Loyal Knight.

By Syldae

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"Todo practicante de nigromancia será ejecutado por orden del rey." El reino Lanling Jin ha declarado que cu... More

Referencias.
Capítulo uno.
Capítulo dos.
Capítulo tres.
Capítulo cuatro.
Capítulo cinco.
Capítulo seis.
Capítulo ocho.
Capítulo nueve.
Capítulo diez.
Capítulo once.
Capítulo doce.
Capítulo trece.
Capítulo catorce.
Capítulo quince.
Capítulo dieciséis.
Capítulo diecisiete.
Capítulo dieciocho.
Extra.

Capítulo siete.

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By Syldae


Autora POV.


Al llegar a las puertas del reino, Lan WangJi bajó de su yegua y cogió sus riendas. Una vez caminó por el puente y pasó las grandes puertas, uno de los soldados más recientes de la guardia real corrió hacia él.

—¡H...Han Guang-Jun! —dijo entre jadeos.— No puede ser... ¡Pensé que había muerto!

Lan WangJi miró al soldado e hizo una leve reverencia.

—Pensé que no volvería a verle... ¿Se encuentra bien? —dijo mientras se limpiaba las lágrimas.— ¿Quiere que avise a los demás guardias reales de su llegada? Puedo ir ahora mismo...

—No hace falta. —pronunció serio.— Primero debo hablar con el rey.

Sin decir nada mas caminó adentrándose entre la multitud.

Al ser las primeras horas de la mañana, las calles del distrito PinQuiong estaban repletas de gente. Las tiendas empezaban a abrir y los ciudadanos ya estaban preparados para comprar y al notar la presencia del Guardia real había todo tipo de reacciones.

Algunos ciudadanos lo saludaban respetuosamente, mientras que otros intentaban que sus miradas no se encontraran y se echaban hacia un lado, seguramente por que habrían cometido algún delito o simplemente por la gran autoridad que emanaba el mayor.

Por otro lado, Lan WangJi había estado caminando con la mirada posada fijamente hacia los grandes muros dorados del palacio. En su mente, las preguntas no dejaban de surgir y la sonrisa del cultivador aparecía de vez en cuando.

De repente, sintió cómo algo chocó contra sus piernas, haciendo que toda su concentración se posara en un pequeño niño de ojos grisáceos. No llevaba zapatos y su ropa estaba desgastada y sucia, al igual que su cara. Sus ojos no tenían vida y al ver al soldado su expresión cambió a una aterrada.

Su mano llevaba un trozo muy pequeño de pan que soltó nada mas ver los ojos fríos y dorados del Guardia real.

—¡Vuelve aquí maldita basura! 

El cuerpo del niño tembló al escuchar la voz del hombre mayor, quien corría hacia su dirección con un palo de madera dispuesto a pegarle. El pequeño estaba tan asustado que no pudo reaccionar y cerró sus ojos deseando desaparecer.

Pasaron los segundos y lo único que escuchó fue un quejido por parte del panadero. 

Lan WangJi había agarrado el brazo del hombre, deteniendo su ataque. El panadero miró al guardia real e intentó golpear de nuevo al niño, pero al hacer más fuerza en su agarre el dolor se volvió insoportable y el señor soltó el palo.

—¡Soldado necio! ¿¡No ve que esa maldita rata me ha robado!?

El menor se cubrió su cabeza con sus pequeñas manos.

—¡Bien, bien! ¡Suélteme!

Lan WangJi soltó su brazo.

—E...Encárguese de ese mocoso, si vuelvo a verlo juro que seré yo quién le... 

Al ver la expresión del soldado, la valentía del panadero se esfumó.

—Vaya soldados más arrogantes... —se quejó mientras se marchaba del lugar.

Una vez su silueta desapareció entre la gente, Lan WangJi volvió a dirigirse hacia el niño. Se agachó para quedar a su altura y cuando fue a acercar su mano para ayudarlo, el pequeño se alejó arrastrándose y volvió a esconder la cabeza entre sus brazos.

 Por la reacción, Lan WangJi sabía que las palabras no servirían, así que sin avisar cogió en brazos al niño, quién pateó varias veces intentando huir fracasando en el intento. Llevó una de sus manos a la pequeña cabeza y la acarició suavemente.

—Tranquilo. Todo está bien.

Al escuchar la cálida voz del mayor, el pequeño dejó de moverse. Con sus temblorosas manos agarró la vestimenta del soldado y comenzó a llorar. Todos los ciudadanos comenzaron a observar la escena, haciendo todo tipo de comentarios, así que Lan WangJi caminó hasta adentrarse a un pequeño callejón, seguido por su yegua.

Después de unos largos minutos el sollozo del menor se hizo apenas audible y el soldado lo sentó en una de las cajas de madera que había en el callejón. Sus pequeños mofletes estaban hinchados y sus ojos un poco rojos al haber llorado. Parecía cómo si el menor hubiera estado reteniendo un gran peso en su interior y simplemente ya no había podido aguantarlo.

Lan WangJi se acercó a una de las bolsas que llevaba la montura de la yegua y sacó una pequeña bolsa blanca con detalles azules junto con una manzana. Volvió a acercarse al menor, quien lo había estado observando mientras su respiración volvía a regularse y al ver la manzana sus ojos se iluminaron, pero lo que provocó que se viera más vivo no fue la comida, si no el recuerdo que le causó.

—Cultivador... Ren... —susurró mientras cogía la manzana.

¿Wei Ying?

—¿El bosque SanRen? —preguntó el soldado.

El niño lo miró un poco asustado y rápidamente cogió la manga del mayor.

—¡N-No vaya! 

Lan WangJi mantuvo una expresión tranquila.

—Tranquilo, soy... amigo del cultivador.

—¿N-No lo m-matará? —tartamudeó.

El soldado negó con la cabeza y la expresión del menor se relajó, pero tan pronto como se tranquilizó volvió a preguntar un poco nervioso.

—¿N-No me matará?

El rostro de Lan WangJi era serio, pero sus ojos se tornaron cálidos de cierto modo.

¿Cómo era posible que ese niño se pareciera tanto al cultivador?

—No lo haré. Esto es para ti. —le entregó la bolsa.

Al ver lo que contenía, los ojos del menor se agrandaron sorprendido y rápidamente volvió a mirar al soldado.

—¿Es rico? —preguntó debido al asombro.

Una leve y apenas notoria sonrisa apareció en el rostro del mayor. Acto seguido volvió a acariciar la cabeza del menor y dijo.

—Si tienes algún problema o tienes hambre, busca a un guardia real y dile que estás buscando a Lan Zhan.

Una vez dejó de acariciar su cabello, salió del callejón y volvió a dirigirse hacia el palacio.

Por otro lado, el pequeño no pudo evitar sentirse triste al ver la figura del guardia real desaparecer. Miró la manzana y volvió a posar su mirada hacia la dirección por dónde se había ido el soldado y no pudo evitar sonreír, pues el mayor había pronunciado la misma frase que el cultivador.

"Busca a un guardia..."

Su sonrisa se convirtió en una forzada al recordar esas palabras, las lágrimas habían empezado a caer por sus mejillas y solo después de unos minutos se limpió la cara y corrió mientras degustaba el dulce sabor de la manzana.

Por mucho que quisiera encontrarse con ese soldado, sabía que ya no podría.

Caminó por las calles estrechas de Hutong y se escondió dentro de una gran caja de madera que se había convertido en su hogar, pero lo que no sabía era que alguien lo había seguido.


✴✴✴


Una vez Lan WangJi se adentró al palacio, no había mirada que no se posara en él, pues los rumores que se habían esparcido por los últimos días habían sido sobre su muerte.

Una vez llegó a la entrada de la sala del trono, los guardias que estaban a los lados de la puerta tampoco intentaron ocultar su asombro. De hecho, se alegraron enormemente al ver que el verdadero jefe de la guardia real seguía con vida y ya no tendrían que soportar la arrogancia del molesto e inaguantable Su She.

—¡Han Guang-Jun! —saludaron.

—El rey está teniendo una conversación privada...

Al ver la mirada fría del guardia, apartaron la mirada incomodados y le dejaron pasar.

Una vez cerraron la puerta, ambos soldados se miraron de reojo y celebraron en silencio la llegada del jade de la guardia real.

—¿¡Todavía no habéis encontrado nada!?

—Majestad... No es tan fácil acceder cómo creíamos. —dijo el explorador arrodillado.

—"No es tan fácil" "No es tan fácil" ¡Pues encontrad la maldita manera de adentraros...!

Jin GuangShan había estado caminando de un lado a otro mientras su temperamento solo empeoraba, pero al ver a su mejor soldado vivo no pudo evitar quedarse sin palabras.

—¿Han Guang-Jun, cómo es posible...?

Una mirada bastó para que los exploradores que habían estado arrodillados se marcharan, dejando solos al soldado y al rey, quién se había sentado en el trono.

—Así que sigues vivo, me informaron de la sombra que os atacó en el bosque y de tu muerte...

Lan WangJi asintió.

—¡Magnífico! Tal y como esperaba de ti, sabía que no morirías tan fácilmente. —sus palabras ocultaban otro significado.

—¿Y bien? —continuó.— ¿Qué sucedió? Has estado cinco días desaparecido... 

—Fui demasiado confiado, cometí un error al distraerme. —pronunció fríamente.

—¿Han Guang-Jun... Cometiendo errores? Vaya, vaya... —sus ojos se entrecerraron.— Qué averiguaste. —no fue una pregunta.

—El bosque está protegido por una barrera mágica. Caí desde un precipicio al ser atacado por la sombra, durante los cinco días estuve buscando la salida. Sin contar la barrera mágica, es un bosque normal.

—Con que un bosque "normal"... ¿Y la sombra?

—No averigüé nada más.

"Decepcionante e interesante" pensó el rey.

Los minutos pasaron y el silencio reinaba en la sala, el ambiente se había vuelto pesado y tensó hasta que Jin GuangShan se levantó y se acercó a una mesa. Cogió dos copas llenas de licor y se acercó al soldado.

—Hay que celebrar que sigues vivo.

Lan WangJi no cogió la copa.

—Ya te dije una vez, qué lo que el rey dice... Ha de cumplirse.

Los segundos pasaron y la paciencia de Jin GuangShan se iba agotando. Cuando pareció que el brazo del guardia se levantaba para aceptar la bebida, las puertas se abrieron de golpe.

—¡Mi rey! ¿¡Acaso no prometió...!? —la cara de Su She palideció.— H-Han G...Guang-Jun...

—¿Todo un milagro, no crees? —la mirada del rey fue amenazadora.

—S...Sí.

Lan WangJi no había apartado su fría mirada de Su She.

—Han Guang-Jun me estaba contando de cómo sobrevivió a la sombra. Durante cinco días... Debes de estar muy cansado. —su voz sonó extraña.— Después de todo... Nadie sobrevive a la muerte... Descansa, hablaremos más tarde.

Lan WangJi asintió y sin mirar a Su She, salió de la sala del trono.

Una vez dejó la habitación, Jin GuangShan no pudo evitar reír mientras se volvía a sentar en el trono de oro y se llevaba una de sus manos hacia su rostro.

—Maravilloso... Magnífico... —susurró.

—¿Él... No recuerda lo sucedido? —miró la dirección por donde se fue el soldado.

—Quién sabe... Quizás el veneno dañó su memoria. —apoyó su cabeza en su mano, el cual estaba posado en uno de los brazos del trono.

—Definitivamente, en ese bosque está lo que he buscado por tanto tiempo. —su sonrisa era escalofriante.— Su She, ya sabes lo que tienes que hacer...

—Sí. 

—Adelante.

Su She hizo una reverencia y caminó hacia la salida, pero antes de abrir las puertas, la voz del rey lo detuvo.

—Oh, recuerda... Nunca doy segundas oportunidades. —hizo una pausa.— Un error más y serás el siguiente experimento.


~~~~~~~~~~~~~

Espero que hayáis tenido un lindo día y que os haya gustado el capítulo.

¿Sabéis ya quién es el niño? 7u7

~¡Nos leemos!~


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