lo permití porque sabía que nunca lo utilizarías en mi contra”.

Lena pasó una mano por la piel de la cara de su amante, trazando la línea de su mejilla con los dedos.

"Kari, yo nunca pensaría en ti como débil, en la cama o en cualquier otro lugar, si vamos al caso. Se necesita una cantidad increíble de fuerza para poner tu corazón, todo lo que eres, en manos de otro. Gracias por permitirme que sea yo. Te amo, Kari”. Ella finalmente susurró suavemente mientras Kara la sostenía cerca.

“Yo también te amo”. Respondió Kara con la voz entrecortada, con la esperanza de que su amante se diera cuenta de lo que quería decir. Sintió a Lena sonreír contra su piel y se relajó.

Cuando finalmente se separaron, Lena se sentó. "Tengo sed, ¿quieres algo?" preguntó, levantándose del suelo.

“Por qué no me permites que te haga el desayuno para variar. Contrariamente a la creencia popular, puedo cocinar algunas cosas".

"No, no te levantes, quedémonos aquí acostadas por un momento. Solo quiero algo de beber”.

"Okay”, Kara se rió del puchero de su amante. "Voy a tomar un poco de jugo, entonces".

La esbelta figura desapareció en la habitación de al lado y Kara se sentó, estirando los músculos que no estaban acostumbrados a dormir en un piso duro toda la noche. A mitad del estiramiento oyó el grito asustado de Lena y un vidrio estrellándose en el suelo. Le tomó a Kara media docena de pasos para llegar a la puerta que separaba las dos habitaciones, lista para la acción.

Cuando la rubia se precipitó a través de la puerta se encontró con Lena tratando de cubrir la mayor parte de su figura desnuda con un paño de cocina de un joven muy nervioso que parecía no poder apartar los ojos de la joven.

"¿Qué demonios estás haciendo aquí? ¡No se suponía que debías estar de vuelta hasta mañana!" Kara le gritó al hombre tartamudo.

"Yo… yo... yo..." Él tartamudeó.

"Date la vuelta", Kara gruñó mientras miraba que los ojos del hombre permanecían fijos en su joven amante.
Él giró sobre sus talones y comenzó a murmurar disculpas y algo de que olvidó un libro que necesitaba. Kara, mientras tanto, corrió a la sala y volvió, lanzando Lena una bata.

"Está bien", dijo Kara con voz ronca, "puedes darte la vuelta ahora”. Terminó, tirando de su propia remera.

"Lo siento mucho Kara, yo pensé que podría escabullirme y conseguir mi libro antes de que despiertes”. Bajó la cabeza, gravemente avergonzado.

"Um... ¿me refrescas la memoria?" Lena intervino en la dirección de Kara.

Kara le dio a su amante una sonrisa y presentó los dos. "Lena Luthor, te presento a George Míkolo”

“¡Tú eres George Míkolo!” Lena comentó con asombro. “Tú no…” terminó, mirando a Kara.

"Te dije que podía demostrarlo el lunes, cuando se suponía que él debía volver". Kara enunció estas últimas palabras, mirando fijamente al joven.

"Perdóneme", George levantó los ojos sinceros hacia Lena. “Y no sólo por lo de hoy, señorita, por mis acciones contra usted. Realmente no quería disparar, simplemente quería que se detuviera…” Él levantó la vista bruscamente hacia Kara antes de continuar.

“Ella sabe”. Contestó la alta mujer más bien en voz baja.

“Quería que su padre deje de hacer lo que estaba haciendo. Demasiadas personas están muriendo a causa de las armas que vende. Me equivoqué al pensar que usted estaba aquí para unirse a la empresa familiar… Pensé que era igual que su padre”.

"Yo no soy como mi padre”. Respondió fríamente Lena, pronunciando cada sílaba. Ella ni siquiera estaba mirando al joven, sino hacia la ventana de su propio pasado.

Lena sacudió los pensamientos y se volvió hacia los dos, con la radiante sonrisa en su cara una vez más. Kara se acercó por detrás a su amante, colocando sus manos protectoramente sobre su hombro. La morena se apoyó contra la mujer más alta, por lo que fue claro para el joven que eran amantes.

"George está viviendo aquí por un tiempo, él cuida a los perros y vigila el lugar por mí. Eso hasta la próxima semana, luego tomará un viaje, ¿no es así George?”

El hombre finalmente sonrió ampliamente a las dos mujeres, asintiendo con la cabeza con entusiasmo. "¡Me voy a América!" Anunció. "A la Universidad de California. El señor Armstrong dice que va a ser igual que Grecia, que el sol brilla y tienen terremotos todo el tiempo".

“Te va a encantar estar allí” Lena dijo al joven ansioso.

“El señor Armstrong dice que va a hacer lo posible para que pueda volver a mi patria de nuevo ¿algún día?” Miró con ansiedad entre las dos mujeres.

“Yo… uh…” Lena tartamudeó hasta que Kara intervino.

"Vamos a hacer nuestro mejor esfuerzo, George. Sólo tienes que pasar tu tiempo concentrándote en tus estudios por un tiempo" finalizó Kara en lugar de la morena.

“Yo debo dejarlas ahora. Una vez más, estoy terriblemente apenado por este susto”.

“Nos marcharemos mañana al mediodía, George… Tienes la llave”. Kara le dijo al hombre antes de cerrar la puerta.

Las dos mujeres se miraron y se echaron a reír.

"Normalmente no soy una gritona, pero me asustó como la mierda”. Lena se echó a reír aún más.

Kara echó los brazos alrededor de la mujer más pequeña y apoyó la cabeza en la parte superior de la barbilla. "Una cosa que tengo que admitir, la vida conmigo nunca será aburrida”.

Lena se apartó un poco para mirar a su amante. "Yo creo que la declaración tiene una pizca de compromiso, Kara”.

“Lo siento si te hecho sentir de cualquier otro modo”. Kara respondió.

“No lo has hecho”, respondió Lena, "pero a veces es bueno escucharlo en voz alta". "¿Kari?"

"¿Hhmm?" Kara respondió. La mujer alta estaba dando vueltas algunas brochetas de cordero a la parrilla y Lena se sentó en el borde de la piscina. Habían decidido no hacer nada ese día, más que estar juntas en el salón de la casa, descansando sus mentes, así como sus cuerpos.

"Nunca me dijiste cómo hiciste para zafar de entregar del pobre George… bueno, ya sabes, a mi padre”.

“No zafé. Se los entregué en un saco ni bien él preguntó”.

"Pero..."

"Es una cosa increíble realmente, los testículos de oveja son muy similares a los de los humanos masculinos. Otro hecho sorprendente es que algunos hombres no están realmente dispuestos a sacarlos de la bolsa y mirarlos. Ese tipo de ataque es demasiado cercano a ellos”. Kara respondió con un guiño.

“Brutal… es demasiado, lo suficiente para hacerme perder el apetito", Lena se quejó.

"Oh, sí, claro… como si hubiera una cosa capaz de hacerte perder el apetito”.

"¡Hey!" Lena mostró una mueca que simulaba indignación y echó un poco de agua en dirección a la mujer de pie.

"¡Nah!" Kara exclamó.

"¿Qué pasa?" Preguntó Lena, dándose la vuelta.

"Oh, un poco de grasa saltó de la parrilla y ensució mi remera. Ya regreso, iré a cambiarme. ¿Podrías vigilar la parrilla para que la carne no se queme?”

"Claro, cariño, yo la miro”. Lena se levantó y tomó el utensilio de la parrilla de la mano de su amante.

Kara regresó uno o dos minutos después. "Gracias", Kara besó la mejilla de la azabache, tomando el utensilio de nuevo.

"No hay proble-” Lena comenzó cuando ella se volvió para dar a la mujer alta un beso.

La remera roja que vestía Kara abrumó el campo visual de Lena y una sensación de miedo que rayaba en pánico, se aferró a la mujer.

"Lena, ¿qué pasa?" Preguntó Kara, dándose cuenta de que estaba empezando a ver las mismas señales de ese día de Pascua que atravesaban a la pelinegra. El único problema era que Kara no le podía decir a su amante lo que estaba recordando.

" Es... um... debe ser el reflejo de esa remera... parece tan brillante”. Lena tartamudeó, su rostro palideció y su respiración se profundizó. “¿Podrías… crees que podrías cambiarla por otra cosa?”
Kara inclinó la cabeza y agarró la parte posterior de la remera, tirando de ésta, dejándola vestida sólo con el sujetador. "¿Está mejor?” Ella arrojó la remera sobre una de las sillas.

Del mismo modo repentino, las náuseas de Lena desaparecieron. La joven asintió con la cabeza en respuesta.

"No lo entiendo, nunca he reaccionado a algo que era de color rojo de esa manera antes. Espera un minuto, la otra noche en la taberna. El toldo detrás tuyo era rojo, lo recuerdo porque empecé a enfermar después, también".

"Lo siento, cariño". Kara sostuvo a Lena cerca de ella, sintiendo su cálida piel, fría y húmeda ligeramente. Tengo que decirle lo que pasó. Tiene que ser mejor que dejarla con esa tortura, ¿no es así? ¿Cómo puedo decir que la quiero, cuando no le voy a decir la verdad? Perdóname, Lena, pero no puedo soportar la idea de perderte, no todavía.

"Oye, ¿por qué no vas dentro y me traes otra remera, sal del sol durante unos minutos, ¿de acuerdo?"

"No sé, como que me gusta que estés vestida así". Lena sonrió lascivamente.

"Apuesto a que sí, pero de pie, desnuda, sobre una parrilla caliente me hace sentir un poco vulnerable". Kara respondió.

Lena se echó a reír y se acercó a la casa, sintiendo como si nada hubiera ocurrido hace unos momentos. Cuando por fin regresó, entregó una remera vieja gris a la mujer más alta. Kara miró hacia arriba para darle las gracias y sonrió ante la gorra de béisbol en la cabeza de su amante.

"Te ves muy muy linda con eso, así que dime, ¿cómo una mujer griega, educada en Inglaterra, termina con una gorra de béisbol de los Chicago Cubs?" Preguntó Lena, tirando de la gorra en su propia cabeza.

“Fui a Chicago por negocios una vez; algunos de los socios me llevaron a un juego en el Wrigley Field. El sonido del estadio... y la hierba era tan verde... realmente me dejó sin aliento. He sido una fan de béisbol estadounidense desde entonces".

"Eres una mujer increíblemente compleja, ¿sabías eso?" Lena llegó a besar los labios de la mujer alta.

"Sip, apuesto que eso le dices a todas tus amantes griegas". Kara dijo bruscamente, eliminando la carne de la parrilla mientras hablaba.

"Más o menos". La morena sonrió.

"Oh, eso es todo, no hay comida para ti". Kara sonrió mientras llevaba el plato a la casa.

"Hey, no me tomes el pelo con la comida". La azabache de repente contrita dijo tras su amante. "Kari, este lugar es hermoso, pero ¿de verdad crees que el propietario me lo alquile?" Lena preguntó a su amante.

Estaban de pie en medio del gran departamento de dos dormitorios que a Kara se le ocurrió, como un lugar para quedarse una vez que Lena tuviera que trabajar en Atenas. El gran edificio de madera de dos pisos fue dividido en 3 apartamentos, dos en la planta baja y el que ahora estaban, que ocupaba todo el nivel superior.

"Creo que es casi una certeza", comenzó Kara, de pie detrás de la morena deslizando sus brazos alrededor de la cintura de su amante, "se me ocurre que ya estás dentro".

"¿En serio? No me digas".

“Siii, pasa que el propietario tiene una cosa contigo”, Kara respondió colocando un suave beso en el cuello de la mujer más pequeña.

“¿Tú…?” Lena preguntó, girando para mirar a la rubia. La sonrisa en el rostro de Kara le dijo a Lena que era la dueña del edificio en el que se encontraban.

"Voy a decirlo una vez más… Eres una mujer increíblemente compleja, Kara Danvers” dijo Lena en voz baja, antes de que acercarse y besarla profundamente.

Pasaron el resto de la tarde yendo a conseguir una copia de las llaves hechas y activar los servicios. Terminaron haciendo un poco de compras, adquiriendo los artículos que necesitaría Lena. En el momento en que dejaron el departamento, Kara pensó que ya tenía el aspecto distintivo de Lena.

"¿Tú no tienes sueño en absoluto no es así?" Lena puso en duda a la mujer que la tenía en sus brazos.

"Lo siento, cariño, sólo que no estoy acostumbrada a dormir tanto como lo he hecho en los últimos días", Kara respondió. Ella sabía que había estado jugueteando durante la última hora y Lena era sensible a cada uno de sus movimientos. "¿Te importaría mucho si me levantó y leo o algo? Estaré justo al lado en el estudio".

"Por supuesto que no. No tienes que estar conmigo cada minuto del día para demostrarme que me amas, Kari". Lena explicó adormilada.

Kara se levantó y se puso la bata. Inclinándose colocó un suave beso en la mejilla de su amante. "El problema es que más o menos quiero estar contigo cada minuto del día", le susurró Kara.

Lena sonrió y se acurrucó contra la almohada que su amante dejó, respirando el aroma de la mujer y pensando en lo mucho que amaba el aroma fresco y limpio de la piel de su amante.

Existen muchos sentidos en el cuerpo humano que capturan recuerdos para nosotros, ninguno tan fuerte como el sentido del olfato. En ese momento, Lena estaba entrando en la etapa de sueño, las células de su cerebro continuaron procesando el aroma que desencadenó el recuerdo de un día olvidado por la figura durmiente.

"¿Puedo montarlo ahora, papá?" Lena saltó arriba y abajo emocionada.

Lionel Luthor recogió a la niña de cinco años de edad, y la sostuvo en sus brazos. "Mi pequeña, este es un gran caballo y sigues siendo una niña". Explicó.

"¡Pero, papi, dijiste que era mi regalo de Pascua!" La joven hizo un berrinche mientras una determinación ardiente quemaba en sus ojos verdes.

"Sí, Lena, pero él es grande y tú eres pequeña. Hay que entrenarlo para que él vaya tranquilo y no te tire. Recuerda, él será un caballo adulto, mucho antes que tú", él empujó a la chica a la ligera en el vientre y ella se rió, "seas una mujer grande".

"Pero, papá-" Lena se quejó cuando su padre la dejó en el suelo otra vez.

"Basta, Lena". Su padre le dijo bruscamente, dejándose caer sobre una rodilla delante de la joven. "Te diré que, si uno de los niños más grandes te lleva como pasajera, puedes montarlo. ¿Qué te parece?"

Lena saltó a los brazos del hombre arrodillado y lo abrazó con fuerza. "Gracias, papi".

"Lena". Lena volvió la cabeza para ver a una joven morena menuda que venía por el camino. "Es hora del almuerzo, mi amor".

"Ya voy, Maná", Lena dijo a su madre. La pequeña niña besó la mejilla de su padre y corrió por el sendero de piedra con los brazos en espera de su madre.

****
"Debería ser el que cabalgue con Lena, yo soy el más grande", dijo un chico alto, empujando a uno de los jóvenes a un lado.

"Creo que Lena debe escoger, es su pony", la amiga de Lena, María, habló.

"Ella es demasiado pequeña para decidir". Otro chico intervino.

“Yo seré quien cabalgue con ella”. Una chica rubia se acercó y se puso delante del primer niño como para ver si él se atrevía a discutir con ella. Ella tenía once años, pero era igual de alta como él. "Esto es, si ella me quiere".

Se arrodilló a nivel de la pequeña morena, sonrió a los ojos verdes que la miraron con asombro. "Mi nombre es Kara, ¿quieres que yo cabalgue contigo, Lena?”

A Lena le gustaba la forma en que los ojos azules de la niña mayor brillaban, al igual que el agua en la Bahía de Tourlos. Lena deseó poder ser grande como esta chica, ella no actuaba como si tuviera miedo de los chicos más grandes en absoluto. La pequeña azabache asintió con la cabeza con impaciencia y le tendió la mano.

Kara se levantó y tomó la mano de la niña, caminando hacia el establo donde estaba el pony. Se sentó al lado de la niña en un fardo de heno y explicó a Lena todo lo que estaba haciendo cuando ella aparejó el fuerte pony. La pequeña niña se sentó hipnotizada y se prometió a sí misma que recordaría todo lo que la niña mayor le estaba diciendo. Lena sabía que lo haría también. Ella podía haber sido la niña más pequeña de su clase de jardín de infantes, pero era inteligente y podía recordar bien las cosas. Ella nunca se rendía cuando los niños más grandes lo hacían y era esa feroz persistencia lo que le permitió mantenerse al día para que los niños mayores la dejaran unirse a ellos.

Kara saltó a la silla y le dijo a Lena que se parara en el fardo de heno. La niña mayor maniobró el caballo hasta su posición y le dijo a Lena que pusiera su pie izquierdo en el estribo. Agarrando el brazo de la niña en el suyo propio de complexión fuerte, Kara prácticamente levantó a la niña pequeña en la silla detrás de ella.

"Bueno, ¿qué te parece?" Kara preguntó mientras salían del establo y dirigió al pony alrededor del campo.

Lena miró hacia abajo a la tierra. "Es bastante alto si te caes, ¿eh?”

"Entonces no caeré". Kara le respondió con una sonrisa.

Después de un tiempo al trote del pony alrededor del campo de hierba, Lena detuvo a la niña mayor. "¿Podemos ir rápido ahora, Kara?"

"Quieres galopar, ¿eh? Está bien, pero tendrás que poner tus brazos alrededor de mí y agárrate fuerte".

Lena deslizó los brazos en la cintura de la niña mayor como pudo.

"Vas a tener que agarrarte más que eso, pequeña". Kara dijo, medio girando en la silla.

Lena se agarró con más fuerza y Kara hizo que el potro fuera a galope rápido. Fue una explosión corta para los estándares, pero lo suficiente para hacer a la pequeña niña feliz. Volviendo a la cuadra, Kara mostró a Lena cómo quitar la silla y la pequeña manta, y a frotar el caballo para relajar los músculos del animal.

"Kara, vamos, vamos a jugar a la pelota". Uno de los chicos mayores fue a la cuadra para gritar a la chica rubia.

Lena se quedó atrás, sabiendo que los niños mayores no la dejaban jugar a la pelota. "Vamos, pequeña". Kara puso una mano protectora sobre el hombro de la niña sosteniendo a su nueva amiga.

Lena estaba en un grupo de niños, se eligieron capitanes y los equipos iban a ser seleccionados. Lena estaba encantada de que iba a jugar, pero se sentía desdichada esperando ser escogida. Ella siempre era seleccionada al último y era, por lo general, más una carga para cualquier equipo que quedaba atascada con ella. Esto causó una caída en la autoestima de la joven que no era muy alta ya.

"Me quedo con Lena", Kara anunció.

"¡Oh, caramba, vamos a ganar seguro ahora!" El chico mayor gritó.

El rostro de Kara no revelaba nada limitándose a indicarle a la pequeña azabache que se coloque de pie a su lado. Los equipos fueron finalmente establecidos y los niños empezaron un juego de háhso, una versión griega de dodge ball o quemados. Kara empujó a Lena para que estuviera a su lado.

"¿Sabes cómo jugar, pequeña?"

Lena asintió con la cabeza. "No dejo que la pelota me pegue". Ella dijo con orgullo. "Pero, Kara... no atrapo bien".

Kara sonrió a la chica que sólo le llegaba hasta la cintura. "Está bien, voy a atrapar las pelotas. Estate en el frente y haz lo que yo hago".

"¿Qué significa eso?"

"Significa que eres pequeña y rápida, no hay manera de que esos chicos estúpidos van a ser capaces de golpearte. Salta fuera del camino y voy a estar detrás de ti para atrapar la pelota".

Lena hizo exactamente lo que la niña mayor indicó. Ella saltaba alrededor y Kara tomaba fielmente cada pelotazo que entraba, hasta que fueron las dos únicas que quedaban de su equipo. Kara tomó una pelota y en un momento de puntería precisa, disparó el objeto hacia uno de los dos niños que quedan en el otro equipo. La pelota pegó en el primer chico de lleno en la espalda y rebotó, golpeando al segundo niño en las piernas.

"¡Se acabó el juego, ganamos!" Los compañeros de Kara gritaron.

Kara tenía una mirada de triunfo en sus ojos azules cuando miró hacia abajo, a su pequeña compañera. La chica de pelo dorado escupió en la palma de su mano y se la llevó hasta la morena. Lena hizo lo mismo y las dos chicas golpearon sus manos juntas en señal de victoria.

Lena siempre había querido hacer eso. Nunca había ganado ningún deporte antes y siempre veía como los vencedores celebraban con el apretón de manos fuerte. Ella sonrió ampliamente, a pesar de que sentía un poco la mucosa. La morenita se limpió la mano en sus pantalones cortos y trotó detrás de Kara.

La niña mayor se alejó del grupo de niños. Todo el mundo sabía que a Kara le gustaba salir sola de vez en cuando, pero Lena trotó fielmente junto a su amiga, corriendo para mantenerse al día con las largas zancadas de Kara. Kara estaba acostumbrada a estar sola la mayor parte del tiempo. Ella miró por el rabillo del ojo y vio a la niñita, corriendo para mantener su paso. Desaceleró para la joven. Kara no tenía hermanos o hermanas y era un poco divertido tenerla cerca, aunque no era más que una niña. Había algo que a la niña mayor le gustaba; que le recordaba a sí misma. La pequeña rubia tenía un gran corazón y usaba su cerebro. También tenía una mirada en los ojos verdes. Algo así como que le decía a Kara que Lena confiaba en ella. La chica rubia sonrió para sus adentros. Fuera lo que fuera, hacía que quisiera tener a la pequeña a su lado, Kara tenía la imperiosa necesidad de proteger a la niñita. No sabía por qué, era sólo un sentimiento que tenía.

"Mi papá trabaja para tu papá". Kara finalmente habló. Ella esperó a ver lo que la niña iba a decir. Recordó la última vez que hizo amistad con el hijo del hombre para el que su padre trabajaba. Él pensó que era mejor que ella por esa razón.

Lena saltó arriba y abajo un poco. "¿Eso significa que puedes venir y montar el pony de nuevo conmigo, Kara?"

Kara se echó a reír a carcajadas con la expresión emocionada en el rostro de la chica. Ni siquiera le importa, pensó para sí misma. "Seguro, pequeña". Kara hizo una pausa antes de continuar. "Sabes, puedes llamarme como mi papá me llama, si quieres. Él es mi mejor amigo y sólo mis mejores amigos me llaman así... Kari".

Lena sonrió. "Kari, ¿puedo ser tu amiga?"

"¡Por supuesto!" Kara sonrió a la chica.

Las dos vagaron hacia abajo en los campos de olivos y Kara enseñó a Lena cómo saltar las rocas a través del agua del pequeño estanque. Lena no podía hacerlo, pero ella levantó las manos cuando la niña mayor hizo el rebote de la roca plana a través de la superficie del agua y después de un rato llegaron a la cima de una loma cubierta de hierba mirando abajo a un grupo de hombres, tal vez a veinte metros de donde estaban ocultas por la hierba alta.

"Hagamos de cuenta que somos espías", susurró Kara.

Lena asintió con la cabeza en silencio, preguntándose qué eran espías.

"Mira", Kara le susurró en voz baja, "ese es mi papá, por allí".

Lena siguió a la mano de su amiga, señalando a un hombre de pelo rubio muy alto. "Ese es mi papá al lado de él", Lena respondió.

Las dos chicas se miraron con la misma rapidez como la acción por debajo cambió. Los dos padres de las niñas comenzaron una acalorada discusión y aunque Kara no podía oír todo lo que estaban diciendo, arrugó la frente en una mueca. El movimiento de la mano de Lionel Luthor pasó rápidamente, pero las chicas lo vieron en cámara lenta.

La mano de Luthor sosteniendo una pistola. Él nunca hizo una pausa; tres disparos en el cráneo del hombre más alto antes de que el hombre de cabello rubio se dejara caer al suelo.

"¡Papá!", gritó Kara mientras se levantaba y empezó a correr hacia el grupo de hombres.

Lena estaba congelada en su lugar. Había visto las películas donde la gente se mataban unos a otros, pero su madre insistía en que todo era una farsa. Ella le dijo a la joven que todos eran actores y cuando la cámara se apagaba, las personas se levantaban y se iban. Lena esperó a que el padre de Kara se levantara, pero no lo hizo. De pronto oyó a Kara gritar de nuevo. La azabache asustada observó cómo su propio padre abofeteó a la niña lejos de él con un solo golpe. La chica de pelo dorado saltó hacia atrás y de pronto estuvo fuera de control. Uno de los hombres le atrapó por detrás y se aferró a la salvaje pataleando y gritando. Fue entonces cuando Lena actuó.

"¡Kara!" Lena gritó mientras corría colina abajo, hacia su amiga.

Lena no tenía ni idea de qué hacer, pero fue sin pensar de todos modos. Le pareció oír a su padre llamándola por su nombre, pero ella apenas podía oír los gritos más que los de Kara. Lena corrió hacia el hombre que sostenía a su amiga y le dio una fuerte patada en la espinilla. El joven asustado gritó de dolor y empujó a Lena lejos de él más o menos, tirándola al suelo.

La caída de Lena fue amortiguada por algo suave y cuando ella se dio la vuelta para descubrir de qué se trataba, ella vio a centímetros lo que quedaba de la cara del padre de Kara. Más de la mitad de su cara había desaparecido por la fuerza de los disparos y de repente, Lena se dio cuenta que estaba cubierta de sangre. La joven dejó escapar un grito de terror mientras que otro hombre la agarró por el cuello y la levantó.

Con dolor, Kara se dio vuelta como un animal salvaje. Ella vio como el hombre que tenía la pequeña niña, le daba una bofetada a la chica en la cabeza. Fue entonces cuando con la poca conciencia que quedaba en Kara, se quebró. Ella mordió con fuerza la mano del hombre que trataba de cubrir su boca y dio patadas hacia atrás bruscamente, sintiendo el tacón de su bota conectar con la rodilla del hombre.

Él la lanzó inmediatamente y Kara se arrojó al hombre que tenía a Lena. La chica de pelo dorado le dio patadas, hasta que el hombre dejó caer el pequeño bulto para agarrar a Kara. Los dos hombres se apoderaron de Kara y la niña mayor gritó.

"¡Corre, Lena!" Fue sólo una fracción de segundo, pero la pequeña morena se dio cuenta de que su amiga se había sacrificado a sí misma para que Lena pudiera escapar.

"¡Corre!" Kara gritó de nuevo.

Esta vez la azabache se movió tan rápido que los hombres no sabían que estaba corriendo hasta que sus piernas cortas habían hecho la mitad de camino de vuelta a la colina rocosa.

“¡Tráela!”, gritó Luthor.

Lena se giró una sola vez, cuando llegó a la cima de la cresta. Cuando ella rápidamente miró hacia atrás vio cómo su padre golpeó a su amiga y ahora la llevaban de forma segura entre dos hombres.

"¡Kara!" gritó, aun cuando se volvió y siguió corriendo hasta que sus piernas de cinco años de edad se negaron a funcionar por más tiempo.

"¡Kara!" Lena gritó.

Kara estaba casi dormitando en la silla de cuero, con un libro abierto en sus manos. Ella subió corriendo y el libro salió volando de su regazo. Corriendo a través de la puerta, no estaba preparada para esa visión. Lena estaba gritando completamente inconsciente de lo que la rodeaba. La rubia accionó el interruptor de la luz y se agarró a la joven, que comenzó a sollozar en el pecho de Kara. Lena lloró durante casi una hora y Kara simplemente la abrazó con fuerza, lo que le permitió purgar las imágenes violentas en sus recuerdos.

"¿Kara?" Lena finalmente preguntó con voz débil. "Sí, nena... soy yo".

La hija de Luthor (adaptación Supercorp)Where stories live. Discover now