Autora POV.
Wei WuXian estaba tumbado boca bajo sobre la hierba mientras suspiraba constantemente, giraba de lado a lado y volvía a suspirar. Su mente estaba llena de imágenes del soldado y de la última vez que estuvo con él.
Cuando vio cómo se acercaba a la barrera mágica para irse, su cuerpo se movió por si solo y...
—¡Ahhh! —gritó mientras se tapaba la cara con sus manos.
El burro que había estado aguantando su comportamiento rodó los ojos y volvió a bufar cansado.
—Lo besé... —sintió su cara arder.— ¿P-Por qué...? ¡Maldición, se sintió tan bien!
Volvió a rodar sobre la hierba, pero al escuchar el bufido del burro, levantó su cabeza y se sentó sobre el pasto verde.
—¡Oh, vamos! Tú me empujaste primero... Y... Y luego yo... —su cara no podía estar más roja.
Manzanita lo miró enfadando, ahora la culpa de que su amo estuviera con un cambio de humor tan repentino y de que su corazón latiera tan rápido al recordar al soldado era culpa suya. Bufó por última vez y le dio la espalda al menor.
Wei WuXian colocó el codo en su rodilla y apoyó su cabeza en la palma de su mano, y volvió a suspirar.
—Ah... Manzanita... ¿Qué hago? Quiero verle... —levantó sus brazos hacia arriba y volvió a tumbarse en la hierba, observando las nubes.
—No puedo entrar al reino, en serio no puedo o definitivamente no regresaré con vida.
El burro ya se había cansado de escuchar al humano suspirar así que se acerco a su lado y levantó sus patas delanteras con la intención de golpear al menor, pero tan rápido como Wei WuXian lo vio se levantó rápidamente.
—¡Ey, ey! —el burro lo persiguió golpeando su cabeza contra las caderas del cultivador.— ¡Vale, ya no suspiraré! Ya ni puedo debatir mis sentimientos tranquilamente...
Manzanita rodó sus ojos y se alejó para volver a saborear la hierba más reluciente de todo el prado.
—¿Viste lo apuesto que era? —empezó de nuevo.— Y sus labios... —llevó sus dedos a los suyos y los rozó suavemente.
"¿Qué estará haciendo ahora? ¿Estará bien? ¿Pensará en mi...?"
Se golpeó las mejillas cuando pensó la última pregunta.
—¿Pero qué me pasa...?
El burro lo miró divertido de reojo, si pudiera hablar la lengua humana ya le habría dicho al cultivador que eso que sentía era amor y que se había enamorado de ese Guardia real.
Las horas pasaban y Wei WuXian no podía dejar de mirar hacia la dirección donde estaba el reino Lan LingJin. Estaba sentado en la rama gruesa de un gran árbol, dónde podía ver sin dificultad toda la zona donde estaba la barrera mágica.
Aburrido, se apoyó sobre el tronco del árbol mientras dejaba colgar una pierna. Abrió su palma de la mano e invocó su Chen Qing y la observó mientras su mente volvía a inundarse de pensamientos. El tono oscuro y negro de la flauta no permitía que la luz se reflejara en ella y el hilo de seda de color rojo que se mecía con el viento, era el único recuerdo que tenía de sus padres.
Llevó la flauta a sus labios y entonó una melodía suave y tranquila.
Su mirada se había vuelto a posar en el camino donde se había despedido del soldado y sin darse cuenta, el tono de la melodía se había vuelto más lento y melancólico. Varios pájaros se habían posado en las ramas del árbol y una familia entera de conejos se había situado debajo del tronco para escuchar mejor el sonido de aquél instrumento.
Después de unos minutos, unos gritos lejanos se empezaron a escuchar.
—¡Vuelve aquí pequeño mocoso!
El sonido de la flauta se detuvo en seco.
Alguien estaba a punto de adentrarse al bosque.
Por el sonido de las pisadas, Wei WuXian dedujo que eran solo dos personas, pero al escuchar una voz conocida bajó del gran árbol de un salto y se acercó hacia la barrera mágica.
—¡Ya te tengo, escoria!
Lo primero que vio Wei WuXian al traspasar la barrera del Bosque SanRen fue un niño con su cuerpo bastante golpeado tumbado en el suelo. El panadero lo había agarrado del cabello y lo obligó a levantar la cabeza, dispuesto a darle otro golpe con el puño.
—Es hora de que aprendas la lección.
Rápidamente, antes de que el hombre mayor golpeara de nuevo al pequeño, Wei WuXian cogió una hoja del suelo y pronunció un corto hechizo, transformando la hoja en un pequeño cuerpo con forma humana. Sus ojos se tornaron de color rojo y lanzó el papel hacia el puño del panadero, quien al sentir el contacto su mano empezó a arder e intentó despegar el papel de su mano.
Wei WuXian aprovechó y cogió en brazos al pequeño niño que no había dejado de temblar ni de llorar.
—¡Quítamelo! —suplicó el mayor.
Al ver los ojos rojos del cultivador y su rostro enfurecido, el cuerpo entero del humano sintió un escalofrío, se levantó y corrió de vuelta hacia el reino mientras gritaba intentando quitarse el papel de su mano.
El menor se aferró a la ropa de Wei WuXian e intentó cesar su llanto para no molestarlo.
—Tranquilo... Ya paso... —intentó calmarlo mientras acariciaba su cabeza.
—¿Vamos a dentro, sí? Él no volverá nunca más.
Wei WuXian caminó hacia el bosque y sintió cómo la cabeza del pequeño asentía sobre su regazo. Una vez dentro, había notado que el menor estaba haciendo el mayor esfuerzo posible para no llorar. Lo alejó un poco y apartó el pelo que ocultaba su rostro golpeado, sus mejillas estaban hinchadas y rojas de llorar y su boca se había convertido en un puchero intentando silenciar su llanto.
Wei WuXian no pudo evitar sonreír cálidamente.
—Sabes... Esta bien llorar de vez en cuando, no hay necesidad de fingir ser fuerte. —dijo mientras acariciaba su pequeña mejilla.— Además, tener a tu lado a alguien que te aprecia es...
A-Yuan miró atento al cultivador, pues su rostro se había apagado un poco cuando intentó terminar la frase.
—No es nada... ¿Lo único que importa es que no has de fingir delante mía, está bien?
Al ver la sonrisa de Wei WuXian, A-Yuan no pudo contener más las lágrimas y estas cayeron cómo ríos por sus mejillas. Acariciando su pequeña cabeza, llegaron al gran árbol dónde se situaba la casa del mayor.
El burro al escuchar los llantos levantó la cabeza inmediatamente hacia donde provenía el ruido y al ver una versión pequeña del cultivador se acercó curioso.
—¡Oh, Manzanita! Mira, mira...
A-Yuan dejó de llorar al ver al burro, sus ojos se agrandaron y elevó sus pequeñas manos con la intención de tocarlo. Parecía inofensivo según el burro, pero cuando estuvo lo suficientemente cerca, A-Yuan cogió sus orejas y las apretó, haciendo que Manzanita se enfadara y se alejara de ellos dos.
Al ver su reacción, A-Yuan comenzó a llorar.
—Ya, ya... Qué burro tan maleducado... —siguió caminando hasta el interior de la casa.— No es tan malo cómo crees... ¡Seguro que en un par de días seréis grandes amigos!
La intención de calmar al pequeño parecía haber funcionado, pues A-Yuan había dejado de llorar y al pasar unos segundos su tripa rugió, haciendo que su pequeña cara se sonrojase.
—¿Tienes hambre? —sonrió.— ¿Qué te parece si curamos esas heridas mientras preparo algo de comer?
El pequeño asintió rápidamente y Wei WuXian sonrió divertido.
Aún en sus brazos, fue directo hacia su habitación y cogió una tela suave de color blanco. Era bastante grande, un poco de aguja e hilo y serviría cómo ropa para el pequeño.
—De momento tendré que hacerlo así...
Volvió a caminar hasta llegar a la cocina y colocó a A-Yuan encima de la mesa, quien acariciaba el agradable tacto de la tela en silencio mientras Wei WuXian encendía el fuego para cocinar un poco de sopa wantán.
Una vez la olla empezó a arder, el cultivador añadió un poco de caldo con trozos muy pequeños de pollo y un poco de especias, pero antes de añadirlas se aseguró dos veces de que no fueran las picantes y una vez la sopa empezó a prepararse, Wei WuXian volvió a dirigirse hacía el pequeño.
—Sé que no es lo mejor para ti... —dijo mientras cogía la tela y empezaba a darle una forma de ropa.— Pero te abrigará más.
A-Yuan no había apartado los ojos del mayor, pero después de unos segundos su mirada se posó en el suelo de madera e intentó no llorar.
Hacía mucho tiempo que no había sentido la calidez y tranquilidad que tenía cuando estaba al lado del cultivador.
—¡Listo! —dijo orgulloso de su trabajo.— Bien, ahora limpiaremos esas heridas...
Pasó suavemente un paño mojado de agua por la cara del menor, quitando toda la suciedad que había en esta y cuando localizó los golpes y moratones conjuró pequeños hechizos que hicieron que la cara del pequeño se viera totalmente nueva.
—Así que había un rostro tan hermoso debajo de toda esa suciedad... Realmente crecerás siendo muy atractivo. —dijo terminando de ponerle la ropa que recién había tejido.
—Además el blanco te queda muy bien...
Al pensar en el soldado su mente dejó la realidad y se quedaron en silencio por unos segundos.
—Huele bien...
—¿Eh? ¡Oh, es verdad! Vamos, vamos, es hora de comer. —volvió a coger al pequeño y lo colocó en la silla junto a la mesa.
Cogió dos tazones y añadió un poco de sola en ellos, después los colocó en la mesa y los ojos del pequeño brillaron como nunca. Con cuidado, llevó la cuchara llena de sopa hacia sus labios y la bebió.
De repente, unas lágrimas cayeron de sus ojos.
—¿Ah? ¿¡Esta mala!? ¿Pica? Ay no... —dijo preocupado.
—No... Sabe bien... —dijo entre lágrimas.
De hecho, si picaba un poco, pero el menor había llorado porque era la primera vez que comía de verdad y con alguien a su lado.
Ya no estaba solo.
El cultivador suspiró un poco aliviado y volvió a sonreír.
Después de comer, el pequeño quiso intentar volver a acercarse al burro, pero este se alejaba cada vez que veía al pequeño humano y solo cuando Wei WuXian quiso llamarlo se acordó de hacerle la pregunta más importante.
—Yo soy Wei WuXian, pero puedes decirme Wei Ying ¿Y tu? —el pequeño lo miró.
—A-Yuan...
—¡A-Yuan! Qué lindo nombre... ¿Y tu hermano? Si no mal recuerdo erais dos...
Acto seguido, la cara del menor palideció y su cuerpo empezó a temblar, Wei WuXian lo miró preocupado y antes de que su pequeño cuerpo colapsara, el cultivador ya había llegado hasta él y lo colocó en su regazo mientras corría rápidamente hacia su cuarto.
—¿Una fiebre tan repentina? No...
Dejó al menor en su cama y buscó algunos ingredientes para bajar su temperatura.
No habían.
Los había usado todos con Lan WangJi y se olvidó de reponerlos.
La cara del menor estaba roja y el sudor comenzaba a hacerse presente.
—¿Qué hago, qué hago? —empezó a entrar en pánico.
"Si uso un hechizo más... podría ser malo para su cuerpo..." pensó Wei WuXian.
Según los libros que había estudiado, aquellos quienes no nacían con magia debían de tener el cuerpo desarrollado para poder tener contacto con esta sin peligro alguno.
Wei WuXian había usado unos conjuros de menor nivel aún sabiendo el riesgo que había en ellos, pero había calculado más o menos la cantidad de poder mágico que había usado en ellos... Si usaba uno más...
De repente el menor empezó a toser, alertando aún más al cultivador.
—Tan repentino...
Miró sus frascos de nuevo y se mordió los labios.
"Esas hierbas solo las venden en el reino..."
El tiempo pasaba y Wei WuXian no quería esperar más, la fiebre del menor había aumentado y su estado estaba empeorando. Rápidamente cogió un incienso, lo colocó en la mesa al lado de la cama y lo encendió, haciendo que un suave y dulce aroma inundara la habitación.
—Esto ralentizará la fiebre...
Colocó una pequeña bolsa en su cintura y cogió su capa negra, poniéndosela encima ocultando su rostro. Antes de dirigirse hacia el reino, miró por última vez a A-Yuan y su corazón se encogió de dolor.
Esa fiebre tan repentina la había provocado él...
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Espero que os haya gustado, y ya sabéis, cualquier escena que queráis que añada o cualquier cosa que no os esté gustando no dudéis en decirlo en los comentarios.
~¡Nos leemos!~