Colección de One-Shots: Loudc...

By lucky-one456

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Estos serán relatos cortos sobre el enamoramiento de Lincoln Loud hacia sus hermanas y conocidas en la ciudad... More

Polly x Lincoln (1/?)
Luna x Lincoln (1/?)
Lana x Lincoln (1/?)
Carol x Lincoln (1/?)
Leni x Lincoln (1/?)
Luna x Lincoln (2/?)
Lori x Lincoln (1/?)
Linka x Lexx (1/?)
Luna x Lincoln (3/?)
Christina x Lincoln (1/?)
Leni x Lincoln (2/?)
Luan x Lincoln (1/?)
Lily x Lincoln (1/?)
Sam x Lincoln (1/?)
Luan x Lincoln (2/?) (+16)
Lily x Lincoln (2/?)
Carol x Lincoln (2/?)
Lola x Lincoln (1/?)
Lana x Lincoln (2/?)
Lynn x Lincoln (1/?)
Becky x Lincoln (1/?)
Fiona x Lincoln (1/?)
Lily x Lincoln (3/?) (+16)
Lola x Lincoln (2/?)
Lily x Lincoln (4/?)
Sam x Lincoln (2/?) (+16)
Katherine x Lincoln (1/?)
Sid x Lincoln (1/?)
Maggie x Lincoln (1/?)
Lily x Lincoln (5/?)
Linka x Lynn (1/?)
Lori x Lincoln (2/?) (+16)
Liby x Lincoln (1/1)
Leni x Lincoln (3/?)
Luna x Lincoln (4/?)
Lily x Lincoln (6/?)
Paige x Lincoln (1/?)
Lucy x Lincoln (1/?)
Paula x Lincoln (1/?)
Linka x Leon (1/?)
Luan x Lincoln (3/?)
Lynn x Lincoln (2/?)
Lily x Lincoln (7/?)
Carol x Lincoln (3/?)
Linka x Loni (1/?) (+16)
Maggie x Lincoln (2/?)
Becky x Lincoln (2/?)
Darcy x Lincoln (1/?)
Lily x Lincoln (8/?)
Lynn x Lincoln (3/?)
Lola x Lincoln (3/?)
Di Martino x Lincoln (1/?)
Lily x Lincoln (9/?)
Luna x Lincoln (5/?)
Lisa x Lincoln (1/?)
Lola x Lincoln (4/?)
Lana x Lincoln (3/?)
Polly x Lincoln (2/?)
Lucy x Lincoln (2/?)
Luan x Lincoln (4/?)
Linka x Loni (2/?)
Lynn x Lincoln (4/?)
Darcy x Lincoln (2/?)
Rita x Lincoln (1/2)
Carol x Lynn Sr (1/?)
Lynn x Lincoln (5/?)

Agnes x Lincoln (1/?)(+16)

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By lucky-one456

Algo maravilloso... (+16)

Estaba caminando con tranquilidad, nada podía salir mal este día. Pasó precisamente por un parque, eso le ahorraba tiempo en llegar a su casa, la cual heredó de sus padres, los cuales ya habían muerto.

— Amor, estos años han sido maravillosos a tu lado —le dijo un hombre a su esposa.

— Querido, tú también eres maravilloso —le dijo con mucho cariño.

Ambos se dieron un beso, justo Agnes pasaba al lado de aquella pareja que apreciaba el estar juntos como pareja por años.

Solo se fue de frente, evitando pensar en ello. Cada vez veía a una pareja recordaba lo infeliz que era.

Enseñaba en secundaria desde hace tres años. Tiene cuarenta y dos años, pero su cuerpo es como el de una chica de veinticinco años.

Suele tener alumnos que pasan en una etapa algo incómoda y aprovechan en mirar más allá de las faldas de su profesora. No le importaba eso.

Han pasado casi dieciocho años desde su último noviazgo que fue de cuatro años. Era un tipo que solía ir de viaje a todos lados, no era de permanecer en un solo lugar, eso no le importaba siempre y cuando volviera, y quizás seguir sus pasos junto a él.

Se enteró que ese tipo tenía una esposa, unos hijos, una familia, una vida. Los viajes solo eran para salir de la rutina y tener una que otra aventura, no era tan especial como pensaba.

Eso la dejó dolida por bastante tiempo, fue tanto el dolor porque era un experto vendedor de fantasías, la pregunta era saber qué no le había prometido.

Los siguientes años fueron de lo mismo, puros hombres que solo querían una aventura, nada serio, lo malo era que ella sí quería algo así.

Desde los veinticinco que enseña en la escuela primaria de Royal Woods.

Después de tantas decepciones amorosas, decidió no buscar nada serio.

Recordaba que una vez hace seis años unos alumnos trataron de hacer que el profesor de gimnasia saliera con ella y terminaran de novios, sin embargo, no funcionó.

Muy en el fondo, sintió eso como una burla, tenía treinta y seis años y no tenía un esposo o novio, solía ir a las reuniones de amigos o familiares sola, eso era motivo de habladurías por parte su entorno familiar y social.

Llegó a su casa y justo en el momento de cerrar la puerta comenzaba la lluvia. Aumentó su intensidad en el menor tiempo posible.

Se fue a duchar. Se sentó en el borde de su ventana a observar la lluvia, no tenía otra cosa más que hacer.

Estaba con una playera blanca que resaltaba su busto debido a que era algo pegada y pequeña, un pequeño short, su cabello en forma de cola y sin estar seco totalmente.

Pasaban las horas, se preparó solo una taza de café para seguir mirando la lluvia, sin embargo, algo pasó delante de sus ojos.

Vio, con lo poco que le dejaba observar la lluvia, a un joven corriendo y caerse en medio del asfalto.

Algo le pareció familiar en él. Dudó solo unos segundos, salió para poder ayudarlo.

Se empapó rápidamente al poner un pie fuera de su casa, caminó rápido, se dio cuenta que el chico estaba muy golpeado.

Era alto, un poco fornido para ser joven, con un cabello blanco que le pareció algo conocido. Notó que estaba reaccionando poco a poco.

Lo llevó dentro de su casa como pudo y lo acostó en el sofá. Al cerrar la puerta suspiró y se dirigió lentamente donde estaba el muchacho.

Iba a tratar de despertarlo y preguntarle lo que pasó, pero se estaba adelantando.

Lentamente trataba de reconocer donde estaba, al abrir bien los ojos, se dio cuenta de la mujer que estaba frente a él.

Se sonrojó levemente, pues de lo húmeda que estaba la playera de la mujer se traslucían sus generosos senos, y sin contar la diminuta ropa inferior.

Sin embargo, reconoció ese cabello rojizo y la voz de la mujer.

— ¿Te encuentras bien chico? —dijo la mujer con nervios pues después de años un hombre está en su casa, uno atractivo.

— Profesora Johnson, ¿Acaso no me reconoce? —dijo extrañado por verla después de tiempo.

— ¿L-Lincoln? ¿Lincoln Loud? Sí, eres tú —se quedó perpleja al darse cuenta que era su antiguo alumno de la primaria.

No podía creer que este chico era su alumno, después de tiempo que se encuentra con él y no en un buen momento.

— ¿Qué te pasó Lincoln? —preguntó con preocupación.

— Regresaba de realizar un proyecto donde un amigo y por el camino se cruzaron unos ladrones, por no darles lo que querían me golpearon entre los cuatro, salí muy adolorido, pero no me quitaron nada al final —lo dijo sonriente.

— ¡Lincoln Loud! No vuelvas a hacer eso, te podrían haber hecho peores cosas, de veras que tienes mucha suerte —le dijo con algo de enojo.

Lincoln se tomaba lo que pasaba de lo más normal hasta gracioso, pero su maestra estaba enojada por su actitud.

— Bueno maestra fue bueno verla, me tengo que... ¡Auch! —el peliblanco aún estaba adolorido y algo herido.

— Siéntate aquí y espera que te traiga una toalla junto a una crema para esa herida que tienes en el brazo —lo dijo muy preocupada.

Al levantarse e ir a buscar lo que dijo, Lincoln sin querer va a ver dónde se dirige y se queda sorprendido por ver a su maestra de espaldas.

Jamás había visto a su maestra de esa manera.

En ese instante la comparó con una de las chicas del equipo de porristas de la preparatoria.

Su figura era despampanante ahora. Cuando tenía once años, siempre le pareció una señora cincuentona por la forma en que vestía.

Ahora mismo es todo lo contrario, hasta comparable con la maestra Di Martino.

Agnes buscaba el botiquín donde tenía la crema para las heridas y una playera que un sobrino dejó cuando una prima la visitó con toda su familia.

Aún estaba sorprendida por el físico de su alumno. Cuando tenía once años Lincoln era alguien enclenque y bajito, ahora es algo y fornido para su talla.

Se dio cuenta de cómo estaba pensando y rápidamente se enfocó solo en buscar el botiquín.

— Muy bien Lincoln te traje una toalla y una playera, puedes usar la habitación de huesp... —no pudo hablar nada más.

Lincoln se quitó su playera mojada en frente de su maestra, lo que vio la dejó muy cautivada y sin pensarlo se mordía el labio inferior.

El peliblanco acostumbrado a cambiarse la playera frente a sus hermanas, no prestaba atención a la reacción de su maestra.

Al terminar de secarse con cuidado su cuerpo tonificado y colocarse de manera dificultosa la playera por el dolor, se dio cuenta que su maestra estaba con su rostro rojo y mirada perdida.

— Maestra Johnson, ¿Está bien? —dijo sin darse cuenta del motivo de esa reacción.

— Ah... Sí, solo que... creo que se me puede pegar un resfriado —dijo reaccionando gradualmente.

— Siento causarle molestias, maestra —dijo Lincoln tratando de mirar a otro lado porque sus ojos no resistían mirar más abajo del cuello de su maestra.

— No digas eso Lincoln, ahora d-déjame colocarte la crema en tu brazo —dijo algo nerviosa al acercarse cada vez más a su alumno.

Lincoln acercó su brazo izquierdo donde tenía una herida debido a que al escapar de esos ladrones tuvo que trepar una valla de metal y se hizo un leve corte.

Agnes le colocó la crema con lentitud, tembló al subir la manga larga de esa playera, Lincoln comenzó a sudar un poco pues desde donde estaba se podía apreciar bien los senos de su maestra de primaria.

También una crema para los golpes en su rostro, eso lo hizo con bastante fuerza de voluntad.

Fueron minutos de una lentitud para cubrir esa herida con la crema y golpes, algo dentro de ellos se encendía con solo ese acercamiento y descubrimiento.

— M-Muy b-bien Lincoln, con eso tu herida cicatrizará más rápido —lo dijo mirándolo fijamente a su rostro.

— G-Gracias señorita Johns... —no pudo terminar de hablar.

— Agnes, solo dime Agnes, no estamos en la escuela o la preparatoria Lincoln —se lo dijo algo ansiosa.

— Como diga señorita, ¡D-Digo! Agnes, disculpe, no suelo referirme así a mis mayores, pero es lo mínimo por ayudarme —realmente quería temblar como gelatina.

— Descuida Lincoln... —no sabía que más decir.

— Ya es hora de que me vaya, agradezco sus atenciones y el verla nuevamente ha sido agradable Agnes —dijo con pena y reprimiendo algo que lo agitaba.

— Igualmente Lincoln, igualmente —dijo dándole una agradable sonrisa, sin querer, algo seductora.

Lincoln se fue de allí de manera veloz rumbo a la parada de autobuses. Agnes solo veía como su alumno se alejaba.

Al llegar a su casa, su madre se dio cuenta que venía con ropa diferente y golpeado. Tuvo que decir lo que le pasó, recibió regaños de parte de sus padres y hermanas por igual.

Agnes ya se iba a su habitación a dormir y reflexionar por todo lo ocurrido hace unas horas, se da cuenta que la luz de la lavandería está encendida, al ir a apagarla nota que la playera de su alumno se ha secado por el ambiente cálido que se siente por la calefacción de la casa.

Al estar en su habitación, decide guardar en su clóset la playera naranja de Lincoln, sin embargo, no puede. Algo no la deja hacer eso, por curiosidad la comienza a olfatear, algo en ella la obliga a seguir en eso.

Lincoln por esta vez no deja entrar a sus hermanas gemelas a dormir con él por pesadillas, siente que necesita estar solo por esa noche.

Se acuesta, pero no deja de pensar en la maestra Johnson, la forma de su cuerpo y cómo vestía. Después de tiempo fantasea con alguien que no sea Di Martino, Becky, Maggie, Whitney y Lori.

Agnes no deja de morderse los labios y estar con su mano derecha inquieta más abajo de su ombligo, con la izquierda se aprieta su seno de ese lado que está cubierto por la playera de su alumno.

Lincoln no deja de sudar y temblar con los ojos cerrados, con una mano abajo y la otra arriba agarrando con fuerzas sus sábanas.

No pueden creer que se hayan tocado, uno pensando en su maestra y la otra pensando en su alumno.

Los días pasaron y ambos siguieron con su rutina diaria, obviamente que no dejaban de pensar en lo que habían hecho. Agnes se sentía culpable, Lincoln sorprendido y con menos culpa por dejar de fantasear con ciertas personas.

En la mitad de una clase de matemáticas, llaman a Agnes a la oficina del director. Le dice que estará encargada de reforzar a alumnos de preparatoria en matemáticas para las olimpiadas interestatales desde mañana en la tarde. Regresa con un rostro de no haber querido ser llamada.

Espera a los alumnos en un salón que es de castigo, entonces entran alrededor de ocho alumnos, entre los cuales está Lincoln Loud. Lincoln no sabía que la profesora que los reforzará en matemáticas fuera la señorita Johnson. Una leve sonrisa se traza en ambos.

Al terminar las tres horas de reforzamiento, Lincoln sale de último instintivamente. Agnes se acerca a él y lo saluda nuevamente, pero con algo de nervios.

Conversan sobre la agradable sorpresa de verse nuevamente, sinceramente ninguno se lo esperaba.

Las siguientes tres semanas sigue casi todo igual, hasta que uno de los dos trata de intentar algo.

Agnes le dice a Lincoln para practicar en su casa porque allí puede darle otro tipo de preparación. Después de años un hombre la atrae, no debía desperdiciar una oportunidad, su mente no decía nada, dejaba que la calentura se apoderara de ella.

Los primeros dos días no hay nada de intento de seducción por parte de Agnes, solo trata de que Lincoln le dé más confianza.

El cuarto y tercer día uno leves roces, usó una ropa algo llamativa, pero parecía no interesar al peliblanco.

El quinto día... bueno ese día... sería algo particular.

— Y eso ha sido todo por hoy Lincoln —le dijo sonriéndole agradablemente.

— Gracias Agnes, gracias por la confianza que siembras en mí, creo que me voy —dijo muy feliz por las molestias que causaba.

— Aún es temprano para que te vayas, no quisieras quedarte a charlar, bueno, si lo deseas —dijo con una mueca de tristeza.

— Me parece estupendo, pues de qué quisiera charlar Agnes —dijo con cortesía.

Hablaron un poco de su tiempo en la primaria, recordando viejas anécdotas, todo iba bien.

Agnes dijo que iba a fumar, le preguntó si eso no le molestaba, le dijo que no porque él también fumaba. Su profesora se burló de eso porque dejaba en claro que no sabía fumar por la forma en que agarraba y más cuando tosió fuerte al probar el humo del cigarrillo.

Todo iba bien hasta que Agnes fue al tocador por unos instantes. Al regresar escuchó algo que la puso muy mal.

— Hola amor... ahora no puedo ir a recogerte, tu madre quedó en hacerlo Sam... estoy ocupado en mi preparación... más tarde hablamos... por favor ya no fumes de eso... hazlo por tu familia y por mí... nos vemos mañana, adiós —lo dijo todo muy triste.

Agnes Johnson había escuchado todo eso, pero no se dio cuenta del tono de voz de su alumno.

Lincoln estaba esperando a su profesora, pero no regresaba. Escuchó un llanto.

— Agnes, ¿Por qué llora? —le dijo con preocupación.

— ¿Sabes qué es enamorarte de alguien y que después te enteres que no es lo que parece? ¿Sabes qué es estar con varias personas y que ninguna te proponga algo serio? ¿Sabes qué es pasar casi la mitad de tu vida sin ser amado por alguien? ¡No lo sabrías, eres solo un niño! —dijo con mucho dolor y lágrimas.

— Pues no le puedo negar eso, no lo sé, sin embargo, quizás pueda saber sobre su dolor, tengo enamorada desde los catorce años, ella me lleva cuatro años, cursaba estudios universitarios, lo dejó todo por el vicio de las drogas, desde hace casi año y medio que salió de un centro de rehabilitación, su adicción sigue igual, cada vez que quiero terminar con ella amenaza con suicidarse, por eso sigo con ella. Su dolor es cumplir con las expectativas y que la otra persona no las cumpla, ¿No es así Agnes? Yo me esforcé con ser un buen novio, pero ella me engañó y se drogó, cumplí con ella, pero ella no conmigo, ¿Acaso no se refiere a eso? —lo dijo con sinceridad y tomándole con delicadeza su rostro.

— Claro que me refiero a eso, pero también me refiero a que tengo la oportunidad frente a mí y lo hago solo porque me siento sola —se quebró totalmente.

— ¿Acaso eso es malo? Todos necesitamos a alguien que esté a nuestro lado, y si es posible que esté cuando más lo necesitamos, no se sienta mal Agnes —le decía con total sinceridad.

— El problema es que eres mi alumno y me empiezas a gustar mucho, si me acerqué a ti en primer lugar fue por una calentura que se está apagando poco a poco —le respondía con mucha tristeza.

— Quizás se apaga poco a poco porque ya no es calentura, es algo más, es algo maravilloso, quizás se está enamorando de nuevo —le dijo levantando su mentón y mirándola a los ojos.

— Tú... ¿De verdad lo crees? —le tomó la mejilla con la misma ternura.

— Claro, yo también empiezo a sentir algo maravilloso por usted, pero si usted no está completamente segura, ¿No quisiera probar si de verdad es cierto lo que sentimos? —le dijo eso mientras acercaba su rostro lentamente al de ella.

Se sentaron ambos en la escalera a besarse, parecía tan natural la forma en que se daban esa muestra de afecto.

Agnes necesitaba sentirse amada nuevamente, por eso sin dejar de besarse entraron a su habitación.

Lincoln se quitó su playera para deleite de su profesora que con confianza comenzó a besar todo el torso formado de su alumno.

Ambos ya sin ropa no dejaban de estimular el cuerpo del otro, no dejaban ni una zona sin explorar, no lo hacían con ansias, lo hacían con ternura y paciencia.

Ya no era necesario tratar de adueñarse del cuerpo del otro, se dieron cuenta que ambos se pertenecían.

Lo que le enseñó Sam antes de que se fuera a la universidad y después de la "rehabilitación" fue lo suficiente para darle la mejor experiencia en esa parte de su vida a Agnes.

Ella al no haber tenido relaciones por mucho tiempo, disfrutó mucho el modo en que Lincoln le hacía el amor. No disfrutaba las posiciones sino el amor que Lincoln demostraba.

Agnes no se quedaba atrás, le daba experiencia y enseñanzas para que las usara más adelante con ella misma.

Solo fueron leves momentos donde dejaron de besarse, en estos momentos los cuerpos poco importaban, lo que en realidad importaba era la acción llevada a cabo y su porqué.

Agnes terminó acostada en el pecho de Lincoln sonriendo, después de tiempo sonríe por algo que le da la vida.

Satisfechos, realizados, enamorados, amados, en realidad no sabría que palabra utilizar para describir el momento después del orgasmo.

Le dice que por favor pase esta noche con él. La mira con ternura y le dice que hará una llamada.

Al día siguiente era sábado, Agnes se levantó y estiró con una gran sonrisa, pero se le borró al no ver a su lado a su alumno.

En ese momento sube Lincoln con el desayuno preparado para su maestra. Con ese cabello suelto se veía muy hermosa, de veras que le gustaría despertar todos los días con esa imagen.

— Lincoln, cariño, no te hubieses molestado —le dio una caricia en su rostro mientras él dejaba la bandeja para desayuno en frente suyo.

— Es lo mínimo Agnes, lo de ayer nos dejó agotados y sin dudas, en verdad me he enamorado de ti y te quiero cariño —dijo con una sonrisa algo leve.

— Yo también Lincoln, pero llevar este amor va a ser muy difícil, estoy dispuesta a asumir el riesgo —dijo plantándole un beso a su alumno.

— Lo mismo digo Agnes, en unas horas debo regresar a mi casa, Clyde solo me cubrirá hasta unas horas —dijo devolviéndole el beso.

Sinceramente ambos querían hacerlo nuevamente, pero Lincoln ya debía irse.

Al salir de la casa de su maestra, ambos pensaron en algo que no debían decir, solo se debía hacer.

Si bien estaban enamorados, sabían que una relación así debía solo quedar en eso, en lo recóndito.

En los siguientes meses, ambos cambiaron sus actitudes.

Lincoln le dedicó tiempo a Sam de nuevo. Agnes iba con nuevos aires a la escuela secundaria. Su entorno de ellos lo notaba más maduro a uno y con un buen aire de querer socializar al otro.

Algunos días de la semana y fines de semana, eran de ellos. Sin ocultar, solo liberar y amar como se debía.

Lincoln ganó con su equipo de matemáticas las interestatales, lo celebró con su familia y novia, pero unos tres días después con Agnes debían celebrar a lo grande.

Tres años de relación arcana, tres años donde Agnes aprendió de nuevo, donde Lincoln fue como un nuevo comienzo para ella.

Al salir de la universidad solía ir a veces, sin que nadie se diera cuenta, a la casa de su maestra.

— Entonces, ¿Es un buen tipo? —le preguntó Lincoln con dudas.

— ¿Tú qué crees amor? —le dijo de manera juguetona.

— Creo que si me cuentas de él es porque es alguien que es compatible contigo, ¿No? —le dijo eso mientras le besaba su cuello con ella sentada delante suyo.

— Pues sí, hemos es el tipo con el que salí hace dos años, ha cambiado, creo que sí quiere algo serio porque ha vuelto —dijo con aire de tristeza—. Y Sam, ¿Qué tal te va con ella?

— Está cursando nuevamente la universidad, sé que le va ir bien, tiene todo mi apoyo —lo dijo mientras no dejaba de morder levemente el cuello de Agnes.

Agnes se arrodillo frente a él, lo miró con una mueca de tristeza. Lincoln también estaba igual.

— Algún día esto se tendrá que acabar —dijo Lincoln mirando a otro lado.

— Lo sé, es por eso que hasta que llegue ese momento, solo disfrutemos lo mejor que nos ha pasado en la vida —le dijo tratando de limpiar las lágrimas de su alumno.

Lo abrazó con ternura, él también. Sabe que tiene que pasar.

— Gracias Lincoln, muchas gracias —le acariciaba los cabellos.

— No, gracias a ti, jamás he amado a alguien con cuerpo y alma —dijo tratando de no llorar.

— Muchas gracias por ayudarme a no resignarme sin siquiera intentarlo, gracias por comprenderme —ahora ella lloraba como él.

Ambos se besaron para tratar de ahogar sus sollozos. No valían la pena en estos momentos.

Ella iba a tener alguien con quien estar al lado para lo que le quedaba de vida, él también, pero ninguno de los dos iba a tener a alguien que los ame como se aman.

Solo debían amarse hasta que la vida les dé la oportunidad que a pocos se les da, eso era una vida junto a alguien. Todo gracias a este algo que es maravilloso...

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.

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(Es el Shot número 50, estoy un poco feliz por esto, espero que les haya gustado amigos)

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