𝐅𝐄𝐀𝐑𝐋𝐄𝐒𝐒 || Alec Ligh...

Por _shadxw_girl

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[Primer Libro] - ¿Estás jugando conmigo? - No lo sé. - respondió rozando su nariz con la del chico - ¿Quieres... Más

𝐀𝐜𝐥𝐚𝐫𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬
𝐂𝐚𝐬𝐭
𝐏𝐥𝐚𝐲𝐥𝐢𝐬𝐭
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII
𝐀𝐧𝐞𝐱𝐨
𝐒𝐞𝐠𝐮𝐧𝐝𝐚 𝐓𝐞𝐦𝐩𝐨𝐫𝐚𝐝𝐚

Capítulo VI

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Por _shadxw_girl

|De hombres y ángeles|
¤

— Hoy mamá está rara.

— Está distinta desde que volvió de Idris. — Alec le dio la razón a su hermana.

— Si tú lo dices, conmigo sigue tan moralista como siempre. ¿Has hablado con Jace?

— Que me llame cuando deje de seguir a la niña.

— Alec, tienes que hablar con Jace.

— ¿No saludais a vuestro viejo?

Robert Lightwood entró en la habitación acompañado de la chica Blackwood y otro pequeño rubio de ojos azules: Max Lightwood.

— ¡Max! — Alec se agachó para coger en brazos a su hermano pequeño.

— ¡Papi!

Isabelle se acercó a abrazar a su padre. Desde la puerta, la castaña observaba la escena con una sonrisa triste. Los Lightwood se habían portado de maravilla con ella desde que se conocieron, pero echaba de menos a su familia más que a nada.

Alec dejó a Max en el suelo y se agachó a su altura.

— ¿Cómo has vuelto tan pronto?

— Hubo problemas en Bombai.

— ¿Qué has hecho?

— Nada.

— Causó un incendio con su estela en clase de Runas. — Robert miró al pequeño cruzándose de brazos.

— Max — Thalia rió y le dio un abrazo al pequeño.

— Ya he dicho que tenía hambre, intentaba dibujar la runa nutritiva.

— Esas dos runas no se parecen en nada. — Alec apuntó.

— Para mí sí.

— Max, sube a tu cuarto, abre el Libro Gris y busca la runa de extintora.

El pequeño se giró antes de salir pidiéndole ayuda a su hermano y a la castaña. Ambos rieron pero no lo acompañaron.

— ¿Dónde está Clary? Tu madre dice que ha desaparecido. — el semblante de Alec cambió por completo ante las palabras de su padre.

— No ha desaparecido, está con Jace.

— No puede salir del Instituto, todo el Mundo de las Sombras anda buscándola. — Robert se acercó a su hijo — Es un riesgo de seguridad, ¡qué vuelvan ahora mismo!

— Tenéis que volver ahora mismo. —nada más su padre abandonara la habitación, Alec llamó a su parabatai — ¡No estoy de broma!

El mayor de los Lightwood abandonó el cuarto discutiendo por teléfono.

— Sabes, Alec y tú seríais buenos padres. — Thalia casi se atraganta por las palabras de su parabatai — No me mires así, lo dije en un principio y lo seguiré diciendo: mi hermano y tú haríais una buena pareja.

— Iz, pensé que ya habíamos dejado ese tema apartado.

— Lo sé, yo sólo lo dejo caer. — ambas rieron — Por cierto, me gusta tu traje.

— Sí, bueno, con algo tenía que compensar que mi mono favorito es rasgado y lleno de sangre de hombre lobo.

— Pues te queda genial. ¿A qué sí, Alec?

El chico miró a su hermana asintió, no muy convencido de a qué estaba respondiendo o aceptando.

— Necesito hablar con mamá. Thalia, acompáñame por favor.

La castaña asintió y se levantó del sofá. Antes de irse miró pr última vez a Isabelle, que dibujaba corazones en el aire con sus manos.
Maryse se encontraba en el despacho que provisionalmente ocupaba Alec, mirando a través de la cristalera.

— Madre. — la mujer limpió una lágrima que se le resbalaba por la mejilla — ¿Qué ocurre?

— Nada.

— ¿Ha pasado algo en Idris? — la chica habló al lado de Alec.

— Nada que podamos remediar.

— Siempre se puede hacer algo, me lo enseñaste tú. — el chico caminó hasta quedar frente a su madre e indicó a la chica Blackwood que se pusiera a su lado — ¿Lo recuerdas? Tenía diez años y aquel niño, Preston, me daba palizas en clase de kendo.

— Tu técnica y tu forma eran perfectas.

— Eso era lo que me limitaba. Dijiste que tenía que romper la forma, hacer algo que no se esperara... Iba contra cada fibra de mi entrenamiento, pero me adapté.

— Cuando le rompiste la nariz me enorgullecí.

— Hasta que su madre te gritó y pidió que me castigaran por insubordinación.

— Me enorgullecí más, lo aceptaste.

— Porque sabía que debía ser así. — Alec sonrió a la castaña y dirigió su vista a su madre — Improvisaremos ante cualquier problema que plantee la Clave.

— Improvisar puede salir mal, te lo recuerdo.

Thalia sentía que estaba en mitad de algo muy íntimo. Nunca había visto esa parte de Maryse. Generalmente sus encuentros consistían en un saludo y algún "cumplido", pero ahora estaba presenciando la otra faceta de Maryse: una madre orgullosa que puede incluso ser frágil.

— Somos los Lightwood. — la voz de Alec la sacó del trance — Rompemos narices y aceptamos las consecuencias. Dime que quieres que haga.

— Ya te lo explicaré. Si no te importa, ahora me gustaría hablar a solas con Thalia. — Alec asintió confuso y abandonó la habitación — Veo que lo has estado ayudando con todo el tema de Clary, sin duda tengo que agradecértelo.

— No hay que darlas. ¿Qué ocurre?

— Eres la parabatai de mi hija. Supongo que si has logrado influir en Alexander sin tener una relación tan estrecha, con Isabelle será mucho más fácil. — la chica miró sin entenderla — En Idris se rumorea que Isabelle mantiene, ya sabes, ciertas "relaciones especiales" con algunos seelies. Como ya sabrás, la Clave no tiene bien visto este tipo de contactos y me gustaría...

— Que hablara con Izzy y la convenciera. — Maryse la observó complacida — Lo siento, pero no es mi deber entrometerme en su vida. Como has dicho soy su parabatai, no un sargento que la tenga vigilada las veinticuatro horas. Ya es lo suficientemente madura para tomar sus decisiones.

— Me recuerdas mucho a tu padre, Thalia. Siempre intentaba ayudar a sus cercanos y a todo aquel al que podía. — la mujer se levantó y colocó su dedo bajo el rostro de la chica — Tienes los ojos de tu madre y la actitud de tu padre. Sé que eres una buena chica, es más, Alexander te tiene en muy alta estima. Haces todo lo posible para ayudar a mis hijos, pero a veces lo posible no es lo suficiente y debes esforzarte para dar más de ti.
Por cierto, por una vez casi aciertas con un atuendo adecuado.

Maryse sonrió a la chica y salió de la sala con la cabeza en alto.

***

Alec golpeaba el saco de arena con gran velocidad. Al otro lado del pasillo, Isabelle arrastraba a su parabatai en busca de su hermano.

— Prométeme que no vas a hacerlo, prométeme que vas a negarte.

— ¿De qué hablas, Izzy?

— Quieren que te cases. Nuestros padres están haciendo planes.

— No, lo habrás oído mal.  — su vista viajo por unos segundos a Thalia y después volvió al saco.

— ¡Es verdad, Alec! — Isabelle le quitó la barra de madera — Quieren una alianza política para preservar el apellido e influencia en la Clave.

— Sabía que acabaría pagando por lo de Clary. Y mientras yo me caso, ¿qué harás tú?

— Quieren que convenza a la Clave de que apacigüen a los seelies.

Alec bufó y se pasó las manos por el pelo.

— Una misión diplomática, otra vez. Es mi trabajo, es lo que se supone que hago yo.

— Tengo mayor relación con los seelies. Estoy de tu lado, Alec.

— ¿En serio? He seguido todas las reglas, he renunciado a todo.

— Buscaremos una solución.

Isabelle salió de la sala de entrenamiento, Thalia se apoyó en el saco de arena y observó al azabache. No sabía si mencionar la conversación que había tenido con su madre sobre Izzy, creía justo que lo supiera pero no quería echarle más problemas encima.

— Que le den a las reglas, que le den a todo. Espérame aquí, vuelvo en diez minutos. — una sonrisa de lado se le dibujó ante esa faceta del chico, Alexander Lightwood no rompía las reglas. Se ahorraría la conversación hasta que estuviera más calmado, así podría darle libertad para que se soltara un poco. — ¿Vienes?

Thalia sonrió al encontrarlo apoyado en la pared de cristal y salió de la sala de entrenamiento, dándole a entender que era él quien iba tarde.

En el apartamento de Magnus, el brujo hacía todo lo posible para mantener el conjuro pero se estaba quedando sin fuerzas. Alec corrió junto a él y accedió a darle parte de su energía mientras Clary preparaba la pócima con los ingredientes que Simon y Jace habían traído.

— ¡Luke!

El hombre lobo se reincorporó y Magnus cayó en brazos de Alec agotado. Thalia y Simon lograron llevarlo hasta su dormitorio mientras Clary recogía.
Cuando Jace volvió al salón encontró a Alec y a la pelirroja en plena conversación. Sin soltar una palabra, el rubio abrazó a su parabatai.
Horas después, Thalia se encontraba limpiando la sangre del sofá de Magnus.

— Sabes perfectamente que puedo hacer eso con magia.

— Ya has hecho suficiente por hoy.

El mayor de los Lightwood se acercó a ella y tiró las vendas sucias.

— ¿Quieres volver al Instituto? — preguntó mientras separaba sus cosas de las de la chica.

— ¿Una copa?

— Sabes que a eso nunca se le dice que no. Una para Alec también, Magnus.

El brujo vertió el contenido de su botella en uno de los vasos y se lo ofreció a la castaña. En el otro preparó un cóctel transparente que ofreció al azabache.

— ¿Por qué me llamaste? Jace y Clary estaban aquí.

— ¿No te lo dijo Jace? — él negó — No importa, porque era mentira.

El brujo y la chica compartieron una mirada cómplice.

— ¿Todos los brujos sois tan críticos?

— No soy crítico, aunque no te lo parezca soy bastante tímido.

Acto seguido, el brujo desapareció por el pasillo.

— ¿Tú sabes de qué va todo esto?

— Me gustaría decirte que sí, pero estoy igual que tú.  — Alec dejó el vaso y se acercó hasta quedar frente a ella.

— ¿Me contarás lo que hablaste con mi madre?

— Otro día. No quiero acabar mal la noche.

Él asintió y su móvil comenzó a sonar.

— Hablando de la reina de Roma... — la chica rió al ver el nombre que aparecía en la pantalla.

— El deber nos llama.

— Venga, Alec, ¿una última copa antes de irnos?

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