𝐅𝐄𝐀𝐑𝐋𝐄𝐒𝐒 || Alec Ligh...

Da _shadxw_girl

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[Primer Libro] - ¿Estás jugando conmigo? - No lo sé. - respondió rozando su nariz con la del chico - ¿Quieres... Altro

𝐀𝐜𝐥𝐚𝐫𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬
𝐂𝐚𝐬𝐭
𝐏𝐥𝐚𝐲𝐥𝐢𝐬𝐭
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII
𝐀𝐧𝐞𝐱𝐨
𝐒𝐞𝐠𝐮𝐧𝐝𝐚 𝐓𝐞𝐦𝐩𝐨𝐫𝐚𝐝𝐚

Capítulo IV

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Da _shadxw_girl

|Raising Hell|
¤

— Magnus Bane. — Hodge les explicaba a medida que pasaba las imágenes en su pantalla — Tiene unos trescientos años y como podéis ver, va adaptando sus gustos a los siglos. Sus placeres son exclusivos y exquisitos.

— ¿Se puede saber para qué me habéis despertado a estas horas?

Thalia Blackwood entró en la sala de control cansada y bastante molesta. Clary la ignoró, enfandándola aún más, y ocupó la única silla libre. Jace le indicó a la castaña que se sentara sobre él y le explico como Simon se había marchado del Instituto y Clary había recordado una pista que los llevaría hacia la Copa.

— Parece el David Guetta del Submundo. — comentó la pelirroja mirando a Jace y a Thalia.

— Guetta es del Submundo. Un vampiro, no sale de día.

Isabelle le explicó a la pelirroja y dirigió su vista disimuladamente hasta Alec, que miraba con el ceño fruncido a su parabatai y a la castaña.

— ¿Podéis centraros? Esto es serio.

— Pégate un tiro, Alec.

— Alec tiene razón. — Hodge interrumpió la discusión — Magnus es uno de los brujos más poderosos que he conocido y desconfía mucho de los shadowhunters.

— ¿Y por qué ayudó a mi madre a borrarme los recuerdos? Es una shadowhunter.

— Sí, una de las mejores. Pero ayudar no es la palabra más adecuada. - Hodge se dirigió a Clary — Quizás Magnus proporcionó un servicio a Jocelyn, pero seguramente tu madre pagó un gran precio por su magia.

— Normalmente los magos piden el pago antes de hacer nada.

— Según la Clave, la mayoría de los brujos han huído desde que Valentine empezó a cazarlos.

— Valentine estará buscando al brujo que ayudó a Jocelyn.

Hodge se apoyó en la mesa y empezó a respirar con dificultad. Sus runas se encendieron en un brillante color rojo y parecían desprender humo. Una vez se recuperó prosiguió con su explicación.

— ¿Cómo encontraremos a Magnus?

— Él vendrá a nosotros, quedaremos en un sitio protegido fuera de su escondite.

Jace hablaba mientras dibujaba pequeños círculos con su dedo en el brazo de la chica Blackwood. Clary se dio cuenta del gesto y frunció el ceño.

— Y yo sé exactamente dónde.

Isabelle se alejó de la mesa y tomó la tableta que Hodge sostenía. En la pantalla apareció una invitación a una fiesta VIP de los subterráneos.

— Una fiesta del Submundo, genial Iz. — Thalia habló por primera vez desde que había llegado.

— ¿Cómo se te ha ocurrido?

— Fue mientras vigilaba su territorio, dicen que a Magnus le gusta la fiesta.

— No vendrá, no con Valentine buscándole.

— Claro que vendrá, se esconderá entre la gente.

Los dos parabatai se miraron desafiantes. Hodge rompió la tensión e indicó al grupo que lo siguiera.
Tras dibujar una runa, Hodge sacó un colgante de las losas del suelo.

— ¿Es real? — Isabelle parecía fascinada con la joya.

— Un rubí birmano de cuatro quilates. Este collar tiene un significado especial para Magnus Bane, fue un regalo para su amada Camille Bellecourt.

— ¿Camile y Magnus eran amantes?

— Magnus lo compró en 1857 por el precio de su casa en Londres. La joya está bajo un hechizo que alerta a quien lo lleva de la presencia de demonios cerca.

Isabelle tomó la el colgante y Hodge sugirió que quedaran con Magnus para realizar un trueque. Jace asintió y se alejó para mandarle un mensaje al brujo.

***

Jace dice que querías verme.

Clary entró en la habitación de la menor de los Lightwood. Isabelle estaba frente al espejo intentando decidirse entre dos vestidos: uno negro de encaje y otro plateado muy parecido al que su parabatai llevaba el día que apareció Clary.

— ¿Qué te vas a poner para la fiesta de esta noche?

La azabache dejó las prendas sobre la cama y se acercó a la pelirroja.

— No lo sé, pensaba ir así.

— Mejor que no, ningún subterráneo se pondría eso. — Isabelle analizó el conjunto de la chica — Además, es una fiesta, no un recital de poesía.

— Es que aquí no tengo ropa de fiesta... — Izzy le tendió varios vestidos — Algún día vas a tener que decirme dónde y cuándo.

— ¿Dónde y cuándo qué?

— Dónde consigues el dinero y cuándo me dejarás ir de tiendas. — Clary dejó los vestidos sobre la cama espantada por lo reveladores que eran.

— Clary... — la azabache le mostró un vestido negro con escote en V.

— Vale, este vestido es muy ajustado.

— Es elástico. Póntelo. — la pelirroja rodó los ojos y fue a cambiarse — Ponte estos.

Isabelle le dejó unos tacones del mismo color y se sentó en un sillón esperando a que saliera. Clary salió bastante incómoda con su atuendo.

— Tienes suerte de tener poco pecho, yo no podría llevar eso.

— ¿En serio? — la pelirroja sonrió ante el cumplido de la shadowhunter.

Unos pasos sonaron por el pasillo y Thalia Blackwood apareció en la habitación. Clary analizó cada detalle de su conjunto por pequeño que fuera: un top de lentejuelas cobrizas y una minifalda a juego, llevaba un maquillaje en tonos nude que complementaba su ropa y dos joyas en forma de pequeñas hojas plateadas colgaban de sus orejas. Isabelle le recogió el pelo en una coleta despeinada y después fue a cambiarse.

— Wow, Clary, me encanta tu vestido.

— Gracias, tú tambien estás genial.

La chica Blackwood avisó a su parabatai de que iba a su habitación por un par de cosas y volvería en cinco minutos. Clary la miró fijamente hasta que se fue, tenía demasiadas dudas sobre la relación que tenía con Jace. No podía culpar a Jace de sentir cualquier atracción por ella, admitía que era guapa.
Sin darse cuenta, Thalia acababa de volver y la observaba con curiosidad.

— Pero que guapas. — Jace entró y saludó a las dos chicas.

— Oh, gracias.

— Se ha arreglado. — Thalia se levantó del sillón de Izzy — Voy a ver a Alec, él tampoco sabe que ponerse para las fiestas.

Las parabatai sonrieron al rubio antes de salir y desaparecer por el pasillo.
Alec runificaba flechas cuando las dos chicas entraron.

— Escoged armas. Izzy, te recomiendo el látigo.

— ¿Qué te pasa? — Isabelle se acercó a una de las estanterías — Vamos a una de las mayores fiestas del Submundo, deberías estar más animado.

— Es una misión no una fiesta.

La mirada de Alec se desvió a Thalia, que estaba de espaldas a él observando los arcos.

— Sí, bueno. — su hermana cogió un cuchillo serafín — Antes de que llegara Clary era siempre lo mismo: ir de misión, matar demonios... Por lo menos ahora es más interesante.

— ¿Interesante? Valentine está vivo y busca la Copa, ha amenazado a todo nuestro mundo y estamos ayudando a su hija. — la chica Blackwood se giró y avanzó hasta Alec, que siguió hablando — En quien, por cierto, no tenemos razón para confiar porque ha aparecido de la nada. Y para colmo vamos a pagar a un brujo que puede que tenga o no la información que buscamos. Pues no, Izzy, no me parece interesante.

— Vaya, ¿estás mejor?

— Pues no. — Alec miró a Thalia, que sonría divertida - Bueno, un poco sí.

— No puedes seguir guardándotelo todo, Alec. Es cuestión de tiempo que explotes y no va a ser divertido. — la castaña lo advirtió.

Isabelle salió de la sala.

— Vamos, y no es por la música.

Alec cogió su arco e indicó a la castaña que lo acompañara.

***

— Despejado.

— ¿Me queda bien el rojo? — Isabelle entrelazó su brazo con el de Clary.

— Izzy, con un cuerpo como el tuyo cualquier color queda bien.

— Bien visto. Mierda, este collar me queda demasiado bien.

— ¿Puedes quitártelo? — Alec habló a espaldas de su hermana — Seguro que Magnus Bane no quiere babas en su rubí cuando lo cambiemos.

— Yo no estaría tan segura, a muchos hombres les gusta que admiren sus joyas.

— Dáselo a Jace — el comentario de la menor de los Lightwood causó las risas del grupo.

— Eres un aguafiestas.

La fila avanzó hasta su turno. Ninguno tuvo problema para entrar pero cuando llegó el turno de Alec, el portero empezó a poner prohibiciones.

— Hola, guapo. — Thalia pasó sus manos por los brazos del guardia — Me preguntaba si podrías ayudarme con un pequeño incidente.

El portero dejó de prestarle atención a Alec para seguir a la castaña al interior, desbloqueando el paso al chico. Una vez dentro, una mano se entrelazó con la del azabache y lo guió entre la multitud.

— Veo que no has tenido problemas con ese tío. — le dijo a la chica al oído.

Ella se giró y le dio una sonrisa coqueta al azabache mientras Jace explicaba el plan. Izzy iría por un lado, Alec por otro y Thalia los acompañaría a él y a Clary.
A lo lejos, el rubio logró identificar al mago.

— Magnus.

Era tal y como lo había descrito Hodge: excéntrico. Sus ojos de gato estaban maquillados con purpurina y eyeliner, su atuendo consistía en un abrigo largo de color morado y unos pantalones encerados oscuros.
Al reconocer al trío de shadowhunter sonrió y se puso en pie.

— Clary Fairchild, eres toda una mujercita. — su vista pasó a la castaña — Thalia Blackwood, hacía tiempo que no nos veíamos. Estás despampanante, me gusta tu sentido de la moda.

— Gracias, Magnus.

— Magnus Bane, fuiste tú quien me robó los recuerdos.

— A petición de tu madre, ella conocía los riesgos. Muéstrame la joya, shadowhunter.

Jace le enseñó el colgante pero lo apartó cuando el mago fue a cogerlo.

— Devuélvele los recuerdos a Clary y es tuya.

— Tengo que comprobar que es verdadera. Galletita, tú y yo tenemos una conversación pendiente pero, ¿puedes dejarnos a solas?

La castaña miró a Jace y a Clary y se alejó de ellos. Localizó a Alec entre la multitud y fue con él, aunque su compañía no duró mucho:

— ¡Cuidado!

El azabache disparó una flecha a pocos centímetros del mago. Thalia se acercó a Magnus mientras Alec inspeccionaba a su objetivo.

— ¿Quién eres tú?

La chica escuchó el comentario del brujo y ambos rieron. Ella se acercó hasta el mayor de los Lightwood y Magnus se introdujo en el portal.

— Tiene una marca del Círculo. Esto es genial, no sólo no le ha devuelto los recuerdos a la chica sino que también se ha largado con el collar.

Los parabatai discutían a medida que abandonaban la fiesta. Alec estaba molesto por la intromisión de la pelirroja mientras que Jace la defendía de nuevo.

— Alec, la chica se llama Clary y te sugiero que bajes la voz.

Thalia fue la última en salir al callejón y la escena que se encontró no le gustó nada.

— ¿Por qué?¿Tienes miedo que le moleste? — Alec encaraba a su parabatai — Hemos arriesgado nuestras vidas una y otra vez por ella y de qué nos ha servido. De nada, no estamos más cerca de la Copa Mortal y encima hemos perdido el collar.

— ¡Estoy aquí! — Clary se metió en la discusión — Me da igual tu estúpida joya, siento que vayas a quedar mal delante de tus jefes, ¡pero mi madre sigue perdida y la última oportunidad de encontrarla se ha ido!

— Todo va a ir bien.

— ¡No es verdad!

Thalia se alejó del grupo intentando dar con una solución pero los gritos por parte de la pelirroja no la ayudaban. Un pequeño botón metálico apareció en la palma de su mano y cuando se dio cuenta, volvió y se lo entregó a Jace. El rubio intentaba rastrear a su poseedor.

— No funciona, hagámoslo, Alec.

Los chicos se sujetaron las muñecas y una pequeña onda roja apareció a su alrededor. Thalia los había visto utilizar el rastro varias veces, pero siempre le asombraba la capacidad de concentración de ambos.

— Esa cosa de los parabatai parece demasiado íntimo.

— Si yo te contara — Isabelle le explicó a la pelirroja en que consistía el rastreo parabatai. — Lo tienen.

Jace encabezó al grupo hasta llegar a un antiguo depósito de coches. Parecía haber estado abandonado durante mucho tiempo.

— ¿Magnus vive en una chatarrería?

— No exactamente, glamour de brujo. Te hace creer que ves una cosa cuando la realidad es muy distinta. — Clary miró confundida a la castaña — Parecido a lo que ocurre en el Instituto.

Isabelle se adelantó y desenfundó el látigo mirando a su alrededor.

— Algo va mal, es demasiado fácil.

***

Alec disparó una flecha y libró al brujo del ataque.

— Bien hecho.

— Mejor en su punto.

El de ojos de gato abrazó a la chica Blackwood, pero se separó al ver quién lo había salvado realmente.

— Soy Magnus, creo que no nos han presentado. — se acercó de forma coqueta.

— Alec. — el mayor de los Lightwood estrechó su mano con la del brujo — Deberíamos volver con los demás. ¿Estás bien, Thalia?

— Si, deberíamos unirnos a la fiesta.

Ella se marchó con una sonrisa coqueta y Alec la siguió. En el salón los brujos restantes eran evacuados, Magnus y Clary hablaban alejados del resto y mayor de los Lightwood ayudaba a algunos heridos por el combate.

— No es nada. — él limpió la herida y le colocó una venda.

Cuando terminó se cruzó de brazos y alzó una ceja. Thalia conocía perfectamente ese gesto, quería respuestas:

— Veo que Magnus y tú os lleváis muy bien. ¿Por qué no dijiste nada cuando lo buscábamos?

— Ya, lo siento por eso, pero prometí no decir nada. — él asintió y se alejó — Alec, espera, ¡oye! ¡Alexander Gideon Lightwood, párate ahora mismo!

El chico se giró bruscamente y caminó hasta ella, sin darle tiempo a reaccionar.

— Estoy cansado de tener que ser el que acata las órdenes cuando supuestamente soy quien debe darlas. — ambos quedaron frente a frente.

— Huir de los problemas no te va a solucionar nada.

— ¿Acabas de llamarte problema?

— No, pero como empieces a tratarme de esa forma me puedo convertir en uno más para ti. — él tensó su mandíbula ante las palabras de la chica — Aunque por ahora intentaré no fastidiarte demasiado.

— ¿Eso es una amenaza?

Avanzó hasta quedar a pocos centímetros de ella. Sus ojos quedaron frente a frente, una guerra gris contra avellana en la que sólo uno cedería.

— Vamos Lightwood, no te enfades. — una sonrisa coqueta apareció en el rostro de la chica — Estás más guapo sin el ceño fruncido.

Alec rodó los ojos y rompió el desafío de miradas. Acto seguido, la chica le dio un beso en la mejilla para después reunirse con el resto en el centro de la sala.

— Prepararos todos, ¡nos mudamos! — un destello blanco se extendió por la habitación - Mucho mejor. Tras cada movimiento necesito redecorarlo todo. — Magnus miraba a Alec mientras hablaba — Normalmente no me gustan las guaridas sucicias, pero esta sólo está desordenada.

El mayor de los Lightwood se dirigió a su parabatai y ambos comenzaron a hablar. El brujo avanzó hasta Isabelle y Thalia mostrando el collar de rubíes.

— Yo abogo por el pago por los servicios prestado. Gracias por defender a los brujos.

— No puedo.

— Ah, sí puedes. — Magnus le colocó la joya a Isabelle — Y debes. Los Lightwood lo han llevado muchos años, además, esto le quedaría mal a tu hermano. — a continuación, el brujo se dirigió a la castaña — En cuanto a Alec, ¿es más de flores o de colonia?

— Vale, ¿cómo invocamos al demonio de la memoria? — Clary se levantó molesta del sofá.

— ¿Estás segura? Invocar a un demonio tan poderoso puede ser mortal. — la pelirroja lo fulminó con la mirada y repitió su pregunta — Vale, chico bonito prepara a tu equipo.

— Sé lo que tengo que hacer. —Jace echó a andar pero Magnus lo detuvo.

— No, no te hablaba a ti. — señaló a Alec — Te lo digo a ti.

El azabache se encogió de hombros y fue a cumplir las órdenes. Magnus guió a Clary a una sala contigua y le pidió que dibujara un pentagrama para el conjuro.

— Jocelyn tenía razón. — el brujo habló una vez estuvo hecho el dibujo — No había visto a un artista así desde Miguel Ángel, que por cierto era genial en la cama. — la cara de Alec era un cuadro, lo que hizo reír a las dos parabatai — Vale, que cada uno ocupe su lugar en el pentagrama.

Magnus le pidió a la chica Blackwood que ocupara su lugar, ya que él dirigiría desde fuera, y les advirtió que pasara lo que pasara no debía soltarse las manos. Alec tomó la mano de Jace a su derecha y de Thalia a su izquierda, ella sujetaba a Isabelle, quien agarraba a Clary y cerraba el pentagrama.
Magnus comenzó con la invocación y minutos después el collar de Isabelle parpadeó. El demonio exigía su pago.

— ¡Cada uno debe renunciar al recuerdo de las personas que ama!

El primero fue de Isabelle: Alec y Thalia riendo mientras entrenaban; en el de Clary se podía ver a su madre. Thalia dejó ver una imagen con dos adultos y una niña muy parecida a ella, pero enseguida cambió a un recuerdo junto a Izzy, Jace y Alec cuando eran más pequeños. Cuando llegó el turno de Alec apareció la cara de Jace.

— ¡No!¡No es cierto! — gritó — ¡El demonio nos engaña!

— ¡No rompais el círculo!

— ¡Alec, tranquilo! — pero cuando Isabelle gritó fue demasiado tarde.

El mayor de los Lightwood soltó las manos de sus amigos y salió disparado hacia la pared. El demonio golpeó a Thalia y atrapó a Jace.
Clary cogió el cuchillo serafín y atacó sl demonio, perdiendo así la posibilidad de recuperar sus recuerdos.

— ¡Jace, levanta vamos!

Isabelle ayudó a levantarse a su parabatai, que salió de la sala apoyándose en la pared. Cuando Jace volvió a respirar, Alec se alejó del grupo.

— No tienes que avergonzarte de nada. — comentó el brujo cuando pasó por su lado.

— No sé de qué me hablas.

— Ya verás.

Magnus salió a la terraza de su ático para encontrar a la chica Blackwood sujetándose la cabeza e intentando no llorar. Al ver al brujo acercarse, respiró hondo y se cruzó de brazos apoyándose en la barandilla de cristal.

— Sé que seguramente sea la pregunta más estúpida que puedo hacer pero, ¿estás bien?

— Sí, sólo... Agotada, ha sido un día difícil.

— Sabes que puedes contarme lo que sea.

— Magnus, te lo agradezco de corazón, pero lo único que necesito es descansar.

El brujo asintió y abrazó a la castaña. Sin romper el abrazo, pudo ver como Alec evitaba a su hermana y salía del edificio.

— Creo... Que debo volver al Instituto.

— Te haré un portal, galletita.

Thalia asintió y de las manos de Magnus nació una especie de vórtice morado. Tras cruzar, apareció en su habitación.

Alec caminaba por el pasillo y paró al escuchar a alguien llorar. Escondido tras el umbral de la puerta pudo ver a la castaña en pijama, sentada en su cama, contemplando una imagen con los ojos llenos de lágrimas. Poco después, guardó lo que el chico supuso que era una fotografía para tumbarse. Thalia Blackwood se caracterizaba por su actitud coqueta y decidida, lo último que veías era esa faceta sensible. Hacía mucho tiempo que no la veía así de rota y no pudo evitar sentir pena por ella.

Continuó por el pasillo sin hacer ningún ruido hasta llegar a su habitación y cerrar la puerta, sin que sus propios pensamientos dejaran de atormentarlo.

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